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Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 13: Esencia sacrificio

 

··· Parte Uno ···

Aroma único

 

II

En aquel entorno medioevo, se llevó a cabo una de las peores discusiones con su hermano mayor, porque siempre sonreía a pesar de todo. El menor de los hermanos salió furioso de casa, caminó sin rumbo, desapercibido pasó todo hasta que entre el matorral de arbustos, una silueta conocida aparecía a corta distancia. «Su padre» sonrió al encontrarle, incluso el mal humor ocasionado por su hermano había desaparecido le siguió como un sigiloso felino, por segunda vez, el humor de ensueño abandonó al pequeño. El padre caminando hacia el negocio clandestino muy bien remunerado, adiós a aquella imagen maravillosa de su hombre, padre.

 

En el tiempo, el pequeño flotaba y sus esperanzas puestas en el padre cayeron al lado de la lujuria del mayor.

 

– Eres un miserable. – Escuchó que una voz detrás de él, resonaba y resbalaba por su espina dorsal. Se viraron el padre y el hermano menor que iba detrás de él a escondidas. A pasos más alejados, un hombre imponente, mirada demoníaca, voz grave y temblorosa. – Has deshonrado y ultrajado a mi hermana. Mereces la muerte.

 

El padre se contrajo asustado al mirar a su pequeño hijo.

 

– Cuan ajeno a sus problemas hombre prosaico y vulgar, miserable yo nunca sería capaz, tengo dos hijos y una adorable mujer a mi lado, nunca en brazos de otra fémina, está equivocado, a un lado, por favor que se haga le pido, de hombres no es atacar por la espalda, discutir entre presentes ajenos, mucho menos respeto. ¿Y sus modales perdidos? Ese jovencito frente a usted es mi hijo, nuestro respeto se merece por que desconoce lo que me desconcierta y a usted le aflige.

 

– Ni mentiras ni engaños, has mancillado a mi padre y a mí mismo, muerte mereces – Sus pasos se volvieron peligrosos, el chiquillo corrió, detrás de su padre se sentía más tranquilo – Tú que corres y te escondes, escucha bien, ese que roba de tus labios la palabra padre, es un desgraciado.

 

... hasta que durase la noche.

 

Hombre de muy buen ver, luchando por la decencia familiar.

El primer movimiento, y la espada mal lanzada, era de noche y las lechuzas aleteaban. Sangre: un grito, un niño enfurecido con el hombre de la espada, en la pelea su arma era la única. Él desconocido enterró el metal a su padre, hijo menor que trató de intervenir también fue muerto.

 

Y a la mañana siguiente todos lo supieron, un error nocturno, un chiquillo de quince años y el gran hombre, autor intelectual: "espíritu de venganza".

 

El tiempo es polvo...

... y vuela tanto

 

« ¿Sabes? En el bosque había un camino que llegaba a aquella casita mía

Un burdel cercano al pueblo, ahí, mi madre y yo, sobrevivíamos después de la muerte de mi padre y mi hermano. Un hombre había hecho un ofrecimiento gratificante a mi madre. En aquel entonces, ambos estábamos tan solos y temerosos que cuando aquel amigo de mi padre nos ofreció protección y amor a cambio de nuestros bienes, mi madre, en voz de los dos, no dudó ni un segundo en entregárselo todo…»

 

Pero todo fue una mentira.

Entregó a la madre una eterna agonía, la madre que había perdido la descendía y el hijo mayor que desapareció en aquella mala vida.

No hubo alguien que no les señalara, pero…

…aquella pesadilla apenas comenzaba.

 

.*.

 

"Por qué me dejaste marchar..."

 

Le miró de lejos, Gerard permanecía cabizbajo, con las lágrimas cayendo, sollozó muy fuerte, las luces completas y apagas, trató de acercarse sólo un poco, mientras más cerca más lejos. Su corazoncito se oprimía, y no pensó más en cierto pasado, lo sentía todo, como un loco recuerdo. Esto era más que un rencuentro, choque de luces y momentos, por fin podía verle otra vez, y a pesar de ser muy diferente, le distinguía.

 

.*.

 

«De la sangre que nos unía no queda nada »

 

– Mikey, despierta... – La abuela acurrucaba en su pecho a su hermoso niñito castaño. Estaban solos, lo notó cuando había ido, a la recamara de sus nietos, a recoger la medicina.

 

Gee lo había hecho otra vez.

¿Cuántas veces más?

¿Por qué motivo?

¿En qué había errado?

.*.

 

Frank esperaba impaciente, muchas de las chicas se les acercaban, en ningún momento las oportunidades aparentes para preguntar por Gee.

 

Y el tiempo paso, los hombre más ebrios, y ni rastro del que buscaba.

 

– Estoy aburrido – Fue Bob quien quejándose, hacía lo posible por mantener sus ojitos abiertos, había mucho humo. – ¿Frank por qué te gusta venir aquí?

