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Valiente. por Maira

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Intercambiaron ropas en el mismo espacio dónde largos momentos antes Atsushi había estado revisando sus mapas. Al verse al espejo empotrado en la madera cuyo elaborado marco presentaba diminutas piedras preciosas, Anzi casi no se reconoció a sí mismo. El uniforme de general le sentaba bien, resaltaba las masculinas formas de su cuerpo. Las botas le calzaban a la perfección y la capa que antes había utilizado en medio de la tormenta, fue abandonada sobre el respaldo de la silla debido al calor. La gorra militar de visera con el símbolo del general Hayashi en el centro rodeado de dorados ribetes descansaba sobre su cabeza otorgándole un aire autoritario.
Había pasado un largo tiempo e incluso enviaron a un soldado a por todas sus armas para amarrárselas al cinturón. Escondió un par de puñales entre la alta caña de sus botas.

Por su parte, Yasu se había limitado a vestirse tal cuál un simple soldado. El uniforme era bastante discreto, podría pasar desapercibido con facilidad en medio de la expedición. Se divertía mucho asomándose de vez en cuando al espejo y recordando viejas épocas. No puso queja alguna al respecto. Pues a fin de cuentas sólo se trataba de ropa.
Más de una vez a lo largo de su carrera militar había mencionado que el uniforme no hacía al hombre, sino que sólo reflejaba los esfuerzos impresos y su compromiso con el ejército, con el rey. Un verdadero Capitán General nunca alardeaba acerca de su uniforme. Más que una comodidad o un beneficio, consistía en un gran honor.

-Anzi… - medio buscó exclamar Yasunori una vez que Atsushi se sentó a matar el tiempo intentando ordenar todo lo que los inútiles soldados de Miwa habían colocado tan desprolijamente dentro del pequeño baúl. Le entregó la brújula a Anzi en cuánto sus dedos se toparon con ella como si algo deseara recordarle que el castaño la necesitaría –que guapo te ves, maldita sea.

-No comiences a decir idioteces, Yasu- acotó Sakurai en cierto tono de regaño –recuerda de quién se trata.

-Solamente estaba diciéndole lo guapo que está. Míralo… imagina lo bien que le sentaría a los ánimos de uno verlo así a diario- suspiró cuándo el mayor le dirigió una severa mirada con sus oscuros ojos. Anzi simplemente se echó a reír ante la situación. Atsushi iba a decir algo más al respecto pero el único oficial asignado que aún se mantenía en pie les interrumpió anunciándoles luego del correspondiente protocolo que todos los preparativos habían finalizado.

Se apresuraron a salir a cubierta, Sakurai el último en asomarse luego de haber acabado con la perfecta organización de sus cosas. Dividieron a los hombres tal cual lo habían planeado: los arqueros destinados al Este y al centro del mapa. Los más hábiles en la lucha cuerpo a cuerpo bajo el mando de Anzi.
Ante el anuncio hubo exclamaciones de todo tipo que resonaron aquí o allí, dónde los grupos se dividían unos de los otros. Más de un soldado se quejó al respecto, evidentemente por lo bajo para no recibir un castigo. Algunos incluso señalaron al castaño embutido en el uniforme de general. Pues a nadie le parecía bien que el traidor Anzi llevara a cabo una misión de tan importante carácter. Muy a pesar de su fama como buen espadachín, buen navegante, buen líder. Sin embargo quienes se encontraran bajo su mando tendrían que obedecerle y seguirle hasta el fin del mundo en caso de ser necesario.

