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Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 12: Agua y jabón.

 

Mirando el paraguas de la abuela, sus ojos lindos se cerraron, y su respiración un poco menos complicada, taimada su forma de vencerse a sí mismo, el sueño y los gloriosos momentos de tranquilidad.

 

En su sangre el instinto de nostalgia perdida, sintió el tiempo en un lugar desconocido, y a lo lejos, un murmullo era su sutil forma de adivinar el futuro pero no lo sabía..., que todo era un anuncio del cielo lluvioso.

 

"Es momento pero el tiempo ya no existe"

No era la voz de Gerard, ni la de la abuela, mucho menos la de sus seres queridos muertos.

 

"Perdí la oportunidad de llorar junto a ti. "

Una silueta que daba miedo, tan triste y preocupada. Lloraba mucho, mucho que lloraba, recuerdos perdidos que luchaban por volver.

 

"Cansado, quiero soñar de nuevo a mi madre. "

En inconciencia semi dulce, glorioso el estado en el que el dolor de su pecho ya no le hacía tiritar.

 

Pero el miedo estaba presente, muy desconocido y turbio el camino adelante, sintió un peso demasiado tormentoso, un dolor ajeno que le intrigaba a morir.

 

Ahogado, el aire faltaba y el viento era mucho...

 

– Eres tan bueno...– Y en una ráfaga todo lo malo y desconocido salía huyendo.

 

Un ángel sin alas que no resplandecía con un aura celestial, a su lado, sin saberlo, el bien y el mal unido, todo se alejaba, y unos brazos le reconfortaban en aquella somnolencia y el peso en su espalda desaparecía y después, el verdadero descanso inundo su ser...

 

Alguien velaba sus sueños...

 

.*.

 

Gerard se inclinó un poco más, ver a Mikey dormir era un gran alivio, miró al reloj de madera que apuntaba con sus manecillas de hierro, cinco treinta y tres de la madrugada.

 

¿Dormir? Mejor mirar a Mikey hacerlo, con aquella pesadez en sus parpados tan envidiable. El pequeño que siempre trataba de esperarle. Cada regresar con el mismo final, el pequeño con la ilusión de estar despierto a su llegada, el café frío que siempre estaba entre sus idílicas manos.

 

Las libretas de ambos a los lados... los deberes terminados.

 

– "No deberías de hacer esto Mikey"– Sus ojitos más rojitos que verdes filtraban amor por sus orbes. – Eres tan bueno...

 

Ayudó al menor a recostarse en el sofá de los resortes salidos, viejito y confortable.

 

Subió, después, por una manta y dos almohadas, retiró sus prendas frías, mejor un pijama calientito, descalzo, a prisa, hacia su hermanito querido.

 

Y su cabecita castaña se elevó gracias a una almohada, un hueco en el silloncito viejo fue llenado con la otra, ahora todo parecía estar a nivel, tapó a Mikey, debía de estar fuerte y alegre, bien descansado y por supuesto cómodo.

 

– Te admiro tanto Mikey...

 

¿Dormir? Mejor mirar a Mikey hacerlo, hasta que el sueño le venciera era lo mejor.

 

.*.

 

Hacia tanto tiempo que habían estado en aquel lugar, acto demente e inmaduro. Las sabanas siempre fueron demasiado infantiles para pertenecer a un ser tan sugestivo. Cobertores de lana, demasiados cálidos para un ser que no sentía frío.

 

¿Y qué es soñar un poco?

¿Qué si se divaga en el aire?

 

Frank se acurrucó en su cama de niño. La recamara más olvidada y solitaria, sin recuerdos de seres queridos, nada, en pizcas muy limitadas su pasado humano. Su nariz bonita chocó con el almohadón, sus parpados cerrados se presionaron intentando mantenerse un poco más en una posición de descanso.  

 

– "Corazón de piedra..."– Talló Frank el costado de sus manos sobres sus parpados de sangre. — La sangre nos está secando.

 

.*.

 

Cuando Mikey estuvo “de regreso en su mundo” se encontró con que su hermano mayor recarcaga su cabeza en él. Los puños de Gee cerrados con fuerza pero se le miraba, a pesar de eso, descansar plácidamente.

