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Avaricia. por Seiken

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Avaricia


Capítulo 12.

Avaricia

Lion-O podía recordar un momento mucho más feliz, un momento que parecía perdido en el tiempo, cuando su hermano mayor y él creían que su padre viviría para siempre, que Thundera se alzaría majestuosa eternamente, un momento que siempre estaría grabado en su memoria.

Ese día fue aquel en el cual Tygra estaba tan cansado por los nuevos entrenamientos que simplemente se quedo dormido a su lado, de pronto sintió que sus brazos rodearon su pierna derecha y su cabeza se recargaba en su muslo.

Lion-O, con apenas catorce años pensó en alejarlo, sin embargo, algo en el centro de su pecho le dijo que no, que aquel momento era tan precioso que lo único que pudo hacer fue acariciar su cabello, mirándolo dormir tranquilo.

Algunos minutos transcurrieron en relativa calma cuando repentinamente escucho la voz de su padre llamarles, Tygra estaba tan dormido que no se dio cuenta que el rey los veía con una expresión indescifrable que le hizo pensar que aquella imagen en vez de sorprenderlo era esperada.

Claudius relajo su expresión y le dijo con serenidad. — Los he estado buscando desde hace unas horas, no pensé que estuvieran en el mismo campo en el que entrenaban.

Lion-O sonrió escuchando que Tygra comenzaba a ronronear en sus sueños, aun abrazando su muslo. — Tygra estaba cansado…

Claudius se sentó junto a Lion-O observando con detenimiento a sus dos hijos, como Tygra parecía tranquilo en compañía del menor aun después del duro entrenamiento, los cuales odiaba pero realizaba como suponía que era su deber hacerlo, Lion-O parecía encantado por tener a su hermano mayor con él, toda su atención en su persona aunque estuviera dormido. — Eso veo…

Lion-O había dejado de prestarle atención a Claudius quien le pregunto mesándose la melena rojiza. — He estado pensando que ya es tiempo de tomar una decisión Lion-O…

Aquel tono de voz significaba que su padre tenía que tratar un asunto importante, el cual creía que afectaría su futuro de alguna forma. — Pero como tú serás el rey quiero saber qué piensas primero antes de tomar dicha sentencia.

Lion-O asintió ausente, enfocado en las cinco rayas de la cabeza de Tygra, estas zigzagueaban en dirección de su nuca, en donde se unían, al pequeño siempre le había gustado como se veían. — Me han pedido con mucha insistencia la mano de Tygra en matrimonio.

Lion-O inmediatamente le respondió sorprendiendo a Claudius por la desesperación que usaba y como la fuerza de su voz no despertaba al tigre dormido a sus pies. — ¡No lo has hecho! ¡No has dicho que si!

Claudius frunció el cejo pensando en la persona que le había solicitado la mano de su hijo, Lion-O estaba seguro de eso y al juzgar por la expresión de su padre parecía ser una persona desagradable. —Todavía no, pero pienso que tal vez sea lo mejor.

¿Lo mejor? Como podía siquiera sugerir que vivir sin Tygra sería lo mejor, Lion-O temiendo que su padre hablara en serio le dijo abrazando la cabeza de su hermano con posesividad. — No puedes llevártelo.

Claudius le respondió mirando el horizonte, escuchando los pájaros cantar en las copas de los árboles y el viento remover el pasto. — Pareciera que lo único que hacen últimamente es discutir, no ha pasado un solo día sin que peleen.

Eso era cierto, Lion-O tenía que admitirlo, sus discusiones cada vez eran peores, la última ocasión pronunciaron palabras de las cuales ambos se arrepentían. — No creas que no escuche lo que se dijeron, Tygra no es tu hermano y él quería irse con Grune…

Lion-O se sentía culpable por las palabras que había dicho, su hermano tenía razón, como siempre, cada vez que debía realizar sus tareas oficiales encontraba una forma para esquivarlas, en cambio, él entrenaba hasta el cansancio para poder realizar las tareas que su padre le había dado. — No volverá a pasar… pero no hagas que se vaya.

Claudius no estaba tan seguro de eso y le respondió al joven león, levantándose del tronco de árbol en donde descansaba este. — Aun así la insistencia de esta persona me hace pensar en aceptar su propuesta, ganaría un aliado infalible si le dejo tenerlo o un enemigo si le niego lo único que me ha pedido.

El rostro de Lion-O se oscureció un instante, la mano que hasta ese momento no se había separado de Tygra recorría sus cejas, el contorno de su nariz y sus labios, como buscando diferencias o encontrando similitudes.

Claudius conocía a su hijo y se dio cuenta que su postura era parecida pero tan diferente que no podía ser su pequeño e hiperactivo león. — No permitiré que lo hagas…

El rey de Thundera no dijo nada, solo se le quedo viendo sintiendo que la atmosfera se volvía pesada y Tygra aun dormido en su regazo comenzaba a inquietarse ligeramente. — El es mío…

Claudius le pregunto entrecerrando ligeramente los ojos, frunciendo el ceño, asombrado por la declaración y la voz que pronunciaba su hijo, la cual era suave, controlada, un poco más gruesa de lo normal, esta era la voz de un guerrero curtido en el campo de mil batallas, no era la voz de su heredero al trono, no podía serlo. — ¿Tuyo?

Lion-O le miro entonces con seriedad, con franqueza y seguridad, era su hijo en carne pero su espíritu había cambiado, o tal vez seguía siendo el mismo. — Sí, él es mío y jamás lo dejare ir otra vez… te lo pido rey Claudius, no me separes de mi amor.

Claudius siempre había sospechado de la conexión invisible que existía entre sus dos hijos, le había visto en una de las visiones de la espada, pero nunca antes había estado tan seguro como ahora que podía ver en el cuerpo de su pequeño al mayor héroe de su historia.

Lion-O beso la frente de Tygra susurrándole con calma, logrando tranquilizar al joven tigre en sus piernas. — Todo está bien… estoy contigo.

Claudius le pregunto en ese momento anticipando la respuesta que obtendría — ¿Quién eres?

Lion-O sonrió al escuchar esa pregunta y respondió con claridad, como si estuviera perdido en el pasado o tal vez en el presente. — El futuro rey de Thundera y él es mío…

Claudius pensó por un momento en contradecir al supuesto rey de Thundera, tratando de proteger a su hijo no sanguíneo, pero aquello era una locura, Tygra parecía contento en los brazos de esta alma que había tomado residencia en el cuerpo de su hijo, aunque nuevamente, tal vez su hijo era esa misma persona como decían las leyendas.

