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Un Final Inconcluso por takeohigurashi

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Notas del capitulo:

Honestamente no tenia el pensado hacer una segunda parte de este escrito, por eso iba a ser un One-shot, pero viendo la recepción de muchas personas, y que muchos deseaban una continuación, simplemente no pude negarme, se lo merecían y yo también necesitaba escribir una conclusión, ¿Qué clase de persona seria si lo dejo así? Kuroko con el corazón roto y Kagami sin solucionar nada. Imposible. Merecen una oportunidad, ¿no lo creen?

Bueno, sin mas que decir, espero que disfruten la lectura y me dejen un comentario :D eso me haría inmensamente feliz, quiero saber su opinión. :3

 

 

Continuación

 

 

 Abrió los ojos, sintiendo un enorme malestar al sentir los rayos del Sol abriéndose paso a través de las persianas. Enfadado, se giró, dándole la espalda. No quería levantarse. Más bien, no tenía fuerzas para hacerlo. Le dolía el cuerpo entero, como si lo hubieran golpeado con un bate de béisbol. Tal vez no estaba tan lejos de la realidad esa idea. Abrazando la almohada que tenía entre las piernas, se aferró fuertemente a ella y comenzó a llorar.

No podía detenerlo, lo había intentado, pero simplemente las lágrimas volvían a salir cada vez que retomaba conciencia de lo ocurrido recién. Gimoteando como niño pequeño, cerró los ojos y se cubrió hasta la cabeza con la cobija. Después de llorar un poco más, se quedó dormido.

Ignorando el molesto sonido de su celular, que después de revisar quién era, la noche anterior, lo arrojó a alguna parte de su habitación, que fue detrás de su estante lleno de libros.

*****************************

 

Estaba preocupado. Sentado en el borde de su cama, revisó nuevamente su celular, ni un solo mensaje o llamada de Kuroko, él le había enviado como más de 100 mensajes, pero ninguno había tenido contestación. Ya era domingo, así que mañana podría verlo, pero ¿sería así?

Después de buscar a Tatsuya y arreglar las cosas, y después de unas cuantas lágrimas y abrazos, fue a buscar a Kuroko, pero no lo encontró. Los senpais también se habían ido a sus respectivas casas, y puesto que Kagami vivía cerca no tuvo por qué preocuparse por ello.

Intentó llamarle, pero éste no contestaba. Inseguro se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia la sala, en realidad daba vueltas por todo el departamento, inspeccionando, sin fijarse en nada en particular. No pone la suficiente atención, sus pensamientos van más que nada hacia su sombra.

Maldición, se detiene y golpea el sofá, dándole un puntapié, que rápidamente se arrepiente al sentir el dolor en la punta de su dedo gordo. Maldice un poco más, en inglés, en japonés e incluso en su propio idioma.

Toma asiento en el sofá y después de revisarse el dedo, suspira. Dejándose caer, extiende los brazos a lo ancho del mueble, echa la cabeza hacia atrás y mira el techo de color blanco. ¿Qué debería hacer ahora? Todo lo que puede pensar es en ir corriendo hacia él, pero no puede hacerlo. Aún no.

Si tan solo hacerlo fuera tan sencillo. Necesitaba verlo, saber que estaba bien, no le gusto como habían quedado las cosas.

Las cosas con Tatsuya estaban bien, pero con Kuroko no tenía la menor idea. Kuroko pensaba que sentía algo más por Tatsuya, pero eso era mentira. Sí, quería a Tatsuya, pero era una clase amor fraternal, ese de darle un apretón y un abrazo en señal de cariño, sin embargo no podía pasar a más de ello.

Hablando de Kuroko todo era muy diferente, no solo tomaría su mano, la besaría, lo atraería hacia su cuerpo y después lo besaría profundamente hasta dejarlo sin palabras, perdiéndose en el sabor de sus labios, que juraba por todos los cielos que sabrían a gloria. ¿Tendrían ese leve sabor a vainilla de las millones de malteadas bebidas por su sombra? Aunque no fuera vainilla, sabía que sería dulce.

Sonrió tontamente, agitándose los cabellos con las manos, desesperado.

