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¿Dónde están tus alas? por Ali-Pon

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡¿Qué rápido actualicé verdad?!

No me lelve ni un mes shav@s >wO Eso merece un rev xD okno, pero sí un reconocimiento no? ;w;

No saben cuanto moría por escribir este cap, me sentí muy mala al haberles dejado con la intriga pero... ¡aquí está el capi!

Espero los disfruten, nos leemos abajo >wO

 

 Capítulo X

Secreto

Ya era de mañana cuando el Escuadrón de Levi se desperezaba. Habían dormido sumamente bien y se sentían con energías para poder realizar el recorrido final al castillo. Levi se había despertado horas antes y había ayudado al hombre de la casa, llamado James, en algunas cosas a manera de agradecimiento por haberlos alojado. Se encontraba cargando leña, que habían cortado recién, cuando su Escuadrón le recibió con un saludo militar y el estar ayudando en la limpieza de la casa. La familia de Dominic, el niño, estaba agradecida y se sintieron alagados por la ayuda desinteresada de los militares. James, el padre de Dominic, les dijo que podían visitar aquella casa con confianza; así mismo, Levi aseguró que, en caso de que ellos (la familia) requirieran ayuda en algo, sus hombres y él estarían dispuestos a ayudarles. Y con ese trato, firmado con un estrechamiento de manos, se retiraron Levi y sus hombres. Antes de partir, James le dio un caballo a Levi y provisiones.

Es demasiado, pensó Levi al ver al hermoso corcel que le fue entregado y bolsas con provisiones; además de abrigos para que el frío.

–Gracias –dijo educado, viendo al imponente animal de color azabache, cuerpo fornido y que le miraba de forma penetrante. Levi acercó su mano al hocico del caballo quien al principio se asustó pero después aceptó ser acariciado.

–Se llama Noir*. Es uno de mis mejores caballos –confesó sonriente James –, confío en que estará en buenas manos –. Levi le miró impasible al recordar lo que le había ocurrido a su anterior caballo –. Descuide, capitán –volvió a hablar James –, este caballo le durará para rato. Es un hueso duro de roer. Ya verá.

Levi volvió a agradecer montándose en su nuevo corcel y se marchó junto con sus soldados, y sus respectivos caballos, hacia el sendero que les llevaría al enorme castillo que Hanji había señalado. El viento frío azotaba con brutalidad conforme ascendían hasta el castillo. Los caballos de sus subordinados luchaban por no desfallecer ante la obligación de seguir andando. Sus hocicos babeantes y su respiración errada, anunciaban un futuro desplome. En cambio, el caballo de Levi ascendía con facilidad envidiable, llevando a su nuevo amo a donde deseaba. Levi se sorprendió al detenerse y girar, para ver si sus subordinados le seguían el paso, viendo que estaban a unos cincuenta metros abajo. En verdad es eficaz, pensó mientras miraba al corcel que simplemente resopló en espera de la siguiente orden.

Esperó hasta que Petra, Erd, Aurou y Gunther llegaran hasta donde él se encontraba para reanudar la marcha. Fueron cerca de dos kilómetros los que tuvieron que recorrer antes de poder llegar a la entrada del imponente castillo. Un muro de piedra de diez metros de alto, se alzaba frente a ellos, junto con un rastrillo de tres metros de alto y dos de ancho, de fierro un tanto oxidado. Levi dio la orden de que se dividieran en dos grupos y que recorrieran todo el muro en busca de algún fisgón o alguien que les hubiese seguido, además de ver si no había huecos. En un grupo estaban Gunther, Erd y Aurou, mientras que en otro estaban Levi y Petra. Durante el recorrido, Petra desviaba su mirar del bosque para posarla en el cuerpo de su superior. Aún permanecía en su mente la vez que vio a Levi con el torso desnudo. Sus pensamientos volaban en sus sueños donde su lado oscuro hacía presencia y se imaginaba tocar aquellos pectorales y abdominales perfectamente bien trabajados. Se imaginaba siendo besada por el Capitán quien le decía cuánto le deseaba. Un suspiro escapó de sus labios cuando se imaginó el momento en que el capitán le besaba con fervor y pasión su cuello.

