Sentía los rayos del sol quemando mi piel, en ese momento me di cuenta de que me había quedado dormido sentado en el balcón. Entré a la habitación, ya eran casi las once de la mañana, así que decidí tomar un baño en lugar de volver a dormir. Me dolía mucho la cabeza, pero no más que la espalda y el cuello, definitivamente necesitaba un masaje, así que al salir del baño sólo me puse una camiseta blanca y un pantalón simple de mezclilla, seque mi cabello y salí sin maquillarme, directo al área de masajes.
Por más que intentaba sacarlo de mi mente me parecía imposible dejar de pensar en él, ahora veo cuánta razón tenía la persona que me dijo un día que el amor es una enorme e inexplicable fuerza que une mundos como en una explosión, esa explosión pude sentirla hace dos noches cambiando mi mundo por completo y ahora me siento unido a él de forma inexplicable.
- Hay algo que está oprimiendo su corazón, ¿cierto? - me preguntó la masajista.
- ¿E-eeh?, ¿p-por qué lo dice?
- Suspiros tan profundos como los suyos solo pueden ser porque hay algo que asfixia su corazón - me dijo seriamente.
- No es nada - respondí con tono amable, pero dejando claro que no entraría en detalles.
Al salir de la sala de masajes seguía pensando en lo mismo, recuerdos de aquella noche que parecía cada vez más lejana y la duda sobre si volvería a verlo de nuevo. Por alguna razón mi mente convenció a mis piernas de dirigirme a aquella habitación en busca de un segundo intento.
Me encontraba frente a la puerta y sin pensarlo dos veces llamé con tres golpecitos en ella, esperé un momento y a los pocos segundos alguien abrió, era un chico de cabello negro al que logré reconocer enseguida, no pude decir nada más que "buenas tardes", me quede callado, él solo sonrió, me contesto de igual manera y giró un poco.
- Pato, te buscan - grito sin mucho volumen hacia adentro de la habitación y volteó a verme con una sonrisa gentil - ahora viene - me dijo amablemente, y yo sin poder articular palabra, solo sonreí y agradecí, pronto Uruha salió a la puerta, me vio y su mirada se llenó de ese brillo inconfundible.
- Gracias Ukesito - le dijo al chico que me abrió.
- Que no me llames así - éste le reprochó
- Pero suena mal si te llamo "Kayito" - dijo con un tono de berrinche sumamente adorable.
- No necesitas decirlo en diminutivo, simplemente llámame Kai, es más fácil - le dijo algo molesto, parecía que la paciencia no era su fuerte, eso o Uruha era un reto a toda paciencia cuando se pone en ese plan de niño pequeño, reí sin poder evitarlo.
- ¿Ves?, a Miyavi también le parece gracioso ese nombrecito sin encanto - dijo Uruha con tono triunfal y el chico, Kai, me miro un poco molesto.
- No, no es eso, yo reía por otra cosa... - intente justificarme, pero Kai me interrumpió.
- Creo que yo salgo de sobra aquí, con permiso - dio la vuelta y dio un paso - no te tardes mucho, la iguana del mal está por llegar y ya sabes cómo lo pone tu amigo.
- E-está bien - respondió Uruha un poco triste mientras Kai se iba.
- ¿Iguana? - pregunté.
- Así le llamamos a Akira - sonrió, es tan lindo cuando lo hace.
- Ah, mmmh... ¿Pato?
- A-a-así me llaman a mí - me dijo sonrojado y no pude evitar reír un poco nuevamente
- ¿Y dónde está la jirafa, y el hipopótamo?, ¿qué clase de zoológico es este si no hay osos ni pingüinos? - pregunte entre risas.
- ¡Tonto! - me contestó sacándome la lengua con los ojos cerrados, por lo que aproveché para mordérsela suavemente, abrió los ojos sorprendido, se alejó un poco y tapó su boca - ¿Q-que haces tonto?, no-nos pudieron haber visto.
- No importa, después de lo que me hiciste sufrir todo el día de ayer, es lo que menos me interesa.
- D-disculpa, no fue culpa mía - dijo bajando mirada con un tono algo triste - cuando llegué, Akira estaba esperándome muy molesto, en cuanto comenzó a salir el sol les dijo a los demás que se arreglaran porque saldríamos, y volvimos hasta muy entrada la noche, de ser por él no habríamos vuelto, pero el trabajo no ha terminado.
- Ya veo, es raro que no esté aquí en la puerta vigilando con un rifle en la mano - río de mala gana.
- Lo estaría, de no ser porque tuvo que ir a arreglar el problema que causó al hacernos faltar al trabajo sin aviso, y por un día completo.
- ¿Trabajo?, ¿trabajan aquí?
- No, venimos aquí a trabajar, estamos haciendo una sesión de temporada.
- Ah - dije sin entender nada aún, y él se dio cuenta de ello.
- Tra-trabajo como modelo - dijo sonrojado, eso explicaba muchas cosas.
- Debí suponerlo - le dije, viéndolo de arriba hacia abajo con una mirada provocativa.
- N-no me veas así, no es divertido. - dijo sonrojado
- Lo siento - lo miré a los ojos, el apartó su vista algo nervioso, lo tomé de la barbilla para dirigir su mirada hacia mí, necesitaba urgentemente sentir la suavidad de sus labios, me acerqué a él y sólo cerró sus ojos.
- ¡Reptil diabólico en camino! - gritó Kai desde adentro interrumpiéndonos.
- Akira está por llegar, seguro ya le llamó a Kai para que estemos listos para salir - me dijo.
- Debo irme entonces - dije dando la vuelta para irme enseguida y así evitar más problemas, pero antes de dar el primer paso, Uruha tomo mi mano y la jalo un poco, voltee a verlo y estaba volteando al piso, pronto entendí lo que quería, me acerqué a él, levanté su rostro, voltee a los pasillos para asegurarme de que nadie nos viera y bese sus labios rápidamente.
- Te quiero - me dijo con una sonrisa.
- Y yo a ti - le dije antes de dar la vuelta y dirigirme a mi habitación.