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Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 15: Felicidad a coro

 

Los vientos que fugazmente resonaban; un momento, dos segundos, tres pestañeos... ojos de vino batidos entre la espada y el desasosiego de las miniaturas plagas que dañaban a toda hora su mente encerrada.

 

Tendido sobre la nada o de pie memorablemente,  hacia tanto tiempo que no ofrecía una sonrisa bonita a alguien ajeno.

 

– ¿Tengo él trabajo?– Cuestionó mientras elevaba la vista, gesto suave. Exhaló de mala gana ante el movimiento negativo. – Gracias de todas formas.

 

– Conozco a alguien que necesita ayudantes ¿Te interesa?

 

– Por supuesto – Gee recogiendo migajitas sin exclamar protestas, el señor señaló, ansioso porque el jovencito se retirase, el lugar sugerido – Gracias de nuevo.

 

Se despidió con una inclinación casi invisible, corriendo, sus piernas esperanzadas daban más de lo que nadie creyó. Entre sus labios la onomatopeya, plagio del risueño sonidito de la campanita que anunciaba un nuevo cliente.

 

– En qué puedo... – La dueña se viró entusiasmada...– ah, niño eres tú.

 

– "Por supuesto..." Señora yo...– Cuanta fingida humildad en ese niño, pensó la mujer, antes prepotente y malo «las almas no cambian su destino en un cerrar de ojos» – Yo... estoy buscando un empleo y...

 

– Aquí no lo vas a encontrar – Cortó tajante ella, él no tuvo más remedio que bajar la mirada... los intentos fallidos eran ya demasiados pero aún no quitaban el aliento. – No es que no necesite alguien que me ayude, pero no me da la gana tener a alguien como tú aquí. A nadie le gustaría verte mientras me compra.

 

– Gracias, de todas formas... gracias. – Un suspiro que elevó su pecho, era triste escucharles, aún más desagradable reprimirse.

 

Caminó sin rumbo por las calles apedreadas, lindas y rojizas piedras que gastaban sus zapatos viejos, elevó sus manos un tanto, manos cubrieron su pecho, manos blancas examinadas por esos ojos verdes. Desprecio, perdición, catastrófico pensamiento.

 

La honradez inculcada caló en sus huesos, si tan solo todo fuese tan fácil como mirar un punto cualquiera, hacia donde fuese, los puños cerrados a nivel de su pecho.

 

Caminó otra vez... a paso lento y mirada perdida.

 

.*.

 

Un vagabundo que reconquistaba su mundo. No más historias tristes, un cuento para despistar a los profesores, para hacerles creer que lo que gira no es el mundo, sus ojos detrás de cristales rayados, atento a la clase del profesor, comenzó a encerrarse cada vez más, sus mejillas, anteriormente sonrojas, lucían tremendamente descoloridas.

 

El proceso de la vida, las pequeñas y diminutas formas, sin alma ni buenos deseos, poco entendible, el profesor entusiasmado; escuchar debatir a los alumnos sobre su clase era emocionante, mucho que lo era. Decir y aclaraba teorías que se convirtieron en leyes, hasta ahora sólo ideas promiscuas, Mikey pensó, por primera vez que el mundo no tenía una razón tan clara, almas y paraísos, él siempre lo entendió de aquel modo, silencioso y confuso, miraba como sus compañeros aceptaban con los brazos abiertos las ideas del profesor.

 

Y no es que cuestionase todo. Generalmente se reprimía de hacerlo, pero... el profesor lo decía tan deliberadamente... indirecta forma de, sin desearlo, contradecir las cosas enseñadas por su madre... hacia tantos años.

 

– ¿Alguna duda?– El mundo no giraba, era su vista en busca de alguien que se mostrara un tanto confundido, como él... pero, nadie, ni una pizca de desconcierto en el rostro de sus compañeros – Bien, pueden irse.

 

Sus cuadernos y libros de regreso a su mochila, suspicaz la mirada, más de un compañero se despidió de él con alegría, Mikey estaba confundido, pero nunca, jamás, haría desaire a cualquier persona. Cuando salió del aula ya muchos platicaban y reían, él seguía pensando. No quería dudar, ni siquiera pensar más en eso...

 

– Mikey, ¿Estás esperando a tu hermano?– Cuestionó la misma chica de siempre, un tanto más confiada, resultaba ser que el castaño era muy buen oyente, y ella tenía tanto que contar – ¿Puedo esperarle contigo?