 

 

– Mikey... – Llamó la abuela, ver a sus dos nietos, como en tiempos de antaño resultaba algo complicado. La mujer mayor se sintió tan bien, observarles tranquilitos y bonitos le llevaba a esos tiempos pasados que nunca volverían.

 

Su voz rozó la inconciencia de Gerard, comenzó a agitarse, Mikey se paró muy rápido, un ataque de tos que comenzaba. La abuela corrió a auxiliarlo, golpecitos en la espalda de su nieto que no mejoraban nada. Gee despertó agitado.

 

– ¿Estás bien, qué ocurre?– Cuestionó asustado... el castaño trataba de sonreír, tranquilizarse el mismo antes que nadie. – ¡¿Has tomado el jarabe?!

 

Negó el castaño, la abuela frunció el ceño, Gee corrió hasta la habitación de ambos, ahí donde las botellas se apilaban cada vez más. Le hicieron beber, tranquilizarse poco a poco, la abuela le abrazaba y quería protegerle.

 

– Será mejor que desayunen antes de ir al colegio – Se soltó del castaño y apachurró la mejilla de su nieto mayor – Gee, Mikey encontró dinero ayer, ¿Puedes creerlo? Suerte que tiene ¿No? Hay para desayunar chocolate y panque...

 

Sin oscuridad ese día, Gee sintió que el alma se le encogía, sólo una ráfaga de recuerdo... su abuela ya le había perdonado por ser tan grosero, pensó y los tres, llegaron hasta la mesa del comedor en donde esperaba el desayuno para todos.

 

– Mikey tiene suerte porque es muy bueno – Dijo Gee, un tanto más tranquilo, no menos cansado se acercó a la mujer mayor – ¿Puedo llevarle un trozo de panque a un amigo?

 

Mikey un tanto más tímido, con la punta de sus dedos blancos tomó el trozo de nuez que se escondía entre las capas de masa horneada y chocolate roseado. Se la llevó a la boca, la masticó más veces de lo necesario. Él no era para nada bueno. Un simple cómplice tal vez, pero no un chico bueno...

 

– Mikey ¿Quieres que vayamos en bicicleta?– Los ojitos temblorosos de Mikey hacía la abuela, una súplica para su aprobación, ella pensaba que « aquello era tan peligroso para ambos, las carrozas comenzaba a circular por las calles estrechas cada vez con menos respeto». No muy confiada, ser viró y los ojitos verdes de Gee le hicieron recaer en un mundo infantil. Ella también sonrió y asintió.

 

Entonces el castaño afirmó con un movimiento de cabeza.

 

Gee y Mikey tomaban el baño juntos. El agua no subía a la segunda planta, ya no, la tubería demasiado picada y vieja, con cubetas y bandejas Gee se apresuraba esa mañana y Mikey también lo hacía.

 

– No quiero volver a hacerlo – Dijo el castaño y Gee que ya se secaba con la toalla que tenía el perrito blanco, ni siquiera miró a su hermano, no entendía, pero fuese lo que fuese, no le gustaría que lo digiera frente a frente.

 

– ¿A qué te refieres?

 

– Que digas que soy bueno, tener que fingir para dar a la abuela el dinero que tú ganas. ¿Por qué no le dices en que trabajas? ¿Por qué no me lo dices a mí?– Entonces Gee se dijo; «Que inteligente que soy, de estar mirándole directo a los ojos, simplemente, no podría mentirle»

 

– Mikey, soy «Una escoria del mundo, que envicia a quien se le ponga en frente... una trampa y luego nadie quiere dejar de verme…» cargador. ¿Qué no se notan mis músculos atléticos?– Hizo una pose extraña, como los hombres a mármol, de los libros de historia. Mikey no pudo evitar sonreír. Gee no tenía brazos de cargador. – Me ofendes Mikey... creí que había notado cual fuerte me he vuelto...

 

– Se nota más bien que no has crecido Gee – Arrebató la toalla a Gee, por que le gustaba más el perrito en ese toalla, que el gato en la tela amarilla. – Me estás mintiendo.

 

– Mikey...– Llamó el hermano mayor, voz suave y cariñosa, demasiado pasiva – Para mí eres la persona más buena del mundo... bueno, estás a la par con la abuela. No me digas que no diga lo que siento.

 

.*.

 

Antes diferente entre los normales.

