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Avaricia. por Seiken

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Avaricia.

Capitulo 19.

Tygra se sentó a su lado cubriendo su rostro con una de sus manos, parecía avergonzado por alguna razón mas allá de haberlo atacado, podía ver algunas marcas nuevas en su piel que le hicieron temer lo peor, aun así, no haría ninguna pregunta hasta que el decidiera decirle.

Lion-O suspiro rascándose la cabeza, buscando la forma de hablarle a Tygra sin que se sintiera presionado, no quería que huyera otra vez ni que lo rechazara, lo único que deseaba era poder ayudarlo pero se sentía impotente. — ¿Quién pensabas que era yo?

Tygra no pudo responderle al principio, no supo cómo hacerlo, temiendo lo que pensaría Lion-O al saber que a él lo rechazo y recibió a Grune en su cuerpo, sin siquiera oponerse.

Lion-O coloco una de sus manos en su hombro, con delicadeza, esperando que dentro de poco lo rechazara dándole un manotazo o respondiera como lo hizo en el lago, aun así le pregunto un tanto inseguro. — ¿Por qué no confías en mi?

Tygra sonrió de manera triste, casi desesperado después de entender que todos sus esfuerzos fueron en vano, que había olvidado que Grune no era más que un traidor y como tal no cumpliría con sus promesas a menos que le beneficiaran. — No es que no confié en ti Lion-O, es más bien que… ya no confió en mí, es como si Grune se hubiera llevado consigo toda la seguridad que sentía.

Lion-O no le interrumpió esperando que Tygra prosiguiera con su respuesta, que se abriera con él como no lo había hecho nunca, ni siquiera cuando el collar se rompió liberándolo de la maldición.

Tygra al ver que Lion-O retiraba su mano de su hombro y comenzaba a observar la pacifica superficie de los manantiales suspiro, comentándole. — ¿Por qué me amas?

Lion-O sonrió ante aquella pregunta, no sabía como podía responderla y aun así, le dijo a Tygra, esperando que las palabras que no alcanzaban a describir lo que sentía por el mostraran un poco de su afecto. — No sé cómo explicarlo… como comenzar a decir lo mucho que significas para mi, solo sé que cuando pensé que te había perdido creí que me volvería loco.

Tygra volteo ligeramente para ver a su hermano por el rabillo del ojo, había olvidado que no solamente el había sufrido por culpa de Grune, que Lion-O se llevo la peor parte, sin saber si estaba vivo o muerto, solo se había desaparecido, convertido en una sombra. — No me importa lo que piensen, si creen que estoy loco o equivocado por sentir esto por ti, se que eres mi hermano, que es incorrecto...

Lion-O no sonreía, en vez de eso parecía triste, sus ojos brillaban en la oscuridad observando la luna, sus pensamientos eran una maraña de sensaciones encontradas y Tygra supo que aquello era su culpa. — Pero no me importa y me gustaría que a ti tampoco te importara, que solo aceptaras tus sentimientos hacia mí, que confiaras en mí y pudieras decirme que es lo que temes, que hace que me alejes de ti.

Tygra cambio su postura, sentándose al estilo indio, moviendo ligeramente el rostro de Lion-O para que lo mirara directamente a los ojos, que viera que apenas estaba comprendiendo lo mucho que le estaba haciendo daño. — Perdóname.

Lion-O intento decirle que no quería escuchar lo incorrecto que eran sus sentimientos siendo silenciado por dos dedos en sus labios, Tygra no lo dejaría interrumpirlo porque sabía que en ese momento perdería el valor para decir lo que sentía, tal vez debería escuchar a esa voz en su cabeza que le decía que perdiera a su amor, que no podía permitirlo. — Todo este tiempo pensé que alejándote de mí podría protegerte de la ira de Grune, pensé que cumpliría su promesa y que no te lastimaría.

Lion-O supuso que ese traidor era el culpable del miedo que Tygra reflejaba cuando estaba solo, de su pérdida de apetito, pero no de su decisión por alejarlo de su vida, consiguiendo que Cheetara estuviera a solas con él, encargándose del entrenamiento de los mellizos. — Pero hoy me di cuenta que no importa lo que yo haga, él seguirá intentando lastimarte y no parara hasta que lo matemos o nos mate, te mate a ti y a mí me convierta en su esclavo.

Lion-O pronuncio tocando una de las nuevas marcas en el cuerpo de Tygra, maldiciéndose en voz baja, sabía que no podía dejarlo ir, esa noche tenía un mal presentimiento. — ¿Estuvo aquí?

Tygra esquivo su mirada, estremeciéndose al sentir sus dedos recorrer su pecho, respondiéndole. — Sí… el me dijo que regresaría por mí, que a ti te mataría… ¿Sabes la razón?

Lion-O beso la mano de Tygra, respondiéndole, sintiéndose un inútil que no podía cuidar de las personas que amaba, preguntándose como Grune podía lastimar a su hermano y salir ileso, no recibir el castigo que sus sucias manos merecían, porque su padre lo dejo vivir cuando era obvio que su hijo corría peligro al estar junto a ese demente. — Quiere separarnos.

Tygra asintió, tomando la mano que lo sostenía, llevándola a su mejilla para restregarse contra ella, curvando sus labios en una sonrisa autentica para después decirle a Lion-O, que parecía avergonzado y sorprendido por su comportamiento. — Sí, el quiere separarnos porque sabe que te amo más que a nada en este planeta, sabe que daría mi vida y mi libertad por ti.

Lion-O perdió el habla al escucharle, sonrojándose inmediatamente, nunca hasta esos momentos había comprendido su necesidad por tener la confianza de Tygra sobre sus hombros, era lo único que deseaba y ahora después de todo lo que habían pasado le decía que lo amaba más que a nada en ese mundo. — Pero…

Tygra suponía que debía permitirse tener lo que deseaba, poder sentir un poco de felicidad y después, ya solo el destino podría decirles que ocurriría, tal vez Cheetara tenía razón, lo único que debía hacer era confiar en Lion-O, creer que su misión podría completarse, que volverían a fundar su ciudad. — No hay ningún pero, quiero estar contigo Lion-O, es lo único que realmente he deseado.

Lion-O sonrió al escuchar esa respuesta y poco después sentir los labios de Tygra sobre los suyos, calientes y suaves, tan delicados como las alas de una mariposa.

Tygra se separo respirando hondo y finalizo aquel extraño discurso que no había sido planeado pronunciando. — Te amo.

Lion-O por un momento creyó que dentro de pronto despertaría y que Tygra volvería a desaparecer o ignorarlo, pero al ver sus ojos reflejando la luz de la luna, sentir el calor de su cuerpo junto al suyo y su mano en su mejilla supo que ese no podía ser un sueño. — Yo también te amo.

Tygra asintió y colocando las palmas de sus manos en sus mejillas con delicadeza, levantando un poco su rostro para que sus labios se unieran en un delicado beso que se volvía un poco más demandante, pronuncio. — Te deseo.

