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Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 14: Almas en el balcón. Una lección para los curiosos.

 

La calidez bonita que le protegía comenzó a esfumarse lenta... con crueldad,  como una voz rasposa que se apacigua, hubo suspiros poco menos que intensos. Ella se alejaba otra vez, él soñó a su madre soñada y decía adiós, como cada noche de sufrimiento.

 

Quien le abrazaba abandonó la habitación y el abrir y cerrar de los cajones en la recamara siguiente le hizo salir del semi-letargo. Sus ojitos no se abrían, y sus manos no se movían, esos labios; húmedos e intranquilos. Los minutos pasaron, la lluvia comenzó a caer y se preguntó: ¿Qué sería al amanecer de su adorado hermanito?

 

El llanto de la abuela no gustaba a sus oídos. Su corazón que leía el motivo. Quiso ponerse de pie, lo logró, por el pasillo gastado sus piecitos arrastrando, tiempo después sentadito en la sima de las escaleras, era casi perfecta la vista y no fue lo que encontró lo más deseado, ella, la mujer fuerte con el rostro entre los brazos recargados en la mesita de tres patas.

 

Desde lejos se quedó mirando.

 

Reprimió estornudos, quería velar a su abuela desde lejos, porque de cerca... sería él quien fuese consolado.  Y no lo necesitaba, no era tan débil como parecía.

 

.*.

 

Y se adentró a su hogar y una lucecita le rogó a gritos alejarse.

 

Su ansiedad le acompañaba, no pudo nadie robar su mala suerte; sólo un parpadeo, estaba todo de nuevo mal. Ella, la mujer mayor, permanecía de pie con el rostro pálido, en la mesita el dinero “maravilla” y algunos polvos rosas que se conocían como la llave a mundos desconocidos, también, la suspensión por tres días que el director había dado y los motivos explicitas de esa nota.

 

– Pensé que podía ser diferente, trataste de mentirme Gerard. – Lágrimas muchas corrieron por el rostro arrugado, bella mujer que no entendía de motivos. Gee trató de acercarse a ella, sólo un poco... un poquito más – ¿Has obligado a Mikey a mentir por ti?

 

– ¡No! Mikey no sabe nada, abuela...– Una ráfaga de viento que golpeó y extinguió  la luz de las velas. Ella cerró los ojos, idealizó las palabras precisas, confusión y miedo, decepción y locura. Humana y mujer, errores y más mentiras.

 

– Gerard no quiero que enseñes tus costumbres a Mikey, temo tanto que el piense que eres tan bueno. Yo dejé de creer en ti – Tal vez las palabras no lastimarían a Gee si fingía no escuchar pero ¿Cómo ignorar a esa mujer? Ella que estaba llena de sabiduría. – Mi nieto Gee, en niño que adoraba murió hace tiempo... y no me di cuenta. Gerard, no tengo fuerzas para resucitarte.

 

– Abuela yo… «Soy malo pero no dejes de amarme, por favor» — Pudo haber dicho tantas cosas, pero hablar era lastimarla aún más, Gee clavó su silencioso al suelo, miró fijamente a la madre de su madre.

 

– Gerard, ve a recostarte. – Dijo ella, no podía más ver a los ojos a aquel jovencito. He aquí la ruptura del mundo conocido. Casi tan similar como la tierra y Aradia. Ella sin contemplaciones, su diosa desafiante.

 

– No tengo que levantarme temprano, no iré a la escuela. – Era más que obvio. Más difícil que oscuro. –

 

– Será un día largo. Iras a dejar las tareas de Mickey.

 

– ¿No ira al colegio él?– Rogó entre lo amargo y lo triste. Cada día una ilusión rota, su estómago con un rugir extraño, no era hambre, era miedo por su pequeño hermano. –

 

– Mikey tuvo un ataque, no quiero que sepa nada de lo que hablamos, no quiero que recaiga. – Pero era demasiado tarde. Gee ya corría hacia donde su hermanito. Sus ojos verdes recorrieron las escaleras, y en la punta desclavada, unos ojitos dudosos le miraban. –

 

 

– Mikey...– El castaño miró a su hermano herido, y a la abuela que apresuraba su paso para encontrarse con ellos.

 

.*.

 

Casi que sentía que el sueño le vencía; inoportuno anuncio de una llegada y él aún estaba solito sentado en las escaleras frías. Fue su esperado hermano quien se adentró con una sonrisa en el rostro. Una buena noche, pensó Mikey.

 

La sorpresa, el miedo y Mikey comenzó a entender por qué su abuela lloraba, respuestas cubiertas por manchas oscuras y sugerentes las ideas, una conversación que le sobrepasaba. Ellos eran superiores a él. Tan superiores y no notó cuando Gee emprendió su huida hacia la planta alta.

 

– Mikey – Encontrar sin buscar, bajando su mirada acuosa, su nariz se arrugó sin prisa. – ¿Qué haces ahí? Deberías de recostarte.

 

– Te escuche entrar, quise verte – Se puso de pie, y Gee le vio tan frágil que temió tanto. Adoraba a ese niñito castaño – ¿Y la abuela?

 

– ¿La abuela?– Sí, eso era perfecto. Que Mikey no se enterara de nada. – Te diré su secreto.

 

Gee le guiñó un ojo, mientras apuntaba con el dedo índice hacia la mujer petrificada en la sombra

 

– ¿La abuela tiene «más de» un secreto?– Gee asintió mientras se apresuraba a subir las escaleras, tenía sueño y las piernas malas amenazaban con doblársele cual sándalos tiernos. – ¿Sabes? La abuela tiene un apetito insaciable. Le he encontrado comiendo pan y leche después de la cena. ¿Lo ve abuela? te he delatado porque el trozo que te has comido era el de Mikey, ahora él se quedara sin desayuno.

