Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cap. 17: Segundo Adiós. II

 

***** PARTE DOS *****

«SOY YO, GEE» 

 

 

Gallinitas vecinas anunciando un nuevo amanecer.

 

 – ¿A dónde vas? – Cuestionó entre las sombras – No has dormido nada...

 

 – Tú tampoco. – Sentenció Gee con una sonrisa, Matt también sonrió, ese niño inocente pero inteligente, no mucho pero lo necesario para ser mortal – ¿Es que no tienes sueño?

 

 – Es exactamente eso, yo nunca lo tengo – Matt confesó entre sonrisas y palabras a condigo – ¿Y tú, tampoco?

 

 – No, yo... siempre, pero, me acostumbre a dormir poco, además... tengo que ir a trabajar. Tengo un jefe, se llama Pippo.

 

 – Ese no es un nombre – Gerard comenzó a prestarle más atención mientras vestía con prendas gastadas y viejas.

 

 – Ya lo sé, Frank me lo dijo. Pero Pippo dice que ese es su nombre, su esposa muerta le llamaba así, olvido su nombre por eso. Dice que Pippo es mejor  – Ahora Gerard comenzaba a cobijar sus pies con las calcetas viejas. Matt se sentó en el suelo, le miró atentamente.

 

 – ¿Y en la noche qué haces? – El pelinegro abandonó su tarea completamente. Mordió su labio inferior. Se guardó su secreto, muy dentro de su corazón.

 

 – Sirvo copas a los clientes de ellas.

 

 – ¿Sólo eso? – Gee negó con la cabeza. – No te creo.

 

 – Yo... soy malo. Me dedico a hacerle mal a la gente.

 

 – ¿Frank sabe qué es lo que haces? ¿Y tú hermano? – Entonces Gee entendió, suspiró y comenzó a platicar con más confianza.

 

 – Mikey no sabe, ¿Podrías mentir por mí? – Cuestionó intranquilo

 

 – ¿En qué?

 

 – Si Mikey pregunta... ¿Podrías decir que soy cargador?

 

 – ¿Cargador? No tienes la pinta de serlo. – Matt era una mezcla de Mikey y Frank, pensó el pelinegro. – Aun así, no me importaría mentir por ti.

 

 – ¿Lo dices enserio?

 

 – Sí, pero tengo una condición.

 

 – ¿Cuál? – Comenzó a poner más empeño a sus pies que se enfriaban. –

 

 – Cuéntame... ¿Cómo haces mal a la gente?

 

 – Yo...

….

 

 – ¿A dónde se ha ido? – Matt parecía poseído, lleno de coraje y cólera. Apenas un descuido, Bob sostenía al castaño metros más adelante, y él, que debía cuidar de Gee, no lo hizo, un arrebató de la briza. –

 

 – ¿Y él? – Cuestionó Robert al verle con las manos vacías. –

 

 – Yo... no lo sé. De pronto, desapareció –Los dos titubearon. –Voy a regresar con Frank, tú ve de prisa...

 

 – No quiero irme sólo con él, no me agrada. –

 

Por qué lloraba mucho, se quejaba, había dejado de patalear pero... era tan frágil que le causaba miedo. Matt le miró por ternura "Sólo por Frank" y Bob puso los ojos en blanco por milésimas.

....

 

.*.

 

 – El niño es responsable, es una noche muy saturada. Su trabajo amerita el esfuerzo.

 

 – ¿En dónde estás? – Frank de forma frágil le seguía el juego, Ray trataba de encontrarle... tan perceptible que era y en esos momentos no podía hacer nada.

 

 Estoy, en donde quiero estar... hoy concretamente con el niño que cuidas. ¿No me crees? ¿Por qué no averiguas que tan cierto todo? Te espero, el niño también te espera Anthony...

 

 – Raymond, dice que le tienen, a Gee – Los ojitos avellana era un mar de cristal fundido.

 

Tenía miedo.

 

 – ¿Y tú que crees? –

 

 – Que sí...

 

.*.

 

Alcohol, hombres que se creían sementales y actuaban como monstruos. Un jefe interesado, una anciana amargada, una señorita que sonreía a todos porque nadie le sonreía a ella, y muchas más niñas que simulaban ser mujeres.

 

 – ¿Qué te ocurrió en el rostro Gee? – Sobó la mejilla del chico, mientras este servía los tragos para los clientes de ella. – ¿Te peleaste?

 

 – Me lo hice durmiendo. – La chica suspiró, Gee mentía, se encogió de hombros y tomó la charola. Gee solito miró hacia las mesas acomodadas, un hombre más que sombra, Gee entendía, que algo no estaba completamente bien, le parecía un sueño, una laguna mental, recordaba haber llegado a casa, bañarse con insistencia y llegar al negocio. Nada más eso.

 

Y sentía que algo faltaba.

Y sentía que a alguien había perdido.

 

Miró a las chicas, contonearse de un lado para otro, con vestidos ceñidos y escotes pronunciados, suspiró por sus vidas... y se cuestionó, ¿Cómo sería vender algo tan preciado? No se imaginaba en semejantes sacrificios, ni a personas que pagasen por él, no quiso pensar más, se aferró al borde de una sillita, y entonces el rechinar de la madera al lado suyo le hizo titubear.