Partieron de inmediato hacia el comienzo de sus respectivas rutas. Los líderes a la cabeza de las grandes tropas que guardando absoluto silencio avanzaron en impecables filas de veinte hombres. Sólo sus respiraciones o el tintineo de sus armas golpear suavemente contra las del compañero a la izquierda o derecha resonaba.
En medio del ajetreo el general Yasu se colocó a organizar los arqueros que se aproximaban rápidamente hasta las posiciones que les eran indicadas. Pues no le había gustado para nada la cantidad de relieves rocosos que se alzaban sobre las laderas un par de kilómetros más adelante. Estuvo muy cerca de que un escalofrío le recorriera el cuerpo. Tal cuál había dicho Atsushi, aquel terreno conformaba un peligro potencial para quién no lo conocía.
Roca, pura roca sobresaliendo de entre la reseca tierra en la que una escasa cantidad de césped crecía. Era un clima demasiado cálido en esas épocas como para que la vegetación pudiera ser abundante. La arena de la costa cuya particular composición de pequeñas piedrecillas grises o blancas se extendía a modo de pequeñas islas hasta incalculables kilómetros más adelante. Tenía que admitirlo: a pesar de la situación, aquel era un precioso paisaje.
Infinitamente más adelante como inalcanzable se alzaba Halusta, la montaña más alta de aquel continente. La eterna cima congelada brillaba blanca bajo el sol. A los mismísimos pies de Halusta se asentaba Ponimayesh, la capital dónde el amurallado castillo del rey había sido construido.
Una vez organizadas las filas a su gusto, satisfecho se dirigió seguido de unos cuántos arqueros que le cubrirían las espaldas a la segunda o tercer fila. Tenía que procurar ver con total claridad el camino y a la vez no permitir que le descubrieran en caso de un ataque sorpresa. Terminó por ocupar un puesto al medio en la primera. La aparente tropa sin general se le hacía perfecta al imaginarla desde algún punto de vista en lo alto.

Por su parte, el general Sakurai partió sin más problemas. La tropa lo respetaba y acataba las órdenes que impartía mediante varios voceros a lo largo del amplio espectro que conformaban las filas de hombres. Había pensado en que la mejor manera de formarse era a modo de escuadras.
Se decidió por tomar un camino alejado de la costa. No quería que accidentalmente un barco o un transeúnte los avistara y los planes se echaran a perder. A su lado permanecía un soldado que se encargaba de exclusivamente transportar el pequeño baúl con sus cosas.
Estaba al tanto de lo arriesgado que podría ser tomar el camino de las fosas, sin embargo era el único medio por el cual no podrían ser fácilmente avistados en un terreno con esas características y ante semejante volumen de personas. Se dirigirían al Oeste en la ruta que considerara más conveniente. Si debía cambiar de planes en medio del avance, lo haría. Además de que las fosas presentaban un buen recurso para descansar en caso de no encontrar un pueblo en dónde parar durante las noches. Muchos de los soldados iban equipados con comida y bebida para varios días, pero si se veían en la necesidad de surtir a la tropa con los alimentos que encontraran en los diferentes asentamientos de lugareños, lo tomarían todo.
Era un viaje de muchos días a pie, un poco más largo comparado a los de las rutas que los demás habían tomado. Las raciones debían ser repartidas con criterio.

Los soldados no se encontraban en las mejores condiciones luego de la gran tormenta. Las medicinas que Yasu era capaz de preparar no podrían haber alcanzado para todos. Eran demasiados a pesar de haber quedado reducidos a la mitad de su número original. Pese a la comida, el buen clima y el poco cargado trabajo, al ver los rostros por sobre su hombro supo que muchos más continuarían muriendo. No eran máquinas tal cual su originario general a cargo los consideraba. Inclusive conociendo las atrocidades que podían llegar a cometer, aquellos no dejaban de ser hombres íntegramente de carne y hueso.

Bajaron a un terreno dónde las fosas de cuyas paredes frecuentemente sobresalían rocas filosas eran más profundas de lo que podrían aparentar vistas desde arriba. Cuándo los relieves subían, la planicie les ofrecía un tentador paisaje que se extendía hasta que en el horizonte bajo la forma de una fina línea se perdía de vista. Al cabo de unas cuantas horas, siguiendo aquel camino incluso la costa había sido dejada atrás. Ni siquiera la arena o el mar se avistaban.
La sensación era la de precipitarse lentamente hacia el interior de una espiral rocosa, aunque en realidad con sencillez seguían el relieve marcado en el mapa. Debido a que el Sol comenzaba a cambiar la posición ocultándose en la dirección hacia la que se dirigían, sus sombras se proyectaban mostrándoles el camino que continuaban siguiendo correctamente. Atsushi siempre se guiaba por las sombras cuándo carecía de brújula o simplemente le daba pereza sacarla de su bolsillo. Ese método era el que de veras nunca le había fallado.
Durante la noche, solía guiarse aunque con un poco más de desconfianza, por las estrellas. Esa era la razón por la cual durante las expediciones bajo su mando siempre prefería que los hombres descansaran durante la noche.