 

Entre lo oscuro ella perdió el color de su rosada piel... Gerard mentía demasiado mal.

 

– ¡¿Enserio?!– Mikey abrió sus ojitos muy asombrado – ¿Me compartirás de tu trozo de pan abuela? No desearía tener que quitarle a Gee el suyo.

 

– Claro, Mikey, claro, Gee está bromeando, yo... solamente vine por un vaso de agua.

 

– ¡Ah... pero que malo que eres Gee!– Mikey fingió fingir enfurecerse. Sus mejillas rojitas le delataron y ella tembló por segunda vez porque Mikey se deslizaba demasiado bien en el juego del disfraz. – Sólo por eso dormiré con la abuela, y tú tendrás mucho frío.

 

– ¡Eso no es justo!– Se viró para preguntar a la mujer que comenzaba a subir las escaleras, mientras sus manos cansadas escondían, detrás de su espalda,  los secretos encontrados en la recamara de Gerard. – Abuela, ¿Puedo dormir contigo también...?

 

El aire le abandonó cruelmente, para culminar su noche de culpas, una sonrisa petitoria por parte de ambos.

 

– “Gerard Arthur sólo por hoy" Claro que puedes.

 

Era de noche, y estaban cansados...

... en una recamara solos y cobijados

Una bella familia que no puede durar demasiado.

 

.*.

 

La niebla dispersa en la gloria, una sombra entre tantas unido a una melodía placentera

Escuchó la voz soñada,

A su lado, entre sabanas el cuerpo porcelana

Telas infantiles y holanes con bordes cursis que se adherían.

“aquel cuerpo tan terso”.

Pasó su mirada por esos labios rojos sangre, esos ojos verde inocencia.

Frank pasó su mirada sobre ese cuerpo sugerente.

 

El cabello de Gerard caía en cascada bajo su almohada.

¿Qué intentaba al insinuarse de aquella forma?

 

Y se dijo en sueños:

... ¿Por qué precisamente él?

.*.

 

Acurrucados, Mikey y Gerard, la abuela sentada en la cama, en el aire la inocencia de sus criaturas.

 

– Gerard...– Casi a su oído que le llamó la mujer, era mañana húmeda y vientos salvajes. – Gerard, es hora de despertar.

 

Pero estaba tan cansado... soñar no agotaba en lo absoluto. «Sólo unos segundos más». Ella un tanto desesperada, se hacía tarde y aun quería mantener una conversación muy seria con Gerard pero él despertó después de mucho, incluso Mikey fue más rápido que él y la abuela pareció un poco molesta, Mikey insistió en ir al colegio, era su única manera de agradecer a ambos...

 

¿Cómo podría siquiera pensar en fallarles en eso?

 

El pelinegro acompañó a su pequeño niño, ahora ya no tan pequeño, hasta el colegio, muchos de los compañeros del mayor le miraron de forma despectiva. Gee fingió no verles, y Mikey intentó olvidarlo. De regreso, pensó que hacer tiempo sería la mejor opción esperar a que la abuela se marchase a su trabajo. Necesitaba pensar y no discutir, aclararse la misma idea.

 

Por ese día sería tan malo. Sentadito junto a la reja de la escuela, las personas pasaban y los vecinos no se sorprendían de verle sentado ahí en el suelo frío.

 

"Era de esperarse, su futuro estaba predicho, había obrado mal ese niño..."

 

La espera se hizo ligera, el sueño le vencía en el primer minuto de reposo, sintió sólo por segundo los ojos cerrados y al siguiente un pequeño mareo le hizo abrir los ojitos, alguien le había golpeado ligeramente. El sol calentaba demasiado ya y a su alrededor varias personas simulando su presencia. Mikey a su lado, con una sonrisa en el rostro mientras su compañera comía un trozo de chocolate amargo.

 

Su boquita no probaría, por hoy. Labios rojos saboreando.

 

– ¿Por qué no has entrado a clases Gerard?– Mikey estaba serio, mucho para su gusto. Con el ceño fruncido se le veía tan adorable –

 

– Me suspendieron tres días – Dijo al fin, después de una larga espera, mientras sus piernas le elevaban, listo para caminar, retiró con una sonrisa la mochila formal y vieja, del hombro de Mikey – Me quede dormido en clases, sólo por eso.

 

– ¿Y por eso me has esperado?–

 

– No, quería hacerlo, siempre nos vamos juntos ¿No sería extraño caminar sólo hasta la casa?– Y de nuevo Gerard tenía razón. – Mikey, ¿Quién es ella? — Gerard señaló con el dedo índice detrás del castaño. Fue entonces que Mikey notó que “esa” chica seguía detrás de él, un tanto sonroja por haber sido olvidada.

 

.*.

 

Gerard no llegaba, tardaba demasiado, la mujer muy preocupada por aquel muchachito irreconocible. Y pasaron las horas, siete largas y crueles horas... y media hora más tarde, el crujir de la reja de la entrada principal sonaba tan estridentemente... se asomó por la ventana, sus nietos sonreían.

 

Y recordó que había algo que resultaba tan extraño a esas horas del día...

...su presencia

 

 

Se adentraron los dos hermanos, y ella, sin dejar de estar junto a la puerta, frente a la ventana, les esperó, y como un caracol insaciable, el tiempo fue cruel... y los segundos se alargaron tanto, tanto que sintió morir.

