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Tú... por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

¡Holas!

Tengo un gusto insano por actualizar de madrugada... pero bueno, ésta semana pienso actualizar todos mis fics pendientes y éste no es la excepción n_n

Clint detuvo su andar apresurado en una de las jardineras cercanas a la reja, tiró su mochila y la alforja de su amigo al pasto. Bruce comenzó a hacer ruidos como si se estuviera ahogando. Era verdad que Clint había desarrollado un gran cariño por Bruce, pero también era verdad que comenzaba a temer el cambio de personalidad.  Él y sus amigos habían gastado algunas horas hablando sobre ello, y para todos era atemorizante imaginar a alguien tan dulce como Bruce convertirse en otro que era salvaje; y Clint -aparte de Thor- habían sido los únicos testigos de esa transformación, a veces todavía soñaba con Bruce y esa mirada en la que no estaba su amigo.


Y sin embargo, con una determinación que hasta a él mismo sorprendió, Clint no iba a abandonarlo, de ninguna manera. Porque Clint también estaba furioso por lo escucharon decir a Stark y por la nula reacción de Rogers.  Habían llegado justo cuando se besaban.


“Bruce, mírame. Vamos, amigo… soy Clint. Y tú eres Bruce, no permitas que Stark gané. Tienes que tranquilizarte”, instó mientras Bruce intentaba retorcerse en sus brazos. “Vamos, respira conmigo… Vamos, Bruce”, y entonces Clint comenzó a respirar exageradamente para que Bruce le imitara.


Bruce le miró y respiró lentamente con Clint, y luego rió ligeramente. Clint detuvo su respiración exagerada y lo  miró con el ceño fruncido… ¿Otra personalidad?, se preguntó el castaño. Pero los labios de Bruce se cerraron en una fina línea y se abrazó a Clint con todas sus fuerzas. Éste lo recibió un poco extrañado, pero apretó de vuelta a Bruce hasta que escuchó que ya respiraba más lentamente.


“El otro no iba a salir”, dijo Bruce en un susurro momentos después.


“¿En serio?”, inquirió Clint sin soltarlo y sin importarle que los pocos alumnos que estaban por ahí les miraran. “Entonces… ¿te estaba dando un ataque al corazón?”


Bruce resopló una risa sin alegría que Clint sintió en su cuello.


“No estoy enojado”, musitó Bruce. “Yo sólo… ¿Podrías acompañarme a casa? Si puedes…”


“Bruce”, le habló Clint con firmeza, separándolo para mirarlo a los ojos. “Tal vez sería mejor si arreglas esto de una vez…”


“No. Steve ya decidió. Ni siquiera debía haber pensado en la posibilidad de competir con alguien como Stark…”


“No. Porque él pierde miserablemente frente a ti. Rogers es un cretino…”


“Clint, ha sido un día muy estresante. Quiero irme de aquí”, casi suplicó Bruce.


Clint claudicó con un suspiro resignado. Fue entonces que entendió la reacción de Bruce, lo que había hecho era intentar frenar un llanto. No estaba enojado, estaba triste. Sin embargo Clint consideró un pequeño triunfo entre tanta mierda que Bruce confiara en él lo suficiente para pedirle que lo acompañara. Bruce ya no era el solitario chico raro del que todo mundo cuchicheaba al principio del año.  Y es que si había algo que le aterraba a Clint era que Bruce tuviera un arranque y cometiera una estupidez. Las cicatrices en sus propios muslos eran aterradoras, y no quería algo así para su amigo.


Así que asintió y tomó de nuevo las dos bolsas escolares para salir del campus. Aún no anochecía por completo y de nuevo comenzaba a llover. Tomaron el autobús, que por suerte estaba casi vacío, y ninguno habló en el camino.  Ninguno se imaginaba el espectáculo que estaba sucediendo en la Facultad de Ciencias en esos momentos.


~*~


Steve estaba hecho una furia. Actuaba por puro impulso, la adrenalina recorría sus venas y justo ahora sólo podía pensar que era hora de dejarle en claro muchas cosas a Anthony Stark. Porque aquello fue suficiente para él. Ignoró la mirada de Bucky y tomó a Stark de la camisa, jalandolo y casi arrastrándolo hasta la salida del edificio. Los chicos y chicas que vieron y escucharon las protestas del niño mimado al ser arreado como animal los siguieron por el puro morbo del chisme.


Afuera, muchos más se aglomeraron para ver la nueva pelea. Más aún si estaba involucrado el famoso Anthony Stark. El ruido se hizo más estridente a medida que Steve jalaba a Tony.


Natasha había salido del edificio de chicas una vez dejó sus cosas y se encaminó a la cafetería, vio a Loki a unos pasos (seguramente también iría a comprar algo para comer puesto que no habían probado bocado durante su estancia en Manhattan), se acercó desviando la mirada hacia dónde él tenía la suya clavada.


“¿Qué sucede ahora?”, preguntó la chica cuando a sus oídos llegó el ruido de los alumnos.


“Creo que es… ¿Steve?”, respondió Loki.


Se miraron un segundo antes de correr hacia el edificio de Ciencias.


