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Ahora tengo una razón. por AkireSemeruder

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Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda. Les traigo un capítulo más, espero sea de su agrado.

Apenas pude dormir por estar pensando toda la noche en esa chica tan hermosa, y en la pregunta de ¿quién demonios era el seguramente deforme con la banda blanca a la mitad del rostro? Ya vague un poco por el lugar pero pareciera como si a cada momento el sitio creciera y me impidiera encontrarme de nuevo con ella. Por si fuera poco, comienzan a llegar grupitos de niñas con un piercing a la derecha del labio inferior y una que otra con gafas como las mías, algunas con el estilo de ropa que suelo usar y todas con una característica inconfundible, alguno de mis libros y una pluma pidiéndome autógrafos. No es que me moleste, del todo, es un alago que hagan esto solo por mí, sacrificándose por mí, siguiéndome sin descanso, aun siendo que no soy más que un simple ser humano.

 

El sitio de reposo se ha vuelto casi un caos, gente por todos lados, y el ruido sólo comparable con el de aquella ciudad de la cual pretendía escapar, es sólo por la noche a la misma hora que voy a las termas esperando volver a verla, cuando todo se pone un poco más tranquilo.

 

Caminaba por uno de los pasillos divagando en mis pensamientos sobre la multitud que me ocultaba a Shima, estaba tan distraído que choqué con un tipo que salía de una de las habitaciones, levanté la mirada para disculparme y cuál sería mi sorpresa al percatarme que a quien tenía frente a mí era justamente al rubio cara partida que se llevó a mi Shima aquella noche, la esperanza de que aún permaneciera en el sitio de reposo había renacido. Supongo que bandita tenía prisa pues desapareció en un instante.

 

Volteé a la puerta para ver el número de la habitación, pues estaba tan distraído que no tenía idea de dónde me encontraba, y fue entonces cuando volví a verla, su rostro inconfundible, esos labios con los que había estado fantaseando los últimos tres días y esas piernas que sin duda eran capaces de hacerme caer con sólo verlas un poco. Me acerqué un poco, pues ella no dejaba de mirarme, creo que esperaba que le hablara.

 

-  Shima, ¿cierto? – Ella sólo asintió con la cabeza tímidamente - ¿estás sola? – Pregunté, y ella con una risita negó con la cabeza - ¿está alguien contigo? – continué y ella volvió a reír y negar de la misma manera.

Al inicio del pasillo escuché ese sonido inconfundible de un grupo de niñas que se acercaba platicando efusivamente, entre gritos y risas nerviosas y emocionadas a la vez.

-  ¡Maldición! – dije con un tono de verdadera molestia - ¿y ahora como escapo de ellas? – dije en voz muy baja lleno de ansiedad. De la nada la chica, Shima, me tomó del brazo y me metió a su habitación, yo sólo me dejé llevar sin poder evitarlo. No podía creerlo, estaba con ella en esa habitación, ella usaba la misma diminuta bata de baño blanca de la otra noche.

-  ¿S-segura que no hay p-problema? – Puso los ojos en blanco como si hubiera algo que yo no entendía – T-tu novio el rubio de la… - no, debía buscar otra referencia -  el rubio de… aquella noche, podría molestarse si nos encuentra a solas – ella rió de nuevo en silencio contra las mangas de su bata y negó una vez más.

El grupo de niñas pasó frente a la habitación y yo volteé por instinto a la puerta suplicando que estuviese cerrada, aunque tenía la certeza de ello, la inseguridad y los nervios estaban haciendo presa de mí.

-  Parece que eres muy famoso – dijo una voz masculina llena de sensualidad y timidez a mis espa… espal… ¿Qué?, ¿Voz masculina a mis espaldas?, ¿No había dejado claro que no había nadie con ella?, volteé aún más nervioso para contestarle a nuestro acompañante, pero al buscarlo con la mirada pude ver que, en efecto, estábamos solos, lo cual me tranquilizó por menos de dos segundos hasta que caí en la cuenta. - ¿Shima? – tragué saliva mientras, al parecer, él, me miraba divertido con esa carita de ángel completamente inocente.

-  S-si, Takashima… K-Kouyou Takashima – su voz delicada y dulce para ser un hombre, su rostro fino y perfilado para ser un hombre, sus piernas que aún lograban enloquecerme, a pesar de ser un hombre.

-  Hermoso – la palabra salió de mis labios sin siquiera pensarlo

-  ¿C-cómo? – dijo la bella criatura con las mejillas ahora un poco rosadas, lo cual exaltaba aún más su belleza.

-  No puedo creer lo hermoso que eres – nuevamente las palabras saliendo por voluntad propia provocaron en su rostro un color rosado todavía más intenso. 

Notas finales:

Me gustaría conocer su opinión. Prometo no tardar en actualizar. Hasta pronto.

 

Lord Akire du Zaine


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