Cuándo la luz casi se extinguía por completo anunciando la irremediable muerte del día, a lo lejos avistaron las luces de un pueblo. Simples puntos luminosos repartidos aquí o allí, algunos agrupados en menor cantidad que otros. El templo parecía ser la construcción más grande que el lugar tenía, a pesar de tampoco ser una estructura demasiado ostentosa.
Era una zona lo suficientemente grande como para albergarlos a todos. Se aproximarían en completo silencio y el general rogó por que los imbéciles subordinados de Miwa recordaran las instrucciones que tantas horas atrás les había impartido.
El primer pueblo de la zona caería en sus manos. Sus habitantes podrían agradecer que él mismo fuera quién encabezara la misión en vez de Miwa. A pesar de seguramente no tener la mínima idea de quién era, tampoco de quién era Miwa. Ordenó desplegar los estandartes con el símbolo del rey los cuales adornarían tanto los caminos de entrada como de salida.

A pesar de ser un viaje corto a pie, un par de días o menos bastarían para llegar a su destino en el Este. Había amenazado duramente con eliminar a quienes se opusieran, no iba a ser paciente con aquellos hombres que tan mala fama poseían. Anzi quería realmente hacer las cosas bien. Si sus propios planes que de a poco hilaba y perfeccionaba dentro de su cabeza se realizaban paso a paso correctamente, podría ser capaz de salvar al menos la cabeza de Zin. Una vez todo concluido, lo ocultaría en alguna aldea cuyas probabilidades de caer en las fauces de la conquista fueran nulas o en su defecto en alguna de las numerosas islas del norte.  Un lugar agradable en dónde pudiera permanecer y el niño lograra sobrevivir, crecer. Pues había llegado a la conclusión de que a su lado, Zin sólo continuaría arriesgando su vida.
Lo amaba, no había duda alguna de eso. Pero no podía permitir que por sus propios cargos de traidor el menor estuviera expuesto a tantos peligros. Le había ayudado a escapar de las manos del monstruo Miwa, había aliviado su dolor. Sin embargo ya nada más podía hacer debido a su situación personal.

Consultó la brújula nuevamente para comprobar que iban por buen camino. Los hombres avanzaban todos al mismo paso de acuerdo con la disciplina que se les había sido impuesta. Ya nadie decía nada, nadie se quejaba. Anzi calculó que siguiendo el mismo ritmo llegarían mucho antes de que el segundo día despuntara, tardarían otro tanto más en llegar hasta la capital. Por lo que seguramente al amanecer del tercer día, justo a tiempo para recibir a la tropa de Yasunori, estarían derribando los altos y gruesos muros a fuerza de cañones y balas. Tenían que saquear todo el armamento posible de la base enemiga en la costa. Vaciar los navíos antes de incendiarlos. Era un proceso que les restaría algo de tiempo ya que primero debían deshacerse hasta del último hombre en pie. Estaba de más decir que los torpes simios de Miwa no eran muy hábiles descargando armamento.

Tal vez lo mejor sería dejar que los arqueros se encargaran de los relieves rocosos en la costa mientras que los demás lucharan por el control de los navíos anclados al muelle. Debía tener en cuenta que el enemigo probablemente también pudiera contar con muchos arqueros listos para lanzar flechas desde diferentes ángulos estratégicos. Quizá fuera útil enviar un pequeño grupo que recorriera los altos relieves para masacrarlos tanto desde arriba como desde abajo llegado el momento.
La verdad era que tenía tantas ideas y posibles combinaciones en la mente que no se podía decidir por una en particular.