No, no podía permanecer otro día más sin verlo, sin escuchar su voz. Y  aunque él no estuviera dispuesto lo haría abrirse un lugar en su apretada agenda. Él también tenía cierta  prioridad en la vida de Kuroko Tetsuya, y esperaba que éste aceptara el suyo en la del pelirrojo. Porque, quisiera o no, Kuroko ya era una parte vital para él.

Se levantó, tomando las llaves de la mesa. Cogió la chaqueta negra de su silla y se dirigió hacia la puerta, jugueteando con el juego de llaves hasta encontrar la llave principal de la puerta.

***********************************

 Frotando el pelaje de Nigou, la espuma se hizo más grande, cubriendo todo su cuerpo en cuestión de segundos. Una pequeña bola de espuma cayó en su nariz, limpiándosela con la mano, lo hizo estornudar. Nigou respondió con un pequeño ladrido, obviamente feliz por el trato digno de un rey. 

Malcriado.

Baño, comida y una siesta. Eso sí era vida.

-              Qué bueno que no tienes que preocuparte de cosas como el amor. – echándole un poco de agua para remover la espuma, Nigou se sacudió y una cuantas gotas el cayeron encima de la ropa.

-              Tetsu-chan, ¿estás hablando con Nigou? ¿estás bien? – casi salta por la impresión, su madre tenía ese cierto efecto de aparecerse sin ser notada, he ahí la herencia familiar del sexto hombre invisible. Su madre se acercó hacia él, agachándose. Kuroko desvió la mirada, concentrándose en lavar a Nigou.

-              Ummm, sí, lo estoy. ¿Por qué, mamá?

-              No sé, siempre que te sientes mal o tienes algo que no te deja tranquilo te pones a hablar con Nigou. – sí, su madre era demasiado observadora. Era su madre, por dios. Imposible negarle algo, porque ella lo conocía mejor que su palma.

-              … - no respondió, permaneció en silencio, secando a Nigou con una toalla. Después de que quedara seco lo soltó, dejándolo libre por la casa. A su madre no le importaba, después de todo Nigou no era rebelde y se comportaba, quedándose en su cama y si corría era a la habitación de kuroko o cuando sonaba el timbre. Su madre entendió que no era algo fácil de tratar, así que hizo lo que podía. Darle ánimos, abrazándolo por la parte de atrás.

-              Tranquilo, sea lo que sea, sé que encontraras la solución. Siempre lo haces.

-              Mamá.

-              ¿Sí? – respondió, recargando su mentón sobre su hombro. Antes era más fácil abrazarlo, su Tetsuya había crecido mucho en poco tiempo. No era enorme como sus compañeros de baloncesto, pero para ella era GRANDE.

-              Tú… ¿Cómo fue que...? nada. – dijo, mordiéndose la lengua. No podía hablar con ella de ese tipo de cosas, ¿verdad? ¿o sí?

-              No tengas pena. Adelante.

-              Este… ¿Cómo fue que te enamoraste de papá? – sintió su rostro ponerse completamente rojo. Se hundió de hombros, ¿su madre se molestaría por preguntarle esa clase de cosas? Para su sorpresa, su madre no se molestó, se sorprendió, pero no le molesto. Así que contestó.

-              Ummm, no lo sé. Simplemente fue así. Conocí a tu padre cuando estaba en la secundaria, y siempre me llevé muy bien con él, fuimos amigos desde siempre. Él me hacía sentir, me hace sentir, como si todo estuviera bien, como si no tuviera que ocultar nada, como si fuera la única persona que él mirara de esa manera. – respondió honestamente, Kuroko pudo darse cuenta del tono cariñoso que había usado su madre. Sus palabras cuando hablaba de su padre estaban llenas de amor. Amor puro. De alguna manera podía entenderla.

-              ¿De esa manera? – preguntó al final, no entendiendo a que se refería.

-              De esa forma tonta. Ya sabes, que no despega su mirada de ti y se mantiene como tonto embobado, y cuando lo atrapas su rostro se pone rojísimo.

-              ¿Cómo te diste cuenta?