 

– Porque quiere recordar tiempo lindos – Se burló por enésima vez Mathew – Además mira que a Ray también le gusta esto.  Ray permaneció ajeno a las burlas y gruñidos, para él nada de esto sería tan nuevo. Eran memorias que había aún gravadas.

 

– "Tengo tantas ganas de llorar..."

 

III

 

Una ráfaga de viento que cambio su todo. Sólo de noche los buenos recuerdos le quedaban, cuando no podía ser consienten de ellos. Pero despierto: únicamente momentos de dolor, momentos en los que el hermanito menor y el padre ya no estaban.

 

« Me removí en aquella memoria, cuando quería que todo acabara, cuando el tiempo andaba mucho más lento que ahora.»

 

A morir sus sollozos, muchos.

Y la luz le hacía más infeliz que ahora.

A la luz sus lágrimas secas y la sangre que no alimentaba.

 

– Niño, levántate, anda. – Sus rizos cedieron, rozaron su rostro apagado y en sus manos los dolores, no quiso pensar en lo que vería, un choque de ruidos, su «tío» estaba a un lado. Gritaba y parloteaba, nuevo padre promiscuo. – Ayuda a limpiar porquerías, has algo, ya has dormido bastante.

 

Asintió, evitó sonreír para dar buenos días, no era necesario, nada era tan bueno. Muchas mujeres lloraban, le partía el alma todo aquello. Mala luz de día, si tan sólo el reflejo de la luna fuese tan eterno.

 

Cada día a su hora, y los movimientos más lentos. Entre gemidos y alaridos, hombres golpeando cual ganado lerdo, mujeres insulsas sin sueños ni glorias. Todas acepto una. La más buena de todas. Esposa, madre y puta.

 

Entre alfombras de piel y vestidos de holanes corrientes, una buena casita grande, entre las joyas del tiempo y los momentos insanos. Sus deberes fueron demasiados y muy duros, el «tío» lo veía todo con ojos críticos, con sus pequeñas orbes disidentes, mirando al cielo y al infierno en un parpadeo.

 

– He terminado – Sentenció con una pequeña inclinación. Entonces aquel hombre desdichado, que mostró su sonrisa tan tierna y cálida.

 

– Eres bueno, mi Manuel – Entre las manos cuarteadas, los ajenos ricitos de gloria, se sintió incomodo, instinto más que repulsión, hombros encogidos y ojos entre cerrados.

 

– ¿Puedo ir a verle?– Cuestionó temeroso – A mi madre…

 

– Puedes, pero... no te le acerques, te dejara mal olor. – Escuchó la súplica, pero no la aceptaba, ella jamás tendría mal olor. Las escaleras crujían, y sonaban sus pasos. Mujer estrecha y sumisa, varias más similares, pero no iguales, no para él.

 

– ¿Puedo entrar? – Pero nadie respondía,  nadie respiraba, temeroso entre abrió la puerta, y la soledad era lo último que habitaría, por ahora esa habitación.... dos pares de ojos mirando sus rizos en movimiento y sus ojitos omitieron partes de los cuerpos presentes. Sin petición ni orden cerró de nuevo la puerta, demasiado obvio y muy inocente. Ya el «tío» estaba detrás.

 

– Te lo dije, tendría mal olor – Dijo el hombre que le había seguido, intentó marcharse, por un día era suficiente, se dijo; "para una vida ya era mucha desilusión". Su esencia cristal opaca, para notarlo sólo una mirada bastaba. – ¿Qué fue lo que viste?

 

Preocupado el mayor, por los intereses.

 

– Nada, está dormida – Mentir, un Don negado a muchos. Y lo que más duele es que el ser idolatrado venere a otro. El «tío» plantó la primera bofetada de la mañana.

 

– No me vuelvas a mentir por ella. – Adentrándose sin pena, la figura del más joven detrás de él. Él dueño frunció el ceño. Ella gozaba de trabajar sin rendir cuentas. Un golpe al ebrio abusivo, y le hecho de la casa, acompañándole con gritos hasta la puerta, groserías y mofas.

 

– ¡Fue tu culpa!– Su madre grito, hecha una furia, los fluidos entre sus piernas no le intimidaron, pero bajó la mirada, porque de entre esas piernas había salido él, hacía ya mucho tiempo. Ella le golpeó, así, desnuda sin importar si alguien le miraba hacerlo.

 

– Tranquila mamá...–

 

– Todo es tu culpa...– Ella lloraba y mucho. No lo bastante fuerte como para que un ser divino le oyera.

 

– ¡MANUEL, SAL AHORA!– El que fingía ser tío había llegado otra vez, en el marco de la puerta, agitado y muy enojado. – ¡SAL O LA ECHO, LES ECHO...!

 

¿A dónde ir si él les echaba?

 

.*.