 

Asintió afirmativamente a las dos cuestiones, porque todos comenzaban a alejarse y no quería esperar el tiempo indefinido a su hermanito mayor.

 

– ¿No te llaman la atención? Por llegar tarde a casa – Ella mostró un gesto desconocido, una sonrisa gastada – ¿Nadie viene por ti?

 

– No..., mi madre trabaja y no puede y yo... yo adoro irme sola a casa. Es algo... lindo. Y al llegar a casa, el silencio me mese. No hay nadie que me rete.

 

– ¿Algo lindo?– Pensó, que también era lindo regresar a casa junto a su hermano –

 

– ¡Mira Mikey... ahí viene tú hermano!– Apuntó con su dedo índice la niña, y jugó ella a imaginar por segundos: "Vienen por mí" y entonces sonrió con más fuerzas, Mikey también lo hacía, y el chico de azabache cabello lo hacía aún más fuerte. – Párese contento...

 

– Sí... mucho, sabes, él es tan bueno...– Jaló sin presionar demasiado de la mano de la niña, él, jovencito demasiado inteligente... callado y temeroso, conformista tal vez un poco... ¡no!, demasiado, pero inteligente al fin.– "No puede ser tan bueno andar solo..." Y tú me agradas demasiado. ¿Quieres venir con nosotros a casa? Mi abuela cocinara, también, hoy.

 

– ¿Me estás invitando?– Por supuesto que lo hacía, Gee les dio alcance, evitó tener contacto con Mikey, y con su amiga, estaba contento pero tendría que llegar primero a casa, para limpiar su cuerpo, para no oler tanto a...

 

– ¡Mikey, tu hermano tiene mucha suerte! — Presumió Gee orgulloso — Encontré trabajo en el primer día de búsqueda. No pagan mucho pero me dan tiempo para venir por ti y llevarte a casa.

 

.*.

 

Hacía ya mucho tiempo «recordó»: era un niño muy simpático, la gente le miraba de forma linda, y su madre le tomaba de la mano con cariño, caminaban el día en que todos colocaban en la banqueta su negocio, pescado, pollo, dulces, juguetes, lindos hombres y lindas mujeres todos mucho más amigables que en estos tiempos, antes plazoletas y risas, hoy... un jovencito caminando por las calles vacías.

 

Se alejó un poco de los negocios conocidos, había pasado más de media hora el local del boticario, último en su zona pobre. Cambiando de aires y rostros, las calles rojizas tomaron tonos más grises y azulados, el inicio de paraíso en su propio mundo de gloria. Infierno para otros.

 

– ¡HEY CHICO QUITATE...!– Se quejó un hombre de piel oscura, Gee con ojos intensos le miró sin malas intenciones, nunca había visto en toda su vida un hombre con la piel tan pigmentada, ni un tono tan oscuro concentrado en todo el cuerpo. Ni con una cabeza tan desprotegida del frío, sin cabello brillante y dañado. –

 

– ¿QUÉ NO LE ESCUCHASTE, NIÑO, QUITATE?– Se quejó otro hombre, con el cuerpo húmedo, era alto, habla distinta, un acento extraño, cabello rojizo. Gee sonrió de pronto. Un desfile de hombres desconocidos le gritaba palabras no muy elegantes. Estorbaba, entendió al fin, pero no dejó de mirarles.

 

Segundos y minutos, parpadeos incontables. Muchos demasiados, seguramente.

 

– ¿Qué estás haciendo aquí niño?– Cuestionó el hombre de piel oscura.

 

– Estoy buscando trabajo...– Soltó bastante en confianza. – ¿Usted sabe de alguno?

 

Él hombre le miró de la cabeza a los pies, no tenía pinta de ser muy resistente, mucho menos responsable, además... ese tono "Verde rebelde" en sus ojos le incomodaba.

 

– No lo creo. No darías el ancho. Niño, mejor márchate, tus padres estarán preocupados, deja de jugar al rebelde y regresa a casa.

 

– Pero… necesito el empleo – El pelinegro se aferró al brazo del mayor.

 

– No, conozco a los de tu tipo, escapan de casa, juegan a ser independientes y en menos de un mes regresan llorando a brazos de sus padres. No, veté. Además esta zona es peligrosa, eres nacional y por estos rumbos los de tu tipo, no encajan.

