Mi celular sonaba una y otra vez, lo tomé en cuanto el sueño me lo permitió, y al reunir la fuerza suficiente lo lancé para callarlo, no me importaba si era el tercero o quinto en el mes, sólo quería callarlo; al escucharlo caer pude distinguir los sonidos que me traerían tranquilidad, la tapa y la batería cayendo cada uno por su lado. Me disponía a dormir de nuevo, cuando el que sonaba era el teléfono fijo, una y otra, y otra vez, no paraba, por lo que no me quedaba opción, sabía que era mi manager intentando que llegara a tiempo a trabajar, me levanté de forma perezosa y tomé el teléfono.
- Ya voy - le dije y le colgué para ir a tomar un baño, tenía dos opciones, obedecerle o soportar una de sus visitas a casa para presionar hasta sacarme a empujones.
Salí de casa con un termo repleto de café caliente y cargado, la única forma en que mis parpados no se cerraran en el camino a la editorial. Subí al coche y emprendí mi camino. Al llegar, Miroku me esperaba en la entrada con un cigarrillo en una mano y un vaso de expreso en la otra.
- Veo que volviste a las andadas - le dije en tono burlón.
- Ja, es toda tu culpa, de no ser por tus caprichos no estaría tan nervioso y no habría vuelto a fumar - tiró la colilla al bote de basura después de apagarla contra la pared - vamos, date prisa, sin duda eres el único que falta en la junta.
- Sí, sí... lo que digas.
Luego de firmar el registro fuimos directo a la sala de juntas, donde se acordaban los nuevos proyectos. Entramos con sigilo, pues la junta ya había comenzado, había varias personas, no puse mucha atención pues estaba concentrado en buscar una silla libre; hacía mucho que esa sala no se veía tan concurrida. Me senté y comencé a escanear los rostros presentes y gran sorpresa me llevé al notar rápido a la lagartija, en ese instante comencé a buscar, ahí estaba, Shima, con ese rostro de piel de porcelana, me detuve un instante a mirarlo hasta que sentí un leve golpe en el pié, volteé y estoy seguro que mis ojos se abrieron un poco más pues, era Kazuhiro que me sonreía de forma sutil.
- Es por eso señores, que necesitaremos de su apoyo para sacar a flote éste proyecto, pues la revista Fushida Sugoi, cuyo representante se encuentra hoy aquí - Kazuhiro asistió haciendo una leve reverencia a lo que todos lo miraron - espera lo mejor de nosotros. La idea principal será entregada al escritor que fue elegido por el señor Saito, Miyavi - no entendía nada, pero eso me sacaba por llegar tarde siempre, sólo asentí de la misma forma - y bien, la compañía de modelos TGZT estará a cargo de las fotografías para que la fotonovela sea todo un éxito. Deberemos dar todo de nosotros, pues es el primer proyecto de este tipo, no sólo para nosotros, sino también para Fushida Sugoi - hubieron algunos aplausos al terminar y después el director se dirigió a Kazuhiro - ¿desea agregar algo señor Saito?
- Por supuesto - Kazuhiro se levantó con un aire de madurez y seriedad que no le conocía y comenzó con un tono de voz que ni siquiera creí que podría tener - bien, como el director ha dicho, es el primer proyecto de esta especie para nosotros y para ustedes pero tengo plena confianza en que este trabajo será todo un éxito, la cual se basa en el trabajo del señor Ishihara, puesto que ya he tenido el honor de leer algunos de sus libros. Además, he podido apreciar el trabajo de la compañía TGZT y es por ello que he decidido hacer con ellos el trabajo. De antemano les doy las gracias y les digo que hay que esforzarnos para que esto salga adelante -nos dirigió una tierna sonrisa en la que lucía como Bou de siempre y tomó asiento.
- Muchas gracias -dijo el director - de acuerdo, lo primero que hay que hacer es comenzar con la historia de la fotonovela, por lo que, Miyavi, deberás acompañar al señor Saito a tu oficina para que te indique las pautas de la historia.