 

Gee se despidió del aquel sujeto en el marco de la puerta, que apuntaba a los cuartos, ahí su última mirada semanal. El mayor le hizo una broma, Gee no entendía una indirecta muestra de sentimientos, aun así río, el tonito usado había sido demás chistoso.

 

Sólo unos segundos para supervisar el local. Entre mesas y humo, muchos hombres llamando la atención de otros.

 

– Gerard, ha llegado y viene acompañado – El viejo hombre sonaba tan alegre, el romper su ilusión sería un pecado – ¿Qué te párese si lo intentas con todos?

 

– ¿Con todos?– "Él" estaba ahí, estudiando con ojos críticos el lugar decadente pero bien proporcionado – Yo...

 

– No te digo que ahora te les pongas en frente y se lo propongas... Puede ser, uno por uno y después... lo sugieres, o mejor aún, lo insinúas para que ellos lo deseen más, todos juntos al mismo tiempo.

 

– Pero... ¿Al mismo tiempo?– Una locura completa ¿Cómo con todos...? ¿Cómo con "él"?–

 

– Es una sugerencia, te ahorraría tiempo. – Una propuesta definida por las últimas palabras, una estrella que guía el camino, sintió aquel hombre que era para Gee, creciendo la ilusión del más viejo. Pero de cualquier manera, una ilusión, en ilusión quedaba por siempre. – ¿Qué dices?

 

– Tengo que dejar esto – Señaló el tabique rosado envuelto en papel barato.

 

– ¿Vas a hacerlo?

 

– Sólo a intentarlo "Mentira"– No cambió nada, con alas propias su apócrifas palabras, nunca juntos al mismo tiempo...

 

Gee con un paquete en manos, a ponerlo seguro entre sus prendas. Un olor dulce invadió el lugar. ¡Lo recordó. Para Frank un pequeño presente!

 

Acomodo lo mejor posible su uniforme, salió de la bodeguita y a paso decidido, con el rostro sonrojó y la mirada en alto, caminó tan feliz, que ni siquiera notó que Frank le prestaba mucha atención al chico de rizos.

 

.*.

 

Miró de reojo todo, demasiados aromas desagradables, tipos ebrios y... muchachas ofreciéndose

 

– No voy a volver a poner un pie aquí – Sentenció y fingió tomar un poco del líquido barato que jugaba a ser fino Coñac – Apesta horrores... ¿Es que no lo notan ustedes?

 

"secretos para todos, no puedes culpar a nadie por no saber que te hace mal."

 

IV

La madre rogó para que no le abandonara, pero él era joven, tenía miedo... y el hombre mayor le jalaba de la ropa, le arrojó fuera de la habitación, y los gritos comenzaron a escucharse. Mientras el tiempo pasa la voz se iba perdiendo... pero siempre con la misma sonata de culpa.

 

"MALDITA LA HORA EN QUE NACISTE"

"SI TAN SÓLO ESTUBIESES YA MUERTO... "

"MEJOR PERDER A UN HIJO QUE A UN ESPOSO"

"TE ODIO, POR SIEMPRE... Y PARA SIEMPRE MI ODIO A TI MANUEL…"

 

Los golpes en la recamara. Y las palabras de su madre. La que había llorado mucho, después de aquella noche en que las lechuzas lloraban, la que ya no le cobijaba de noche, ni le despertaba con besos de día, la que ya no besaba al hombre muerto hacía dos años, ni alimentaba al hijo perdido.

 

Un día como tantos, ella jamás contrato a un nuevo cliente por su cuenta. Ray todas las noches ambientando el lugar. Ray y su toque celestial. Un lugar vulgar con música de Ángeles... traía, con su piano un paraíso para borrar los pecados expandidos y contagiados por todas esas mujeres.

.*.

 

"Secretos para todos, no puedes culpar a nadie por no saber que te hace mal."

 

– ¿Mal olor Bob?– Ray le dirigió una última sentencia, silencio aceptado por el rubio. – Esto que hueles es sacrificio, llanto y trabajo mezclado. ¿Alguna vez has llegado a dejar una esencia tan dolorosa? No... Nunca, ni siquiera esa noche que llorabas por tu padre.

 

Incluso Frank quedo paralizado. Eso había sido demasiado cruel.

 

– ¡Creí que no vendrías!– El jovencito de ojos verdes rompió aquel doloroso ambiente, muchachito que se alegra, no veía que no era momento. Bob y Matt fueron los más atentos al jovencito frente a ellos. Ray le miró de frente. Y tembló tanto, tanto.

 

La ternura y el amor

Como su pequeño hermanito.

 

Y el aroma a sacrificio

Como su perdida madre.

 

– "No puede ser cierto..."– Incomodo y un tanto tonto, el de rizos se había puesto de pie, muy rápido para parecer disimulado, la atención de varios comenzaba a posarse en ellos.–

 

Nada que entendía y la lejanía de "él" le parecía espantosa, su vista hacia el de los ojos avellanas, y el oxígeno no fue suficiente. Gee notó que Frank trataba de no mirarle.