 

 – ¿Por qué demonios estas aquí? – Y sus ojos verde inocencia fueron opacados por la inconciencia... aún de pie, frente a frente con el Nosferatu más codiciado. La sombra se contuvo en reír... sus labios en el mismo movimiento que los labios del niño pelinegro.

 

Control mental.

He aquí los poderes de seres inmortales, esos que en fantasías y mitos se han de temer.

  

 – Yo... Frank, lo siento, tenía tanto miedo por ti y tus amigos me dejaron ahí en la calle... yo... no quise volver a casa y aquí hay demasiada gente, perdón... perdón...

 

 – ¿Y Matt y Bob...? ¿Qué paso con ellos?

 

 – No lo ... yo...

 

 – Voy a buscarlos – Afirmó Ray, no quería que el niño se quedase solo, y mucho menos llevarle con él – Frank, te quedas con él.

 

Vio al chico de rizos marcharse, y Frank permanecía inmóvil.

 

*Mi corazón, mi amor

Una palabra y se ha ido

 

 – Pensé en muchas cosas – Comenzó a decir Gee mientras jalaba de la mano derecha de Frank, las chicas en el lugar le miraron dudosas, furiosas y confundidas. Gee comenzaba llevar a su amigo de ropajes suntuosos hacia las habitaciones. Gee un tanto mareado, las palabras brotaban solas de sus labios, y de sus labios a su corazón... todo era tan cierto que tuvo miedo, de no haber notado cuan vulnerable se veía al lado de Frank.  –  Quierodecírtelo todo...

 

 – ¿De qué estás hablando? – Preguntó una vez que a una habitación grotesca, con aroma a sexo y desventura – ¿Qué te ocurre?

 

 – Yo... comprendí algo hoy, tuve tanto miedo, la abuela parecía tan extraña y tú me salvaste, eres tan bueno que... yo... creo que... fue inevitable. Me siento tan sucio porque no me has dado nunca motivos... yo... – Sus manos manipuladas despojaron de su cuerpo el gabancito, y las velas su única compañía... Frank le miró atónito y Gee seguía, con la mirada baja y las lágrimas a flote... – Yo soy tan malo... cosas malas hago...

 

*¿Cómo me puedo acercar a ti?

¿Cómo puedo yo, el tonto?

La belleza no puede ser vista, solo besada

 

Frank apretó sus puños fuerte... y las prendas de Gee cedían, la camisola blanca dijo adiós... sus pantalones y lo que seguía, pies desnudos... y no pudo soportar tanto, Frank se arrojó hacia la cama, tomo de ellas una manta vieja, y cubrió el cuerpo desnudo, pensó que todo era un sueño, ni una pizca de realidad, pensó: No podía ser nada tan perfecto.

 

* Tengo tanto amor que dar

Estoy enamorado

Enamorado de ti

 

Gee dejó que las sabanas gastadas cayeran al suelo, y sintió un pequeño temblorcito en su cuerpo intacto, nadie le había visto nunca a la luz de las velas, Frank enmudeció y sintió que sus ojos se opacaban. Despertaba el Nosferatu hambriento, tanto que no notó el disfraz de la sombra que incitaba a Gee a hacer sus movimientos deseados un poco más adelantados.

 

 – Yo te quiero... – Sentenció el menor mientras se acercaba hacía el Nosferatu anonadado, paralizado... intranquilo.

*De tus palabras, tu rostro

Tu respiración, tu tacto.

 

 – No Gerard…  –  Pero Gee no hacía caso, le rodeó con cautela, sus manos ligeras se aferraban al cuerpo de su único amigo. Tan cálido y hermoso. Quiso dar tres pasos hacia atrás, y pestañar tres veces más para que la irrealidad de los sucesos indebidos, fuesen menos dolorosos.

 

 – No me digas eso... no lo pidas, me duele tanto – Llevó la mano ajena al propio pecho descubierto... infantil pecho que subía y bajaba de forma traviesa. Gee estaba agitado y Frank sintió bajo la palma de su mano, los pezones de Gerard endurecerse por sus manos frías  –  Si me pides que me aleje me duele tanto. ¿A ti no te duele... alejarte de mí?

 

 – Gerard... estas actuando extraño. "Me confundes siempre"

 

 – Yo te amo. – Fue Gee sincero, abrazado más a Frank, estaba confundido, de su boca palabras nunca pensadas... pero sonaban tan bonito que evitó reprimirse comenzó a temer, pensó en los desviados que le miraban... ¿Estaba sucio Gee.? ¿Estaba ensuciando a Frank...?

 

*¿Y puedo recargar mi cabeza en ti?

¡¿Puedo elegir y puedo decir que yo te amo?!

 

 – Gee yo... – Gee se abalanzó hacia Frank un beso, robo de sus labios lo dulce del sentimiento..., y no sintió pesar, en una nube caprichosa que le desinhiba con locura. Era Gerard quien regía el beso inexperto. Y Frank enseñaba... y se dejó vencer...

 

*Tu respiración me toma

Tengo tanto amor que dar

 

Las lágrimas de ambos mojando sus rostros. A eso sabia la felicidad, lágrimas saladas y gemidos de tolerancia... y Frank llevó a Gee hacia la cama, y Gee se sentía tan tranquilo... se dejó caer... abrazados, acurrucados... las prendas del Frank fueron descendiendo también, el Nosferatu era un maestro en el arte de amar.