-              Ummm, yo soy…  muy torpe. Te lo juro, tu padre me lanzaba indirectas, pero como él era muy tímido, y torpe también, ninguno de los dos hacia un movimiento adelante. Mis amigas me decían que él estaba enamorado de mí, y yo no lo creía.

-              ¿Por qué?

-              Porque no me había dado seña de querer pasar a algo más que amigos. Cuando tocaba mi mano se ponía rojo, y luego salía corriendo, por lo que pensé que no quería pasar el rato conmigo. Pero después de que recibió una carta de otra chica, yo… ¡EXPLOTÉ! – la expresión en los ojos de su madre cambio, a una más tenebrosa. Tal vez recordando el momento, a la chica o los sentimientos de ese entonces.

-              ¿Qué…?

-              Si, exploté. Lo acorralé en las escaleras y le pedí una explicación. Primero se sorprendió y justo cuando me iba a dar la espalda, lo solté:

“Te odio, llevo varios años esperando a que te me declares y siempre haces lo mismo. Solo pídemelo. Yo también quiero ser tu novia, tonto”

-              ¿Qué pasó después?

-              Se desmayó. – soltando una risita graciosa. Podía imaginarse la escena. – Y cuando despertó, yo estaba a su lado, sosteniendo su mano. Dos días después me invitó a salir.

-              Jamás imaginé que eso habría pasado. ¿Por qué no me habían contado esa historia?

-              Te lo dije, tu padre es muy tímido. Él quiere que lo sigas viendo como el gran padre de familia que es. Que tengas una figura a quien admirar.

-              Pero tú sabes que te admiro a ti.

-              Lo sé, pero hay que dejarlo creer eso, ¿sí?

-              Está bien.

-              Bueno, tengo que preparar la cena. ¿Por qué no tomas un baño?

-              Eso haré, Nigou me mojó toda la ropa.

-              Ve. Te llamaré cuando haya terminado, puedes ayudarme a preparar la ensalada.

-              ¿Me dejaras usar un cuchillo?

-              Eh… mejor me ayudas con la mesa, ¿sí?

-              De acuerdo.

Su madre fue hacia la cocina y el comenzó a subir las escaleras hacia su cuarto.

Ya en él, se quitó la camisa y buscó su toalla, una muda de ropa, algo cómodo y ligero, pero cálido. Lo dejó todo listo sobre su cama y se metió a bañar.

El agua estaba caliente, agradable. Frotándose el champú sobre el cabello, masajeó sus cabellos azules. Jugueteó un poco con ellos haciendo formas extrañas. Hasta que se dio cuenta que debía apurarse y no gastarse el agua caliente.

***********************************

Estaba terminando de arreglarse, secándose el cabello con la toalla. Cuando escucho a su madre llamándole desde la planta baja.

-              ¡Tetsu-chan!

-              ¿Qué pasa, mamá?

-              Alguien ha venido a verte.

-              ¿A verme? ¿A mí? ¿Quién es?

-              Dice que un viejo amigo.

-              Dile que espere, ahora bajo.

Se dispuso a bajar, aún con la toalla sobre los hombros. ¿Quién podría venir a verlo? A estas horas, ya casi eran las 8:00pm y afuera estaba oscuro. Solo un loco podría… ¿alguien de Kiseki? Tal vez, con esos no se sabía.

Cuando llegó con su madre a la entrada, pudo vislumbrar una mata de rubios dorados por encima de la estatura de su madre.

-              Kisekun… ¿Qué haces aquí?

-              ¡Que malo! Vine porque no respondiste mis mensajes sobre ir al centro a ver una película. – mostrándole el aparato, Kuroko hizo memoria, tratando de recordar dónde había dejado el suyo. Oh, claro, lo tiró por ahí para que no le llamara Kagami-kun.

-              ¿Mensajes? Oh, lo siento, no sé dónde está mi celular. Creo que lo perdí en mi habitación.

-              Guau, eso es extraño en ti Kurokocchi. ¿estás bien? – la mirada de Kise era penetrante, sabía que Kise tenía una buena razón para estar ahí. Y no era nada bueno.

-              Sí, lo estoy. – mintió, tratando de parecer más inexpresivo que nunca. Pero Kise no se lo creyó, haciendo un mohín con la boca, tratando de descubrir el que pasó.

