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Avaricia. por Seiken

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Avaricia


Capítulo 10.

Grune enjabonaba su cuerpo con cuidado, el agua caliente comenzaba a relajar sus músculos y aun seguía cansado por el placer que sintió, le era imposible creerlo pero el general le provoco un orgasmo con muy poco esfuerzo.

Tygra parecía cansado, dejándose lavar sin protestar una sola vez, cualquiera pensaría que su príncipe nunca antes había sentido algo parecido, haciéndolo sentir orgulloso por sus habilidades amatorias.

Llevaban casi una hora ya en el interior del agua que se había enfriado un poco desde que entraran en ella, su amante parecía relajado y Grune pensaba que era tiempo de proseguir con sus placeres. — Vamos Tygra, es momento de continuar…

Tygra despertó de la ensoñación en la cual se encontraba preguntándole cuando Grune salió de la tina, chorreando abundante agua en el suelo, la cual ya estaba fría. — ¿Qué?

Una ráfaga de aire frío logro colarse por la rendija de la cortina que cubría la entrada de la tienda, Grune le ofreció la mano con una sonrisa en su rostro, esperando que simplemente la sostuviera, no que le preguntaran. — Pero acabamos de…

Tygra se sonrojo antes de terminar aquella queja, Grune apreciando aquella timidez tomo una toalla para comenzar a secarse, empezando por su melena hirsuta por naturaleza.

Grune una vez seco le susurro al oído, cuando Tygra por fin salió del agua fría, cubriéndolo con una toalla, apreciando su figura desnuda y mojada, ayudándolo a secarse recorriendo su cuerpo por encima de la tela. — Pero parece que no puedo tener suficiente de ti…

Tygra se mordió el labio e intento pensar en alguna manera de detenerlo, ambos estaban desnudos y no había forma de salir de aquella habitación, por lo que le dijo intentando convencerle de esperar un poco más. — Estoy tan cansado...

Grune riéndose por esa respuesta susurro llevando la mano de Tygra a su hombría. — Yo estoy tan descansado como cuando era joven…

Tygra retrocedió un poco al sentir el sexo de Grune, jadeando al sentir que respondía al toque de su mano. — Aguarda…

El general dejo caer la toalla y le dijo empujándolo en dirección de la cama, riéndose al ver la expresión de profundo estupor en el rostro de Tygra cuando sintió el borde de la misma chocar contra sus rodillas. — ¿Parece que no estoy tan viejo como pensabas?

Inmediatamente Tygra cayó de espaldas sobre la cama cuando Grune volvió a empujarle, quedando de frente con la erección del general, que clamaba por hundirse en su cuerpo. — Aunque todo esto es tu culpa, mi príncipe...

Tygra intento alejarse de Grune al mismo tiempo que este se subía en la cama a gatas, acorralándolo entre sus brazos, besando su cuello con la misma necesidad que mostro en la mañana. — Eres demasiado adictivo para tu propio bien.

Grune sintió que su príncipe comenzaba a retorcerse debajo de su cuerpo, intentando empujarlo para liberarse, gruñendo, con una de sus manos sostuvo ambas muñecas sobre su cabeza diciéndole. — Pensé que ya habíamos llegado a un acuerdo.

Tygra recordando a los mellizos dejo de luchar diciéndole con pesar haciéndole lugar entre sus piernas. — Has lo que desees…

Grune al sentir que su gatito le estaba dando permiso físico y verbal de proseguir soltó sus muñecas esperando que de un momento a otro intentara huir, su sorpresa fue mayúscula cuando no intento hacerlo y se aferro a una de las almohadas.

Deseaba ver fuego en los ojos de su amante, no un cuerpo muerto debajo del suyo, como pensaba que sería una vez que le pusiera el collar, porque aquello sería una nueva clase de rechazo. — No lo harás mi príncipe…

Tygra no sabía de qué hablaba e inmediatamente sintió que comenzaban a besar y lamer su pecho, acariciándolo con delicadeza, con tanto cuidado como la primera vez que le había tocado.

Grune comenzó a besar cada milímetro de piel que encontraba, lamiéndole con la punta de su lengua, dejando pequeñas marcas con sus dientes, sintiendo que Tygra comenzaba a retorcerse al sentir sus caricias.

Viendo que sus esfuerzos no eran suficientes continúo viajando alrededor de su cuerpo, colocando una mano sobre su sexo aun dormido, acariciándole con delicadeza esperando que aquello fuera suficiente para recibir alguna respuesta de su príncipe.

Tygra al sentir la mano de Grune en su entrepierna apretó los dientes e intento voltearse, alejándose de aquellas caricias que no eran desagradables sino todo lo contrario, su cuerpo comenzaba a sentirse caliente, haciéndolo sentir sucio.

La hombría de su príncipe comenzó a despertar con esa simple caricia provocando que Grune se relamiera los labios en el momento que se detuvo para colocar los muslos de Tygra alrededor de sus hombros.

Tygra al sentir ese movimiento se levanto un poco, un tanto curioso por lo que estaban a punto de hacer con él, Grune al ver que tenía su atención lamio el interior de su muslo y restregó su rostro contra este pronunciando. — Eres tan suave, justo como un gatito…

Tygra recargo su cabeza contra la almohada maldiciendo en voz baja, estaba comenzando a odiar ese nombre, no era un gatito y no soportaba que lo trataran como a uno. — No soy un gatito.