Lion-O despertó casi inmediatamente y le insistió con lagrimas en los ojos, temiendo que hubiera tomado una decisión que lo alejaría de Tygra para siempre. — ¡No nos separes!

Claudius sonriéndole a Lion-O acariciando su cabeza, alborotando el cabello de por si enmarañado, pronuncio con tanta seguridad que su hijo no pudo más que creerle. — Nadie los separara mientras quede un aliento en mi cuerpo Lion-O… yo me encargare de que siempre estén juntos.

Flash Back.

Lion-O había olvidado aquella conversación en el campo de entrenamiento, era como si se tratase de un recuerdo borroso, recordaba haber estado presente, pronunciar aquellas palabras, pero todo era una nube distante, como si fuera un espectador en su propio cuerpo.

Tristemente su padre cumplió su promesa, no los separaron hasta que perdió la vida y él fue lo suficiente débil para permitir que se lo llevaran lejos.

Panthro y Cheetara esperaban la decisión de su monarca, seguirían con su misión o comenzarían una búsqueda inútil de los miembros faltantes de su equipo.

El general había hecho una promesa y la cumpliría, no importando que su rey enfureciera con su negativa a su posible orden de buscar a su hermano mayor.

Cheetara sabía que su deber era seguir las órdenes de la familia real, aun si estas eran una locura, no obstante tenía fe en la sabiduría ganada por Lion-O durante su viaje, esperando que tal vez no diera la descabellada orden de buscar a los sobrevivientes.

Lion-O apretó sus manos con tanta fuerza que sus nudillos comenzaron a ponerse blancos, trago saliva y cerrando los ojos, respirando hondo para poder pronunciar su siguiente orden, preparado para perder su cordura en el proceso pronuncio. — Debemos continuar… debemos encontrar las piedras y detener a Mum-Ra…

Cheetara se cubrió la boca con las puntas de sus dedos, suspirando, Panthro asintió sin decir una palabra, solo Snarf le insto en cambiar de idea y Lion-O sintiendo que una lagrima resbalaba por su mejilla le respondió. — No ves que es la única forma de ayudarle… vamos Snarf, no podemos quedarnos aquí más tiempo…

Snarf se cubrió la cabeza con ambas patas emitiendo lo que bien podrían ser lamentos, Panthro siguió a Lion-O y Cheetara observando a la pequeña criatura roja le dijo. — Ven Snarf…

Snarf inmediatamente volteo su cabeza tratando de ignorarla, para después correr en dirección de su amo, siguiéndolo de cerca, todo ese tiempo con una actitud miserable.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Los mellizos temblaban casi incontrolablemente, el extraño vagabundo habia desaparecido justo a tiempo para que Grune no lo viera, Tygra no dijo nada al verlo avanzar, lo único que hacía era rodear los hombros de los pequeños con sus brazos.

Grune se detuvo enfrente de su tienda, tenía una capa de viaje que les serviría mucho sí acaso el general tuviera corazón, los ojos del tigre dientes de sable se poso en los tres, Tygra podía ver que una idea se formaba en su mente, la que no sería nada buena para él.

En esos tres días había permitido que Grune tomara el placer de su cuerpo, sin embargo, él se limitaba a dejarse hacer y ni una vez correspondió a sus caricias, esa noche le insinuó que esperaba tener un amante mucho más responsivo.

Tygra al ver que Grune no decía una sola palabra volteo en otra dirección frunciendo el seño, observando cómo comenzaban a caer pequeños copos de nieve, los cuales en una celda descubierta serian peligrosos para los niños por que bajaría la temperatura aun más.

Sí él se estaba congelando no quería pensar en lo que los pequeños estaban sintiendo, Grune debía saber que no podrían soportar mucho más tiempo en la intemperie porque le dijo mostrándole las llaves de esa jaula. — Los llevare a mi tienda pero no quiero que escapen o sufrirían mucho daño, Tygra…

Tygra volteo inmediatamente diciéndole apretando los dientes, furioso por la mera idea de abandonar a estos dos niños a su suerte durante una nevada. — Sí piensas que voy a dejarlos…

Grune abrió la celda, Tygra no veía ni uno solo de los lagartos pero estaba seguro que allí estaban, escondidos y preparados para emboscarlos, de otra forma el general no los dejaría salir. — Tus cachorros vendrán contigo, no quiero que mueran.

La sorpresa y desconfianza de su rostro debía ser bastante cómica porque Grune le dijo sonriendo, seguro de sí mismo, fingiendo perfectamente sentirse insultado por sus suposiciones. — ¿Cuándo he roto alguna de las promesas que te he hecho?

Tygra le respondió sintiendo que los mellizos comenzaban a moverse en su sueño, señal inequívoca de que pronto despertarían. — Podemos comenzar con secuestrarme.

Grune al ver que los niños abrían los ojos le respondió haciéndose a un lado, observando la sorpresa en sus jóvenes rostros y como pensaban correr en dirección de la salida. — Recuerdas lo que te prometí el día de mi partida, cuando Claudius decidió que debía separarnos…

Tygra recordaba ese día, su torpeza e ingenuidad, sin embargo, no era tiempo de pensar en el pasado sino detener a dos mellizos que corrían en dirección del peligro, a quienes sujetando de su ropa les dijo con un movimiento de su cabeza que se detuvieran.

Grune al ver que Tygra seguía siendo tan pragmático como siempre y que había adivinado que tenía guardias apostados alrededor del carruaje por si acaso intentaban huir continúo diciéndole. — Te jure que no permitiría que nada me separara de la persona que amo, mi príncipe.

Los mellizos jadearon al escuchar esas palabras y miraron a Tygra como esperando escuchar una maldición, o una negación a eso, cuando nada salió de sus labios el primero en pronunciar palabra fue Wilykat. — ¡Tygra no te ama! ¡Díselo Tygra!

Tygra sonrió diciéndole a Grune. — Hasta un niño sabe lo que yo siento por ti, me pregunto por qué tú no lo haces.

Grune respiro hondo ignorando el enojo del pequeño y el miedo mostrado en las facciones de la niña, enfocándose en la calma de su amante, a quien le dijo. — Yo sé lo que tú sientes por mi Tygra, recuerdas la noche que me dejaste dormir en tu cuarto, cuando regrese de mi viaje… no puedes decirme que en realidad no sabías lo que sentía por ti ni lo que significaron mis palabras.

Tygra gruño entrecerrando los ojos, Wilykit esta vez dijo. — ¿Por qué no le dices nada?

Grune le respondió a la pequeña antes de que Tygra pudiera hacerlo. — Porque sabe que solo me preocupo por su seguridad… que solo realizo mi deber… que nada se interponga entre nosotros.

