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Valiente. por Maira

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Apenas salía el Sol cuándo el médico había puesto los pies en la casa. Luego de atender al general quién permanecía en la cama con una herida de bajo riesgo en el abdomen y un corte en la mejilla, se dirigió a la habitación de Yusuke ubicada en el espacio destinado a los sirvientes, allí donde el rubio descansaba totalmente agotado. Pues luego de aquel episodio no había deseado volver a ver al general, rogando al criado que le cediera sus aposentos durante al menos unas horas.

Las heridas no habían dejado de sangrarle, especialmente las de la espalda que tan castigada tenía debido a los maltratos de antaño. En aquella zona la piel aparecía más sensible, por lo que había sido imposible incluso con todos los esfuerzos del criado, que las heridas se estabilizaran al menos deteniendo la hemorragia. Al rubio le dolía respirar y una intensa fiebre había hecho presa de su cuerpo. Su barbilla temblaba de manera involuntaria ante los pequeños espasmos que todo en su conjunto le producía.
Tuvieron que aplicarle suturas en todas las heridas ya que según el hombre, los cortes eran profundos como para sanar por sí mismos de manera correcta. Así que presionando las manos de Yusuke quién de vez en cuando le ofrecía un poco de vino, permitió que el médico procediera con su tarea la cual se extendió al menos media hora. Al final del proceso ya se encontraba tan ebrio que era incapaz de quejarse de dolor, no lo sentía. Además había sudado tanto que la fiebre poco a poco, también con ayuda de los medicamentos que el doctor guardaba en cuidados frascos de cristal, había desaparecido.

Reposó cómo el médico le había indicado, sin embargo una vez éste se hubiera retirado, pidiéndole a Yusuke que le despertara en cuánto el maestro llegara. Aquel día las lecciones serían en la habitación ya que sentía que si se movía un solo centímetro más, moriría.
De esa manera se entregó a unas cuantas horas de sueño que le sentaron de maravillas, a pesar de que la inflamación que las suturas producían era muy molesta, las zonas heridas llegaban a tomar tal temperatura que las sentía arder tal cual al rojo vivo estuvieran. Pero si algo tenía que agradecer, era el hecho de aún estar vivo y a la vez, haberle demostrado al general que cómo lo había jurado, se estaba volviendo más fuerte.

A pesar de que si hubiera podido, le hubiera matado de una buena vez. Le habían faltado fuerzas, le había faltado destreza y por sobre todo, práctica. Apenas era un novato comparado con los años de sólida experiencia del Capitán General del ejército del Rey. Sin embargo no cesaría en su empeño de volverse más fuerte, tanto como él para poder cuidar de sí mismo, de Kei y no permitir que nadie volviera a hacerle daño, humillarle o intentar matarle.
Secretamente mientras dormitaba, en algún resquicio de su fuero interno un fino hilo de pensamientos seguía su curso. Quizá de manera inconsciente ya hubiera tomado la decisión más importante de su vida y más tarde caería en la cuenta de que así era.

Después de aquel incidente, ya no podría convivir durante mucho tiempo más con el general. Simplemente no podría continuar siendo un esclavo. No sería capaz de soportar una sola amenaza, un solo golpe o castigo por parte de aquella bestia con forma humana, porque eso era. Ahora, tumbado mientras se encontraba en un estado entre el sueño y la vigilia luego de haber descansado tanto, rodeado de los sonidos que la rutina diaria conllevaban lo veía claramente: el general nunca sería capaz de tener consideración alguna con alguien, jamás llegaría a estimar a nadie, jamás amaría ni tendría la necesidad siquiera de recibir el mínimo gesto de cariño. Su “amo” era una persona más fría y dura que un témpano de hielo, impulsado por sus propias ambiciones e incapaz de considerar a los humanos como tales.

Yusuke le sacudió suavemente, anunciándole que el maestro había llegado. El anciano se mostró bastante preocupado por su condición, pero él le aseguró que luego de las horas de sueño, comer y beber bastantes líquidos, se encontraría aún mejor.
Las lecciones sin embargo fueron breves, cada vez lo eran más ya que estaban a punto de terminar. Zin se preguntó qué sería de sus tardes libres cuándo el maestro ya no estuviera, seguramente le extrañaría mucho. Estaba demasiado agradecido por todos los conocimientos que le había otorgado. Lo recordaría siempre.

