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Valiente. por Maira

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Pasó la mayor parte del día intentando concentrarse en sus tareas cotidianas. Pues no lograba dejar de pensar en la hora de su primer día de entrenamiento con Anzi. El maestro le había llamado la atención en contadas ocasiones preguntándole incluso si se sentía bien y tuvo que responder sumamente avergonzado que sí, que se encontraba perfectamente. Solamente Yusuke compartía su valioso secreto, aquel que podría costarle un castigo pero del que no tenía alternativa alguna.
El general no le había dirigido la palabra en el único momento del día en el que le había visto y en los confines de su alma, el rubio deseaba que éste volviera a una de sus largas expediciones de conquista para poder correr menos riesgos. También para volver a tenerlo alejado durante un tiempo.

Así llegada la hora en la que todas sus labores estuvieron finalizadas, se levantó de la cama muy despacio, ligeramente dolorido para ir en busca de ropa limpia. No le quedaba de otra opción que utilizar otro de esos molestos atuendos que sacó con mucho cuidado del clóset para no despertar al pelinegro el cual de tan ebrio seguramente estaría inconsciente hasta la madrugada. De todos modos debía ser precavido en todo momento ya que con él nunca se sabía. En más de una ocasión Masashi había despertado al sentir movimiento en la cama incluso siendo muy cuidadoso y había tenido que explicarle que iba con Kei para que le dejara en paz, pues de no ser así le hubiera pedido por una siguiente ronda que su cuerpo no sería capaz de soportar.

Buscó con presura a Yusuke quién le ayudó a higienizarse y cambiarse la ropa mientras él mismo se encargaba de secarse el cabello para no perder ni un ápice de tiempo. Pero no permitió que le arreglara el cabello ni le colocara ningún tipo de perfume, pues no quería que su nuevo instructor se distrajera con ese tipo de atributos que al parecer, a la mayoría de los hombres les gustaba en él.
Disimuladamente ingresaron al cuarto de Kei para que la muchacha se retirara, la cual por suerte no encontró nada sospechoso en sus actos. Yusuke intentaba disimular muy bien su nerviosismo a tal punto que se estrujaba las manos a la espalda de manera insoportable. Pero esperaron un largo tiempo que Zin aprovechó al máximo para estar con el bebé antes de partir, siempre bajo las indicaciones de Yusuke quién la vez anterior había resultado muy bueno orientando su camino, repasaron el recorrido varias veces hasta que el rubio se colocara su largo abrigo negro de capucha tendida. Ésta vez había extraído toda la ropa junta para no tener que volver a la habitación.
Dando un último beso en la frente al pequeño, se asomó al pasillo para corroborar que allí no había nadie. Afortunadamente la casa ya estaba sumida en completo silencio y oscuridad, de nuevo la ocasión perfecta para escapar. 

Recorrió sigilosamente todo el camino hasta la salida, imprimiendo especial cuidado al cerrar tanto la puerta de entrada a la mansión como la verja, tal cual Anzi le había enseñado. Incluso conteniendo la respiración de a momentos al caminar por la calle, su pecho bajaba y subía agitadamente una vez hubiera alcanzado una alejada distancia sintiendo su corazón golpearle el pecho tanto de nerviosismo como de emoción. Ahora sólo quedaba buscar los puntos correctos para orientarse en medio de aquella noche casi sin luz de Luna.

El claro del bosque se encontraba al lado opuesto de la plaza principal, allí donde las tierras se volvían más salvajes y el espeso pero peligroso paisaje comenzaba a extenderse. Se trataba de un lugar amplio, sin resguardo alguno del viento, las alimañas o los bandidos. De hecho en determinado momento tuvo que lanzarse a la carrera al escuchar un extraño sonido proveniente de alguna parte que no era capaz de distinguir pero que le aterrorizó tanto, que al cabo de escasos minutos ya se encontraba al pie de la imponente arboleda.
Bajo la casi ausente luz de la Luna rebuscó por el viejo sauce del que Yusuke le había hablado, el cual si caminaba en línea recta siguiendo su raíz más prominente, sin duda llegaría al lugar que deseaba. Se demoró bastante en encontrar el mismo. Las hojas secas y las pequeñas ramitas crujían bajo sus zapatillas de satén colocándole los pelos de punta, pues temía ser descubierto por algo o alguien. Además los sonidos del bosque no ayudaban demasiado, también le inquietaban bastante por no decir en absoluto. De pronto sentía como si en cualquier instante alguna clase de bestia fuera a lanzarse justo encima de su cabeza para arrancársela de un mordisco. El pánico le invadió nuevamente de tal manera que sus mejillas y su cuello se acaloraron hasta perlarse de una fina capa de sudor.