Tygra respiro hondo para no decir nada que enfureciera a Grune, temía que si lo hacia los dejara en esa jaula, indefensos ante la inclemencia del ambiente, tragándose su orgullo, esperando encontrar un momento en el cual los cachorros pudieran comprender los sacrificios que realizaba por ellos pronuncio. — ¿Dijiste que nos dejarías salir?

Grune asintió señalando la tienda en donde algunas horas antes lo había tomado por tercera vez en ese largo viaje, un lugar al cual no deseaba regresar jamás. — No puedo dejar que se congelen.

Tygra sujeto el mentón de ambos niños para obligarlos a mirarlo directamente a los ojos diciéndoles en voz baja, tranquila, de manera pausada para que comprendieran lo que estaba pidiéndoles. — Saldremos de aquí pero no intentaremos escapar, afuera Grune tiene un ejército de lagartos escondido en la nieve, tal vez protegidos por su camuflaje… si corremos nos mataran y no quiero que los dañen.

Wilykat le pregunto molesto soltándose de su mano. — ¿Por qué no corremos?

Tygra le repitió esta vez, abrazándolos a ambos para asegurarse de pronunciar lo siguiente en sus oídos de tal forma que Grune no los escuchara. — Encontré una forma de salir de aquí pero para lograrlo necesitamos armas, comida y una ganzúa, cuando obtengamos las tres huiremos… no dejare que nada se robe su inocencia.

Los dos pequeños asintieron y bajaron del carruaje abrazándose mutuamente, seguidos de Tygra, a quien detuvo Grune del brazo izquierdo preguntándole al oído. — ¿Qué les dijiste?

Tygra restregando su rostro contra la mano de Grune para poder apaciguarlo le respondió, guiñándole el ojo. — Tuve que asegurarles que no nos dañarías Grune, no confían en ti y no me sorprende.

En el interior de la tienda los mellizos pudieron ver para su sorpresa un gran banquete, no era demasiado pero era mucho más de lo que habían estado recibiendo, aun Tygra estaba hambriento, al recibir el trato especial de Grune cuando estaba en el interior de la tienda apenas probaba cualquier bocado y en la jaula les daba una porción de su comida a los pequeños quedándose con muy poco.

Grune sentándose en la silla que estaba situada a un lado de su cama cruzo una pierna sobre su rodilla, se recargo en uno de sus brazos y les dijo con apariencia imponente, como si estuviera sentado en un trono. — Coman, pensé que tendrían hambre.

Los mellizos se miraron mutuamente y después observaron a Tygra, quien les dijo con una sonrisa acompañado por el gesto de su mano derecha. — Adelante…

Cuando los mellizos comenzaron a comer Tygra sujeto un pan y lo mordió, al mismo tiempo que bebía un vaso de leche fresca, un lujo muy raro en un campo de batalla.

Grune se recargo en el respaldo de su silla diciéndole al mayor complacido al verle aceptar su regalo. — Eso es lo que más se extraña, las pequeñas cosas…

Tygra se detuvo casi inmediatamente, habría lanzado el pan lejos pero debía comer, no les serviría de nada si se debilitaba y al paso que iban los pequeños lo necesitaban en óptimas condiciones.

Grune se inclino en su dirección y acariciando su cabello por la nuca pronuncio complacido. — Estoy seguro que recuerdas las comodidades de la vida de un príncipe, leche fresca, pan y carne en tu mesa… me ha costado trabajo pero aun en campaña puedo rodearte de los lujos a los que estabas acostumbrado.

Tygra se alejo de las caricias de Grune sin pronunciar una sola palabra, los mellizos parecían demasiado entusiasmados por la comida para escuchar lo que el general estaba diciéndole, mucho menos la manera en la cual intentaba tocarlo.

Grune se alejo de Tygra con una sonrisa en sus labios, se recargo en el brazo de la silla y después se limito a observarles comer, todo ese tiempo el príncipe podía imaginarse lo que estaba pensando el general.

Al poco rato los mellizos terminaron toda la comida que se les fue servida y comenzaron a bostezar, el interior de la tienda era ligeramente cálido, los protegía del lacerante frio del exterior haciéndolos sentir cansados.

Tygra le pregunto a Grune en ese momento, mirándolo de reojo, esperando que no los enviara afuera, que les dejara tener un poco de paz. — ¿Dónde dormirán?

Grune le respondió sonriendo, complacido por la sumisión que le mostraba su príncipe y la confusión en el rostro de los pequeños a su lado. — Solo hay una cama Tygra.

Tygra asintió y les dijo a los mellizos sentándose en el colchón en donde algunas horas antes le había servido a Grune con su cuerpo. — Podrán dormir aquí hoy.

Wilykit se recostó a su lado casi inmediatamente, parecía asustada, Wilykat al ser el hombre y aparentemente el mayor, aunque fuera por unos minutos le dijo a Grune, abrazando a su hermana. — Lion-O vendrá por nosotros y entonces pateara tu enorme y gordo trasero.

Tygra cubrió sus labios con la palma de su mano al ver la molestia en el rostro de Grune, quien le sugirió con frialdad, pero de otra forma sin atacar al pequeño que se atrevía a decir lo que el no. — Controla a esos mocosos.

Tygra asintió y después sintiendo que la pequeña rodeaba su cintura recargándose en su pecho, al mismo tiempo que Kat se recostaba en su muslo, le dijo cubriendo con las cobijas el cuerpo de los mellizos. — Sabes cómo son los niños Grune, yo era igual a su edad.

Grune asintió recostándose en la silla, cerrando los ojos, esperando a que los mellizos se durmieran, todo ese tiempo Tygra seguía despierto, observando sus rostros, recordando una época mucho más feliz, cuando su vida parecía ser la de cualquier niño de su edad.

Tygra se alejo de los pequeños cuando se dio cuenta que estaban dormidos preguntándole a Grune. — ¿Qué estas planeando? Esto es difícil de conseguir y sé que me costara…

Grune abrió los ojos al escuchar que su gatito era el primero en hablarle, debía estar nervioso, pensando en lo que le pediría una vez que estuvieran a solas, pero los favores sexuales de su príncipe no eran en lo que pensaba cuando los invito a dormir en su tienda.

Sabía que Tygra jamás los abandonaría y que el frio podría matarlos, no le serviría de nada que su príncipe pereciera por su necedad. — Esto no te costara nada mi príncipe… pensé que era una forma de recompensarte por lo que te hice.

Tygra le pregunto dejando que recorriera su mejilla con sus nudillos, notando no por primera vez su fijación con las rayas de su cuerpo. — ¿Cuál de todo lo que me has hecho?

