Ahí estábamos los dos, solos en la habitación, yo sin poder creer aún lo atractivo que Takashima llegaba a ser, y él, nervioso y al mismo tiempo divertido, pues sabe perfectamente que lo confundí con una chica, aunque estoy completamente seguro que no soy el primero en equivocarme al respecto.
- ¿Lo han hecho todo el día? – me preguntó.
- ¿Eh? – no sabía de lo que hablaba, estaba aún en shock.
- Perseguirte, ¿te han molestado toda la mañana? – ahora logro entender.
- Ah, sí, bueno, no… lo han hecho por casi cinco días, pero no es molestia, bueno, no lo es siempre, todo depende de la situación en la que lleguen – claro, me refería a que no me gustaba la idea de que llegasen justo cuando lo encontré de nuevo.
- ¿Quieres un poco de té? – me preguntó
- No gracias, estoy bien así – mi voz sonaba aún nerviosa.
- No me has dicho tu nombre aún - ¿lo dice en serio?, quizá es solo que busca una presentación más formal.
- Miyavi – contesté tranquilo.
- Oh, ¿Miyavi? – me pregunto si luzco diferente.
- Sí, el mismo que viste y calza… - continué con un poco de vanidad que a nadie viene mal de vez en cuando.
- Ah ya veo – creía que por fin sabía a quién tenía frente a él.
- Sí, ese soy yo – un poco más de vanidad.
- Oh, eres cantante o algo así, ¿verdad? – no hablaba en serio, ¿cierto?
- N-no, no lo soy
- Oh, disculpa, actor seguramente – no podía creer lo que me estaba diciendo.
- ¡No! Soy yo, Miyavi, “pluma del paraíso”, “bolígrafo apasionado”, “amo del romance”, soy yo, Mi-ya-vi.
- D-disculpa – dijo apenado – me imagine que eras alguien famoso por la cantidad de niñas que te siguen, por eso supuse que eras cantante o actor, pero creo que ahora entiendo, eres de esos que escriben los libretos de teatro, ¿cómo los llaman? Ah sí, dramaturgo – con eso acabó de matarme.
- N-no, no soy de ese… ese… ese tipo, soy escritor, novelista desde hace seis años, durante ese tiempo me he posicionado en los más altos rangos de ventas incluso en el extranjero – le dije con un poco de exageración.
- D-disculpa, n-no quise ofenderte – dijo algo triste, quizá me sobrepasé al hablar así de mí mismo.
- No, no, no, para nada me estás ofendiendo, es sólo que llegué a acostumbrarme a ser una figura tan pública y… y… es un tanto extraño encontrar a alguien… a alguien que no sepa… bueno, no conozca… - qué difícil es encontrar una forma de explicar o por lo menos intentar justificar el arranque de ego que acababa de tener. Una risita me interrumpió – ¿Qué es tan gracioso? – pregunté.
- N-nada – no le creía, estaba a punto de reír a carcajadas.
- Dilo – le dije con tono autoritario.
- Eres tan gracioso dándome explicaciones innecesarias – me di cuenta que se burlaba de mí.
- B-bueno, es que… - nos dimos cuenta que estaba a punto de dar más explicaciones que no me fueron pedidas y comenzamos a reír juntos.
Era como estar en el paraíso, dos personas completamente normales conversando y riendo, nada de interrogatorios insidiosos, ni estrategias para sacarme verdades privadas, éramos sólo dos seres humanos, en una charla normal, llena de risas normales.
El tiempo parecía haberse detenido a nuestro alrededor, cada tema se compaginaba perfectamente con el siguiente para continuar la conversación. De pronto la puerta se abrió, volteamos y quien entraba, con la misma expresión dura y agresiva de siempre, era el chico del parche nasal.
- ¿Qué hace él aquí? – exigió saber.
- Akira, él es Miyavi, mi nuevo ami… - fue interrumpido.
- Shima, creo que no escuchaste bien, lo que quiero saber es qué hace aquí, quien sea, no me importa en lo más mínimo – era el momento justo para retirarme.
- Disculpen las molestias, no quise importunarlos…
- Pues lo hiciste, así que ya puedes irte – me dijo muy molesto.
- Con permiso – me dispuse a salir.
- Akira, eres un grosero, sólo platicábamos…
- Ya cállate y deja que se vaya – le interrumpió
- P-pero… - el sujeto de mal humor lo calló con una mirada penetrante que alcancé a ver cuando cerraba la puerta.