 

– Lo siento, no debí interrumpir. – Si no era bien recibido. ¿Qué cosa debía de hacer? Virar su cuerpo y refunfuñar a solas. – Pido disculpas sinceras. Les he confundido.

 

– ¡No espera!– Ray aprisionó la mano de Gee, la que tenía el extraño y atrayente aroma.

 

– Ray déjale en paz. Nos estás asustando – Sentencio Matt, más serio, menos infantil –

 

– Matt, no me pidas eso – Ray habló pero no le miró, sus ojitos fijos en los verdes brillosos – Porque no lo voy a hacer.

 

– Tengo que irme, pido disculpas nuevamente – Sin ser ofensivo, Gee retiró el agarre.

 

– ¿Cómo te llamas?– Y esa fue su última suplica, con sus rizos bailando y sus mirada suplicante. La necesidad de entablar confianza con alguien tan familiar.

 

El jefe desde la barra sonreía, una montaña de inmensa felicidad a su lado. Gee era obediente, muy obediente... Uno adentro.

 

¡Mentira, eran dos!

 

 

··· Parte Dos ···

Te preocupas por mí

 

I

No principio:

Soy tan feliz... ¡no! era...

 

El hermanito pequeño, con un humor incontrolable, era tan cómico tenerle cerca, guiarle y jugar con él. Y sentirse tan grande, ni superior, ni más privilegiado. Un lazo de sangre, lo daría todo por la felicidad de los presentes en su vida. Un ruego al dios, que en esos momentos, mantenía una pinta de crueldad y recién adquirida forma de satirizar a todos.

 

¡Culpable!

¡Pecador!

¡Vulgar!

 

Entre gritos, muchas demasiadas, gente pobre con rostro sucio, niños llorando, mujeres mendigando. Pero que bien que se nadara en inocencia. Nada importaba, no en ese momento. Muchos de ellos morirían. Todos al fin, pero...

 

... era tan feliz e inquieto.

Una mano indecisa tiró de los holanes en su camisa.

 

– ¿Podemos marcharnos Manuel...?– Chilló el menor de todos. Él que, hasta ese momento, se había mantenido calladito observando la inmundicia en la miseria, asintió con la cabeza. Eso era mucho por hoy. –

 

– Nunca te has preguntado. ¿Porque ellos son tan infelices?– Cuestionó a su hermanito menor. Manuel era curioso, mucho para el gusto de algunos. – ¿Crees que hayan hecho algo tan malo como para que dios les castigue de aquella forma?

 

– No es pecado, simplemente, creo... no tienen la gracia de dios – Inconforme el mayor de los dos. Adelantó el paso – No como nosotros, su error fue ser ello y no nosotros.

 

– Mi padre te ha dicho que no actúes de aquella forma tan altanera.

 

– Y mi madre que no te mezcles con los de abajo – Se miraron fijamente. Ojos azules del menor, castaños y brillosos los del primogénito –

 

– Serás como aquellos hombres que tanto odia mi padre.

 

– No me importa. Eres tan blando que seguro rogaras en unos años por estar bajo mi sombra.

 

– Mal hombre.

 

– Mal hermano – Sentenció.

 

 Este fue aquel recuerdo del tiempo perdido entre pétalos de culpabilidad y sosiego, teñido con dudas y un poco de magia indiferente, mientras se tapizaba, una y otra y otra y otra vez, con las sonrisas no dadas.

 

Uno de ellos siguió un sendero equivocado, trató de ir a la nada y encontró a su padre y con el padre, la muerte segura, ya contada.

 

El otro, decidió pasar por el corredor que daba a su suntuoso hogar. Se acobijo a los brazos de la madre de mal carácter. Ella de ojos hermosos, decidió dar cobijo al más paciente de sus hijos.

 

.*.

 

La sangre por sus venas de hibrido, entre muerte y vida. Frank sintió que sus puños se cerraban y sus ojos cerrados le hicieron parecer bastante furioso.

 

– Gerard, se llama Gerard. – Los ojos avellana a un tono más escarlata, sin cuidado pasó entre el cuerpo de Bob y Matt. Se acercó al de rizos, y al del panque en la mano. – No me sigan.

 

Ray fue el primero en oponerse, cómo siquiera permitir que Frank saciara su furia y su hambre con aquel que tantos buenos recuerdos le traían, intento seguir al amigo que jaloneaba hacia la salida, al más vivo.

 

– ¡Suéltame Matt, va a hacerle algo!– Y los presentes en el lugar casi que tiemblan de miedo, por muchos conocidos en jovencito de las sonrisas bellas. Entre ellos, muchos de sus clientes, incluso el dueño del local sintió temor. –

 

– No hagas escándalo – Le susurró al oído. – ¿No lo notaste...? Se conocen.