La caricia de Grune se volvió mucho más agresiva, acercando su rostro al suyo, besando sus labios. — No debí pegarte… pero no debiste provocarme, cuando pienso en Lion-O mi sangre hierve y no puedo controlarme.

Tygra se alejo casi inmediatamente de Grune susurrándole. — Aquí no…

Grune se alejo aceptando la petición de su príncipe prosiguiendo con su explicación. — Pero sé que no debí desquitar mi enojo contigo sino con él, con ese león que piensa que puede robarme lo que es mío y que lo dejare hacerlo.

Tygra comenzó a ponerse nervioso, lo que menos quería era que los mellizos escucharan las sucias palabras de Grune. — Detente…

Grune no lo escucho y levantándose, hincándose enfrente de Tygra pronuncio, sujetándolo de la barbilla, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos ignorando que ambos niños seguían despiertos escuchando sus palabras. — Tú eres mío Tygra y soy una persona demasiado celosa para permitir que tú pienses en alguien más cuando estás en mi cama.

Alejándose de Tygra, sentándose en su silla le dijo tomando el vino de una copa que no había sido tocada, era su turno para poder alimentarse. — Esto es una muestra de lo generoso que puedo ser contigo, puedo darte todo lo que quieras… lo único que necesito es que me des un poco de afecto.

Tygra pronuncio entonces negándose a mirarle. — Pensé que eras mi amigo, que me apreciabas como era y que no te importaba que nunca fuera a ser rey, tú torciste mi afecto, lo convertiste en algo sucio y asqueroso… lo destruiste.

Aquellas palabras no tuvieron el efecto que Tygra esperaba, en vez de hacerle entender que nunca volvería a confiar en él ni mucho menos sentir afecto por su persona, Grune se sintió con ánimo, pensó que tenía una oportunidad de despertar lo que sintió su gatito por él. — Si me amaste alguna vez lo volverás hacer mi príncipe, lo sé…

Era inútil hablar con él, Grune siempre escuchaba lo que deseaba, más de una vez le había dicho que no lo deseaba, que le odiaba, pero aun así, seguía insistiendo que algún día le amaría y Tygra sabía que no había ninguna forma en la cual lo hiciera a menos que usara el collar que guardaba en su cinto, el cual debía tomar antes de que se lo pusiera.

Temía lo que ocurriría una vez que fuera su fiel soldado, lo convertiría en uno de sus hombres, en su mano derecha, los mellizos estarían solos y él tomaría la espada del augurio aprovechándose de la confianza de su hermano.

Podrían ordenarle asesinar a Lion-O y lo haría como una marioneta guiada por un titiritero, no sabía porque le temía tanto a ese collar, era un miedo casi instintivo, como si ya hubiera sido víctima de aquella aberración.

Tal vez en otra vida pensó el príncipe, sintiendo el peso lacerante de esa pequeña joya colgando de su cuello, recordando unos ojos azules demasiado parecidos a los de su hermano tratando de llegar a él sin poder lograrlo.

Debía dormir, estaba tan cansado de discutir con su antiguo mentor y recostándose en la cama junto a los mellizos, cerró los ojos recargando su cabeza en la almohada escuchando como Grune se levantaba para revisar algunos de los mapas en la mesa que estaba un poco adelante, los que intentaría ver una vez que tuviera la oportunidad de hacerlo.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

En un lugar tan antiguo como la aberración a la naturaleza que le habitaba, una luz morada era lo único que podía iluminar la de otra forma oscura estancia, Mum-Ra el inmortal se encontraba enfrente de la fuente de su sala del trono, lo único que le quedaba de lo que fuera un imperio poderoso, regido por su mano de hierro.

Sus fuerzas eran invencibles, sus soldados los mejores, cada uno con una tarea específica, su raza favorita era la de los felinos, hermosos, fuertes, astutos, demasiado para su propio bien, tanto que pudieron derrotarlo.

Sus ojos rojos estaban posados en la fuente que le mostraba lo que deseaba ver, Grune se negaba a seguir sus órdenes, en vez de utilizar el collar cuando se lo indico, en el primer momento en el cual tuvo la oportunidad de hacerlo pensaba que podría controlar a su príncipe con halagos y regalos.

Qué poco sabía sobre el verdadero control, un esclavo no se ganaba dándole regalos sino con cadenas y castigos, imprimiéndole miedo o cegando su voluntad, de otra forma siempre pueden querer recuperar su libertad.

Mum-Ra había cometido el error de favorecer a su raza favorita cuando debió subyugarla como a todas las demás criaturas que le servían, así sus dos favoritos no habrían podido traicionarlo.

Grune era un necio que lo único que había logrado hacer era separar a los príncipes Thunderianos, si esperaba recuperar las piedras de poder y su antiguo control necesitaba generales cuya lealtad fuera ciega.

Había encontrado dos hermosos candidatos, unos que se les parecían tanto a sus últimos líderes que le hacía pensar que logro llamar al tigre dientes de sable por la bendición de los antiguos espíritus del mal.

Mum-Ra había visto suficiente de eso e ignorando al príncipe de mayor edad por el momento se enfoco en el rey, que seguía con su misión ignorando el momento de necesidad del tigre. — Leo…

Estaba seguro que el rey era Leo, lo supo en cuanto puso sus ojos en su persona y al ver al otro, el que corría detrás de su hermano para rescatar a su padre moribundo del agua, se dio cuenta que Tygus le había seguido en la muerte, como lo hizo en la vida.

En la torre del augurio pudo constatarlo, inequívocamente esos dos jóvenes felinos eran los recipientes de las almas de sus dos favoritos, mucho más jóvenes, con vidas placenteras, siendo príncipes no habían conocido el campo de batalla ni estaban curtidos en él a una tierna edad, eran lo que sus dos favoritos hubieran sido de tener una vida mucho más fácil.

Con el entrenamiento adecuado los dos hermanos podrían tomar el lugar de Slithe y Grune, hasta podrían superar a esos dos traidores que le dieron la espalda cuando los favoreció ante todos los demás.

Lo único que tendría que hacer era utilizar los deseos de Grune a su favor y una vez que tuviera puesto el collar, a quien vería el joven tigre no sería al destructor, sino a él, obteniendo la lealtad inquebrantable de la encarnación de Tygus en ese mundo primitivo, Leo lo seguiría como en el pasado, sólo por la promesa de mantener a salvo al que amaba.

Leo fue el peor de los dos, aunque extrañamente pensó que sería el más débil, a quien le costaría menos trabajo controlar, se equivoco al subestimarlo.

Midiendo la fuerza de sus favoritos creyó que la mejor opción era borrar el espíritu del tigre, creyendo que así el león lo seguiría sumisamente, no que planearía la forma de rebelarse ante su señor.

