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Noche eterna... por Doki Amare Peccavi

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Cap. 17: Segundo Adiós. III

 

***** PARTE TRES*****

«NOCHE ETERNA» 

 

 – ¿En dónde está Anthony? – Cuestionó con tono polar, sin gestó de emoción.

 

 – No conozco a ningún Anthony – Sentencio, del agarre del sujeto un silencio obligatorio – No tiene ningún derecho. A tratarme de aquella forma.

 

 – Tienes en tus labios la mentira. Reconozco el olor a falsedad muy bien. Le conoces. Tus labios reconocen los suyo..., y yo su aroma, lo tienes impregnado en todo tu cuerpo. ¿Por qué le encubres? Es un despiadado que acabo que todo lo que tenía.

 

 – En verdad no le conozco. – El hombre posó una mano sobre la cabeza de Gee. Y Gerard tembló. Y sus ojos se cerraron. Sonó con su hermano en una noche de insomnio.

 

 – Desde está noche, y hasta que yo lo deseé, mi mente será tu mente. Y tus acciones serán regidas por mis necesidades..., hasta que confieses, hasta encontrar a Anthony...

 

.....

 

****Un niño, de esta tierra se tira a dormir

Era un día de miedo

¿Cuántas veces cayó al suelo?

¿Cuántas veces rio de dolor?

¿Cuántas veces gritó a sí mismo?

 

Lo primero que vio al entrar, a su hermanito tendido en el sofá, con ropas húmedas, arrugadas y sucias, las rodillas se le notaban, el pantalón estaba roto.

 

– Mikey... – Trató de soltarse del agarre de Marc. – ¡Déjame... quiero ir con él!

 

 – ¡NO PUEDES! – Aferró más al niño. Brian pareció entender... ahora más claro. Un niño-sol, un niño-luna.

 

****Y desde hace tiempo ya que era mudo

El último dolor del alma herida

 

 – Te llamas Gerard ¿No? – Cuestionó el padre Nosferatu mientras se acercaba al niño. Sin tocarle. Sus cabellos negros se removieron velozmente, asintió a la pregunta – Entonces has de saber. Que tu abuela está muerta, tú hermanito no regresara contigo porque ahora pertenece a mi sangre y jamás volverás a ver a Frank, porque yo se lo he prohibido.  Lo siento, estas solo y justo en este momento me estorbas.

 

 – Brian... – Llamó Frank... interrumpió la acción de su padre.

 

……..

 

****Lágrimas del silencio, máscaras sobre el rostro

Las luces crean sombras y lo ponen a la luz

Y está parado aquí, el niño con lágrimas en el rostro

La noche dio luz a su más pequeño niño

 

 

 – Abuela... – Gimió, Gee miró su reloj, eran las tres cuarenta y cinco, se había quedado dormido mientras acababa sus deberes escolares. – ¿Mikey?

 

No había nadie a su alrededor. Comenzaba a inquietarse.

 

****Un sueño del amor, de su deseo

 

Subió por las escaleras que lloraban a cada paso. A la puerta de la habitación de su casi madre. Tocó y nadie respondió al llamado.

 

Temeroso abrió la puerta. La abuela y Mikey acurrucados... sonrojos por que parecía que el amanecer sería caluroso. Un buen día para que los tres saliesen sin bufandas ni suéteres.

 

.*. 

  

 – Dame al niño – Brian por primera vez en mucho tiempo se mostró furioso. Quería al niño de vuelta... Marc sonrió, ese niño era suyo. Mientras fuese conveniente.

 

 – Sólo si me das al hermanito.

 

 – El hermanito no es mío.

 

 – Dámelo... – Exigió. Acto tonto. A Brian casi nadie tenía el derecho de exigirle algo.

 

 – No, y te voy a decir algo... – Sonrió de forma mimosa. Era imponente y esos gestos daban miedo en él. – Te atacaron porque yo se los pedí... Porque soy a quien durmieron por tanto tiempo. Esto es pura venganza...

 

Brian hundió mano en el vientre sombroso de Marc. Y no falló, y no era una de sus tantas sombras, el verdadero, supuestamente poderoso y ágil. Juego de niños, pensó el padre Nosferatu. Gee cayó al suelo. Y nadie fue lo suficientemente audaz para detenerle en brazos.

 

Un chasquido de dedos. Marc ardía en llamas.

 

 – Así es como todos los iguales a ti acaba.

 

.*.

 

****Un sueño de los ojos no de las manos

 

 – Abuela... Mikey.... – Llamó Gee con entusiasmo. – Despierten

 

 – Déjales niño tonto. – Reclamó alguien a su espalda con cariño. – Han dormido hasta tarde por esperarte. Deberías dormir tú también, en vez de hacer tanto alboroto.