 

 

– ¿Quieres que hoy cocine yo? – Cuestionó el mayor mientras se adentraba a su hogar frío. Gee sin prestar atención, aventó la mochila de Mikey en el sofá viejo, caminó hasta la cocina, tenía hambre, no había desayunado nada. – Tengo algo de dinero guardado, ¿Qué te párese si compramos algo rico otra vez? A la abuela le gustará si esta vez es carne y no pollo.

 

– ¡Abuela!– Gritó Mikey al virar su vista hacia la puerta.

 

– ¿Qué dices Mikey?– Salió su hermano de la cocinita vieja. Y sus orbes se expandieron a una realidad muy lejana– Abuela...

 

– Te estuve esperando Gerard.

 

– Yo...

 

– Mikey, necesito hablar con Gerard – Apuntó de forma acusadora hacia la planta superior. – Sube por favor.

 

Una nítida idea de lo que debía hacer,

ni negarse, ni patalear sin cordura,

sería bueno y haría caso a su abuela,

su última mirada fue casi una caricia dada a su hermano.

Y una vez que estuvieron solos...

... la desventurada realidad les invadió.

 

– Necesito que seamos sinceros Gerard. – Se sentó de nuevo en su lugar preciado. El sentirse extraña, cobijó la soledad adquirida – Los tiempos empeoran Gerard, y yo, necesito que seas sincero conmigo, que te comprometas y procures ser menos problemático.

 

– No te entiendo abuela...

 

– Buscare un nuevo empleo, sé que puedo hacerlo, quiero que me des fuerzas... que me prometas que estudiaras duro.

 

– ¿Un nuevo empleo abuela? y qué tiene de malo el que tienes – Cuestionó Gerard mientras se sentaba, sin permiso junto a la abuela –

 

– Se mudaran, van a vender la casa y... les dije que no podía irme con ellos. Lo entiendes ¿No?

 

Lo entendía bien, demasiado para su gusto. Otro sacrificio más a la lista, uno duro, muy difícil de cargar.

 

– Sí... pero... no puedes pedirme eso, no ahora. – La mujer con ojos despiertos le miró con tranquilidad agonizante, no era justo, se dijo. Nada resultaba tan fácil y tenía miedo, mucho miedo que tenía. – Abuela yo podría... dejar el colegio.

 

– ¡NO!–

 

– Sólo este año por favor abuela, al siguiente podré ingresar otra vez...– Los ojos no brillan por que no hay luz al frente, y la abuela comenzaba a sentirse tan desesperada. Y Gee creyó que eso era lo mejor. – No es tan mala idea abuela... el año que viene, podré ir en el mismo grupo que Mikey...

 

– No puedo aceptarlo Gerard. Simplemente yo...–

 

– Dame una oportunidad. Déjame hacerlo. –

 

.*.

 

La gente un tanto más disidente a su vida, después del tiempo no hay nada, Mikey intentó respirar más lentamente, los ventanales del balcón fueron abiertos, pero el aire frío no era bueno, sintió que algo en pleno pecho era presionado tan cruelmente...

 

¿Pero quién puede ser tan cruel con un ángel como él?

 

Cerrando sus ojitos inconformes, apresuró a sus labios a succionar la mayor cantidad de aire posible, no quería traer más problemas, y el esfuerzo que le agotaba, no quiso traer más problemas, sintió que no tenía el derecho a pedir ayuda.

 

Y sus piernitas se doblaron, la espalda recargada en la pared azul. Suelo de madera que crujía, lloraba mientras él se resistía a dejar la conciencia. Un sonido y todo perdido... tosió varias veces... se sentía tan mal y el dolor en el pecho incrementaba.

 

Dejó caer su frente entre las piernas y sus cabellos largos, castaños y brillosos cubrieron su rostro. Las manitas blancas entraban en contraste con algunas zonas rojas de su piel.

 

... el aire faltaba.

 

.*.

 

Curiosidad

 

Seguro; deberían estar todos descansando. Él sin embargo, envuelto en un cobertor rojo sangre se paseaba por los pasillos, imaginando cosas curiosas, planeando lo perfecto que sería una discusión en ese momento.

 

Su primera opción; Raymond, pero aquella manija floja era a prueba de bromas, intentó abrir la puerta sin resultado, Ray tenía un miedo exagerado a la hora de dormir, tan desconfiado como siempre, no había día que no estuviese aquella manija con el seguro puesto.

 

 

– "Tonterías seguramente..."–

 

.*.

 

Una decisión, los problemas habían sido encarcelados en un frasco de cristal que difícilmente les podían contener. Gee besó a su abuela antes de marcharse, tenía metas ese día. Pasearse por la plaza del lugar. Algo bueno que debía saber hacer. Miró sus manos sin motivo, caminaba libremente pero sin prisa.

 

De forma casi grácil, se contorneaba la melancolía por su rostro y él no lo notaba, porque resultaba tan natural el manto sobre su rostro. Refunfuño al sentir el entumecimiento en sus piernas, de sus labios una ráfaga de aire capaz de levantar por segundos su fleco negro y algo largo.

 

– Ojala que me allá escuchado...– Pensó y el labio superior fue atrapado por sus dientes mientras elevaba su mirada para asegurarse de haber llegado al sitio correcto.

 

Al entrar el hombre con ropa blanca le dirigió una mirada cansada, ese muchachito problemático otra vez. Era un tonto, pensó Gee, de antemano sabía lo que, la poca gente que conocía, pensaban de él.