Leo lo traición, le robo las piedras de poder y lo dejo encerrado durante milenios en un cuerpo débil, decrepito, una cascara de lo que era, una mera sombra de su poder original, el que regresaría con mayor fuerza cuando recuperara las piedras de poder.

Esta vez no podrían detenerlo, porque al estar encerrado pudo pensar en su venganza, la que llegaría en forma de esclavitud.

Si Leo pensaba que su traición, la muerte o aun otra vida podrían liberarle de sus destinos y darle aquello por lo que toda su vida había peleado estaba equivocado.

Tygus y él le pertenecían, solo era cuestión de tiempo para recuperarlos y cuando recobrara las piedras volverían a servirle como debió haber sido siempre.

Esta vez tendría la satisfacción de verlo de rodillas, inútil mientras que su amado le servía ciegamente, le haría entender que su poder era tan vasto que nada podría detenerlo.

Y si pensaba que en esta vida Tygus regresaría a él, que por fin habían derrotado a su destino, liberándose de las cadenas que los apresaban estaba equivocado, porque Mum-Ra estaba mucho más cerca de tener a su amado bajo su mando de lo que el propio Leo jamás estuvo.

Flash Back.

Tygus al ser apuntado por varios de los rebeldes no tuvo más remedio que soltar la piedra de guerra que tanto ansiaba su señor, observando con odio al comandante que se atrevía a juzgar la posición de Mum-Ra en su propia nave.

Leo intento acercarse a él una vez que tenía la espada en su mano, después de recibir un beso en la mejilla de la mujer de pelaje azul, a quien había visto en compañía del traidor más de una vez.

Quien estaba a su lado cuando comprendió por fin cual era su destino en esa nave, el verdadero significado de la palabra lealtad, después de la primera noche que le sirvió a su señor con sus, ¿como lo dijo Lord Mum-Ra?, sus dotes naturales. — Lord Mum-Ra te detendrá.

Leo observo con gusto la espada, era tiempo de liberarse de su opresor, pero también era tiempo de cobrar venganza y recuperar a su amante del abismo oscuro en el cual Mum-Ra lo había encerrado. — No dejare que esta pesadilla continúe…

Tygus le miraba con odio, siendo sujetado por ambos brazos por dos lagartos que le doblaban el tamaño, quienes apenas podrían sostenerlo si decidía que debía liberarse. — ¿Cuál pesadilla?

Leo acaricio su mejilla, recibiendo un gruñido al mismo tiempo que Tygus alejaba su cabeza tanto que uno de los lagartos tuvo que sujetarla para que no le golpeara con ella. — No te das cuenta, pero todo esto lo hago por ti.

Tygus le respondió casi inmediatamente, intentando liberarse de las sucias manos de los traidores, comprendiendo que Leo intentaría asesinar a su señor. — ¡No vuelvas a tocarme!

Leo sujetando el rostro del capitán con ambas manos le dijo tratando de hacerlo comprender, creyendo que debajo de ese frio exterior aun seguía atrapada el alma orgullosa de su amante, la cual rescataría una vez que Mum-Ra fuera detenido. — Tal vez no lo recuerdes pero antes de que le pertenecieras a Mum-Ra, tú eras mío y me amabas…

Tygus le miro sin decir una palabra, haciéndole creer que por fin había logrado llegar a él de alguna forma. — Pero no te preocupes, te recuperare, mi amor… volverás a ser mío.

En ese instante Tygus comenzó a reírse, como si aquella situación fuera graciosa y el dolor reflejado en los ojos de Leo fuera solo un espejismo. — ¡Lo único que sé es que eres un traidor, todos ustedes y que por eso pagaran con sus vidas!

Nuevamente los dos lagartos lo inmovilizaron, tirándolo en el suelo, doblando sus brazos con tanta fuerza que Leo temía que fueran a romperlos, por un momento dudo en lo que debía hacer, si debía liberar a Tygus o buscar a Mum-Ra.

Panthera notando su indecisión le pregunto colocando ambas manos sobre sus hombros, observando como el capitán seguía intentando soltarse para buscar a su amo, creyendo que Leo estaba aferrándose a un espejismo, no había forma de que esta criatura fuera la misma de la que le gustaba hablar tanto. — ¿Qué quieres hacer con él?

Leo sabía que solo existía una posibilidad para recuperar a Tygus, y esta constaba en destruir a Mum-Ra, intentar arrebatarle el collar era inútil, lo había intentado varias veces y cada una de ellas recibieron una descarga de energía que los paralizo, aun así, con el poder de las piedras podría intentarlo una última vez. — Enciérralo, que no lo lastimen.

Tygus al sentir que lo llevaban en dirección de una celda para que esperara por la destrucción de su amo le dijo a Leo, ignorante del dolor que aun sentía el joven león al verle convertido en una marioneta sin alma, cuyo único propósito era el de servirle a Mum-Ra — Nunca derrotaras a Mum-Ra, traidor.

Leo no pudo ignorar eso ultimo y antes de partir en busca de lo que pensaba era su destino, tomo a Tygus por el cuello de su armadura robándole un beso, diciéndole antes de alejarse. — Cuando acabe con Mum-Ra nadie volverá a separarnos…

Al mismo tiempo que Leo enfrentaba a Mum-Ra el inmortal, Tygus caminaba de un lado al otro de su celda pensando en alguna manera de salir de allí, sintiendo que su señor se debilitaba a cada instante que pasaba.

Los mismos lagartos le custodiaban, era fácil verlos bajar la guardia cuando pensaron que ya no había manera de salir de allí, pero Tygus sabía que siempre había una forma de escapar de una celda, solo debía encontrarla.

Tygus perdió la cuenta del tiempo que transcurrió encerrado en esa celda, todo el tiempo escuchado los inequívocos sonidos de una batalla, las tropas leales a Mum-Ra eran diezmadas por los traidores, que se atrevieron a vitorear cuando pensaron que por fin le habían derrotado.

Solo que Tygus podía sentir su esencia moverse en la nave, estaba tan débil que podrían destruirlo, la mera idea de perder a su amo lo desespero tanto que intento lanzar una de las camas contra la barrera de energía rojiza que lo mantenía preso.

Repentinamente la nave perdió estabilidad, el piso comenzó a temblar al miso tiempo que sentía como caían precipitadamente, apenas pudo detener su caída cuando choco en contra de la pared que ahora se convertía en un suelo bastante inclinado.

La pérdida de poder ocasionada por el golpe de Panthera a la computadora central provoco un fallo general en los sistemas de las naves, uno de ellos fue las puertas, desactivando las barreras energéticas que mantenían a los prisioneros en sus celdas.