Cuándo por fin hubiera dado con el claro del bosque, Anzi le esperaba sentado con ambas piernas flexionadas. A la espalda la recargaba cómodamente contra el fino tronco de un árbol cuya especie era bastante rara. Allí la Luna iluminaba mejor y pudo ver la sonrisa del castaño dibujarse en su rostro mientras se colocaba de pie muy poco a poco.

-¿Te habías perdido?- le preguntó sin siquiera saludarle, el mismo tono burlón que de costumbre.

-Algo así… - respondió el rubio aún muy agitado, retirándose la capucha con sus dos frágiles manos –es un lugar bastante terrorífico.

-Por eso mismo nadie nos molestará aquí. ¿Sabes? Corren muchas leyendas… de boca en boca, entre los ciudadanos. Muchas son acerca de… - pero al notar que el otro se colocaba más pálido de lo normal, se detuvo soltando una estentórea risa –ya, no te hablaré acerca de eso. ¿Quieres que empecemos? Tengo un sable extra para ti aunque… creo que sería peligroso utilizarlos sin su vaina. No aún al menos. Más adelante ya veremos…

-De acuerdo.

-Bien… - con un asentimiento, se acercó extendiendo un sable enfundado cuya vaina de madera oscura pulida brillaba bastante, a pesar de que la superficie era obviamente muy dura. Zin se quedó observando el alargado objeto entre sus manos durante un corto instante, principalmente midiendo su peso el cual era considerable –lo primero que te enseñaré será la postura que debes tomar, siempre muy segura. Debes verte totalmente seguro de lo que haces porque de esa manera tu oponente no podrá intimidarte- habló alejándose un par de pasos hacia atrás, sosteniendo el propio sable que desanudó de su cintura –la postura es de lado, el que prefieras pero de lado a fin de cuentas. De esa manera ofreces un menor espectro de ataque- por último, tomó una posición ladeada de manera que su cuerpo se ubicara en una línea perfectamente recta –no encorves la espalda. Las piernas firmes… así… ¿Lo ves? De esa manera estás listo para impulsarte hacia adelante o hacia atrás según lo requieras. Practica la posición, por favor.

De esa manera, el más bajo intentó imitar torpemente la posición del otro quién enseguida se acercó a corregirle la postura levantándole los hombros. También le estiró el brazo y al momento de intentar ver sus piernas, llevó su mano al largo abrigo que el rubio le impidió apartar.

-Oh vamos, estamos trabajando en serio… ¿Es porque hoy también llevas tu ropa de prostituta puesta, cierto? Mañana tendrás que traer pantalones para estar más cómodo… quítate esto- bajo una protesta por parte del más bajo, dando un par de jalones le despojó del grueso abrigo que cubría su cuerpo. Inevitablemente tuvo que soltar una nueva risa cuándo éste intentó hacer que la parte más baja de la prenda se estirara para cubrir un poco más de sus muslos, cosa que era totalmente imposible –no pierdas la concentración, practica la postura.

Aunque un poco cohibido, Zin obedeció intentando ignorar el sonrojo que había hecho presa de sus mejillas. Hubiera deseado tener otro tipo de atuendo. Cuándo regresara, pensó, lo primero que haría sería pedirle unos pantalones a Yusuke que si bien era un par de tallas más grande que él, era el único al que podía pedirle ese favor. Ya se las arreglaría para que le quedaran bien, pero tal cual había dicho Anzi, necesitaba estar vestido adecuadamente para poder moverse libremente.

Se sintió algo incómodo cuándo el mismo con sus tibias manos le acomodó las piernas en la posición deseada. Sin embargo tal cual el otro le había explicado, se estaba tomando las cosas demasiado en serio como para intentar hacer algo inapropiado. Y aquello a Zin le gustó mucho. Al cabo de varios momentos transcurridas las explicaciones comenzó a sentirse mucho más cómodo, más capaz de poder cumplir con todo lo que Anzi le explicaba sin vacilar al respecto. No obstante el hombre era fuerte, incluso en un par de movimientos básicos de práctica le había derribado. Pero le alentó explicándole que su cuerpo ganaría la fuerza suficiente con la práctica y el ejercicio, que con el correr del tiempo lograría adquirir un nivel apropiado de fuerza en sus músculos.

Practicaron muchas veces variadas posiciones de defensa. Es que cómo Anzi le había explicado muy pacientemente, lo primero que debía aprender exhaustivamente antes de atacar era a defenderse ya que en caso de que tuviera que hacerlo, podría repeler ataques con facilidad evitando así resultar herido o algo peor.
El menor solía tropezar de vez en cuándo magullándose las piernas contra el irregular suelo, incluso se había hecho un que otro pequeño rasguño en las pantorrillas. De todos modos aquello no importaba, ya de por sí su cuerpo estaba lleno de hematomas, marcas de propiedad o cicatrices. Uno o dos moratones no harían mucha diferencia.
Cuándo Anzi le ayudaba a colocarse de pie, agradecía totalmente agitado debido al ejercicio e ignorando el sudor que le cubría todo el cuerpo, volvía a la carga intentando aprovechar todo el tiempo posible, hasta el último segundo.

