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Avaricia. por Seiken

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Avaricia


Capítulo 11.

Cuando Tygra por fin despertó sintió un extraño peso en su pecho al mismo tiempo que unos brazos rodeaban su cintura, respiro hondo temiendo lo peor y haciendo uso de toda su fuerza de voluntad se obligo a mirar a quien tenía recostado sobre su cuerpo.

Era una melena roja conectada a un pelaje color crema, era su hermano menor, estaban a salvo y como en las otras ocasiones solo tuvo que abrir los ojos para escapar de su tormento.

Acariciando el cabello rojizo pregunto sonriendo al darse cuenta que las patadas y ronquidos habían sido intercambiados por un abrazo imposible de romper, que estaba a salvo en los brazos de Lion-O, aunque más bien debía decir, que su hermano descansaba entre sus brazos. — ¿Lion-O?

Lion-O abrió los ojos con calma y le miro como lo había hecho las últimas ocasiones, ahora podía distinguir cual era ese sentimiento que brillaba en esos mares azules, era amor, un sentimiento que lo hacía sentir mejor, nada parecido a la furiosa lujuria que resplandecía en los ojos de Grune.

No era lujuria ni deseo, era amor del más puro y Tygra sonriendo, se acerco de tal forma que pudo besar sus labios con calma, con tanta delicadeza que parecía el toque de las alas de una mariposa, recibiendo un ligero ronroneo como recompensa.

Llevaba años sin escuchar esa clase de sonido proveniente de su hermano por algo que él hubiera hecho, últimamente antes de salir del castillo lo único que hacían era discutir.

Lion-O acomodándose un poco mejor entre sus brazos le dijo sonriendo dibujando un corazón con su dedo índice sobre su pecho, con los ojos cerrados y un gesto de paz en su rostro. — ¿Tuviste dulces sueños?

Tygra respondiendo a su sonrisa comenzó a ronronear, acompañando a su hermano, esperanzado porque aquello solo hubiera sido otra pesadilla y que la realidad a pesar del incierto futuro que tenían se veía radiante. — Sólo tuve un mal sueño…

Lion-O ronroneaba respirando tranquilo, convenciéndolo de que nada malo podría ocurrir, estaba seguro, con su hermano, la persona que amaba como a nadie entre sus brazos. — Lo siento tanto…

Tygra le beso la mejilla diciéndole cambiando ligeramente de posición para que ambos estuvieran recostados, lado a lado, restregando su frente contra la de su hermano en un movimiento puramente instintivo. — No te preocupes, no es tu culpa...

Lion-O guiñándole el ojo le dijo con algo parecido a su intento por ser fresco, una actitud que no le favorecía en lo absoluto, su hermano debía ser dulce y ligeramente tímido, aunque también con el ánimo de continuar esa tarea, el fuego que acompañaba a los de su especie. — ¿Puedo ordenarte como Lord de los Thundercats que vuelvas a besarme?

Tygra simplemente sonrió al escuchar esa pregunta y respondiéndole, inclinándose para obedecer a “su señor” comenzó a acercarse a sus labios. — Sí mi lord, y yo como tú “súbdito” debo obedecerte…

Estaban a punto de besarse, unir sus labios como muestra de que aquello era solo un mal sueño, cuando repentinamente un sonido de algo cayendo lo alerto, despertándolo del dulce sueño que estaba teniendo, los lagartos ya comenzaban a desmantelar el campamento haciendo demasiado ruido en el proceso.

Tygra abrió los ojos observando el techo de una tienda de viaje pronunciando. — No…

Era real, Grune lo había capturado y poseído la noche anterior, robándose su virginidad, pronunciando palabras vacías de amor durante toda esa pesadilla.

Sintiendo que cada musculo de su cuerpo estaba entumido, por un momento temió ver a Grune recostado a su lado queriendo repetir la experiencia humillante de la noche anterior.

Por fortuna Grune había desaparecido, fuera del campamento escuchaba la voz inquieta de los lagartos gritando órdenes de apresurarse a levantar el campamento, limpiar todo rastro de su existencia.

Antes de moverse Tygra se pregunto qué camino seguirían, o si acaso habría alguna forma en la cual el destino los colocara en dirección de los demás, no sabía porque pero en el fondo de su corazón sabia que Lion-O seguía con vida, podía sentir su aura, su esencia misma llamarle.

Al intentar salir de la cama sintió una punzada en la parte baja de su anatomía haciéndolo quejarse al mismo tiempo que se encogía, entonces llevo una de sus manos entre sus nalgas para ver que había un poco de sangre seca en ellas.

Había sangrado como resultado de las atenciones de Grune, sonrojándose y maldiciendo su suerte siguió con su idea de levantarse de la cama, sintiendo nuevamente la misma punzada provocando que se sentara quejándose una segunda ocasión.

Podía ver manchas escurridas de un líquido blanco entre sus muslos, sobre su abdomen, sentir en su boca el amargo sabor del general, olerlo en su piel y pelaje, verlo en cada una de las marcas que dejo en su piel, mordidas y moretones provocados por su lujuria.

Sus caderas le dolían, en ellas tenia huellas hermanas con forma de dedos grandes, pero no solo era el rastro físico aquello que lo estaba haciendo sentir enfermo, también la poca resistencia que mostro, los sonidos que pronuncio sin ninguna clase de reparo.

¿Acaso era un depravado para haber disfrutado esa experiencia? ¿Cuántas veces tuvo un orgasmo el día anterior? No quería pensar en eso pero había caído presa de las caricias de Grune, aceptado a ese monstruo en su cuerpo sin siquiera pedirle que se detuviera o intentarlo realmente.

Cubriendo su rostro con sus manos trato de tranquilizarse pero no podía, se sentía sucio, debía quitarse los rastros de Grune de su cuerpo, podía olerlo en él y los demás también podrían hacerlo.