 

.*.

 

Haló bruscamente de la manga larga. Gerard bastante asustado para reaccionar, sin quererlo, sin desearlo, mal movimiento, y triste resultado. El trozo de panque cayó al suelo, y el suelo mojado terminó de arruinarlo.

 

Ese panque era más que simplemente masa y buen sabor, arruinar los ingredientes secretos fue lo más doloroso, sacrificio de su hermanito, abstinencia de su abuela y mentiras a diestra y siniestra por parte de él.

 

Sintió que no tenía que ser tan sumiso.

 

– ¡¿Qué te pasa?!– Hizo fuerza, mantener la vista con el ceño fruncido era ya de por sí muy difícil, y ahora, que su mirada parecía más sádica, Frank pareció un tanto agitado. Era mucho esfuerzo controlarse y hablar mejor, parecer feliz. – No puedes sacarme sin que pida permiso.

 

– ¡Eres un imprudente, no debían de saber que te conocía! ¡Lo arruinaste todo!

 

– Nunca me dijiste que tus amigos vendrían, ni que tenía que fingir que no te conocía – Tomó aire, porque cuando las verdades salen, el aliento se pierde. – Además eres tú quien me ha buscado, tú les has traído, tú tienes tus mentiras y sólo tú te entiendes. No quiero formar parte de algo tan complicado, ni tener que soportarte con arranques de furia, eres extraño, demasiado para mi gusto.

 

– Hablas puras tonterías – Porque ni siquiera ponía atención a las palabras del menor, Frank sólo se sentía flotar de pronto, un mal momento y un excelente sentimiento, estar junto a Gerard era  confortable, aunque mantuviese un "bla-bla" tan molesto. Era tan perfecto ver sus labios rojos moverse en un sube y baja tan prolongado. – Gerard calla.

 

– Eres tan extraño –

 

– ¡¡¡Calla, te digo...!!!

 

– Cuando niño te creía un tanto menos complicado. – Fue su última sentencia – Ya no me agradas tanto.

 

– Cuando niño eras completamente admirable, con esas manos gastadas y tu corazón puro, hay muchas cosas que puedo decir ahora para hacerte sentir tan miserable que no querrás siquiera verte al espejo. – Frank se mostraba con un gesto pintado, tan siniestramente adornado, a miradas sensuales y gestos felinos. – Sí lo dices, que tanto te molesta mi presencia, yo lo acepto y se "acaba" te dejo en tu vida sacrificio.

 

– Frank... esto es algo, demasiado extraño, misterioso – Sentencio el menor, las primeras gotas de lluvia comenzaba a hacerte presente. Una sonrisa motivo aparente, aprendió Frank ese día, que las sonrisas no siempre son motivo de alegría, Gee ironizó su voz y su garganta fue cediendo a las palabras vacías. – Cuando estás junto a mí... siempre llueve. Como si la lluvia te persiguiese eternamente.

 

– Tonto ¿Entre todo ese es tu gran misterio? Temporadas de lluvias mi gran solución.

 

– Tendré que fingir que no te conozco. – Para saber si el tener un amigo era algo misterioso, había que preguntar antes de ser completamente infeliz. –

 

– No lo creo.

 

– ¿Es malo que te hable? ¿Te conseguí problemas?–

 

– Resultas muy persuasivo después de hacer cosas tontas – Pero Gee no tenía la culpa, Gee de hecho no había hecho nada malo. Él y sus misterios, y su faceta insegura. – Regresa, no te les acerques, ve deprisa.

 

– ¿Y tú?– Sin desearlo, «control mental» los ojos de Frank se mantenían tan rojos y vivos, descontrolándose apenas si podía, el poder recorría por sus venas ¿Y si no lograba escapar? se dijo: "pensamientos tontos". Sonrió al oji-verde, niño de mirada, aroma y labios deseables...

 

Deliraba, mucho.

 

– Tengo que pensar algo. – Un chubasco agraciado e incómodo; decidió que lo mejor sería regresar a trabajar, antes de acercarse a Frank lo había notado, había muchos clientes que atender. Con el rabillo del ojo Frank espiaba, y comenzó a actuar una vez que estuvo lo suficientemente seguro de que nadie le seguía, de que Gee había entrado.

 

Y esperó, más de lo que hubiese deseado. Y un hombre abrió, de mala apariencia fue el único en salir de local.

 

Frank acercándose hacia él.

Frank le ayudó a mantener el equilibrio.

Largas, casi eternas maniobras y después... un cuerpo inerte.

Frank con más energía.

 

.*.

 

 

Se adentró apenado, semi mojado y atento a las miradas que no perdían movimiento de él. Los amigos de Frank. Su jefe y las mujeres, incluso la más anciana de todas.

 

"No te les acerques."