 

*Tengo tanto amor que dar

Estoy enamorado

Enamorado de ti

 

Corazón, piel, caricias, besos, lágrimas, perdición, confusión, sentimientos... un una verdad disfrazada de engaño.

 

 – ¿No te vas a arrepentir? – Cuestionó Frank mientras delineaba con su dedo índice el cuello de Gee; Gee reprimió un sollozo, su cuerpo no respondía del todo. Negó involuntariamente...

 

Aquí en la tierra había dos cuerpos, uno más agitado que otro, cuestiones de vida y pulsaciones... y el cuerpo tembloroso cedió a las caricias, correspondió besos y halagos, palabras lindas y sonrisas sinceras.

 

Aquí en la tierra había dos almas juntas, una más pura que la otra, cuestión de edades y sufrimientos, y el del alma gastada brindó las caricias, le parecía tan hermoso el cuerpo debajo suyo, besó y confesó sus sentimientos con lágrimas, el beso oculto la noche del reencuentro... la necesidad de estar junto a él.

 

Una luna, tres estrellas, y la cama comenzó a agitarse... era besos lentos, en el pecho del más joven, y sus dedos se enredaron entre las sabanas, Frank era demasiado entusiasta, disfrutaba de los gemidos inocentes, el sonrojo involuntarios. Y los colmillos nacieron.

 

 – No... Ahí no...  –  Se quejó con motivo, y sin intenciones del "alto" total... Frank regresó a los labios rojos, les mordió con ternura... Gee titubeaba. De él, imperceptibles hilos de sangre... Frank bebió ocultamente.  –  "Todo es oscuro, no sé lo que pido."

 

Y siguieron las caricias. La nariz de Frank resbaló por la piel sensible... besando... sabiendo succionar de la entrepierna de Gerard, que por primera vez se empalmaba ante aquellas sensaciones.

 

Frank: Piel lechosa, tan esplendido, cuerpo de ensueño, gestos letales, era impulsivo... y su espíritu moría a cada caricia. Estaba disfrutando, algo inconcebible... amor a otro hombre. Gee evitaba verle a la cara...

 

*Tus palabras, tu rostro

Tu respiración, tu tacto

 

No simple amistad, debió entenderlo, y meditar más veces... si el tiempo pudiese alargarse en momentos especiales... Si Frank lo sentía, y él lo aceptaba... no había más que decir.

 

Aferró sus manos temblorosas...

... Las chicas decían que era doloroso.

 

 – No tiembles Gee... – Rogó, consuelo en caricias brindadas

 

*Yo... creeré

Y rezaré

Ver

 

 

 

.*.

 

Sentir

Escuchar

Ser e irse

 

 

Un auto. Estancado ahí, en el mismo lugar donde le habían puesto la noche anterior.

 

 – ¿Por qué te ordenan? ¿Debes obediencia? – Cuestionaron juntó a su oído. Bob ignoró a quien resoplaba en su espalda, la sombra con fuerza.

 

 – Anda, sube – Ordenó el Nosferatu rubio a Mikey. El castaño asintió.

 

 – Nunca había subido a uno. — Susurró muy bajo.

 

 – Ni me sorprende, ni me interesa... – Sentenció con el ceño fruncido. – Anda sube.

 

Mikey, bajó la vista, la primera vez que trataban de aquella forma, "este es el mundo fuera de tu hogar lindo." No rebusco entre razones, una orden dada, y él con buen rostro asentía, y le había seguido todo el camino, desde que Matt había desaparecido... y Gee también.

 

Pensó en su abuela, las palabras dichas a su rostro con rabia, tenía tanta razón.

 

 – ¡Nos están siguiendo! – Gritó Bob cuando una potencia violenta sacudió su cuerpo. Paró de golpe el auto y Mikey le miró asustado – ¡Cuando yo baje, quiero que corras y te escondas! ¿Entendiste?!

 

En pleno momento de juventud...

 

 – Sí. – Los ojitos azules de Bob pasaron a ser de un brilloso y resplandeciente turquesa, Mikey no dejó de mirarle asustado. – ¿Qué te está pasando...?

 

 – ¡Ahora! – Bob salió del auto. Ráfagas rompieron sus prendas y su cabello rubio revuelto. Mikey no quiso mirar hacia atrás y no quiso abandonarle, porque no comprendía mucho y todo era tan extraño.

 

 – ¿EN DONDE está ÉL?  –  Aquella voz resonaba en todos lados, Bob apretó los puños

 

 – No te importa – Un golpe estridente  estrelló su cuerpo contra el auto. Mikey le escuchaba hablar solo. Sin alguien para reciprocar.

 

 – ¿Es que no vendrá a ayudarles, a los predilectos de su casta mugrosa?

 

 – De lo que me digas poco importa. Ser despreciable, insensible, no eres nada. No mereces siquiera cuestionar por su ubicación.

 

 – Oh... que ternura, el rubito comenzó a comportarse de forma digna... ¿Por qué Bob? ¿Es por el niño sol que está escondido detrás del auto? Huele a vida... ¿Es el hermanito del niño de Frank?

 

 – No te le acerques... – Amenazó Robert al notar los primeros indicios de interés hacia el castaño escondido detrás de auto.