Grune lamio el interior de su otro muslo escuchando como Tygra respiraba hondo tratando de controlar su cuerpo, era inútil por supuesto. — Tengo casi el doble de tu edad, para mi eres un gatito.

Tygra en ese momento tuvo que morderse el nudillo de su mano izquierda al sentir que Grune comenzaba a masajear sus nalgas, circulando el pequeño agujero entre ellas con uno de sus dedos al mismo tiempo que volvía a rodear su sexo con su boca.

Su cuerpo era demasiado sensible en aquella zona y Grune debía saberlo porque produciendo un sonido parecido a un ronroneo introdujo el mismo dedo que había estado rozando su piel.

Sus manos eran grandes como todo lo demás en el cuerpo del general provocando que se retorciera intentando acostumbrarse a la sensación, al mismo tiempo que se mordía los labios intentando no pronunciar un solo sonido.

Grune se percato de sus intentos e inmediatamente introdujo otro dedo, introduciéndolo tanto que su mano choco contra sus nalgas, esta vez Tygra gimió retorciéndose en la cama, aferrándose a las cobijas, cerrando los ojos con fuerza.

El general escuchando el exquisito sonido de placer que producía su joven amante retorció los dedos buscando su próstata, recibiendo un nuevo gemido al mismo tiempo que los músculos de Tygra comenzaban a tensarse.

Tygra le vio en ese momento con los ojos ligeramente abiertos, con los labios rojos por sus inútiles intentos por silenciarse, sonrojado y respirando con dificultad.

Grune separando sus labios de la erección que comenzaba a despertar con ánimos renovados le dijo introduciendo un tercer dedo, Tygra esta vez gimió arqueando su espalda cuando su próstata seguía siendo atacada sin piedad alguna. — Si pudieras verte en este momento mi príncipe…

Tygra volvió a cerrar los ojos sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a moverse por su propia voluntad, ignorando su mente que comenzaba a nublarse, jamás había sentido algo como eso y repentinamente un cuarto dedo siguió a los demás estrechándolo de una manera que pensó imposible.

Con cada movimiento de la mano de Grune su próstata era estimulada, su sexo estaba irguiéndose mostrando su agrado por aquellas caricias, sus gemidos ya no podían ser silenciados y la almohada comenzaba a sufrir rasgaduras por culpa de sus uñas.

Grune quería asegurarse que Tygra estuviera preparado cuando su hombría tomara el lugar de su mano, la cual era bastante impresionante y temía que en vez de placer le diera dolor.

Grune no deseaba lastimar a su príncipe, no la primera vez que pudiera poseer su carne haciéndolos uno solo, lamentablemente no tenía ninguna clase de lubricante consigo, un verdadero problema si no deseaba lastimarle, sin embargo, ya había esperado suficiente, casi una década.

Su erección imitaba la de Tygra, había despertado desde mucho tiempo atrás, ansiosa por tomar su lugar en el cuerpo de su príncipe, quien recibió con una mescla entre un quejido y un gemido al quinto dedo, apretando sus muslos alrededor de sus hombros.

Tygra sintió la invasión del quinto dedo con dolor, despejando la neblina que había turbado su mente por algunos minutos, haciéndole recordar lo incorrecto de aquella situación.

Su erección comenzó a adormecerse una vez más cuando los gemidos de placer comenzaban poco a poco a perder terreno frente a los quejidos, apretando sus dientes, aferrándose a la almohada pronuncio. — Detente… ya basta…

Grune pareció escucharlo por que soltó sus muslos y separo su mano de su cuerpo, pero no era por la razón que Tygra esperaba sino de un solo movimiento lo jalo en su dirección abriendo sus piernas tanto como pudo para que rodearan su cintura, acomodando su erección entre ellas.

La mera acción de acomodarlo para ser por fin desflorado, porque sabía que lo que ya habían hecho antes no contaba en la mente de Grune, lo asusto tanto que los músculos de su cuerpo se tensaron, su hombría había perdido todo el interés que había ganado e intento separarse del general aferrándose a los barrotes de la cama diciéndole. — No… detente…

Grune ignorándole sosteniéndolo con fuerza de sus caderas, dejándole dolorosos moretones, introdujo la punta de su sexo entre sus nalgas, Tygra se quejo al sentir la extraña invasión a su cuerpo. — Por favor…

Sus palabras parecían llegar a oídos sordos porque Grune sonriendo con lujuria volvió a empujarse introduciéndose un poco más en su pasaje estrecho, porque tenía razón en sus suposiciones, jamás había realizado ese acto. — Grune…

Intento llamarlo por su nombre sintiendo nuevas embestidas, el general no lo dejaba acostumbrarse a esa sensación, no podía respirar, solo sentir dolor, escuchando los jadeos que acompañaban los empujes de la persona que decía amarlo. — Shhh… sólo intenta relajarte gatito.

Tygra no podía relajarse, apenas podía respirar, Grune parecía ciego a ello porque continuaba moviéndose hasta que por fin su erección yacía en el apretado interior de su cuerpo caliente.

Algunas lágrimas se escaparon de sus ojos e intento respirar ignorando la presión que sentía en la parte baja de su anatomía, Grune limpio aquellas gotas diciéndole, guiándolo como lo hacía durante sus entrenamientos. — Eso es mi amor… ahora intenta respirar…

Tygra seguía aferrándose a los barrotes e intentando respirar, acostumbrarse a esa sensación, escuchando las incoherencias de Grune que decía que lo amaba, si lo amara no estaría haciendo eso, comprendería que no lo deseaba, que nunca lo hizo.