Llegando el anochecer durmió otro poco antes de que Yusuke volviera a despertarte trayéndole la cena: un poco de sopa, carne guisada con vegetales, pan y una pieza de fruta. Disfrutó cada bocado, reclinado en una cantidad descomunal de cojines mientras escuchaba las condiciones en las que el general se encontraba al que por cierto, se lo notaba de peor humor que de costumbre. También le aconsejó que tuviera mucho cuidado a partir de ese momento y para cuándo el menor quiso preguntarle si se encontraba bien luego de aquel golpe en la mandíbula, el chico simplemente esbozó una suave sonrisa a la vez que estiraba su mano para acariciarle los dorados cabellos replicándole que estaba bien.

De todos modos se disculpó con él, pues si no hubiera sido por su ocurrencia de salir en medio de la noche dejándole atrás con el pequeño Kei, nada le hubiera sucedido. Y aprovechando la oportunidad para pasar un poco más de tiempo con el chico, le preguntó qué era lo que había sucedido. Es que luego de una tranquila semana en la que creyó todo continuaría siguiendo su curso de manera positiva, jamás hubiera creído que su plan al que había dado demasiados rodeos fracasaría.

Mientras el chico retiraba la amplia bandeja de sus piernas para dejarla reposando sobre un mueble, le explicó que Kei había comenzado a llorar sin razón alguna. Intentó calmarle alimentándolo, revisando su pañal, cargándolo e incluso acunándolo pero nada había funcionado. Por alguna razón el pequeño berreaba sin cesar haciendo que el sueño del general fuera interrumpido, el cual se había acercado hasta los aposentos del niño en busca de una explicación bajo una serie de protestas. Grande fue su sorpresa al encontrarse con que Yusuke era quien mecía la cuna del niño y no Zin, por quién preguntó sin obtener respuesta alguna.
El criado se había empeñado en no decirle nada en absoluto, mudo tanto por el terror como por la preocupación de que el rubio sufriera la peor de las consecuencias. Ya no le importaba lo que le sucediera a él mismo, lo único que buscaba era que Zin no se llevara la peor parte del castigo.

Como desenlace había recibido un golpe tan fuerte en la mandíbula que una de sus muelas había sido arrancada de raíz, la parte interna de su boca había recibido el impacto generándose así un fino corte en todo su largo. La hinchazón persistía a pesar de que se hubiera tratado muy bien la herida con enjuagues de hierbas cocidas que combinadas en su justa proporción, servían a modo de desinfectante. Inclusive había tenido que utilizar sal, pero al menos ya no dolía tanto como antes.

Zin le observó entre apenado y preocupado, pues cuándo se trataba de las muelas, sabía muy bien qué clase de dolor era el que martillaba día y noche sin siquiera dejar dormir a quién lo padecía. No podía siquiera imaginarse cómo se sentía Yusuke al haber sido arrancada una de las propias. El general claramente podría haberle roto los huesos de la mandíbula. Con los ojos repentinamente llenos de lágrimas le pidió al chico que le abrazara. Lo estrechó suavemente entre sus brazos hasta que la posición dolió, pidiéndole disculpas repetidas veces a pesar de que el muchacho insistiera en que estaba bien. Mientras se separaban y lo acomodaba nuevamente, el criado incluso le había hablado acerca de una sustancia nada dañina que podrían utilizar en la leche del niño para hacer que durmiera durante largas horas de la madrugada y así, el rubio continuara entrenando con su maestro. Por último, se ofreció amablemente a enviarle al mismo la carta que deseara haciéndole saber las condiciones en las que se encontraba.

