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¿Dónde están tus alas? por Ali-Pon

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

¡Qué gusto volver por estos lares! >wO

Bueno, me alegra el saber que me dejaron un rev ;w;-llora de emoción-

Espero que en el futuro haya más lectores que se animen a dejar un rev ^^ me harían feliz.

En cuanto al fic, verán que hay 3 capitulos (supuestamente). La razón es que lo que había puetso como "sinopsis" decidí hacerlo prólogo. Sentí que era demasiado largo apara ser un resumen. Así que, por eso hay tres. 

Disculpen las molestias-hace una reverencia-

Sin más les dejo leer este capitulo OwO mauu~

Nos vemos abajo.

Los personajes le pertenecen a Hajime Isayama >wO

Capítulo II

En mis manos

                Su madre estaba de pie, sobre un prado con hermosas flores  rodeándole. Se encontraba de espaldas, viendo el cielo azul. Su cabello se mecía al son del viento y los pétalos revoloteaban a su alrededor. Paz, armonía y tranquilidad. ¿Qué más se puede pedir?

Madre”, le llamó. Ella se fue girando con lentitud, dejando ver sus hermosas facciones maternales; el distinguible amor de madre en sus ojos estaba reflejado. Al momento de quedar completamente de frente, extendió sus brazos diciendo con voz dulce “Eren”. Al escuchar su voz tan serena y dulce, no dudó en ir a sus brazos.  Comenzó a correr hacia su madre con la ilusión de estar entre los brazos de aquella mujer que le dio la vida.Sin embargo, conforme iba avanzando el verde pasto y las hermosas flores se iban tiñendo de escarlata,  el cielo se tornaba de un color oscuro. Sangre. Llovía sangre. Miró el cielo y vio emerger lentamente un titán. Aquel asqueroso que jamás dejaba de sonreír, ni siquiera cuando tomó a su madre, quien seguía con los brazos extendidos y cubierta de sangre. Eren quiso alcanzarle, tratando de evitar el que se la llevara aquel “monstruo” a su progenitora; pero, no pudo correr, sus muñecas tenían cadenas (que sobresalían de la tierra) y le impedían el moverse. Tiró de ellas con tanta fuerza, que su piel se tornó completamente rojiza y rastros de sangre se asomaban por sus pequeñas heridas. Miraba con desespero y temor como era comida. “Eren” escuchó por última vez, antes de que la boca del titán se cerrara por completo…

Despertó con la respiración agitada, algunas lágrimas mojando sus mejillas. Había sido una pesadilla, y demasiado fuerte para él. Quiso incorporarse pero el sonido de las cadenas le hizo mirar sus muñecas y verlas apresadas por pulseras de metal. Las miró con detenimiento  y en silencio admiraba su color plata. Elevó la vista y pudo distinguir piedra, madera y  barrotes.

Celda.

Estaba en una celda. De eso no había mayor duda, pero ¿por qué? En aquel instante un dolor de cabeza le hizo tensar sus músculos y agarrarse la cabeza. Claro, él había cerrado la abertura de la puerta de Trost. “En eso, llegó la Legión de Reconocimiento y…” al recordar el nombre y la figura de la persona, que les salvó, a él y a sus amigos, se estremeció. Su mirada fría y su presencia le quedaron grabadas, al igual que el emblema que portaba. Las alas de la libertad. Se sentó con dificultad y ahí pudo divisar el que había alguien observándole tras los barrotes. Elevó la mirada y ahí pudo ver a aquel hombre que valía por cien. Comenzó a sudar frío y a sentir su corazón latir frenético, quería escapar de sus ojos grises como las espadas.

 –Capitán…Levi. –Susurró temeroso el joven encadenado. ¿Qué hacía ahí aquel sujeto? ¿Qué quería comprobar?

                Aquel hombre se despegó de la pared donde estaba recargado, y caminó con lentitud hasta los barrotes. Miró al muchacho que yacía en la cama, escrutándole con la mirada; analizando todo lo que su visión le permitía, hasta que se topó con aquellas orbes esmeralda. Le miraban con temor y confusión entremezclados. Había estado observándole mientras dormía, notando la inquietud y desesperación en su rostro. Dedujo que tenía una pesadilla, tan fuerte que le hizo derramar lágrimas. Nunca abrió la boca, ni produjo sonido alguno; solo se dedicó a mirarle, tratando de buscar algo que ni él mismo sabía. Él estaba ahí por órdenes de Erwin, le había pedido que fuera a ver al muchacho que pronto sería juzgado, quería que viera con sus propios ojos a aquel ser tan “peculiar” y le reportara cualquier cosa que pudiera ser de mucha ayuda para “reclamar” su custodia. Pero…no encontró nada novedoso, nada que pudiera hacer la diferencia de la multitud de cerdos. “Tch…qué pérdida de tiempo.” Pensó con fastidio al ver que su espera de dos horas, había sido en vano. Vaya cosa. Desvió la mirada, para observar el recinto. Demasiado sucio. “Asqueroso” pensó con hastío. Sin decir una palabra más se alejó de los barrotes, encaminándose a la salida, no sin antes mirar de reojo al adolescente que no apartaba la mirada de su anatomía.