El castaño se mostraba igual de serio, muchas veces pasándose en aplicar algún ejercicio y disculpándose por sus faltas. Pero al final riendo debido a los comentarios o las propias acciones del más bajo quién aliviaba sus preocupaciones.
No tenía idea de si su “amo” le había permitido tomar lecciones o lo hacía a escondidas. De hecho viniendo de parte de alguien como Miwa, creía que la última opción era la más acertada. Hasta repentinamente llegó a preguntarse qué haría el Capitán General del ejército del Rey si se enterara de que su perra estaba entrenando con él, al fin y al cabo un desertor perseguido en su propia patria.

Al recordar su visión de la casa a oscuras la noche anterior, una ligera sonrisa se dibujó en sus labios. ¿Cuántas veces había ingresado al interior de esa maravillosa construcción a por las reuniones que de antaño el general ofrecía cuándo su esposa aún vivía? Casi una década había pasado de aquellas épocas doradas en las que sólo tenía que ocuparse de acatar órdenes, por más turbias que fueran. ¿Luego que había sucedido? Las cosas se habían vuelto peores, las etapas más oscuras, el rey más ambicioso. Las autoridades de mayor rango habían perdido la cabeza, incluido el general quién además tenía muchos problemas para lograr que su esposa le diera el heredero que buscaba. Pobre mujer… había enfermado luego de tantos hoscos tratamientos médicos pero al fin y al cabo, el cruel sujeto había logrado su cometido. Por más que aquello hubiera costado la más importante de las vidas.

Él por su parte había decidido elegir su propio camino luego de la gran batalla que había tenido lugar en el desierto, aquellos días en los que supo, a los oficiales de mayor rango sólo les importaba salvar su propio pellejo.
El ejército por completo fue abandonado a su suerte cuándo notaron que el número de salvajes defensores de sus tierras era enorme, fue una maldita masacre.
La lucha le hubiera costado un brazo de no ser por aquella preciosa muchacha nómada que con sus hermosos ojos miel lo había avistado en medio de una creciente tormenta de arena. Los hombres del grupo lo habían acogido entre los suyos luego de que le encontraran casi arrastrándose en medio de la nada, muerto de hambre, sed, dolor… curaron la gran herida con un mágico arte de hierbas medicinales que jamás había conocido en su vida. Poco a poco gracias a que uno de ellos hablaba un idioma común, aprendió la lengua de aquella tribu con mucha satisfacción. Durante largos meses permitió que las mujeres le alimentaran, le dieran de beber, le limpiaran el cuerpo y más de una, ya bastante avanzada su recuperación le mimara de diversas maneras.

Podría haberse quedado con ellos para siempre, incluso el jefe de la tribu le había ofrecido a su hija doncella para consumar matrimonio. Pero tenía otras obligaciones en su propia ciudad. El objetivo principal además de sobrevivir sin que nadie le atrapara y lo ejecutara por ser un desertor, era acabar a su manera con los “chicos malos”. Lo haría por partes, primero limpiaría la basura menor, muy poco a poco… hasta que un día finalmente llegara la oportunidad de poder acabar con quienes realmente necesitaba. Aquella mugre de alta calaña en la que por supuesto se incluía el mismísimo rey. Todos y a cada uno pulverizaría. Pero tenía que ser muy paciente. De esa manera fue que con el tiempo para poder sobrevivir se convirtió en un cazarrecompensas.  

Sacudió su cabeza aparando los recuerdos justo a tiempo para esquivar un sorpresivo ataque del más bajo al que no dudó en contraatacar haciendo que trastabillara.

-Ah…- suspiró el rubio tomándose torpemente del tronco del árbol más cercano –creo que por hoy ya deberíamos terminar. Se me hará tarde para volver, ¿Sabes? Te agradezco todo lo que he aprendido hoy… supongo que no será mucho ya que es lo básico… o un mínimo de lo básico. Necesito de mucha más práctica…

-Así es, pero no te decepciones. ¿Puedes venir a diario aquí? Por ti puedo estar disponible siempre a estas horas… -enseguida fue a ayudarle con el arma para quitársela de las manos y que pudiera incorporarse mejor. Incluso le tendió el abrigo que el rubio se colocó por encima de los hombros. Hacía demasiado frío y ambos se encontraban peligrosamente sudados.