El rubio abrió los ojos de manera perpleja muy repentinamente, como si un rayo hubiera caído del cielo y hubiera estado a punto de traspasarle el cuerpo. No había pensado en las lecciones de aquella noche. Anzi le esperaría en el claro del bosque, no podía hacerle perder el tiempo. Cuándo anunció que no era necesario, que de todas maneras se iba a escapar, el criado se alteró rogándole que no se moviera de la cama durante al menos algunos días. Sin embargo el rubio insistió tranquilizándole, hasta le demostró que, con un poco de esfuerzo, podía mantenerse sentado al borde de la cama. Ya vería qué era lo que haría una vez estuviera con su pervertido maestro en el lugar acordado, a la hora indicada. Quizá pudieran ejercitar algún movimiento que no implicara moverse mucho. No lo sabía realmente… lo único que deseaba con todas sus fuerzas, impulsado por el rencor que sentía hacia el general, era continuar avanzando.

Así a la hora acordada, llegó con bastantes dificultades hasta el lugar dónde Anzi le esperaba de pie, los brazos cruzados sobre el pecho en una postura que se le hizo bastante masculina. Éste se sorprendió cuándo el rubio repentinamente cayó de rodillas, acercándose a ayudarle y al instante notando las vendas que asomaban a través del cuello de la fina prenda de algodón que llevaba puesta bajo el abrigo. Entonces después de intentar acomodarle, escuchó pacientemente cada detalle del extenso relato del más bajo, a veces ladeando la cabeza en medio de alguna clase de reflexión interna.
Zin sabía que el castaño estaba pensando en muchas cosas o quizá sacando un par de conclusiones, pues ya comenzaba a conocer cada gesto aislado de éste. Cómo por ejemplo, cuándo por alguna razón se sentía indeciso, Anzi se llevaba el puño cerrado a los labios para mordisquearse uno de los nudillos.

-Así que…- comenzó a hablar el susodicho una vez el más bajo hubiera finalizado su relato –estás vivo…

-La herida que le hice no fue grave… ni siquiera sé en dónde le perforé exactamente. Pero sí, estoy vivo. Tal vez gracias a lo que me has enseñado- para su sorpresa, Anzi soltó una pequeña risa.

-Te dejó vivir. De hecho, ¿Sabes? Creo que sólo te estaba probando. Es decir, si hubiera deseado matarte lo hubiera hecho desde el primer golpe. Es difícil que no acierte un ataque, por más rápido que el contrincante pueda ser.

-Pero… estaba furioso… intentó matarme en un par de ocasiones…

-Te estoy diciendo que no. Creo que le agradas, ¿Sabes? Sólo te cortó un poco a modo de castigo, quizá creyó que así ibas a volverte por completo sumiso. Busca tenerte bajo su control. Cuándo siente que no puede controlar algo, él… simplemente lo logra a la fuerza- hizo silencio repentinamente al caer en la cuenta de que estaba hablando de más.

-Uh… entonces… ¿He hecho mal al herirle? ¿No me hubiera matado de todos modos?

-Puede que así sea. Y no, hiciste muy bien. Alguien ya tenía que hacerle sangrar un poco para que no perdiera la costumbre- rio de nueva cuenta, palmeando un poco el hombro sano del muchacho –anímate. ¿Quieres descansar un poco? Puedo llevarte y retomaríamos las clases la próxima semana…

-¡No! Hoy… intentaré hacerlo también. No importa el estado en el que se encuentre mi cuerpo- dichas sus palabras, intentó colocarse de pie.

-Has perdido mucha sangre. No deberías esforzarte tanto… mejor sí te llevo.

-¡He dicho que no!- con las piernas temblorosas se incorporó de una sola vez, casi violentamente intentando mantener el equilibrio. Si había llegado hasta allí por su cuenta, también sería capaz de ejercitar un poco. En su espalda algo comenzaba a sentirse húmedo y sabiendo que se trataba de una pequeña cantidad de sangre empapando las vendas, simplemente dejó correr el asunto –he tomado una decisión, Anzi. Quiero lograr lo que me he propuesto cuánto antes.

-¿Ah sí?- inquirió el contrario en su natural tono burlón, sin embargo en el fondo bastante curioso al respecto -¿Cuál es esa decisión?

