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~ Memorias de un Invierno ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Creo que más de 100 lecturas y los reviews recibidos en un día son merecedores de esta actualización, gracias por leer el fic y sigan dándole apoyo si? *--*

A leer y espero les guste...

 

PD: Para variar y cómo es típico en mi, este capítulo NO está editado, así que disculpen si hay errores, pero aún no hay nadie que quiera hacer el trabajo de edición por mi u.u yo lo odio xD

-CAPÍTULO I-

 

 

Primero es un destello…

Luego es la silueta de una persona frente a mí…

Y finalmente soy yo de pie delante de una puerta blanca…

 

Siempre es lo mismo, las mismas imágenes que se repiten una y otra vez. Al principio pensé que sería algo ocasional, pero a medida que el tiempo pasaba, este mismo sueño iba y venía, repitiéndose constante e igual de confuso que siempre.

 

 

Apenas esperó a que las puertas del elevador se abrieran y salió corriendo de éste por el pasillo. No había estado ahí antes, pero eso no fue impedimento para intuir hacia dónde dirigirse. Cruzó las puertas automáticas al final del corredor internándose en la sala iluminada que aguardaba un gran cartel de “silencio” en uno de los muros.

 

-          ¡Minho! – le llamó capturando la atención del moreno, quien se incorporó de su sitio al ver a su amigo llegar con el aliento agitado por la carrera - ¡¿Cómo está?!

 

-          ¡Jjong, amigo…! – el abrazo no se hace esperar y tan solo se deja capturar por el más bajo, agradeciendo su diferencia de altura para así refugiar su cara en el cuello ajeno - ¡Por la mierda Jjong, fue mi culpa, no lo vi, te juro que no lo vi venir!

 

-          ¡Hey, no es tu culpa! – dijo apartándolo para recorrerlo con la mirada: camisa rota y ensangrentada, un par de raspones en la cara y vendajes en las heridas que tenía – Tú, ¿estás bien?

 

-          Sí, yo… estoy bien, él… - añadió afligido, volviendo a sentarse en su sitio, ocultando el rostro entre sus manos lastimadas - ¡Maldición no usaba el cinturón de seguridad Jjong…! Él, él salió por el parabrisas… cuando desperté, cuando reaccioné no lo vi a mi lado y, y… y estaba afuera, en la calle, inconsciente… estaba inconsciente… - lloriqueó.

 

-          ¡Dios, Minho…!

 

-          ¡Le he dicho tantas veces que use el cinturón y él… él no…!

 

-          ¡Ya, cálmate! – su brazo envolviendo el hombro del moreno, dejando que éste apoyase su cabeza en su hombro, buscando el consuelo que parecía necesitar en ese momento – No desesperes, debes mantener la calma, él te necesita ahora, debes estar bien para cuando despierte…

 

-          No quiero que nada malo le pase, lo necesito conmigo Jjong, sabes que yo sin él… sin él, yo… yo no soy nada, yo sin él no vivo…

 

-          Lo sé amigo, lo sé…

 

 

¿Por qué…? ¿Por qué siento mi cuerpo tan liviano, tan… volátil? En un punto de esta irrealidad en la que me encuentro, siento que vuelo, más bien, que estoy flotando; como una pluma, como una hoja que se la lleva el viento, como un copo de nieve que cae del cielo y encuentra en el suelo su muerte…

 

La sala permanece tibia y acogedora. Una par de personas van y vienen, siempre las mismas; ya a estas alturas sabe incluso el nombre de algunas de las que ahí trabajan. Cada vez que siente que un par de puertas se abren, gira el rostro ya con menos ánimo de lo que antes lo hacía. Ahora solo mira de reojo y voltea el rostro hacia la ventana en donde está de pie, permitiendo que se pierda ahí el halo de su aliento. A pesar de que el lugar está cálido, afuera el invierno no da tregua. El vidrio está cristalizado por el frío y por entre la espesa neblina que cubre la ciudad, presiente que un nuevo nevazón se hará presente.

Tal como aquel día.

 

Han pasado más de dos semanas y Minho sigue ahí, como cada día, como cada noche. Tan solo se ha ido a por una ducha y cambios de ropa, pero siempre vuelve. Ya no recuerda cuándo fue la última vez que durmió en su cama, ya ni sabe lo cómodo que debe sentirse y tan solo cree que un par de sillas plásticas son igual de cómodas que el suelo de la sala de espera, en donde pasa sus noches esperando por el momento en que le digan que ya todo está bien, en donde no hay más que tener.

Ya no sabe en qué quedó su trabajo. Tampoco recuerda cuándo tuvo su última comida en casa ni cuándo fue la última vez que tomó café de un vaso que no fuese aquel plástico que ahora sostiene en sus manos.

La calidez del contenido lo mantiene abrigado, el aroma lo mantiene despierto y el hecho de que lo pueda sostener entre sus manos, le hace saber que está vivo, que no está soñando y que aquello que está viviendo es real.

Demasiado real para su gusto.

 

-          Minho…

 

El moreno voltea cuando siente que llaman su nombre. Se despega de la ventana y frente a él la ve. La mujer se acerca a él aún con su abrigo y guantes puestos: tiene el rostro pálido y las mejillas sonrojadas por el frío que supone hace afuera.

 

-          Sra. Lee…

 

-          Minho querido, ¿sigues acá? – su abrazo no se hace esperar, ni menos las manos de la mujer sobre sus mejillas, acariciándolo suavemente y arreglándole el flequillo de su ya, demasiado largo cabello – Pensé que te habías ido a casa, debes dormir algo…

 

-          No tengo sueño – responde mostrándole el café en sus manos con una tímida sonrisa – sé cómo mantenerme despierto…

 

-          No quiero que enfermes, beber demasiado café hace mal querido, ven, deja que te compre un té de hierbas…

 

La mujer no le da chance de negarse y tan solo se sienta, viendo cómo ésta se deshacía de su abrigo de piel y de sus guantes, para luego dirigirse a la máquina expendedora. Un par de monedas bastan y luego la ve ir hacia él con un nuevo vaso humeante.