                La puerta se cerró y el sonar de las llamas era lo único presente. Los guardias que estaban cuidando la celda, no emitían ruido alguno. Estaba solo. Solo y sin respuestas a sus múltiples preguntas. ¿Qué había ocurrido? Aquel hombre de no más de un metro sesenta, le observó todo el tiempo, sin hablarle si quiera, sin…nada. “¿Qué más podía esperar?” pensó con ironía comenzando a sentirse, nuevamente, fatigado. ¿Pero cómo? Si apenas había despertado. Tal vez aquella “comunicación” con miradas, fue algo…intensa. Tal vez.

 

–¿Y bien?–Y ahí estaba Levi, sentado en un cómo sillón, con las piernas cruzadas y con un brazo recargado en el respaldo del mueble. Erwin le cuestionó poco después de que tomó asiento, con el mismo tono de seguridad que a veces le molestaba.

–No le vi nada especial a esa basura. –Respondió sin siquiera ver a su interlocutor. El capitán no era un hombre mucho verbo, salvo cuando la situación lo ameritaba, mientras tanto no lo hacía. No lo consideraba algo relevante.

–¿Y qué esperabas? –Un silencio fue su respuesta, para saber que al menos esperaba algo “mejor”, que un flacucho de tercera. –Levi… –se puso de pie Erwin, ya que estaba sentado frente a su escritorio, caminó hasta la ventana más cercana viendo las personas pasar como si nada malo ocurriera. –Ese chico es especial. Se puede convertir en un titán y eso puede sernos de mucha ayuda en nuestras exploraciones. He oído que la primera vez que se transformó, asesinó a por lo menos veinte titanes hasta que se quedó sin energía. ¿Sabes lo que eso significa? –Se giró para ver el rostro inexpresivo de Levi, quien parecía procesar cada palabra de su superior. –Él puede ayudarnos a recuperar el muro María…

–Ni siquiera sabemos si en verdad está de nuestro lado, Erwin.

–¿Por qué piensas que no?

–Simplemente porque es un mocoso.

–Levi, entiende…

–No, tú entiende. La posición en que está esa basura no es favorable; además, no sabemos qué tan confiable es su poder de titán. Lo más probable es que no sepa controlarlo.

–Ya tendremos una solución para ello.

–Tch, no hables como si ya estuviera bajo nuestra jurisdicción. –La acidez con la que habló, le dio a entender a Erwin que algo le inquietaba al hombre más fuerte de la humanidad.

–Te propongo algo. –Declaró después de un silencio donde sólo el tic-tac del reloj, se escuchaba. –Acabo de enviar una carta para poder hablar personalmente con Eren Jaeger, lo tuyo solo fue “revisión”; quiero saber sus intereses y lo que está dispuesto a hacer. Me acompañarás, para que todas las dudas que tengas de ése chico, se puedan responder. ¿Qué dices? –Sus ojos escudriñaban en los ajenos, buscando la mentira que no existía. Vaya cosa.

–Haz lo que quieras. –Sentenció Levi, poniéndose de pie, encaminándose a la puerta del despacho de Erwin a paso firme y con el enojo revolviendo sus entrañas.

–Levi, nunca cambiarás. –Habló al aire el comandante, devolviendo la mirada a la ventana, viendo salir a caballo al capitán junto con Auruo y Petra. –Debemos ganar ese juicio. –Dijo entre dientes, apretando su puño con fuerza. En verdad que debían ganarlo si querían recuperar el muro María.

 

                En el cuartel de los reclutas la atmósfera no era en absoluto, armoniosa o agradable. Habían pasado unos días y no tenían noticias de Eren, no querían pensar lo que era lo más probable. Que hayan ejecutado a Eren.

–Mikasa… –Armin llamó a su amiga que tan solo veía su comida sin ningún afán de ingerirlo. Le preocupaba su estado, pensó en que estaba deprimida por el hecho de que le “arrebataron” a Eren, pero…

La muchacha enterró con su cuchara en el pan duro que tenía en su bandeja, tomando de improvisto a Armin. –Ese enano… –La furia se despedía en cada palabra y en sus ojos marinos. Aquel Levi, había salvado a ella y sus amigos y le agradeció por ello, pero…al final él ayudó a que Eren estuviera encerrado en quién sabe dónde.