 

Caminó a prisa, más aún, se escondió detrás de la cantinita, inmediatamente las chicas le rodearon. Eran curiosas y Gerard muy bueno como para molestarse por las preguntas.

 

– ¿Has discutido?– Cuestionó una de ellas – ¿Se ha marchado?

 

– No – Miró hacia la puerta, aún no entraba – Esta allá afuera.

 

– ¿Por qué dejaste que te jalara de aquella forma? – La chica que siempre sonreía, hoy no lo hacía, cómo estarlo si aquel sujeto rico parecía ser prepotente y mandón. – Sabes Gee, no me agrada, me párese alguien muy violento, él y sus amigos dan miedo.

 

Todas las chicas a callar, virando su mirada disimulada apenas, hacia los tres chicos sentados en la mesita del fondo, después de forma brusca regresaron su vista a Gee.

 

– Son tétricos – Exclamó, Gerard iba a decir algo. No hubo tiempo, un cliente ambiguo comenzaba a llamarlo.

 

– Ahora vuelvo. – Fue directo a la bodeguita, separo cuidadosamente «aquello» y en estraza papel todo quedo perfecto.

 

Ya de vuelta en la barra, el hombre le sonreía de forma tonta, estaba pasado de copas, muy corto de dinero, pedía más de lo que Gee quiso ofrecer.  Se puso violento, aun en frente de todos, mucho que lo hizo, era grosero y comenzaba a disparar golpes a todas partes.

 

Un puño hacia el rostro de Gee, otro más hacia el ojo derecho del dueño. Muchos quisieron interceder, demasiados lentos los hombres de heroísmo-caracol.

 

Gerard sintió un pequeño empujón en el pecho, el dueño del local se asombró al saberse hecho a un lado. Jovencito de ojos avellana salvando la noche.

 

– Lo vez es muy violeto – Sentenció una de "ellas" a Gerard, todos miraban como el amigo de Gee agarraba al sujeto del cuello de su camisa y arrastraba. La puerta abierta y el hombre en el suelo mojado del callejón.

 

– ¡Tonterías, no vuelvas a poner un pie aquí! – Su voz terciopelo sonó represiva, el hombre en el suelo tuvo miedo. Y mentalmente lo acepto, antes muerto que volver a aquel lugar.

 

.*.

 

Elocuencia de la noche sin luna llena, Ray estaba lo suficientemente enojado como para mostrar un puchero infantil en su rostro. Aún de su mano derecha Matt le contenía. Bob incomodo, expresión real. Ni lo complicado o complejo le agradaba. Y no entendía por qué tanto alboroto por un chico cualquiera.

 

Un chico cualquiera que se adentró al local después de varios minutos. Les evitó. Ray entendía, mucho para su gusto. Frank ya le había advertido el no acercárseles seguramente.

 

– No creí que fuese tan malo. Le prohibió hablarnos... – Matt apretó aún más la muñeca del de rizos. – Matt... suéltame.

 

– Ray, cuando tu mente se aclare y tus motivos se renueven, ¿Para qué quieres que te suelte? ¡Eh! para decirle, Hola, me recuerdas a mis cientos de años pasados, te voy a sacar todo por dentro porque se me apetece.

 

– No era eso... yo...

 

– ¡Miren!– Bob pensó que las cosas se ponían interesantes, un poco de pelea y entretenimiento, que mejor si estaba incluido el que había traído todos los problemas

 

Ray aún, quiso ponerse de pie. Muchos hombres igual a él. La puerta se abrió tan rápidamente..., sus ojos semi alegres perdieron el brillo. Otra vez, como tantas veces, la furia en el rostro de Frank.

 

Un parpadeo...

Dos parpadeos...

Tres parpadeos...

 

¡Frank y su supuesta ayuda, salvando una noche, y el rostro de dos hombres..!

 

– No es justo. Ese hombre estaba ebrio ¿En dónde queda la pelea justa?– Sentencia de muerte por parte del rubio, si fuese una broma pasaría como no escuchada pero...

... Esos eran los comentarios, sinceros, de Bob que exactamente todo el mundo trataba de evitar.

 

.*.

 

– ¡Estás bien!– cuestionó a Gee, apenas si su mejilla se tornaba violeta.

 

– Sí, no es la primera vez que pasa. Él – señalo a su jefe – y yo siempre les echamos, es la parte más laboriosa de mi trabajo pero... no es tan malo.

 

– ¡Déjalo!

 

– ¿QUÉ?– Cuestionaron al unísono, él hombre mayor y Gee. Una sentencia por parte del dueño.

 

– Nunca te has puesto a pensar las cosas serias. ¿Qué tal si alguien llega con un arma? ¿Y si son más de uno? ¿Que pasara con tu abuela y tu hermano si te ocurre algo?

 

– No, muchacho, no te preocupes, Gee, aquí está en buenas manos, yo le cuido – el hombre mayor abrazo a Gee por la espalda – Es como un hijo para mí, aquí todos somos como una gran familia.