Lion-O rodeo la cintura de Tygra con un brazo al mismo tiempo que con el otro lo acercaba más a su rostro, sintiendo como su hermano introducía su lengua dentro de su boca, la cual fue recibida con gusto y un gemido.

Al separarse le pregunto sintiendo que Tygra lo recostaba en el suelo y comenzaba a besar sus mejillas, dibujando una línea recta en dirección de su cuello. — ¿Estás seguro?

Tygra le respondió sentándose sobre sus caderas, sosteniéndolo con su peso, recargándose con delicadeza en su pecho, sus ojos hablando de amor, pasión y deseo, tres sentimientos que competían con los suyos, mostrando la misma necesidad que él sentía por tenerlo entre sus brazos. — Nunca he estado tan seguro.

Lion-O volvió a sentarse con Tygra en sus piernas y comenzó a despojarse de su armadura, siendo detenido por las manos del tigre, quien le dijo desabrochando los seguros con delicadeza. — Permíteme mi señor.

Aquella palabra fue pronunciada con un dejo de burla y deseo, haciendo sonar su titulo como algo sin importancia o que su hermano creía que no tenía importancia entre ellos, como lo había dicho en varias ocasiones, el seguía siendo el mayor y para él eso superaba cualquier otro titulo.

Lion-O asintió permitiendo que Tygra le ayudara a desabrochar los seguros de su peto, el cual pronto cayó al suelo de una forma poco ceremoniosa, al igual que su cinturón, su hombrera y las demás partes de su armadura, aun las que protegían sus piernas.

Tygra al ver que su trabajo estaba casi a la mitad le dijo al menor, besando sus labios otra vez, introduciendo sus manos por debajo de su camisa para quitársela sin tener que desabrocharla. — ¿Tu también me deseas?

Aquella era una extraña pregunta y tal vez Tygra necesitaba que le aseguraran que aquello era verdad, que no solamente Grune podría sentir deseo por su cuerpo, pero debía hacerle ver que no se trataba de la malsana obsesión del destructor, aquella locura era obscena y sucia, manchaba todo lo que tocaba, retorciéndolo en algo que no debía ser.

Lion-O para responder a la pregunta de Tygra logro que sus cuerpos intercambiaran posiciones y repentinamente se encontró sobre su hermano mayor, quien al ver el cambio de actitud del león sonrió besándolo otra vez.

El joven rey se quito su camisa de un solo movimiento descubriendo un cuerpo bien formado, músculos ligeramente marcados en un cuerpo grácil, ligeramente compacto, su cabello rojizo estaba despeinado haciéndolo ver aun mas hirsuto de lo que era.

Lion-O se acerco al pecho de Tygra y beso la piel expuesta, recibiendo un gemido y una pregunta. — ¿Dónde aprendiste?

El joven rey al escucharlo se sonrojo y pronuncio medio avergonzado, deteniéndose un momento, como si repentinamente hubiera perdido la seguridad que sentía. — Este… en sí no…

Tygra levantándose un poco beso su mejilla y le pregunto. — ¿Jamás has hecho esto?

Lion-O negó aquello con la cabeza, jamás había tenido relaciones, era virgen y sabía que tal vez se ganaría una sonrisa burlona de su hermano, quien en vez de reaccionar como esperaba volvió a besarlo en los labios diciéndole. — Así que seré tu primer amante.

El rey asintió tragando un poco de saliva, poniéndose repentinamente muy nervioso, Tygra por un momento se pregunto sí su hermano estaba listo, pero no lo creía y besando su cuello le dijo. — Quiero sentirte en mi cuerpo, señor de los Thundercats, dentro de mí, quiero olvidar lo que él hizo conmigo.

Lion-O al escuchar las palabras de su hermano, la seriedad con que las pronunciaba se limito a asentir, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban, que todo su cuerpo era invadido por una caliente marejada de excitación.

Tygra besando su pecho siguió pronunciando, lamiendo uno de los pezones de Lion-O, introduciendo su mano en el interior de su pantalón para acariciar con delicadeza su hombría. — Quiero que me marques como tuyo, no quiero que nadie crea que puede poseerme porque sabrán al ver las muestras de nuestra pasión que ya estoy tomado, que no pueden tenerme.

Nunca le había escuchado hablar de aquella manera, aun después de su momentánea ruptura Tygra trataba de verse compuesto, jamás perder la cabeza ni la calma y ahora le pedía que lo poseyera, que lo volviera suyo, como si se estuviera rindiendo ante él.

Lion-O le respondió con un gemido sonoro cuando los dedos, delgados y fuertes, de Tygra rodearon su sexo, subiendo y bajando su mano en un delicado vaivén, excitando su hombría, informándole. — Porque soy tuyo y tu mi señor, eres mío.

El señor de los Thundercats respondió en ese momento sintiendo que Tygra separaba su mano para colocar su boca en su lugar, todo ese tiempo acariciando sus caderas, tratando de sostenerlas para evitar que se moviera. — Sí, soy tuyo.

Las manos de Tygra eran divinas, jamás nadie le había tocado, eso era cierto pero pensaba que su hermano tenía un don especial y por un momento se pregunto en donde había aprendido a hacer eso con su lengua.

Un sentimiento de odio y molestia lo inundo momentáneamente, estaba seguro de donde había aprendido eso, esas habilidades amatorias que lo estaban llevando al cielo, su cuerpo respondiendo como un instrumento musical, haciéndole olvidar inmediatamente la sombra que oscurecía esa exquisita experiencia.

Tygra por un momento pensó en la ironía de esa noche, Grune le había enseñado según sus palabras como complacer a un amante, y ahora, esas habilidades que utilizo con él cada noche de su cautiverio en contra de su voluntad, las usaba para darle placer a la misma persona de quien intento separarlo.

Tygra cerró los ojos y comenzó a enredar los dedos en la mata de pelo que era mucho más gruesa, la que cubría la erección de su hermano que palpitaba en su boca, respondiendo tan deliciosamente que lo hacía sentir poderoso.

Un extraño sentimiento tomando en cuenta lo que estaba haciendo se dijo para si en silencio, observando el rostro de puro placer en el rostro del señor de los Thundercats, notando que con sólo unas cuantas caricias lo había desarmado tan completamente que podría pedirle lo que quisiera y él lo concedería, como lo hizo con Grune sin darse cuenta.

Lion-O comenzó a mover sus caderas, acelerando el vaivén de su sexo en el interior de su boca y Tygra deteniendo su movimiento con una sola mano comenzó a succionar con más fuerza sintiendo que pronto su hermano se derramaría dentro de su boca.

Tygra no apreciaba el sabor de esa sustancia blanquecina, la sentía caliente y salada, mucho menos cuando era Grune quien inundaba su boca con ella.