 

 – Que ternura. Le proteges ¿Y si le convierto qué? Su buena sangre me llama... – El viento a favor del enemigo. Bob en la dirección contraria a Mikey. – Sí, quiero uno de estos en mi casta... nunca he probado de un niño sol.

 

.*.

 

 – Me lo han arrebatado. – Una narración corta de lo ocurrido, Ray con sus cabellos revueltos lucia radiante. Muy furioso y aturdido.

 

 – Está con Frank – Aseguró Ray con la respiración agitada. – ¿Y Bob? ¿Y el hermanito?

 

 – Les dije que fuesen hacia la mansión. — Finalizó intranquilo Matt

 

 – ¿Cómo fuiste capaz? Te lo dije, que fueses con ellos... – Ray le tomó por el cuello de su camisa. – ¿Por qué siempre haces estas cosas?

 

 – Ray por todos los cielos... No es momento para pelear ¿No? – Con orgullo retenido, Ray soltó a Matt.

 

*¿Puedo expresar?

¿Puedo hablar?

 

 – Voy a regresar por Frank.

 

.*.

 

Adquiriendo la vida después de siglos, un poco de amor, un tanto de caricias, pizcas de besos y demasiado poder mental. ¿Y quién dice que ellos no pueden? Sí son capaces de amar a los muertos y levantar a los moribundos...

 

De carne a carne y se excitación a excitación. ¡Hágase la luz y el goce.... es está la hora de despertar!

 

He aquí los poderes de seres inmortales, esos que en fantasías y mitos se han de desear.

 

 – Me duele Frank... – Hipó, sus uñas en la espalda perfecta se clavaron, blanco terciopelo. – Frank...

 

Frank silenció con besos a Gee y él, con sus muslos suaves atrapó al Nosferatu posesivamente y el miembro de éste, tan irritante por la excitación contenida, daba ligeros roces a la piel de Gerard antes de atreverse a irrumpir entre la castidad contenida.

 

Su respiración se agitaba. Y esto es lo más precioso del poder y la cercanía de los cuerpos, sin palabras para gimoteos.

 

 – Te amo Gerard – Palabras para tranquilizar...Regresó a los labios mordidos, hilitos de sangre que escurrían sin permiso. Frank le limpió completamente... esos labios mordidos y sus colmillos rozando la piel.

 

¡Buk!

 

 – Ah... Frank "No entiendo nada..." – Todo adentró, roce de cuerpos y abrazo entre piernas, desnudos, las paredes de Gerard se abrían, su virginidad agonizaba mientras el falo del vampiro, duro y húmedo se introducía en el mortal.  

 

Piel con piel,

Amante y amado.

Humano mortal y Nosferatu de Elite.

 

Frank no recordó que para aquella intromisión había que esperar un momento, sus vaivenes abrían la piel de Gerard que sonrojado gemía adolorido por aquella nueva experiencia, su voz le parecía tan obscena… todo él, levantaba la mirada para mirar a Frank y no encontraba nada más sugestivo que su rostro, con un hermoso esplendor, majestuoso, su miel mítica y los labios rimbombantes que no dejaban de susurrar su nombre.

 

Frank era el ser de sus fantasías ocultas, los deseos que recién descubría, ese amor que parecía haberse forjado tiempo antes, apretó sus muslos en el momento que la embestida fue más profunda. Tenía una parte de encanto todo aquello, percibía el dolor pero permanecía hipnotizado por aquel cuerpo moverse sobre él, como si fuese un sueño… jamás creyó despertar en Frank aquel deseo que él mismo sentía.

 

*Estás tan lejos de mí

Me mantengo firme

 

 – Eres lo más precioso de este mundo,  juró que no me voy a alejar nunca de ti... eres mío. — Entre sus brazos el niño temblando... se dijo, como aquella noche muchas más a su vida,

 

Frank no mintió.

Por dios que no lo hizo.

Muchas noches como esa, para su vida Gerard.

 

Tuvo tantas ganas de salir corriendo.

Y Gee permaneció en sus brazos acongojado por el placer, y más que placer la cordura, la que le abandonaba en ese momento, porque una neblina oscura opacaba sus ojos, su verdes pupilas se convirtieron en una tortura.

 

Setecientas voces susurrando a su odio, como alas comenzando a agitarse, ahí donde Frank acababa de besar.

*Tu corazón debería cubrirme

 

 – ¿Nunca te vas a alejar de mi...? – Frank y sus ojos de par en par, la excitación desapareció de golpe, los labios rojos de Gerard eran crueles.  Negó con la cabeza sin poder animarse a sí mismo... – Pero que cursi que eres Anthony... Tanto y tan bestia que le has forzado a hacer algo que no quería...

 

Ese no era su Gee.

Para su Gee sólo Frank existía.

 

*Pero lo único que haces es observarme

 

.*.

 

 – No... Suéltale, suéltale – Y dejarle ahí perecer entre los brazos del hombre de cabello negro. No,  No era tan cruel. Mikey aferró sus manitas al brazo de "sombra alfa" ni una pizca de daño, Bob le retenía rogando y llorando, para que el hermanito se alejase... Presencias fuertes que le paralizaban, como la noche anterior. Era todo tan difícil.