 

– «En ninguno realmente» Pero...

 

– ¡Largo!– Gee vaciló en mover sus piernas, la mirada oscura del hombre, voluntariamente calvo, espantaba. Sus orbes, no tan extrañas como la escarlata de Frank pero... espantaba al fin.

 

– ¿Ocurre algo Irick?– La voz del hombre a espaldas de Gee resultaba dulzona y triste

 

– No, nada, este chico que...

 

– Busco empleo – Interrumpió al hombre oscuro, giró su cabeza, lo había imaginado, el dueño de esa voz tenía que ser un hombre de semblante armonioso. – ¿Usted sabe de alguno?

 

– Niño, ¿No deberías estar en la escuela?

 

– Yo... en verdad necesito un empleo. – Gee fue inspeccionado nuevamente, sí, el hombre mayor hacia esfuerzos, no veía nada en Gerard que pudiese interesarle –

 

– Mira, te lo seguro, que si sigues buscando lo encontraras – Gee parpadeó varias veces, aquél hombre le había rechazado de una forma tan sutil que sintió deshacerse de alegría. Pensó, que a él le gustaría, algún día, cuando fuese ya muy viejo y canoso, llegar a tener la sutileza de ese hombre.

 

– Bien, gracias – La inclinación aprendida, su madre no le había educado en vano... a él tampoco. – Y a usted también.

 

El hombre y el viejo le miraron expectantes, y Gee sin decir más se fue, un poco menos cansado, más animoso.

 

– Ese niño es extraño – Dijo el hombre de piel oscura, el hombre mayor sólo afirmó. – ¿Cree que haya huido de casa?

 

– No tiene ropas finas, no lo creo... tal vez en verdad necesitaba el empleo.

 

– Me da lástima – Irick miró al anciano, comenzó a alejarse cuando la voz del mayor resonó como una orden no muy bien aceptada.

 

– Si tan sólo le pudiésemos ayudar... ¿Por qué no vas y le dices que no ofrecemos mucho?

 

– Él no podría cargar.

 

– Pero podría ayudarme a mí, mis manos son viejas, ya no soy tan ágil.

 

La neblina densa pero intocable, y las cosas que se cuentan ocurrieron de la forma más tonta que alguien pudo imaginar:

 

Corrieron tras de él, que estaba más conforme con su día.

Le aclararon unos puntos, él con una sola petición.

Aceptaron, el día de prueba, el hombre mayor, le enseñó sólo una cosa.

Quitar escamas, cortar cabezas y colas, abrir en dos; órganos afuera.

Gee casi que vuelve el estómago en su primer intento.

«Estas son cosas que se aprenden» Dijo el viejo.

 

Pero Gee no se sintió tan a gusto... una hembra con retoñitos entre sus manos... y se dijo: “Que era una crueldad matar y alimentarse de otros...

 

... y entonces ¿Morir de hambre?

 

No, era un poco despistado y no entendió sus propias palabras.

 

El trabajo terminado, se dijo, miró el reloj "cucu" en mal estado, sucio y con manecillas casi inmovibles, la hora esperada, pidió permiso al nuevo jefe, era hora y él estaba algo impaciente.

 

– ¿Puedo marcharme? mi hermano está por salir y...– cegado amor, el mayor nuevo jefe le sonrió – y no le he dicho que no iría por él.

 

– Todo por hoy – Dijo Pippo, el nuevo jefe – Has trabajado duro, tienes el puesto, mañana procura venir más temprano.

 

– Sí claro, gracias. – Irick les miraba, señalado en una butaca vieja reposaba en silencio – Adiós a usted también, gracias.

 

Con el mal olor en sus prendas, se deslizo por las calles, presumiendo ante los que le rechazaron, buena suerte y rostro amigable, tenía trabajo.

 

A lo lejos, su hermanito y su amiga. Se encontró con ellos, caminaron de regreso a casa, no entendió por qué ella no se separaba de ellos en el cruce de calles, no le desagrado la idea, no cuestionó nada. Caminaron juntitos, y a pesar de eso, Gee evitó que su hermano le tocara. “Porque su uniforme era bonito y no quería ensuciarlo"

 

– Abuela hemos llegado – Gritó Gee a la abuela, salió a recibirles, miró expectante a la chica – Ella es una amiga de Mikey.