 

 – Frank... – Su mandíbula dolió. Porque quería llorar y gritar, no podía. – Pensé que tú...

 

 – Te dije que estaría contigo siempre ¿No...?

 

 – Sí pero...

 

 – Gerard... Gerard... – Una mano  se posó en su hombro. Talló sus ojos con sus manos, bostezó de forma infantil. Gestos casi olvidados. – Te has quedado dormido y la misa terminó hace quince minutos. — Murmuró el cura al joven.

 

 – ¿La misa? – Enfocó sus ojos... a su alrededor paredes repletas de propaganda por doquier, comenzó a recordar. – Sigo teniendo eso sueños....

 

.*. 

 

Esta era la última vez que estarían en esa casona vieja.

 

 – ¿Nadie quiere despedirse de él? – Cuestión concretamente para alguien, Frank negó con la cabeza, ya era mucho para una noche. – Bien... vámonos.

 

Ray y Matt se negaron, corrieron hasta la habitación de Gee. Estaba tan marcado... mordidas en su cuerpo, mejilla amoratada, labios cuarteados, cabello rebútelo y aun así seguían siendo hermoso.

 

Bob esperó afuera. Brian sostenía en brazos al hermanito, porque su desobligado hijo Bob había renegado de hacerlo, tendrían una seria conversación sobre eso.

 

 – Ray... yo... hable con él... – El chico de rizos se sentó a los pies de la cama, Matt acurrucó los cabellos largos de Gerard entre sus manos blancas. – Y de todos los finales... este es el más alejado a lo que quería...

  

 – Cuéntame... ¿Cómo haces mal a la gente?

 

 – Yo...  –  Terminó de poner sus calcetines negros. Sin calzado corrió hasta donde su gabancito negro estaba. Extrajo varios sobrecitos de este. – Vendo esto.

 

 – ¿En serio...? – Gee asintió – Hubiese pensado todo de ti, "incluso que te vendías", menos esto.

 

 – ¿No...?

 

 – No tienes la pinta. – Afirmó, Gee pareció meditar sus palabras, uno de sus dos jefes decía lo mismo. – ¿Y de dónde la consigues?

 

 – Hay un señor... que va una vez por semana, el me la vende. Es un amigo de mi jefe.

 

 – ¿Amigo de Pippo? – Gee sonrió, no imaginaba a Pippo recomendándolo para aquellos trabajos. Sonrió

 

 – No, Pippo no. El señor santos. El dueño de la tasca. Él fue bueno conmigo..., siempre he trabajado con él. Es bueno pero... creo que no le agrado demasiado. Aun así, le agradezco mucho.

 

 – ¿Y sí no le agradas por qué sigues ahí?  –  Gee se encogió de hombros. – ¿Por qué no te dedicas solamente a vender esas cosas? ¿Tienes clientes seguros, no?

 

Te ataste a esta vida, a la chica sonriente, a la anciana y al viejo.

 

 – En esto ningún cliente es seguro – Por primera vez Gee mostró un rostro serio. En tantos años, muchos clientes acabados... y él era malo... lo había provocado. – El señor que me la vende dice que de esto sale buena paga pero. Me gusta más trabajar con el señor Santos y Pippo.

 

 – No te entiendo. ¿Qué es lo que deseas... para tu futuro? – Matt vio viajar, en la boca de Gee las palabras titubeantes...

 

 – Deseo  –  Gee pareció meditarlo detenidamente  –  Que la abuela no tenga que trabajar, y que Mikey tenga un buen empleo, me gustaría que fuese un hombre preparado, de bien.

 

**** ¿Cuántas veces gritó a sí mismo?

Y desde hace tiempo ya que era mudo

 

 – "Pero que tonto que eres, Me estas respondiendo deseos para otros. Yo no te pregunte eso" Mira, no me has entendido, tengo una duda y quiero que me aclares las cosas. ¿Qué deseas hacer cuando Mikey sea ese hombre de bien, y tu abuela... muera? Anda dime.

 

 – No me gusta ese tema...  –  Se quejó Gerard, desanimado, eso que era cierto no había sido puesto a analizar

 

 – Pero es cierto – Se quejó inconforme –. Creo que deberías aceptarlo. ¿O es acaso que pensabas que tu abuela sería eterna y tu hermano un ángel sin alas para volar lejos?

