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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Es uno de mis capítulos favoritos.

Capítulo 28

Culpable

Viernes 1 de mayo

—¿Ya viste en qué lugar puse tu sesión de fotos más reciente? —Kelle canturreó, apareciéndose de repente en la cocina. Nicolás estaba preparándose un licuado de fresas con crema y tenía antojo de repollo, por eso luego de preparar su bebida comenzaría a cortar la col.

—¿En el baño de mi recámara?

—¡Bingo! —Chilló, enormemente emocionada —. Leí hace poco que ver retratos en los cuartos de baño era demasiado confortante. Los puse frente al lavabo y unos cuantos cerca de la tina —comentó, notando que Nico dejaba su vaso de licuado y se mareaba peligrosamente —. ¿Estás bien? —Con su fuerza sostuvo al chiquillo  y anduvo con él hasta la sala, haciéndolo sentar un rato, echándole aire con la mano.

Nico entrecerró los ojos, evitando no reírse por lo ridícula que se veía Kelle, pero cuando no pudo soltó una risa débil, entre el mareo.  

Pasados unos minutos, el mareo de Nico cedió y fue entonces que se puso a ver la televisión mientras Kelle partía el repollo. Oliver no tardaría en llegar y los niños estaban quietos, sentados en el suelo, gateando por toda la sala. Nico los vigilaba, sintiendo curiosidad por Dominik, quien se dirigía hasta uno de los sillones, agarrándose y parándose de esa forma. Nicolás inmediatamente sacó su celular, capturando con vídeo lo que sucedía ahí.

—¡Ay…ay, creo que ya van a caminar! —Gritó. Al oírlo, Kelle dejó lo que hacía y fue hasta la sala, quedándose estática cuando vio que Berit y Dominik se gritaban el uno al otro. La niña gateó hasta su hermanito y lo imitó, irguiéndose y sosteniéndose del sillón para mantenerse parada. Dominik flaqueó un poco, pero no se cayó. 

Los azules ojos de Noah se llenaron de lágrimas. No podía creer que sus hijos ya tuvieran once meses y estuvieran a punto de caminar. Se limpió la cara con el antebrazo y siguió grabando, observando que sus hijos parecían hablar entre ellos, echando gritos y balbuceando cosas que nadie entendía, sólo ellos.

—Ow, es el idioma bebé —soltó Kelle, sonriendo en grande. 

Los mellizos soltaron el sillón y anduvieron dando sus primeros pasos, lentamente, hasta la puerta de entrada. Nico sonrió al darse cuenta que los niños iban con Oliver, que ya había llegado del trabajo.

El alto pelinegro se acuclilló, abriendo los brazos para recibir a los pequeños. Sin dudarlo por un segundo, Noah grabó eso también. Kelle echó un grito, gemido que hizo reír a los bebés. Incluso con el gritillo de Kelle sintió patadas, que los bebés en camino daban.

—¿Mm? ¿Cómo está mi princesa y mi príncipe? —Oliver jugueteó con los mellizos, cargándolos y llevándolos hasta Nicolás, dejándolos en el suelo, parados para que de nuevo se soltaran y caminaran —. ¿Y mis bebés? —Esta vez miró a Nico, que sonreía, dándole un beso en los labios y acariciándole la barriga con una mano. Le encantaba cuando lo trataba como un bebé. Nicolás dejó de grabar, después lo haría con más calma.

—Usaste el traje que te regalé —mencionó de repente, contentísimo. Semanas atrás festejó el cumpleaños de Oliver y de regalo le había escogido un traje completo y le había regalado una tarjeta hecha a  mano por él mismo. Sonaba cursi y demasiado clásico, pero debido al embarazo simplemente se le había ocurrido algo adorable —. ¿Me compraste lo que te pedí?

Oliver asintió, levantando una bolsa de plástico negra y sacando gomitas de panda y gusano. Noah se relamió los labios, estirando las manos para agarrar la bolsa, pero Oliver se la quitó, sonriente.