Debía hacer algo por lo menos y su mente no le ayudaba mucho al respecto. Sin escuchar las preguntas de Armin se puso de pie saliendo a paso veloz dejando a todos perplejos por ello. Solo quería respirar y sentir el aroma del viento libre. Su corazón no podía ser consolado en ninguna circunstancia, solo el regreso de Eren le devolvería la calidez que necesitaba, solo él podía curarla de sus penas. –Eren, vuelve. –Miró suplicante el cielo que se teñía de hermosas tonalidades amarillas, anaranjadas y rojizas. Un hermoso atardecer para una desconsolada alma.

¿En mis manos estará tú regreso?

 

Ya eran cerca de cuatro días desde que la primera victoria de la humanidad había ocurrido, y seguían sin saber sobre Eren. Jean solo pensaba en Marco, en aquel muchacho que le había animado en un momento en que no se sentía útil de alguna manera. Aunque también por su mente pasaba la idea de que la muerte de Marco fue culpa de Eren, cosa que era una vil mentira pero quería culpar a alguien más.

Qué infantil

Mientras caminaba por las concurridas calles de la ciudad, pudo divisar en la lejanía al capitán Levi que cabalgaba con Auruo y Petra tras él. Se extrañó por la repentina aparición de los de élite, pero no le dio mayor importancia. Se hizo a un lado, presenciando el pasar de aquellos corceles con sus jinetes; la mirada de Levi se posó en su anatomía y el relincho de su corcel negro pilló a Jean. Al ver que la mirada del capitán del Escuadrón de Reconocimiento, estaba sobre de él no dudó si quiera en hacer su saludo militar como muestra de respeto.

–¿Jean Kirschtein? –La voz del superior le hizo tragar saliva de nervios, sintiendo sus piernas temblar.

–Sí, señor. Soy yo.

–Acompáñanos. –Sin poder cuestionar la razón, fue subido al corcel de Auruo quien le miraba con autosuficiencia. El camino fue un tanto largo y la incertidumbre de saber por qué, aún hacía estragos en su mente.

 

                Llegaron a al cuartel del Escuadrón de Reconocimiento donde por fin pudo sentir el suelo bajo las suelas de sus botas. Miró a su alrededor y no pudo hacer nada más que asombrarse; era grande y con árboles rodeándole. Auruo le indicó el camino hasta el edificio donde le esperaba e comandante Erwin, en una oficina con una vista primorosa de un futuro atardecer. Echó un vistazo y notó papeleo y mapas por doquier. Claro, todo completamente acomodado y en el lugar correspondiente. Los únicos que se encontraban en la estancia, eran: Levi, Erwin y por supuesto Jean. Ese cadete estaba con los nervios a punto de colapsar, la tensión no le dejaba respirar debidamente y trataba de mirar a todo menos a los superiores que parecían tan… ¿despreocupados?

El comandante, que se encontraba viendo a través de un ventanal se giró para mirar al cadete que seguía en pie. –Jean Kirschtein, graduado del escuadrón N° 104. Sexto de los diez mejores. –La voz de Erwin tomó desprevenido al aludido, quien dio un respingo y por acto reflejo hizo el famoso saludo militar. –Compañero de Eren Jaeger. ¿Te preguntarás el por qué estás aquí?

 –Sí, señor.

                Erwin le miró unos instantes para después desviar su mirada al hombre que tenía habilidades excepcionales, que asintió comprendiendo la orden muda. Levi se puso de pie y camina con su natural seguridad pasando a un costado del joven, que tan solo tragó saliva. Aquel pequeño hombre le daba nervios y le temía con tan solo verlo. Sinceramente, comenzaba a odiar sentir los calosfríos. –Solo queremos saber sobre algunas cosas. –Erwin atrapó la atención del temeroso muchacho, quien después escuchó la puerta ser atrancada por una silla. Levi se recargó en la pared, a un costado de la puerta bloqueada.

                Todas aquellas acciones le estaban dando miedo; temía que le fuera pasar algo. Aún y le dijeran que confiara en ellos, no lo haría, sus actos eran por demás sospechosas y… –No tienes qué preocuparte, todos los demás pasaron por lo mismo. –Si el capitán pensó que con eso le calmaría, estaba muy equivocado, demasiado equivocado.

–Muy bien…comencemos.

Notas finales:

¿Y bien? ¿Mejor? ¿Peor? ¿Trío?

jajaja seh -w-

Todas las preguntas que puedan tener, se responderán después xD

Espero les haya gustado y me dejen un rev *w* Se los agradeceré con todo mí corazoncito hermoso.

Como dato personal...no puse qué parejas habrá, ya que pueden cambiar y variar. Incluso pienso hacer uke a alguien que no lo parece xP Espero les agrade (en su momento)

Si hay faltas de ortografía o sintáxis les pido mil disculpas. Es algo que me pasa a menudo :/

De cualquier manera, gracias por darle una oportunidad xP

Cuidense

AliPon fuera~

 


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