-              Mentiroso. Señora Kuroko, ¿le puedo pedir un favor? – la madre de Kuroko, que se había mantenido fuera de la conversación, en completo silencio, siendo una simple observadora, saltó al recibir la sonrisa del rubio.

-              Ummm, supongo. – respondió, la había agarrado con la guardia baja

-              ¿Puede dejar a Kurokocchi ir conmigo al cine?

-              ¿Al cine? ¿A estas horas?  - Kuroko suspiró, aliviado al ver que su madre no permitiría que se fuera con Kise. No sabía porque, pero no quería estar a solas con Kise.  – Claro, porque no. – casi se ahoga a sí mismo al escuchar la respuesta animada de su madre.

-              Pero… es tarde…

-              Si prometes llegar temprano no hay problema.

-              ¿Qué hay de la cena?

-              Te daré un poco de dinero para que comas algo.

-              ¿Y papá?

-              Sal. Es bueno salir con los amigos de vez en cuando. – lo secundó la voz de su padre desde la entrada, que se quitaba los zapatos. Saludó a Kise y caminó hacia su esposa.

-              ¿Está bien que vaya?

-              Claro, has estado encerrado todo el fin de semana. Sal a distraerte un rato.

-              Tengan cuidado.

-              Ya ves, Kurokocchi. Vamos, será divertido.

-              Ok, déjame cambiarme de ropa, ¿sí?

************************************

-              Ok, ¿me dirás qué fue todo eso, kise-kun?

-              Ya que no respondiste mis mensajes, le marqué a Kagamicchi.

-              … - el escuchar su nombre le hizo sentir el leve dolor en su pecho. Tragó en seco, sin dirigirle la mirada a Kise. Pero éste entendía el silencio.

-              Descuida, tampoco me contestó.

-              ¿Entonces?

-              Le llamé a Izukicchi.

-              ¿Izukicchi? – ese juego de palabras de Kise era demasiado raro y complicado. Como Murasakibaracchi.

-              No me cambies el tema. Y finalmente me lo dijo. – sonrió triunfante, sus mejillas se pusieron coloradas y se cubrió con la bufanda solo dejando entre ver sus ojos azules.

-              Que malos son.

-              Están preocupados, todos ellos.

-              Aun así, eso es personal. – estaba molesto, un tanto traicionado por los de Seirin, sabía que obraban por su bien, pero aun así, no quería que todo el mundo supiera sus problemas. Mucho menos Kise. No es que fuera un chismoso o que se burlara de él, simplemente no quería que nadie supiera.

-              Creyeron que te seria de distracción.

-              ¿En serio? – levantó una ceja.

-              Si, las ideas fueron llevarte a ver una película o que simplemente te desquitaras toda tu ira golpeándome un poco.

-              ¿Qué tanto? – tronándose los dedos de las manos, esperaba que la segunda opción fuera verdad, tenía mucha ira que canalizar en su cuerpo.

-              Solo hasta que me hicieras llamar a Aominecchi.

-              ESPERA. ¿Aomine-kun lo sabe? – se detuvo, Kise se giró, disculpándose con las manos frente a él.

-              Ummm, no te enojes. Estábamos juntos cuando te llamé y lo escuchó. Fue un accidente.

-              Ya veo. Aunque tengo otra duda.

-              ¿Cuál, Kurokocchi?

-              ¿Qué hacían los dos juntos? Debieron estar demasiado cerca como para que pudiera escuchar la conversación, ¿no? – Kuroko sonrió con malicia, mordiéndose el labio, mientras que Kise se puso rojo hasta de las orejas, ahogando su voz en un tono nervioso. Rió, fingiendo, y miró hacia otro lado.

-              Pues, nos topamos y me acompañó a su casa, ya que vive cerca.

-              Mentiroso. Aomine-kun vive en dirección contraria a la tuya, y sabes que es verdad.  No me digas que estaban… - haciendo un gesto con sus dedos índice de tocarse las puntas, Kise enrojeció a un nuevo nivel.

-              ¡Kurokocchi! ¡Basta! No hagas eso, me avergüenzas.