Steve y Tony ya estaban rodeados cuando el rubio se detuvo. Soltó bruscamente a Tony y éste estaba a punto de gritar algo cuando Steve lo jaló ahora por la nuca y fue él el que le besó. Tony abrió los ojos como platos, él había pensado que Steve lo iba a golpear, nunca se hubiera esperado esa reacción. El silencio imperó durante los segundos que el beso brusco y descuidado duró. Entonces Steve se separó con rudeza y Tony trastabilló respirando agitadamente.


“¿Esto es lo que querías, Stark?”, habló entonces Steve en voz muy alta, haciendo un gesto con la mano hacia el público (y no poco numeroso) que tenían. “¡Que todo el mundo sepa que los estúpidos rumores son ciertos! Tú lo dijiste, ¿verdad? ¡Dejemos de hacernos tontos! ¡Dile a todo el mundo que estás con Virginia Potts porque tu padre te obligó! ¡Diles que tu compromiso es una mentira! ¡Diles cómo te dejabas follar por mí! ¡Diles que eres tú el que no soportas la idea de perderme por tu estúpido ego!”


Las respiraciones se cortaron de tajo. Las bocas se abrieron en un gesto de sorpresa y perversa morbosidad. A Loki le temblaron las manos, pero no dejó su celular.


Tony no sabía dónde meterse, miró de reojo a su alrededor y sintió la terrible opresión de las miradas de toda esa gente. Jamás se hubiera imaginado eso por parte de Steve… él no era así. Nadie jamás se le había enfrentado de esa manera… Trastabilló de nuevo hacia atrás, y tropezó. Cayó en el pasto de la jardinera principal de la Facultad de Ciencias. Y Steve no se detuvo.


“¿Así que Bruce tiene una deuda contigo?”, continuó Steve sin bajar el tono de voz. Sacó su billetera y lanzó varios billetes a la cara de Tony, que seguía incapaz de reaccionar. “¡Cóbrate! Ya que es lo único que te importa, cóbrate. Pero lo dejarás en paz, nos dejarás en paz a los dos, Anthony Stark”, sentenció peligrosamente y luego miró a la gente que los rodeaba con sendas caras de sorpresa, entonces regresó su mirada hacia Tony. “¿Quieres saber algo más? Ya perdiste, Stark. Porque amo a Bruce Banner”, miró de nuevo a todo el mundo. “¡AMO A BRUCE BANNER!”


Y con eso se marchó a grandes zancadas sin detenerse y sin mirar a nadie.


“Eh… ¿no vas a hacer nada?”, preguntó la supervisora Hill bebiendo tranquilamente su café del vaso desechable.


El decano Coulson dejó de sonreír y recompuso una cara seria.  Llamó a gritos a todo el mundo para que despejaran el área. Pero no le dijo nada a Anthony Stark, tampoco impidió que Virginia Potts -que había estado entre la multitud- se acercara a él y le ayudara a levantarse.


Tony estaba en un shock completo. Dejó que Pepper le guiara  con la respiración agitada y los ojos vidriosos. Coulson negó con la cabeza. Sus niños eran todos prodigios, pero tenían que prepararse para la vida, y si ello necesitaba de una buena humillación pública, él no sería quien lo impidiera. Recogió los billetes que habían quedado abandonados en el pasto, ya se los entregaría a Rogers.


Loki y Natasha seguían tan sorprendidos como todo el mundo. Bucky se les unió.


“Vaya espectáculo”, suspiró sonoramente y se llevó una mano hacia la coleta en su cabello en un gesto de nerviosismo.


“¿Qué demonios sucedió?”, inquirió la pelirroja. Bucky les contó lo que había pasado en el edificio de Ciencias.


Después de insultar a Stark hasta el cansancio, Bucky llamó a Steve por el celular y pronto corrió hasta el estacionamiento. Natasha y Loki intentaban llamar a Bruce, pero no contestaba. Así que a Loki se le prendió la bombilla y llamó a Clint, no lo habían visto durante la humillación de Stark y Bucky les había dicho que fue él quien sacó a Bruce del edificio.


Clint apagó el fuego en la hornilla y procedió a servir el té en un par de tazas grandes. Dejó que el té reposara unos momentos cuando sintió la vibración en el bolsillo de su pantalón. Vio el número de Loki en la pantalla y contestó. Ya se imaginaba que el chisme no iba a mantenerse oculto por mucho tiempo. Echó un vistazo a la sala, dónde Bruce se había acurrucado en el sillón mirando a la nada.


“Dime que estás con Banner”, fue lo primero que dijo Loki una vez Clint contestó.


“Sí, estamos en su casa. No, nadie más va a venir. Bruce necesita tranquilidad… No, Laufeyson”, dijo entre dientes el castaño. “Si Rogers se aparece por aquí voy a romperle la cara y entonces no estaré seguro de que Bruce pueda contener una crisis. Vamos a dejar que las cosas pasen por ésta noche. Sí, voy a quedarme con él y voy a asegurarme de que duerma un poco”.


Y con eso colgó el teléfono. Entendía que él no era el único preocupado por Bruce, pero su amigo apenas si había hablado con él, el tener más gente rodeándolo no sería bueno. Y mucho menos Rogers, que seguramente llegaría a decir más mentiras.