Hoy extraño entre lo desconocido.

Sus ojitos rojitos y no por falta de descanso sino por enojo, cuanto enojo el suyo. Se dijo:

« Que la vida era una tontería si de día permanecía sólo y de noche aislado»

 

Si ser tan eterno no hubiese sido tan fantástico al ser mortal.

Si su provisional vida no hubiese sido extendida para siempre.

 

Este es mi recuerdo:

« Aquella noche muchas personas me esperaban, muchas personas pensaban en mí, era niño hermoso, necio y presuntuoso, tanto deseo ser tan sólo ese niño decente y quieto. Ojala en aquel momento hubiese sido un poco más desconfiado»

 

Miró por la abertura entre las maderas que cubrían la ventana, aquella hecha de forma premeditada, apenas un rayo de luz lograba colarse a su habitación ¿Cómo sería mirar sin miedo hacia el cielo? Caminar entre la gente a pleno rayo solar y empujar a quién no le permitiese andar rápido… sin el temor de no pasar desapercibido.

 

Deseaba pelear con otros hasta sentir miedo de perder la conciencia y después… recibir el regaño de su padre escuchar decir aquella promesa “Que la juventud no duraría eternamente, que tendría que forjar un carácter respetable, para cuando fuese un hombre mayor, un respetable hombre mayor.

 

Acercó su mano al rayo de luz y el ardor inicial se vio opacado por el resplandor escarlata que inundaba la habitación, retiró su mano de inmediato.

 

Matt cerró los ojos por tiempo indefinido, su secreto muy escondido, muy de vez en cuando, sus recuerdos se volvía realidad, muy de vez en cuando, se desvanecía del mundo existente y palpable, y recordó, que a veces soñaba y se sentía descansar... muy de vez en cuando ese vampiro valioso podía dormir.

 

.*.

 

– ¡Hasta la noche abuela!– Gritó Gee, con sus pulmones fuertes y sanos. Mikey hubiese hecho lo mismo, pero su garganta raspada lo lamentaría todo el día. Mejor despedirse con una sonrisa y un ademán.

 

– Vayan con cuidado – Se despidió de sus nietos, ella más tarde saldría hacia la casa de la familia rica, a la familia a la que le cocinaba cosas más deliciosas que a la propia, con quien pasaba más tiempo, a los que les había dedicado toda la vida.

 

– ¡Sujétate Mikey, que es muy tarde!– El hermanito miedoso se aferró a los hombros de su hermano mayor, de pie en los diablillos de la bicicleta, ocasiones: la bufanda de Gee le impedía ver demasiado.

 

Al llegar más de uno les miraba, Gee resultaba ser para los infantiles amigos de Mikey un ejemplo de rebeldía. El chico malo del colegio que pocos conocían, contradictorio y exasperante, cariñoso con su hermano, demasiado cohibido para entablar verdaderas amistades.

 

– ¿Te espero a la salida?– Cuestionó contento Mikey, primero el bajaba, Gee encargaría la bicicleta en la tienda del señor más amigable del pueblo. – ¿Vas a ir a trabajar...?

 

– Si Mikey, tengo que ir, y espérame si sales primero que yo.– Le sonrió a su hermano, sin saber exactamente por qué, se abrazó al pequeño. Después le vio alejarse, Mikey miró hacia el suelo... quería ayudarlo pero no sabía cómo, su cabello cayó sobre sus ojos, y sus anteojos de antaño resbalaron, naricita linda que se sonroja por el frío.

 

En clases distintas, ambos entregando tareas, en el colegio, uno más simpático que otro. Mikey, sonrisas y bromas lindas, era tan hermoso portar tanta inocencia, magnifico y tentador. Gee en un rinconcito, jugando con fantasmas nocturnos, entre lluvia y frío, sus sonrisas eran más esporádicas, y los profesores viejos ya ni se inquietaban de esa rara actitud, dejándole rozar su cabeza con el escritorio, no mucho que faltaba para no volverle a ver ahí. Deseaban la mayoría que fuese expulsado.

 

Y es sueño fue venciendo a Gee.