Lion-O al sentir que estaba a punto de llegar al clímax logro alejarse de Tygra, quien había relajado su garganta preparándose para tragar lo que su hermano estaba a punto de darle, creyendo que esa sensación la disfrutaría y si no lo hacía por lo menos pensaba que la imagen que daba era bastante erótica, al menos Grune se lo había mencionado varias veces.

Tygra cerró los ojos sintiéndose avergonzado, aun en ese momento no dejaba de pensar en él, aun cuando intentaba olvidarlo al intercambiar las marcas de sus caricias por unas nuevas que él deseaba tener en su cuerpo.

El joven león alcanzo el clímax como su hermano supuso que haría, pero en un movimiento que creyó correcto se alejo apenas lo suficiente para que no tuviera que tragarse los frutos de su hombría, manchando su rostro y pecho en vez de eso.

Tygra sintió el liquido caliente caer sobre su pelaje, abrió los ojos sorprendido solo para ver el desastre que Lion-O había logrado, quien al verle pronuncio avergonzado, con sus orejas bajas, sus mejillas pintadas de rojo y sus ojos tratando de ignorar que era su semilla la que escurría de su mejilla y torso. — Perdón.

El tigre se relamió los labios y sensualmente con uno de sus dedos, el índice, limpio la mancha que cayó en su mejilla, dándosela a Lion-O, quien lamio el dedo de su hermano como si se tratase de un dulce especialmente sabroso, imitando lo que había visto hacer a Tygra.

Lion-O cuando supuso que su pelaje estaba limpio le dijo, dándose cuenta que Tygra no había atendido su propio cuerpo, pensando que no era justo que solamente el disfrutara de ese encuentro, su hermano no era un esclavo, era su amante y como tal debía ser recompensado, no recompensado, sino complacido por ese encuentro. — Dime qué hacer.

Tygra intento decirle que no era necesario, sin embargo, Lion-O en un movimiento brusco lo recostó en el suelo lamiendo la mancha clara de su pelaje, limpiando cada gota de semen que comenzaba a secarse, resbalando sobre sus músculos, dejándolo de cierta manera marcado. — Quiero que tú también sientas placer, no solamente yo.

El tigre trago saliva y llevando una mano a su rostro le respondió, gimiendo al sentir la lengua del señor de los Thundercats entretenerse con uno de sus pezones, delineando una de las rayas de su costado con su dedo índice. — Lo estás haciendo bien.

Repentinamente un gemido un poco más fuerte fue recibido por una risita picara del señor de los Thundercats, que había mordido su piel con apenas suficiente fuerza para dejar una marca sobre una antigua.

Tygra permitió que Lion-O recorriera su cuerpo con su lengua y a veces con la punta de sus dientes, delineando sus músculos y rayas con ellos, solo una vez le dejo una huella, las demás era tan cuidadoso que parecía que su hermano estaba seguro que pronto se esfumaría si lo trataba con demasiada brusquedad.

Lion-O decidió en ese momento que le gustaban demasiado los sonidos que pronunciaba Tygra cuando había encontrado algún punto sensible de su cuerpo, que eran muchos y algunos estaban en lugares poco comunes.

Tygra al ver la expresión en el rostro de Lion-O le pregunto, notando que la hombría de su hermano volvía a entusiasmarse, agradeciendo silenciosamente la resistencia de su especie, la cual antes de este día había odiado profundamente. — ¿Me deseas?

La respuesta de Lion-O no fue la que esperaba, no le dijo que lo hacía o lo que haría con él cuando tuviera la oportunidad, en vez de eso le respondió besándolo nuevamente, una actividad que Tygra estaba seguro que su hermano adoraba, que el también apreciaba por que había perdido la cuenta de las ocasiones en las cuales sus labios se habían unido.

Los besos de Lion-O eran delicados y cuidadosos, aun los más agresivos tenían un aire de suavidad que solo podía creer se trataba de afecto, un amor verdadero, no aquellas sombras que habían enloquecido a Grune.

Lion-O se daba cuenta que su hermano pensaba en ese monstruo, no importaba si lo comparaba con el general o no, si creía que no era tan diestro en las artes amatorias o cualquier cosa que pensara, se prometió que al terminar esa noche solo estaría él en sus pensamientos.

Tygra se dio cuenta que besar a Lion-O era uno de sus actos favoritos, su boca era dulce, su lengua juguetona contra la suya, el calor que irradiaba era magnifico, tan embriagante como la forma en que le miraba.

Lion-O se separo de Tygra recuperando el aliento, pronunciando al mismo tiempo que recorría las cejas, las marcas negras de las mejillas de su hermano, su nariz, con las puntas de sus dedos. — Te amo.

Tygra le hizo una invitación en ese momento que no pudo rechazar, su tigre abrió las piernas para hacerle espacio, sujetándolo del cuello, besando sus labios con ardor, introduciendo su lengua dentro de su boca al mismo tiempo que con una de sus piernas lo jalaba en su dirección.

Lion-O cayó encima de Tygra con una exclamación de sorpresa que hubiera sido escuchada si acaso su hermano no luchara por la dominancia con su lengua en el interior de su boca.

Tygra al sentir el sexo de Lion-O entre sus piernas le indico, su aliento apenas recuperándose de otro beso apasionado, colocando sus manos en las nalgas del león, apurándolo a tomar lo que debió ser suyo. — Te quiero dentro de mí, señor de los Thundercats.

Lion-O inmediatamente se sonrojo preguntándole. — ¿Estás seguro?

Tygra lamio su cuello susurrándole poco después en el oído. — Sí.

Lion-O nuevamente temió que pudiera dañar a su hermano y le dijo, acariciando su mejilla. — No quiero lastimarte.

Tygra le aseguro, desesperándose por la repentina indecisión del menor, necesitaba eso, quería tenerlo a el en su interior, quería ser uno con Lion-O, borrar cualquier mancha que Grune dejo en su cuerpo. — No lo harás.

Lion-O aun parecía indeciso, sin saber cómo proseguir, temiendo que pudiera lastimarlo. — Pero he escuchado…

Tygra lo interrumpió y le obligo a mirar su rostro, en el estaba seguro que se podía ver su necesidad, su deseo absoluto de limpiar su cuerpo de cualquier mancha, tal vez solo era su imaginación, tal vez se estaba volviendo loco, tal vez debería rehuir las caricias de un amante después de todo lo que paso, pero lo único que deseaba en ese momento era dejar de pertenecerle a Grune y creía que sólo de esa forma dejaría de hacerlo, podían llamarlo un exorcismo, sin embargo, lo único que deseaba era sentir la hombría de Lion-O en su interior, convertirse en uno con un acto de amor que debió ocurrir en ese bosque del que ya sólo quedaban cenizas. — Quiero borrarlo de mi cuerpo, necesito borrarlo de mi cuerpo.

Así que eso era pensó el león sintiendo una mezcla de pena y arrepentimiento, pena por la necesidad que sentía su hermano por olvidar lo que le había hecho Grune, arrepentimiento por no haber podido evitarlo, por convencerse que nada malo ocurriría, por bajar la guardia cuando debió estar alerta.