 

– La invite a comer – Sentenció él menor, ella sonroja. La abuela un poco incomoda, había comida sólo para tres. –

 

– Ah... mucho gusto, Mikey, ofrécele algo. Té tal vez....–

 

– Sí, sí... ¿Quieres sentarte?– Cuestionó. – ¿Te traigo té?

 

– No gracias Mikey

 

Gee les dejó hablar, a la abuela, la niña y su hermano. Corrió hasta donde su recamara, tomó algunas prendas, las adecuadas para salir en unas horas hacia la tasca.

 

Fue una tarde agradable, más después de varias horas acompañó Gee a la niña hacia el cruce de calles, ella no temía a regresar sola a casa. Gee habló con ella intentando olvidar por esa noche la sentencia silenciosa que su abuela le había enviado antes de salir de casa, sentía preocuparle tanto pero era por el bien a todos, la felicidad que a coro todos pedían. Y eso era bueno, desear ser feliz, estar bien... se dijo: "Buenas noches Mikey"

 

Noche esperada... ¿Volverás mañana...?

 

Y mañana, y mañana, y mañana tres días pasando... ¿Y mañana?

 

No resulta nada tan fácil

Mientras tú ríes alguien más sueña

Y puede, que ni bueno ni malo, este confundido

El último encuentro ocasionó la ruptura interna, esa que duele

A nada a que recurrir, sólo esperar, mira el tiempo pasa, tú cambias...

 

... pero él no.

 

.*.

 

Entre las sabanas, los ruidos de los que no estremecían y en la noche, su vida, sin ganas, confundido, entre el recuerdo y el olvido, pensaba en lo que trató de evitar demasiados, muchos, años.

 

Él no podía simplemente sonreír, ni fingir que fingía... trató de mil maneras explicárselo y arrebatadamente decidió alejarse de todo.

 

Lo entendió cuando les vio tan atentamente, habían discutido, él no supo defenderse, lo dicho se había dicho y sus sentimientos encerrados luchaban por salir, le apreciaba, y más que eso, le había ofrecido viajar junto a él. Sin derecho y sin ser sinceros lanzó una oferta... pero Gee no había aceptado, tal vez por un difícil presentimiento.

 

"Adiós"

 

Dicho de sus labios rositas, y dolió, dolió... dolió. Porque Gee no entendía, era tonto, se dijo: "es tan extraño".

 

Y ahora, he aquí al gran Nosferatu llorando por que ha sido despreciado, porque sus iguales se habían preocupado. Ellos, curiosos y niños entre los grandes, sin culpa ni conocimiento, esta es la lección aprendida, nunca debió de haberse acercado a ese niño.

 

– Frank... habré la puerta... por favor – Detrás de la puerta, Robert se mantenía atado a una sombra que siempre había permanecido cerca de él. – Frank; Matt y Ray se han marchado... les han encontrado, pero sin ti y sin mí no pueden. Acaba con esto, vamos... después de todo no habrá porqué volver aquí.

 

¿No hay por qué volver...?

¿No hay por qué regresar...?

Y el motivo para marcharse.

 

No quiso pensar, no mucho más de lo que ya lo hacía, se enredó en las sabanas, sus almohadas mojadas, y su triste no—vida realmente extraña.

 

– Frank, sal ya...

 

.*.

 

Acababa de despachar a su primer cliente, trató de ignorar las miradas de las chicas y su jefe.

 

– ¿Por qué no ha venido tu amigo?– Cuestionó el jefe bástate enojado – Seguro sigue molesto por que vino y no estabas.

 

– Sí, seguramente – Respondió Gee.

 

Días atrás había comparado a Pippo con este hombre, el que decía quererlo como un hijo... Pippo no gritaba, ni le hablaba mal, mucho menos presionaba con saña su brazo.

 

– Si perdemos ese buen cliente será tu culpa, te lo descontare. – Gee le miró fijamente a los ojos, se sentía tan confundido... y a pesar de todo, no quería resultar tan malagradecido.

 

– Tal vez sea mi culpa... es justo. – Continuó con su trabajo, las copas se sirvieron y sus paquetitos como pan caliente hacia los hambrientos clientes, miradas en él, ninguna era intensa y limpia; los clientes le miraban sin pudor – "Seguro es mi culpa."