-Aún no puedo hablarte acerca de ella. Pero para eso necesitamos entrenar todos los días y muy duro. ¿Comprendiste bien?

-No te coloques tan intenso que me produces cosas- soltó una carcajada.

-¡Estoy hablando muy en serio! ¡No te rías!- en medio de la protesta, se vio obligado a detener sus palabras cuándo el sable que acostumbraba a manejar llegó hasta sus manos. Sus ojos se entrecerraron un poco, durante todo ese tiempo el contrario había estado bromeando con él.

-Anda. Practiquemos un poco antes de que te oxides. De todos modos –agregó por último –me permites cargarte en mi espalda hasta la mansión del monstruo Miwa.

-Trato hecho. Comencemos ahora mismo.

Entrenaron como hasta ese momento jamás lo habían hecho. El más bajo se había empeñado en continuar y ésta vez, quizá impulsado por ese torbellino de sentimientos que le abrumaba, dio todo de sí mismo hasta lograr un combate casi perfecto. Las heridas habían dejado de dolerle en cuánto se había acostumbrado, si bien no dejaban de sangrar. Al menos ningún punto de todos los que le habían colocado se había soltado o así lo creía, pues no podía saberlo bien hasta que no se quitara las vendas una vez de nuevo en la habitación.
De vez en cuando al encontrarse un poco preocupado, Anzi le preguntaba cómo se sentía. Pero él no podía responder con una negativa, simplemente asentía para tranquilizarle y le demostraba que aún se encontraba en condiciones para continuar moviéndose activamente.

Descansaron sólo una vez en la que el castaño intentó revisarle bajo las vendas. Sin embargo Zin se negó con las simples intenciones de no perder el tiempo. Además, no quería que Anzi lo tocara. Pues cada vez que el contrario le ponía las manos encima de alguna manera, sus mejillas instantáneamente se teñían de un embarazoso color carmín.

Retomaron el entrenamiento hasta que el frío les congeló casi hasta los huesos. El rubio había comenzado a sentirse ligeramente mareado y hubiera jurado que la fiebre había vuelto, sin embargo no dijo nada al respecto para no preocupar a Anzi quién cómo había dicho, se lo cargó a la espalda con mucha facilidad comenzando a caminar a través del bosque. De esa manera él se dedicó a recargar el mentón en el ancho hombro del más alto, más tarde inclinando un poco su cabeza ya con los ojos cerrados. A los brazos los mantenía firmemente alzados rodeando el cuello para no caer, lo mismo con sus piernas que Anzi procuraba sostener por detrás de las rodillas.
El aroma del castaño realmente era agradable, aspiró discretamente grabando así en su mente hasta la última nota, el más mínimo detalle.
El calor que el cuerpo contra el suyo le transfería era confortable, hubiera deseado quedarse de esa manera durante el resto de la noche.

Bajo el suave balanceo que el andar del hombre producía, poco a poco inevitablemente comenzó a quedarse dormido. La verdad era que estaba más que agotado. Había sido muy terco. En conclusión, a modo de recompensa los esfuerzos habían dado un buen fruto. Ya se sentía seguro, encaminado por la buena vía. Lo único que esperaba era que el general no estuviera allí de nuevo para recibirle luego de su huida nocturna aunque en esos momentos absolutamente todo le parecía imposible.

Despertó al cabo de un incalculable tiempo, el viento le golpeaba con violencia en el rostro. Al mirar alrededores con sus cristalinos ojos entrecerrados, supo que se encontraban cruzando la Plaza Principal. Ya estaban cerca de su destino.
Tuvo que sacudirse un poco cuándo Anzi intentó ingresar a través de la verja de la mansión con él a sus espaldas bajo la excusa de que así no tendría que esforzarse en caminar, pues solamente tenían que cruzar el amplio parque para llegar al pequeño apartado de los sirvientes en dónde iba a pasar la noche. A través de la ventana iluminada en la habitación de Kei, pudo ver claramente a Yusuke asomándose.

-¡Basta! Estate quieto, me están esperando dentro de la mansión. Estaré bien, aléjate y vete. Muchas gracias por todo, mañana…

-¿Estás seguro? No creo que sea conveniente que entraras… sólo… deberías recostarte.