Levantándose de la cama o intentando hacerlo porque el dolor hizo que casi perdiera el equilibrio camino en dirección de la tina, la cual tenía todavía agua en ella, estaba fría pero no importo y sin más entro en ella dejando que algo de ese líquido lavara el desagradable aroma del destructor de su cuerpo.

Tygra se lavo con urgencia varias veces, esperando terminar limpio pero encontrando cada vez un nuevo rastro de Grune sobre su cuerpo, perdió la cuenta de cuantas veces paso la misma esponja encima de la misma parte de piel esperando de alguna manera borrar las marcas que dejo en su cuerpo.

Al salir del agua no camino en dirección de la cama, allí era donde yacieron juntos y en donde podía ver las vergonzosas marcas de su decepcionante actitud, en vez de eso se sentó en la silla más alejada para secar su pelaje tratando de ignorar que gimió y se retorció en los brazos de Grune como si se tratase de una ramera, que durmió con el sin intentar detenerlo ni una sola vez.

Tenía una toalla alrededor de su cuerpo, la cual debía quitarse para poder vestirse, sin embargo, cubriendo su rostro con su mano izquierda no pudo evitar llorar, estaba tan avergonzado por su comportamiento que pensó no podría mirar a Lion-O a los ojos jamás.

¿Si le volvía a ver que podría decirle? ¿Cómo podría ocultar su traición? ¿Qué podría justificar su debilidad? Nada, absolutamente nada y debía vivir con eso, aprender a compartir su vida con Grune, el que no lo dejaría ir jamás.

Debía vestirse o Grune lo encontraría desnudo otra vez y seguramente volvería a tocarlo en partes que lo harían sentir sucio, le haría reaccionar como lo hizo antes, le brindaría placer cuando lo único que deseaba era que le dejara solo.

Pero parecía que no tenía la fuerza para moverse, todavía no de todas formas, repentinamente escucho que abrían la cortina de la tienda depositando una charola con comida en el suelo.

Tygra al verle recordó que no había comido nada en un día, tal vez dos, pero no tenía hambre, esta solo le daba nauseas y levantándola del suelo le lanzo lejos, en dirección de una de las paredes de la tienda apretando los dientes, escuchando como la charola y sus platos caían al suelo.

Respirando hondo, calmando su orgullo lastimado se dirigió a su armadura y comenzó a ponerse la ropa ligera primero, esta era gris oscuro, tan apretada que parecía hecha para delinear su figura.

Poco después se puso las piezas de metal que constaban de un peto con un collar de abundante piel, dos hombreras que cubrían parte de sus brazos y tobilleras de color plateado, así como una piedra roja en su pecho.

Tygra por algunos minutos se quedo quieto, pensando, tratando de comprender en realidad la clase de situación en la que se encontraba, estaba solo, jamás volvería a ver a Lion-O, Grune nunca lo dejaría escapar de su mirada vigilante ni podría esquivar sus manos posesivas, lo habían destinado a realizar labores maritales con ese traidor hasta que se cansara de él y temía que eso jamás pasaría, los mellizos estaban solos en un campamento de lagartos, sin poder verificar que los niños estuvieran a salvo, adolorido en partes de su anatomía que lo hacían sentir usado, sucio, como si solamente se tratara de un objeto.

Calmándose un poco, sintiendo que no podía respirar en esa tienda camino en dirección de la cama en donde vio el collar que Grune deseaba ponerle depositado en una especie de mesita de noche, el cual tomo con asco y miedo preguntándose porque no lo llevaba puesto.

Inmediatamente presa de una ira que no pudo controlar lo lanzo al suelo, después camino en dirección de la mesita derribando todos los objetos que descansaban en ella, para posteriormente desgarrar las sabanas cuyo aroma le ofendía e inmediatamente después rasguñar uno de los maniquíes, desquitando toda su impotencia con ellos.

Calmándose un poco, recuperando su sentido común, el cual se había escapado esos minutos decidió que lo mejor que podía hacer era destruir o perder esa pieza de joyería maldita.

Se dio la vuelta para recogerla y en ese momento vio a Grune en la entrada de la tienda, quien sonreía complacido, con los brazos cruzados delante de su pecho y su rostro ligeramente inclinado hacia el lado derecho. — Y yo que pensaba que habías perdido esa llama interior Tygra…

Grune vio el collar en el suelo y arqueo una ceja, Tygra se apresuro a intentar tomarlo, pero el general de un salto estaba sobre su cuerpo, haciendo que por un momento se petrificara, dándole la ventaja de tomarlo.

Tygra intentando soltarse comenzó a retorcerse con fuerza logrando zafarse del peso del cuerpo de Grune, quien lo tomo del tobillo cuando intento alejarse diciéndole. — Ese collar es mío y tu también gatito…

Tygra cayó al suelo, sobre el cofre de madera destrozándole con el peso de su cuerpo y la fuerza con la cual había caído, derribándole de tal forma que todos los objetos que custodiaba cayeron siendo liberados.

Había varios objetos que reconocía como propios, recuerdos que sabia estaban en el castillo en lugares que solo él conocía, uno de ellos era un cuadro que pintaron algunos años después de la partida de Grune, recordaba ese día porque tuvo una discusión especialmente mala con su hermano menor.

Era uno de sus tesoros privados, no podía decirle a Lion-O lo mucho que significaba para él, mucho menos cuando el menor había roto el suyo después de una discusión diciéndole palabras que ahora estaba seguro que no sentía, pero antes le dolieron mucho, como aquellas que se dijeron cuando su padre decidió que era hora de realizar otra pintura.

Flash Back.

Lion-O se encontraba en su cuarto dibujando una de las últimas piezas de tecnología que había desarmado, toda su atención estaba enfocada en terminar los últimos detalles de su boceto que no se dio cuenta cuando su hermano mayor entro en su habitación.

Tygra a veces entraba sin tocar, era él a quien mandaba su padre para llamarlo cuando pensaban que había descuidado alguna de sus tareas por eso cuando coloco una mano en su hombro diciéndole. — Tienes responsabilidades Lion-O y esas no son hacer dibujos de chatarra.