 

Ahí, en el fondo del cielo alguien para él, almas a su alrededor, dolores crucificados, el amor lo destruía todo, su amor lo destruía todo... incluso a él. Y la canción de una muerte segura, la de la historia que se repite, todos mueren, en sueño fundido con momentos resucitados, esos que nunca mueren, que saca el aire de tus sueños, cuando se tiene la necesidad de un abrazo... y lo que se termina obteniendo es un cuerpo para abrazar...

 

Aún dormido, sus memorias servían, la necesidad de ser demasiado bueno, fuerte y paciente. Por algo él había resultado ser el mayor, protector de un tesoro indescriptible. "Un niño que juega a ser hombre…"

 

Necesitaba dejar de soñar...

Desintegrar el miedo de perder a alguien.

Para que nada hiciera daño, el luchar mucho de noche.

¿Pero y si las medicinas no era suficientes? ¿Cómo ayudarle entonces?

 

Y si Mikey en algún momento mor...

 

– ¡¡¡NO!!!– Del letargo despertando, y sus ojitos llorosos... sus compañeros de clase le miraron cansados, no era la primera vez que interrumpía la case de esa manera. Y el profesor exasperado, ese remedio de estudiante era una pérdida de tiempo.

 

.*.

 

En el marco de la puerta principal del colegio, todos sonrientes, en bola y presurosos de llegar a casa, Mikey tenía que esperar a Gee, que siempre salía media hora después que el castaño. Mikey rara vez se encontraba acompañado, tal vez hoy un día diferente, una compañera, demasiado infantil, no había dejado de incomodarle toda la mañana.

 

– Tu hermano te está esperando – Le dijo una chica, rozando sus labios a su mejilla, incomodo, muy incómodo que le resultaba tanto acercamiento. – Hasta mañana Michael

 

– Adiós – Se despidió y echó a correr, hasta donde Gee estaba, recargado en la pared junto a la bicicleta. – ¡Gee, te dejaron salir antes! — Gritó el pequeño que corría no muy rápido, el pelinegro levanto la vista; Ahí su razón de vida.

 

Lo más maravilloso que su madre pudo haber dejado en este mundo.

 

– Mikey, no corras, te agitaras demasiado...– Y Mikey paró de golpe.

 

"Un final tan esperado, predicho y conocido..."

 

Platicaron de su buen día escolar, el mayor mintiendo, no contó que peleó con el profesor, ni que le suspendieron lo que restaba de semana por ignorar al director.

 

Llegaron a casa, una brisa hermosa, el aroma de la abuela aún se podía percibir. Gee corrió a la recamara para acomodar sus útiles y los de Mikey y después, regresó junto a su hermano.

 

Mikey comenzaba a pellizcar el trozo de panque restante

 

– ¿Quieres ir a comprar algunas cosas para comer, Mikey?– El pequeño asintió, hoy día de la semana en que las verduras no estaban demasiado subidas de precio – Abrígate bien, hace mucho frío. El uniforme del colegio fue cubierto por el gabán café claro, mientras Gee le retiraba las migajas de su mejilla derecha.

 

El sol tímido entre las nubes lóbregas, Gee tomó dos paraguas por seguridad y se marcharon del hogar bendito. De su hogar quedaban algo lejos los negocios y las tiendas. “Un día bonito” pensó el castaño, entre casas de buen ver, entre todos, esos niños eran sólo el recuerdo de una buena familia.

 

Legumbres de buen precio, en cantidades y tamaño, apenas si Gee podía con las bolsas...

... y Mikey entendió... si antes lo intuía, hoy estaba seguro, Gee no era cargador.

 

– ¿Mikey, alcanza para comprar un poco de carne?– Gee se detuvo y coloco las bolsas que cargaba en el suelo, su hermanito sacó las monedas del bolso de su pantalón negro. Contó, hizo una mueca mental, sus mejillas se sonrojaron –

 

– No... Tal vez para un poco de pollo.

 

– ¡Perfecto!– Retomó entre sus manos las bolsas – Haremos un caldo delicioso y después a hacer los deberes ¡¿Entiendes?!

 

– ¿No iras a trabajar Gee?– Suspiró de forma pesada y aburrida, de pronto Gerard un tanto pensativo

 

– Mikey, ya hablamos de eso.

.*.

 

El aroma de las flores fue desapareciendo, adiós al aura de paz, sus recuerdos retomados comenzaron a esfumarse, la respiración que nítidamente había desaparecido, volvía a hacer que su cuerpo se agitase... sutilmente.

