-¿Hace cuanto que no tomas una ducha? –Victoria se sentó la vereda a lado de JungMin.
-quiero verlo. –dijo JungMin con voz lastimera. Seguía frente a la clínica donde estaba internado Jun.
-¿Sabes que no podrás entrar?
-¡Por qué no quiere verme! –gritó golpeando el asfalto consiguiendo lastimarse los nudillos.
-Min… han pasado dos meses. Déjalo.
-lo amo Victoria… lo necesito. Necesito explicarle que todo fue un error. Que mi amor por él fue real… que todo desde un comienzo lo fue.
-porque no haces tu vida sin Jun. Min… ustedes ya no pueden seguir juntos.
-baby te ha dicho algo. –la esperanza se reflejaba en los ojos de JungMin cuando vio a Victoria.
-supe que tu madre murió. –desvió el tema.
-fue hace cuatro días. Me pidió perdón y me otorgó mi libertad. Padre está devastado, creo que le seguirá muy pronto.
-JungMin…
-me dieron mi libertad. Hoy me entregaron unos papeles en los que consto como titular de todos sus bienes. Padre dejó la dirección de la empresa. –Min rió. Una sonrisa amarga y vacía. –soy libre… es todo lo que siempre quise… ahora… lo cambiaría todo solo por tener a baby en mis brazos.
Victoria lo miró. Un hombre con un traje negro sucio y desaliñado. El cabello enmarañado y con rastros de grasa, indicios de la falta de una ducha. La piel pálida y con grandes ojeras oscuras. Nunca pensarías que él fue una vez un joven apuesto por el que hasta ella se sintió atraída.
-levantate JungMin. Debes seguir con tu vida y vivir. –ella se levantó situándose frente a él.
Antes había escuchado la historia de Min de boca de KyuJong. No iba a negar que lo odió por lo ocurrido con Jun, pero entendió que todo fue una maquinación de HongKi. Ella sabía que Min amaba a Jun. Eso era algo innegable.
-déjame verlo. –rogó. Entonces supo que lo mejor era decirle la verdad.
-él se fue a Londres hace una semana.
-¿Qué? –él se levantó de golpe. – ¿Sé fue? ¿Por qué se fue? ¿Por qué nadie me lo dijo? Tengo que encontrarlo. –dio dos pasos pero cayó.
Victoria se acercó a él acuclillándose frente a él. Agradeció llevar una pantalón ese día y no una de sus típicas faldas.
-déjalo ir JungMin.
-no… baby me ama. Tengo que explicarle… porque lo alejaron de mí.
-Min. Nadie lo alejó de ti. Él decidió irse.
-¡Mentira!
-Jun te odia. –Min la miró con los ojos muy abiertos. –es mejor que continúes con tu vida Min… vive… sigue adelante.
-no es cierto. Baby… baby…
Entonces fue cuando lo hizo. Algo que juró nunca volver a hacer desde que cumplió 12 años. Algo que no hizo ni en el funeral de su madre.
Lloró.
Lloró en ese lugar. Frente a la clínica donde una vez estuvo Jun. Lloró por ser débil y no haber dejado a Ki. Lloró por las heridas que le causó a Jun. Porque no podía verlo de nuevo. No podría besarlo y hacerle el amor. Lloró por todo lo que había reprimido en el pasado.
Victoria lo abrazó sin importarle el estado nada higiénico de Jungmin, pasando su mano por su espalda. Dejándolo desahogarse. Permitiendo que liberara todo su dolor. Y esa tarde de cielo naranja y violeta, un hombre lloraba en una calzada ante las curiosas miradas de los demás. Lágrimas de amor. Mientras que a kilómetros de ese lugar, en la fría madrugada de Londres, otra persona derramaba lágrimas de odio. Maldiciendo el día en que su vida cambió “de Libros a SEXO”.