-Sí. Tienes mi palabra de que vendré aquí a diario. Muchas gracias por… tenerme paciencia. También por no abandonarme.

-¡Que cosas dices! Lo hago porque quiero ayudarte, enano. Anda, camina que te acompaño hasta la morada del monstruo Miwa.

De esa manera atravesaron juntos el bosque, pasando por un lado del gran sauce que había servido antes como referencia. Allí al pie de la arboleda el viento soplaba muy fuerte, el más bajo se cubrió bien con su abrigo tiritando un poco mientras en medio del silencio que se había generado, pensaba en conseguir una buena indumentaria exclusivamente para practicar y que los dioses le ampararan si el general descubría su secreto. Él simplemente entrenaría cada día hasta hacerse tan fuerte, que sería capaz de hacer hasta lo imposible. Así lo había prometido, aunque por el momento se sentía un poco desilusionado consigo mismo al ser tan débil o tal vez al no haberse esforzado lo suficiente. Quería ser fuerte, imposible de vencer… tal cual Masashi y Anzi lo eran.

-Al parecer… conoces al general, ¿Cierto?- preguntó repentinamente como para cortar el denso hilo de sus pensamientos. También la curiosidad le había llevado a hacerlo, pues había estado pensando en eso.

-Todo el mundo lo conoce aquí- respondió sin que la incomodidad permitiera el ser delatado. Cuándo se trataba de disimular sus propios estados de ánimo era bastante bueno.

-Mhh… bueno, creo que tienes razón. Debe tener su buena fama por aquí- dijo encogiéndose de hombros en una pura inocente suposición. Pues era verdad que el general debido a su posición y su fama de sanguinario, sería conocido entre muchos círculos sociales. Así que simplemente dejó correr la duda, como quién toma un puñado de arena permitiendo que ésta se escurra entre los dedos.

Durante el resto del trayecto conversaron muy poco. El único sonido además de sus pasos, era el de las fundas de los sables golpetearse suavemente una contra la otra con cada movimiento del cuerpo contrario. En determinado momento el castaño le explicó el tipo de armas que hoy habían utilizado, tal vez con el propósito de que el viaje de vuelta no se hiciera tan largo.
Aquel pequeño no le desagradaba en absoluto, incluso se le hacía muy simpático. Le gustaba mucho el potencial que tenía y la manera en la que persistentemente se esforzaba por mejorar. Repentinamente había recordado que cuándo joven, él mismo había sido de una manera muy parecida. Además, era simplemente reconfortante caminar a su lado. Pues hasta ese entonces sin saberlo se había acostumbrado a tipos duros, a perras de superficiales caricias y a la violencia en su más puro estado. El pequeño era simplemente muy auténtico, espontáneo. Otra de las razones por las que le agradaba.

Se despidieron una vez hubieran tenido la verja a la vista, él recargándose contra una de las esquinas para observar desde el mejor ángulo la manera en la que el rubio se colaba de nuevo a la mansión sin generar sonido alguno. Una vez asegurado de que el muchacho hubiera cerrado bien la puerta, se volvió en busca de ir a la taberna a por una copa. Era la única manera satisfactoria que conocía de apartar el frío, evitar los resfriados y dormirse de una sola vez en cuánto su cabeza se posaba en la almohada. Por lo que más tarde descansaría tranquilamente en su oculto lecho hasta la siguiente noche, pues se había convertido en un alma exclusivamente nocturna debido a su estilo de vida.

De esa forma la madrugada continuaría siguiendo su curso. Esa y las siguientes hasta que por fin pudiera forjar a un buen aliado con el que compartir un objetivo luchando hombro con hombro por una pura causa noble. 

Notas finales:

Buuueeennnaaas ouo/

¿Cómo va? Pues aquí yo subiendo capi uwu

 

Espero que les haya gustado ouo pienso que la historia ya se va definiendo mejor. 

 

Esta semana va a ser un poco complicada para mí, así que trataré de subir capi el Jueves o el día Viernes =w= aunque lo más probable es que lamentablemente sea el Viernes hasta que acomode mejor mis horarios. De todos modos estoy haciendo capis cortos por esa misma razón. 

Uhm... pues... espero que les vaya gustando la historia o3o en un par de capis habrá un buen avance en el tiempo ouo pero ya se darán cuenta porque trataré de describirlo bien para que no se pierdan. Además porque sino ya será muy denso el tema xD 

Pues uwu eso por ahora, hum. 

Ah si ewe vieron el putitrailer de lo nuevo de putiKamijo???? Lo dejo aquí por si acaso. 

 

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=FPkAjOdRi4E

 

Y ya pues uwu grr esa boquita pintada, grr, grr -le dan ganas de hacer un fic de burdel- 

 

Se la cuidan ouo/! Besines, los quiero.

 


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