Grune sabía que la primera vez que lo tuviera su gatito sufriría mucho, por eso intento que su dolor fuera menor de lo que podría ser de no tener el cuidado adecuado con su virginal cuerpo.

Al ver que Tygra respiraba de manera continua, habiéndose acostumbrado a su sexo en su interior comenzó a moverse lentamente, llevando una de sus manos a la hombría desatendida de su joven amante para volver a excitar su cuerpo.

Tygra abrió los ojos y vio la mirada de Grune, como su cuerpo se mecía sobre el suyo con cada nueva embestida que pensaba era delicada pero lo estaba partiendo en dos, de nada servía suplicarle por que se detuviera, su único consuelo era que terminara pronto.

Grune acariciaba su entrepierna cambiando de postura sus caderas buscando su próstata, cuando la encontrara el dolor que sentía retrocedería un poco. — Levanta un poco las caderas Tygra…

Tygra le obedeció por reflejo sintiendo que los barrotes de la cama no le estaban ayudando a sostenerse, rodeando el cuello de Grune con ambos brazos, recargando su mejilla en la del general, haciéndolo sentir agradables sensaciones al escuchar esa voz jadeando en su oído.

De pronto uno de los gemidos de su gatito se convirtió en un gritito de placer, por fin había encontrado su próstata, Tygra parecía confundido, debía estarlo porque hasta el momento no estaba disfrutando de sus atenciones. — Eso es… lo estás haciendo muy bien.

Tygra sentía como las embestidas de Grune chocaban contra su próstata cada vez que se movía en su interior, el dolor comenzaba a retroceder y su sexo comenzaba a despertar al mismo tiempo que las caricias del general aceleraban su paso, al igual que la presión que aplicaba en cada una.

Sus gemidos eran cada vez más sonoros y sus piernas se apretaron en su cintura, al mismo tiempo que sus uñas comenzaban a dibujar un mapa de color rojo en su pelaje.

Grune no era ajeno a esa clase de respuesta y acelero el paso de sus atenciones, hundiéndose cada vez más profundo entre las piernas de su gatito, el cual arqueo su cadera como en su sueño infligido para permitirle llegar mucho más adentro.

Tygra no supo cuanto tiempo había pasado, podrían ser minutos o tal vez horas, pero sabía que su cuerpo estaba a punto de estallar, estaba caliente, sus músculos se preparaban para el momento de la eyaculación, su vista comenzaba a nublarse, el dolor había desapareció por el momento dejando solo el placer que lo estaba volviendo loco.

Grune compartía esas sensaciones y controlando la necesidad de verterse en el interior de su gatito acelero sus caricias alrededor del sexo de su amante para que él tuviera primero su orgasmo.

Tygra no pudo más y se vació en la mano de Grune gimiendo con tanta fuerza que un grito se escapo de sus labios, arqueando su espalda, aquello era lo único que esperaba el general para verterse en su interior, dejando que el fuego que lo quemaba por dentro desde que vio por primera vez el pelaje de su hermoso príncipe estallara con furia, inundando el cuerpo de su amante, haciéndolos uno.

Ligeros temblores acompañaron su placer, Tygra cerró los ojos adormilado, sintiendo que Grune se dejaba caer sobre su cuerpo, jadeando, pronunciando palabras que no entendía nublado como estaba por el cegador placer invadiendo su cuerpo como en olas.

Grune se separo con pesar del cuerpo de su príncipe, cerrando los ojos, calmando su respiración, escuchando los jadeos provenientes de su gatito quien comenzaba a quedarse dormido a su lado.

Rodeando su cuerpo lo jalo en su dirección acomodando la cabeza de Tygra en su pecho, dedicándose a recorrer con las puntas de sus dedos el cabello rayado de su amante, cerrando los ojos para dormir, sintiéndose realizado por tenerlo entre sus brazos como siempre lo había deseado.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Habían alcanzado un pueblo seguro en donde rentaron tres habitaciones como hubiera ocurrido de estar los seis juntos, Lion-O las rento antes de darse cuenta que les faltaban integrantes en su partida, en otra ocasión Cheetara hubiera dormido con los mellizos, Panthro en su propia habitación, Tygra dormiría en su cuarto. — Tygra…

Pero ahora que estaban muertos estaban solos, cada quien en su cuarto, luchando con sus propios demonios.

Lion-O intento conciliar el sueño inútilmente recordando las últimas veces que durmió rodeado de los brazos de su hermano fallecido, sus constantes quejas por sus ronquidos e imaginarias patadas.

Si Jaga estuviera vivo sabría que decirle, pero había muerto, como su padre, como su hermano.

Sentía que se había quedado sin lágrimas y ni siquiera tenía tiempo para llorar su perdida, respirando hondo, sentándose en su cama mirando las estrellas escucho que Snarf trataba de llamar su atención. — Ahora no…

Snarf intento hablarle una segunda ocasión provocando que perdiera la paciencia y sujetara lo primero que tocaron sus dedos, que era el libro del augurio, al verle recordó como Jaga lo había guiado en su viaje, tal vez si volvía a entrar ocurriera lo mismo.

Debía intentarlo, Jaga sabría qua hacer y qué decirle, siempre lo hizo.