Lion-O inmediatamente le respondió intentando guardar su dibujo en uno de los cajones, ignorando que había cientos de ellos y muchos estaban colgados de la pared, esperando que Tygra comprendiera el mensaje. — En primer lugar no es chatarra, en segundo lugar ya recibí mi regaño del día así que por qué no te vas a perseguir alguna de las chicas del palacio.

Tygra tomo uno de los dibujos abandonados en el escritorio, mirándolo con una ceja arqueada le respondió, apretando los dientes cuando Lion-O se lo arrebato de las manos. — Vas a ser rey Lion-O y eso conlleva responsabilidades.

Lion-O le respondió recordando que las mismas palabras habían sido pronunciadas por su padre, creyendo firmemente que los había espiado. — ¡Si tanto sabes que conlleva ser rey porque no lo eres tú!

Tygra retrocedió un paso, parecía dolido por esa respuesta pero tragándose la molestia le dijo, intentando hacerlo reaccionar. — Porque nuestro padre así lo decidió… no sé porque.

Lion-O al escuchar esas palabras le dijo a su hermano, teniendo apenas catorce años de edad todavía no controlaba lo que decía ni por supuesto cuanto podía herir a las personas con sus palabras, mucho menos a su hermano mayor. — Porque a pesar de tu constante adulación yo soy mejor que tu y soy un león, tu eres un tigre, todo el mundo sabe quiénes son los que gobiernan.

Tygra le respondió entonces apretando los dientes, furioso por esa respuesta. — No necesito que tú también me digas que no tengo el linaje adecuado Lion-O, solo con verme en el espejo me doy cuenta de ello.

Lion-O se dio cuenta que no debió haber dicho aquellas palabras, pero era demasiado tarde, además, Tygra no tenía derecho alguno de irrumpir en su habitación con la intención de regañarle y dijo cruzando sus brazos delante de su pecho. — Ni siquiera somos hermanos así que no me digas que hacer.

Tygra suspirando, demasiado cansado para seguir tratando con su hermano menor, le dijo señalando los dibujos con molestia, a punto de salir de allí. — Nuestro padre te está buscando y será mejor que no te encuentre con esto, ya esta lo suficiente molesto con tu visita al mercado negro en la mañana como para que vea… chatarra en tu escritorio cuando deberías estar practicando con la espada.

Lion-O escucho como cerraban la puerta y sentándose en su cama vio uno de los dibujos que había hecho durante ese día, el cual no era chatarra, sino su hermano mayor recostado en el suelo a la sombra de unos árboles, el cual destruyo, caminando en dirección de la puerta para gritarle. — ¿Sabes de qué me arrepiento? ¡De que Grune no te hubiera llevado con él, así ya no tendría que soportar tu odiosa presencia!

Tygra se detuvo en el pasillo y le respondió fríamente. — ¿Sí? Pues sí Grune estuviera aquí él no permitiría que me hablaras de esa forma, Lion-O… es más, daría lo que fuera por haberle acompañado en su viaje.

Repentinamente la voz de su padre los interrumpió preguntándoles muy serio, habiendo escuchado lo que sus dos hijos se gritaban sin consideración alguna, sin que se dieran cuenta que dentro de poco tiempo se arrepentirían por sus palabras. — ¿Qué está pasando aquí?

Lion-O fue el primero en hablar diciéndole a su padre. — Tygra piensa que puede regañarme como si fueras tú, él ni siquiera es mi hermano.

Tygra apretando los dientes le respondió a su padre, señalando a Lion-O — Y no sabes cuánto me alegra que no comparta tu linaje.

Claudius levantando una mano, silenciándolos con ese pequeño gesto les dijo rascándose la nariz. — Tygra, quien te haya dicho lo del linaje es una persona muy equivocada… tu eres mi hijo y su hermano mayor, eres parte de la familia sin importar lo que te hayan dicho, nunca lo olvides.

Tygra apretó los dientes mirando el suelo, tratando de ignorar la sonrisa triunfante de Lion-O, a quien le dijo Claudius un poco defraudado. — Lion-O, Tygra es tu hermano mayor, el te quiere.

Dirigiéndose a ambos llamándoles para que se acercaran a él, rodeándolos con sus fuertes brazos cuando por fin lo hicieron, abrazando a sus dos hijos esperando que escucharan sus palabras, era muy difícil no tener a nadie en quien confiar, haber crecido sin compañía más allá de los nobles o los clérigos hizo que sus tareas fueran mucho más complicadas. — Sin importar el color de su piel o las diferencias que puedan tener en el futuro, deben confiar el uno en el otro porque cuando tengan mi edad se darán cuenta que ustedes dos han crecido juntos, que se conocen mucho mejor que nadie y que ya comparten una parte muy importante de su ser.

Lion-O y Tygra parecían renuentes a mirarse, era comprensible, si lo que escucho en el pasillo era una indicación de las palabras que usaron contra el otro sin medir las consecuencias.

Claudius se preocupaba mucho por sus hijos, cada vez las discusiones eran peores. — Son lo único que tendrán en el futuro y tarde o temprano se arrepentirán por lo que han dicho…

Tygra asintió primero, después Lion-O, pero Claudius comprendía que solamente le estaban mostrando lo que quería ver y guiándolos en dirección de una de las salas principales pronuncio. — Alguna vez les he contado la historia de Leo, el primer rey de Thundera…

Tygra le pregunto cruzando sus brazos delante de su pecho, mirando el suelo con molestia. — Debió haber sido un león…

Claudius al escucharle decir aquellas palabras con amargura le dijo. — Pero fue acompañado de un tigre en su camino para ser quien fue, como cada uno de los reyes de Thundera lo ha hecho, porque sabes, todavía no lo comprendes pero tu don te hace especial, todos los de tu clase lo tienen…

Lion-O le miro de reojo, curioso por saber de qué se trataba ese don del que hablaba su padre. — Los leones tenemos la espada y ustedes tienen la visión…

Entonces suspirando con los ojos llenos del ayer pronuncio casi en voz baja. — Como me hubiera gustado que conocieras a tu padre… tal vez así su relación sería mucho más fácil…

Al ingresar en la sala de las flores vieron que había un caballete, varios botes de pintura y un Thunderiano que reconocían como aquel que pinto su retrato cuando apenas eran unos niños.