-              ¿Por qué no decirlo y ya? No es nada del otro mundo.

-              Aun no es nada seguro, estamos en… un periodo de prueba.

-              ¿Y qué tal?

-              Vamos bien, Aominecchi está muy comprometido. Demasiado, diría yo. – una sonrisa de satisfacción y un tanto pervertida apareció en el rostro del modelo. Suponiendo que estaba recordando algo sucio Kuroko agitó su cabeza.

-              Ok, ahora tú, basta, sus intimidades guárdenselas para la habitación.

-              ¿Celoso?

-              Por supuesto que no, tonto. – empujándolo.

-              ¿Y? ¿Qué pasó con Kagamicchi?

-              No quiero hablar de ello.  – en tono serio, no había forma que lo dijera.

-              Necesito saberlo, sino Aominecchi irá a golpearlo sin una razón para excusarse.

-              ¿Qué?

-              Se supone que iría a verlo para darle un escarmiento.

-              Kise-kun, deja de jugar.

-              No es broma. De hecho si va para allá.

-              No. Dile que se detenga.

-              Dime qué pasó y lo haré.

-              Yo…

-              Tal vez ya llegó. – maldición, lo chantajeaban. ¿Qué eran? ¿niños de primaria? Molesto, apretó los dientes y soltó un suspiro, resignado. Vencido.

-              Está bien, lo haré, pero no aquí. Busquemos un mejor lugar, así que dile que no lo golpee.

-              Bien hecho, Kurokocchi. – sonrió el rubio, triunfante. En lugar de mandar un mensaje o tomar el celular, se giró y gritó hacia atrás - Aominecchi ya puedes salir y unírtenos. – eso lo tomó por sorpresa, viendo como Aomine salía detrás de uno de los postes, soltando un bostezo y con las manos en los bolsillos. Aomine se acercó a ambos, tomando al rubio por la cintura, lo acercó hacia él.

-              Aomnecchi, basta.

-              Tengo frio. – enredando sus brazos más fuerte, presionándose ambos.

-              Me mentiste. – declaró ofendido.

-              Se llama manipular al sexto hombre fantasma labios de acero.

-              Oi, Tetsu, ¿Por qué tardaste tanto? Hace frio.

-              Aomine-kun, ¿Cómo pudiste prestarte a esto?

-              Es Kise, imposible no negársele, o si no llora hasta quedarse con los ojos hinchados. No me gusta verlo así.

-              Aominecchi, eso no fue tu culpa, te lo he dicho un montón de veces.

-              Sabes que si lo fue.

-              Ahora, ¿de qué hablan? – esa escena se le hacía demasiado melosa para su gusto. Aomine-kun siendo lindo, era raro. Raro y un poco perturbador, teniendo en cuenta esa mirada de matón pervertido. Iugh.

-              Ah, no. No te excusarás con nosotros. Dínoslo.

-              Ustedes también tienen secretos, ¿Por qué no compartirlos?

-              Tetsu, esas son cosas… - intervino Aomine, un tanto avergonzado.

-              … delicadas.  – le completó Kise, obviamente incomodos por ello.

-              Entiendo. – Aomine vio la expresión de arrepentimiento por haber tocado algo privado, pero para Kuroko era simple curiosidad, no lo había hecho con intención de burlarse o algo malo.

-              Tsk, no creo que haya problema si le decimos, ¿verdad?

-              ¿Lo dices en serio? – preguntó Kise, alguien también había pensado lo mismo que él, solo que más rápido.

-              Solo si estás de acuerdo.

-              Está bien, te diremos, será un intercambio, ¿Qué te parece?

-              Genial. Contrabandeemos secretos. Vamos a la cafetería que está cerca, ¿sí?

-              Excelente, quiero algo caliente.

-              Oh, ¿eso fue una insinuación?

-              Aominecchi…

-              Vamos, dime Daiki. Justo como ayer.

-              Oye, no frente a Kurokocchi.

-              Tetsu usa tu missdirección un momento.

-              Completamente de acuerdo

 

Notas finales:

ok, ¿que les parecio? comenten y habra continuacion. jojojo


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