– ¿Petra? –llamó Levi extrañado de escuchar un suspiro por parte de la joven.

La aludida al escuchar su nombre se espabiló y se disculpó por su distracción. Levi, no muy convencido, le regañó y siguieron su andar. Cuando los dos grupos se toparon pasaron informes:

–Del ala Este no hay ninguna anomalía, salvo que una puerta trasera está obstruida por troncos de árboles caídos –dijo Gunther –. Además de que no hay indicio de que los muchachos hayan llegado.

Aquella noticia causó que el estómago de Levi se contrajera y que la ansiedad que llevaba ya seis días tratando de controlar, le comenzara a carcomer al doble. ¿Qué no habían llegado los mocosos? Ellos salieron  con un día de anticipación ¿y no había llegado? Su mente comenzó a trabajar y pensó en una gama de razones por las que los muchachos no hubieran llegado antes. Su mandíbula se tensó de sólo pensar que algo malo le hubiera ocurrido al mocoso; si eso pasaba, todo el plan estaría arruinado. Con un gruñido y una orden seca, se devolvieron hasta la entrada del castillo.

Cuando llegaron nuevamente a la entrada del castillo, Levi sacó unas llaves que le había otorgado Erwin antes de marcharse. Te las doy en caso de que no hayan llegado los muchachos¸ le había dicho Erwin a Levi. Este último pensó que era innecesario aquello pero ahora agradecía mentalmente al comandante por habérselas dado. Levi bajó de su corcel y se encaminó hasta una puerta de tamaño regular que se encontraba a un costado del rastrillo. Tras de sí, el corcel le seguía cual perro fiel, esto causó que el capitán se sintiera un tanto incómodo y se girara para ver que el caballo se detenía a unos pasos de él. Sus subordinados se miraron entre ellos, aguantando las ganas de hacer algún comentario al respecto. El capitán, después de resoplar resignado, se devolvió para ir hasta la puerta y pasar llave, se adentró y buscó la palanca que hacía que el rastrillo ascendiera. Levi miró de soslayo que el corcel le esperaba fuera de la puerta viéndole fijamente con sumo interés.

Vio  unas escaleras a su costado izquierdo notando que necesitaría de una antorcha para poder ascender. Salió de aquel recinto y, siendo seguido por su corcel, llegó donde sus hombres diciéndoles:

–Necesitamos antorchas para alumbrar allí.

 –El señor James nos dio un poco de pólvora, tal vez sirva –explicó Erd.

Levi asintió y dio la orden de que la utilizaran para hacer una antorcha, mientras tanto, su mente, pensaba constantemente en si se aventuraba en ir a buscar a los muchachos o en quedarse en el castillo y esperar por ellos. Realmente no se sentía bien para poder aguantar un día más su ansiedad; debía de entretenerse en algo para no caer en la estupidez de abandonar su Escuadrón por ir por los chicos. Sabía que si hacía eso, todo lo que Erwin y Hanji habían logrado planear, se iría al caño y sería peor el resultado. Sus hombres al verle un tanto ensimismado, decidieron realizar la labor de hacer accionar el rastrillo, después de haber podido localizar la palanca. Levi ni se inmutó cuando escuchó el famoso chirrido grave que hicieron las cadenas y poleas para que el rastrillo ascendiera.  No tardó en subirse a su caballo  y, con ayuda de Petra que tiraba de las riendas de los caballos de sus tres compañeros, se adentró viendo lo desolado que se encontraba el recinto; ni quería imaginarse lo asqueroso que estaría por dentro. De alguna forma agradeció a Hanji por darle “trabajo extra” y, de esa manera, olvidarse de Eren por un instante.