- De acuerdo - respondí, todos nos levantamos y yo esperé a que todos salieran, pues debía esperar a Kazuhiro que sería el último en salir, a mi lado pasó también Uruha, el cual no volteó a verme siquiera, pero claro, era lo más lógico, aunque la iguana del mal sí lo hizo, con una mirada que parecía estar a punto de atravesarme la frente con una bala, lo observé sin inmutarme hasta que sentí a alguien tomarme del brazo.
- Adelante señor Ishihara, es hora de comenzar el trabajo - dijo Kazuhiro, con aquella sonrisa que podía convencer a todos, menos a mí.
- Sí claro, adelante, lo llevaré a mi oficina - fuimos directo a trabajar y por mucho que supliqué a los dioses, no pudimos encontrar a Uruha en el camino.
Después de un momento con Kazuhiro en la oficina estaba por volverme loco, mis novelas siempre fueron románticas, no cursis, ridículas y baratas, que era lo que el chico caprichoso me estaba pidiendo, mi cabeza ya dolía, y él no paraba de lanzar ideas cada vez más absurdas, desde zombis enamorados, adolecentes retraídos que, con un cambio de imagen, sufren metamorfosis de personalidad, hasta hombres lobo obsesionados por la moda y otras tantas tonterías.
- Perdón pero ya no puedo - me levanté y salí de la oficina, al cruzar la puerta, sólo di dos pasos hasta chocar con alguien - mis disculpas.
- No se preocupe - reconocí su voz al instante, era Uruha.
- No, de verdad lo siento - busqué su mirada, quería sonreírle y que él me sonriera, pero él evadía la mía.
- No hay problema - estaba por irse.
- Shima...
- Con su permiso, voy camino a una prueba de vestuario - su voz era fría, lacónica.
- Pero... - estuve por tomarlo del brazo, pero al notar mis intenciones él dio un paso atrás - Shima – le reproché, era demasiado extraño que actuara de esa manera, habiendo ni un alma cerca.
- Debo ir a una prueba de vestuario - insistió.
- Pero si el proyecto aún no empieza, no tengo siquiera un boceto.
- Su trabajo no es lo único que existe y tampoco lo más importante, si me permite - volvió a dar un paso más, buscando retomar su camino.
- Disculpa, es sólo que tenía ganas de estar contigo, por lo menos un momento - en ese instante ya no me importaba otra cosa que no fuera él, ni lo que dirían, o de lo que se enterara quien fuera, dejé de lado todo por suplicar su compañía al menos un instante
- Tengo prisa y no creo que mi presencia sea tan importante, se nota que se encuentra usted muy bien acompañado, con su permiso - Uruha caminó sin voltear siquiera a verme por última vez, yo me quedé quieto por un segundo, sólo viendo que se alejaba, hasta que una voz me sacó del trance de sus pasos que lo alejaban.
- Con que él es el chico por el que me cambiaste, al menos él se da cuenta de lo que tú te empeñas en negar, tú y yo nos pertenecemos – dijo Kazuhiro detrás de mí y yo lo odié, lo odié en ese momento, por su culpa, por su estúpida culpa, Shima no quería saber de mí.
- ¡Cállate, Bou! - lo hice a un lado, me metí a mi oficina y le cerré la puerta en la cara.
Pronto llegó la hora de salida, la cual había suplicado, no quería estar ahí, la cabeza estaba por estallarme y la presión de lo ocurrido me estaba asfixiando, tampoco quería salir, pues estaba seguro que Kazuhiro estaba afuera esperando, pero al llegar la hora de irnos no le quedaba otro remedio más que salir, esperé quince minutos, tomé mis cosas y salí de mi oficina directo al coche, al estar dentro tomé el celular y le envié un sms a Shima donde le preguntaba si podíamos vernos, pero por más que esperé una respuesta, ésta nunca llegó