 

Una nueva noche, se dijo, a pasear sin ganas, alimentarse un poco, lo necesitaba demasiado, últimamente se descuidaba mucho, demasiado para el gusto propio ¿El motivo...?

 

Su corazón de "piedra" lo sabía pero no lo aceptaba.

 

El ruido en el pasillo era nulo, fiel prueba de que era el primero en despertar. Tal cual dormido, con movimientos involuntariamente agradables se separó de la cama y las sabanas de algodón esponjoso y suave.

 

Su recamara era la más mimosa, aun con su carácter frío y duro, todos la reconocieron en cuanto la vieron, su recamara suntuosa y perfecta, se dirigió al baño, en verdad que no lo necesitaba pero lo deseaba, porque su cabello mojado le traía un hermoso sentimiento, un recuerdo tal vez.

 

El agua llenó la tina blanca, y las burbujas arco iris se extendieron, un chapuzón del cuerpo perfecto, y el suelo en azulejos caros fue mojado y resbalando lentamente... agua y jabón escapando de la bañera, se hundió lo suficiente, mucho tiempo, y el agua por su nariz raspaba, no era necesario apresurarse, ni preocuparse ni enojarse...

 

Frank no veía entre el agua porque sus ojitos avellana permanecían cerrados.

 

.*.

 

La abuela había llegado mucho tiempo antes de lo predicho, fue grata la cena, los tres hablando de todo y nada a la vez, Gerard un tanto tenso, la abuela se enfadaría demasiado si le veía salir, pensaría que se iría a vagar, cosas nada productivas para él.

 

La mujer mayor aún más perturbada, se sintió tan poca cosa, tan inútil, ya la edad se le venía encima, Gee que se le revelaba de vez en cuando, Mikey que sólo por ratos mejoraba, y lo peor aún..., aquella familia que vendió su vida resultaba ser sólo una masa de gente sin piedad y amor al tiempo. ¿Ahora cómo conseguiría dinero?

 

– Abuela ¿Crees que podría dormir hoy contigo?– Tanto Helen como Gee se sorprendieron, Mikey hacía tiempo que no tenía peticiones tan cándidas. Y Mikey sintió que era lo menos que podía hacer... por la mujer que parecía tan falta de un cariño y por el hermano que necesitaba huir de noche.

 

 

– Por supuesto Mikey, sabes que no necesitas pedírmelo. – Le sonrió tan amablemente que dolía, a Mikey le dolía que todos tuviesen secretos para no preocuparse entre ellos mismos. Y él que resultaba ser una simple carga para ambos...

 

... Pobre de su hermano, luchando en el frío mientras el disfrutaba de los mimos de su abuela.

... Pobre de su abuela, luchando de día, mientras él era el semi-portador de la mitad de los secretos de Gerard. Gerard y la abuela, mintiendo un poco más, porque en el hogar había dos grandes motivos para luchar...

 

.*.

 

Partículas repletas de aroma, fragancia que opacaba el olor a sangre. Último retoque a su cabello castaño oscuro, era tan esplendido mirarse al espejo y pensar que todo era una horrible pesadilla.

 

Colocó la botella, de cristal cortado, en el tocador, juntó a sus otras pertenencias. Apenas si se dirigía hacia la puerta de madera fina, cuando un jovencito descuidado entraba sin permiso y peor aún, sin avisar, a la habitación del más intranquilo de ellos.

 

–  Ray está en la sala – Matt cerró la puerta y se recargó en ella – ¿Piensas salir otra vez?

 

– ¿Por qué lo preguntas?– Visible cuestión, no todos los días Frank se perfumaba tan ansiosamente, mentira, siempre lo hacía pero hoy, parecía un día especial –

 

– "Porque te brillas los ojos como ayer..." Ah... nada más para avisarte que no te puedo cubrir hoy  – Pareció recapacitar sus palabras – No, si te marchas solo pero... si me llevas contigo.

 

– No, no te voy a llevar conmigo. – Sentenció de forma brusca

 

– ¿Por qué no?– Chilló mientras hacia un gesto infantil y se aferraba a Frank – ¿Qué escondes Anthony?

 

– ¡Ah...no me llames así!– Gritó aún más fuerte que Matt.

