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15 MINUTOS. por SHINeestories

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Kim JongHyun nunca más regresó al salón de clases. Una vez se vio fuera del campus B salió del complejo escapando con éxito del lugar, estaba tan cansado, desgastado, herido y enamorado que ni cuenta se dio para cuando ya había caminado todo hasta su hogar. Era de noche, las estrellas le acompañaban y como siempre su infinita soledad. Su amigo, quien le prestaba su habitación para dormir, esa noche había salido de parranda así que tenía todo el lugar para él solo; se despojó de sus prendas y se tiro sobre la cama observando el techo, y de pronto recordó aquello que hace semana había mantenido en el bolsillo de su pantalón. Tomó el viejo papel y lo tiró sobre un velador decidido a dejarlo completamente en el olvido mientras pensaba que se había ahorrado el bochorno de su vida.

Su amigo llegó ebrio a eso de las cinco de la mañana, lo que le hizo despertar de su sueño profundo con un malgenio de los mil demonios por unos segundos, pero no fue suficiente como para levantarse, no, no, nada de eso. Estaba tan cansado mentalmente que decidió seguir durmiendo ya que era la única manera en  que dejara de pensar en el chico rubio de sus amaneceres.

 

Los días pasaron, Kim Kibum y JongHyun nunca más volvieron a encontrarse.

El otoño entonces parecía estar terminando, aún quedaban las hojas secas de los recuerdos y los días nublados en las mañanas pero el comercio comenzaba ya a ofrecer la moda de primavera, y se estaba preparando en la ciudad el festival que estaba dedicado completamente a esa estación del año. Jong por su parte volvió a llegar tarde cada día, ya que esta vez prefería caminar y Key nunca más tomo el autobus. Un par de jóvenes dejando muertas las caricias que nunca comenzaron, los besos y los abrazos que el destino les había planeado se fueron desmoronando, porque necesita de ambas intenciones para seguir creando aunque aún estaba vivo el amor. Nunca supieron sus nombres, tampoco su edad ni en donde vivían porque a pesar de haber pasado por mucho no habían pasado por nada. Porque nunca fueron más allá. Simplemente Key se enamoró de una voz y Jonghyun de una sonrisa. ¿Cómo puedes darle más explicación a eso? Ambos corazones prometieron no regresar al lugar en donde se conocieron, en donde solo bastó una jugada del destino para comprometerlos por siempre.

Era entonces un atardecer de día sábado. No había escuela, no había excusa para pensar en el otro. Jong caminaba hacia el bar en donde le tocaba asistir aquella noche cargando su guitarra al hombro, con tranquilidad, pero parecía muerto en vida. Su rostro volvió a ser el de siempre, ya no estaba iluminado, su cabello despeinado y una despreocupación total de su persona. Dobló en una de las esquinas del barrio, pero de pronto una cosa peluda se le cruzó por el camino. ¿Qué es eso?. Dio un paso hacia atrás un tanto asustado pero luego al concentrarse mejor se dio cuenta que se trataba de un conejo, ¿qué hacia un conejo en medio de la ciudad? De pronto el semáforo que estaba en rojo cambió al verde y un automóvil amenazaba entones por pasar sobre aquella pequeña criatura diminuta que en el cuello mantenía un listón de color rojo con una campana que sonaba cada vez que daba un salto.

—Hey,  ¡no! . . . Cuidado . . . —Jong, por inercia y por su amor a los animales salió detrás del conejillo que escapó por uno de los pasajes. Dio saltos gigantes hasta que de pronto se detuvo de sorpresa. "¿Que le sucede? " pensó al instante el joven que estaba dispuesto a capturarlo, porque no lo dejaría morir en la gran capital de la ciudad. Como un cazador se acercó al animal, se arregló la guitarra en la espalda sigiloso en su andar y en completo silencio se acercó pero el conejo estaba vigilándolo en todo momento, hasta que de pronto Jong se lanzó contra el suelo a la suerte estirando sus brazos para poder tomarlo. Cerró los ojos con fuerza y una sonrisa se posó en sus labios para cuando sintió el suave y largo pelaje del animal entre sus manos. De pronto toda la atención sobre el conejo se desvió hasta la gran casa que estaba frente a él. Era una de las más lindas del barrio, con una arquitectura única y en ese lado de la ciudad. Se levantó como pudo con mucho cuidado, sostuvo al animal con una de sus manos y con la otra se limpió un poco la ropa, mientras tanto su mirada atónita viajaba por las hectáreas de la casa en donde se dejaban ver un par de autos de lujo, un jardín perfectamente cuidado y de seguro una piscina por lo lejos que este no lograba divisar del todo.

—¿Es tu hogar?—Preguntó JongHyun al conejo que solo movía sus bigotes en alerta a lo que sucedía, como si este le fuera a responder. Soltó un suspiro y se acercó hasta la reja para así llamar la atención de una ama de casa que se encontraba merodeando por ahí— ¡Hey , usted. . .! —

El destino y un conejo se encargaron de volver a jugar con el muchacho que pensaba tenía la soledad como única compañía para toda la vida.

