La infancia de Kim Kibum había sido la época más bonita de su vida.
No entendía porque sus padres lo protegían mucho hasta el día en que se hizo una cicatriz en la ceja con un pedazo de maceta rota.
Ese día su vecino Kim Heechul lo había ayudado a esconderse y lo habia curado para que no lo vieran sangrando. Aunque de cualquier manera se enteraron.
Esa fue la primera vez que mentía a sus padres y hasta ahora, la única. No se permitía mentirles porque la culpa lo perseguía en forma de la cicatriz que tiene en la ceja.
Heechul era un muy buen amigo, parecía que no había diferencia de edad real entre ellos. El le explicaba a Kibum la vida con detalle, preparándolo para lo que le pudiera pasar.
Y el le enseño a ser una diva.
Kim Heechul fue la primera persona en darse cuenta de la naturaleza de Kibum, cuando éste apenas tenía 3 años. El día en que le puso un listón rojo en la cabeza y se dio cuenta de que no le molestaba. Si le hubiera hecho eso a Minho, este habría respondido a manotazos. Eso era una señal.
Aparte de Kim Heechul, Kibum sólo tenía dos amigos más.
Lee Jinki y Choi Minho, los niños de las casas que se encontraban a costados de la suya.
Le encantaba jugar con ellos, aunque Jinki era mayor, se prestaba a los juegos de los más pequeños, gastando tardes enteras jugando a policías y ladrones, a los súper héroes, a las canicas, carreras de coches, todo lo que los niños jugaban en el siglo XX.
...
Cuando cumplió 15 años, se sintió en la plenitud de su corta vida.
Era excelente en la escuela y sus compañeros lo respetaban, a lo mejor sólo para evitar los desplantes de diva, pero lo respetaban.
A los 15 años decidió mostrar su identidad por completo. Con el permiso de sus padres se pintó el cabello de rubio y con ayuda de Kim Heechul eligió su primer estuche de maquillaje. Tenía todo listo para sorprender a las personas.
—¿Porque a los 15 años? Pensé que esperarías a los 18 para decirle a tus padres.
—Ellos ya lo saben. No tiene caso ocultar algo que es evidente—. Kibum se levantó de la banca en la que estaban y siguió comprando ropa en el centro comercial en compañía de Heechul. Su primera vez eligiendo ropa.
El día de su cumpleaños se levantó temprano y se maquillo como le mostraron en la tienda.
La escuela lo tomó como algo normal.
Lo que lo hizo destacar fue el bolso rosa acompañado de su cabellera rubia con mechas rosas y azules.
...
Al llegar a casa sus padres lo tomaron con normalidad, ellos también sabían que eso era parte de Kibum desde hace mucho, así que relegaron el tema para otro momento.
Su madre le preparó su platillo favorito y se sentó a la mesa con sus padres, Heechul, Minho y Onew.
Su padre apago las luces y su madre entro con el pastel un rato después. Le cantaron feliz cumpleaños y soplo las velas. Se inclinó para morder el pastel y Minho lo empujó.
La furia retratada en sus ojos es algo que nunca va a olvidar. Una cosa más en la lista que lo iba a hacer recordar su mal comportamiento. Y su rostro, su rostro se veía horrible en esa foto, todo por hacer algo malo, golpear a Minho.
Minho se fue a su casa ya tarde y un poco golpeado, acompañado de Jinki.
Heechul estaba en la cocina con su madre. Kibum los iba a interrumpir, pero se quedo observando como parecían madre e hijo.
Y claro, escuchando la plática.
—Es increíble como haz crecido en 15 años—. La señora Kim estaba sirviendo un poco de café mientras Heechul cortaba otras dos rebanadas de pastel.
—Es más increíble cuando veo a Kibum—. Heechul sonrió. —Todavía recuerdo el día que lo encontramos—. A veces me da vergüenza verla, porque recuerdo que le dije que era una mala madre.
—No lo hiciste—. Su madre reía. —Eras un niño inocente y tierno, eso fue todo. Y me alegra, porque de no ser por ti, tal vez Kibum hubiera muerto ese día. Era tan pequeño cuando lo abandonaron...
—Si, bueno, ¿cuando le van a decir que es adoptado?
—A Los 18 años. Es lo mejor.
—Espero que lo haga, porque si no lo hace usted, lo hago yo.
—Esta bien Heechul. Se que lo harías.
Cada vez que desobedecía a sus padres pasaba algo así.
Y siempre había algo que lo hacía recordar ese momento por el resto de sus días.
Ese día le dieron un collar.
Tenía la forma de una llave.
Y tenía grabado el 24 de diciembre de 1991.
—¿Porque me lo dan? — la excusa que le dieron es que era su regalo adelantado por entrar a la preparatoria. Obviamente no lo creyó.
—Es una promesa. Cuando tengas 18 sabrás que significa.
Ya lo sabía.
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