Ese día comenzó como cualquier otro en esa rutina que tenían ambos. Desde levantarse de la cama, cepillarse los dientes y compartir la ducha.
Dos meses habían pasado desde que estuvo acompañado por primera vez en su celo, y no había tenido otro. Eso solo puede significar una cosa, estaba en cinta. No sabía cómo decirlo al humano, pero tampoco es como si no lo imaginara, después de todo tuvieron sexo sin protección en unos de sus días fértiles. Claro está que las veces posteriores a esto hacían uso del condón. Demasiado tarde.
Mientras se vestían Sebastián observaba al conejo vestirse, noto con resignación que el pantalón con el que se vestía le quedaba ajustado. Noto en lo largo de estos dos meses que algo en él no estaba bien, creyó erróneamente que estaba enfermo, pero los resultados no mostraron ninguna anomalía.
El doctor le hizo una serie de pruebas, las cuales salieron negativo. Pero las preguntas, mejor dicho, una pregunta en especial.
¿su esposa está embarazada?
Él no tenía una esposa, ni siquiera una novia, ¿tenía o tiene un compañero de cama?, pero eso no interesaba al médico.
Aun así, respondió con un sencillo “no sé”.
Los síntomas que presento fueron los relacionados con los de una mujer embarazada, por lo cual el doctor llego a la conclusión de que “su esposa” está embarazada y por lo tanto las hormonas le afectan a él.
Era un cobarde, sí, eso.
Se preguntaba si Ezequiel sabia o sospechaba del embarazo, o tal vez era ignorante en eso.
Pero si era lo primero o lo segundo, significaba que no era el único culpable.
Desayunaron fuera, como en un par de ocasiones ya habían hecho.
Solo una cafetería, nada ostentoso, solo era un desayuno tradicional. De los que incluyen jugo de naranja, huevos, fruta y hot kakes.
Las agruras por las mañanas habían comenzado para ambos desde hace unos días, sabían que solo era una confirmación a sus sospechas. El temor los invadía en las noches, cuando creían que el potro dormía y el insomnio les hacía pensar de más.
Que harían con un hijo, el tema en cuestión no es si lo amaran o no, sino que, ¿Qué pasara con el bebé cuando sea mayor? Las mascotas no tienen derechos, sin importar si tienen apellidos o no, sin importar lo que, en dado caso, el apellido signifique. Una prueba de esto era el mismo Ezequiel, siendo hijo de Maximiliano, teniendo el intelecto que tiene y pertenecer a alguien como él, eran muchos los que hacían una mueca en cuanto lo veían llegar a las oficinas, pocos disimulaban y otros hasta se atrevieron a hacer comentarios frente a él. Claro está, que, estas personas fueron despedidas.
Así eran sus días monótonos, despertarse, desayunar, ir a la oficina, volver a casa y tener sexo… aun no podían llamarle, hacer el amor, porque en ellos no había amor. no toda vía, quizás.
El amor no surge de una o dos noches de sexo, pero la comodidad, la sincronización con la que trabajan en la oficina y las conversaciones cortas antes de dormir, después del sexo. Eso, si puede significar algo más que solo sexo.