Sin más, ignorando los quejidos de su mascota abrió el libro, ingresando en el plano astral como la primera vez que paso, deseoso de encontrar respuestas.

El interior del libro era igual que antes, un plano astral sin tiempo ni espacio, en donde el fantasma de Jaga le esperaba para ser su guía al interior del libro.

Lion-O inmediatamente se acerco a él diciéndole con la voz quebrada, sintiendo tanto dolor como lo hacía en el presente. — Necesito tu consejo… no se qué hacer.

Jaga parecía sereno y al mismo tiempo parecía compartir su tristeza. — ¿Es sobre tu hermano?

Lion-O le pregunto sorprendido, aunque no debería estarlo, no sabía cómo funcionaba ese plano y tal vez Jaga podía sentir el dolor en su corazón. — ¿Cómo sabes que lo he perdido?

Jaga floto en su dirección al mismo tiempo que una luminosa energía azul comenzaba a envolverlo. — No son los primeros que separa por su ambición pero si los primeros que son libres de formar su propio destino si no cometen los mismos errores.

Lion-O floto en la luz azul viajando al pasado, tomando posesión del cuerpo de Leo, su antepasado y el primer rey de Thundera, pensó que vería el tercer planeta, el asentamiento de su pueblo pero sus ojos fueron saludados por un cuerpo desnudo que yacía a su lado.

Lion-O se levanto sorprendido y cayo de la cama, notando que la persona que estaba con él no era la chica alta, Panthera, sino Tygus, el capitán que trajo la piedra de guerra a las manos de Mum-Ra, quien al verle sonrió con cierta sorna, un gesto que le recordó a su hermano, al mismo tiempo que le decía. — Tu agilidad siempre me ha sorprendido Leo… o es esa una nueva forma de salir de la cama.

Lion-O se levanto del suelo y se cubrió con lo primero que encontró, que resultaba ser la chaqueta de Tygus diciéndole. — ¿Qué está pasando?

Tygus tecleo una serie de botones en la pieza de tecnología que tenía en su cabeza, revisando cualquier información que fuera importante para decirle después rascándose la cabeza, bostezando. — Nada… un incidente con los chacales pero está controlado…

Poco después se levanto descubriendo un cuerpo bonito, alto y atlético, con músculos marcados debajo de una piel con pocas cicatrices, se estiro como si aquello fuera una actitud cotidiana preguntándole. — ¿No te vas a vestir?

Lion-O asintió preguntándose que se suponía que estaba pasando, este no podía ser la misma persona que vio en la pantalla, ni que le dijo que Mum-Ra no podría ser derrotado, aun así no podía ser un error. — Sí.

Tygus aprovechando su descuido se acerco a él y tomando su chaqueta de sus manos le dijo antes de besar sus labios. — A veces eres tan tímido…

Lion-O le respondió arqueando una ceja, buscando su propia ropa para poder averiguar cómo se la podría poner, observando de reojo al capitán Tygus vestirse, dándole la espalda, mostrando confianza y afecto por su persona, no su persona, sino Leo. — Tú eres demasiado fresco…

Tygus se carcajeo al escuchar esa respuesta, era tan parecido a su hermano que Lion-O sintió que un montón de mariposas revoloteaban en su estomago al mismo tiempo que un peso terrible caía sobre sus hombros. — Tal vez… pero debemos vestirnos, sino Mum-Ra notara nuestra ausencia y eso no lo hará feliz…

Lion-O intento abrir los cierres de su ropa con muy poco éxito, al ver que necesitaba ayuda, Tygus se le acerco y comenzó a vestirlo, por lo menos ayudarle a ello como muchas veces había hecho Tygra cuando se trataba de cenas formales. — Pareces un gatito…

Tygus al terminar de vestirlo lo beso nuevamente, recibiendo un gemido de aprobación de los labios de Lion-O, quien seguía confundido tratando de imaginarse a este hombre como lo vio en el pasado o tal vez era un futuro no muy lejano. — ¿Por qué no lo hará feliz? No puede meterse en nuestra vida privada…

Tygus suspiro, sus orejas bajaron al mismo tiempo que una mueca de tristeza y odio se formaba en sus facciones, sus ojos dorados estaban fijos en la puerta cuando le respondió. — No sí fuéramos cualquier otro, pero teniendo en cuento nuestro “papel privilegiado” dudo que esté contento…

En vez de tener una respuesta habían surgido un millón de preguntas más, muchas de ellas conectadas con Mum-Ra, quien era un monstruo invencible en ese momento. — Sí tú lo dices…

Tygus volteo arqueando una ceja, estaba furioso por su respuesta y eso pudo notarlo recordando como la nariz de Tygra se arrugaba cuando realmente estaba enojado, caminando en su dirección lo tomo de los brazos diciéndole. — ¡Por eso debemos detenernos!

La sorpresa en el rostro de Lion-O fue interpretada como una negación a su, podría decirse petición, ya que Tygus restregando su rostro contra el suyo le dijo. — No te das cuenta que tu eres lo único bueno en mi vida… que sin ti no podría continuar.

Poco después abandono a Lion-O, alejándose en los pasillos oscuros de la nave de Mum-Ra, Lion-O salió detrás de él e intento seguirlo pero se dio cuenta que llamaría demasiado la atención si lo hacía, en vez de eso, recorrió los pasillos en dirección de la sala en donde sabía que se encontraba el control de esa fortaleza tecnológica.