 

.*.

 

Ray y Matt, se miraron fijamente, todo esto estaba relativamente mal. Frank ocasionaba problemas.

 

– Nosotros solos no podemos Matt... ya deberías de saberlo.

 

– Maldición, y justo ahora "él" decide actuar así..., ¡bah! solamente le espiamos y aquel es sólo un niño huérfano pero tiene hermano y abuela ¿No es eso mucho pedirle a la vida? ¿Qué hay en él que le tiene tan en suspenso?

 

– No podría decírtelo. – Se giró y siguió su camino, el trabajo por hoy estaba concluido, habían localizado la madriguera y al padre, sólo había que esperar. Lo demás estaba predicho, eliminar a todos era lo justo. — No soy Frank

 

– Estoy cansado de esto – Matt era más rápido que Ray y la zona era la misma, corrió y los parpadeos no dejaron de medir la distancia... – ¡Voy a acabar con el problema!

 

.*.

 

No muy tarde, hoy primer día de la semana, el negocio cerraba un poco menos de madrugada. Gee ayudó a las que le miraron con cansancio, él incluso parecía más vivo que ellas, y todo fue un error, se despidió como en todas ocasiones, la que siempre sonreía le entretuvo más de lo querido.

 

Salió del local, y una brisa le anunció que sus pasos no deberían de ser tan fuertes.

Y él sintió que debía de ir más aprisa. Intentó ser más cauteloso, Gee dio vuelta en un callejón y ese fue el último recuerdo.

 

Dos sombras en la calle, una con esencia triste, la otra rabiosa.

 

– ¿Y ahora qué planeas hacer? – Cuestionó y sus rizos fueron tomados entre las manos de Matt, que detuvo su paso de pronto.

 

– Derramar su sangre para que Frank no se confunda. – Los ojitos castaños del oyente se abrieron desmesuradamente. Gee yacía sobre el hombro de Matt y Ray intentó arrebatárselo. – No seas tonto Ray, lo voy a llevar con "él" para que esta bobería acabe.

 

.*.

 

Cuando ser bueno se volvió un obstáculo triste, siniestro y malvado. Hay un mundo detrás de todo lo que se puede ver y lo que se oculta toma la forma de pequeñas motas invisibles.

 

Verdad y difícil modo de solidificar los sentimientos de confusión, lágrimas nocturnas que dicen adiós a la creación. Gotas vertiéndose de los ojos a las mejillas sonrojas, y el sollozo, nada es tan fácil nunca.

 

Acurrucadito en su cama, ni siquiera las sabanas cubrían el frío en el corazón porque eso sólo con imaginarios arrumacos de confianza se logra. Ante los rayos lunares comenzó a perder la conciencia, entre lágrimas y murmullos de otros mundos. Se quedó dormido, él, la noche y sus interminables sueños extraños... ahí donde el tiempo no se presentaba sin ser invitado, donde todos llegan, de donde todos vienen. Ese era su don, el dado, no era alegre en exceso, ni valiente ante toda situación ambientada..., pero entre nubes y viento, comprobado, él podía encontrar algo más que nubes y viento

 

– No mires para atrás pequeño – La misma voz que le invadía, noche tras noche. Mikey era inquieto y curioso, demasiado infantil para mantenerse atento al hombre de semblante amistoso que en sus sueños había irrumpido –  

 

Y miró hacia atrás, a lo lejos, el paraíso familiar, escuchaba la risita triste de su madre, sentía él, que comenzaba a alejarse... separarse después de muchos años, y una frontera falsa miles de pasos más atrás, los Árboles mal formados que gritaban por su liberación bajo el cielo umbrío, donde antes no había deseado regresar. Y pasó a través de los años sin darse cuenta, era el destino o su nuevo consejero, no lo supo, no le importo... mientras alguien le contara algo, de noche, para no perder la costumbre y el sueño, todo estaba bien.

 

– A lo lejos están todos... ¿Por qué no lo entiendo...?

 

No tiene caso que lo explique, no necesitas saberlo, te han enseñado buen saltimbanqui que sólo tienes que sonreír..., que no todo tiene solución, niño sol... Aprende, desde hoy, a no mirar hacia atrás.

 

.*.

 

Se sintió obligado a abrir sus ojos verdes...