 

 – ¡¡¡ME ESTORBAS, LARGO, LARGO, VETE DE AQUI, NO ME CONOCES, NO NECESITO QUE ME AYUDES, NO ERES NADA..., LARGO!!! –

 

 – Eres amigo de Gee... – Se quejó Mikey observando al rubio que era golpeado por un sinfín de ráfagas violentas– Lo que sea que eres, no le hagas daño a Bob.

 

Más que discutiendo, se divertía, porque el Nosferatu estaba confundido, tan acostumbrado a andar en grupo y despreciar la presencia de los vivos.

Sería su orgullo quién le haría perder su libertad.

La sombra arrojó al suelo al rubio. Quería poner a prueba a ese niño sol.

 

Estos problemas no eran de ellos, no había que entrometerse entre curiosidades de mortales.

 

 – Niño, le voy a matar  –  El mensaje a orejitas del castaño, una muerte: no, no, no – Serías capaz de sacrificarte por él, lo sé.

 

Mikey aceptó sin titubear, tan alejado de la vida, nunca entendió que tipo de sacrificios pero en ese momento, las advertencias de sus sueño en noches pasadas, tuvieron sentido y también los consejos de su madre. ¿Cómo pudo haber estado tan ciego y sordo?

 

Y miró hacia atrás, a lo lejos, el paraíso familiar, escuchaba la risita triste de su madre, sentía él, que comenzaba a alejarse... separarse después de muchos años, y una frontera falsa miles de pasos más atrás, los Árboles mal formados que gritaban por su liberación bajo el cielo umbrío, donde antes no había deseado regresar. Y pasó a través de los años sin darse cuenta, era el destino o su nuevo consejero, no lo supo, no le importo... mientras alguien le contara algo, de noche, para no perder la costumbre y el sueño, todo estaba bien.

 

El sol, mira al sol...

"Que lo malo estaba por llegar."

Muchas casualidades y muchos ojos color vida.

 

"Alguien blanco y frío"

En las pesadillas encontrando los temores, lejanía y soledad, llanto en sangre y unos ojos tornasol que deseaban hipnotizarle. Temió descansar como siempre lo hacía, porque las pesadillas eran muchas y su débil espíritu no deseaba soportarlas más.

 

Las casualidades no existen.

 

...es este el segundo secreto de la decencia. Las palabras ignoradas.

 

Y entonces, la sombra desilusionada, era aquí cuando el egoísmo mortal se hacía presente, enfurecido. Y pensó: Que definitivamente ese niño tenía que ser suyo pero antes que eso, tenía que vengar a su clan de antaño, el que fue destruido siglos atrás. Miró al Nosferatu retorciéndose en el suelo, sonrió pero antes de que pudiese hacer algo, Mikey ya había corrido en un sonambulismo extraño. Recargó su cuerpo sobre el de Bob.

Amenazó, palabras de mal gusto y comentarios despectivos hacia el castaño tembloroso.

Pero este, miedoso y sentimental, se aferraba cada vez más al rubio inmovilizado....

Y entonces quien amenazaba se cansó, el primer golpe, el segundo y dio más.

Si de todas formas iba a transformarle, no habría problema en reír antes.

Golpes en la espalada, nuca y Mikey cayó inocente. Bob río.

 

Sus orbes turquesa brillando de noche, colmillos vengativos.

Su respiraron agitada, y se le veía tan sensual. Exquisito era.

El primer golpe, el segundo... y la sombra echa fuego.

Y más golpes que amargaban el almas, enojado fue.

 

Primera vez en siglos que solo solucionaba algo.

Y escuchó un ruego: Era sólo un sirviente.

 

– Él es sólo un niño. Le golpeaste. –

 

He aquí los poderes de seres inmortales, esos que en fantasías y mitos se han de temer.

 

Sediento, como en años no estuvo. Y miró al cuerpo, le creyó inconsciente y su respiración agitada se debatía ente el aire que no quería entrar a su cuerpo. Le miró de forma cruel, casi con satisfacción, ahí mallugado en el suelo. Agonizante y lloroso estaba el hermanito.

 

 – ¿Que te está pasando? Fueron sólo golpes – Dijo y Mikey tuvo miedo de mirarle a los ojos, con esa apariencia de verdugo y la voz rasposa. Trató de hablar, decir que ya habían pasado dos turnos de medicamento... y hacía frío, y se había agitado demasiado. Asma, bronquitis, un poco de todo... al fin y al cabo los nombres no importan  –  ¿Me tienes miedo...?

 

No, no era miedo... era terror.

A no mirar a los ojos a su hermano.

La necesidad de ver a su abuela...

 

Perdido entre lo no existente, una caricia entre sus cabellos. Bob en su faceta más mortal.

 

– ¿Y le tienes miedo a la muerte...?

 

Durante años esperó esto... 

... y entonces se dijo: No podía ser tan malo...

Negó con la cabeza Mikey.

Bob pasó su nariz respingona por el cuello blanco del castaño...

Sonrió...

 

 – Entonces muere en paz... hermanito del niño. – Y acurrucó en su pecho al castaño.  –  Muere que no volverás a ser el mismo...

 

.*.