Llevó el té y colocó su taza en la mesita, la otra la depositó suavemente entre las manos frías de Bruce.


Loki maldijo por lo bajo y guardó su celular.


“No habrá manera”, dijo desdeñosamente.


“Creo que Clint tiene razón”, habló Natasha mirando a Steve.


Estaban ya en el estacionamiento y Loki había llamado en modo de altavoz, por lo que los cuatro escucharon su determinación. El rubio se llevó una mano al pelo desesperado. Había querido tomar su moto y correr a explicarle a Bruce todo.


“¿Le habías dicho antes a Bruce que lo amas?”, le preguntó Natasha.


“No. Es mi culpa, dejé que él pensara que… ¡Maldita sea!”, gruñó Steve y pateó una llanta de su moto.


“Entonces será mejor hacerle caso a Barton”, intervino Bucky. “Además tú también estás muy alterado”.


“Señor Rogers”


La voz les hizo girarse hasta la figura imponente del rector Fury. El viento frío del anochecer mecía su gabardina y el ojo sano le brillaba de manera siniestra.


“Acompañeme, quiero saber por qué el señor Stark acaba de pedirme que anule su inscripción a SHIELD”.


Steve no se amilanó. Ahora mismo le importaba un comino lo que Tony hiciera o dejara de hacer. Él sólo quería ir con Bruce y pedirle perdón… Pero no podía desobedecer a Fury. Siguió al hombre con la cabeza en alto sin embargo.


Loki silbó.


“Y pensábamos que el Concurso de Ciencias iba a ser lo más emocionante hoy”.


Natasha y Bucky asintieron y marcharon al campus, cada uno sumergidos en sus propios pensamientos. Una pequeña sonrisa se instaló en la comisura de los labios de Natasha Romanoff, la determinada actitud de Clint para hacerse cargo de Bruce en estos momentos le enorgullecía, porque todos habían pensado que quizá Bruce tendría una crisis o se aventaría de un puente. Pero Clint estaba con él. Vaya que había muchas cosas en Clint que ella no conocía; no era un imbécil de ninguna manera.  Y entonces ese dolorcito en su corazón volvió con toda su fuerza.


Bucky no se perdió de esa sonrisa en el rostro de Nat. Tampoco le pasó desapercibido  el brillo en sus ojos verdes cuando hablaron con Barton. Bien, tenía que resignarse a ser solo amigo de Natasha, ella también había elegido, y su elección era el campeón de arquería.


Loki, por su parte, pensaba en lo que hizo Steve enfrente de todo el mundo. No sólo desenmascaró a Tony señalando con bombo y platillo su homosexualidad… o bisexualidad… o su heteroflexibilidad… lo que fuera. Stark tenía una imagen muy bien cuidada de playboy, una que acababa de desmoronarse y de fea manera. Pero no, lo que le había parecido más impresionante fue que Steve gritara que amaba a Bruce. Nadie lo dudaba ni ahora ni antes; Steve siempre había sido muy cariñoso con Bruce y todo SHIELD se había dado cuenta de ello. Sin embargo si Steve gritó ese amor no fue sólo para dejárselo en claro a Stark, fue para dejárselo claro a sí mismo. Y es que si lo pensaba, jamás lo había escuchado decirle esas palabras a Bruce…


¿Qué se sentía que alguien dijera a los cuatro vientos que te amaba? Inevitablemente pensó en Thor. Thor nunca le había dicho algo así… claro que él, Loki, le había dejado claro desde un principio que no le gustaban las cursilerías románticas. ¿Thor lo amaba? No, no lo hacía. Si así fuera no saldría con la tonta de Foster. Claro que  Thor salía con Foster para molestarlo a él, eso lo tenía más que claro. Pero él había lastimado a Thor. ¿Y si Thor sí lo amaba? ¿Él amaba a Thor? Porque ahora dudaba mucho, dudaba cada vez que Sygin se le acercaba, cuando le besaba. No era lo mismo simplemente. Ella no tenía la ternura de Thor en esos besos,  ella no lo hacía sentirse seguro en sus brazos. Ella, simplemente, no era Thor.


~*~


Tony echaba algunas cosas sin mucho miramiento a su morral; la laptop, la tablet y algunos gadgets más. La ropa y demás enseres los dejaría, ya enviaría a Jarvis o a cualquier otro a por lo demás. Lo que quería ahora mismo era largarse de SHIELD.


Pepper le había acompañado a ver a Fury, al que había dejado con la palabra en la boca y una mueca de sorpresa; simplemente le había dicho que renunciaba a SHIELD y que se fuera olvidando de las contribuciones de Industrias Stark para una Universidad de mierda. Después su prometida lo acompañó hasta el edificio de varones, pero cuando reaccionó al fin se soltó de ella con brusquedad y se encaminó hasta su habitación, ignorando a todo el mundo que le miraba y murmuraba sobre lo que acababa de suceder. Aún respiraba entrecortadamente y los ojos le picaban de manera horripilante. Pero no lloraría. Sabía que si lo hacía sería por pura frustración e impotencia. No le dolió el que Steve gritara que amaba a Banner, no… le dolió la humillación, la manera en que el rubio le gritó y le arrojó los billetes como si él fuera una puta. Le dolía la manera en que todo mundo lo miró. Ya se imaginaba lo que la prensa diría de él…


“¿Te largas?”