 

-          Ten, te hará bien… - le dice entregándoselo para sentarse junto a él, con el bolso de marca sobre su regazo.

 

Y permanecen ahí. Minho no bebe de su té y la mujer tampoco le obliga a hacerlo, es, casi como si todo fuera parte una rutina que debe hacerse para poder lidiar con los tiempos muertos y la angustiante espera que para ambos ya se está extendiendo de un modo insoportable.

Ambos sentados, ambos en silencio, ambos con muchas cosas dentro de sí mismos, pero sin las palabras precisas para poder decir aquellas cosas. No hay rencores, no hay culpas, no hay llantos desesperados ni rabia. Aquello ya pasó. El momento en el que ahora se encuentran, solo está dirigido hacia un mismo objetivo, hacia la única cosa que les puede hacer devolver lo perdido hace días atrás…

 

-          ¿Ustedes son los familiares de Lee Taemin?

 

Una voz femenina los distrae del ensimismamiento y ambos la miran frente a ellos. Minho se incorpora rápidamente cuando reconoce a la chica; ella lleva el mismo tiempo que él en el lugar, la ha visto rondando el sitio y sabe que es ella quien puede darle la información que necesita saber para estar tranquilo.

 

-          Sí, nosotros somos… yo, yo soy su

 

-          ¡Yo soy su madre! – le interrumpe la mujer, parándose casi frente a él y tomando las manos de la enfermera entre las suyas - ¡Dígame cómo está mi hijo! ¿Ya despertó? ¡¿Está bien?!

 

-          Calma… - añadió sonriéndole - Él ya despertó y está bien…

 

-          ¡Gracias a Dios! – susurró la mujer soltando un largo aliento de alivio e intercambiando una mirada esperanzadora con el moreno - ¿Y… podremos entrar a verlo?

 

-          Primero deben acompañarme, el doctor a cargo quiere hablar con los familiares del joven Lee…

 

-          Sí claro, por supuesto…

 

-          Síganme por aquí

 

Minho esperó a que la madre del castaño tomara sus cosas y juntos se encaminaron tras la enfermera hacia un pasillo contiguo a la sala de espera. Avanzaron un par de metros y se detuvieron cuando la chica lo hizo. Esperaron a que abriera la puerta y le diera el permiso para entrar. Del otro lado, un hombre de mediana edad se incorporó de su escritorio y les fue a recibir con una cálida sonrisa.

 

-          Usted debe ser la madre de Taemin

 

-          Sí, lo soy, un gusto doctor…

 

-          Lee Jinki, el placer es mío – añadió estrechando luego la mano del moreno – Pasen, tomen asiento… gracias Sunny – continuó mirando a la enfermera que se iba, esperando a que quedaran solos en el lugar – Es un placer poder al fin recibirlos, mejor tarde que nunca, ¿cierto?

 

-          Sí doctor… - la sonrisa de la mujer no se hizo esperar ante el comentario del médico; sabía que estaba creando un ambiente distendido entre todos – Ya no veía la hora de poder ver a mi hijo, estos días… han sido horribles

 

-          Lo sé, créame que para nosotros ha sido igual, es difícil ver situaciones así cuando hay personas tan jóvenes involucradas, además de sus familias… - acotó sonriendo nuevamente mirando esta vez a Minho – Yo… yo lamento lo que les pasó, lo siento mucho…

 

-          Gracias… - la respuesta vacía y llena de culpas del moreno no se deja esperar.

 

-          Y bueno… los he llamado porque hay unas cosas que deben saber respecto a la evolución de Taemin… - dijo buscando sobre su escritorio un sobre blanco, del cual sacó un par de radiografías, exponiéndolas sobre una mampara de luz en la pared – Esto que ven es un escáner cerebral de Taemin, las zonas en blanco con el tejido sano, las zonas negras de aquí y acá – añadió apuntando las láminas – son normales, pero esto, esto es lo que ahora me preocupa…

 

-          ¿Qué, qué es? – preguntó Minho.

 

-          Es una pequeña lesión, aún no está completamente sana a causa del golpe con el parabrisas, pero eso no implica mayores riesgos en las funciones cerebrales de Taemin, de eso no hay que preocuparse… - continuo notando cómo la preocupación abandonaba las miradas de Minho y de la madre del chico – Motrizmente no tendrá secuelas, y eso en este caso en donde fue un gran impacto, es casi un milagro… pero neurológicamente, me temo que los resultados no son tan optimistas…

 

-          ¿Q-qué quiere decir con eso doctor? – habló la mujer, acomodándose en su sitio – Mi hijo, él…

 

-          Es probable que Taemin tengo conflictos cerebrales que gatillen algún vacío en su persona…

 

-          No, me temo que no lo entiendo doctor…

 

-          El golpe en su cabeza mantuvo su cerebro inflamado ocasionando una opresión de éste con el cráneo y una pérdida de oxígeno importante… - relató dejando de lado las radiografías y centrándose en gran una explicación que resultara satisfactoria – Será necesario una terapia física para chequear reacciones motrices, pero también ustedes como su familia deben hacer la parte importante…

 

-          Siento que no lo comprendo doctor, si dice que Taemin está bien, entonces ¿por qué nosotros seremos importantes en su recuperación? – preguntó Minho - ¿Eso no lo harán con la terapia física?

 

-          Es probable, muy probable que tenga una pérdida de memoria autobiográfica…

 

-          ¿Cómo…? – musitó la mujer.