—¿Qué? ¡Dámelas! —Vociferó, porque con sus antojos nadie se metía. Oliver volvió a sonreír. Amaba hacer enojar a Nico y le daba risa cómo se ponía a  hacer berrinche cuando no le daba lo que quería —. Hace un rato tuve un horrible mareo y ganas de vomitar, estoy seguro de que si no me das las gomitas me desmayaré.

—¿Me estás chantajeando?

—Síp —sonrió de nuevo, acercándose y besándolo rápido, simplemente con los labios.

—No deberían estar comiendo pan en frente de los pobres —Kelle hizo su aparición con un plato lleno de repollo picado.

Nicolás aprovechó y le quitó la bolsa de gomitas a Oliver, metiéndoselas entre las piernas y apretándolas con los muslos. — ¿Tenemos miel? —Inquirió luego de abandonar a Oliver y prestar toda su atención al platón de repollo que estaba ya en sus manos.

Kelle asintió, llevándole un bote de miel de abeja. Nico vertió algunos hilillos como si fuera salsa y con el tenedor comenzó a comerlo ansiosamente.

Oliver le apartó algunos mechones de cabello de la frente y los pasó atrás de su oreja, acariciándolo mientras comía. Noah se sentía suave y su piel era muy blanca como la nieve, adornada por sus pequeñas pecas. Era simplemente perfecto para Oliver, se miraba de hecho igual que cuando lo conoció, recordaba aquel día que lo vio por primera vez en la empresa de Salomón, el cómo derramó su helado en el elevador y lo pasó de largo fríamente. A comparación de antes, Nico ahora era demasiado cariñoso y más capaz. 

En aquel entonces Nicolás era demasiado rebelde, pero ahora era frágil y entendía rápido. ¿Qué hubiera sido de Oliver si Nico no hubiese chocado con él? ¿Por qué demonios se toparon dos veces el mismo día? Rudel rememoraba la segunda vez que se toparon:

Nicolás traía el teléfono celular en la mano, e iba saliendo de la oficina de Salomón. Aquella vez los ojos de Noah lo cegaron, porque eran azules, de un azul precioso como las lagunas.  Su nariz tan respingada y su cabello pelirrojo lo habían descolocado. En aquel entonces lo analizó bien, notando que el chiquillo estaba molesto, con él tal vez por haber chocado, pero no le importaba porque Noah simplemente había asentido tras escuchar sus disculpas, echándose el flequillo a un lado, mirándolo de arriba abajo, estudiándolo también y dejándolo paralizado.

Su impresión había sido tanta que luego de que el pelirrojo se marchara, miró hacia atrás, siguiéndolo con la mirada. Supo que desde esa vez no volvió a ser el mismo. Porque Nico le había cambiado su estado malhumorado e inclusive lo tenía comiendo de su mano aunque pareciera que no.

Los deseos de Oliver habían sido únicamente por Noah, por ello había cortado todos los lazos sexuales que mantenía con otras personas. Supo que era amor, deseo, cuidado. En aquellos años estuvo consciente de los tratos que había hecho con su amigo, y también se había arriesgado a cuidar de un adolescente con problemas de drogas. Pero eso fue su reto. Por eso, ¿Qué sería de él si jamás se hubiese topado con Nicolás esa vez? ¿Si se lo topaba en otras circunstancias y lugar, se enamoraría de él de igual manera? 

—¿Te volviste a enamorar de mí? —Nico lo sacó de sus pensamientos, notando que su esposo no dejaba de verlo y acariciarlo. Los niños seguían caminando por la sala y los vigilaba mientras sonreía, pero Oliver también llamaba su atención. Dejó caer la cabeza en el pecho de Oliver, sintiendo la barbilla de éste sobre su cabeza. Oliver asintió, era cierto. De nuevo había sentido esa chispa que sintió la primera vez que lo vio. Era la misma chispa que todas las mañanas sentía al verlo. Era amor. Lo amaba mucho —. Yo también he perdido la cuenta de cuántas veces me he enamorado de ti cada vez que te veo —confesó naturalmente, separándose un poco para besarlo esta vez en la mejilla, con un beso ruidoso, corto, cargado de cariño.