 

**Donde no somos los mismos

No notaste mi cambio

  

Fue brusco en palabra y movimiento, abandonó el cuerpo de Gerard. De lo amado sólo quedo lo usado. El control mental a un lado. La sombra que no era sombra escabulló su presencia del cuerpo en la cama. Gerard se sintió más sucio. Había manchado a Frank, la libertad a su cuerpo y a sus labios. Se cubrió con las sabanas. Frank aferró sus manos al cabello negro de Gerard, le sostuvo con confusión, mirando fijamente a los ojos al jovencito. Todo era un sueño, demasiado bueno para ser verdad. Y Gee nunca había hecho nada por libre albedrío.

 

Tuvo miedo. Tango miedo... miedo al amor y al rechazo de Gee.

 

* Entonces me despido de tu gracia

 

 – ¿Por qué lo has hecho? No tenías ningún derecho – Se quejó, el llanto le hacía arrastrar las palabras. – ¿Qué hice? ¿Quién eres?

 

 – Soy Gee, Soy Gerard – Trató de tomar acariciar las manos que estrujaban su cabello, Frank se anticipó al movimiento. No quería ser alejado antes que nada. No podría soportarlo..., soltó de golpe a Gee que cayó entre las sabanas que le cubrían. – Frank... yo...

 

De la protección que le brindaba hacia segundos no quedó nada. Ligeramente Frank se fue alejando de Gee. Del niño que tanto amaba. Dolía... mucho en su pecho. En una esquina, con las piernas encogidas y el rostro hundido. Sintió que sus manos eran garras y su corazón sólo la huella de una bestia.

 

*¿Cómo me puedo acercar a ti?

¿Cómo puedo yo, el tonto?

La belleza no puede ser vista, solo besada

 

 – Lo lamento todo... no quise, no debí... y ahora, ya no puedo estar contigo... te dicho todo lo que siento... y tú... no sentiste nunca nada. Todo fue una farsa.

 

Frank estaba arrepentido. Gee se hundió más en la cama. Alumbrado por las velas que se extinguían. Su corazoncito derritiendo sus sentimientos. Frank estaba arrepentido.

 

***Amor de mi vida, me heriste,
Has roto mi corazón y ahora me dejas.


Gee escuchó los pasos por el pasillo, murmullo estridente y gritos. La puerta abierta de golpe eran Matt y el otro amigo de Frank. Se encogió con vergüenza entre las sabanas. Ray le miró de forma cruda, de aquella forma demandante en la que Frank lo había mirado.

 

***Amor de mi vida, ¿no puedes verlo?
No lo alejes de mí,
Porque no sabes lo que significa para mí.

 

 – ¿Por qué lo has hecho Frank...? – Y no respondió a la cuestionó del chico de ojos híbridos. Matt se acercó a la cama, evitó mirar al niño. Recogió las prendas finas de Frank.

 

**Te bendigo por la confianza que me diste

Cuando no pude admitir que fui débil

 

Y entre dos le vistieron. Le cogieron en brazos, le acurrucaron y le abrazaron con pesar. Eran este tipo de cosas que, las que Frank siempre quiso evitar, no enamorarse, ni dañar a los mortales, no depender de nadie, ni arrepentirse de los actos, no comprendían del todo. Y los ojos nublados de Frank no ayudaban mucho. La luna y las estrellas no eran románticas en estos momentos.

 

***Amor de mi vida, no me dejes,
Has robado mi amor y ahora me abandonas.

 

 – Lo sentimos Gee. Frank no quería hacerte tanto daño. Nos lo dijo... que eras especial – Ray no tuvo valor de mirar a los ojos a Gerard de la forma en la que Matt lo hacía, salió con Frank en brazos lo más rápido que pudo. — Gerard, adiós.

 

Gee lloró en cuanto Matt tuvo intensiones de salir y dejarle solo, lágrimas tras lágrimas. No puede ser la vida tan triste. Y recordó lo que su mente tonta había olvidado.

 

 – ¿Y Mikey... y la abuela, en dónde están? – Interrogó. Matt se atrevió a mentir.

 

 – Están bien Gee. – Matt levantó la mirada al techo, ignoró de pronto a Gerard. Algo había entrado a la tasca.

 

Salió de prisa de la habitación, caminó por el pasillo y se encontró con una masacre iniciada, Ray hacía lo posible por vencer a las sombras que le rodeaban, Frank no hacía más que divagar en su mente…  Matt era fuerte, los mortales no importaban demasiado en ese momento. «El enfrentamiento, incendiaron los cuerpos y cortaron cabezas y entonces los dos Nosferatu se sintieron satisfechos por acabar con ese clan.»

 

Percibieron: «Un nuevo miembro ha nacido»

 

Fue su forma de perder y la manera de resignarse,  el amor no está tan lejos, intentó ponerse de pie. Los ruidos, gritos... inquietos, pero Gerard no tenía miedo, Frank había dejado más que un corazón roto.

 

La sombra ultima esperó hasta que los tres Nosferatu se marcharon... todos huyendo por su propia seguridad. Todo menos "los justicieros" que gritaban el nombre del niño.

 

 – Fornicaste en la cama de una puta sin cobrar.  –  Voz rasposa que causo náuseas y melancolía en Gerard, la voz de su conciencia imaginó en su desgracia – Ese que se marcha, es Anthony el despiadado. Te lo dije. Que a ellos sólo les importan ellos.

