Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

15 MINUTOS. por SHINeestories

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es mi primer fanfic después de mucho tiempo. Moderador de fotolog y facebook de SHINeestories. 

 

Gracias a las personas que me ayudaron en el, espero lo disfruten.

 

PD: El fan fic esta terminado  y contiene un Extra. 

                     15 MINUTOS.

 

 

"Por una mirada, un mundo;

por una sonrisa, un cielo;

por un beso... yo no sé

qué te diera por un beso. "

 

El olor de las flores, el azul del cielo y el aire fresco hacía de ese lugar el favorito para este chico. ¿Cuánto tiempo podía pasar ahí? En pleno campo, sin ningún alma a su alrededor, el silencio infinito, solamente acompañado por el ruido que hacían las hojas la chocar con la brisa ferviente que se empeñaba por hacerlas caer en pleno otoño; una de las cuatro estaciones del año, que transcurre entre el verano y el invierno:  es la estación de las cosechas, donde debería comenzar todo de nuevo porque el verde volverá a relucir entre el café del campo desganado de alegría. En la rama descascarada de los atardeceres del otoño un cuervo se posa y bajo el mismo árbol un tranquilo chico observaba pasar el tiempo. Un torbellino de hojas muertas vienen de lejos lo que le indican que el otoño apenas comienza.

—¿Que estás haciendo ahí muchacho?—

­­JongHyun en su soledad solía ser bastante tranquilo, no buscaba problemas ni mucho menos conflictos con otras personas pero todo lo que hacía comenzaba mal. Eran las doce del día y el chico de estatura baja y piel morena estaba perdido en sus pensamientos imaginándose con total tranquilidad, buscando la manera de quedarse dormido durante todo lo que le restaba de día pero el director de la escuela no solía ser nada amable con él. Abrió solamente un ojo y frunció el ceño ante aquella pesada y vieja voz que le llamaba la atención.

—Hey, hey tranquilo . . . — Murmuró por lo bajo mientras a tientas buscaba su mochila que estaba a un costado marcada por la tristeza de su otoño.

—Levántate y regresa a clases de un vez, vagabundo.—

El director, que no vale la pena nombrar pues de sobra estará, se quedó esperándolo hasta que se pusiera de pié con los brazos cruzados marcando autoridad, mientras tanto el protagonista de la historia con calma se puso de pie , se acomodó el uniforme y cargó su mochila a la espalda esbozando finalmente así una sonrisa al viejo quién lo agarro de un brazo y le empujó por el camino principal hacia la escuela gritándole en cara lo mal alumno que era, el descontento que mantenía con él en cuanto a sus calificaciones, a su mal futuro y aquella mujer que de seguro lo dejaría por estar ahí de flojo. Jong solamente reía a sus comentarios ya que definitivamente entre sus planes no había mujer alguna, siempre pensó que se volvería un desgraciado con ella y en cuanto las otras malas intenciones que le deseaba su mayor estuvo de acuerdo con la mayoría excepto con el hecho de que moriría en la calle. Eso fue exagerado.

La puerta del salón se abrió y una amable mujer le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja, mientras que por su parte el alumno vagabundo se la quedaba mirando extrañado por tal amabilidad y el director una vez más le volvió a empujar dentro del salón, causando así que todos los alumnos ahí prestaran atención en cuestión de segundo al estruendo.

—Tu debes ser. . . ¿JongHyun?—Preguntó la mujer. Jong le observó de pie a cabeza y pudo notar de inmediato que se trataba de una nueva profesora. Sonrió ladino al instante al darse cuenta que podía sacar provecho de la situación en que la académica se encontraba.

—Ajá, soy yo.—Contestó de inmediato apoyándose flojo sobre la pared que estaba junto a la pizarra.

—Toma asiento, por favor— Aludió la mujer quien al instante entonces fue llamada por el director hacia fuera del salón, claro, ahora venía lo de siempre, las advertencias de su mala conducta y calificaciones.

Jong caminó entre los pasillos que se hacían en cada asiento con todos los ojos puestos en él. No era un chico malo, nunca le había hecho daño a alguien, tampoco era de temer simplemente adoraba pasar tiempo a solas. ¿Qué hay de malo en eso? Se acomodó entonces en el asiento vacío que solía ocupar él y  sacó su cuaderno junto a un lápiz de tinta en donde comenzó a dibujar garabatos. Simples garabatos.