Tygus salió de su prisión tan rápido como pudo, saltando en dirección de la salida, ayudándose con sus habilidades naturales, escuchando que algunos pocos soldados seguían peleando por sobrevivir.

Uno de los cadáveres tenía una pistola, la cual tomo sin mucha ceremonia, de nada les servía un soldado que se había dejado derrotar, parecía que nadie le prestaba atención porque atravesaba pasillo tras pasillo sin encontrar ningún obstáculo.

Tygus se detuvo en la sala del trono de Mum-Ra esperando ver a su señor, no a Shen y Rezard ensuciando el cuarto de su amo con su asquerosa presencia, al verle el lagarto pronuncio ignorando la sorpresa del chacal, el cual esperaba que siguiera preso en su celda. — Pero si es el tigre… parece que llegaste tarde a la fiesta.

Tygus gruño mostrándoles los dientes, entrecerrando los ojos y bajando las orejas, apuntándolos con su arma, diciéndoles poco después. — ¿Dónde está mi amo?

Rezard tronándose el cuello le respondió ansioso por enfrentarse al tigre en igualdad de condiciones. — Si hablas del león sigue con su novia, si hablas de Mum-Ra ha muerto.

Shen deteniendo al lagarto sujetándolo por el hombro le recordó. — Leo no quiere que lo lastimemos…

Rezard ignoro sus palabras con la misma facilidad con la cual Tygus le disparo con un arma descargada, la cual en su desesperación por llegar con su señor ni siquiera se molesto en revisar. — No voy a lastimarlo demasiado, solo me cobrare lo que este bastardo me ha hecho.

El lagarto le dio un coletazo que Tygus esquivo con demasiada facilidad, deshaciéndose del arma inservible, cayendo detrás de Rezard quien recibió un golpe tan fuerte que casi lo derribo al suelo.

Sacudiendo su cabeza esquivo la patada que le siguió a ese golpe, sosteniendo la pierna de Tygus con ambas manos, azotándolo contra el suelo con tanta fuerza como pudo.

Shen intento interferir, no creía que fuera prudente lastimar a la persona que Leo se había molestado tanto en separar del grupo, sin embargo, no pelearía con un aliado para salvar su vida. — Basta Rezard.

Rezard siguió ignorándolo, recibiendo tantos golpes como Tygus le propinaba, a pesar de ser una criatura de la mitad del tamaño le superaba en su fuerza, provocando que Shen tuviera que interferir a favor de Rezard, sujetando al tigre por la espalda en una llave de pelea, cortando la circulación de sangre a su cabeza.

Al mismo tiempo Leo había llegado a la celda en donde esperaba que Tygus estuviera encerrado, preparado para someterlo y por fin separarlo de ese collar, sin embargo, lo que le recibió fue una celda vacía, su amante había escapado. — No, no, no, no… por favor no…

Debía encontrarlo, tenía que salvarlo antes de que lo asesinaran, temía lo que pasaría una vez que Rezard o Shen lo encontraran, Tygus era su enemigo y no podía pedirles que se detuvieran si llegaban a cruzar sus caminos.

Tygus había logrado soltarse, de su boca manaba un hilito de sangre, una de sus orejas estaba quebrada pero aun así seguía peleando por salir de allí al darse cuenta que su señor no estaba en esa cámara.

Rezard comenzaba a desesperarse y al ver que Shen no atacaría como debían hacerlo le arrebato la pistola de plasma de su cinturón diciéndole. — ¡Es nuestro enemigo!

Shen pudo haber detenido al capitán de un solo tiro, sin embargo, respetando la alianza con los felinos no quiso dispararle, Rezard no tendría tanta fuerza de voluntad para no asesinar a uno de sus opresores.

Tygus al ver como Rezard apuntaba el arma de plasma en su dirección y como esta comenzaba a brillar de color verde, apretó los dientes, escuchando un grito detrás de ellos, era la voz del comandante.

Leo al ver que Rezard estaba a punto de disparar grito desesperado, con tanto dolor que Shen sintió que su corazón se quebrantaría, que aun el mismo lagarto que había jalado el gatillo quiso detener sus acciones pero era demasiado tarde.

El comandante no podía perderlo después de todo lo que había hecho para salvarlo, no cuando estaba tan cerca de lograr su objetivo, de recuperar a la persona que amaba de las manos de esa bestia. — ¡No!

Sin embargo era demasiado tarde, Tygus caía al suelo con la fuerza del plasma atravesando su pecho, justo en el corazón, robándole la vida.

Leo calló de rodillas a su lado pronunciando en una letanía entre una plegaria y un lamento intentando detener la sangre que ya manaba de su herida, la cual no tenía salvación. — ¡No!, ¡no, no me dejes!… ¡no! Tygus…

Tygus apenas respiraba, su mirada estaba perdiéndose en la neblina de la inconsciencia, solo la voz de Leo lo mantenía en el mundo de los vivos, su alma que comenzaba a liberarse del collar deseaba estar con él, solo por eso resistía.

El collar que antes fuera dorado comenzó a volverse gris, perdiendo toda clase de brillo, separándose del cuerpo de su amante como si se tratase de un insecto, por un momento los ojos de Tygus volvieron a brillar como en antaño, las comisuras de sus labios se movieron en una sonrisa y una mano temblorosa, con apenas la fuerza suficiente para rozar su mejilla lo toco con la ternura del pasado.

Leo lloraba al verle morir y al sentir la mano de Tygus acariciar su mejilla le tomo inmediatamente diciéndole susurrando, esperando que no se lo arrebataran cuando por fin lo recuperaba. — ¿Tygus que hare sin ti?

Tygus cerró los ojos y pronuncio. — No me necesitas… lo has hecho… bien tu… solo…

Leo negó aquello con un movimiento de la cabeza, sintiendo que la mano de Tygus perdía toda su fuerza, observando cómo su rostro descansaba cuando el sueño eterno por fin lo reclamaba. — Si tengo que vivir mil vidas lo hare mi amor, porque siempre serás mío...

Flash Back.

Ese león fue tan iluso al pensar que podría derrotarlo y tomar todo lo que le pertenecía, el era su amo y no los dejaría ir así de fácil, no cuando ellos pensaban que podían controlar a una fuerza que ni siquiera podían entender.

Aun dentro de su sarcófago sintió lo que ocurría en su nave, casi como si el mismo estuviera viendo cada uno de los sucesos ocurridos después de que esa felina lo encerrara en su propia protección.

Como Tygus a pesar de ser capturado seguía luchando con una sola meta en su mente, llegar a él a como fuera lugar, aun arriesgando su vida.