El clima era insoportablemente cálido durante el día y muy frío en las noches. Permitió que los soldados descansaran un par de horas anteriores al alba, sin embargo él no pudiendo pegar un ojo. Bien el Sol comenzó a asomar tan enorme que aparentaba poder ser acariciado con las manos, emprendieron nuevamente el viaje. A lo lejos en una península, aparecía una gran mancha que probablemente estuviera conformada por las susodichas naves con las que necesitaba hacerse. El muelle parecía ser más grande de lo que había pensado, construido sobre el lateral derecho de la tierra, se extendía unos cuántos metros lejanos a ella. Afortunadamente el agua en aquella zona era calma y la corriente no les daría problemas para tomar lo que necesitaban. A último momento decidió que utilizarían el aceite destinado a las flechas de fuego para encender los navíos. Podrían hacerlos explotar de dos en dos utilizando un poco de pólvora extra.
La huida hacia la capital debía ser rápida, por un camino no convencional para evitar que al momento en que se percataran del humo proveniente de la costa, nadie les diera problemas. Colocaría a cargo a un grupo de hombres que esperaría al enviado por el enemigo en la ruta principal con el fin de eliminarlos a todos. De esa manera llegando a la capital justo a tiempo, masacrando a quienes se interpusieran, llegando a las murallas y derribándola en infinitos pedazos. Más tarde llegaría el turno de invadir el castillo, degollar al rey, los sirvientes, todo aquel que pudiera escapar hacia otras tierras en busca de ayuda.

Ese era el costado que nunca le había gustado de su estadía en el ejército. Razón por la cual inconscientemente también se hubiera hecho a un lado. Muchos inocentes morían en las guerras debido no sólo a las conquistas sino a lo que mucho después llegaba: pestes, hambre, sed, trabajos forzados.

Ojalá Zin estuviera bien. No se había despedido correctamente ya que medio tranquilizándole, había huido pidiéndole que por sobre todas las cosas no hiciera nada estúpido. No era probable que ahora siendo prisionero intentaran hacerle algo. Tampoco es que hubiera podido encerrarlo bajo unas vueltas de llave.
Quería que se cuidara. Aquel había sido su deseo para él. Lo que no sabía, era que a las pocas horas de haber partido, en la costa habían tenido problemas.

Un barco mercante tomando torpemente la ruta equivocada había alertado al ejército del rey al llegar a la península del Este, acerca de soldados desconocidos en las costas. Los mercaderes les habían descripto las naves, las velas que llevaban y los uniformes de los hombres. Por lo que claramente alarmándose, los comandantes habían enviado una tropa a través del mar a investigar. El gran navío había disparado sus cañones contra los hombres del ejército de Miwa, las seis naves y finalmente, al cabo de unos cuántos minutos los soldados del ejército contrario habían acabado con todo sin que nada pudieran hacer desde allí. En la posición en la que se encontraban, los cañones no poseían el alcance necesario para golpear al navío enemigo. Tampoco pudieron hacer gran cosa al disparar desde los barcos anclados.

Ante los primeros sonidos turbulentos, Zin se había asomado para husmear con curiosidad qué era lo que ocurría. Había estado durmiendo con el pequeño ya que no tenía nada más que hacer. Por lo que creía que todo se debía a alguna pelea entre salvajes. Era algo de esperarse.
Pero en cuánto notó el ataque por parte del gran navío que flotaba muy cerca y una bala de cañón atravesó la puerta que había cerrado bruscamente, realmente el miedo hizo total presa de su cuerpo. Tenía que llevarse a Kei de allí, corrían peligro. El niño había comenzado a berrear debido al estruendo, cubierto de pequeñas astillas de madera al atravesar una posición muy cercana a la cama.

Rápidamente lo preparó todo. Incluso metiendo entre las ropas del pequeño un poco de fruta limpia que no había tocado en toda la mañana. La misma reposaba impecable sobre una bandeja de plata. También llevó consigo un puñal de Anzi que el soldado encargado de recoger las armas había olvidado. Afuera, los cañones del ejército contrario estaban dando lugar a una masacre terrible.