La profesora regresó con la misma simpatía de siempre y comenzó a parlar un montón de cosas que la verdad, JongHyun no tomo en cuenta, como siempre. El día terminó para él sin novedad, logró dormir lo necesario mientras la maestra leía un par de páginas de un libro que le habían encargado como lectura obligatoria. El timbre sonó, los alumnos rápidamente se dispersaron por el complejo estudiantil como ratas desesperadas por llegar a divertirse a su hogar. En la soledad de su salón tomó sus cosas y caminó hacia la biblioteca  mientras desabrochaba el primer botón de la camisa de su azul atuendo que el director le había ordenado abotonar y saco un papel arrugado que había guardado en su bolsillo con el nombre del libro que debía de leer

—Necesito este libro . . .Por favor.—

La biblioteca resultaba ser un lugar bastante conocido para él, si de algo podía entretenerse era exactamente aquí, ya que en su soledad los libros le brindaban un mundo en su imaginación que nunca tendría. Jong carecía de recursos, vivía de allegado en uno de los peores barrios de seúl con algunos otros estudiantes de universidad que estaban en las mismas condiciones.

"¿Por que?", se preguntaba a menudo mientras regresaba a casa e intentaba entender su mala suerte con apenas 18 años de edad. Sí, ya era un adulto, pero había dejado por un año la escuela a causa de sus faltas reiteradas y de sus "Ups, me quede dormido" Que resultaba ser día tras día, hicieron que tuviera que repetir una vez más la escuela y al parecer en este otoño iba por el mismo camino de siempre.

Llegó a esa montonera de habitaciones y sacó las llaves de la propia.

—JongHyun  . .  Has regresado temprano hoy. —

Aquella voz femenina que le interrumpió resulto ser Ann. Ann era una chica que llevaba bastante tiempo ahí y era hija del dueño de todos esos cuartos, venía a diario a arreglar las cuentas de arriendo y a solucionar problemas que otros tuvieran con alguna llave o cañería. Ella resultaba estar tan enamorada de Jong que le ofreció quedarse a escondidas en uno de los cuartos viviendo completamente gratis, un favor que a Jong le parecía debía devolver la mano de la manera que fuera.

—La profesora el día de hoy nos dejó salir antes pero a cambio nos mandó un poco de tarea, así que debo cumplir para llegar mañana con todo terminado . . . — Jong le dio una vuelta al cerrojo de su puerta con la llave y tragó en seco. Ann debía irse ¿No? Cualquiera hubiera pensado "Oh, claro. No te molesto entonces, suerte en tus deberes." Pero nada en esta vida era gratis, nada. Y Ann era una de esas chicas que cobraba hasta el más mínimo favor.

"La soledad lo es todo cuando no tienes nada."

JongHyun entonces abrió la puerta. Sabía perfectamente a que se debía aquella visita de Ann. La chica de cabello negro y cuerpo delgado con unos labios que de seguro le encantaban a cualquiera, estaba usando a Jong para sus mejores placeres, sus visitas se reducían a unas sesiones de sexo que a él no le dejaba conforme para nada, pero tampoco era desagradable al fin y al cabo era hombre y necesitaba de vez en cuando un encuentro como aquellos.

 "No temas al otoño, si ha venido. Aunque caiga la flor, queda la rama. La rama queda para hacer el nido " y esa rama que Jong sostenía estaba a punto de romperse.

 

Un nuevo día de escuela, despertó una hora después como era de costumbre. Se vistió con tranquilidad, buscó algo de comer en su alacena pero no tenía ni un solo frijol al menos para tirarse a la boca. —Joder . . —Lanzó a la basura un frasco vacío y así entonces se encontraba una vez más en la miseria ¿Debía empezar con su trabajo otra vez?. Jong, en su tiempo libe solía recurrir a un bar de mala muerte a tocar un par de canciones, aunque no se notara solía escribir mucho y componer su propia música. ¿Hay algo que pueda ir peor? Un bohemio viviendo en la mierda y completamente a solas. Tomó su mochila, tiró un par de cuadernos con un lápiz dentro de ella y observó aquel viejo reloj de pulsera que traía el cual se asombraba de que aun funcionara. — Quince minutos . . —Murmuró por lo bajo, pero al parecer aquella mujer que aún estaba ahí en ese colchón en una esquina del lugar y había despertado.