 

-          Taemin presenta ausencia de recuerdos a largo plazo y los trastornos de personalidad serán una secuela evidente…

 

-          Yo… no logro entender bien… - habló el moreno.

 

-          Taemin tiene pérdida de memoria, presenta desorientación temporal, carencia de sensibilidad emocional, no parece saber quién es y tampoco en dónde está – dijo el médico - En palabras simples, Taemin siente que se durmió siendo un niño y despertó convertido en hombre, él… él no sabe nada de su vida, ni lo que ha hecho ni cómo llegó hasta aquí…

 

-          ¡Mi Dios! Mi hijo…

 

El sollozo de la madre del castaño no se deja esperar, su cuerpo parece desplomarse y Minho se acerca para poder contenerla sobre su hombro.

 

-          ¿Quiere decir que tiene amnesia? – pregunto el moreno.

 

-          No, no es amnesia… es solo, una sumisión de parte de su vida, como si lo olvidase… - explicó usando un tono de voz que fuese alentador – Es como si esas cosas que Taemin no recuerda permanecieran es un estado de letargo, dormidas… por eso es importante el apoyo de la familia en su recuperación, si ustedes le acompañan y lo guían es muy probable que él vuelva a recordar todo y pueda retomar su vida normal, tal como si nunca la hubiese olvidado…

 

-          Entonces, ¿él volverá a ser el mismo de antes?

 

-          Sí… yo, yo he visto muchos casos en que es así – afirmó positivo.

 

-          Y ¿si este no es uno de esos casos, qué pasará? – dijo Minho.

 

-          Bueno, si eso ocurre, me temo no habrá mucho por hacer…

 

Dos semanas y cuatro días. Dos semanas, cuatro días y 432 horas de espera para esto. Solo eso fue suficiente para hacer que Taemin olvidase parte de su vida. Aquello podrían ser días olvidados, semanas, meses o incluso años completos sin saber qué fue de él, qué hizo en ese tiempo. Tal vez ese no era el peor temor que Minho sentía en su interior, ¿Qué pasaba si Taemin en la búsqueda de su vida perdida, se asustaba de las cosas que pudiese redescubrir? ¿Qué pasaba si no le agradaba lo que fue de él hasta ese, su presente? ¿Qué iba a suceder si no las aceptaba las cosas que hubo vivido si… las negaba y huía de ellas? En ese momento una sola persona cruzó su mente y su corazón se oprimió dolorosamente en su pecho, angustiándolo.

Casi automáticamente siente la mano de la mujer tomar la suya izquierda, apretándola como si estuviera intuyendo aquello que comenzaba a asustarle, dándole la fuerza que sabía que ambos iban a necesitar desde ahora en adelante.

 

-          Qué, ¿qué debemos hacer doctor? – habló la madre del castaño, ayudando a Minho en ese mutismo en el que se sumergió preso del miedo que sentía.

 

-          Deben estar con él, deben mostrarle la vida que tenía antes del accidente, enseñarle cómo vivía, deben ayudarlo a que recupere su cotidianeidad – señaló notando el optimismo en los ojos de la mujer – Sería bueno que se familiarizase nuevamente con su casa, todo con calma, deben saber que quizás los resultados serán lentos, las secuelas cerebrales llevan tiempo en ser sanados…

 

-          Entonces, eso quiere decir, ¿qué debe volver a casa, conmigo?

 

-          Si él vivía contigo, sí, ese es un buen comienzo…

 

La expresión en el rostro del doctor se ve aplacada en cuanto ve a Minho incorporarse violentamente de su silla, apartándose un par de metros para cubrir su cara con ambas manos, soltando respiros reprimidos, como, como si estuviese sufriendo.

 

-          Minho querido… - la mujer yendo a él.

 

-          No puedo, Sra. Lee, él no puede volver a casa, no con ella… - suspiró nuevamente.

 

-          ¿Está todo bien? – preguntó Jinki.

 

-          Sí, tan solo… lo lamento doctor – se disculpó la mujer – Minho, mírame… Minho – insistió – Podemos hacerlo, Taemin debe recuperar su vida…

 

-          Sra. Lee…

 

-          Estará bien, ya ha estado este tiempo en mi casa, solo prolongaremos su visita hasta que Taemin se recupere, ¿está bien? – le dijo tomando las manos del moreno entre las suyas – Tomémonos las cosas con calma, ¿sí? Primero es la salud de Taemin, después… después iremos atando los cabos sueltos en su memoria…

 

-          Minho, la Sra. Lee tiene razón, no tienes que asustarte, Taemin estará bien mientras tú le guíes en recuperar su vida…

 

-          Puedes hacerlo cariño, sé que puedes…

 

 

Acaso, ¿acaso estoy volando otra vez? Mi mente parece girar en círculos constantemente. Me siento cansado, mareado y débil… pero, ¿qué es esto? ¿Qué es esta sensación que me toma y me infunde un sofocante calor dentro, en mi pecho?

Es extraño pero familiar, es desconocido pero por alguna razón siento que necesito de esto…

 

Taemin… ¿Tae…? ¿Taemin, estás despierto?

 

En control que parecía perdido sobre su propio cuerpo, comenzó a regresar a él. Una especie de golpe eléctrico lo estremeció haciéndolo consciente de que estaba moviendo sus dedos.

 

Soy… ese soy yo ¿Por qué… por qué mi cuerpo se siente tan, pesado?

 

-          ¿Taemin…? – esa voz de nuevo, femenina, insegura y preocupada - ¿Tae?

 

Un hormigueo lo recorrió por completo, desde los dedos de sus pies, viajando por sus piernas, sus muslos, su torso, sus brazos, su cara, hasta la última hebra de su cabello, estremeciéndolo. Sintió sus poros despertar dándole un escalofrío que lo puso nervioso y le obligó a abrir los ojos que pensó tenía cerrados demasiado tiempo.