 

– Un cuarto. – Tajante y siniestro. Fingir ser malo era la única travesera que nadie le había negado jugar. Miró despectivamente al hombre y las manitas blancas de Gerard se unieron justo en su nuca – ¿Podrías apurarte Bill? tengo prisa. «La abuela ha hecho caldo, tengo hambre...»

 

– ¿Y qué será eso que hace que alguien como tú este tan ocupado...? ¿Qué será...?

 

– No te esfuerces, no podrías imaginarlo siquiera –

 

– No entiendo como alguien tan buena como tu abuela puede tener por nieto algo tú. Por lo menos tu hermano le alivia los pesares. Es una suerte. – Y eso mismo pensó el chico, una suerte tener a Mikey.

 

– Es una suerte – Repitió en tono modosito mientras tomaba el frasco de cristal pardo y pagaba – Que sólo tenga que verte cuando esto se acaba.

 

No se detuvo a escuchar lo que Boticario decía, sería un "bla, bla, bla" intenso... sin querer azotó la puerta, las persianas apenas colocadas temblaron ante el golpe, Gee miró de nuevo al viejo, el que le hacia las señas obscenas, echó a correr con el frasquito seguro en su gabán.

 

– ¡ABUELA HE LLEGADO!– Se apresuró a subir las escaleras, el aroma a comida inundaba sus sentidos, ambiente cálido, sólo físicamente. Confiado y alegre, de pronto, abrió la puerta de su habitación, seguro ahí ella y él, alegres y vivarachos.

 

– Silencio Gerard, Mikey se ha quedado dormido...– Sentencio la mujer y Gee le vio, al castaño, acurrucadito en una horilla de la habitación. – ¿Crees que nos haya escuchado?

 

– No lo sé... pero... "Tiene lagrimas secas" creo que es mejor que le despierte, abuela, se pasará la hora de la comida y Mikey va a enojarse si no le despertamos... además... es feo dormir en esa posición más aún si es en el suelo.

 

– Tienes razón, iré a poner la mesa – Ella le conocía, mejor y muy bien, Gerard mentía demasiado mal.

 

Salió la mujer, de golpe se arrodillo en frente de su hermanito, y le recostó en su cuerpo, Mikey estaba frío, presionó varias veces en el pecho de su hermano, masajeaba, de arriba hacia abajo, lentamente, trató de brindar calor al pecho de Mikey.

 

– Despierta, Mikey...– Suplica y orden, porque él temblaba cada vez que esos masajes eran dados.

 

.*.

 

Su segunda opción; Sólo unos segundos había pasado por su mente el visitar a aquel compañero salvaje, en esos momentos precisos, rectificó, sería mejor no arriesgarse.

 

Su tercera opción; Al final del pasillo había una habitación que generalmente no frecuentaba. No había un motivo para que fuese de una forma contraria, nadie acudía ahí de no ser exageradamente necesario.

 

Giró la manija de la puerta y está en automático abrió, sonrió…

 

— Pero que fácil — Sonrió al notar a Frank recostado en la cama, con un gesto bastante ambiguo que hizo a Matt batirse en curiosidad — " Frank ¿Qué demonios estás soñando?" – Se adentró completamente en aquella habitación infantil.

 

Se preguntó si sería buena idea hacer «eso» con Frank.

Respiraba de forma apresurada y sus manos tenían un temblorcito raro.

 

– "Tal vez lo está recordado"– Matt curioso se acercó más, tal vez podría conocer aquellas partes de la historia de oji-avellana que él mismo, juraba, no recordar.

 

Sus ojitos de castaño a oro brillaban demasiado, una sonrisa sádica en el rostro intranquilo de Matt...

 

– "Vemos qué es lo que Frank oculta..."–

 

Y ni aunque estuviese dormido resultaba tan fácil... y los minutos pasaron y nada pero Matt era persistente, mucho que lo era; una oportunidad, el último intento y de pronto sus mejillas comenzaron a tornarse rojizas...

 

Y eso fue más de lo que Matt quiso saber de Frank...

 

El cabello de Gerard caía en cascada bajo su almohada.

¿Qué intentaba al insinuarse de aquella forma?

 

Y se dijo en sueños:

... ¿Por qué precisamente él?

Frank bajó la mirada, deslizando sus dedos entre los muslos blancos y suaves del ojiverde, que le sonreía y miraba apenado sin separar su vista.

 

– ¡PERO QUE MENTE TAN RETORSIDA LA TUYA!– Se quejó Matt abriendo los ojos y separándose de Frank dormido. Salió corriendo de la habitación sin cerrar la puerta– "Maldito depravado..." pobre niño... si supieras como te imagina.

 

.*.

 

Sentaditos en el sofá de siempre, una velita y su baile "fiu-fiu" y su luz rebotando en las salita.

 

– ¿Quieres que te ayude?– Cuestionó Gerard a Mikey mientras este, con esmero, transcribía sus apuntes a manuscrita para la clase de literatura –

 

– No, gracias Gee. – Su hermano ahora está muy feliz, después de lo de la tarde, cuando despertó y este le miraba con temor, entendió que algo andaba peor que mal. La abuela no quiso comentar nada, había sido una comida cálida, y qué decir de la merienda, gratificante momento familiar, y se dijo: "Todo muy perfecto"

 

– Mikey, ¿Quieres un cobertor?– La abuela, desde la cocina, asomaba su cabeza para asegurarse de que Mikey estaba bien.