 

– Pero...

 

– Además, si lo dejo, bueno yo... simplemente no podría dejar de llevar dinero a casa.

 

– Si, eso, su abuela es mayor y su hermanito están enfermo. – Ahora se daba cuenta razones obvias de por qué Gerard seguía en aquel lugar. Hombre sabio y perverso...

 

... le tenía bien amarrado.

 

– Mira Frank. – Frank se viró por instinto hacia la puerta principal del establecimiento. Los ojitos atentos y bien abiertos de Gee no se desprendían de ahí – Tus amigos se van.

 

– Maldición – Masculló el oji-avellana – Nos vemos mañana Gee...

 

Y el pelinegro sintió que la sangre se le helaba... Gee... Frank le había llamado Gee de una forma tan despreocupada. Impresión y alegría.

 

¡Santo cielo, un error!

 

– Frank, mañana es mi día libre "No estaré aquí..."

 

.*.

 

En la mesa, la luz opacaba la vista, ya casi las tres de la madrugada, Bob platicaba con una chica que con dobles intenciones se había acercado a él. Ray recargado en el hombro de Matt y viceversa. Tan aburridos y sumisos. Incluso el mosquito que fallidamente intentaba alimentarse de Matt parecía más alegre.

 

–Ese idiota. Nos trajo aquí para venir a ver a ese. – Se quejaba Matt. Ray no separaba la vista de Gerard. Ahora que lo veía más detenidamente se daba cuenta que había algo extraño en él. Una sonrisa extraña. Preocupación y miedo. – No se ha tomado la molestia de dirigirnos la mirada ni una sola vez. Quien lo iba a creer, Frank tiene amigos. Para morirse de espanto ¿No?

 

– Matt, cállate ya, hasta Bob aprendió a cerrar la boca mejor que tú.

 

– Sabes que, ya me aburrí, yo me voy – Se paró y Ray casi cae de la silla. – Nos vemos Ray...

 

– ¡Espera! Yo me voy contigo.

 

– ¿A dónde van?– Cuestiono el rubio al notar que sus amigos se alejaban – Ah... lo siento – nos vemos luego, miro a sus amigos y luego a Frank, – Es muy probable que pasemos mucho por aquí.

 

Anonadada las chicas les miró a los tres, con su imponente presencia, se habría paso entre los ebrios hombres. Perfecto, simplemente, cualquiera que fuese de ellos, resultaba ser un gran trofeo.

 

Segundos después se vio al amigo de Gerard correr tras los ausentes.

Y entonces se preguntó. ¿De dónde sacaba Gee hombres de tan buen ver?

 

 

··· Parte Tres ···

Aún recuerdo el sol

 

– Una explicación – Y sus rizos esponjosos y sus ojitos brillantes, Frank rodó sus ojos hacia Matt. Seguramente el que le había sugerido a Ray preguntar, había sido él.

 

– ¿Por qué tengo que contestarte? Ray no lo olvides, que ante todo y únicamente es la ley de "él" quien nos tiene unidos.

 

– No trates de actuar de esa forma otra vez, simulas lejanía cuando algo te inquieta – Frank trató de ser hiriente y malo, pero a la voz del de rizos una mueca de desagrado parecería un insulto fatal – No le haremos daño, solamente... yo... quiero saber quién es.

 

– Se llama Gerard, vive con su hermano y su abuela.

 

– ¿Le obligan a trabajar? Sería tan cruel si lo hicieran.

 

– Su familia no sabe que lo hace. Tiene dieciséis años y dos meses...– Frank, pensó, que seguramente era grandioso llevar una cuenta tan corta, Frank no notó que sabía mucho de Gerard, más de lo que un desconocido debía saber. Detalles que se vuelven tontos, verdaderos y un tanto bonitos. – le conocí cuando cumplió ocho. Y él aún... se acuerda de mí. Y no sabía mi nombre, y a pesar de todo, no me olvido.

 

– ¿A él le fuiste a ver ayer? Saben, ha de ser muy importante porque Frank escapó del castigo ayer, para ir a verle.

 

¡Momento mágico al diablo...!

 

– ¿¡ESO ES VERDAD FRANK!?– Cuestionó alarmado Ray. – ¿ES VERDAD?

 

– Yo...– El de rizos estaba molesto, muy molesto, y Frank miró a Matt con odio, Matt era inteligente, en verdad que lo era, sólo en ocasiones hacia cosas tontas. Ocasiones como estas...

 

– ¿No se estaban diciendo verdades?– Respondió Mathew, pero Frank ya no escuchaba...

 

Matt echó a correr hacía su habitación, Frank corrió detrás de este, para hacer que Matt aprendiera a mantener su boca cerrada y para huir de Ray enfadado. Sólo Matt corría más rápido que Frank una gran ventaja, y hasta el final de la fila. Un tanto más calmado y confuso. Un rubio que entre sus manos pasaba un trozo de duda.