Lauren entonces escuchó el llamado de un vagabundo en la puerta. Se asustó por los primeros segundos pero luego al darse cuenta de que tenía a Beltrán en sus manos ahogó en un chillido que le hizo correr lo más rápido que pudo, olvidándose ya de coquetear con el jardinero que a esa hora trabajaba en la mala hierba.

— ¡Dios mío! Beltrán, qué bueno que regresas a casa . . . —La ama de llaves tecleó un par de números en la pared que le dieron así el paso a abrir la puerta de manera automática y le arrebató en un dos por tres el conejo de las manos al joven que aún estaba un poco descolocado, pero logró soltar una sonrisa al darse cuenta de que estaba el pomposo animal en su hogar.— Muchas gracias, ¿dónde lo encontró?—

—Estaba en la calle principal a punto de ser arrollado por un automóvil. —Contestó Jong tranquilo mientras alzaba una de sus manos y le acariciaba una de las orejas, por un momento alzó la vista a Lauren que le miraba totalmente anonadada. —Eh , bien . . .  Yo ya debo irme. —Contestó el joven mientras se rascaba la nuca algo incómodo.

—Sí, de inmediato le daré su recompensa. . . Pase, adelante. —

¿Recompensa? JongHyun se quedó con las palabras en la garganta en cuanto escuchó aquello y una pícara sonrisa apareció en sus labios ¿Acaso alguien podía tener tanto dinero como para dar una recompensa por un conejo? Sí, esa gente existía y nunca imaginó que aquel hermoso conejo con el listón le fuera a dar la sorpresa de su vida.

Ahí entonces el joven de cabello castaño atravesaba la puerta y todas sus búsquedas, sus penas, sus inseguridades estaban a punto de ser resueltas, esas mariposas que se habían mantenido calmas pero no olvidadas volverían a despertar. Sostuvo su guitarra aún mejor y algo avergonzado sin decir más nada caminó guiado por Lauren.

—Por favor, tome asiento, en unos segundos le darán su dinero, ¿Desea algo de beber?—

—¿Qué tiene? — Preguntó Jong con algo de risa, a lo que Lauren le descolocó y alzó una ceja pensando lo aprovechador que resultaba.

—De todo. — Contestó ella.

—Ah, solo dame un poco de jugo. — Contestó Jong al percatarse de la expresión ajena con algo de risa.

Lauren entonces caminó rápidamente hacia la cocina ordenando ahí que prepararan un juego de frutas natural, para así entonces subir las escaleras que daban hacia el dormitorio de Key.

—Señor, Beltrán a regresado a casa. —Anunció Lauren por detrás de la puerta sin querer interrumpir pero en cosa de segundos Kibum abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, arreglándose un tanto el cabello.

—Ah. . . ¡Qué suerte, qué bien! — De inmediato Kibum quiso salir para ir en busca de su adorada mascota.

—Espere, hay un joven abajo que espera su recompensa . . . —Dijo Lauren antes de que Kibum bajara recordándole que tenía que llevar consigo el dinero.

—Cierto, cierto . . ¿Cómo es que lo pudimos encontrar tan rápido?—Comentó Kibum mientras buscaba en su velador la recompensa que estaba dentro de un sobre.

—Es una suerte.—

Beltrán se había perdido apenas el día de ayer por la mañana en donde Kibum salió a la escuela y sin querer el portón de la casa había quedado abierto tan solo un poco, por ese mínimo espacio el conejo corrió pasando la noche fuera.

—Ojalá tuviera la misma suerte para otras cosas. . . Debería poner una recompensa por el también  —Comentó Kibum con desgano mientras tomaba el sobre entre sus manos y se disponía a bajar las escaleras rápidamente con Lauren a la siga.

— Ah, muchas gracias por traer a Beltrán. . . Es un conejo único en este país. Soy Kim Kibum. —Habló Kibum a la espalda de un chico que se dedicaba a husmear alrededor. Key entonces se quedó a observarle un poco más en detalle, y es que éste no se volteaba para darle la cara, entonces el sobre cayó de sus manos en ese mismo momento en donde se percató finalmente de que el chico del bus estaba ahí parado frente a él. La ama de casa atenta a lo que pasaba, lo tomó de inmediato del suelo y se quedó observando la escena digna de una película pero prefirió no ser partícipe y salir de ahí cuanto antes.

 

JongHyun miraba las cosas caras que tenían sobre un estante, algunos adornos importados y cosas que de seguro eran más caras que su propia vida. Sin querer una foto familiar le hacía darse cuenta en dónde se encontraba y antes de que pudiera irse de ahí la voz de quien menos pensaba se escuchó a su espalda. Abrió los ojos de par en par y apretó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón con inseguridad, porque una vez más volvía a sudar, su corazón a latir y las mariposas a despertar.


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