La línea de pestañas se disipó lentamente, acostumbrándose a la luz que había en el lugar. Rápidamente llevó una mano hasta su cara, dándose algo de sombra y protegiendo sus ojos que parecían arder con la claridad del sitio. Despegó sus párpados, abriéndolos lentamente encontrando su mirada con las personas que había ahí.

 

Ella… mamá

 

Por un momento ignoró que estaba solo, concentrándose solo en que estaba recostado sobre una cama, con la ropa hasta su cintura. Se miró y vio que traía una bata blanca. Observó sus manos y las vio pálidas, con un par de agujas en una de ellas. Giró su rostro y siguió el camino de éstas, que terminaban en una bolsa colgada sobre su cabeza con un líquido transparente que goteaba lentamente, y en un monitor que llevaba un registro de lo que parecían ser sus signos vitales.

Volvió la mirada hacia su lado justo cuando sintió la mano de aquella mujer posarse tímidamente sobre la de él. Frunció el ceño al ver el rostro compasivo de ella, quien lo miraba con, ¿lastima?, no pudo descifrarlo con certeza.

Taemin movió su cuerpo incómodo, observando a una chica rubia parada justo al final de la cama, dando un par de anotaciones en una libreta y a otra persona más de pie en el otro lado de ésta. Lentamente se incorporó, sentándose en ésta.

 

-          Tae… - le llamaron.

 

Giró la cabeza y reencontró su mirada con aquel hombre junto a él.

 

-          Taemin, ¿estás bien…? – le preguntó algo distante - ¿Cómo, te sientes?

 

Taemin… soy yo, ese es mi nombre, lo sé

 

-          Bien… cansado, supongo… - añadió mirándolo con recelo. Él, ese hombre, había algo en él que lo confundía y asustaba al mismo tiempo, pero no sabía qué era aquello - ¿Dónde, dónde estoy?

 

-          Estás en el hospital hijo… - la voz de la mujer lo distrajo nuevamente, volteándose a mirarla mientras notaba otra vez, ese dejo de tristeza en su rostro.

 

-          ¿Por… por qué estoy aquí mamá?

 

-          Tuviste un accidente… - otra vez ese hombre le hablaba, ahora con algo de miedo, podía sentirlo en el tono de su voz – Te golpeaste la cabeza…

 

¿Un… accidente? Pensó mientras que es un acto reflejo llevaba una de sus manos hasta su frente, sintiendo la tela del vendaje que la cubría.

 

-          Pensamos que no despertarías nunca Tae… - añadió la mujer, acariciando tiernamente su mejilla izquierda – Estábamos preocupados por ti… me alegra que ya estés mejor

 

-          Yo… sí – titubeó – Supongo que yo también lo estoy… - mintió – Tú… ¿Cuánto dormí? Desperté pero estaba cansado y, y me dormí de nuevo…

 

-          Solo un par de horas… pero estuviste dos semanas inconsciente

 

Las miradas de todos se centraron en el dueño de aquella sutil voz que entraba en el cuarto. Jinki pasó junto a Minho que permanecía de pie junto a la cama, manteniendo una distancia y, se aproximó al castaño.

 

-          Soy Lee Jinki, tu médico… - sonrió cálidamente – Sunny tu enfermera – dijo señalando a la chica de pie a los pies de la cama – me avisó que habías despertado brevemente, te hicimos un par de exámenes y me alegra saber que ya estás mejor Taemin…

 

-          ¿Yo…? ¿Lo estoy…? – preguntó – Me siento… me siento, perdido…

 

-          Eso es normal, el golpe que te diste no fue menor, por lo que debes descansar, ya en un par de horas podrás volver a casa… - continuó chequeando los reflejos en sus ojos con una pequeña linterna – Parece estar todo en orden, solo descansa mientras tramito tu alta y puedas volver a casa, ¿está bien?

 

-          Sí, su-supongo…

 

Los presentes vieron cómo Jinki y la enfermera se retiraban del lugar, dejándolos solos. Taemin se recostó nuevamente en la cama, mientras un extraño silencio los envolvía.

 

-          Taemin, hijo, ¿te sientes bien…?

 

-          Mamá, ¿dónde está Na Eun? – preguntó mirándola, notando cómo ella alzaba su vista hacia el moreno – Minho, ¿la has visto? Recuerdo, recuerdo que íbamos a tener una cita y luego… esto, es, es todo muy confuso…

 

¿Una cita? ¿Es acaso esto una broma…? ¿Tanto… tanto había olvidado?

 

-          ¿Minho…? – insistió.

 

-          Tae… Na Eun no está aquí, ella hace tres años que se fue de Corea, ahora vive en Londres… - confesó al fin – Lo lamento…

 

-          ¿Cómo…? ¿Quieres, quieres decir que esa cita, nunca ocurrió?

 

-          Sí, sí pasó, pero hace más de tres años atrás… - añadió tratando de relatarle aquel hecho lo menos dolorosamente posible.

 

-          ¡Dios! – un suspiró abandonó sus labios, sintiéndose decepcionado – Ella, ¿acaso nosotros…?

 

-          Se acabó hace mucho…

 

Minho vio cómo Taemin cubría su rostro con el antebrazo, perdiéndose quizás quién sabe en qué cosas estaba pensando y sintiendo, después de todo, no era fácil tener que decirle que aquella prometedora relación que hubo mantenido con Na Eun estando en la Universidad, había acabado por motivos que probablemente eran demasiado difíciles de explicar en el estado de salud actual en el que se encontraba Taemin.