—¿Quince minutos para qué, Jong?—

—Tengo que ir a clases. . .—

 

JongHyun se puso de pie y observó a quien soñolienta se arreglaba un poco el cabello mientras dejaba al aire sus senos sin importarle mucho que este le viera, al fin y al cabo ya eran tantas las veces que ambos habían terminado encamados que a la chica le daba exactamente igual

—Quédate un poco más conmigo . . . — Agregó ella mientras se quitaba las sabanas del cuerpo y quedaba totalmente descubierta hasta la cintura.

—No quiero Ann, tengo que ir a clases. Cuando vuelva por favor, no quiero que estés aquí.—

La chica sabía que JongHyun simplemente le usaba de manera descarada para quitarse las ganas y ella en un afán por querer tenerlo al menos en una noche, cobraba de esta manera, manteniendo la ilusión de que en cualquier momento el chico de cabello castaño caería rendido a sus pies. Él entonces no entendía cómo es que una mujer podía llegar a caer tan bajo, el ofrecerse de tal manera sin tener ni una pizca de vergüenza ni pudor pero a estas alturas a Jong nada le sorprendía.

—¡Jong!— Chilló al chica en cuanto él se negó.

—Adiós, no regresare hoy a casa. Es solo una manera de asegurarme de que no te veré otra vez.—

Cerró la puerta detrás de él sin tener ni la más mínima reacción ante el grito de la chica que solo se hacía un ruido molesto para él .Un sol escuálido se escondía detrás de las nubes que se empeñaban en opacar el día, aunque a este le parecía el clima perfecto. Tomó el bus en la parada que  estaba justo a una cuadra de su hogar el cual no demoró mucho en pasar pensando en que aún podría llegar a tiempo para recibir el desayuno que entregaban en la escuela.

— Con permiso  . . . Permiso . . . Ah.—

El transporte público no era exactamente algo de dioses, al contrario, siempre solía ir tan lleno que Jong nunca lograba conseguir un asiento. Se acomodó la mochila como pudo y se sostuvo de los fierros disponibles para no caerse a cada frenada que este daba en cada estación —Solo quince minutos. . . —Logró murmurar antes que apoyara su frente en contra de uno de estos fierros y caer completamente agotado cerrando sus ojos, al menos así para intentar relajarse un poco.

"La soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno muy malo para quedarse."

 

 

 

 

El desayuno estaba puesto sobre la mesa. El olor  a té recién preparado, un par de tostadas calientes y un poco de mermelada de mora hacían de esa mañana un nuevo comienzo. El otoño es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor que de pronto en primavera crecerá hermosa y con fuerza, de esta manera Kibum comenzaba el amanecer pensando en que la nueva estación del año traería consigo un nuevo reto, la escuela comenzaba una vez más y debía ser el mejor de todos este año. Un chico competitivo, de buenos modales, con el ego a más no poder porque sabía que tenía una belleza que era envidiable por los demás. Kibum, este chico de piel blanca y cabello rubio perfectamente acomodado pertenecía a una buena familia de empresarios. Decían que su padre vendió todo lo que tenía, ahorro cada centavo y la avaricia le llevo entonces a sostener un imperio de empresas, por otro lado las malas lenguas aseguraban que la cabeza de la familia Kim en Daegu mantenía una mafia en donde las drogas cruzaban fronteras y de ese dinero se hizo la gran fama de comerciante y en cuanto al chico era un mal agradecido de lo que tenía, no le importaba los medios simplemente el fin y tenía una vida que todo joven a su edad quisiera.

—El otoño siempre ha sido mi estación favorita. El momento en que estalla todo con su belleza pasada, como si la naturaleza hubiera estado ahorrando todo el año para el gran final . . . — Comento el rubio mientras se sentaba a la mesa a tomar su desayuno al momento en que una de las amas de casa acomodaba los detalles en esta.

— Joven Kibum, es usted realmente admirable para ver lo bueno que puede entregar el otoño.—

Su ama de casa, su amiga y su confidente. Su nombre era Lauren, nacionalidad Inglesa, había cuidado de Kibum desde que nació, ya que su madre despreocupada por el bebé se ocupaba más de verse bien para la prensa y los diarios.

—Debo ir a la escuela. Llegare tarde. . . -Dijo cuando terminó de dar el último sorbo a su té ingles preparado especialmente para él y aquellas tostadas americanas que solo su ama de casa podía preparar.

—El automóvil se averió . . .  ¿Sabía usted de eso? —Preguntó la mujer con algo de temor porque al instante los ojos de Kibum se abrieron de par en par sin poder creerlo.— Puede tomar el autobús . . . —Le recomendó luego, mientras le daba la espalda para seguir lavando la loza que había quedado sucia.