Lion-O entro fingiendo saber exactamente lo que estaba haciendo, en las otras ocasiones había engañado a Mum-Ra con facilidad, se preguntaba porque esta sería diferente.

La aberración de color azul le observo desde las sombras con esos ojos rojos, recordándole las llamas que habían consumido el cuerpo de su hermano, alejando aquellos pensamientos de su mente le saludo colocando su brazo enfrente de su pecho, inclinándose un poco, pronunciando. — Lord Mum-Ra.

Aquella debía ser una actitud extraña en Leo, porque Mum-Ra no dejo de verle como si estuviera leyendo sus pensamientos, para después hacerle un ademan con su mano izquierda para que se acercara a él. — Ven a mí… capitán.

Lion-O se acerco tanto que podía sentir un aura helada provenir de Mum-Ra, quien inmediatamente acaricio su cabello, enredándolo entre sus dedos marchitos, preguntándole con cautela. — ¿Me estas ocultando algo?

Lion-O sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, sus ojos se abrieron casi desorbitadamente e intentando controlarse respondió tragando saliva, tratando de comprender la extraña pregunta de Mum-Ra así como su dedos enredándose en su cabello. — No mi Lord Mum-Ra… ¿Qué podría ocultarle?

Mum-Ra no parecía comprar esa mentira porque le respondió esta vez sujetándolo del mentón, guiando su rostro en su dirección con una sonrisa en sus labios que casi logra que retroceda varios pasos. — Sí… ¿Qué podrías ocultarme?

Lion-O apretó los dientes cuando el dedo pulgar de Mum-Ra recorrió su labio inferior diciéndole con una sonrisa complacida, sin sospechar que aparentemente sus dos capitanes compartían una relación sentimental, la que debía estar prohibida, o tal vez no estaba tan convencido por lo que pronuncio. — Me pregunto si le hiciera esta misma pregunta a Tygus sonaría tan seguro como lo haces tú, Capitán Leo…

Lion-O le respondió tratando de no retroceder. — No sé de que está hablando, Lord Mum-Ra…

Mum-Ra mirándolo fijamente a los ojos, agachándose para poder lograrlo, con un brillo siniestro pronuncio acariciando su cabeza como lo hacía con Snarf, de tal forma que Lion-O pensó que se trataba de una mascota. — Sé que los dos pueden satisfacerme… en cualquier momento…

Lion-O estaba seguro de que no hablaba de lo que pensaba que hacía, Mum-Ra no era de su especie, que placer podría encontrar en una raza diferente, para su poca experiencia era como juntar el agua y el aceite.

Tygus en ese instante ingreso en la sala de control, parecía tranquilo al ver como Mum-Ra delineaba con su dedo pulgar su labio inferior, saludándolo de la misma forma en la cual lo hizo Lion-O pronuncio. — Lord Mum-Ra…

Mum-Ra se separo de Lion-O y caminando en dirección de Tygus le pregunto colocando una de sus monstruosas manos en los hombros del tigre, el cual restregó su rostro contra ella, asombrando aun más al león, que comenzaba a creer que solo estaba alucinando. — Veo que llegas Capitán Tygus, justo ahora estaba teniendo una conversación muy interesante con el Capitán Leo…

Tygus le pregunto con la mirada de que le estaba hablando cuando Mum-Ra le dijo. — Está bien que se diviertan juntos, pero no que distraigan su lealtad de mí, gatitos…

Tygus asintió tragando algo de saliva, su expresión era de profundo terror cuando Mum-Ra prosiguió. — Tal vez algún día de estos los mande llamar a ambos... saben que me gusta mirarlos…

El capitán Tygus asintió con un movimiento de la cabeza, compartiendo el desagrado que Lion-O sentía cuando sus peores temores le eran confirmados, de pronto deseaba salir de aquella memoria a pesar de saber que no era él quien tuvo que cargar con ese peso. — Sí Lord Mum-Ra…

Mum-Ra señalando la puerta les dijo. — Pueden retirarse…

Lion-O asintió y siguió a Tygus que parecía bastante tranquilo, su rostro no mostraba miedo, ni horror, era una expresión neutral que fue derribada cuando apenas escucho que la puerta se cerraba a sus espaldas. — ¡Lo sabe! ¿Ahora qué haremos?

Lion-O le pregunto en ese momento ignorando que estaba en el cuerpo de otra persona, que no eran sus memorias aquello que estaba reviviendo en el interior del libro del augurio, sino las de Leo. — ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? Soy tu amante...

Tygus golpeo la pared con fuerza, descargando toda su furia contra ella, respondiéndole con los dientes apretados, las orejas bajas y sus pupilas alargadas, casi en una línea recta. — ¿Cómo si pudiéramos hacer algo?...

Tranquilizándose, recargando su frente contra la pared respondió, cansado, repentinamente parecía como si hubiera perdido la fuerza de luchar. — Por lo menos no nos ordeno soparnos.

Lion-O coloco su mano en el hombro del capitán diciéndole. — Encontraremos la forma de detenerlo…

Tygus le dio un manotazo diciéndole con enojo. — Por eso te dije que nos detuviéramos, ya es suficiente con que seamos este arremedo de esclavos… pero ahora tenemos que vernos… cuando le servimos en nuestros papeles privilegiados.