Tony ni siquiera miró a Rhodes. El chico de color acababa de entrar a la habitación dando un portazo.


“Así que aparte de todo lo que se está diciendo de ti, añadiremos cobardía a la lista”, dijo Rhodes y Tony al fin se giró a verlo con veneno en los ojos.


“¡Déjame en paz!”, le gruñó para volver su atención a sus cosas.


Pero Rhodey no lo dejó en paz. Le tomó de un hombro y le giró hasta que sus caras quedaron a milímetros.


“Eres una basura, Anthony Stark. Rogers tiene razón, lo único que te preocupa eres tú mismo”.


“Si ya lo sabes para qué lo preguntas”, respondió Tony entre dientes. ¡A la mierda lo que dijeran! Él se largaba.


“Me das asco”, refutó Rhodes sin soltarlo. “Te largarás y tu refugio serán tus millones y tu ego, pero te olvidas de la chica que está llorando en un rincón de esta maldita escuela. ¿Cómo crees que Pepper se está sintiendo ahora que todo el mundo la señala como la estúpida novia engañada? Y aún así ella te levantó del suelo en el que Rogers te dejó. Lárgate, Stark, no la mereces. Nunca lo has hecho”.


Y tras esas palabras James Rhodes soltó a Tony y se marchó de la habitación. Y entonces, ahora sí, Tony dejó que las lágrimas escaparan de sus ojos. Rhodes tenía razón, su preciosa Pepper que tuvo el temple que a él le faltó era la más afectada.  ¡Que el mundo dijera misa! Si Howard le desheredaba le importaba un comino ahora mismo. Que el mundo supiera que él tenía preferencias sexuales distintas le importaba una mierda; porque era cierto, ese  mundo no giraba a su alrededor. La noticia sería el chisme por un tiempo y luego una anécdota… Pero Pepper…


~*~


Clint observó los ojos semicerrados de Bruce. Estaba a punto de caer dormido por fin. El castaño había bajado un par de mantas de la habitación de Bruce y colocó una encima del chico de rizos y la otra rodeaba sus propios hombros. La lluvia no era muy fuerte, pero la temperatura había bajado considerablemente.


“¿Puedo echarme a tu lado? Hace frío”, musitó Clint. Tenía frío, sí, pero de pronto se le ocurrió que tal vez Bruce quisiera contacto físico.


Bruce parpadeó un par de veces, como dándose cuenta de que Clint seguía ahí,  a su lado. Asintió sin embargo y pronto Clint se acomodó con él en el amplio sillón. No era otra cosa más que un par de amigos con el corazón roto. Bruce no había tenido tampoco esa clase de amistad en toda su vida, y ahora no sabía cómo agradecer a Clint el que estuviera con él.


“¿Por qué no has llorado?”, preguntó de pronto Clint, atreviéndose a rodear a Bruce con sus brazos.


Bruce cerró los ojos y suspiró encontrando muy reconfortante el calor corporal.


“No tengo ganas de llorar”, respondió simplemente en un susurro. Luego de un momento de silencio volvió a hablar. “Creo que estoy aceptando la resignación. Sabía que era demasiado perfecto para ser verdad… Steve no podía permanecer mucho tiempo con alguien como yo. Y lo escuchaste, estaba conmigo por lástima. Puedo comprender eso… siempre ha sido así”.


“No es cierto. ¿Crees que yo estoy aquí por lástima? No, Bruce. Estoy aquí porque me preocupas mucho, eres mi mejor amigo. Además, el que dijo eso fue Stark, tal vez Steve…”


“No, Clint. Steve no quiso nunca ir más allá conmigo. Supongo que disfrutaba de ciertas cosas porque todo mundo las disfruta, pero él no… No me quiere de esa manera”.


Clint no necesitaba preguntar a qué se refería Bruce. Había sido testigo de cómo Thor y Loki se entregaban a la pasión cada que podían. No podía imaginarse de ese modo a Steve y a Bruce, pero suponía que en algún momento compartían momentos a solas, y ciertamente había visto las marcas violáceas en el cuello de Bruce. Y aún así no podía creer que Steve fuera tan cruel. El mismo rubio le había hablado a Loki sobre crueldad. Tal vez habían precipitado sus pensamientos y se dejaron llevar por las sucias palabras de Stark. Y bueno, la prueba estaba en su celular. Tenía llamadas y mensajes de Steve preguntando por Bruce.  No sabía si sería bueno decirle eso a su amigo, pero cuando volvió a mirarlo parecía ya estar dormido.


Lo dejó así. De todas formas Bruce había tenido un día agotador con el concurso de ciencias y siempre se veía cansado. Prefirió dejarlo dormir y seguir compartiendo el calor entre ellos. Él tampoco había tenido esa clase de acercamiento con un amigo, nunca. Y descubrió que se sentía bien estar así con otra persona, era algo limpio, sano e inocente.