 

Después de muchos intentos había logrado destaparlo, peo aun sin forma algo demasiado grande para ser un anillo, además, no había hueco para meter un dedo.

 

– ¡Oigan! – Todos pararon de golpe los deditos de Bob estiraron algo plástico lubricado, una forma demasiado explicita, ellos se sonrojaron. – ¿La chica del local me lo dio? ¿Qué es...?

 

Y ese era el tipo de preguntas que Bob no debía hacer. Y a pesar de los años, hay cosas que no son necesarias explicar, por qué con el tiempo se aprenden... o se enseñan.

 

.*.

 

Agradeció haber ido al negocio en bicicleta, sería demasiado cansado caminar después del largo día. Pedaleó con ganas, quería llegar a su hogar y saber que todo estaba bien.

 

Cruzó el portón.

 

Una luz encendida. Se adentró a su hogar.

Una luz encendida. Supervisó el lugar...

...una luz encendida y una mujer llorando crudamente.

 

– Abuela...– Llamó, y ella no contestaba. – ¿Te pasó algo? ¿Le ha ocurrido algo a Mikey...?

 

– Hoy lo supe, mi nieto a muerto... Gerard...

 

– Pero...

 

.*.

 

En la mansión de los cuatro chicos sugestivos. Una lucecita prendida en la recamara de alguien. Semi recostado en su cama. Todo era tan extraño. Pero se sentía bien.

 

Sus rizos habían sido retirados con listón negro de antaño. Y sus ojos castaños comenzaban a cerrarse. Y se preguntaba, mientras el día llegaba, y sus ojitos se cerraban.

 

¿Por qué la parte más importante de la historia se repetía sólo en sueños y nunca las recordaba al despertar?

 

V

 

El «tío» que se volvió su nuevo padre acarició más que sus rizos, y la madre cada vez más trastornada, hubiese sido bueno haber muerto hacia días, la ira del pueblo, una de las chiquillas más añoradas había sido arrastrada al vicio, como muchas tantas.

 

Pero cuando la masa se une uno sólo no es nada.

Las voces del pueblo retumbaban en el aire, y él estaba ofendido y enojado.

 

Rogó aquella noche para no tener que volver a ver la luz del sol.

Rogó por el descanso eterno de su madre, dicho en palabras bruscas; su admiración y cariño había quedado muerto y al hombre de las caricias jamás le maldijo un castigo. Dios se encargaría de todo.

 

Huyo aquella noche del burdel,  caminó toda la noche, y en la madrugada se dio cuenta, no valía de nada soñar. A regresaría a levantar a su madre y limpiar el hogar barato.

 

A través del tiempo amargo

Fue un susurro, fue una plegaria

Sintiendo como la nostalgia le invadía

Cayó en sus hombros el dolor de su presencia...

 

Hoy nadie a su lado, un poco más cálido el hogar...

Cenizas y rosas.

 Aroma putrefacto y el llanto oprimido.

Remordimiento y todo dolía demasiado.

 

Corrió al llegar por la vereda, todo ardía en llamas, se escuchaban los gritos de las mujeres en el interior del lugar. La multitud se alejaba inmutable al dolor. Pegó y golpeó, y la puerta estaba atrancada, y el pidió a dios un verdadero milagro. Quería ir con su padre y su hermano. Rogó, ojala que su madre no les acompañara.

 

Y sus manitas rojitas y su rostro sucio. Las lágrimas no podían lavar el dolor de su rostro. Ya no tenía un hogar vulgar. Nadie tocaría sus rizos nuevamente. Manuel murió esa madrugada cuando del burdel, no quedaron más que cenizas.  Vagó y vagó... y se perdió entre tierras lejanas, y todos le miraban con asco. Porque sus prendas no eran bonitas y su presencia ya no atraía buen olor.

 

Y una madrugada...

 

– Eres lo que yo estaba buscando – Sus ojitos acuosos, movimientos débiles, tal vez le golpearían, no había nada que alguien pudiese desear. Ovillo echo el pequeño, rizos sucios y manos delgadas. – Raymond sangre de la sangre hermosa. Sólo tú y todo será perfecto. La profecía y las noches en vela... Mi líder de líderes...

 

Y sintió que le elevaban, alguien le tomó en brazos. Una cuna para alguien desprotegido, se sintió tan bien el sentirse de nuevo protegido. Sus ojos cerrados y las estrellas dañando la vista de los nocturnos, se acurrucó en el pecho de quien en brazos le llevaba y durmió, lo hizo por mucho tiempo…  

 

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

 

 

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«. ·°·~*~' Madrugada '~*~·°·. »
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Eternos agradecimientos a  Dereck  Capitulo Dedicadisimo a él. 

Gracias a tod@s los que le han dado una oportunidad a este Fanfic

 

 

 

 


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