 

 – No es verdad.

 

 – Sí que lo es, se divierten a costas de todos, derruyeron mi casta y tu hogar. ¿No lo sabes...? Han matado a tu abuela... y se llevaron a tu hermano porque es más entretenido que tú. Estas usado y ya no gustas.

 

 – Mientes...

 

 – Tengo pruebas... ¿Quieres ir?

 

Los gritos a su nombre. No soporto más aquel aroma a muerte... Asintió porque quería marcharse de ahí., le ayudaron a ponerse de pie. También a él le vistieron, mientras las caricias le quemaban la piel. Y la luna y las estrellas no le parecieron tan románticas.

 

.*.

**Las nubes blancas desaparecen rápidamente en el viento

Como el sueño donde nunca más podré encontrarte,

Ya es demasiado tarde...

 

 – ¿No me odian?

 

 – Y de lo que escuchaste, nada es cierto, Gee y yo te amamos. Por eso... está despedida es tan firme, aprenderás desde hoy a ser fuerte, ser valiente.

 

 – ¿Por qué? – Preguntó entre llanto agonizante, de rodillas junto a las mujeres... aforrándose al vestido blanco y el vestido plateado.

 

 – No lo sé mi niño, pero... quiero que seas fuerte. ¿Me entiendes...? – Aferró sus manos de forma tierna a los hombros de su hijo – Ponte de pie. Hay un alma dispuesta a vivir junto a ti. No puedes venir más conmigo.

 

 – No... No quiero... no quiero... y la abuela... ¿Porque ella se va?

 

 – Mikey, dile a Gee que hizo un buen trabajo. Cuando le veas recuérdale quien es... que te ama y que hubiese estado dispuesto a dar su vida por la tuya.

 

**En un sueño vi al mundo y más allá

No más lenguas diciendo mentiras

El silencio ha cubierto todo en el interior

 

 – No me digas eso... – Plegaria hacia su madre translucida, ella que era cruel y de la nada le decía que la distancia se hacía más grande.

 

 – Los Nosferatu lo han decidido por ti, mi niño. Hasta nunca.

 

.*.

 

Caminó con su porte galante, no tanto, sí llamativo. Entre su gabardina, papelitos y bolsitas, nueva mercancía, imaginó la carita de su niño estrella, su adorado Gerard, quien sonreía a cada paso dado, siempre de buen humor, con esas lecciones de vida que se aprendían con ese tipo de personas.

 

Miró su Vacheron & Constantin en oro: Numeración árabe y agujas Luis XVI

 

Cuarto para las doce.

 

Sus pasos cautelosos y los gritos quejidos de gente al otro lado de la rocosa calle. Levantó la vista, la tasca estaba en llamas y en segundo piso, ese que se ocupaba para negociar, repleto en humo.

 

Corrió a socorrer a las chicas. Esas que lloraban, las pocas presentes, y los clientes huyendo del lugar, gritos desde adentro. El infierno terrenal estaba dentro de aquel lugar, con fuego y sollozo. Los demonios habían escapado.

 

 – ¿Qué ocurrió?

 

 – Entraron monstruos a destrozar y asesinar… fueron los amigos de Gee, pelearon y la gente en llamas y todo… y después todo comenzó a incendiarse... – Chilló la chica, la más risueña de todas – El jefe, la vieja y Gee están adentro.

 

Ese niño, era tan joven y tan risueño. Él hombre que visitaba una vez por semana corrió hasta la puerta ardiente. Y se adentró, nadie evitó el acto, demasiados preocupados en huir y llorar por sí mismos. Ella, la que siempre sonreía, se mantuvo de pie, esperando a Gee, verle salir. Y se dijo... que debía de haber sido más insistente. Las marcas en el rostro y los ojos aterrados era una muestra de todo, algo no andaba bien con Gerard y ella no había ayudado a ese chico, a ese niño que adoraba.  

 

En el pasillo de las habitaciones. La mujer anciana luchaba por adentrarse entre los huecos de las maderas caídas.

 

«Que se largue mi vida, que mis ojos sean apagados por la muerte, rece todas las noches por ti. Y que mis pestañas se quemen y mis manos se magullen, pero tú no llores, por que fuiste quien me tendió la mano. Pequeño de grandes sueños, te agradezco tu ayuda nocturna. A mis gestos amargos, un deseo de abrazarte pro siempre.»

El dueño de la tasca gritando y llamándole. Todo eran apariencias que cubrían verdades. En verdad le quería, a ese niño ¿Cómo no quererle?

 

« Y está era mi forma de hacerte saber que te amaba. Eras mi hijo, el que sonreía siempre, y me miraba con respeto. El que llegó llorando una noche a mi puerta por su hermano enfermo.»

 

Era viejo y con una calva pronunciada, y ojos acabados, manos gruesas, rasposas... Y los cuerpos chamuscados en el lugar. Nada le importo. Con sus manos de viejo, se aferraba a la madera ardiendo. El niño estaba encerrado en la recamara, ahí donde su amigo le había dejado.

 

Fue la primera vez que se arrepintió de algo: Sí tan sólo no le hubiese obligado a tratar más con ese tipo de personas... el a pesar de los años también era ingenuo. Pensó, que ayudarían, un amigo de alcurnia, a un niñito pobre, soñó con que dejaría de verle ahí, y que de día estudiaría, y de noche a dormir.