No durmió en toda la noche y apretó a Bruce cuando éste se removía en sus brazos, para luego encontrar una postura más cómoda y volver a dormir. Clint se sorprendió aguantándose la risa. Si Rogers supiera que él estaba envolviendo en sus brazos a Bruce, que era él el que le daba consuelo y el que estaba pasando la noche con él…


ooooo


 


El campus se veía espeluznante a esas horas de la mañana. Tal vez sería un poco más tarde de las seis. Él no pudo conciliar el sueño en toda la noche, y no lo deseó tampoco. Se torturó pensando en lo que Bruce estaría sintiendo; su mente dibujó a Bruce llorando echo bolita, imaginó sus lágrimas y su dolor. Al menos tenía el consuelo de que Bruce no estaba solo; sabía que Clint se había quedado toda la noche con él porque lo primero que hizo al levantarse fue ir a la habitación del castaño y Loki. Éste le aseguró que Clint no había regresado al campus.


Había sido ya de por sí una sorpresa que Fury le hubiera requerido en su oficina, pero lo peor fue que ahí ya lo esperaba Erik Lehnsherr. Resultó que el profesor de Psicología era un buen amigo de Leo Samson, y conocía perfectamente el problema de Bruce. Steve tuvo acceso por primera vez a la verdad tras la Universidad SHIELD. Sí, era un colegio como todos, pero la institución se encargaba de atraer a los alumnos que en otras universidad no serían aceptados o resultarían problemáticos, y no solamente eso, esos alumnos eran todos mentes brillantes en distintas áreas y disciplinas. El consejo escolar tenía un gran trabajo para detectar a toda esa gente extraordinaria.  Las matrículas de los becados eran las que llenaban todos los requisitos. Algunos más podían pagar, pero aún así eran especiales. Como Anthony Stark.


Steve no puso mucha atención a la explicación, finalmente ya lo sabía. La verdadera razón para llamarlo fue Bruce. Un Bruce inestable que era para los profesores una bomba de relojería. Alguien como Bruce debía ser tratado con cuidado. No le prohibieron seguir con su relación porque, en palabras de Lehnsherr, era algo muy positivo para Bruce. Lo que sí le pidieron fue que no fuera él, Steve, el que buscará a Bruce para arreglar la situación (al rubio le había parecido que los mayores no se lo tomaron muy en serio). Debía ser Bruce el que diera el primer paso. A Steve le molestó que se metieran en sus vidas, pero finalmente entendió que él también estaba dentro de la categoría de especiales, aunque aún no sabía por qué. Pero ni lo preguntó ni se lo dijeron.


Ahora estaba ahí como un alma en pena. Vaya, ni siquiera cuando terminó con Tony se había sentido tan miserable. Esto era mil veces peor y era por única razón: amaba a Bruce como nunca amó a Tony. Quería golpearse contra lo que fuera por ser tan idiota y tardar tanto tiempo en aclarar sus sentimientos. Debió decírselo a Bruce en cada oportunidad. Debió abrazarlo más, besarlo más, hablarme más y comprender que Bruce le necesitaba tanto como él necesitaba a Bruce en su vida. Y ahora, conociendo a Bruce y ese terrible autodesprecio, le parecía casi imposible que Bruce tomara la iniciativa.


~*~


 


Cuando Clint despertó se encontró solo en el sillón. Alarmado se levantó y se enredó con las mantas, lo que provocó que tropezara y cayera del mueble.


“¿Estás bien, Clint?”


El castaño alzó la cabeza sobre la mesita de centro y halló a Bruce mirándolo preocupado desde el arco de la cocina. Farfullando se levantó para recuperar un poco de dignidad.


“Sí. ¿Por qué estás levantado? Todavía es muy temprano”.


Bruce se encogió de hombros.


“Será mejor que vuelvas al SHIELD. Creo haber leído en el reglamento que no se permite a los residentes no pasar la noche ahí mientras el ciclo escolar todavía está vigente”.


“No pienso moverme de aquí. Tu sofá es más cómodo que mi cama”, sonrió Clint para intentar quitar el desánimo en Bruce. Pero sabía que no lo lograría.


El ruido en el jardín les hizo fruncir el ceño y ambos se asomaron por la ventana. Era el auto de Bucky, y de él emergieron Loki y Natasha, ésta última había manejado el vehículo.


Bruce se mordió los labios. En el fondo había anhelado que fuera Steve, pero eso sería demasiado afortunado y la fortuna era algo que lo había acompañado a cuentagotas. Pero en algo sí era más que afortunado; tener esos amigos que se preocupaban por él.


“Creo que ahora sí me iré”, musitó Clint sin despegar la mirada de la figura de Natasha. “¿Estás bien con esos dos o quieres que me quede?”, preguntó sin embargo a su amigo.


Bruce le regaló una pequeña mueca que pretendía sonreír.


“Estaré bien. Gracias por quedarte, no iba a hacer algo estúpido. Pero fue muy reconfortante tenerte aquí”.


Clint devolvió la sonrisa y atrajo a Bruce en un abrazo apretado pero breve. Cuando abrió la puerta se topó de frente con la pelirroja, que lo miró de hito a hito, una suave sonrisa adornaba sus labios.


“¿Por qué no vino Rogers?”, preguntó dirigiéndose a Loki.


“No puede. Teníamos la esperanza de que abrieras el archivo de vídeo que te envíe”, respondió Loki lacónicamente.