Cargó a Kei entre sus brazos y salió precipitadamente, arrojándose sobre unas de las gruesas cuerdas cuándo el navío en el que se encontraban se partió al medio. El peso había cedido debido a los diversos puntos estratégicos golpeados. El sonido de la gran estructura mientras caía fue increíblemente espeluznante. Tenía que proteger de la caída al pequeño. No podía pensar en nada más que escapar de allí con vida.
Se aferró como nunca a aquellas cuerdas, apretujando contra su pecho a Kei que lloraba a todo pulmón. Sabía que la caída sería brusca, ya podía saber lo que le esperaba con sólo mirar por sobre su hombro.
Cayó de espaldas sobre el escaso nivel de agua de la orilla la cual le llegaba al pecho y, completamente empapado se incorporó avanzando lo más rápido que pudo. Incluso el pequeño que comenzó a toser al seguramente haber tragado un poco de agua dejó de llorar.
Se lanzó a la carrera mientras sostenía al niño aún contra su pecho, lejos de todo. Internándose entre los rocosos relieves y avanzando en una dirección desconocida.

Un rojo hilo de sangre recorrió su sien. Una gota cayó ensuciando la húmeda manta que envolvía a Kei. Se tocó el lugar del que provenía cayendo en la cuenta de que en alguna parte del proceso se había herido. Lo más probable fuera que durante la caída. Sin embargo el pequeño a pesar de todo estaba bien, no había resultado herido. Sólo muy de vez en cuándo tosía o se quejaba debido a la leve brusquedad con la que era sacudido ante la carrera. Ojalá nadie les hubiera visto.

En esos momentos como queriendo invocarlo, pensó en Anzi. Deseó con todas sus fuerzas que el mayor hubiera estado con él en ese preciso instante. Pero ni siquiera sabía a dónde se había dirigido éste, qué estaba haciendo. Al cabo de unas cuántas horas cuándo por fin pudo detenerse al llegar a unos relieves rocosos donde la arena se mezclaba con los las laderas y creyó un lugar óptimo dónde podrían ocultarse, se echó a llorar abrazando al pequeño. Lo único que detuvo sus lágrimas ásperamente fue contemplar el paisaje que se extendía frente a él, mucho más adelante el cuál hasta ese momento no había notado. Fue el penetrante olor de la sangre esparcido por el viento lo que le obligó a mirar hacia aquella dirección: hombres de uniforme militar desconocido yacían muertos por todas partes. Algunos sobre las afiladas rocas de las cimas, otros sobre el suelo. ¡Alguien había estado allí! Ahora sólo era cuestión de seguirles el rastro para saber de quién se trataba.

Notas finales:

Buenas, buenas ouo/~ ¿Qué tal?

Yo aquí subiendo capi uwu hum. 

Espero que les haya gustado y no se les haga pesada esta parte D: 

Sé que alguien dirá algo así como... "Es un fic yaoi. ¿Y el lemon? ¿Dónde está el lemon? :v " -inserta video para hacer énfasis en su tono- 

https://www.youtube.com/watch?v=YaFe4tmuzaQ

Pero tengo que decir que más adelante vendrá mucho dulce lemon eue xD 

Voy a pasar a las referencias... o más bien referencias esta vez un par de elementos para que se imaginen el lugar ouo. 

Para los que no saben lo que son fosas, son este tipo de concavidades. La de la foto es de tierra UuU y bien peque por cierto.

http://blogs.heraldo.es/gervasiosanchez/files/2010/03/LA-FOSA-VACIA.jpg

Y con "laderas" rocosas, que por cierto estos ya son riscos me parece pero no encontré nada mejor xD es algo así, pero más suavecito porque en medio se supone debe crecer un poco de cesped también:

http://www.viajesya.net/wp-content/uploads/2010/09/Denver-outdoors-1024x819.jpg

Hmmm... pues, eso o3o hasta ahora. 

El próximo capi va a haber pjs nuevos UuU

No sé que más tenía que poner aquí, siempre pienso en un montón de cosas y a medida que voy escribiendo me olvido owo xDD 

No olviden visitar mi blog uwu hoy en la noche estaré actualizando de nuevo:

http://gradosdesombra.blogspot.com.ar/

Abran todos los links con confianza de un solo click que ninguno les va a hacer salir de esta página ouo los puse para abrir en otras ventanas. 

Y ya pues uwu sé que tenía que decir algo más pero no recuerdo así que me voy :v que tengo que ordenar unas cosillas en carpetas con folios y etiquetar. Estúpido desorden de apurón.

Se la cuidan uwu/ (?) los quiero. Gracias por leer~


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