Lion-O cada vez estaba más confundido, al principio pensaba que un hombre como el general Tygus era un guerrero desalmado, que su lealtad era absoluta y que moriría antes de traicionar a Mum-Ra, nunca creyó que fuera capaz de mostrar tantos sentimientos, entonces porque parecía tan derrotado cuando recibió aquellas ordenes de su señor, las que debían ser comunes por cómo se comportaba, porque parecía odiarlo tanto como él lo hacía.

A menos que su relación fuera mucho más profunda de lo que pensó al principio, ¿Habrían sido ellos a quien separo Mum-Ra? — Nuestra única esperanza es que no encontremos la piedra de guerra que le falta… pero he dejado de tener esperanza desde hace tiempo, sólo hace que te duela más cuando la pierdes.

Tygus intento alejarse de Lion-O caminando en dirección de los oscuros pasillos del interior de la nave, este probando su teoría, tratando de entender pregunto. — ¿Me amas?

Tygus se volteo sorprendido, observando todo a su alrededor, esperando que nadie hubiera escuchado esa pregunta, se acerco a Lion-O al ver que se encontraban solos y besándolo en los labios le respondió. — Mas que a nada… Leo.

Lion-O se controlo por no pronunciar el nombre de su hermano cuando esos labios calientes y expertos se apoderaron de su boca con tanta ternura, con tanto amor que le hizo creer que Leo era uno de los hombres más afortunados.

Se separaron cerrando los ojos, respirando con dificultad. — Espero que eso haya respondido tu pregunta…

Lion-O relamiéndose los labios asintió diciéndole. — Soy tan afortunado…

Tygus comenzó a reírse diciéndole. — Lo único bueno es que ya no tendremos que ocultarnos más…

Lion-O asintió, pero en el fondo sabía que no habían tenido un y vivieron felices para siempre, que dentro de poco Mum-Ra los separaría provocando que Tygus se comportara de esa forma tan fría como se mostraba en sus recuerdos, algo que hizo que su lealtad fuera absoluta. — Eso espero…

Lion-O regreso a la sala del trono y comenzó a realizar las tareas que le eran indicadas por su instinto, los recuerdos de Leo se fundían con los suyos mostrándole que hacer, Mum-Ra durante todo ese tiempo tenía una pieza de joyería en su mano, con la cual jugaba, girándola entre sus dedos como si estuviera decidiendo que hacer.

Lion-O no se atrevió a ver que era aquello que tenía en sus manos, llamaría la atención de Mum-Ra, quien algunas horas después se levanto de su trono depositando la pieza de joyería en uno de los brazos diciéndole. — Sígueme Capitán Leo, visitaremos a los esclavos…

Lion-O asintió con un solo movimiento de su cabeza, era tan extraño servirle a esa criatura esperando que dentro de poco ocurriera aquello que transformo al Capitán Tygus en un soldado fiel a Mum-Ra. — Sí…

Tygus les esperaba en uno de los puentes, parecía que sus tareas también consistían en acompañarles durante las inspecciones de los esclavos, dos soldados los seguían de cerca.

Durante todo ese tiempo ninguno se atrevió a mencionar palabra alguna, Mum-Ra parecía complacido que sus comandantes acataran sus ordenes y se ignoraran en su presencia, nunca había sido alguien que pudiera compartir cualquier objeto, mucho menos la lealtad de sus dos favoritos.

Al llegar a las celdas Lion-O reconoció al chacal y al enorme reptil que liderarían la rebelión en la cual también participaría, les estaban llevando a otra celda, probablemente por rebelarse contra los gatos.

Tygus se detuvo a lado de Mum-Ra y le miro con agrado, tratando de tranquilizarlo sin que su señor lo descubriera, rozando los dedos de su mano con las yemas de sus dedos, escuchando como la criatura les decía. — Todo esto me pertenece, cada una de las vidas de esta nave son mías, espero que nunca lo olviden…

Ambos asintieron, era una extraña ocasión aquella en la cual Mum-Ra salía de su sala de control, tanto que muchos de sus esclavos dejándose llevar por el odio que sentían por el atacaron a los gatos con furia.

Uno de ellos, un simio de color rojizo tomo una de sus armas y disparo en dirección del techo, a una de las pantallas que flotaban sobre los pasillos logrando derribarla, esta cayo precipitadamente en su dirección, Tygus al notarlo, en un momento de desesperación se olvido de su deber y derribo al joven león salvándolo del peligro, dejando a Mum-Ra atrás.

La momia de piel azul cubrió su cabeza con ambos brazos recibiendo de lleno el golpe de la pesada pantalla, Leo apenas tuvo unos cuantos rasguños, sin embargo, Tygus limpiando el polvo de su ropa le pregunto. — ¿Estás bien?

Lion-O asintió y se levanto del suelo con ayuda de Tygus, el cual sonrió al escuchar que le decían. — Salvaste mi vida…

Mum-Ra sacudió el polvo de su cuerpo observándolos fijamente con una expresión difícil de describir, ambos sabían que aquel había sido un error terrible, que pronto serian castigados por ello.

Pero su amo no dijo una sola palabra, en vez de eso comenzó a retirarse seguido de sus dos capitanes, quienes sentían que una espada colgaba de su cuello, Lion-O temía que de un momento a otro serian separados, compartiendo los sentimientos de Leo, quien estaba angustiado, tan temeroso que apenas podía moverse.