 

-          Hijo, no te sientas triste… - habló la mujer acariciándole una de sus mejillas – Tu relación con Na Eun terminó en buenos términos, creo que incluso ahora se mantienen en contacto…

 

-          No es eso, no… no siento tristeza – admitió mirándola – Es solo que estar así, me siento como si no fuera yo… ¿tanto olvidé? Mamá, ¿qué ha sido de mi este tiempo? ¿Por qué, porqué tuve que olvidar tanto?

 

-          Hijo, eso no es importante ahora, lo que sí lo es, es que te recuperes y vuelvas a casa, ya verás que con Minho y tus amigos, podrás recordarlo todo… - sonrió.

 

-          ¿Volveremos al departamento? – habló mirando al moreno sentado a su lado.

 

-          Tae, el departamento ya no está, dejamos de vivir en él al salir de la universidad – confesó en una sonrisa tímida, después de todo, había ciertas cosas que sería agradable revivir con él – Ahora tenemos una casa, digo, tengo… vivimos juntos hace cuatro años…

 

-          ¡Cuatro años! – resopló - ¡En una casa! ¡Mierda, yo en verdad amaba ese departamento! – bufó fingiendo aflicción, haciendo reír a su madre y a su amigo – Bueno… supongo que, tenemos una buena vida, ¿cierto?

 

-          Sip… yo diría que, una vida perfecta – añadió mirando a la madre del chico.

 

-          Gracias Minho – dijo luego – No esperaba nada menos de ti, me alegra estar viviendo con mi mejor amigo…

 

Mejor amigo…

 

 

Las luces de los postes pasaban acorde el vehículo avanzaba por la calle. Uno, dos, tres, cuatro e infinitos destellos de luz se mezclaban con las luces de la ciudad y las estrellas en el cielo.

Desde que habían salido del hospital hace unos veinte minutos atrás cuando terminaron de ordenar sus cosas y le dieron de alta, Taemin iba recostado en el asiento del copiloto, con la frente apoyada en el vidrio y la mirada perdida.

Un destello y un dolor que le hizo cerrar los ojos de golpe.

Otro foco y un nuevo destello acompañado de una punzada aguda en su aún lastimada cabeza, que logró llamar la atención de Minho, quien volteó a mirarlo cuando lo sintió quejarse.

 

-          Tae, ¿estás bien? – preguntó preocupado - ¿Te duele algo?

 

-          La, la cabeza… - respondió recostándose en el asiento – Las luces, son, fuertes…

 

-          ¿Quieres que regrese al hospital? Podemos decirle a Jinki que te de algún medicamento para el dolor… - sugirió.

 

-          No, no quiero otro más, creo que con los que me dio tengo suplementos hasta por si me duelen las pestañas – dijo restándole importancia al asunto – Es solo un dolor suave, ya se pasará, no te preocupes

 

-          ¿Estás seguro?

 

-          Sí, por ahora solo quiero regresar a casa…

 

El moreno miró por última vez el perfil somnoliento de Taemin, quien parecía apretar los ojos para retener el dolor. Era obvio que no quería preocuparle, ni tampoco volver al hospital, por lo que prefirió dejarlo que durmiera el trayecto que restase para llegar a casa a ver si eso ayudaba a que aminorara sus malestares.

 

Un destello… un solo destello y sé que estoy nuevamente aquí: a mí alrededor todo es oscuro, estoy como siempre, en un cuarto oscuro. No hay luz, no hay nada, solo un resplandor frente a mí y el aliento de alguien que me persigue y se pierde en la piel de mi cuello. Pero no me volteo, después de todo estoy solo… solo

Yo y ese destello… pero nada más

 

-          ¿Tae…? Tae despierta, ya llegamos…

 

La silueta borrosa frente a él se disipa y aclara a medida que abre sus ojos. No supo en qué momento se había quedado dormido, solo que aquel sueño volvía a repetirse como tiempo atrás, ¿acaso sería así cada vez que durmiese? Probablemente.

 

-          ¿Llegamos? – preguntó dejándose ayudar para descender del auto - ¿Estamos en casa?

 

-          Si, espero te guste…

 

 

Minho le vio observar su entorno y cómo sus ojos parecían resplandecer en un brillo peculiar, justo cuando llevaba las manos a su boca, conteniendo en ellas un grito de asombro.

 

-          ¡Minho! ¡¿Es broma?! – exclamó adelantándose por el patio delantero y caminando por el trazado de pierdas que lo conducían a la puerta de la casa estilo americana - ¡¿En serio vivimos aquí?! ¡¿Esto es cierto?!

 

-          Si… - dijo encantándose nuevamente de aquella reacción – No es broma Tae, esta es nuestra casa…

 

-          ¡Por la mierda, siempre quise vivir aquí! ¡Siempre quise una casa como esta! – su mirada parecía estar absorbiendo cada detalle: las flores en el jardín, el caminito de piedras cruzando el césped y la pequeña pileta en medio de éste, la escalera hasta la puerta blanca y con el vitral de diseño, además de un balcón en el segundo piso con muros de piedra en la parte frontal y pequeñas lámparas iluminándola - ¡Es hermosa! ¡La amo, me encanta, Minho, ¿cómo podemos vivir aquí?! Este lugar, debió ser carísima…

 

-          Mmm, no negaré que no fue barata, pero ambos la estamos pagando, así que no tiene nada de malo vivir aquí… - admitió notando que el exceso de felicidad parecía haber alejado los dolores que Taemin sufría - ¿Te… gusta?

 

-          Me encanta Minho, me gusta muchísimo… - suspiró mirándola nuevamente - ¿Y…? ¡Qué esperas, abre la puerta, no puedo esperar a ver el interior!

 

El moreno solo rio al ver a Taemin dar pequeños saltitos mientras aplaudía emocionado esperando por el momento de conocer la casa por dentro, y, cuando eso ocurrió, su reacción fue una imagen vívida de aquella primera vez que pusieron un pie en aquel lugar.