 

– Gracias abuela, así me siento bien – Sentenció y no tuvo oportunidad de réplica.

 

– Mikey, ¿Quieres que guarde tus cuadernos para mañana?– Se viró sin ganas hacía su hermano mayor – Puedo subir los que no estás ocupando.

 

– Yo los subo cuando termine, Gracias Gee. Sabes, deberías ir a dormir, pareces cansado. – El mayor negó y sonrió para parecer más despierto.

 

– Mikey ¿Quieres un poco de leche caliente?–

 

 

– No.

 

– Hace mucho frío, necesitas abrigarte más. Voy a traerte un suéter. ¿Quieres algo más?– Y negó... y negó... y negó. – ¡Ya se! voy a acomodar tu uniforme para mañana, ahora vuelvo – Y también su hermano comenzó a alejarse...

 

– Quiero que me cuenten todo, sólo eso quiero – Murmuró pero nadie escuchaba, había dejado de estar acompañado... sólo un momento.

 

– ¡¿MIKEY, QUIERES QUÉ TE BAJE EL MEDICAMENTO?!– La penetrante voz de Gerard rompió un lecho silenciosamente amargo...

 

Vacío...

Quieres

Quieres

Quieres

 

– " Mamá quiero que el tiempo pase... yo ¿aún no puedo ir contigo?" No Gee. Gracias – Dudo que su voz se escuchase en la segunda planta pero... él no acostumbraba a gritar, nunca habló tan fuerte. –

 

.*.

 

Frank sonrió Bob, Ray y Matt le miraron extraños.

 

– Iré a verle, Matt hablas mucho, Ray actúas raro y Bob aceptas presentes extraños. No llevo a nadie

 

– Yo no tenía la intención de pedir que me llevaras, pero Frank, recuerda que no estaremos aquí por siempre, y nuestro deber no es venir a divertirnos, tenemos un trabajo. – Sentenció Matt, Frank no entendía el porqué, mientras hablaba el sonrojo incrementaba en sus mejillas. Matt recordaba.

 

– ¡Lo sé, como si fuera muy fácil olvidarlo Matt!

 

– Frank, creo que tienes razón, ve con cuidado – Ray se dejó caer en el sillón de patas largas de roble y rosas fundas, Matt se alejó de ellos un tanto inquieto, el rubio miraba hacia todos lados.

 

– Nos vemos – Canturreó Frank, y silbando salió de la mansión.

 

– No entendí qué paso Ray – Bob llevó su dedo índice a la boca. – Pero déjame decirte que yo también necesito salir.

 

– Saldremos todos, mientras Frank le busca nosotros lo hacemos y después...– Guiñó su ojo derecho al oji-azul – lo mejor. ¡Matt!

 

– ¿Qué?– cuestionó Matt mientras se balanceaba en el pasamano de las escaleras.

 

– ¿Ya podemos irnos?– Ray fue directo.

 

– Como quieras. – Se encogió de hombros y nada más. – Va tan distraído que ni nos notará.

 

– Bien –

 

– ¿A dónde van? ¿Puedo ir? – Matt y Ray se miraron de forma cómplice, siempre las preguntas de Bob.

 

– Claro Bob – Casi a rastras que le guiaron hacia la puerta. – Ray conduzco yo.

 

– Está bien, yo de regreso. – Un poco menos dudoso, les siguió, subió al auto negro después de Ray, y Matt, dando cuerda, gran velocidad fingida.

 

 

.*.

 

Había conducido bajo la luna predispuesta. Mirando por la ventana al rededor, inconscientemente comenzó con una plática mental sobre: lo que diría, cómo saludaría, los gestos que obtendría, para poder, tiempo después recordarlo.

 

– Lo siento, Gerard no ha venido a trabajar. — Aquella tajante respuesta sacó de su ensueño a Frank

 

– ¡Está mintiendo!– Las manos viejas y manchadas del dueño del local temblaron. –

 

– No, no, él intento decírselo pero... ya se había marchado. – Intentó zafarse del agarre que el más joven le proporcionaba – Hoy es su noche libre, tiene una cada tres semanas. Nunca lo reclama, es raro el día que acepta, él prefiere venir a trabajar siempre pero, ayer dijo que no estaría.

 

– ¿Tiene otro trabajo además de este?– Porque ya estaba ahí, y no quería perder su tiempo, había planeado un desde el "hola", hasta el tema del cual hablarían –

 

– No lo creo, no... Supongo que estará con su abuela y su hermano. – Respiró tres veces, una sonrisa en su rostro sugestivo, el dueño temió– Puedo atenderle yo mismo hoy...

 

– No. – Desinteresado y amistoso, negó con la cabeza y se despidió del dueño, el auto estaba lejos de ahí, velocidad y libertad auto portada.

 

Cuarenta y siete parpadeos, cuarenta y seis, cuarenta y cinco...

Ráfagas que acariciaban su cabello castaño oscuro...

Sonreía pero no lo notaba.

Y tres y dos y un parpadeo...

 

Frank estuvo en un mínimo de tiempo frente a la reja, mirando la luna predispuesta para una noche de “amistad”. El destino corre y tiñe el presente sin desearlo. Algo grande a ocurrir, a dejar sin aliento, el momento preciso. Frank en el balcón, su sombra en las cortinas viejas, descoloridas y con finales incompletos.

 

Coloquial demostración de su instinto sempiterno, sin tenerles que tocar ventanales abiertos, él y el estridente frío, entraron de golpe.

 

.*.