Clint negó con la cabeza y finalmente pasó de largo a esos dos.


“¿Por qué no te quedas? Así regresas con nosotros en el auto”, le dijo de pronto Natasha. Pero Clint volvió a negar y señaló hacia dentro de la casa, para que de una vez le relevarán en el cuidado de Bruce. Se marchó a pie, perdiéndose en la carretera frente a un amanecer que despuntaba nebuloso y frío.


Natasha suspiró resignada y cerró la puerta una vez que ella y Loki ya estaban adentro. Bruce había vuelto al sofá para doblar las mantas. Verlo en una labor tan doméstica desconcertó a la pelirroja; al parecer todos subestimaban al chico de gafas.


“¿Té o café?”, les preguntó.


Pasaron el resto de la mañana en los sillones. Loki se apresuró a contarle a Bruce que Stark había abandonado la Uni cuando todavía no amanecía, pero siguió omitiendo lo que había sucedido entre el millonario y Steve. Quería que Bruce lo viera con sus propios ojos. Bruce se había encogido de hombros. A él no le importaba lo que Stark hiciera o dejara de hacer, a él lo único que le importaba era que Steve le había dado todos esos besos y caricias por lástima, que sus dulces palabras y cuando lo defendía fueron producto de una compasión que él se había encargado de hacer surgir en el rubio. Tal vez era cierto que Steve no amaba a Stark, pero tampoco lo amaba a él.


Ahora estaban en un cómodo silencio, los tres en el sillón con Natasha en medio mientras ella pasaba sus dedos por sobre los rizos de Bruce.


“Así que aquí estamos”, dijo Loki de pronto rompiendo el silencio. “El trío de perdedores”.


“Habla por ti”, le dijo Natasha.


“O por los dos. Vamos, Romanoff, ¿vas a negar que te duele que Barton te ignore?”


“Ya dije que es lo mejor. Yo no puedo estar con él”.


“¿Por qué?”, preguntó Bruce entonces, enderezandose para mirarla. “Clint es un buen chico”.


“Lo sé”, respondió ella. “Ahora me doy cuenta de que es mejor de lo que yo misma pensé que era. Y es por eso. No podría darle una buena relación de pareja”.


“¡Pff! ¿Qué más quieres? El idiota se desvivía por ti” comentó Loki. “En todo caso es cierto aquello de que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes”, musitó entonces volviendo a pensar en su rubio musculoso.


Natasha sin embargo se estaba mordiendo los labios. Bruce le tomó suavemente del rostro y la obligó a mirarlo.


“¿Natasha?”


“Tengo miedo”, susurró ella. Loki y Bruce fruncieron el ceño. La Natasha que conocían no tenía miedo de nada, o al menos ella así lo había demostrado.


Natasha largó un suspiro pesado y pensó que era hora de desahogarse un poco. Ellos eran sus amigos, algo que nunca le sobró. Ellos le tenían confianza, era hora de demostrar que ella también confiaba en ellos.


“Llegué con dieciocho a América. Ya saben, el sueño americano, crecí en una casa de niñas huérfanas en Rusia. Yo quería otra cosa para mi vida, no salir de ahí con la mayoría de edad sólo para trabajar de mucama o sirvienta, o encontrar a un hombre que me mantuviera.  Así que me embarqué y llegué como inmigrante. Pronto descubrí que tendría que trabajar de lo que fuera para poder pedir asilo político y costear una Universidad”.


“No fue difícil encontrar un trabajo de archivista en una de las grandes empresas internacionales con base en Nueva York: Industrias Stark”.


Bruce puso toda su atención. Ahora sabría por qué Natasha le había dicho que Stark era una mierda.


“Mi jefe inmediato era Obadiah Stane, la mano derecha de Howard Stark. Fui tan estúpida”, continuó con un leve temblor. “¿Por qué a una chica de dieciocho le darían un puesto como ese en una empresa como esa? Stane no tardó en demostrarlo. Me acorraló una noche… todavía puedo sentir su aliento en mi cuerpo… todavía tengo pesadillas en las que su cuerpo pesado y sus asquerosos jadeos…”


Bruce y Loki comprendieron la interrupción y sollozo en el relato. Bruce se apresuró a abrazarla y por primera vez desde que la conocían, Natasha Romanoff se quebró. Loki no tardó en abrazarla también, del otro lado de Bruce. La escucharon llorar por un largo rato, sin atreverse a decir nada, dándole a la chica el consuelo callado que necesitaba.  Después fue ella la que rompió el silencio pero no se apartó del abrazo.


“Demandé a Stane, pero los abogados de Stark fueron más poderosos que la ‘calumnia’ de una chica inmigrante. Stark es tan mierda como su amigo, no tienen escrúpulos. Sé que Anthony Stark no es el culpable de lo que me hizo Stane y de lo que no defendió su padre, pero es tan… Es igual que ellos. Es una mierda. Por eso no puedo estar con Clint. Con nadie. Me da pavor el sólo pensar que me toquen de esa manera…”


“Si Clint supiera esto, lo comprendería”, fue Loki el que habló, en ese tono tan suave y tan tranquilizador que usaba cuando no llevaba su máscara de indiferencia. “Nat, no puedes dejar que toda tu vida se convierta en miedo. Tarde o temprano te enamorarás, ya sea Clint u otro, y tú tienes que ser tan fuerte como lo eres en las demás áreas de tu vida”.