El cual se tardo varias horas en realizarse, comprendiendo su destino intentaron clamar piedad, esa era una de las pocas veces que los dos hermanos compartían su molestia e intentaban convencer a Claudius sin ningún resultado de que no les retrataran.

Para ello se valían de maullidos, ronroneos y en casos desesperados imitaban a un pequeño thunderkitten con tal de no pasar horas enteras en la misma posición, que generalmente era demasiado trillada. — Los príncipes no hacen eso, compórtense.

Ambos bajaron las orejas y dijeron al unisonó realizando una especie de puchero. — Pero esto llevara horas enteras…

Claudius empujándolos en dirección del centro del salón en donde serian retratados les ordeno. — Les contare la historia de Leo para que el tiempo se pase mucho más rápido.

Flash Back.

Su cuadro estaba roto, cortado a la mitad, desgarrado de tal forma que solo permanecía su retrato en el, Lion-O había desaparecido, aun así podría reconocerle donde fuera. — ¿Lo tomaste antes o después de traicionarnos?

Pronuncio esa pregunta antes de que pudiera detenerse, sosteniendo el cuadro como si se tratase de un niño pequeño, hincado en el suelo escuchando como Grune se levantaba, caminaba en su dirección y se detenía algunos centímetros separado. — ¡Respóndeme!

Grune escucho la orden con molestia, su príncipe estaba olvidando quien tenía el control, tal vez debería mostrárselo, no obstante, aun no quería tener que recurrir a la fuerza para poder hacerle comprender quien mandaba. — ¿Qué más da? De todas formas no puedes hacer nada y solo le quite la parte innecesaria de esa pintura…

Tygra le pregunto entonces observándolo de reojo en la misma posición. — ¿Sabes una cosa Grune? Siempre me pregunte por qué odiabas tanto a Lion-O, pero ya sé porque lo haces… porque sabes que me posee y tú nunca lo harás aunque me obligues a dormir contigo.

Grune respirando hondo se controlo por no levantarlo en el aire y demostrarle a quien le pertenecía, aquello lo único que haría sería aceptar sus palabras, Lion-O jamás lo tendría, ahora más que nunca estaba dispuesto a llegar al mismo infierno para evitarlo y mantener consigo a su dulce príncipe. — Eso es cierto, Tygra… Lion-O te ve como de su propiedad, eres suyo, no fueron esas sus palabras en el bosque… ¿Qué tú eras “su” hermano? Su propiedad.

Tygra recordó la pesadilla que tuvo, negándose a aceptarla como un recuerdo del pasado, ningún otro recuerdo le hacía pensar que fuera verdadero a pesar de lo parecido que era a la realidad.

Grune le insistió entonces agachándose detrás de él sujetando sus hombros con delicadeza, susurrándole con piedad y paciencia — Tus maestros te cegaron tanto que no puedes darte cuenta de eso… piensas que es correcto pero deberías poder distinguir la falsedad de tus sentimientos y la perversidad de haber sido entrenado para complacer a tu propio hermano, ¿pero cómo lo harías? sí nunca le has negado nada a él…

Eso era cierto, aunque no compartiera su misma opinión terminaba cediendo a su voluntad y cada una de las personas con las que había tratado se comportaban como si fuera su deber compartir la misma opinión que su hermano menor.

Aun Cheetara parecía molesta cuando dudo de su capacidad para usar la espada del augurio, casi como si fuera su obligación confiar en él, seguirlo ciegamente y si se atrevía a contradecirlo estaba traicionando su mera existencia.

Grune sintiendo que los hombros de Tygra comenzaban a relajarse al mismo tiempo que la mano que antes sostenía el cuadro se soltaba ligeramente, permitiéndole tomarla, prosiguió diciéndole con una voz tranquila, suave, esperando llegar al corazón de su príncipe. — Claudius vio la oportunidad de usar tu don en favor de su hijo, todo lo que tuvo que hacer fue adoptarte y a su lado jamás podrás liberarte de ese adiestramiento mi príncipe, aunque me odies ahora tenía que liberarte de la influencia de tu hermano.

Tygra se relamió los labios buscando alguna forma de negar sus palabras, decirse a sí mismo que ese sueño era solo una pesadilla y no un recuerdo suprimido de su infancia.

Grune acariciando su cabello, recargando su barbilla en su hombro le dijo rodeando su cuerpo con ambos brazos como si intentara consolarlo. — A su lado cualquier decisión que tomes será una imposición de tu entrenamiento… ¿Acaso no te das cuenta? Intento protegerte.

Tygra intento soltarse sin mucha convicción escuchando que Grune le decía con aun mas devoción haciéndole dudar cual de las dos personas era la verdadera, el hombre que lo entreno y aun ahora parecía querer cuidarlo, o el general que asesino a su padre por un poder superior, que anoche le robo un pedazo de su alma sin ninguna clase de consideración, aunque debía aceptar que sus caricias habían sido las de un amante cuidadoso. — Conmigo puedes decidir si deseas permanecer a mi lado o no… con Lion-O jamás serás libre mi príncipe.

Tygra sacudiendo las dudas que lo acechaban desde hace tanto tiempo que no podía recordarlo pronuncio seguro de cuál sería la respuesta de Grune el destructor — Sí es verdad que puedo decidir si quiero estar contigo o no… ¿Me dejarías ir en este instante? ¿Salir por la puerta y llevarme a los mellizos?