 

– Hasta mañana abuela – Dijo Gerard y la abuela imitó las palabras, Mikey se había recostado hacía más de una hora, tendría que estar dormido.

 

– Gerard has tardado mucho en subir – Se quejó su hermanito, inofensivo reclamo pintado en el rostro, Gerard terminó de cerrar la puerta, una intuición, puso el seguro, se quitó los zapatos ahí mismo, igual con la camisa y el pantalón grueso y gastado.– ¿Por qué te cambias? ¿Te vas tan temprano?

 

– Tendrías que estar dormido Mikey ¿Te sientes mal?– El castaño negó. Caminó hacia su cama, debajo de esta su pijama dos tallas más grandes, había que hacerlo así, porque de ese modo la ropa tiene un mejor uso, por mucho más tiempo. – Hoy no iré. Así que habrás de compartir la cama conmigo.

 

Y como quien dijo "hágase la luz" Mikey se arrimó hasta la horilla de la cama, espacio suficiente para Gerard, esa cama individual resultaba algo extraña, de niños era perfecta pero ahora...

 

– ¿Ya no iras más?–

 

– Hoy tenía ganas de quedarme en casa Mikey, pero... mañana iré, como siempre – Su cabello negro fue hecho para atrás, Mikey le miraba insistentemente. – Te contare algo pero no te enojes Mikey.

 

– No podría molestarme contigo Gee...– El mayor y su aliento maravilla, la vela que les iluminaba sucumbió momentáneamente. Y se sentó en la cama, a oscuras comenzaba a asomarse el señor sueño. –

 

– Voy a dejar la escuela...– Él que se recostaba y Mikey impresionado volvía a sentarse.

 

– Pero... no puedes tú...– Fue silenciado el dedo índice y medio de la mano derecha de su hermano, las palabras contenidas se transformaron en lágrimas... y sus ojos preciosos no pudieron contenerlas...– ¿Está ocurriendo algo? ¿Por qué no me cuentas? Tal vez yo podría ayudar en algo...

 

– No hay ningún problema, será sólo por este año, al siguiente, prometo que me vuelvo a inscribir, Mikey, no me gusta este curso – Recordó, internamente, que sus compañeros le miraban de rara forma y sus profesores no creían en él. – Ve el lado bueno, iremos en el mismo curso. No será tan complicado y me ayudaras si no comprendo algo.

 

– ¿Se lo dirás a la abuela?– Retomó, Mikey, su posición de reposo. – Si quieres yo... puedo "ayudar, aunque sea sólo en esto"  a decírselo.

 

– Ya se lo he dicho...

 

– ¿Se enojó?– Cuestionó interesado –

 

– Creo que no...– Una bella sonrisa por parte del pequeño, Gee le abrazó, cálido y seguro...– "pero le dolió tanto"

 

Dedos de porcelana cepillando cabellos de ceda, el castaño sucumbió ante las caricias de su hermano, un mimo nocturno difícil de resistir, Gee estaba cansado y sintió que el sueño le invadía, la respiración tranquila de Mikey le relajaba. Y la silueta en el ventanal se hacía sentirse seguro.

 

.*.

 

Ante la espera y sosiego, no es que fuesen inmunes a todo, pero la expresión de vacío en sus rostros parecía tan muerta. Subió al balcón de la forma antigua, su esencia escondida impedía sus acciones subnormales.

 

– Creo que deberíamos irnos – Porque después de eso, a pesar de los años, seguía siendo tan desagradable, por eso, el momento llegaba sólo si la necesidad era mucha y el control poco. – Ray ¿Por qué estás actuando como Matt?

 

– Bob, guarda silencio, nos escuchará. – Matt hizo a un lado al rubio, mientras él y Ray, incrédulos, ponía completa atención a lo que decían.

 

– Bob... sólo queremos saber que tanto ha cambiado Frank.

 

.*.

 

Dejó escapar sus palabras, la sombra acaricio los cabellos castaños de Mikey, la sombra de un hombre desconocido. Mítico y frío.

 

"Protección"

 

Hubo una historia, en donde las manzanas eran devoradas por los gusanos...

El árbol olvidado, fruto maldito, porque maldito era el árbol.

Un viajero piadoso... que resguardo a la más bella entre sus ropas.

Le separo del maldito árbol que le dio la vida el veneno que le hacía sufrir.

 

Viajero orgulloso, lucho contra los dioses: Miedo, cansancio y enfermedad.

Una gitana muy linda junto a un cordero, sus nombres secretos " Hambre y egoísmo..."

Y el viajero cayó en el juego, y de la manzana comió para que nadie la mordiera, y por ella murió.

 

Y la sepultado, los gusanos comieron de la carne del viajero y de la manzana dentro de él.

Y los gusanos lo entendieron, la protección no existe si se mutila un cuerpo... un alma.

Los destinos son inevitables.

 

– He tenido al líder de líderes, al puro de puros, al valiente de valientes, al más poderoso de los poderosos... y me siento vacío, necesito a alguien como tú.

 

.*.

 

La brisa extraña le hizo abrazarse más a su hermanito, Gee sintió que los ligeros cobertores eran desprendidos de su cuerpo, y el cansancio le impidió abrir los ojos.

 

– Despierta. – Dijo sin miedo, él hermanito no despertaría hasta que él no quisiese «control sobre los mortales» como en momentos de antaño, y ahora, se dio cuenta, Gee no le esperaba. – No he venido hasta aquí para ver como duermes.