Los ojos del castaño destellaban en pequeños brillos mientras entraba: el piso de madera vitrificada brillaba a sus pies, las paredes pintadas en colores pasteles y uno que otro muro rojo para hacer un perfecto contraste, las cortinas de tul blancas, los muebles rústicos, los cuadros, las lámparas de cristal de la sala y el sillón de cuero. La chimenea de piedra negra que parecía llevar mucho tiempo apagada, la mesa para ocho personas en el comedor, los estantes llenos de libros en la pequeña oficina que parecía ser de Minho. Y luego la cocina; pulcra y perfecta, con mesones de mármol negro, una encimera y electrodomésticos a tono, además del refrigerador oculto tras puertas de madera que se mimetizaban con el resto de los muebles que ahí habían.

El segundo piso no era menos, la escalera alfombrada y el barandal de madera blanca, combinaba perfectamente con el resto de la casa. A medida que Taemin avanzaba siendo seguido en todo momento por Minho, su rostro denotaba más el hecho de que le gustaba todo lo que veía en aquel reconocimiento. Al llegar a la planta superior, vio una pequeña sala de estar decorada sutilmente con un par de sillones y una televisión de plasma. El castaño se acercó a los ventanales y vio el balcón del otro lado. Caminó pues hacia el pasillo y al abrir la primera puerta vio otra oficina que dedujo era también de Minho. Frente a ésta había una sala amplia rodeada de espejos que llamaron su atención.

 

-          ¿Y esto…? – preguntó adentrándose en el lugar, dejando que su reflejo se perdiera en los espejos.

 

-          Es tu cuarto favorito… aquí pasas la mayor parte del día – añadió Minho.

 

-          ¿En serio? ¿Y qué hago aquí?

 

-          Bueno, bailas…

 

-          ¡¿Bailo?! – exclamó sin ocultar su asombro.

 

-          La oficina del frente es tuya, ahí creas las coreografías y acá las ensayas…

 

-          No entiendo… Yo, ¿por qué bailaría si soy abogado? – dijo confundido – No tiene sentido…

 

-          Tae, nunca estudiaste leyes… - habló acercándosele – Más bien lo hiciste como dos meses y te diste cuenta que no era lo tuyo, así que estudiaste danza y eso es a lo que te dedicas…

 

-          Danza… - suspiró derrotado – Yo, un bailarín… - bufó con pesadumbres - ¿Papá quiso matarme cierto? Por cambiar de carrera…

 

-          No lo voy a negar, fue una buena pelea… - rio rememorando aquella ocasión hace tantos años atrás – Pero después te dio su apoyo, en el fondo él sabía que las leyes no eran lo tuyo y que tú solo querías complacerlo a él…

 

-          Y, ¿Soy bueno? – preguntó tentando su suerte con la respuesta que esperaba.

 

-          Eres… increíble – confesó arrepintiéndose de que quizás el tono de su voz decía mucho – Tienes un estudio en Gangnam y es el más popular…

 

-          ¡¿En Gangnam?! – repitió sorprendido - ¡Entonces no soy increíble, soy jodidamente perfecto!

 

-          Si claro…

 

Taemin vio cómo Minho dejaba el cuarto entre risas. A pesar de su reciente incidente, el estar ahora viviendo con él, parecía ser lo único de lo que nunca tuvo dudas; siempre habían sido buenos amigos, siempre juntos en todo desde la secundaria y ahora cuando ya eran adultos, no podía ser menos que Minho no fuera parte de su vida.

 

-          Este es tu cuarto… - le habló abriéndole una puerta y haciéndole pasar – Tu clóset está allá y bueno, lamento que no tengas baño privado…

 

-          Es lindo, muy cómodo… - añadió mirando los muros en tonos pasteles, un par de cuadros con fotografías de él bailando pendían de éstos por sobre la cama, las cortinas blancas, un pequeño tocador y la cama de dos cuerpos con el edredón azul en medio del lugar - ¿Y tu cuarto, cuál es?

 

-          El de allá… - apuntó a la puerta que estaba frente a la de su cuarto y junto a la del baño.

 

-          ¿Y tú, tienes baño en tu dormitorio?

 

-          ¡Pues claro!

 

-          ¡Hey, no es justo! ¿Por qué yo no tengo el dormitorio con baño privado?

 

-          Fácil… porque yo pago más de la mitad del valor de la casa, pago los gastos de luz, agua, gas, electricidad y además pago tú vehículo… - respondió cruzándose de brazos al ver el “puchero” que Taemin estaba usando en su contra – De hecho gasto demasiado dinero en nosotros…

 

-          ¿Tengo vehículo?

 

-          Si…

 

-          ¡No me digas que tengo el jeep Porsche que me gustaba cuando estábamos en la universidad!

 

Maldito arrogante

 

-          Lamento informarte que tienes un módico Volvo…

 

-          Un Volvo… - reiteró haciendo una mueca - ¿Tengo un auto de mujer? ¡Minho, ¿cómo pudiste comprarme un auto así?!

 

-          Tú lo quisiste… - dijo riendo - ¡Dios, si vieras tu cara ahora!

 

-          ¡Debí estar loco cuando te permití comprarme un Volvo! ¡Odio los Volvo y lo sabes! – añadió dando golpes en el pecho del moreno, quien no paraba de reír - ¡¿Y por qué mierda me compraste un auto de todos modos?!

 

¿Por qué…?

 

-          Porque… - dudó – Porque nunca te hice ningún regalo y te habías graduado con honores, y bueno, pensé, pensé que te lo merecías… eso es todo…

 

-          Compraste la casa, me compras un auto, cubres los gastos… - enumeró pensativo - ¿Hay algo que yo haga? O más bien, ¿algo que pague?