Lion-O se dio cuenta que sobre el arrepentimiento y la pena existía un sentimiento mucho mayor, ese era amor, un amor tal que supo en ese momento que jamás le negaría nada que pudiera darle.

El joven león se posiciono entre las piernas de Tygra y le suplico comenzando a moverse demasiado lentamente para el gusto del mayor, intentando no lastimarlo, temiendo por alguna razón que pudiera hacerlo. — Dime cuando quieras que pare.

Tygra asintió pero al ver que eso no era suficiente le dijo, gimiendo cuando la punta del sexo de su hermano entro en su cuerpo con delicadeza. — Tú nunca me harás daño.

Esa tampoco era la respuesta que deseaba escuchar Lion-O, quien seguía moviéndose lentamente, entrando un poco cada vez, jadeando con cada nueva sensación, perdiéndose en su mirada. — Te diré si quiero que te detengas, te lo prometo.

Aquella fue la respuesta que necesitaba escuchar porque aparentemente los movimientos se volvieron más impetuosos, mucho más seguros hasta que sentía que ya no podía llegar más profundo, que en ese momento no se podría distinguir un cuerpo del otro.

Lion-O cerró los ojos recargándose en su pecho, acostumbrándose a la apretada sensación de estar dentro de la persona que amas, poder ser uno solo, Tygra acaricio su cabello con una de sus manos, con una sonrisa en su rostro. — No sabía que se sentía así.

Tygra asintió, el tampoco lo hacía, ninguna de las otras ocasiones había sido remotamente similar, las caricias de su hermano, la suavidad con la cual lo trataba, la forma en que le miraba, con tanto ardor y pasión, no podían compararse, jamás podrían compararse con lo que Grune le había hecho.

Lion-O al sentir que Tygra movía sus piernas para rodear su caderas instándolo a moverse obedeció, al principio sus movimientos eran lentos, jadeando y gimiendo cada vez que sentía esa deliciosa estrechez rodear su sexo, los músculos apretarse un poco para después soltarlo.

Tygra sonrió cuando Lion-O le pregunto con la mirada que estaba haciendo y repitió el movimiento de su cuerpo, algo completamente instintivo, pero que había funcionado para darles más placer.

Lion-O tan cuidadosamente como fueron sus caricias comenzó a acelerar el paso, cerrando los ojos, recargándose en el hombro de Tygra, escuchando los gemidos de su hermano, sintiendo sus manos rasguñar su espalda.

Con tortuosa y placentera lentitud Lion-O siguió aumentando la velocidad de sus embestidas, entrando y saliendo de su cuerpo con un movimiento de vaivén que era recibido por sonoros gemidos pronunciados por los labios del mayor.

Tygra sabía que estaba dejando un mapa de marcas rojas en la espalda de Lion-O, pero no podía evitarlo, el placer que sentía no era como ningún otro y sabia que la inexperiencia de su hermano lo haría demasiado rápido, demasiado fugaz, aun así le demostraría el goce intenso que le estaba proporcionando.

Lion-O al escuchar los sonidos de su hermano supo que él no estaba siendo nada silencioso, sus jadeos eran sonoros e intentaba decirle lo mucho que lo amaba, pero cada vez que lo hacía no encontraba la fuerza ni las palabras necesarias, era como si su cuerpo estuviera hablando por sí mismo.

Tygra logro introducir su mano entre sus cuerpos para acariciar su propia hombría que estaba desatendida, deseaba terminar junto a su hermano y al ver la expresión de inmenso placer en ese hermoso rostro de ojos azules supo que estaba cerca de lograrlo.

Lion-O dio unos últimos pujes en el interior de su amante y alcanzo el clímax, sus ojos se llenaron de manchas de colores y su corazón comenzó a latir demasiado rápido, robándole el aliento.

Tygra le siguió poco después, manchándolos a ambos con su semilla, escuchando como Lion-O respiraba hondamente a su lado después de separarse de su cuerpo, dejándolo con un sentimiento de vacío que nunca había sentido, el cual no pudo descifrar por culpa de las manchitas de colores que nublaban su vista, los temblores después del orgasmo, su respiración acelerada.

Ambos estaban rendidos y sin más, Tygra recostó su cabeza sobre el pecho del menor sin decir nada, no era necesario, aun así Lion-O recuperándose un poco, lo suficiente para hablar pronuncio. — Te amo.

Tygra sonrió al escuchar esa dulce declaración, esa hermosa promesa de felicidad y le respondió, restregando su cabeza contra el pecho del menor, lo único que podía hacer por el momento. — Yo también te amo.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Los dos hermanos no llegaron sino hasta el día siguiente, Tygra cargaba la mochila con las cantimploras y Lion-o simplemente caminaba a su lado, con una sonrisa de completa felicidad en su rostro.

Tygra parecía un poco más reservado, siempre era así a pesar de su actitud de conquistador, la que había desaparecido casi como si se tratase solamente de un sueño, sin embargo, al verlo caminar podían notar un nuevo brillo en sus ojos, uno que les decía que todo estaba bien.

Al entrar en el campamento los primeros que les saludaron fueron los mellizos, diciéndoles imitando uno de ellos un beso apasionado al mismo tiempo que el otro se reía de su sorpresa. — ¿A dónde estaban?

Tygra arqueo una ceja cruzando los brazos delante de su pecho, con una sonrisa burlona, observando cómo los mellizos, hombro con hombro canturreaban algo de un árbol y una persona sentada debajo de sus ramas. — ¿Se estaban besando?

Lion-O se sonrojo furiosamente y les dijo retrocediendo un paso, sin comprender como era posible que llegaran a esa conclusión. — ¿Cómo? ¿Cómo lo saben?

Los niños comenzaron a reírse en voz alta y después se marcharon corriendo en dirección del tanque, seguidos de Snarf, el cual también había participado en la extraña bienvenida.

Tygra colocando una mano en el hombro de Lion-O le dijo. — Creo que sospechaban y tú lo confirmaste.

Lion-O se cruzo de brazos y le pregunto. — ¿Pero como sabían?

Tygra se encogió de hombros, esos niños eran mucho más inteligentes y observadores de lo que muchos pensarían, aunque creía por la expresión en el rostro de Cheetara que ella tuvo algo que ver con eso.

Tal vez les dijo que los dejaran solos y los niños hicieron sus propias cuentas, no lo sabía ni se molestaría en averiguarlo, todavía creía que estaba en deuda con ella por haberla atacado.

Panthro al verlos les pregunto relativamente molesto, limpiando sus manos con un trapo después de revisar algunas piezas del tanque felino. — ¿Por qué diablos se tardaron tanto?

Lion-O le respondió casi inmediatamente rascándose la cabeza, intentando fingir inocencia. — Eran demasiadas cantimploras.

Tygra se rio entre dientes al escuchar esa respuesta y encogiéndose de hombros pronuncio, como si no le prestara atención a la molestia de Panthro. — Lo que él dijo.