Tres cuerpos casi empinados, él recostado, ellos de pie con ojos abiertos de par en par...

 

– Eres tan mortal...– Matt se arrodilló para mirarle de frente, Gee trató de erguirse, difícil si una mano con semejante fuerza presionaba su pecho. – Te trajimos para que hables con Frank, está molesto desde el día que fue a tu casa, es tu culpa, tú solucionalo.

 

Gee pareció meditar las palabras mientras se soltaba del agarre de Matt.

 

– ¿Frank está enojado? ¿Él les mando por mí?– Cuestionó interesado –

 

– No – Respondieron al unísono los tres presentes.

 

– Él ni siquiera nos ha hablado. Por eso queremos que tu hables con él – Gee miró al chico de los rizos, entre todos, era quien más pasivo se veía, – ¿Crees que podrías hacerlo?

 

– ¿Y por qué creen que conmigo si hablaría? ¿Qué tengo que decirle? Apenas si le conozco y yo... creo que no es buena idea, además... ¿Cómo me han traído hasta aquí? ¿En dónde estoy...? Ohhh… pero que irresponsables son, ni siquiera preguntaron si tenía algo que hacer... ¿Qué hora es?– Sus ojos recorrieron las paredes tapizadas, no había ningún reloj, se giró a seguir inspeccionando, había algo en ese lugar que no cuadraba. Tan frío y sólo...– ¡Tengo que ir a dejar a Mikey al colegio y después al trabajo, no soy tan unido a Frank como para que me reciba, y si está molesto lo mejor es que me vaya!

 

– Oye niño, no digas tonterías... fuimos hasta allá por ti, no puedes hacernos esto – Matt le rodeó, Gee terminó por inquietarse y poniéndose de pie, corrió hacia el marco del recibidor, que imaginó; le llevaría a la salida. – ¡Hey! a dónde crees que vas.

 

Matt estaba algo enojado... demasiado para ser él mismo. Velocidad parpadeo, una ráfaga humana que impidió el paso a Gee...

 

– ¡Ah, ¿cómo has hecho eso...?!

 

– Ahora mismo sube y habla con él. – Matt le tomó de la muñeca, sus ojos dorados daban miedo.

 

– No, suéltame..., suéltame...

 

– Si no lo haces por voluntad, te juro que te llevó con él aunque sea por partes...– Chilló, y jaloneo demasiado a Gee.

 

– Matt, basta, suéltale ya, si no quiere no podemos obligarle. – El aludido miró a Ray con una risa burlesca, pensaba que algo planeaba Ray, algo que seguramente no era bueno.

 

– ¡No, le esperamos demasiado, para que, por un caprichito, le dejemos ir!– Gee seguía jaloneado, no era berrinche, por dios que no lo era, tenía miedo, su voz resultaba demasiado gélida como para tratarse de una discusión... un mal presentimiento, su último intento...

 

– ¡No quiero, no quiero...! – Enterró sus uñas en las manos de Matt, el de las pupilas brillantes y doradas se viró, y le vio directo a los ojos. Gee hechizado y confuso... sintió que su alma salía del cuerpo portador... y las protuberancias blancas encajándose en los labios del castaño que le sostenía terminaron por dominarlo.  

 

— ¿Qué te pasó? — Lagrimas se asomaron por sus ojos. — Juro que subiré, lo juro en verdad, voy a hacer lo que me digan... pero suéltame.

 

Y Matt le soltó porque una puerta había sido abierta... allá arriba, allá donde importaba, fue cuestión de segundos... el chiquillo lloraba, mucho y temblaba y comenzó a desprender un aroma desagradable; ternura y amor... y los parpadeos de nuevo contaron de forma retrospectiva. Matt fue lanzado hacia la pared más cercana y unos protectores brazos rodearon al niño que temblaba...

 

– ¡¡¡ ¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTÁN HACIENDO...?!!! ¿Qué le hicieron...?– La mirada escarlata pedía una explicación... secó las lágrimas del rostro porcelana, cogió a Gee entre sus brazos... y Gee no reaccionaba...–¿Qué te han hecho Gerard?

 

.*.

 

Su último suspiro fue dado, cuando dejó de escuchar los golpes en la puerta de su habitación, sin ganas de siquiera responder... un extraño aroma invadió el ambiente y se dijo: «No me puede estar pasando esto a mí»

 

Señora noche:

Deja por favor de atormentar a las almas que confunden el aire con el aroma deseado...