 

– Pero así te llamas ¡ANTHONY!, ¡ANTHONY!, ¡ANTHONY!, ¡ANTHONY!, ¡ANTHONY!, ¡ANTHONY!

 

– ¡MALDICION MATT, CALLETE Y DEJA DE MOLESTAR A FRANK!– La voz de Bob, desde su habitación, les calló de pronto.

 

– ¿Y TÚ QUE TE METES BOBY?– Contestó Matt sin pena, golpeando la pared sin pena y Frank se sintió fuera de lugar, en todo aquel escándalo.

 

– ¡ME METO POR QUE ES DESESPERANTE DESPERTAR DEBIDO A TUS GRITOS, MALDITO ENFERMO MENTAL! — Bob resopló en su habitación, cubriendo su cabeza de nuevo con la manta.

 

– ¿Enfermo mental?– Apretó los puños y salió de la habitación, dejó a Frank con una mirada asesina. El maldito Matt se había encargado de llamar la atención de los otros dos sujetos...– Ahora veras a este “maldito enfermo mental” ¡Robert habré esa estupida puerta!

 

Los golpes en la puerta no se hicieron esperar, "Toc" "Toc" irrelevante.

 

– ¡Cállate Matt, y vete!

 

– ¿Qué está pasando aquí? – Cuestionó Ray mientras subía las escaleras, para ese entonces Frank ya estaba asomado en el pasillo, con los brazos cruzados y su mueca de desaprobación tan característica.

 

.*.

 

No se escuchaba nada, pero él jugaba a imaginar que la respiración de la abuela era esa tranquila brisa de ternura, que estaban juntitos, su hermanito y su abuela, el menor siendo abrazado por ella, en pijama los dos, con los ojitos cerrados.

 

– Buenas noches – Dijo sin esperar respuesta. Se apresuró a bajar las escaleras, aún era temprano pero quería llegar antes de su hora de trabajo.

 

Las calles ahora apedreadas, el sonar de sus zapatos era genial, sentir sus pasos y escuchar el agitado movimiento, centavos en la bolsa de su pantalón.

 

Cuando llegó, el local ya se encontraba abierto, saludó a las chicas de siempre y sonrió a la más alegre de todas. También a la mujer mayor que hoy estaba especialmente molesta, caminó a la bodeguita, ahí escondía su uniforme bonito, su ropa sugestiva, la fuete de sus decesos. El pantalón negro y hoy una camisa blanca, mangas un poco holgadas que tapaban recelosamente sus muñecas blancas.

 

Y así pasaron los primeros minutos, y el jefe le miraba expectante, y las muchachas también lo hacían, cada que alguien entraba al local.

 

Parecía una noche tranquila, una perfecta noche.

 

– Gerard, no me habrás mentido ¿Verdad?– El hombre se colocó detrás del chico, y este sintió que el miedo le congelaba todo el cuerpo, por primera vez agradecimiento dejó de ser lo último que sintió por ese hombre, que metía un paquete conocido entre las mangas de su camisa.– Dijiste que vendría hoy. El chico rico.

 

– No mentí, lo juro.

 

– Mejor que sea así – Revolvió los cabellos azabache del oji-verde – Mejor que no me hallas mentido.

 

Apenas si comenzaba a alejarse el jefe, cuando una chica se acercó a Gee.

 

– Gee te buscan – Y el dueño se viró para ver al cliente de su " Querido niño". La chica aun le señalaba, entre toda la gente, tenía que ser él quien fuese a buscarle.

 

.*.

 

Como cualquiera, sin siquiera pensar por un segundo en lo malo.

 

Cuando todos existimos

 

Ray explicaba el plan, el plan estaba por dar inicio, tácticas de siempre, engaño, seducción, sonrisas y ¡bah! Otra historia sin vida.

 

– ¿Frank, me estás poniendo atención?– Cuestionó el de rizos. – ¿Frank?

 

– Esta tontito por que no ha salido desde hace días, Ray, Fran no ha consumido nada en meses...– Tanto el de rizos como el oji-azul abrieron la boca impresionados.

 

– ¿Es verdad eso Frank?– Pero el oji-avellana no respondió.