“Loki tiene razón, Nat. Demuestrale a esa gente que eres más fuerte que ellos. ¿Te han tratado? ¿Psicólogos?”, preguntó Bruce sintiendo una repentina y fortísima empatía por su amiga.


Natasha asintió.


“Alguien fue a hablar conmigo tiempo después. Maria Hill. Ella me habló de SHIELD y que yo tendría una oportunidad, desde entonces el profesor Lehnsherr me trata y tengo visa de estudiante”.


Aquello era un alivio. Otro momento de silencio siguió a eso, y Natasha cerró los ojos sintiendo que un peso muy grande desaparecía de sus hombros. Era bueno contarle a alguien que no fuera su psicólogo o la junta directiva lo que le había pasado. Todos ellos eran especiales, pero también fuertes y ella no sería la excepción.


“Ya lloramos demasiado”, dijo de pronto separándose y limpiando el resto de sus lágrimas. “Y al menos uno de nosotros puede tener a su lado a quien quiere. Loki, muéstrale el video a Bruce”.


El pelinegro asintió.


“¿Tienes cerca tu lap? La pantalla del celular no le hace honor a lo que sucedió”, le dijo a Bruce.


Bruce, todavía con el nudo en la garganta señaló su alforja que Clint había dejado en el otro sillón. Loki se apresuró a traer la computadora y conectó su móvil. Natasha le sonrió maravillosamente a Bruce, y entonces él se concentró en el video un poco tembloroso.


Abrió la boca ante lo que vio. El enfrentamiento de Steve contra Stark. Y casi le estalla el corazón cuando escuchó la voz de su rubio gritando a todo pulmón: ‘¡AMO A BRUCE BANNER!’


El video terminó ahí. Y Bruce sintió que ahora sí podría llorar, pero de felicidad absoluta.


 


~*~


La final de soccer estaba resultado peor de lo que todo el mundo se imaginó. Estaban empatados de nuevo, la chancha estaba hecha un asco de lodo con la fuerte lluvia. Las animadoras se resbalaban de vez en cuando y les faltaba un miembro: Pepper Potts.


Los ánimos en SHIELD no eran los mejores, muchos de los que habían asistido al partido fueron para ver a Steve, sí, la estrella del equipo pero también y ahora mismo la comidilla. No faltaron los comentarios desdeñosos, pero él se concentró en el partido. Cosa muy complicada porque en su mente sólo estaba Bruce. Clint no había querido hablar con él cuando se lo encontró por el campus. Thor ahora mismo rugía empapado dando indicaciones, lo mismo que el entrenador Howlett desde el banquillo. Logan había estado espectacular ahora que había regresado a la titularidad, pero no sólo el desempeño del portero y el capitán bastaban para darle a las Águilas de SHIELD la victoria.


Steve sentía pesados los oídos por el ruido de las tribunas, estaba empapado de lluvia y lodo. Se había distraído ya un par de veces mirando el lugar en dónde solía estar Bruce para apoyarlo, pero su lugar estaba vacío.  Entonces se suscitó una mala jugada y Bucky (que al fin había entrado a un oficial) cayó al pasto aparatosamente. El árbitro marcó un penal, y Thor señaló a Steve para cobrarlo sin importarle las protestas del entrenador. Steve tampoco estuvo muy seguro de poder anotar el gol, pero también se debía a su Universidad.


Frente a la portería contraria volvió a mirar las gradas, entonces vio a sus amigos, pero esta vez Natasha también estaba ahí y parecía gritarle algo. Loki sonreía de oreja a oreja, Darcy también gritaba y Jane no se quedaba atrás. Clint también estaba ahí y ahora lo animaba. No entendió del todo lo que gritaban, pero sí alcanzó a distinguir entre el ruido el nombre de Bruce. Y eso fue suficiente. Se concentró en el balón, en la portería y en el guardián que intentaba distraerlo. Y no falló.


Thor parecía querer asfixiarlo con el abrazo que le dio cuando recibieron sus medallas y el trofeo. Estaba sucio y agotado, pero lo único que Steve quería era encontrarse con sus amigos. Lo hizo cuando pudo desembarazarse de la celebración.


Vio a Clint primero, porque éste ya no parecía estar enojado con él.


“Tenemos un mensaje de Bruce”, dijo el castaño con una enorme sonrisa. “Te espera en su casa, y no te preocupes, nosotros nos encargaremos de que el decano no note tu ausencia”.


Steve, sin poder creérselo, se duchó en tiempo record. Rechazó la invitación de Thor para festejar con el equipo, ignoró todo y a todos. Bruce había dado el primer paso, y él no iba a decepcionarlo de nuevo.


La tormenta eléctrica y la fuerte lluvia lo acompañaron en todo el camino. Steve manejó con cuidado la moto, pero aceleró cuando pudo hacerlo. En menos de diez minutos estaba ya en el jardín de la casita de Bruce. Tenía que hablar con él, hacerle entender que lo suyo era real.