Realmente no comprendía por qué pensaba tanto en aquel niño de piel tostada, era algo que no concebía y que le hacía enfadar. Quiso pensar en que era su sentido del “deber” que le hacía actuar de aquella forma protectora sobre el chico. Sí, debía ser por eso y no por cualquier estúpida cursilería. Él bien sabía que estaban en tiempos crudos y desgarradores para la humanidad como para estarse preocupando por los sentimientos o esas porquerías. Levi debía pensar sólo en lo que haría en adelante para poder cumplir la misión que le habían encomendado: cuidar que Eren Jeager no enloqueciera y en mantenerlo con vida.

Después de haber dado las órdenes debidas para poder dejar decente aquel castillo para que pudieran dormir, se colocó una pañoleta en el su cabeza y otra en que cubría la mitad de su rostro, de la nariz hacia abajo. Se dedicó a limpiar las habitaciones en las que dormirían pero un traicionero recuerdo de la primera vez en que Eren había limpiado y le había reñido. Pronto detuvo su acción de barrer el piso de piedra lisa para cerrar los ojos con enojo y frustración.

Eren, más vale que llegues o juro que… ni siquiera pudo terminar su pensar ya que no sabía exactamente qué haría si Eren no llegaba.

 

–¡¡¡Eren!!! ¡Por favor! ¡Despierta, despierta! –gritaba de forma lamentable Mikasa, quien zarandeaba el cuerpo inconsciente de su hermano.

Armin y Jean seguían sorprendidos por lo que habían presenciado. El vapor sofocante, de los ya esqueletos de lo que fueron los titanes, se fundía con la neblina del bosque. Armin, sin poderlo evitar, vomitó en un arbusto, vaciando lo poco que había en su estómago. Es que no podía creer lo que había sucedido frente a sus ojos. Lo que había hecho Eren le había dejado con una sensación helada en el cuerpo, como si de repente su temperatura corporal hubiera bajado. Su mente seguía repitiendo la escena una y otra vez sin descanso. El “¡Crack!” sonoro, la sangre salpicando árboles, sus cuerpos y el suelo, y…

–¡¡¡Ah!!! –gritó asustado Armin, sacando su temor y aquella horrible sensación que le arañaba las entrañas. Sus ojos parecía negarse a cerrar y las lágrimas fastidiosas caían cual cascada. De pronto el dolor insoportable en su pierna rota pareció estar en segundo plano, como si no existiera. ¿Por qué?

Jean, quien parecía ido y completamente pálido, al ver a Armin en un estado crítico no pudo evitar sentir el mismo sentimiento terrorífico que el rubio. Le parecía vaga la figura de Mikasa que parecía querer desfallecer en aquel preciso instante. Eren había revelado un lado tan malditamente oscuro que le estremeció y le hizo pensar si Eren siempre la había tenido. Elevó su mirar hacia las ramas de los árboles que se alzaban sobre ellos tan imponentes e indiferentes a lo que había ocurrido ahí. Los escasos rayos solares y el frío ambiente le hicieron percatarse de que no era momento de quedarse en un estado tan débil como ese. Los dos encapuchados restantes se habían ido cuando aquello ocurrió, lo cual le daba un respiro y le quitaba una preocupación. Ahora debía de buscar la manera de llegar a algún poblado para poder buscar alojamiento. Sus caballos se habían ido junto con sus provisiones y mapas.

Tragó grueso al ver que la situación no les favorecía en nada. Mikasa estaba herida de las costillas, Armin con una pierna rota y a la cual debían atender cuanto antes para evitar alguna infección o algo peor, Eren inconsciente y… él (Jean) sin saber qué hacer. Quiso que alguien le golpeara en la cabeza tan fuerte para que alguna idea brotara, pero nada. Estaba seguro que la noche estaba por acercarse y debían de resguardarse del frío devastador. Y para ello debían de moverse, así que sin más respiró hondo e hizo a un lado su temor para poder tener la cabeza fría y dirigir a sus compañeros.