 

– Lo vez...– Matt se puso de pie, y golpeo la cabeza de Frank, entonces dejó sus pensamiento a un lado miró de forma asesina a Matt – Ray creo que hoy podríamos tomarnos el día ¿No? Tengo ganas de salir y ver esta zona, tenía mucho que no veníamos por aquí.

 

La opinión de más persuasivo siempre resultaba conveniente.

 

– Ah tienes razón Matt – Extraño, muy extraño que Ray fuese tan fácil de convencer – Mejor irnos todos.

 

– Yo opino que podríamos irnos cada cual por nuestro lado. Al fin y al cabo no es una misión.

 

– Ni locos Frank – Ray comenzó a ponerse de pie y sacudió su camisa negra. – Te metes en cada sitio y luego nos morimos por encontrarte.

 

Ni fue broma ni chusco planeado, pero todos rieron, incluso el malhumorado Bob... "Morirse por encontrarle..."

 

– Sí, sí... Ray tiene razón..., yo no conozco mucho por aquí, ¿Que te párese si nos llevas a un lugar interesante Frank...?

 

El aludido rodó los ojos e hizo una mueca de disgusto... ¿Cómo ver a Gee?

 

.*.

 

"Él no era uno de los clientes… Aquel hombre podía tenerlo sin pagar"

 

Era la habitación de una chica. Ni siquiera el dueño del lugar sabía exactamente lo que ahí sucedía, el hecho de ganar dinero y de que su negocio perdurara le hacía sentirse mejor, Gee para ese tipo de negocios era bueno y lo disimulaba muy bien, tenía la pinta del niño "tontito e inocente" demasiado bueno para siquiera encasillarlo en algo. Gee no distinguía, todo aquel que quisiese ser su cliente lo podía ser, claro, mientras los billetes y las monedas se apilaran en grandes cantidades.

 

¿Qué si era peligroso hacerlo? Por supuesto, incluso más que la prostitución de las chicas que trabajaban en su local, pero el jefe se arriesgaba, por dos simples razones: La primera y la más importante, una vez que te metías, no podías pensar siquiera en dejarlo... y dos, era el negocio de moda, con enormes ganancias y sin esfuerzos, por lo menos para él.

 

– Niño, hacerlo por tu cuenta te sería mejor – Suspiró mientras veía directamente a los ojos del niño que jugaba a ser hombre – Ganarías más dinero.

 

Las manos de Gee se deslizaron por sus ajustados pantalones estaba nervioso, el hombre le brindaba más de lo que él pedía, porque se había encariñado de su mirada inocente. Gee y sus ojitos abiertos, entre negocios, lo mejor es no perder la cordura, no desesperarse, no gritar de miedo.

 

Porque era un chico valiente, porque Mikey y la abuela lo valían.

 

.*.

 

"Porque quiero recordar tiempo lindos"

 

Tan cursi y tierno, tanto que dos de ellos no dudaron en aceptar la idea perfecta para pasar la noche, Bob por otra parte, un poco más conservador, buscaba alguna forma de negarse a acompañarlos a aquel horrible lugar, no gustaba de convivir con  mortales, no gustaba de ser visto por ellos.

 

El viento jugueteaba con sus cabellos rebeldes, Se dijo: "Estoy arriesgándome mucho por él"

 

Y se regañó internamente, tendría que ser cuidadoso y muy, pero muy disimulado. Para que ellos no conocieran a Gee. Para que Gee no se sintiese ignorado.

 

"¿Y cuando había dejado de pensar sólo en él.?"

"Hacía ya casi ocho años..."

 

– Ya llegamos – Sentenció y comenzó a adentrarse, en el local más de uno le reconoció, y entonces lo notaron, que aquellos sujetos sugestivos de la vez pasada era amigos del amigo de Gee.

 

Mucho dinero para ganar esa noche.

 

.*.

 

De manos a manos, dinero proporcionado, fue contado dos veces, todo perfecto, Gee sonrió de forma tímida, él sujeto más alto guiño su ojo derecho.

 

– Vendré la semana que viene Gerard –  Sentenció el mayor, mientras se ponía su gabán negro.

 

  

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El capitulo dedicado enormemente a:

Dereck G de Sehamforash 

Suu Ichise 

CairalisseAyase 

 

 

Disculpen la demora, pero para nada que pienso dejar abandonado el fic. Gracias por seguir leyendo.

 

 


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