En la sala del trono Tygus permaneció en silencio sin poder moverse, sin tratar de convencer a Mum-Ra que aquello había sido un error, sin embargo, la aberración de ojos rojos no hubiera permitido que pronunciara ningún sonido, ordenándole a Leo, como si apenas se diera cuenta de que estaba presente. — Déjanos a solas…

Lion-O no pudo moverse al principio, como podría dejar al hombre que amaba ser presa de la furia de Mum-Ra, la momia le miro fijamente con esos ojos rojos y le repitió. — Déjanos a solas.

Lion-O asintió compartiendo el miedo y desesperación que sintió Leo, creyendo que jamás volvería a ver a su amante, sin embargo, no podía hacer nada y se retiro, cerrando la puerta detrás de él.

Mum-Ra una vez a solas respirando hondo se dejo caer en su asiento observando al tigre de pies a cabeza, indicándole con un ademan que se acercara.

Tygus temía saber porque lo habían llamado, que ocurriría una vez que Mum-Ra descargara su furia al haber sido traicionado, porque como uno de sus sirvientes favoritos su lealtad debía ser para con él. — Tygus acércate…

Tygus trago saliva y se acerco a él, hincándose a sus pies en una muestra de sumisión y reverencia.

Mum-Ra acariciaba su cabeza con calma comentándole. — Realmente aprecias a Leo, ¿No es verdad?

Tygus abrió los ojos sintiendo que el suelo se movía y de pronto deseo correr, pero no había hacia donde hacerlo, ellos eran tan esclavos como los demás — Tanto como para abandonarme a mi…

Tygus se relamió los labios e intento decir. — Lord Mum-Ra no fue mi intención…

Mum-Ra lo tomo del cabello obligándole a mirarle, con tanta fuerza que sintió que algunos mechones eran arrancados. — Sí lo fue…

Tygus vio que Mum-Ra tomaba algo de su trono y lo dirigía hacia él con su mano libre, sabía que sería castigado por su torpeza y cerró los ojos con fuerza, estaba demasiado asustado para poder moverse.

La mano de Mum-Ra rodeo su cuello, justo por encima de la piel de su uniforme, sintiendo una ligera presión, pero después con la misma facilidad con la que le rodeo fue retirada.

Una cadena fría colgaba de su cuello, no podía observar de que se trataba porque Mum-Ra seguía sosteniéndolo con fuerza del cabello, abrió los ojos confundido preguntándose que clase de castigo era ese y porque su señor parecía complacido.

Mum-Ra lo jalo del cabello en dirección de su habitación asegurándole complacido, haciéndole creer que jamás volvería a ver a su amante. — Esta noche no te vera Leo…

Afuera Lion-O caminaba de un lado a otro, su expresión hablaba del miedo que sentía, del terror de lo que podría estarle pasando a Tygus, se preguntaba si así se sentía Leo, aunque su miedo debió haberse intensificado.

Esperaba que Mum-Ra le llamara de un momento a otro, por lo menos así podría ver a ese tigre que se le parecía tanto a su hermano, sin embargo, los minutos se transformaron en horas y esas horas en una noche entera, no sería nombrado.

Repentinamente una voz femenina le pregunto con frialdad, ajena a sus temores, no era la misma chica abierta que conoció la primera vez que encontró en ese libro. — ¿Adoras tanto a Mum-Ra que esperas impaciente su llamado?

Lion-O dio la media vuelta al ver que se trataba de Panthera, en ese momento no podrían ser novios, ese trato era el de dos desconocidos o el de una persona que desconfía completamente de la otra.

Panthera podía ver el miedo en las facciones de Leo y creía saber el porqué, todos vieron el incidente, el mismo que le hizo pensar en compartir cierta información sobre su rebelión con alguno de sus capitanes, tal vez no fueran tan leales a Mum-Ra como suponían. — Tygus no ha salido… me preocupa lo que pueda pasar si Mum-Ra está molesto por lo que ocurrió en la sala de los esclavos…

Panthera suavizo su mirada, era bien sabida la relación de camaradería que existía entre los dos capitanes, por lo menos, entre aquellos que tenían que saber que pasaba en la nave para poder planear una rebelión exitosa.

También sabía que eran los favoritos de Mum-Ra, aquellos desdichados que recibían las atenciones de su señor, seguramente si mostraban alguna clase de preferencia por alguna otra persona serian castigados.

Mostrando simpatía por el joven capitán le dijo. — No te preocupes, estoy segura que si algo malo le hubiera ocurrido ya estaríamos enterados.

Pero Lion-O estaba seguro de que algo malo pasaría, sobre todo por que recordaba a la perfección la forma en la cual Mum-Ra les miraba, le hacía pensar en Grune, en la manera en la cual el general observaba a su hermano, ese brillo no podía ser otra cosa más que deseo.

Repentinamente el sonido de unos pasos los alerto, Lion-O pudo ver que se trataba de Tygus, a quien nunca vio salir de la sala del trono de Mum-Ra.

Lion-O se acerco a él y lo tomo de sus brazos preguntándole dejando que toda la angustia que sentía se plasmara en su voz revisando con desesperación que no tuviera heridas visibles. — ¡Tygus! ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?

Tygus no le miro, parecía como si fuera presa de una ensoñación. — ¿Tygus?

El capitán se soltó bruscamente y siguió su camino ignorándolo por completo, sin verlo siquiera, como si no pudiera escuchar su voz.

Lion-O se dio cuenta entonces que su ropa estaba desalineada, algunos botones de su uniforme estaban rotos, el pelaje estaba desordenado al igual que su cabello, que no se veía como antes.