 

 – Yo... – Matt se viró, no quería hablar más del tema. Gee no estaba conforme. Quería responder – entonces yo... te diré el plan que acabo de hacer: Viviré con la abuela todos sus días, y si Mikey se aleja... escribiré una carta por semana para saber cómo esta. No voy a dejar de trabajar para el señor Santos, ni para Pippo, voy a saludar todos los días a Irick, aunque gruña por todo. Matt, tengo tantas cosas por hacer... no puedo dejar sola a la señora del aseo en la tasca porque las mesas son muy pesadas para ella, y a ella. La que siempre me sonríe... tengo que hacerle compañía, también a la amiga de Mikey, Lo ves... he pensado en todo... "incluso, si me dejan... me gustaría nunca apartarme de ustedes... ni de Frank..."

 

 – ¿Y es esto lo que te hace feliz...? – El pelinegro sonrió, mientras terminaba de abotonar su camisa. –

 

 – Sí, es ese mi sueño... y a ti Matt. ¿Qué es lo que deseas... para tu futuro?

 

...........

 

 – ¿Y tú que le respondiste? – Ray preguntó mientras comenzaba a ponerse de pie. Matt también lo hacía.

 

 – Eso Raymond. Es un secreto entre el niño y yo... –  La voz se le quebró en ese momento... y no quiso demostrarlo, soltó los cabellos de Gee. Un beso al aire para despedirse... – Adiós Gerard. Te aseguro que tu hermanito estará bien con nosotros. Promesa de Nosferatu valiente de valientes.

 

 – Y de Nosferatu líder de líderes. – Completó la frase Raymond

 

Frank con la puerta cerrada lo escuchó todo, derrumbado por la fortaleza que no podía tener. Porque después de todo no está preparada para estar junto a Gee.

 

— "Y de Nosferatu poderoso de los poderosos"

 

Yaciendo en la camita que siempre había compartido. El amanecer estaba por llegar, Matt y Ray salieron de la habitación. Era extraño, que la esencia de Frank permaneciera tan presente. Los dos lo notaron... ninguno dijo nada.

 

Gee quedó ahí, acostadito, cubierto en mantas... ellos se encargaron, de que en su casita linda, las marcas de violencia y sangre fueran borradas. Una casita normal. Como si aquella noche no hubiese pasado...

 

Como si la abuela y el hermanito jamás hubiesen existido.

Fue tan triste aquello.

Sólo la casona había olvidado. El corazoncito del niño durmiendo no.

Ni la tasca, ni los cuerpos incinerados, ni los vecinos... ni la mesita de tres patas, ni Frank.

Sólo la casona... con el niño acurrucado.

 

.*.

 

 – Sigo teniendo eso sueños.... 

*Mi corazón, mi amor

Una palabra y se ha ido

 

 – ¿Que dices...? – Cuestionó el cura inquieto, era extraño. Frecuentaba mucho las misas dominicales. Como cuando su abuela vivía. –

 

 – Nada. – Cortó secamente cualquier frase que el cura hubiese querido decir. De pie, imponente, sugestivo.

 

Salió del lugar. De la iglesia mal construida.

 

***Amor de mi vida, me heriste,

Has roto mi corazón y ahora me dejas.

Amor de mi vida, ¿no puedes verlo?

Tráelo de vuelta, tráelo de vuelta,

 

Le vio alejarse, el cura negó con la cabeza.

 

Gerard Arthur Way Lee.

Había cambiado sus prendas remendadas y sucias por ropas finas.

Rumbos malos por peores. Y aun así tenía la decencia de presentarse a misa.

 

**Las nubes blancas desaparecen rápidamente en el viento

Como el sueño donde nunca más podré encontrarte

Ya es demasiado tarde...

 

Gerard, el niño sonriente que se convirtió en un joven apuesto.

Despidió sus mechones largos, ahora el cabello  sólo cubría las mordidas en su cuello.

Y sus ojos en verde inocente habían cambiado. Opacos y cansados.

Las sonrisas más exclusivas, vendidas en ese mundo en el que era tan codiciado.

Voz envejecida. Gemidos existentes…

 

*** Cuando sea mayor estaré allí, a tu lado.

Para recordarte cómo todavía te amo.

Todavía te amo.

****Con lágrimas en el rostro

Lágrimas del anhelo

Lágrimas del anhelo

 

 

Gerard Arthur Way Lee.

La sobra de una noche con sangre, estaba usado.

Estaba vació. Muy solo.

 

 

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«.·°·~*~' Fin parte Dos’~*~·°·. »
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 VERSIÓN PDF: Les Souvenirs Peccavi

 

 

 

Notas finales:

Canciones utilizadas para el capítulo 17 parte I, II, III.

(*)Lacrimosa / ________ / Darkness [Oscuridad]

(**)Lacrimosa / Lichtjahre /The turning point [El punto del cambio]

(***)Freddy Mercury/ A night at the opera / Love of my life [Amor de mi Vida]

(****)Lacrimosa / Einsamkeit / Tränen Der Sehnsucht [Lágrimas del Anhelo]


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