Grune no supuso escuchar esa pregunta y no estaba preparado para ella, cuando no respondieron Tygra le dijo, alejándose de sus manos, levantándose del suelo para después decirle observándolo con desprecio. — Solo eres un mentiroso…

El destructor apretó los dientes molesto consigo mismo, había olvidado que Tygra era muy inteligente y que podría encontrar una respuesta que contradijera sus palabras, Claudius lo había entrenado bien, era perfecto para servirle a la realeza. — Podría hacerlo mi príncipe, pero cuando salgas encontraras un ejército de soldados al cual no podre decirle que te dejen ir y los mellizos tendrían un futuro incierto porque no podrás llegar a ellos antes de fallecer.

Tygra le pregunto, recordando porque estaba en esa situación en primer lugar, que los mellizos estaban en peligro y que Grune los estaba usando como una moneda de cambio para obligarlo a seguir sus órdenes. — ¿Me dejarías salir del campamento pero no asegurarías que sobreviva?

Grune se levanto del suelo y le dijo usando el tono de voz que recordaba de sus entrenamientos. — No tienes armas, ni provisiones, no has comido nada en varias horas ni dormido bien en muchos más días, por lo que estás muy débil y puedo ver que estas algo adolorido mi príncipe, no estás en condiciones de pelear mucho menos con un ejército de lagartos que los odian tanto como tú me odias a mí.

Tygra apretó los dientes sonrojándose ligeramente, no pensaba que fuera tan obvio que por el momento sentía cierta incomodidad al moverse, aunque Grune debía saberlo bien, él fue quien la provoco. — No eres ningún tonto y siempre has mantenido tu cabeza sobre tus hombros, eso es algo que siempre me llamo la atención, aun cuando eras un cachorro, por lo que sabes que no tienes ni la más remota posibilidad de salir de aquí con vida, mucho menos de llegar a los mellizos.

Grune tenía razón, se estaba dejando llevar por sus sentimientos, su padre siempre le dijo que en la situación más desesperada debía tener paciencia, que nada servía actuar con la cabeza caliente sino que se debía actuar con la mente fría, el corazón caliente y el estomago en su lugar, en ese momento no cumplía ninguno de esos requisitos, pero tal vez si podía utilizar el tiempo que tenía libre para planear un escape podrían realizarlo.

Tygra comenzó a tranquilizarse, no le servía de nada a los mellizos en su estado actual, tampoco a él, por lo que abandonando esa postura lista para correr vio que Grune se sentía triunfador.

Grune abriéndole camino señalo la puerta diciéndole a sabiendas que Tygra no intentaría ninguna locura, era un muchacho inteligente que no se dejaría llevar por una trampa así de sencilla, pero si lo hacia lo detendría antes de que llegara demasiado lejos. — Estas olvidándote de un punto importante Tygra, si tu padre me hubiera dado tu mano yo habría sido un ferviente esposo, ahora soy tu dueño y si quieres irte lo harás solo, enfrentándote a mis soldados.

Tygra asintió, por el momento no le quedaba nada más que esperar el momento oportuno para intentar llegar con los mellizos, porque no pensaba permanecer toda su vida atado a ese mentiroso, comprendiendo que si los niños seguían con vida solo era cuestión de suerte. — Mi padre jamás me hubiera entregado a ti Grune y si el siguiera con vida te despellejaría vivo por esto.

Grune riéndose de lo cierto de sus palabras le comento guardando el collar en una bolsita de cuero, después colgándolo en su cinto, había llegado a informarle a su gatito que debían partir para llegar a la siguiente posición antes del anochecer del tercer día. — Tu padre no cumplió su palabra porque ya te había entregado a su primogénito.

Tygra negó aquellas palabras con un movimiento de la cabeza, su relación no había sido planeada, lo que tenían era real y no una ilusión como Grune quería convencerlo que era. — Pero ya no importa porque tu padre ha muerto y dentro de poco Lion-O lo hará también, cuando le arrebate de sus frías manos la espada del augurio.

Tygra sonrió sorprendido al escuchar esas palabras que confirmaban lo que sentía, Lion-O seguía vivo, aun tenían esperanza de recuperar Thundera y detener a Mum-Ra, nunca había escuchado una noticia mejor que esa. — ¿Está vivo? ¿Lion-O está vivo?

Grune al ver la felicidad radiando de las facciones de Tygra por esa simple noticia le dijo dándole una bofetada tan fuerte que lo derribo al suelo, decidiendo que la primera regla debía ser indicada. — ¡En mi presencia no lo nombraras!

Tygra limpio la sangre que manaba de su boca y sonriendo, no pudo evitar decirle. — Me preguntaba cuando aparecería el verdadero tu, no esa pantomima que casi me convence.

Grune lo levanto del cabello diciéndole con los dientes apretados. — No hagas que pierda la paciencia mi príncipe, no te gustara.

Tygra sabía que debía callarse, comprendía que Grune podía hacerle mucho daño, pero aun así, le pregunto sosteniéndose de las muñecas del general. — ¿Alguna otra regla que deba conocer?

Grune lo lanzo en contra de la cama, Tygra por reflejo inmediatamente intento salir de ella pero el general lo sujeto del tobillo nuevamente, haciendo que se estrellara en el suelo con suficiente fuerza para cegarlo momentáneamente.

Grune lo llevo hasta él, sujetándolo del cuello con fuerza, sosteniéndolo con su peso pronuncio, sin intentar desnudarlo ni tocarlo siquiera más allá de lo necesario para poder inmovilizarlo, con un tono de voz que no aceptaba replicas. — Hay varias pero las más importantes son estas gatito.

Tygra intento soltarse inútilmente, su fuerza no era remotamente comparable con la suya, ahora más que nunca comprendía por que le apodaban el destructor. — No lo nombraras en mi presencia, podrás visitar a esos cachorros durante el día, entrenar, leer, lo que quieras hacer y que pueda conseguirte, pero cuando baje el sol regresaras a mí para cumplir con tus deberes maritales.

