Respiré profundo, pero de forma tranquila y sonreí hacia las cámaras que se alistaban e hice una pequeña reverencia disculpándome, pues no hablaría con ellos, tenía que trabajar. Me acerqué a Uruha que estaba con otro de los chicos, el más bajo de ellos, aunque ya lo había visto no lo conocía.
- ¿Cuál es el problema? - pregunté
- Es que ya le dijimos a Shima sobre la pose, pero es la expresión facial lo que no logra comprender - me respondió el chico cuyo nombre desconocía aún.
- Entiende Takanori, la intención no es esa, ¿por qué debería sonreír de esa forma? – le dijo Uruha, pero sin voltear a verme y las cámaras comenzaron a trabajar como locas cuando me acerqué a Uru.
- Mira, el punto clave aquí es este – dije y él estuvo por retroceder, pude notarlo, pero sólo hizo un movimiento ligero como afirmándose sobre sus pies - los rostros exagerados en las fotonovelas no sólo las hacen parecer exageradamente falsas, algunas veces rayan en lo ridículo, es por eso que las tomas de esta, en los diálogos deben tener un acercamiento al rostro - le hice una señal al fotógrafo para que se acercara, y así lo hizo - Kazaki, debes tomarla desde este ángulo, la intención y significado de ese párrafo se reflejará muy bien en una ligera sonrisa, es una especie de desdén, mírame mientras levantas un poco el rostro y dirígeme una muy leve sonrisa como si yo te diera risa - dudó por un segundo pero lo hizo, su rostro angelical con esa mirada de cristal volvía a verme, le sonreí levemente y le guiñé, pero aunque su expresión no cambió para nada, pude notar ese tono rosado en sus mejillas, era un completo profesional.
- ¿Y yo que hago? - preguntó el chico cuyo nombre ahora conocía, Takanori.
- Ven, ocupa mi lugar y que Kazaki tome la foto por sobre tu hombro, así te notarás en la escena pero no vas a distraer la atención de la intención de tu compañero - me alejé, Kazaki tomó las fotografías y pareció satisfecho.
- Miyavi eres un genio - me dijo Kazaki – se supone que eres escritor pero ahora vienes a darles clase de pose a… los modelos.
- Sólo quería que la emoción que quise darle a la historia no se perdiera para nada, sabes bien que mis obras deben respetarse - le di unas palmadas en el hombro a Kazaki y me dirigí hacia la salida del estudio, los reporteros iban a acercarse, pero uno de ellos que estaba junto a Miroku, esperando al fondo, hizo un ligero sonido de un chiflido, voltearon a verlo todos y este les hizo una sutil señal negando con la cabeza, se hicieron a un lado y me dejaron pasar, mientras pasaba frente a ellos sonreí a las cámaras que aún se notaban listas para fotografiarme y saludé a alguno que otro reportero para notarme natural por completo, al salir con Miroku a mi lado y cerrar la puerta detrás mío respiré profundo soltando toda la tensión.
Seguimos caminando tranquilamente hacia mi oficina, teníamos que vernos tranquilos, no teníamos la seguridad de que los pasillos estuvieran libres de arpías. Entramos tranquilos, inspeccionamos el área, cerramos la puerta y al llegar al sofá nos desplomamos sobre él.
- ¡Eres mágico Miru! - dije, riendo apenas por los nervios que aún me apresaban, él rió también.
- Algo así, algo así.
- ¡¿Cómo lo hiciste?!
- Secreto profesional hijo mío, sólo puedo decirte que me debes un fin de semana con todo pagado.
- ¿Tan caro fue ésta vez? - reí de nuevo ya más tranquilo.
- Lo fue, y mucho, así que deberás esperar para un siguiente favor, los fondos para callar arpías se vieron muy afectados esta vez - reía un poco, pero su tono comenzaba a parecer serio.
- Trato hecho, me dejaré de tonterías hasta que ese fondo especial se recupere.
- Pero aún te queda algo por resolver Miyavi - dijo en tono serio de nuevo, mirándome.
- Lo sé, Miru, pero es muy difícil.
- No debería serlo Miyavi, es toda tu carrera, todo tu esfuerzo, si se arma un escándalo vas a perderlo todo, poco a poco, lo primero será la poca paciencia que tienes, luego el carisma ante todos y así de a poco hasta que tu carrera desaparezca - bajé la mirada, el pensar en volver a la nada después de tanto esfuerzo que he había por tener lo que me pertenecía ahora por derecho, pero no podía pensar en dejar de luchar por Uruha.
- ¿Estás seguro de que sería así? - esperaba otra respuesta, una que me diera por lo menos un gramo de esperanza en que las cosas no tenían que ser así, que no tenía que elegir entre dos tan importantes como lo eran mi carrera y mi vida personal, no podía sacrificar ninguna por la otra, sería injusto por donde fuera que posara la vista.
- Miyavi, tú mejor que nadie debería saber cómo son esos malditos, con tal de vender son capaces de arruinarle la vida a las personas sin escrúpulo alguno, ya te has dado cuenta de cómo te acosan de la nada, cuánto más lo harán ahora que tienen algo.