-Estaré bien, no insistas- una vez de pie, se acomodó el pesado abrigo para mantener las manos ocupadas –no te preocupes tanto por mí. ¿Sí?

-Ah, eres terrible. Nos vemos mañana, no falles… … ¿Estás seguro que no quieres que pase a por ti?

-Que no- replicó luego riendo suavemente –puedo lograrlo por mi cuenta. Anda, ve a por un poco de vino o algo.

-Podría ser… y a por algo de cena… y a por una chica de bonitas curvas…

-Haz los planes que quieras pero vete.

-Sabes que estoy mintiendo, ¿Cierto? ¿Sabes que sólo iré por vino?- repentinamente acorraló al más bajo contra la verja sin importarle que éste hubiera sentido un punzante dolor en su espalda –no puedo ir por algo de cena porque la taberna no es un maldito almacén de comidas y no puedo ir a por una chica porque… teniendo frente a mí algo más precioso que una chica…

-Basta- le interrumpió el rubio, posándole la palma de su pequeña mano contra la mejilla y así empujándole el rostro –vete Anzi, déjate de cosas pervertidas. Tengo que entrar de una vez porque me están esperando, no estoy mintiendo. Además nos están viendo.

-Pero ni siquiera he terminado de hablar, que viene la mejor parte. Tendrías que aprender a escuchar hasta el final las cosas que te dicen, pequeño demonio. Por lo tanto, continuaré…- murmuró mientras a tientas, el menor intentaba abrir la verja de hierro.

-Otro día será- decidido a escapar de la situación incómoda, se echó hacia atrás junto con la verja que había logrado abrir con torpeza. Sin embargo Anzi fue más rápido y lo tomó con firmeza por uno de los codos para atraerlo, plantarle un beso en los labios que hizo que toda la sangre de su cuerpo se agolpara en su rostro antes de irse por dónde había venido con toda la tranquilidad del mundo, dejándole allí de pie como un idiota.

Maldito fuera Anzi, maldita la fastidiosa manera que tenía de colocarle en ese estado. Refunfuñó cosas imposibles de entender a medida que paso a paso avanzaba ya hacia la mansión en busca de cuidar de Kei sólo un poco. Aquella noche antes de cerrar la puerta principal, echó un vistazo hacia la calle, la esquina y los alrededores, pero ya nadie transitaba por allí. 

Notas finales:

Buenas, buenas ouo ¿Qué tal hoy?

Yo estoy un poco cansada =w= pero aún me quedan energías para terminar el día en Facebook y leyendo.

Espero que les vaya gustando el fic ouo el próximo capi ya empezaré con los avances en el tiempo para que la historia no sea tan densa.  Y además se pondrá más…grr eue xD

 Tengo planeado darle un buen final al siguiente capi uwu ya que siento que necesito incluirle ese giro importante justo en ese tiempo y en ese capi en especial. Así que ya verán uwu espero no defraudarles~~

Les voy a contar un poco acerca de lo que estoy leyendo xDD en pdf. Se llama “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, es de Haruki Murakami. Y es… una historia bastante rara. Tiene un poco de realismo mágico, tiene un par de partes que te quedas como wtf. Pero me gusta y bastante aunque a veces se haga un poco pesado.
Básicamente la historia comienza con la desaparición del gato de una pareja de casados y a partir de la desaparición del gato y de una llamada muy sexual misteriosa al dueño de casa, comienzan a pasar un montón de cosas sin sentido que sé que al final van a terminar teniendo un sentido xDD propio de Murakami ese tipo de cosas.

Cuándo lo termine ya les diré si lo recomiendo o no uwu

Creo que no se pueden pegar más links aquí e.eU ¿O sí? Que alguien me diga porfa porque sino no podré poner más cosillas, como el tráiler 2 del nuevo video de Kamijo eoe!!!

En fin uwu cosas que pasan.

Espero que les haya gustado el capi ouo nos vemos en el próximo~~

Los quiero uwu <3 besines.


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