Cuando dijo eso último Tygra volvió a retorcerse diciéndole. — ¡Eres un pervertido! ¡No esperaras que cada noche se repita lo mismo!

Grune le sonrió restregando sus caderas contra las suyas diciéndole. — No lo mismo pero si una variación y esta noche espero que tú me correspondas gatito.

Tygra le escupió el rostro diciéndole con los dientes apretados. — ¡Jamás!

Grune se limpio el rostro y le respondió con una bofetada muy fuerte, la que provoco que comenzara a sangrar por la nariz diciéndole. — No levantaras tu mano en mi contra y sobre todo, te comportaras como una linda esposa cuando estemos juntos.

Tygra casi no podía respirar, la sangre y el peso de Grune se lo evitaban, pero aun así le dijo. — Sera un día muy frio en el infierno cuando eso pase Grune.

Grune pensó en golpear ese hermoso rostro una vez más, hasta que el reto se borrara de sus bonitas facciones, pero no lo haría, eso era lo que esperaba Tygra que hiciera, para demostrarle que no era más que un monstruo en comparación de su hermano menor a quien idolatraba. — Es bueno que nos dirijamos a las montañas no es así.

Tygra sintió que Grune se bajaba de su cuerpo e inmediatamente se volteo sosteniendo su nariz, la cual sangraba profusamente, el general mando llamar a uno de los lagartos, el cual ingreso con paños de agua y algunos ungüentos.

Por un momento Tygra pensó en lanzar al lagarto fuera de la tienda pero eso significaría que Grune realizaría el trabajo de curandero y estaba cansado de sentirlo en su cuerpo.

Grune no salió de la tienda, en vez de eso se cruzo los brazos para ver como atendían a Tygra, quien mantenía los ojos cerrados con los labios ligeramente abiertos para poder respirar.

Cuando por fin terminaron de atender sus heridas el lagarto salió tan rápido como pudo, no deseaba ser envuelto en nada que tuviera que ver con los gatos. — Espero que estés contento Tygra, lo único que ganaste fue nuevas heridas…

Tygra abrió los ojos tocando su nariz, parecía que no había tenido ningún hueso roto pero eran bastante visibles los golpes que había recibido. — Con una fue más que suficiente…

Grune arqueo una ceja confundido, no recordaba haberle hecho daño, cuando Tygra vio que no entendía lo que estaba diciéndole se sonrojo profundamente, haciendo que el general comprendiera de qué clase de herida le estaban hablando. — Eso es normal para un virgen… si fueras una mujer colgaría la sabana en la puerta de mi tienda como señal de orgullo y buena suerte, aunque tal vez lo haga.

Tygra sonrojándose aun más le dijo completamente mortificado. — No te atreverías…

Grune le dijo entonces riéndose por el comportamiento tímido de su príncipe, señalándole la puerta con un gesto de la cabeza. — Tienes razón, no quiero darle ideas a los lagartos…

Ofreciéndole una mano le dijo. — Tenemos que partir…

Tygra la ignoro y salió de la tienda en busca de los mellizos, quienes seguían en la jaula, bajo el sol, estaban asustados, podía verlo en sus pequeñas caras infantiles, porque al verlo comenzaron a llamarle.

Tygra llego a donde estaban e inmediatamente introdujo sus brazos en los barrotes para rodearlos con ellos, un gesto aprendido de su padre, quien siempre los abrazaba cuando estaban asustados o necesitaban alguna clase de apoyo. — ¿Están bien?

Los pequeños no sabían si debían asentir porque no estaban lastimados o no porque estaban demasiado asustados, Wilykit fue la primera en notar las marcas en su rostro, diciéndole tocándolas con su mano. — ¿Qué te paso?

Wilykat le pregunto entonces al ver como se encogía un poco, estaba seguro que Grune le había hecho eso. — ¿Fue ese monstruo?

Tygra les respondió sonriéndoles, abriendo la herida de su labio de la cual volvió a brotar una gota de sangre que lamio casi inmediatamente. — No respondieron mi pregunta.

Wilykat le informo entonces mostrándole el cerrojo de la celda que los mantenía presos, de cierta forma avergonzado de que sus habilidades para abrir puertas no estuvieran funcionando en aquella ocasión. — Intente abrir la puerta pero no pude, lo que use como ganzúa se rompió antes de que pudiera abrirla.

Tygra reviso que no los estuvieran escuchando y le dijo. — ¿Qué necesitas para abrir esta puerta?

Wilykat se quedo pensativo y poco después le respondió susurrándole al oído, un gesto que llamo la atención de Grune, quien a pesar de estar comandando a sus lagartos que se apresuraran no había dejado de mirar a su príncipe interactuar con los mellizos.

Tygra asintió viendo que Grune comenzaba a acercarse a ellos, para después decirle al general. — Ellos no pueden viajar todo el tiempo a la intemperie Grune, podrías cubrir la jaula con algo para que el sol ni el viento los incomode.

La respuesta de Grune no fue inmediata, estaba seguro que su príncipe estaba hablando con los mellizos de algo que no debía escuchar, tal vez de su ridículo intento por liberarlos. — ¿Cómo se que no intentaran nada?

Tygra le dijo guiñándole el ojo, acercándose a él, ronroneándole al oído al mismo tiempo que restregaba su frente en el rostro del mayor como había visto hacer a varias parejas cuando peleaban, una de ellas la pareja real, todo ese tiempo sintiendo las miradas sorprendidas de los niños en ambos. — Porque solo son unos niños… si yo estuviera en la misma situación tú no me abandonarías ante la inclemencia de los elementos… yo lo sé.

Un par de caricias no lo desarmarían pero no le costaba nada cumplir con uno de los caprichos de su príncipe mucho menos cuando su gatito tendría que viajar en ella para que no intentara huir. — Solo si entras con ellos por tu propia voluntad.