Panthro asintió, por su expresión estaban seguros que sabía exactamente que había pasado entre ellos pero no dijo nada al respecto, únicamente les informo. — Los estábamos esperando para partir.

Lion-O asintió diciéndole al general. — Teníamos que hablar de algunos asuntos antes de irnos.

El general arqueando una ceja, sentándose en el asiento del piloto respondió al mismo tiempo que los mellizos se sentaban a su lado para poder disfrutar del paisaje. — Así le llaman a eso en estos días.

Tygra sonrió al ver la expresión de sorpresa, vergüenza y timidez de su hermano, quien al no saber que decirle al general ingreso en el interior del tanque en donde ya estaba Cheetara esperándolos.

El tigre siguió a su hermano sin decir nada y en vez de sentarse a su lado, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, una postura que Cheetara identifico como aquella que utilizan las personas para meditar.

Una que el mismo Jaga y ella usaban a menudo cuando necesitaban tranquilizar sus nervios o ponerse en contacto con su espíritu interior, el gran rugido que habitaba en su corazón, el cual se presentaba en cada miembro de su especie.

Tygra cerró los ojos y comenzó a meditar o por lo menos a intentarlo, no podría ser tan difícil en el interior del tanque felino si había logrado tener algunos resultados en el campamento de Grune.

Lion-O al ver la postura de su hermano se rasco la cabeza pero lo dejo tranquilo, conocía esa postura, lo había visto haciéndola muchas veces cuando eran niños, pero jamás se había visto tan tranquilo.

Cheetara al ver que Tygra estaba meditando le informo a Lion-O sentándose junto a él, con la mirada fija en sus manos. — Les dije a los mellizos que necesitaban estar solos, que no los interrumpieran.

Lion-O asintió, necesitaban esa cercanía, sintiéndose culpable al notar la mirada de tristeza en el rostro de su amiga. — Gracias.

Ella asintió y le dijo, aun le dolía haberlo perdido, pero parte de amar a una persona era procurar que ella también fuera feliz, dejarla ir cuando ya no quisiera estar a su lado y comenzaba a pensar que en realidad jamás tuvo una oportunidad. — Creo que no se puede evitar el destino y aunque tú sabes lo que yo siento por ti se que nunca sentirás lo mismo.

Lion-O estuvo a punto de interrumpirla, sin embargo, ella levanto la mano pidiéndole que la dejara continuar. — Quiero que sepan que estoy de su lado y que me alegro por ustedes y espero que sean felices.

Tygra abrió los ojos por un momento y le dijo. — Nunca quise que resultaras lastimada.

Cheetara manifestó sonriéndoles a ambos. — Lo sé, sé que no planearon esto y no los culpo.

Tygra le confesó entonces. — Aun así lo siento mucho.

Lion-O asintió, el también lo sentía, y eso era mucho más difícil para ella, saber que los dos hermanos no habían planeado enamorarse, solo lo hicieron, como ella se enamoro de su monarca. — No deberías, lo que ocurrió no se pudo evitar.

Cheetara era una gran mujer, una guerrera y sacerdotisa muy poderosa, así como una persona humilde que aceptaba los designios del destino.

Estos querían juntos a los hermanos, ella no podía hacer nada para evitarlo y si intentaba separarlos, ingresar en la vida de su monarca forzando un lugar para ella, podría perder su amistad.

No sólo la amistad del joven león, también la del tigre que le miraba con sincero arrepentimiento.

Sonriendo, ignorando su propio dolor que se curaría con el tiempo le dijo a Lion-O. — Lion-O, quédate sentado y observa.

El joven león asintió sorprendido, Tygra también lo estaba pero Cheetara no le dio tiempo para preguntarle que estaba ocurriendo, cuando le indico. — Tu postura es incorrecta Tygra.

Tygra al ver que ella le ayudaría a meditar asintió siguiendo sus consejos, utilizando la postura correcta, cerrando los ojos y concentrándose en el latido de su corazón, aislándose de los sonidos externos, la respiración de su hermano, el sonido del motor del tanque felino, las risas de los niños en el asiento del conductor.

Nunca había logrado aislarse por completo de sus alrededores, siempre había algo que lo distraía de alcanzar la paz interior de la que hablaba Jaga continuamente, sus celos, su miedo, aun su odio, y aunque había logrado algunos avances en sus meditaciones en el campamento de Grune, estos fueron mínimos.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygra comenzaba a escuchar el sonido de una gota cayendo en una superficie tranquila, comenzaba a visualizar el movimiento del agua, la luminiscencia proveniente de un punto lejano.

Se sentía como si estuviera flotando en el aire, como si el sonido de su corazón fuera lo único que lo distraía de su destino o tal vez lo único que lo mantenía fijo en el mundo material.

Poco a poco el sonido de su corazón comenzó a perderse al mismo tiempo que el sonido de la gota de agua se volvía más fuerte, repentinamente sintió que podía pisar una superficie y podía ver que ya no se encontraba en el tanque felino sino en una especie de templo de color blanco.

Ese templo blanco tenía un espejo de agua en el cual caía una gota de agua invisible que al caer sonaba como una campana, como el sonido de una copa cuando la golpeas con otra.

Un sonido delicado, tan tenue que casi era imperceptible y aun así, estaba presente.

El templo de piedra blanca parecía interminable, como si se tratase de la imagen proyectada de varios espejos encontrados, afuera solo había oscuridad, un aura rojiza que parecía querer penetrar esa vasta estructura de tranquilidad en donde no había arriba ni abajo.

Entonces lo vio, en el centro del templo había una figura sentada en la misma posición que él estaba utilizando o que había utilizado hasta despertar en ese extraño templo.

Esa figura era la de un tigre que se le parecía demasiado, la única diferencia que podía ver eran las rayas que no eran tan marcadas y unas patillas que empezaban desde sus mejillas y terminaban por debajo de su mentón.

El tigre era de color azul, varios tonos de azul, y unas cadenas de color negro parecían mantenerlo fijo en el centro del templo, sus ojos estaban cerrados, como si estuviera dormido.

Tygra sabía que no era cierto, que ese tigre ya lo había sentido y esperaba que se acercara a él.

Las cadenas que parecían que lo sujetaban en el interior del templo tomaron la forma de dos serpientes enroscadas en su cuerpo, las que intentaban jalarlo en dirección de un espejo negro que no había visto, el cual comenzaba a sobreponerse en la cristalina superficie de agua.

Tygra intento acercarse más al felino atrapado por esas serpientes y repentinamente sus ojos se abrieron mostrando dos ojos rojos, que lo miraron fijamente sin expresión alguna.

Tygra dio un paso más en su dirección observando cómo las serpientes se agitaban nerviosas, el tigre abrió los labios, pronunciando con una voz brusca, aquella de un guerrero curtido en el campo de batalla. — No te acerques más.

Tygra obedeció sin hacer ninguna pregunta, observando cómo las serpientes seguían agitadas alrededor del cuerpo del espíritu, de la aparición que compartía algunos de sus rasgos de ser un poco mayor. — ¿Quién eres?