 

Revolvió los cabellos que llamaban su atención, eran suaves y desprendían un aroma lindo. Y sus dedos bajaron traviesos, y de su frente a su nariz respingada... era tan especial la piel, y de la nariz a sus labios... labios rojos

 

– Fra....– Intentó nombrarle pero esos ojos avellana le dejaron ensimismado. – ¿Estás molesto?

 

Bruscamente Frank se alejó de Gerard, limpió el aroma que sus dedos recién habían adquirido, en la bolsa de su saco negro.

 

– Te dije que iría a verte ¿No pudiste evitarme la molestia de ir ahí? Eres tonto niño... ¿Por qué no me avisaste?– Los ojitos verdes de Gerard resaltaban en la oscuridad de la habitación, aún recién despierto, lució encantador a los ojos de Frank– ¿Es que acaso... no querías que fuera, no querías verme?

 

– No... yo... cuando quise decirlo, ya era tarde, te habías marchado. – Gee frunció el ceño – Me dejaste porque tus amigos comenzaba a abandonarte, no fue mi culpa, además. No me gusta que me llames niño, ya no lo soy.

 

– Claro que lo eres – Sentenció Frank mientras se sentaba en la silla vieja, en esa en la que el uniforme del menor de los hermanos lucia espléndidamente acomodado. – Lo eres porque yo lo digo ¿Entiendes?

 

– No pareces muy mayor que yo ¿Cuántos años tienes? ¿Veinte?– Gerard se desprendió tranquilamente del Mikey.

 

– En mi familia no se nos juzga por apariencia, si no por edad y créeme niño, si te digiera mi edad, ahora mismo me besarías los pies.

 

– Eres prepotente...– Dijo dudoso, Frank se puso de pie mientras Gee le observaba con esos ojos rebeldes y tiernos – Pero me agradas, y me gusta que estés aquí, que te tomes el tiempo para venir a verme... te lo agradezco mucho.

 

– Lo hago porque no tengo nada más importante que hacer.

 

– Podrías dormir ¿No?– Cuestionó, en verdad Gee necesitaba aclarar esa duda – Mikey dice que es necesario que uno duerma bien.

 

– ¿Estás dándome razones para no venir? –

 

– ¡No...!– Soltó sin importar que alguien le escuchaba.

 

– Pues entonces no hables sin pensar, ah...me molesta que seas tan tonto. Siempre lo has sido.

 

– ¿Puedo llamarte Frank?

 

– Por algo te he dicho mi nombre. – Frank se acercaba a la cama y Gee se sentó junto a Frank, cobijó antes a Mikey. – ¿No?

 

– ¿Porque eres así conmigo?– El pelinegro recargó su cabeza en el hombro de Frank... temblor y nervios. Fragancia regalada, otra vez – Tengo que saber si en verdad te agrado.

 

– Lo haces Gerard – Era un poder tenebroso, dejarse llevar por emociones y situaciones extrañas, y entonces recordó; que su planeación de saludo y temas a hablar había sido truncada. – Gerard, yo, quería preguntarte... ¿Aceptarías si yo te pidiera que me acompañaras por algún tiempo, a un lugar lejano?

 

– ¿Lejos por un tiempo...?–

 

 

— Sí, por mucho tiempo… sólo conmigo —

 

Gee pensó en la abuela y en el niño que recostado se encontraba

 

– A donde fuese, yo no podría...

 

.*.

 

– ¿Pero qué demonios estás pensando Frank...?– Se quejó Matt mientas intentaba adentrarse por el balcón, Ray le intentaba detener, si en verdad hubiese querido liberarse, Matt habría roto el agarre con facilidad – Ray... ¿Lo escuchaste...? esto está yendo muy lejos...

 

– Cálmate Matt, Frank sólo... esta confundido, ya veras, en cuanto nos marchemos de aquí se le pasará...

 

 

– Yo creo que deberíamos irnos, comienzo a sentirme mal por esto – Se viraron a ver al rubio que, sentado en las rejas del balcón, miraba la luna. Luna predispuesta... – Lo que haga o deje de hacer no es nuestro problema... deberían dejarle ser, si le cansan terminará abandonándonos... otra vez...

 

– Creo que tienes razón... llegar a espiar a Frank de eta manera, no es algo que haríamos – Ray trató de tomar la mano de Matt, pero ya no estaba... se viraron el rubio y el de rizos...

 

Matt era tan impulsivo, y para cuando Bob y Ray intentaron detenerle, él ya se encontraba pegando su rostro al cristal opaco del balcón.

 

– No te acerques tanto a al cristal – Susurró el rubio – Matt...

 

– Le acaba de rechazar – Dijo sin maldad, los otros dos temblaron de pronto. Problemas para todos..., trataron de acercarse tanto como el primero... pero eran malos para espiar, y Frank había decidido enojarse en ese momento... Frank se marchaba, se levantó de golpe...

 

... Su avance estancado... una pared de carne no le permitió pasar por el ventanal abierto del balcón, involuntariamente...

 

– ¿Qué hacen aquí...?– ojos avellana a escarlata.

 

.*.

 

– ¿No puedes o no quieres?– Cuestionó con sus ojos avellana casi clavándose en su alma.

 

– No quiero... – Gerard se levantó Frank también lo hizo. Quedaron frente a frente... y eso fue tan incómodo, los pies desnudos de Gee que encogía sus dedos por que el suelo estaba frío – La abuela nos ha cuidado tanto... es mi turno de ayudarles.