Temiendo lo peor lo sujeto nuevamente del brazo izquierdo diciéndole. — ¡Tygus!

Tygus se soltó utilizando su entrenamiento militar, girando el cuerpo de Lion-O, azotándolo con fuerza contra la pared, doblándole el brazo que lo toco con tanta fuerza que por un momento sintió que se rompería. — ¡No vuelvas a tocarme!

La voz del tigre sonaba áspera, ronca, como lo hacía cuando estuvo en el interior del libro la primera vez, como no sonaba cuando comenzó ese segundo viaje al pasado, cualquiera podría pensar que se trataban de dos personas diferentes.

Inmediatamente lo soltó para seguir con su camino, Lion-O se giro y por el rabillo de su ojo pudo ver un pendiente dorado colgando de su cuello, el cual reconoció inmediatamente, era la misma joya que vio en las manos de Grune.

Recordó en ese momento las palabras de Cheetara e intento tocar el rostro del tigre que parecía tan diferente al que vio algunas horas antes que le fue imposible creer que eran el mismo.

Tygus lo empujo antes de que lo tocara gruñendo, Panthera nunca antes había visto que el capitán tratara de esa forma el joven león que se quedo quieto en el suelo, en el lugar donde había caído por culpa de la fuerza aplicada en su contra, sin pronunciar un solo sonido.

Panthera le ayudo a levantarse sin decir nada, estaba tan confundida como Leo, quien pronuncio. — Tygus…

Inmediatamente escucho que le mandaban llamar a las habitaciones de Mum-Ra, Leo recordaba ese viaje con furia, esa noche su amante murió y nació el capitán Tygus.

Mum-Ra ya lo esperaba desnudo, apenas cubierto con una sabana delgada, su rostro parecía complacido y pudo ver como varias prendas yacían en el suelo, eran parte del uniforme de Tygus, provocando que un montón de bilis subiera por su garganta.

Lion-O sintió terror al verle, un sentimiento compartido por Leo, estaba seguro porque apenas pudo pronunciar. — ¿Sí? Lord Mum-Ra…

Mum-Ra le comento con cierta burla, seguro que Leo comprendía lo que acababa de pasar entre su amante y él. — Veo porque intentaron ocultar este “jueguito”

Lion-O apretó los puños con fuerza, tanto que las palmas de sus manos sangraban.

Mum-Ra le pregunto entonces levantándose de la cama, caminando en su dirección. — ¿Acaso tú querías estar en su lugar?

Lion-O abrió los ojos casi desorbitadamente, al mismo tiempo que Mum-Ra le sujetaba de la barbilla con una enorme sonrisa en los labios.

Afortunadamente el libro estaba dañado por que inmediatamente los recuerdos de Leo se pasaron a los que ya había visto, en la pantalla estaba Tygus, quien hablaba con Mum-Ra sobre su siguiente misión.

No lo había notado antes pero ahora podía ver que en sus ojos y en cada una de las palabras que pronunciaba podía verse la adoración que sentía por la momia, haciéndolo sentir enfermo, al mismo tiempo que su corazón añoraba los viejos tiempos.

Mum-Ra volvió a llamarle, parecía que era la tercera o cuarta vez que lo hacía.

Lion-O asintió siguiendo las órdenes de Mum-Ra todo ese tiempo seguro que podrían derrotarle, pero también tratando de pensar que era lo que habría pasado después de su victoria, apenas pudiendo imaginarse que era lo que pasaba por la mente de Leo al ver a su amante como una marioneta de su señor.

Nuevamente al terminar lo que debía ver fue lanzado lejos de los recuerdos de Leo, encontrándose a Jaga, quien le esperaba sosteniendo su báculo, al verle pronuncio. — Ese collar los separo… lo transformo en una marioneta…

Jaga asintió respondiéndole. — Así es… Lion-O y me temo que tu hermano corre el mismo peligro de convertirse en una marioneta sí no haces algo.

Lion-O recordando el incendio le dijo a Jaga. — Mi hermano está muerto, yo lo vi quemarse.

Jaga le pregunto con tranquilidad, haciéndole ver que no lo vieron morir, ni siquiera encontraron sus cuerpos a pesar de haberlos buscado. — ¿Lo viste morir o eso piensas?

Lion-O se dio cuenta de que tal vez podría seguir con vida. — ¿Pero cómo saberlo?

Jaga le dijo entonces tratando de guiarlo en su camino. — Ustedes ya comparten una conexión muy fuerte, Claudius lo sabía y por eso los reunió, tal vez debimos explicarles todo antes de que fuera tarde pero pensábamos que habría tiempo para ello, nos equivocamos…

Lion-O le pregunto sintiendo que poco a poco era liberado del libro. — ¿De qué estás hablando?

Jaga le respondió convirtiéndose en un remolino de color azul. — Tú lo sabrás con el tiempo… pero recuerda que la espada del augurio puede guiarte.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Oficialmente esta historia se ha vuelto un Lion-o/Tygra…

Oficialmente y con solo un voto en contra Grune tendrá primero al príncipe.

Otra pregunta… ¿Quieren que Lion-O encuentre consuelo en los brazos de Cheetara?

Hasta el momento tenemos 3 en contra y 2 a favor.

También les pido que vayan y voten en el poll, en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.

Y por ultimo este capítulo está dedicado a mi querida amiga Ashura-Ou quien me dio la idea de la pareja de Tygus/Leo…

Saludos.

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