El tigre pareció pensarlo por unos momentos y después respondió, con tranquilidad, haciendo que Tygra sintiera como si alguien estuviera caminando sobre su tumba. — Mi nombre era Tygus, yo era un capitán bajo el servicio del comandante Leo en los tiempos de Mum-Ra.

Tygra no sabía de quien le hablaban, pero reconoció el nombre de Mum-Ra inmediatamente y le volvió a preguntar a la figura atrapada por las serpientes. — ¿Dónde estamos?

Tygus le respondió en ese momento elevándose solamente un poco, obligando a las serpientes a retroceder, las que ya no rodeaban su cuerpo pero se mantenían alrededor suyo como los tentáculos de algún monstruo de pesadilla.— No estamos en ningún lugar.

El cirulo negro se había pintado de color rojo sangre, haciéndole recordar la insignia que Mum-Ra portaba en su pecho, la misma que el porto un tiempo y que Grune tenía en su armadura.

Tygra comenzaba a perder el control de su meditación y podía sentirlo, aun así, esforzándose para ignorar las distracciones del mundo exterior le pregunto. — ¿Por qué estamos aquí?

Tygus le respondió notando también como perdía el control de sus emociones, como le costaba trabajo mantenerse en aquel extraño lugar. — Porque he intentado alcanzarte por tanto tiempo que pensé que jamás lo lograría, príncipe Tygra, sólo porque tú no quieres utilizar los dones de tus antepasados, de tu linaje.

Esa criatura lo había mandado llamar para regañarlo, pensó Tygra por unos segundos, antes de que el tigre de mayor edad le dijera con demasiada seriedad, sintiendo que los dos mundos, el de la muerte y la vida comenzaban a separarse. — Corren peligro príncipe y sí no se mantienen juntos los separaran como a nosotros.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Lion-O sacudía sus hombros tratando de despertarlo, Tygra abrió los ojos repentinamente sintiéndose perdido, confundido por ese extraño sueño que parecía tan real, de cuyo habitante podía reconocer la voz como aquella que le llamaba en sueños, aquella misma voz que le dijo lo que debía decirle a su hermano en el bosque. — ¡Tygra! ¡Tygra!

Tygra se froto los ojos con el dedo índice y pulgar, pronunciando el nombre del felino que vio atrapado en aquella dimensión, que dijo haberlo buscado en sus sueños, que corrían peligro. — Tygus…

Lion-O al escuchar ese nombre le pregunto acariciando su mejilla, obligándolo a mirarlo. — ¿Qué dijiste?

Tygra sacudiendo su cabeza se volvió a sentar en el suelo, diciéndole. — No lo sé, no estoy seguro de que esto haya sido real.

Lion-O recordaba ese nombre, ese era el nombre del amante de Leo, a quien separaron del primer rey de Thundera como intentaron quitarle a su hermano, a quien no le permitiría que guardara silencio, no esta vez que sabía lo importante que era ese nombre. — Dijiste Tygus. ¿Cómo conoces ese nombre?

Tygra al ver la seriedad de su hermano, lo tenso que repentinamente estaba, le respondió cubriendo su rostro con una de sus manos, tratando de organizar sus pensamientos. — Cuando medite vi un templo… no sé bien como describirlo.

Cheetara los observaba con detenimiento, Jaga le había contado que el tigre había dejado de meditar por temor, no suyo sino del propio Claudius, quien creía que su hijo podría perder la razón por lo que decía cuando a la mitad de un entrenamiento se agitaba, indicando que a veces creía estar en otra parte, compartir los recuerdos de alguien cuyo nombre no les decía.

Tygra respiro hondo y pronuncio, tratando de gravarse lo que había visto en su memoria, seguro de que necesitaba regresar a ese lugar por su propio bien y el de su hermano. — Allí había un felino que dijo llamarse Tygus, estaba atrapado por dos serpientes y creo que necesitaba advertirme algo.

Lion-O inmediatamente le pregunto, acariciando su mejilla. — ¿Podrías intentar meditar otra vez?

Tygra asintió, era necesario saber lo que querían decirle, comprender más lo que había pasado.

Sin embargo, Cheetara les indico, interrumpiéndolos. — Tygra tiene que descasar, mañana volverá a intentarlo.

Tygra estaba a punto de contradecirla, no obstante, ella era un clérigo, sabía lo que estaba haciendo, así que asintió en silencio recordando otras ocasiones en las cuales había escuchado ese nombre y el de Leo. — Como tú digas.

Lion-O acepto la indicación de Cheetara, sentándose en el tanque felino, preguntándose si acaso Leo tenía algo que ver con eso.

Por un momento volvió a sentir pena por el comandante, haber perdido a su amor, estar encerrado en su propio mundo intentando recuperarlo, moviendo piezas que siempre terminaban decepcionándolo.

Parecía que Mum-Ra había destruido más de lo que ellos pensaban y repentinamente sintió la mano de Tygra en su rodilla, escuchando como le preguntaba. — ¿Qué es lo que te preocupa?

Lion-O le respondió, cruzando sus brazos delante de su pecho, fijando su vista en uno de los tornillos del suelo del interior del tanque. — Cuando pensé que habías muerto viaje al interior del libro del augurio y vi con mis propios ojos la destrucción de un amor como el nuestro.

Tygra y Cheetara intercambiaron una mirada preocupada, al mismo tiempo que Lion-O proseguía diciéndole al mayor. — Sus nombres eran Tygus y Leo, los mismos de la historia que nos contaba nuestro padre sobre la creación de Thundera.

Tygra recordaba esa historia, era una de sus favoritas y había intentado buscar todo lo relacionado con esta, preguntarles a las nodrizas, aun a Jaga, pero nunca encontró más información que la que les dijo su padre. — Mum-Ra los separo, como intento separarnos a nosotros.

Lion-O vio como Tygra sujetaba su mentón, meditando la información que les decía, apretando sus labios en una línea delgada, sin decir una sola palabra, no quería interrumpirlo. — Y he estado en el mismo lugar que tu, tal vez sea diferente pero sé que es lo mismo…

Tygra le pregunto entonces, sorprendiéndose al escucharlo decir aquellas palabras, no creía que un león pudiera ingresar por su propia cuenta en el plano astral, en un lugar que supuestamente solo alguien con el don podría hacerlo. — ¿A qué te refieres con eso?

Lion-O le respondió casi inmediatamente, recordando la primera vez que Leo lo llamo, que no entro por su propia cuenta pero si porque su antepasado deseaba ayudarlo a encontrar a su amor perdido, salvarlo del inmortal. — Leo me dijo donde encontrarte, me dijo como romper la maldición del collar.

Leo estaba atrapado en su propio universo, en una fantasmal dimensión que le mostraba sus mayores deseos, sus mejores recuerdos, todos ellos inalcanzables, estatuas de piedra qua ya jamás podrían ser y aun así esperaba el momento en el que por fin pudiera reunirse con su otra mitad.