¿Es él, que está oculto para que no le vea,  o soy yo, quien quiere verle desde este mundo lejano?

 

Escuchó un murmullo, palabras sin sentido, sus agudos sentidos incapaces de percibir el significado de lo dicho, lo dicho he dicho.

 

Era él, con su rebeldía a flor de piel, negándose a un trayecto, y la voz de Matt, y la de Bob, y Ray... sus ojos se abrieron, aquel color escarlata le llevaba a lo que se había negado a sentir...

 

Mundos separados que se unieron para ser más capaces. Con furia salió de la habitación... y bajó las escaleras, a sus pies un chiquillo llorando, y un nosferatu igual a él, dispuesto a hacer lo impensable.

 

Lo más importante: apartarle de Matt. Le abrazó con recelo, y el temblor ajeno se volvió tan propio..., cuestionó y nadie que respondía, y abrazó más a ese niño...

 

– ¿Qué te han hecho, niño tonto?– Decía, y los demás le miraban marcharse... subir las escaleras de nuevo, ir directo a su habitación. Encerrarse nuevamente... pero esta vez con Gerard en brazos–

 

– En su mundo, es tan tonto y ese niño... es un llorón, demasiado ingenuo, todavía – Matt sentado en el suelo, recargó su cuerpo a la pared con tapizado romántico. –  Pero... está bien. Tiene que llevarle a su casa, tendrá motivos para salir y alimentarse, y cuando llegue, hablaremos con él. ¿No?

 

Ray y Bob asintieron. Y se dejaron caer en el sillón

 

– Eres un estúpido Matt – Se quejó Ray con el miedo contenido, un nudo en su garganta y sus ojitos bajos – Hiciste enojar a Frank...

 

– Lo que pase, es lo importante. Además... no tienes por qué preocuparte, entre Frank y yo, lo único diferente es la forma... lo de adentro es igual.

 

– No vuelas a hacerlo...— Murmuró Ray

 

.*.

 

Luz de luna alumbró inteligente, y la habitación con un ambiente más nítido, ellos, y la luz, y la luna y uno muy seguro, uno temblando entre sueños... el otro pensando en su gran decisión

 

Añoró por bastante tiempo el rostro apacible del pelinegro...

 

– ¿Que te has hecho, hueles extraño...? – acercó más su rostro a las manos de Gee inconsciente...– ¿Qué me has hecho, siento algo raro...? "Por ti..."

 

De las manos a su rostro de niño, y sintió morirse Frank, porque se sentía tan angustiado. Porque ellos nunca eran felices... y Gee no iría nunca con él, Gee tenía una vida, una abuela y un hermano, Gee nunca aceptaría y no se atrevería, nunca a forzarlo.

 

 

Era tan hermoso todo... y pensó un instante... y las ideas le ilusionaron.

 

Y se dijo: "Gee jamás irá conmigo..."

 

Y se dijo: "Yo podría no alejarme de él..."

 

Frank respiró del mismo aire, compartiendo, sólo esta madrugada, un sentimiento post-confusión. Gee no se enteraría, Gee no tenía razón para enojarse. Cerró los ojos... y su respiración nunca antes igualada, como un gélido manto de muerte. Los escalofríos previos... y sus labios rosas dejaron la lejanía que antes se pudo haber sentido... y los labios rojos rozaron el paraíso, y en la unión de los sueños, una sonrisa boba para el Nosferatu.

 

Y como Gee lo había pensado, "él" "señor" "Frank"... era un ser de Elite, fijando su inmortalidad y su dedicación a un niño que indirectamente había decidido no acompañarle hasta el final de los tiempos...

 

... un niño que conoció una noche de lluvia... y que nunca logró olvidar.

 

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi«´¯`·.¸¸. °¤|

 

 

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Capi dedicado a  Dereck , gracias por seguir las actualizaciones ~ 

 

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Próxima actualización 

 

Cap. 16: Creador, padre apócrifo. 

Estaba en la cima de la mansión en llamas. Y su voz viajo por el viento... sus labios no se abrían pero los pensamientos eran dirigidos hacia el Nosferatu... corazón de piedra.


“Él niño de ojos verdes te delato... era tan hermoso... pero... lloraba mucho.”

 

 


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