Kelle sonrió como loca desde el marco de la puerta de la cocina. Llevaba observándolos mucho rato, sintiéndose orgullosa de poder presenciar el amor puro. No todas las parejas eran así, pero aquellos dos eran un ejemplo de llegar hasta la cima sin siquiera ponerse de pie y andar directo a la montaña más grande, de sentirse volar estando sencillamente con los pies puestos en el suelo, y sentirse amado pese a la sexualidad y los problemas.

**

15 de mayo

El día anterior Nicolás y Oliver habían recibido la noticia de que sus gemelos idénticos serían varones. Nicolás tenía 26 semanas de gestación y no lo sentía. Su barriga estaba muy grande, redonda, pero últimamente se sentía muy bien de salud. No tenía quejas, guardaba reposo, pero de vez en cuando se paseaba por la casa, con sumo cuidado, por supuesto.

Esa mañana se había ocupado de doblar y dejar la ropa en el primer piso, sabiendo que Kelle no lo visitaría porque iría a una clase de manualidades y recordando que Tomás estaba disfrutando de su relación con Caroline. Terminando se alistó para jugar un rato con Dominik y Berit, poniéndoles la alfombra de colores para que anduvieran con cuidado. Por suerte podía agarrarlos de las manos y caminar con ellos, haciendo menos esfuerzo. Miró su celular y al ver que eran apenas las cuatro de la tarde, se sentó en uno de los sillones y que quedó vigilando a los niños, escuchando que se reían entre ellos y caminaban, sin salirse de los tapetes.

Faltaba poco para que Oliver llegara y esa noche quería hacer la cena. Había despertado con muchas energías y quería inclusive hacer el amor. Hacía bastante tiempo que Oliver no lo tocaba y quería por lo menos hacerlo una vez esa noche. Suspiró, y tras usar como música los sonidos que sus mellizos propinaban y las patadas que los otros dos  que estaban por nacer le daban en la barriga, cerró los ojos para relajarse. 

*

Se enteró de que se había quedado dormido cuando su celular sonó, avisando que había llegado un mensaje. Eran las cuatro de la tarde con diez minutos, abrió el mensaje  de Tomás y no pudo si quiera leerlo al sentir algo realmente extraño a su alrededor: no había ruido. Los niños no jugaban.

Confuso, volteó hasta los tapetes y no los encontró. Se puso de pie rápido e impaciente comenzó a visualizar toda la sala de la casa, mirando detenidamente cada lugar, llamando por sus nombres a los pequeños. No estaban. Los niños no estaban. Dejó caer el móvil en el sillón y caminó hasta la puerta de entrada para checar, no estaban ahí, pero recordó que no había cerrado la puerta con seguro. ¿Y si alguien había entrado y se los había llevado? Con el corazón mutilando su pecho, se detuvo, pensando en lo peor, entrando en pánico. Sólo había dormido diez minutos, sus hijos no pudieron haberse perdido en ese tiempo.

Rápido, caminó hasta la cocina, lugar donde tampoco se encontraban. Con las lágrimas llenándole los ojos, checó en las escaleras. Ellos tampoco estaban ahí. No pudieron subir las escaleras, por ello descartó subir,  dirigirse esta vez al pasillo que llevaba al jardín. La puerta estaba cerrada y no pudieron salir, pero aun así salió, checando en la alberca y terminando por ver si el portón de la casa estaba cerrado. Lo único que vio fue a Oliver estacionar la camioneta.

Mareado y con la cara llena de llanto, volvió a meterse a la casa, quedándose justo en medio de los tapetes, temblando.

Los niños no estaban y Oliver no tardaría en abrir la puerta.

Tenía miedo, culpa, sí, se sentía culpable. Sólo había dormido diez minutos y los niños ya no estaban. Había perdido a sus hijos, tal vez para siempre.

 

 

Notas finales:

No mentí, es uno de mis caps favoritos, porque...bueno, algo así pasó cuando yo era pequeña. 

Colgaré cap el otro sábado y el domingo n_n si no se me va la inter por supuesto. 

 (No sé por qué el cap 28 se subió como unas 10 veces D: jajajajajajaj, el que vio eso...a mí me dio mucha risa LOL ¿Quién alcanzó a ver eso?)


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