–¡Mikasa , Armin! –llamó firme, recibiendo una mirada asustadiza y atenta. Formó puños para darse valor y así comenzar a dar órdenes –. No es momento para estar así, debemos de seguir. La noche se acerca y ya estamos en el norte, hay que buscar un lugar para refugiarnos.

–No pienso dejar a Eren –dijo tajante Mikasa con la voz quebrantada.

–No lo dejaremos, Mikasa –aclaró Jean –. Ayúdame a buscar algo para poder recostarle.

Mikasa, reacia a dejar al castaño, le miró con el ceño fruncido. Jean, ante este gesto, le miró de forma penetrante pensando en que la pelinegra no dejaría el cuerpo de Eren. También era consciente de que Armin necesitaba realizar el menor esfuerzo posible para que no derramara más sangre y su herida se tornara más severa.

–Mira, Mikasa, no tenemos tiempo para este tipo de arrebatos tuyos. Tanto Armin como Eren necesitan ir con nosotros y, te guste o no, debes de dejar de pensar un momento en ese estúpido suicida y preocuparte por nosotros tus compañeros –sentenció severo Jean, ganándose una mirada sorprendida de Armin (que apenas había reaccionado de su conmoción) y una asesina por parte de Mikasa.

A regañadientes, Mikasa, dejó de forma delicada el cuerpo de su hermano para ayudar a buscar algo con qué llevarlo. Los esqueletos ya se habían vaporizado y sólo quedaron unos cuantos manchones en el lugar que habían reposado. Después de casi veinte minutos buscando, encontraron pedazos de troncos y, con ayuda de los cables de su Equipo Tridimensional, lograron crear una especie de trineos que ellos (Mikasa y Jean) tirarían. Sabían que sería cansado pero no habían encontrado algo mejor.

Jean, le dio la orden a Mikasa de que colocara en uno de los troncos a Eren en lo eu él le hacía un torniquete a Armin. Con cuidado cargó a Armin para poder depositarlo en el tronco. Luego de haber acomodado a Armin y Eren dentro de los trineos y que ellos (Jean y Mikasa) se colocaran su equipo, reanudaron su viaje. Según recordaba Jean, había una pequeña aldea a no más de tres kilómetros. Calculaba que lograrían llegar antes de que la noche estuviera en su apogeo y rogaba por que encontraran pronto a dicha aldea, no quería pasar un minuto más en aquel bosque ya albergaba un recuerdo amargo para todos.

Durante el viaje, Armin miraba de soslayo a Eren, viéndole inconsciente. Se preguntaba si Eren recordaría lo sucedido cuando despertara. Armin deseaba por que no fuera así, sabía que Eren se desplomaría emocionalmente y eso sería algo crucial. Ellos, Mikasa, Jean y él, debería de guardar aquel secreto, ya inventaría algo en caso de que les llegaran a pedir un informe del viaje. No permitirían que nadie más que ellos tres supieran.

–Chicos –habló Armin –, debemos de guardar este secreto. No es conveniente que Eren sepa, si es que llegara a recordar. Él caería en una depresión si supiera qué hizo, ¿de acuerdo?

Tanto Jean como Mikasa, asintieron sin despegar sus ojos del camino. Se sacrificarían (en cierto modo) por el bienestar de Eren… Y sacrificarían la amnesia de Eren (en caso de que la llegue a presentar) por el bien de la humanidad. 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué creen que haya sucedido? (creo que es algo obvio pero...ya se sabrá con mayor detalle en...algún capitulo xD

Sí, me he esmerado en que saliera este cap... No sabe la jodida que me llevé por saber cómo plantear los sentires de los chicos D: Fue tan difícil el volver a pensar como quinciañero u.u~

Sólo espero lo hayan disfrutado (a pesar de ser corto) y sean tan amables de dejarme rev (responderé ahorita el que me llego xD).

Es curioso, publico este fic tanto en FF.net como aquí y tengo más lecturas aquí pero en el otro tengo más revs xDU ¿Que alguien me explique? xD

Sin más, me retiro.

Cuídense

Espero leerles pronto

AliPon fuera~*~*


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