No tuvo que tocar a la puerta, Bruce la abrió en cuanto escuchó el motor. Steve iba a hablar, pero Bruce no se lo permitió.


“Mete la moto al garaje, alguien podría robarla”, le dijo en un tono casi impersonal.


Steve obedeció aguantándose las ganas de estrechar a Bruce entre sus brazos y aleccionarlo a besos. Cuando se internó a la cocina vio a Bruce con una toalla en las manos, se la entregó para que secara sus cabellos y luego caminó hasta la salita. Steve lo siguió confundido, ni siquiera sabía qué podría salir de su boca si la abría. El comportamiento de Bruce era muy extraño, se había quedado mirando a través de la ventana la lluvia que ya era torrencial, los rayos que iluminaban el cielo a lo lejos.


Steve dejó la toalla en el sillón y se acercó a Bruce por la espalda con la intención de abrazarlo y rogarle su perdón. Pero Bruce se giró antes de que pudiera tocarlo. Fue en ese momento en que un rayo los hizo estremecerse y las luces se apagaron. Bruce volvió a asomarse, todo afuera estaba tan oscuro como adentro; el relámpago había causado un corte. Excepto por las farolas que alumbraban las calles de Essex, todo lo demás estaba negro.


“Bruce…”, habló al fin Steve.


Bruce volvió a girarse y el rubio descubrió que le sonreía gracias a la poca luz de la farola de la calle. Fue una visión encantadora, Bruce se veía precioso con esa luz apenas alumbrando su rostro, como si fuera un rayo de luna el que le alumbrara. Y entonces Bruce se acercó a él y lo besó. Lo besó tan apasionadamente que Steve llevó sus manos por instinto a la cintura del otro. Ya respiraban agitadamente cuando Bruce rompió el beso.


“Bruce, tenemos que hablar…”, musitó Steve cuando Bruce se separó de su abrazo y caminó hasta las escaleras. “Bruce, por favor”, instó el rubio cuando vio al otro subir lentamente.


“Después”, respondió Bruce. “¿Vienes?”


Y Steve no se lo pensó. Siguió a Bruce por las escaleras y luego se adentraron lentamente a la habitación. Ahora se veía casi lúgubre sin la luz del foco, sólo la farola que había sobrevivido al corte que todavía les regalaba un poco de luz a través de la ventana.


Steve jadeó cuando Bruce volvió a abalanzarse sobre él para continuar el beso apasionado, casi desesperado, ansioso. Y Steve no quería algo diferente, menos cuando Bruce le quitó la chaqueta y luego comenzó a levantar la playera. Él no se quedó atrás, deslizó la prenda sobre su cabeza para facilitarle a su chico tocarlo plenamente. Bruce gimió volviendo a besarlo, bajando las manos para desabrochar el pantalón.


Después, había dicho Bruce. Después hablarían. Ahora Steve tenía el deseo surgiendo a flor de piel. Desnudó a Bruce lentamente, agachándose para quitar los zapatos deportivos, moviendo sus manos para bajar los pantalones de Bruce, deshaciéndose hábilmente de los botones de su camisa. Sintiendo las manos ajenas en su nuca y escuchado los ruiditos adorables que salían de esos labios que le hacían perder la razón.


Cuando estuvieron completamente desnudos, Steve se apoderó de las caderas de Bruce acariciando lánguidamente. Caminaron con lentitud hasta la cama, besándose y con las manos explorando el cuerpo del otro. Esto era diferente. Se sentía diferente. Ya se habían tocado antes, pero ahora el sentir la completa desnudez del otro, los suaves gemidos de Bruce y los jadeos excitados de Steve era mucho mejor.


La cama los encontró en su danza erótica y dulce de exploración. Steve se dejó caer con Bruce encima de él, se sintió morir cuando Bruce abrió las piernas y se sentó a horcajadas sobre su pelvis, moviéndose lentamente hasta que sus miembros se alinearon.


Cuando Steve abrió los ojos se maravilló con la expresión de Bruce a la luz de la farola, del relámpago que cayó de pronto, de la brisa de la tormenta allá afuera. Tan dulce y tierno como era, y tan apasionado como comenzaba a ser. Llevó una de sus manos hasta ese rostro para acariciar la mejilla. Bruce cerró los ojos un momento y al siguiente se inclinó sobre el cuerpo de Steve para regalarle el beso más cariñoso y tierno, para decirle sin palabras que estaba dispuesto a entregarse de una vez por completo.


Todo se borró de la mente de Steve en ese momento. Solamente quedó Bruce, su hermoso Bruce que le había perdonado sin siquiera justificarse. Por ahora no importaba, ya lo haría. Ahora tenía que amarlo, tenía que demostrarle que su cariño era sincero. Sólo amarlo.


 

Notas finales:

Vale, de nuevo dos capítulo porque todavía faltan algunos. Sip, long fic. Y todavía falta que Brucie sufra algo más... Auch.

Por lo pronto, en el próximo seremos testigos de "la primera vez" *Q*

Y ahora sabemos por qué Nat es como es ='(

¿Ya notaron que todos son especiales? Si, Fury sí es un recoletor de talentos con desordenes emocionales y Tony también está incluído :O

Ok, muchas gracias por leer como siempre.

¡Un beso enorme!

Látex.


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