Su otra mitad que parecía estar atrapada en una dimensión parecida, en algo que Tygra creyó sin conocerle era importante, por un momento se pregunto si acaso Mum-Ra seguía apresando su fantasma, tal vez su miedo o su culpabilidad.

Porque si Tygra recordaba todo lo ocurrido durante su corta estadía bajo el influjo del collar, el capitán Tygus debía hacerlo también, debía comprender lo mucho que lastimo a su amado, como le sirvió a Mum-Ra, como intento evitar que se llevara la piedra de guerra.

Comprendiéndolo por fin pronuncio. — Ambos están atrapados, ambos son presas de sus propios recuerdos.

Tygra no supo que decir al respecto, pero Cheetara si, y les informo, en su sitio, sentada enfrente de los dos hermanos en donde había escuchado todo lo que habían dicho, para ella no tenía sentido, no obstante, no debía juzgar algo que no conocía hasta comprenderlo del todo. — Dicen que los fantasmas solo ven lo que ellos desean ver, que están atrapados en su propio plano, condenados a repetir aquello que desean cambiar hasta que lo logren.

Los dos hermanos la observaron fijamente, ella era sin duda alguna una mujer excepcional.

Lion-O le pregunto rascando su barbilla, recordando el sentimiento de tristeza del plano en donde estaba Leo, creyendo que tal vez era lo que esperaba, reunirse con Tygus, no tanto reunirlos a ellos. — Pero si quiere reunirse con Tygus… ¿Cómo podemos ayudarles?

Cheetara les dijo entonces, creyendo que tal vez aquello era lo mejor. — Tal vez Tygus sepa una forma de hacerlo, tal vez las serpientes son una fuerza externa que lo mantiene atrapado en el plano que existe en medio de la vida y de la muerte.

Lion-O asintió, ella tenía la razón, no podía estar equivocada. — Lo más probable es que Tygra tenga que ingresar en ese plano y tratar de averiguar más de lo que Tygus sabe.

Tygra asintió, no solo por el agradecimiento que Lion-O podría sentir por el fantasma de Leo, también por el peligro que Tygus les dijo que corrían, tal vez no era el mejor guerrero, aun así debía intentar proteger a su hermano menor. — Tygus debe saber más de lo que me dijo, yo intentare verlo y comprender lo que quiere decirme.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Mum-Ra sintió inmediatamente la energía del sarcófago inquietarse, al principio era solo una gota que revolvió las aguas de la muerte, pero poco a poco fue convirtiéndose en una tempestad que podía ver en el cuarto especial que mantenía su cuerpo a salvo.

Tygus era una criatura dotada, sus dones eran superiores a los que vio jamás, su mente pudo haber sido tan poderosa que habría escapado la muerte, pero tuvo que traicionarlo por un simple león.

Ese león fue el culpable de que perdiera todo lo que poseía, que lo encerró en esa tumba que era su cuerpo, una decadente forma de lo que fue en el pasado y de lo que volvería a ser.

Slithe recibió sus ordenes con placer, su odio por las la familia real lo nublaba a tal grado que no le importaba lo que tuviera que hacer para obtener su tan ansiada venganza.

Claudius no era un hombre tan sabio, después de todo, que rey desprecia un arma como la visión de un tigre podía serlo.

Tygus se ajito en su sepulcro, por un momento creyó que despertaría o que sería liberado, hundiéndose en las tranquilas aguas de la muerte, encontrándose con Leo después de todos esos siglos.

Sin embargo, casi tan rápido como su energía comenzó a inundar la sala mortuoria se desvaneció, dejando un hermoso cuerpo que se había mantenido gracias a la mezcla de la magia y su tecnología.

Todo por la sagrada bendición de los antiguos espíritus del mal que le daban el control sobre la vida y la muerte.

Con la energía vital del príncipe, Tygus despertaría y volvería a servirle, no tendría otra opción, ya tuviera puesto el collar o no.

Lamentablemente para que su capitán pudiera vivir el príncipe tenía que dar su vida a cambio.

Tygra moriría y Tygus se levantaría triunfante.

Sería perfecto.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygra estaba comenzando a aburrirse, Lion-O seguía practicando con su espada y el no encontraba nada que hacer, dándole a los mellizos el tiempo suficiente para que pudieran descansar del arduo entrenamiento que les había hecho realizar.

Wilykit estaba recortando algunas flores para hacer lo que parecía era una corona, Wilykat la observaba, de vez en cuando tratando de quitarle alguna de las flores solo para ver los gestos de su hermana y escuchar sus gritos de molestia.

Los niños siempre serian niños y con eso en mente se acerco al tanque felino, observando a Panthro, quien seguía como cada mañana, reparando o perfeccionando algo de su querido tanque.

Tygra se cruzo de brazos recargándose contra la superficie del tanque, solo por la diversión de ser alejado de la amada maquinaria del general, tal vez preguntarle cuáles eran sus objeciones sobre su relación con el señor de los Thundercats. — ¿Te ayudo en algo?

Panthro cerró la compuerta del tanque respondiéndole. — No, tuve suficiente con la ultima vez… genio.

Tygra al escuchar esa respuesta le comento con demasiada tranquilidad, subiéndose de un salto a la llanta del tanque, sentándose en ella. — Si, ya sé que soy un genio.

Panthro no le encontró sentido a sus palabras y parecía que estaba a punto de perder la paciencia, por lo que Tygra le dijo. — Pude conectar el libro al sistema del tanque, así que en teoría lo que hice estuvo bien.

Panthro al principio parecía tan sorprendido por esa respuesta que no supo como contradecirla, para después decirle, con una sonrisa en su rostro. — Fue suerte de principiantes.

Tygra comenzó a reírse, esperaba que le dijeran algo como eso, y de pronto fijando su vista en Lion-O, le pregunto. — ¿Sigues pensando que esto es incorrecto?

Panthro sentándose a su lado le respondió. — El gran rugido sabe que sí.

Tygra asintió, no esperaba que el general hubiera cambiado de opinión de la noche a la mañana, aun así esperaba que por lo menos no los culpara por eso. — Pero no intentare separarlos.

El joven tigre observo a Panthro de reojo, quien le dijo, siendo tan sincero como siempre lo era. — Ustedes dos son mejores cuando están juntos y estoy seguro que si seguían con esa necedad de no reunirse hubieran terminado por separarnos a todos.

Panthro entonces coloco una mano en su hombro diciéndole. — Claudius sabía que eso pasaría, no sé cómo, pero lo supo y estoy seguro que mi amigo no se equivocaría al pensar que era correcto.

Tygra asintió, era justo lo que quería escuchar, necesitaban estar unidos, de lo contrario eran débiles y separados apenas podrían sobrevivir. — Sí tú lo dices.