Tygra asintió, necesitaba pasar tiempo con los mellizos, convencerlos de seguir sus órdenes y también, debían concebir un plan que aunque les llevaría tiempo efectuar podría sacarlos de allí. — No es como si tuviera otra opción…

Grune asintiendo le dijo. — Comienzas a ver razón gatito.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Lion-O despertó en el suelo al salir del libro del augurio, era casi como una rutina, entraba en el, hacia algunas preguntas a Jaga y este le mostraba el pasado en los ojos de Leo, el primer rey de Thundera, quien no pudo salvar al hombre que amaba.

El que le fue arrebatado por Mum-Ra, la misma aberración que asesino a su padre y a quien intentaban detener, su ejército era invencible, sus recursos ilimitados, no sabía qué hacer.

Tygra podría con una simple mirada o un regaño en el momento preciso convencerlo de poner los pies en el suelo aunque fuera solo para demostrarle que tan fuerte era.

No sabía que era peor, pensar que había muerto o saber que aun estaba vivo, en algún lugar, que corría peligro y lo necesitaba.

Leo era un mejor guerrero, era mucho más experimentado, tenía muchas más probabilidades de salvar al capitán Tygus pero fallo, lo sabía, de alguna forma lo sabía y eso le daba miedo.

Porque si una persona como Leo no pudo salvar a su amor, él tampoco podría rescatar a su hermano.

Debían continuar su viaje, no podían detenerse porque si permitía que las piedras de poder cayeran en las manos de Mum-Ra, cualquier esperanza que tuvieran estaría perdida.

Entonces que podría hacer para salvarle, no lo sabía, pero debía encontrar la forma de recuperar las piedras que tanto necesitaban, encontrar a su hermano y salvarlo de su destino, después ya tendrían tiempo de continuar en donde se habían quedado.

Pero aun así su alma estaba llorando, era como si no pudiera dejar de pensar en Tygra, como si le faltara un trozo de su esencia al ser separados y entonces, repentinamente recordó una historia que su padre les conto, el mismo día que pintaron su cuadro favorito, el mismo que Tygra estaba seguro rompió después de una de sus peleas.

Flash Back.

Claudius empujándolos en dirección del centro del salón en donde serian retratados les comento. — Les contare la historia de Leo para que el tiempo se pase mucho más rápido.

Los ojos de Lion-O brillaron con intensidad al escuchar que su padre les contaría una historia, Tygra con sus diecisiete años de edad no parecía sumamente interesado en el exterior, pero su padre, que lo conocía mejor que nadie sabía que estaba tan entusiasmado como su hermano menor.

Solo que no podría mostrarlo porque no sería fresco hacerlo y Tygra se esforzaba demasiado en aparentar seguridad y atrevimiento, interesarse en una vieja historia contada por su padre romperían esa fachada.

Claudius tomo un asiento al mismo tiempo que el pintor comenzaba a realizar su arte diciéndoles, cruzando sus brazos delante de su pecho con una sonrisa en sus labios, guiñándole el ojo a Tygra, a quien le dijo. — Se que ya no tienes edad para esta clase de cuentos Tygra, pero compláceme un poco.

Tygra asintió recibiendo un grito del pintor y una risita de Lion-O, a quien le reprocharon a continuación, ambos debían quedarse inmóviles a pesar de que su padre parecía creer que aquel era el momento perfecto para contarles la historia de uno de sus antepasados.

La voz de Claudius era soberbia, clara e imponente, cuando hablaba se podía escuchar aun en una multitud, era la clase de Thunderiano que sus hijos añoraban en convertirse, por lo que cuando comenzó a contar su historia aun el pintor tuvo que prestarle atención. — El nombre del primer gobernante de Thundera fue Leo, pero él no siempre fue un rey, cuando era joven le servía a un poder como ningún otro, oscuro y temible, el cual podía hacer temblar al Thunderiano más valiente.

Tygra no quería escuchar otra historia de leones, ellos parecían ser el eslabón de cada cadena, Claudius lo sabía y prosiguió su historia esperando que sus dos hijos la aprendieran. — Leo tuvo una esposa, su nombre era Panthera, ella era hermosa y valiente y le acompaño en los duros momentos de la creación de Thundera, cuando el futuro parecía distante pero tenían esperanza.

Lion-O le insistió al ver que se rascaba la barbilla tratando de encontrar una manera de continuar con su historia. — ¡Padre!

El pintor nuevamente le dijo rascándose la cabeza, al darse cuenta que la historia solo interferiría con su trabajo. — Príncipe Lion-O no puede moverse…

Claudius sabía que su hijo era impetuoso pero también comprendía que su destino no sería fácil, después de todo, compartir un alma tan vieja no podría traer más que dificultades. — Pero cuando la esperanza no era más que un sueño distante, cuando la fuerza que servía Leo tenía su poder al máximo y parecía que jamás podría ser derrotada otro le hizo compañía, ese era un tigre, su nombre se ha perdido en los anales de la historia, como en un sueño, sabes que existió pero no recuerdas como era.

Esto último llamo la atención de Tygra, quien siguió en la misma postura pero sus ojos que siempre habían sido muy expresivos resplandecían al escuchar cada palabra de su padre, al igual que su hermano menor era imposible no escucharlo contar una de sus historias. — Se amaban, en el día cumplían con su deber pero en la noche se entregaban el uno al otro en cuerpo, mente y alma, su señor no estuvo contento con eso, el estaba loco por ambos.

La pose que su padre había elegido era simple, Tygra estaba parado a un lado de Lion-O, con sus manos recargadas en el borde del respaldo del sillón en el cual estaba sentado su hermano, cualquiera podría distinguir que aquella era la postura de un futuro monarca y su consejero o tal vez compañero. — Maldiciendo sus nombres decidió separarlos utilizando el poder oscuro de la luna, hechizando la mirada de su compañero, se dice que por eso los tigres poseen tu don, para no volver a caer presas de la luna, haciendo suya esa fuerza.