 

-          Tienes tu estudio de danza invertiste mucho dinero en él, sueles comprar la comida, cocinar y hacerte cargo de la casa si es que a eso te refieres…

 

-          ¡Parezco una maldita esposa!

 

Una maldita esposa…

 

-          Tae, no lo pienses así, yo puedo lidiar con más gastos, eso es todo… ahora si quieres aportar en algo más no me molesta, de todos modos quiero cambiar mi auto… - comentó restándole importancia a las palabras que le hubo dicho Taemin.

 

-          Dime una cosa… ¿A qué te dedicas?

 

-          Soy abogado

 

-          ¿Cuánto ganas?

 

-          Lo suficiente para mantener a una familia de tres personas y potencialmente a una de seis…

 

-          ¿A nombre de quién está la casa?

 

-          Tuyo…

 

-          ¿Y el estudio de danza?

 

-          Tuyo…

 

-          ¿Y mi auto?

 

-          Tuyo…

 

-          ¿Y el tuyo?

 

-          Al mío por supuesto…

 

-          ¿Qué más posees como patrimonio?

 

-          Un estudio de abogados, tres departamentos y una casa en Jeju…

 

-          Ya veo… eres adinerado – acotó pensativo – Y para tener una casa en Jeju, tienes mucho dinero…

 

-          También tengo una lancha…

 

-          ¡¿En serio?!

 

-          Sip, tú me convenciste de comprarla…

 

-          Vaya… ¿te convenzo de muchas cosas?

 

-          Varias, en realidad tienes un poder de convencimiento que me asusta, y de paso hace temblar mis tarjetas de crédito…

 

-          ¡Ah no te quejes si para eso tienes dinero!

 

-          Y eso es lo que siempre dices… - rio viendo la expresión avergonzada de Taemin.

 

-          Lo siento…

 

-          No te preocupes, está bien, puedo pagar por esas cosas…

 

-          Y bueno… ¿qué auto tienes? – preguntó haciendo que Minho intuyera que aquella pregunta era la que estaba tratando de hacer hace un rato luego de saber que su auto no era el que esperaba tener.

 

-          Un Maserati MC Stradale…

 

-          ¡Te odio, te odio, te odio!

 

-          ¡Ya, no me golpees, me duele!

 

-          ¡No es justo, ¿por qué tú tienes un auto tan genial?!

 

-          Bueno, porque… puedo pagarlo – dijo riendo mientras se alejaba hasta la puerta de su habitación, dejando al castaño en medio del pasillo con su pataleta infantil – Ya deja de llorar y ve a dormir, debes descansar, no quiero llevarte de regreso al hospital, buenas noches Taemin…

 

-          ¿Minho?

 

-          ¿Sí?

 

-          Esa puerta… - habló apuntando al final del pasillo - ¿Qué hay detrás de esa puerta? No recuerdo que me hayas mostrado ese cuarto

 

-          No lo hice, es solo una bodega, no tiene importancia – respondió sonriéndole – Ve a dormir Taemin, si necesitas algo puedes venir a despertarme

 

-          Está bien…

 

-          Descansa

 

-          Tú también – acotó devolviéndose a su cuarto - ¿Minho?

 

-          ¿Sí…?

 

-          Me alegro de estar viviendo contigo…

 

-          Yo también Taemin, me alegra que ya estés de regreso en casa…

 

-          Buenas noches y que duermas bien…

 

-          Buenas noches

 

Minho esperó a que el castaño cerrase la puerta de su habitación antes de hacer lo mismo con la suya propia. Y una vez dentro de la soledad de su cuarto, apoyó la cabeza en la puerta, cerrando los ojos y soltando un hondo suspiro al mismo tiempo en que se abocaba en tocar el dedo de su mano cada vez que se sentía nervioso.

Habían sido muchas las cosas que habían pasado en esas semanas sin Taemin. Muchos cambios que tuvieron que hacer para que él pudiese estar acompañándolo cada día en el hospital. Tuvo que dejar su trabajo momentáneamente, a sus amistades y parte de su familia por dedicarse a cuidar al castaño mientras estaba inconsciente. Y, ahora que al fin lo tenía en casa, no podía sentirse más aliviado, sino que al contrario, una angustia oprimía su corazón al saber que en aquella casa había algo que faltaba y que era lo que le daba la magia a vivir ahí.

 

Estará bien, no tienes nada de qué preocuparte

Le prometo que haré que recuerde todo para que vuelva a casa, yo… no creo poder soportar el que no esté en casa

Minho querido, podrás venir cuando quieras, estará feliz de verte: puedes venir por las mañanas y luego del trabajo, verás que no tienes nada qué temer…

Solo quisiera que no le haya pasado esto a Taemin, yo… lo lamento mucho

Y yo, pero no podemos hacer nada ahora, solo ayudarlo a que recupere su vida normal y para eso por el momento solo te necesita a ti, ¿está bien?

 

Aquella última conversación con la madre de Taemin se repite en su mente en la oscuridad de su habitación, mientras deja que las almohadas bajo su cabeza, se lleven parte de sus preocupaciones y al mismo tiempo en que su brazo derecho se mueve inconscientemente al lado izquierdo de su cama, el cual yace vacío y más frío que nunca.

Sus ojos se cierran lentamente, mientras su mente parece abandonarlo en el recuerdo de Taemin y la última noche que estuvieron juntos antes de…

 

…esto, ¿Qué es esto? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué mi cuerpo duele…? No puedo moverme, estoy, atrapado… es, acaso él… ¡¿MINHO?! ¡Por Dios, ¿Minho, estás bien?! No, no, esto no puede estar pasando, ¿qué ocurrió? ¿Por qué mis manos tienen sangre? ¿Y por qué Minho está allá afuera, botado en el asfalto de la calle y su asiento cubierto de sangre? ¿Qué pasó?