Aquello que le dijo a Grune era cierto, cuando el primer león en la historia de ese planeta se reveló en su contra, el primer tigre se mantuvo fiel, siguiendo sus ordenes hasta la muerte.

Leo en su ignorancia pensaba que su traición le traería el poder para recuperar a su amante, pero lo único que le dio fue su muerte en las manos de sus aliados, un mundo hostil en el cual perdieron todo su conocimiento de la tecnología y sobre todo, la perdida de una parte de su corazón.

Su venganza seria imparable, así como el poder del collar una vez que su víctima le traía puesto, cuando Tygra lo vistiera Lion-O no tendría otra opción más que entregarle la espada del augurio o matarlo, de cualquier forma le haría pagar, porque no importaba cuántas vidas transcurrieran, su amante jamás volvería a ser suyo.

Únicamente había dos formas de destruir el collar de la reina Tashi, una de ellas era la muerte, la otra solo una persona pudo comprenderla, sin embargo, el rey de Thundera no podría adivinarla a pesar de compartir la misma esencia vital que su antepasado.

Mum-Ra decidiendo que ya era momento de hacerle una visita a Grune se alejo de la fuente, debía recordarle la necesidad de ponerle al príncipe el collar, necesitaba las cuatro piedras en sus manos si quería vengarse.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Habían pasado varios días desde la primera noche que Grune permitió que los mellizos durmieran en la tienda.

Tygra sabía que Grune se cobraría el favor que les había hecho, la comida y las comodidades eran un regalo muy caro, el cual debería ser pagado con la misma clase de moneda que sabía apreciaría el general.

Repentinamente escucho que Grune llamaba a uno de sus soldados. — Khamai…

El camaleón no se tardo en aparecer, observando con detenimiento a los niños, quienes habían cambiado de posición durante la noche. — No dejes que huyan…

Tygra escucho esa orden con pavor, seguramente no estaba pensando en tomarlo con los niños allí presentes. — Ven conmigo Tygra…

Tygra se separo de los niños y siguió a Grune con aprensión, parecía como si aquello ya lo tuviera preparado. — ¿A dónde me llevas?

Grune se detuvo junto a una nube de vapor y Tygra pudo ver como en medio de la nieve había agua caliente que desprendía vapor. — Ahora que los mocosos están a salvo es momento de que tú y yo realicemos actividades mucho más placenteras…

Grune comenzó a desvestirse, dejando caer su ropa en la nieve sin mucho cuidado, esperando que él hiciera lo mismo.

Tygra había dormido cada noche en los brazos de Grune después de tomar el placer de su cuerpo, esa noche no podía ser diferente y comenzó a desvestirse lentamente.

Grune entro en el agua relajando sus músculos casi inmediatamente, Tygra lo siguió e intento tomar un lugar lo suficientemente lejos del tigre dientes de sable, quien lo jalo en su dirección diciéndole. — Relájate… solo quiero darme un baño contigo…

Tygra intento relajarse en los brazos de Grune, el agua caliente le estaba ayudando mucho con esa tarea, tanto que pudo cerrar los ojos a pesar de sentir como la mano tentona del general acariciaba su espalda.

Transcurrieron varios minutos en los cuales Tygra creyó que Grune cumpliría su promesa, pero al notar la forma en la cual le miraba, sonrojándose al mismo tiempo que retrocedía varios pasos, temeroso de lo que vendría dándose cuenta que comenzaba a acostumbrarse a tener sus manos sobre su cuerpo pronuncio. — No me mires de esa forma.

Grune sujeto sus muñecas, al mismo tiempo que le susurraba al oído provocando que un escalofrió recorriera su cuerpo, al mismo tiempo que profería un gemido cuando sus sexos se rozaron. — ¿Cómo qué?

Tygra no pudo responder, siendo silenciado por un beso posesivo del destructor, quien se respondió a sí mismo relamiéndose los labios. — ¿Cómo si quisiera tomarte aquí mismo?

Tygra asintió retorciéndose en sus brazos diciéndole cuando Grune soltó sus muñecas para comenzar a acariciar su sexo con una de sus manos al mismo tiempo que con la otra masajeaba uno de sus glúteos. — Pensé que no te cobrarías tu generosidad…

Grune le respondió llevándolo a la parte menos onda de las aguas termales, sentándolo en varias rocas, admirando el control de su príncipe, quien obviamente deseaba huir de aquel lugar tanto como él deseaba poseerlo. — No lo estoy haciendo mi gatito, pero me temo que no quiero pasar un día entero sin poder tocarte…

Tygra no deseaba tener que explicarle a los mellizos por que había nuevas marcas en su cuerpo, tampoco a donde habían ido, mucho menos después de la tregua que habían presenciado esos días.

Lo que necesitaba hacer era explicar sus acciones a los pequeños, en especial a Wilykat, quien parecía como si pensara que los estaba traicionando, que se había olvidado de Lion-O para entregarse a ese traidor. — No quiero hacer esto…

Grune le respondió, parecía molesto por su negativa, pero por lo menos le había dejado continuar con su petición. — ¿No?

Tygra relajándose al sentir las manos de Grune masajear sus mulos prosiguió, sonrojándose, odiándose por acostumbrarse tan rápido a las caricias del general que los traiciono. — No quiero que vean las marcas… harán preguntas que no sé cómo responder… por favor, Grune, esta vez no…

Grune le dijo entonces, arqueando una ceja, las marcas que dejaba en su cuerpo eran bastante obvias, cualquier adulto sabría que no eran moretones provocados por golpes, sino por las caricias de un amante efusivo.

No podía evitarlo, le gustaba dejar sus huellas en el cuerpo de su joven príncipe, en especial sus labios que siempre terminaban lastimados, demasiado rojos, demasiado hermosos. — ¿Estas tratando de mantener su inocencia?

Tygra se sonrojo al escuchar esa pregunta, tal vez era un absurdo, pero no quería que supieran lo que estaban haciendo, mucho menos que le dijeran a Lion-O lo que habían visto. — Puedo complacerte de otra manera…

Grune sonrió al escuchar esa respuesta, pero no creía que Tygra estuviera ofreciéndole gratificarlo sexualmente con esa hermosa boca suya. — ¿De qué forma?

Tygra cerró los ojos, se sentía humillado al ofrecer el mismo esa clase de favor y tragando saliva, sintiendo que repentinamente su garganta estaba muy seca respondió. — Con mi boca… pero a cambio no me dejaras marcas…

Grune asintió complacido al darse cuenta que su príncipe si le estaba ofreciendo lo que esperaba desde la primera vez que vio sus dulces labios — ¿No pensé que sabrías como hacer eso?