 

Como los niños buenos.

Él era bueno, debería de dormir de noche.

 

 – ¿Qué está haciendo...? – Cuestionó el hombre del gabán al ver a la vieja y al dueño de la tasca. – ¡¡Salga ahora mismo..!!

 

« Son estas mis acciones de agradecimiento a quien me sonrió sin miedo. Siempre busque una forma de ayudarte a cambiar, debiste de ser independiente. Tú, niño tan bueno que sonreías a diario, te ataste a esta vida, a la chica sonriente, a la anciana y al viejo»

 

¿Y cómo pedir a alguien hacer lo que uno mismo no puede lograr?

Tres almas, caprichosas, en verdad que le querían al niñito que no respondía a sus ruegos.

 

Lucharon, entre gritos y gemidos, llamaron a Gerard, pero Gerard estaba ya demasiado lejos para escucharle... y el humo era demasiado y las fuerzas se agotaban, la primera en caer, mujer anciana... y después el viejo... al final el hombre de las visitas semanales. Madera quemando sus espaldas y nadie a su ayuda.

 

Gerard sabrá en algún momento que aquellas almas intranquilas nunca estarán en paz, que se sacrificaron por salvarle cuando él no estaba en un peligro mortal.

 

... es este el tercer secreto de la decencia. Los sacrificios obsoletos.

 

 

.*.

 

Bob se aferró a los cojines rositas, Ray y su continuo "Bla, bla" giró su rostro ante los innumerables defectos del plan.

 

 – Matt hace lo que le place, el loco desaparece, tú transformas al hermanito y Frank se enreda con el niño. ¿Qué es lo único que falta?

 

 – Que falles en tus predicciones. ¡Oh!, perdón – Contestó Matt – Eso ya lo hiciste. Todo este desastre fue justo porque tus predicciones fueron erróneas.

 

 – Lo único que les falta es que yo me entere de sus travesuras adicionales. – Los cuatro se viraron al marcó de  la habitación.

 

 – Brian... – Dejó escapar Frank...

 

He aquí, al Padre Nosferatu. Creador de una nueva Casta. Comprensivo, joven y poderoso.

 

 – ¿No me esperaban? – Cuestionó con esa sonrisa inigualable. Entre los hijos, el padre siempre destacaba.

 

.*.

 

Los grillitos entre el césped canturreaban, para ellos una noche más. Gee del brazo de la sombra que siempre fue sólo una. Sin llave se adentraron, era un cuerdita lo que ayudaba a que la puerta no se abriese con el viento. Secreto familiar.

 

Se adentraron. No había nadie, rogó en ese momento por que Mikey estuviese ahí, esperándole a escondidas como tantas noches, fingiendo hacer tarea... como cuando era niño y él terminaba haciendo sus deberes, quizás mirar a abuela inclinada en su mesita de tres patas. Con su bata cómoda, el ceño fruncido y decepcionada... como fuese, lo que fuese... pensó, que su único deseo era verles ahí, a los dos, descansando. Intentó suspirar un poco. Aferrarse al silloncito que se hundía.

 

Imposible, la sombra  le guio hasta la recamara de su abuela.

 

 – Aquí está tu futuro – Sin cuidado le arrojó hacia adentro, cerró la puerta, Gee apenas si tuvo tiempo de quejarse un poco, había caído sentado..., levantó la vista, no se veía nada... estaba oscuro. Enfocó su vista en la ventana... telas alumbradas apenas si por la luna. Una telaraña de cabellos enredados fue notada, sangre... y reconoció el vestido... –

 

 – ¡Déjame salir... por favor... déjame salir...!

 

 – Es tu abuela, despídete de ella.

 

 – No, no lo es, no puede ser ella.

 

 – Frank lo hizo, y se llevó a tu hermanito. Soy tan bueno y piadoso, te voy a llevar con ellos.

 

.*.

 

La historia la sabía toda hasta ahora.

 

 – Bob, ¿A quién prefieres, al niño o al hermanito? – Y lo que venía lo presentía Padre Nosferatu. Bob ni siquiera se viró para responderle. En el sillón de tres plazas descansaba el inconsciente Mikey.

 

 – A ninguno de los dos.

 

 – ¿Y tú? – Cuestionó, Frank fingió no entender, bajó la mirada, sus manos temblaban y la pregunta de su padre Nosferatu le caló en el arrepentimiento – ¿Entonces no les importa lo que pase?

 

 – A mí sí me importa – Matt se puso de pie, Ray le siguió por instinto. – ¿En dónde está el niño?

 

 – Está conmigo... aferrado a mi cuerpo después de su abandono – La voz de la sombra resonó por todos lados.

 

 – Marc webb  –  Reconoció al instante, Brian amenazó disimuladamente – ¿Te atreves a venir aquí, sabiendo que estoy yo...?

 

 – No vengo por ti, ellos, se metieron con mi casta, soy el ultimo de mi Clan. Rogaron al cielo por mi presencia... estoy aquí, no soy un juego. Tengo al niño. Denme al hermanito y les regreso al niño-Luna —. Déjame entrar.

 

 – ¿Bienes por venganza...? – Cuestionó desinteresado el padre de todos. –

 

 – Por supuesto.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).