 

– "Siempre lo has hecho." Bien, de todas formas no pensaba pedírtelo, sólo era una pregunta – Y sintió ganas de llorar, un rechazo, se lamentó porque tal vez eso era muy difícil de olvidar, porque su corazón palpitaba... fuertemente, y la sensación de afición le invadía, Frank apretó sus puños, se sentía molesto, herido, había esperado otra respuesta... tal vez un "déjame pensarlo" o "a donde iremos..." pero Gee era tan poco predecible... o tal vez, él resultaba ser más ingenuo en ocasiones – Ah... es tarde, tengo que irme...

 

– ¿Te hice enojar?– Temeroso siguió los pasos de Frank hasta el ventanal – ¿Volverás mañana...?

 

– No te importa. – Las ventas se abrieron... tres aterrorizados rostro sostenidos– ¿Qué hacen aquí?

 

Frank se desconcentró, y el hechizo para los durmientes fue olvidado.

Mikey abría sus ojitos.

 

.*.

 

Y los meses pasaron, y la semilla intacta de la manzana protegida surgió de la nada.

Y la carne y la cara del viajero fueron olvidadas, su sabor y su voz.

Un nuevo árbol maldito. El viajero fue olvidado por la tristeza.

 

– "Muy blanco y muy frío"– Pensó Mikey mientras sus pupilas se dilataban y la luz invadía su ser adormilado... era momento de regresar... y hoy no había recordado el rostro de su madre.

 

.*.

 

– Yo... nosotros...– Matt trataba de solucionar las cosas, era su problema, él había insistido y convencido. – Yo... quería saber qué hacías...

 

– ¿Con qué derecho me siguen?– Gerard se acercó, los amigos de Frank parecían aterrados.

 

– ¿Quieren pasar?– Sugirió por bienestar propio, si los vecinos despertaban hablarían con la abuela. –

 

– Sí – Asintieron todos, los ojos avellana rencorosamente, humillado, furioso... fulminaban.

 

– Si quieren discutir, yo les dejo... pero... no despierten a mi hermano... por favor. – Todos con vista aguda, la cama maltrecha y las sabanas arrugadas, unos ojitos adormilados les devolvían el gesto de duda.

 

– Oye, ya está despierto – Comento el rubio, y Gee tuvo que forzar su vista para comprobar lo dicho...

 

Ahí, echo una sombra, arropado y sumiso ante lo desconocido

Despertaste de una vida que no resulta ajena

Hundido en la noche, creciste no mucho

 

– ¿Quiénes son ellos...?– Cuestionó inquieto Mikey, con su voz de hilo y sin despegar la mirada de las sombras creadas por la luz de luna. – ¿Gee en dónde estás? Tengo miedo...

 

A tropezones Gee fue hasta donde éste estaba.

 

– Amigos del trabajo. – Pidió ayuda sin mirarles, ni Matt, ni Bob, ni Ray supieron que responder – ¿Verdad?

 

– Tu debes de ser el hermano de Gee, yo soy Frank lamento si te despertamos, es que, estábamos preocupados porque tu hermano no fue a trabajar... – Comenzó a caminar hacia el balcón nuevamente...– Pero ahora que le vemos tan sano, es mejor que nos marchemos... Hasta mañana Gee.

 

– Hasta mañana Frank – se despidió el pelinegro – Adiós a ustedes también

 

– Adiós – Si tan sólo los nombres hubiesen sido mencionados, tal vez, sólo tal vez... la despedida no hubiese sido tan polar.

 

– ¿¡Gee van a bajar por la ventana!?– Cuestionó aterrado su hermano.

 

– Están acostumbrados, hacen escalerita para llegar al suelo – Se recostó de nuevo, acurrucó a Mikey intentó reconciliar el sueño...– Mikey duerme.

 

Se abrazó a su hermano de forma aferrada,

Sentía, aquella presión en su pecho y le indicaba

Que algo estaría bastante mal después.

“Frank”

 

.*.

 

Y una vez abajo, había que dejar de fingir, Frank no se tomó la molestia de mirarles...

 

– No se les ocurra seguirme, me voy solo...–

 

– Pero Frank – Matt trató de llamarle. Pero testarudo que resultaba él cuando se enojaba.

 

– Ya han hecho mucho por hoy, se quien lo planeó todo, y quien le siguió el juego, y quien vino por aburrimiento...y no me importa pero...– Tomó aire y acomodo sus cabellos traviesos, esos que le cubrían el rostro de forma protectora – Si él tiene problemas, no será sólo malestar sentimental el que les ocasione pensar en mí.

 

Atónitos, cuerpos helados y almas pasmadas...

 

– Siento que ya lo he visto todo...– Intervino de forma traviesa Bob...– Todo en esta vida...

 

– Frank nos amenazó por él...– Ray miró hacia el balcón por última vez – Y eso que le rechazo...

 

– Frank es raro pero esta vez sí se pasó... ni siquiera me golpeó, ni me correteó — Susurró Matt bastante intranquilo.

 

.*.

 

– El sueño se me ha ido

 

– Lo sentó, fue mi culpa...– Negó su hermanito mientras abrazaba el almohadón olvidado.

 

– Fue bonito despertar y saber que tienes buenos amigos Gee, que se preocuparon demasiado por ti ¿No?

 

– Ah... Yo... "Despertar y darse cuenta que se tiene buenos amigos..." si, eso creo... "¿Qué se sentiría.?"

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

(º·.¸(¨*·.             ¸.·*¨)¸.·º)
«. ·°·~*~' Ven conmigo '~*~·°·. »
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 Dereck Capitulo rápido ;) 

 

 

 

 


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