- O que creen tenerlo…
- Lo tienen Miyavi, bien sabes que les has dado lo que buscaban.
- ¡¿Y qué puedo hacer ahora?!
- Ya te lo dije, elegir, si te decides por tu carrera no habrá poder humano que saque, de ti, una nota escandalosa y estarás lo suficientemente tranquilo para continuar con tu carrera, si lo eliges a él a final de cuentas te harán polvo.
- Es muy injusto, ¿No te parece?
- Así son ellos, deberías saberlo, pensando en su dinero, hacerse ricos a costa de las personas - estuvimos platicando hasta la hora de salir, dando vueltas a lo mismo, buscando otras alternativas sin encontrar respuesta.
Subí a mi coche, sentía las miradas sobre mí, son siempre tan ruidosos, creen que nadie los nota, pero no soy idiota, ya sé lo que hacen. Conduje a casa, siempre cierro todas las cortinas, pero esta vez dejé abiertas algunas por “accidente intencional”. Me vieron llegar, ver televisión, jugar videojuegos, comer ramen instantáneo y meterme a la ducha, me vieron cansado y semi dormido en el sofá, me vieron apagar las luces e irme a la cama, mi habitación era un punto ciego en la casa, por lo que al entrar ahí estaba a salvo, también la había equipado con una especie de forros en las paredes y vidrios especiales aisladores de ruido, y no era tanto por ellos, era también que soy muy sensible cuando se trata de ruido o luz a la hora de dormir, por eso la ventana de mi habitación daba hacia un patio dentro de la casa, para que fuera sólo la luz y ruido de la naturaleza lo que interrumpiera mi sueño, el sol y el canto de las aves que vivían en los árboles de cerezo del patio al centro de la casa. Me recosté y como los tres días anteriores tomé el celular para marcarle a Uruha, esperaba escuchar la contestadora de siempre "lo sentimos el número que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio", pero en su lugar escuché el tono de marcado una vez, y luego su voz.
- ¿Moshi moshi?
- ¡Uru! no me cuelgues por favor, soy yo, Miyavi - hablé rápido y quizá lo grité.
- Ya sé que eres tú.
- Necesito hablar contigo - le dije suplicante.
- Sí, yo igual contigo - sonaba tan frío que me dolió escucharlo.
- ¿Cuándo podemos hablar?
- Tú eres el famoso, ¿no? debes saber el momento en que se descuidan, en que duermen o en que se hartan, qué sé yo.
- De eso me encargo yo, tú no te preocupes.
- Bueno, entonces dime.
- Dime tú, Uru.
- Mañana termina la primera sesión, por lo que pasado mañana nos darán el día libre, vamos a ir a Osaka.
- ¿Quieres que vaya a Osaka? - la respuesta era obvia, pero en un momento como ese mi cerebro no era del todo confiable para la lógica.
- Sólo digo que habrá oportunidad de hablar, no pretendo obligarte a ir a ningún lado.
- No, no, no, disculpa, no es que no quiera ir, lo que pasa es que...
- No me des explicaciones, sólo dime si vas a ir, si no quieres o no puedes, lo que sea.
- Pero claro que iré a Osaka, ¿Dónde puedo verte?
- Iremos a un café llamado Houkai, está en...
- Lo sé, he ido algunas veces
- Bueno, el plan es llegar ahí a las 11, detrás del lugar hay un pequeño jardín, es privado pero parece estar abandonado y una de las tablas que cubren la entrada trasera está a punto de caerse, por lo que sólo es cuestión de moverla un poco para poder entrar.
- Lo sé - siempre fue un lugar de escape para mí, lo conocía bien.
- Estaré ahí a las 11:15, vayas o no vayas, ya estaba en mis planes.
- Te veré sin duda.
- Adiós - no esperó a que me despidiera, sólo colgó.
Me apresuré a llamar a Miroku.
- ¿Mo...shi moshi? - dijo con voz somnolienta
- ¡Miru! necesito que contactes a Shiko para pasado mañana a las 7.
- ¿Y no pudiste esperar a decírmelo ese día o por lo menos al amanecer?
- A las 7 de la mañana Miru, además tenía que decírtelo ya mismo, esto es importante.
- ¿Para que la quieres?
- No seas tonto Miru, ya lo sabes.
- Lo sé, es claro que es para eso, pero ¿a dónde irás?
- Voy a Osaka, a casa de mi abuela.
- Eso es raro, fuiste a verla hace muy poco.
- Después te explico Miru, sólo prométeme que llamarás a Shiko.
- Lo haré, ahora déjame dormir, son casi las 2 y mañana hay trabajo qué hacer muy temprano.
- Descansa Miru, hasta mañana.
- Sí, adiós, y deja de fumar felicidad, que pareces un loco cuando te pones así en una hora en la que estarías en el quinto sueño - me reí y colgó de inmediato, dejé el celular en el buró y me dispuse a dormir con una sonrisa en los labios que conservé hasta que me sentí idiota o quizá más bien hasta que el sueño me impidió seguir haciéndolo.