Lion-O le pregunto levantándose ligeramente de su asiento, sus ojos abiertos como platos, al mismo tiempo que Tygra se reía al ver la expresión desesperada del pintor. — ¿Por qué dejo que eso pasara? ¿Por qué permitir que su amor se le escapara de las manos?

Claudius le pregunto entonces recargándose en su barbilla. — ¿Cómo sabes que era su amor? ¿Cómo sabes que no era su hermano o su colega? ¿Por qué amor?

Tygra respondió por Lion-O diciéndole lo que para él era obvio. — Porque solo las historias de amor merecen la pena de ser contadas, porque… porque otra razón su amo los separo si es que no se amaban y… no sé, puedo sentirlo.

Lion-O asintió mirando a su hermano fijamente, quien respondió como si estuviera hechizado, repentinamente parecían ser otras personas, mirándose por primera vez después de una eternidad.

Claudius asintió, sus hijos eran mucho más sabios de lo que ellos mismos suponían, a pesar de su juventud se podía ver la conexión que existiría en el futuro y que ocurrió en el pasado. —Lo mato… la historia no nos cuenta si destruyo su cuerpo o su alma, pero el día que murió un trozo del alma de Leo se fue con él, lo siguió en la eternidad… y otro pedazo del mismo tamaño del alma de su compañero permaneció con él, en su cuerpo, acompañándolo en la vida y en la muerte, uniendo a nuestras razas de una forma que desafío el poder oscuro que quiso separarlos.

Lion-O y Tygra sacudieron sus cabezas al mismo tiempo recuperándose del estupor en el que se encontraban, sonrojándose inmediatamente escuchando que su padre les decía. — Desde entonces un león siempre es acompañado de un tigre en espera de que por fin los dos amantes puedan volver a encontrarse.

Flash Back.

Lion-O comenzaba a comprender cuál era la razón por la que se sentía tan desolado cada vez que se separaban, cuando vio que Grune quería robárselo, porque tal vez ya lo habían hecho, pero no el general sino Mum-Ra.

Pero si Tygra tenía parte del alma de Tygus, entonces el tendría parte del alma de Leo, por lo que sentía lo que el comandante sintió cuando asesinaron a su compañero, por eso sabia que hacer cada vez que ingresaba en el libro y tal vez, por eso la tecnología le maravillaba tanto.

Sin contar con la extraordinaria capacidad de su hermano como tirador, a pesar de que jamás había tocado una sola arma en su vida.

En ese momento se juro que no importaba que ocurriera, esta vez no serian separados.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Habían pasado tres días en esa jaula, Grune solo les dejo bajar para realizar sus necesidades básicas o para que cumpliera con sus labores maritales, una vez terminadas lo dejaba regresar, adolorido y avergonzado con los mellizos, quienes siempre le esperaban despiertos el tiempo que pudieran.

En esta ocasión al regresar estaban dormidos, era una noche muy fría y los lagartos habían tenido que refugiarse en el interior de las tiendas, ninguno de ellos al ser criaturas de sangre fría podía soportar por más tiempo esas temperaturas haciendo que se preguntara si acaso encontrarían otro grupo de soldados mucho más preparados para esas temperaturas.

Rodeando a los niños con sus brazos les cubrió con las mantas que les habían proporcionado, intentando conservar el calor, una tarea difícil tomando en cuenta que no tenía recursos suficientes. — Parece que tienen frio… o tal vez no, puedo equivocarme.

Tygra volteo sorprendido y vio a un conejo con cabello negro, a sus espaldas cargaba una serie de espadas, cada una mucho más impresionante que la anterior. — ¿Quién eres?

El conejo le respondió con tranquilidad, Tygra podía ver que los lagartos estaban demasiado atontados por el frio, tanto que le dejaron entrar en el campamento. — Solo un vagabundo…

Tygra asintió y le pregunto esperanzado. — ¿Crees poder abrir la puerta de esta jaula?

El vagabundo intento abrir el candado sin mucho éxito. — No, me temo que no, pero conocí a un Thunderiano que creo que pueda ayudarnos… lástima que ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi.

Tygra le pregunto viendo como la tienda de Grune se iluminaba, parecía que estuviera a punto de hacerle una vista. — ¿Thunderiano? ¿Sabes cuál era su nombre?

El vagabundo intento abrir la cerradura con la rama que tenía entre los dientes para después responderle. — Lion-O.

Tygra al ver que no podía ser abierta la cerradura, sospechando que había algo especial en ella le insto al conejo cuando distinguió la figura de Grune a través de la tela de su tienda. — ¿Lion-O? El es mi hermano, nos separamos hace unos días… ellos iban a la villa que esta al norte del fuerte de espadachines, a unos cinco días de camino una vez atravesado el bosque de los susurros…

El conejo inclino un poco la cabeza cuando otro thunderiano salió de la tienda con unas llaves en sus manos. — No te pido que vayas a buscarlo, pero si llegaras a verlo otra vez, dile que estoy vivo, que estamos vivos y que estamos bien… que no se preocupe por nosotros, que lo veremos en el punto de reunión. ¡Ahora vete antes de que te encuentren!

El vagabundo asintió y tan rápido como llego al campamento se fue, como si tuviera control del aire, como si su peso fuera tan ínfimo que aun la mínima brisa podía transportarlo, de la misma forma en la que se movía Tygra esperaba que el mensaje llegara a su hermano.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Oficialmente esta historia se ha vuelto un Lion-o/Tygra…

Oficialmente y con solo un voto en contra Grune tendrá primero al príncipe.

Otra pregunta… ¿Quieren que Lion-O encuentre consuelo en los brazos de Cheetara?

Hasta el momento tenemos 3 en contra y 3 a favor.

También les pido que vayan y voten en el poll, en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.

Y por ultimo este capítulo está dedicado a mi querida amiga Ashura-Ou quien me dio la idea de la pareja de Tygus/Leo…

Saludos.

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