Luces…

Un destello…

Ruido de neumáticos abrazando el asfalto y gritos…

Y luego, nada…

 

-          ¡DIOS, MINHO! – gritó sentándose de sobresalto en la cama.

 

Aquella pesadilla y la imagen de Minho fuera del vehículo fueron suficientes para hacerle despertar de ese horrible sueño. Su cuerpo estaba cubierto de gotas perladas de sudor, sus pulmones parecían buscar el aire inexistente y su cabeza comenzaba a tener destellos de una inminente jaqueca que tarde o temprano le molestaría.

Taemin se sentó en el borde de la cama, cubriendo su cara con ambas manos para poder calmarse y borrar esas imágenes que parecían ser demasiado reales. Cuando logró recuperar el aliento, miró el reloj sobre la mesa de luz y vio de era aún de noche.

No fue hasta que un quejido de su estómago lo sacó de su aturdimiento, que logró despertar totalmente y olvidarse del motivo que hubo irrumpido su sueño. Se incorporó y caminando hacia el clóset, sacó de él una sudadera y se cubrió el torso desnudo, antes de ir hacia la puerta y salir de su cuarto.

Cruzó la pequeña distancia y abriendo su puerta, entró a la habitación del moreno.

Maldito engreído hasta tu cuarto es más grande… pensó cuando entró sigiloso mirando todo a su alrededor. La habitación era por lo menos el doble de la suya si no, el triple más amplia. Había una pequeña sala con un juego de sillones y una mesa de centro y un librero en un rincón. Una lámpara del otro costado permanecía encendida junto a un muro en donde había pequeños marcos de fotos, ahí se vio él, a Minho, la familia de ambos y lo que supuso eran amigos en común. Avanzó un poco más y abriendo la puerta frente a él, vio el imponente walking clóset con estanterías que cubrían por completo los muros de ambos costados, con ropa que supuso sería carísima: miles de trajes, pantalones, camisas, corbatas, zapatos de vestir, además de relojes, perfumes y ropa más casual.

Odio que tenga un maldito buen gusto para vestir… se dijo saliendo del lugar y abriendo la puerta que supuso sería la del baño, y no se equivocó. El propio baño era del tamaño de su dormitorio, en donde había lavabos dobles, un enorme jacuzzi, una tina y una ducha con hidromasajes.

 

-          Lo odio… - susurró entre dientes – Quizás debí ser abogado, de ser así esta habitación sería mía…

 

Salió del lugar cerrando la puerta sigilosamente para dirigirse a un costado de la cama en donde Minho parecía dormir plácidamente. Solo bastaría moverle un poco y pedirle algo de comer para así poder volver a dormir, solo sería eso. Taemin acortó la distancia y, parándose junto a la cama, le vio dormir.

Se veía, sereno pero a la vez inquieto, en calma pero como si algo le estuviese perturbando y que le hacía fruncir el ceño mientras dormía.

 

-          Serás un viejo arrugado… - susurró acercando su dedo índice hasta la frente del moreno para así disipar ese gesto.

 

Depositó entre sus cejas una sutil caricia que hizo que Minho dejara de fruncir el ceño y girara hasta quedar de costado y frente a él, con el brazo izquierdo colgando a un lado de la cama, arrojando al suelo un pequeño objeto que cayó y rebotó silenciosamente en el piso alfombrado de la habitación.

 

-          Pareces un muerto… - le habló de nuevo, tomando el brazo que pendía para poder ponerlo sobre el colchón, cuando notó algo que le llamó la atención - ¿Qué es…? – se agachó y tomó aquello que Minho había dejado caer, sosteniéndolo en sus manos para inspeccionarlo.

 

Lo tomó y girándolo vio una inscripción que le llamó la atención: Te amo, Choi Minho.

 

-          ¿Qué es esto…? – se preguntó mirando la pequeña argolla de oro entre sus dedos. Pero no fue hasta que miró la mano izquierda del moreno y vio un anillo en su dedo anular, en que sintió cómo su corazón comenzó a latir desacompasadamente y un incómodo nerviosismo de apoderó de él. Tomó la mano de Minho con cuidado de no despertarlo y quitándoselo, vio en detalle la misma argolla, un poco más grande y en su interior la inscripción que le dio respuestas a una pregunta que él ni siquiera fue capaz de hacerse a sí mismo.

 

Te amo, Lee Taemin.

 

-          ¡Dios…! – murmuró cuando el anillo que Minho había dejado caer en su dormir, calzaba perfectamente con la medida del dedo anular de su mano izquierda.

 

 

Si pudiera colocarle un nombre a esta etapa de mi vida, a este… momento que vivo y en el cual me siento perdido, le pondría vacío; sé que hay algo ahí, algo medio oculto, pero yo… yo no sé en dónde debo empezar a buscar para poder encontrarlo…

Notas finales:

Digan que les gustó :') es que me quedé hasta las 4.03 am escribiendo u,u

Solo para disipar dudas:

La casa: http://1.bp.blogspot.com/-kUvcNmGzVD0/UfrMUTaoMEI/AAAAAAAAARY/cBqCp1tIzcY/s1600/foto-de-casa-de-lujo-americana-amplia-con-cesped-podado.jpg

Auto de Taemin: http://www.auto4fans.com/wp-content/uploads/2008/07/volvo-xc60.jpg

Auto de Minho: http://www.blogcdn.com/es.autoblog.com/media/2013/03/2013-maserati-granturismo-mc-stradale.jpg

Los anillos: http://frasesparaimagenes.com/wp-content/uploads/2014/04/anillosrgollas-de-matrimonio-alianzas-aros-de-boda-oro-18kilates_MLV-O-3043089838_082012.jpg

 

Y eso... espero sus comentarios y denle amoooor

 

Nos vemos el próximo capítulo :)


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