 

El humor de Kibum entonces terminó ahí de llegar al suelo, de pasar de bueno a peor, de bien a mal.  ¿De qué se trataba esto?. Salió entonces de su hogar refunfuñando a cada paso que daba mientras el aire le pasaba a desordenar un tanto el cabello y se asegurara el mismo de que su uniforme estuviera intacto. Se acomodó su bolso sobre su hombro sosteniéndolo así con cuidado mientras daba tranquilos pasos hacia aquella estación de bus. Tenía frío y un mal humor, su rostro lo decía todo así que aun mañoso se cruzó de brazos y esperó al asqueroso bus y lo peor es que su mala racha no terminaría ahí.

—¿Qué es esto? . . . ¿Cómo puedo viajar aquí hasta la escuela? — Cuestionó al conductor que simplemente cumplió con abrir y cerrar las puertas para que este subiera y ahí entonces observó como la gente a su alrededor intentaba mantenerse en pie a esas horas de la mañana. Se llevó una mano a la frente y él mismo se dio un poco de aliento para pasar entre la aglomeración y conseguir un lugar acomodado de poder estar ahí  al menos quince minutos.

A veces pensamos que el destino está escrito y hagas lo que hagas lo que tenga que pasar, pasará, pero es mejor olvidarse de eso y seguir adelante intentando hacer cosas nuevas. Lo que tenga que pasar pasará y ya habrá tiempo de plantarle cara.

  — Permiso. . .  — De pronto Kibum encontró un asiento desocupado y lo vio como una flor entre las hojas secas. Sin planteárselo ni medio segundo se acomodó satisfecho junto a una señora que prácticamente iba durmiendo como si en su casa estuviera. No se dio cuenta que en el momento en que luchaba por llegar a ese asiento había un chico justo al lado que parecía estar tan cansado que podía hasta dormir de pie y le pasó a llevar haciéndolo tambalear un poco y ponerlo en alerta. Éste, afectado le miró alzando una ceja por tanto escándalo que hizo en cuestión de segundos. — Lo lamento . .  — Murmuró Kibum que hasta ese entonces no había dado la cara a nadie en ese lugar, pero algo inevitable le hizo alzar el rostro.

 — No hay problema . . . —  Una voz varonil y un tanto agotado simplemente le hizo pasar por alto un incidente tan mínimo como aquel.

Kibum mantuvo sus ojos en el chico que  los volvio a cerrar y entonces por primera vez descubrió un rostro que fuera digno de observar por él. Miró en detalle quella respingada nariz, el pelo castaño,  lo ancho de su espalda y aquella tenida escolar que le quedaba bastante bien. "Esa ropa" Pensó al instante, y era exactamente el de su misma escuela. Se veía maltratado y sucio, tanto la vestimenta como el chico, pero aun así a pesar de esa mancha de tierra que tenía en la frente a causa de su dormir tan especial sobre el fierro, Kibum pensaba que era realmente atractivo. Se sintió extraño el resto del viaje, el chico pasaba a rozarse con él de vez en cuando debido a la cantidad de gente y eso le hacía el trayecto un poco más emocionante. " Que fetiche el mío." Pensó entre risas mientras  de reojo le observaba.

El bus llegó a la parada de la estación en donde estaba la escuela de la ciudad. Todos comenzaron a bajar y Kibum aun seguía mirando por la ventana, por ende como no estaba acostumbrado a tomar el bus ni si quiera supo bien donde tenía que bajar hasta que se dio cuenta a lo lejos que ahí estaba el edificio educacional  — Espere, por favor, detangase. Bajo aquí . .  — Gritó alarmando al conductor y a la señora que de pronto despertó de un golpe debido a esos gritos de alerta. Kibum bajó riendo del bus ya que era una nueva experiencia para él y parecía que el mal humor se le había ido a causa de la buena vista que había tenido durante el viaje.  — ¿Dónde está?  — Se preguntó al instante, ya que de seguro debió bajar ahí. Le busco entre la multitud solo por el interés repentino que logro tener aquel chico tan común, tan común que para Kibum no había pasado desapercibido.

La vieja palabra destino quiso sorprender a su suerte, le cruzó en medio del camino la voz de un chico desganado, desafiante a la vida, un alma que a mil millas se veía solitaria y si el destino lo tenía planeado echada estaba su suerte.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).