Tygra le respondió con molestia, inseguro de cómo proseguir. — Sabes que no… no lo sé…

Grune se recargo en las rocas que antes había ocupado su joven amante, dejando al descubierto su sexo que colgaba en espera de la boca de su príncipe. — Pero siempre has sido un alumno aplicado, se que aprenderás…

Abrió las piernas señalando el punto en donde esperaba que Tygra se hincara, su príncipe siguió sus órdenes y se acomodo entre las piernas del mayor, respirando hondo, sosteniéndose en sus rodillas. — Siempre me pregunte como se sentirían tus labios alrededor de mi hombría…

Tygra comenzaba a arrepentirse de su decisión, de todas formas notarían su ausencia y ya habían visto esa clase de marcas. — Parece que por fin lo sabré y por tu propia voluntad.

Grune casi inmediatamente noto que Tygra estaba cambiando de idea. — Podemos regresar a las tiendas… allí podrías recostarte y permitir que te de placer…

Tygra escuchaba sus palabras con atención, Grune sabía que comprendía lo que le estaba diciendo, aun así debía ser claro con él. — Aunque eres demasiado ruidoso y aquello formularía muchas más preguntas todavía… si es que no nos ven.

Tygra abandonó las rodillas de Grune y se sostuvo de su cadera, quedando de frente con su erección. — O puedes decirles que somos amantes… no les mentirías.

Grune besando su frente pronuncio con una sonrisa, conociendo perfectamente cuál sería la respuesta de Tygra cuando dijera eso ultimo. — Que has traicionado a Lion-O.

Tygra separo una de sus manos de las caderas de Grune y la posó sobre la erección del tigre dientes de sable, tocándola como si creyera que de un momento a otro fuera a morderle. — No sería difícil de creer por la forma en la cual te has comportado…

Grune jadeo con ese ínfimo roce de su mano finalizando su amenaza. — Como evitaste que huyeran y tu nuevo uniforme… sólo llegarían a una conclusión lógica.

Tygra asintió, él también pensaría que había traicionado a Lion-O si estuviera en su lugar y relamiéndose los labios, tragando un poco de saliva acerco su rostro al sexo de Grune, quien casi inmediatamente lo sujeto del cabello guiándolo hacia él.

Tygra cerró los ojos y lamio tímidamente su sexo con la punta de su lengua.

Grune tenía que admitir que aquella sensación era mucho mejor de lo que jamás pudo imaginar, aun en sus más oscuros sueños.

Tener a su orgulloso príncipe de rodillas comenzando a darle placer era una recompensa por todo el esfuerzo que tuvo en su entrenamiento, no por nada se esmero en pulir sus habilidades, hasta que Claudius decidió cambiar la espada por un látigo y un guerrero por un clérigo.

Grune fijo su vista en la boca de su príncipe que seguía tratando de complacerlo, lamiendo su sexo y de vez en cuando colocando besos en su piel, todo el tiempo con los ojos cerrados.

Tygra no podría seguir con esa tarea, se daba cuenta que comenzaba a odiar cada segundo de aquello, no obstante, sabía que Grune no lo dejaría detenerse en ese momento.

Se alejo algunos centímetros respirando hondo e intento imaginarse a Lion-O en lugar de Grune el destructor, su melena roja en lugar del cabello hirsuto y negro del general, su pelaje suave sin cicatrices en vez de un cuerpo marcado con ellas.

Cerrando los ojos utilizando todo el control del cual disponía prosiguió con su tarea pensando e imaginando cuales serian las reacciones que su hermano tendría si volvía a verle y se encontraban en la misma posición.

Grune parecía ignorante de su esfuerzo, ya que en vez de reaccionar como lo hizo hace varios días, sonrió recargándose en las rocas, dejando caer su cabeza hacia atrás, diciéndole. — Así es mi príncipe… no te detengas…

Tygra lamio su erección a todo lo largo al mismo tiempo que con sus manos comenzaba a masajear sus testículos de manera circular, como si tuviera dos pelotas en sus manos, enredando sus dedos en el pelaje un tanto más abundante de su vientre.

Su sexo respondía fervientemente a sus caricias, despertando con rapidez al sentir como Tygra engullía su erección intentando relajar su garganta, al principio se alejo sintiendo que era demasiado grande para él, sin embargo, en un segundo intento logro aceptar una buena parte de su hombría.

La cual chupo y succiono esperando que pronto llegara al clímax, Grune sabía lo que estaba tratando de hacer, pero no le importo, lo único que podía ver era que por fin su príncipe comenzaba a corresponder a su deseo.

Para Tygra el tiempo paso lentamente, sin embargo, el general no podía ser inmune a sus caricias y su sexo comenzaba a erguirse en su boca, preparándose para derramarse cuando el orgasmo estallara.

Unas gotas de semen comenzaron a brotar de su erección y Tygra intento alejarse, no deseaba tener esa sustancia dentro de su boca, pero Grune leyendo sus movimientos sostuvo su cabeza obligándolo a tragarse toda su semilla.

Tygra sentía que se asfixiaba pero relajando su garganta trago todo lo que Grune le dio, alejándose cuando por fin se derramo por completo en su boca, de la cual cayeron algunas gotas blancuzcas.

Grune se dejo caer en el agua, sentándose en el fondo, respirando hondo al mismo tiempo que permitía que el calor relajara sus músculos.

Tygra inmediatamente se limpio los labios con el agua caliente y soporto los incontrolables deseos de volver el estomago, recuperando su aliento, escuchando como le decían. — Eso fue maravilloso…

Tygra volteo en otra dirección sin responder a ese alago, cerrando los ojos se pregunto qué estaría haciendo Lion-O a esa hora, escuchando como Grune le comentaba, acercándose a él, sentándolo de un solo movimiento en sus piernas. — No pienses en él, cuando sepa lo que has hecho conmigo ya no te querrá…

Tygra se mordió el labio al escuchar esas palabras, ese era uno de sus mayores temores y sabía que Grune tenía razón, no habría forma en la cual su hermano podría perdonarle por su debilidad, mucho menos continuar deseándolo cuando ya no tenía nada que ofrecerle.

Grune se había encargado de mancillar cada parte de su cuerpo, dejando sus marcas y su esencia en el. — Sólo me tienes a mí…

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Oficialmente esta historia se ha vuelto un Lion-o/Tygra…

Oficialmente y con solo un voto en contra Grune tendrá primero al príncipe.

Otra pregunta… ¿Quieren que Lion-O encuentre consuelo en los brazos de Cheetara?

Hasta el momento tenemos 4 en contra y 3 a favor.

También les pido que vayan y voten en el poll, en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.


Saludos.

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