Panthro se encogió de hombros y después le dijo, regresando a su tarea. — Ahora, bájate de mi tanque… genio.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Había pasado un día desde la última vez que medito con la ayuda de Cheetara, sabía que estaba descansado y estaba ansioso por continuar con su entrenamiento, así que sentándose enfrente de ella con la postura que le había indicado le pregunto. — ¿Crees que ahora lo logre?

Cheetara abrió los ojos ligeramente al escuchar esa pregunta, Tygra nunca parecía estar indeciso de sus habilidades y ahora le preguntaba si confiaba en el, por lo que le respondió lo mismo que le dijo a Lion-O cuando encontraron la torre del augurio. — Lo importante es que tú confíes en ti y estoy segura que Lion-O cree que puedes lograrlo.

Tygra cerró los ojos al escuchar esa respuesta y realizo lo mismo que los días anteriores, tratando de concentrarse en la nada, en ignorar el exterior para encontrar una puerta que le dejara ingresar en el plano astral que encerraba a Tygus.

Había intentado cada mañana de los últimos tres días ingresar en ese plano, cuando sentía que lo estaba logrando una energía sangrienta lo alejaba de allí, como si una barrera le evitara llegar a donde se encontraba el capitán.

No sabía que aquella energía se trataba de Mum-Ra el inmortal que no deseaba que Tygus volviera a despertar en el plano astral, no hasta que pudiera liberarlo de las ataduras de la muerte.

Porque cada vez que despertaba en el plano astral se acercaba un poco más a romper los sellos que habían atrapado su alma en su cuerpo y sin su alma solo tenía un hermoso cuerpo vacio.

Un homúnculo que no le serviría de nada, que no lograría sobrevivir más de unas horas, que tal vez ni siquiera podría moverse, porque aquel motor de la vida era la energía vital, el alma que habitaba a cualquier ser vivo de la naturaleza.

La misma energía lo alejo del plano astral con tanta fuerza que casi se desmaya, Tygra sentía que algo mas lo estaba alejando de Tygus, pero no entendía que o como.

Lion-O corrió en su dirección y le ayudo a mantenerse erguido, diciéndole. — Es peligroso que sigas haciendo esto.

Tygra negó aquello con un movimiento de la cabeza, fuera lo que fuera se estaba debilitando con cada intento y estaba seguro que si volvía a tratar ese día podría esquivarla lo suficiente para ver a Tygus. — No… es como si algo quisiera alejarme de él.

Lion-O estaba a punto de ordenarle que descansara, sin embargo, Tygra volvió a intentarlo, esta vez sintiendo el calor de su hermano rodeando su cuerpo y otra energía demasiado parecida a la suya.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Escuchando un rugido apagado en sus oídos, por fin pudo entrar en el templo y esta vez por alguna razón que no alcanzaba a comprender por completo, creía que esa energía no podría alcanzarlo.

Tygra ingreso en la extraña construcción gritando, tratando de encontrar al capitán Tygus en esa dimensión. — ¡Tygus!

Tygus estaba en la misma postura, rodeado por las mismas serpientes, las que esta vez intentaron atacarlo, alejarlo del felino de color azul con los ojos brillando con el mismo color del ojo del augurio. — No tienes por qué gritar.

Tygra se detuvo a una distancia prudente, apenas unos centímetros de distancia de las serpientes que se agitaban molestas, diciéndole al felino. — Ya sé quién eres.

Tygus pronuncio mirándolo fijamente, como si el supiera quién era exactamente, sus temores y sus deseos, aun el futuro en el que decía corrían peligro. — Sabes lo que nos paso, sabes que yo tuve la culpa.

Tygra no creía eso y le respondió, tocando una de las serpientes que quemo sus dedos, alejándolo del felino de color azul. — No creo eso, Mum-Ra los separo, no quería compartirlos y destruyo su amor…

Tygus asintió diciéndole al ver como sus dedos se habían quemado, observando los suyos que tenían las mismas marcas, sorprendiendo a Tygra con eso. — Sabía que eso no era posible, que no permitiría que estuviéramos juntos y aun así ignore su poder, destruí la vida de Leo.

Leo, debía decirle que su amante lo estaba esperando, que aun pensaba en él, tal vez eso le daría fuerza o le ayudaría a mantener su atención en su persona. — Leo ha poblado los sueños de mi hermano, él sigue buscándote.

Tygus comenzó a brillar de un color un poco más intenso, alejando a las serpientes lo suficiente para poder moverse, acercarse al espejo en el suelo, el cual era una ventana al otro plano. — Leo…

Las serpientes seguían tratando de rodear su cuerpo, la energía que lo trataba de alejar del capitán se volvió más fuerte, esa era la energía que mantenía las serpientes alrededor de su alma. — Leo sigue sufriendo por mi culpa…

Tygus se encogió sujetando su cabeza, recordando todo el daño que le había hecho, las veces que complació a su señor sin importarle lo mucho que le odiaba, el día de la rebelión de haber podido hubiera asesinado a su amado solo para servirle a la criatura que los convirtió en esclavos. — El me mantiene atrapado, aun ahora no me deja ir…

Que le negó la felicidad sin importarle que toda su vida le hubiera servido lealmente, escuchando la voz de Leo, su energía comenzó a incrementarse, latir cada vez con más fuerza. — Leo…

La energía rojiza comenzaba a inundar esa sala, separándolo lentamente del capitán, a quien las serpientes comenzaban a rodear aumentando de tamaño. — ¿Dónde estás?

Tal vez su alma estaba atrapada en algún lugar, tal vez Mum-Ra le había hecho lo mismo que a Jaga, debía saber en dónde estaba su prisión y tal vez podrían liberarlo para así poder reunirlo con Leo. — ¡Dime!

Repentinamente Tygra sintió que era separado del capitán, que la energía sangrienta lo alejaba con furia, haciéndolo despertar, sin embargo, como si se tratase de un eco, escucho la voz del capitán pronunciar. — Mum-Ra…

Lion-O sostuvo su cuerpo con sus brazos, mirándolo fijamente, esperando una respuesta, los mellizos le miraban con preocupación, Cheetara y Panthro los imitaban, parecía por su expresión que había permanecido demasiado tiempo meditando, tal vez horas.

Tygra respirando hondo pronuncio, siendo ayudado por Lion-O a ponerse de pie. — Mum-Ra lo tiene…

Cerrando los ojos trato de recordar cualquier detalle, cualquier información que le indicara en donde estaba el general, las serpientes, el círculo rojo, el nombre de su enemigo y repentinamente lo supo.

Tygra cubrió su rostro con su mano izquierda, mesándose el cabello con la otra, pronunciando cuando por fin pudo controlar el oído y dolor que sentía, que por alguna razón sentía que lo compartía con Tygus. — Mum-Ra lo tiene en su pirámide.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Les tengo una pregunta: ¿Quien quiere que los amantes del pasado vuelvan a reunirse?

También les pido que vayan y voten en el poll que está en mi página de usuario de fanfiction net, me harán la persona más feliz del mundo.


Saludos.

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