Miraba los autos pasar a través de la ventana, esta estaba húmeda, las gotas de la lluvia resbalaban en ella, mis ojos se humedecen, quiero llorar, pero... ¿Por qué? No acostumbro a llorar, nunca lo hago, supongo que el cielo lo hace por mí, no entiendo que sucede, no ha sucedido nada para que yo este triste. Siento el sonido del teléfono en la sala, bajo las escaleras y cojo el teléfono.
-Diga…
-KyungSoo…
-Ryeowook…… ¿Qué sucede?
-Es mamá…
Ahora entiendo todo, colgué el teléfono y me acerque a la ventana, mire las nubes sonriendo.
“Ustedes han ahogado mis penas, gracias”
Me aleje de la ventana y vi que aún no había terminado la llamada. Ryeowook seguía hablando, pero no le tome importancia, no me tome lo molestia de cortar la llamada, simplemente desconecte el teléfono, tirando el cable y lo corte.
Subí nuevamente a mi habitación, acostado en mi cama me puse a pensar en mi vida, mi madre, mi hermano, mi familia, mis amigos, a pesar de que tengo todo, no me siento lleno, algo me hace falta, lo se
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Mirando nuevamente al cielo mientras llueve, la única diferencia es que ahora el agua cae directo a mi rostro, no hay una ventana que me proteja, pero aun así, volvía a agradecer, las gotas eran reemplazadas por mis lágrimas, eso me fascinaba. Veo a mi madre bajar poco a poco, al lado mío mi hermano llorando casi a gritos, mi mejor amigo, Minseok, abrazándome, dándome apoyo con mi tristeza, ¿estoy triste?, que el haga eso es estúpido y sin sentido, mi rostro no expresa nada, veo desaparecer a mi madre bajo tierra, ahora todos se “despiden” de ella, dejando flores junto a su tumba.
Yo sigo mirando su tumba, ya dejó de llover, pero siguen cayendo gotas de mis ojos ¿estoy llorando?, con mi pulgar seco las escasas dos lagrimas que cayeron, y detengo las demás que vienen, nunca me permití llorar frente a nadie, ni siquiera mi madre, ahora muerta no tiene ningún derecho de verme.
Todos ya se fueron, solo quedo yo y ella, que ironia, estamos ahora por fin solos, nunca tuvimos tiempo a solas por su trabajo y ahora que está muerta lo tenemos. Doy media vuelta para marcharme y a lo lejos diviso una figura, extrañado, pero a la vez curioso, me acerco a ver. Al estar cerca me doy cuenta de que es una persona, un hombre para ser exacto. Era alto, de piel morena, como la canela, su cabello despeinado, sus labios gruesos, y esa mirada profunda que tenía, causo algo en mi interior que no pude descifrar.
En un momento, el me mira y nuestro ojos se encuentran, nos miramos fijamente, y siento algo mucho aún más intenso que hace unos segundos. Camino hacia donde estaba, se detuvo unos segundos mirándome y siguió su camino. Me quede ahí parado, analizando lo que había sucedido. Inconscientemente una sonrisa se dibujó en mi rostro y mire al cielo.
-Después de todo, tu muerte sirvió para algo…