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-Casado con el mismo hombre- por Monnyca16

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Capítulo 8

“Recordando buenos tiempos”

Sorpresivamente, Oliver recibió una llamada. El número era desconocido y al principio no contestó, pero cuando el móvil timbró de nuevo, se apresuró a recibir la llamada.

—¿Sí? —Preguntó dudoso, escuchando atentamente la respiración de la persona que lo había localizado por medio del teléfono celular. Su número era muy privado y sólo las personas allegadas lo tenían. Era imposible que alguien sin estar en su registro llamara y además eran las dos de la tarde. Aunque igual alguien podía haberse equivocado en teclear un número.

—Soy yo. —Saludó de manera seca. Oliver conocía aquella voz. La conocía porque antes había hablado con él por móvil. Era Nicolás y no sabía por qué demonios le había llamado, pero no dudó en ponerse feliz. En todo caso, para Noah era fácil contactarlo pues  se sabía su número de memoria, lo que no era fácil era entablar una conversación con él —. Me he preparado para salir de compras. Necesito  la despensa de la casa de mi papá, no quiero ir solo ¿tienes tiempo?

La situación tomó por sorpresa a Oliver. Nico no estaba solo; tenía a Kelle, a Tomás e inclusive a Caroline. Sin embargo ahora estaba reclamando los derechos que tenía como esposo que era.

—En diez minutos voy por ti —expuso inmediatamente, aprovechando esa oportunidad.

—Bien, te espero. —Y cortó antes de arrepentirse por lo que había hecho.

Oliver salió inmediatamente de la empresa y se dirigió al único lugar donde Nico podía estar: su casa de infancia. Al llegar, tocó el timbre, encontrándose con un Nicolás arreglado casualmente para salir de compras. Vestía con unos pantalones ceñidos color negros, calzado color celeste y al estilo botín, y una playera blanca en cuello V que dejaba ver mucho su pecho y que descubría su hombro derecho. Su rostro llevaba un poco de maquillaje natural y su piel estaba tan perfumada que en cada movimiento se desprendía el aroma. Olía a bebé y a limpio. 

—Oh, ha refrescado —murmuró, dejando la puerta abierta y dirigiéndose rápidamente hasta la sala para agarrar una chaqueta de cuero color chocolate. Oliver se quedó estupefacto, ¿acaso eso era una cita? Todo indicaba que sí aunque Nico no lo reiterara. Pero era lógico que tampoco tocaría ese punto bastante obvio, porque luego todo se arruinaría.

Por su parte, Oliver iba como siempre, con traje y todo especialmente limpio y bien planchado. Lo que le impresionó a Nico era que ese traje era el mismo que se había puesto aquel viernes de su última cita, en la cual le había propuesto matrimonio por primera vez para casarse por segunda ocasión. Yael tenía muchos trajes, pero al parecer le gustaba mucho ponerse el que acarreaba recuerdos.

—¿No estabas ocupado? —Inquirió, llevando su bolso favorito de cuero y cerrando la puerta de la casa.

—Un poco —musitó el mayor, recordando que tenía que comportarse estable y controlar sus impulsos. Anteriormente había cambiado de táctica y debido a eso ahora Noah estaba ahí, queriendo conquistarlo de nuevo. Al menos quería verlo actuar e interactuar con él al mismo tiempo que guardaban distancia.  Nico parecía ir lento. No pensaba tener relaciones sexuales, pero sí verlo y hablar con él, y quizá besarlo un poco —. ¿A dónde quieres ir?

—Sería genial ir a comer primero, me muero de hambre ¿ya comiste? —Oliver negó—. Entonces vamos a comer.

Ambos  se dirigieron a la camioneta de Oliver, éste le abrió la puerta y Nico entró, abrochándose el cinturón apropiadamente. En cuestión de segundos se encontraban en la carretera y escuchando un poco de Linkin Park. Pero de pronto comenzó a sonar Coldplay con la canción que Nico le había cantado en su primer mes de casados. Fue tan incómodo escucharla, pero a la vez tan reconfortante.

Oliver aparcó y observó de re ojo que Nico ya se había bajado primero. Sin dejarlo esperar, aplicó la alarma y pasaron a un restaurante que estaba recién promocionándose. La mayoría de los alimentos contenían champiñón y aunque Oliver quisiera disculparse, Nico parecía tomarlo con calma. Por un instante Yael se sintió culpable por haberlo llevado a ese lugar.

Después de pedir un platillo realmente diferente, Nico miró los alrededores del lugar. Era muy agradable.

—¿Es un lugar nuevo, no es así?  No lo había visto antes —comentó con simpleza, viéndose bastante relajado.

Oliver asintió, agregando:

—Me lo recomendaron. Aunque por lo visto la mayoría de los platillos contienen champiñón.

Nico sonrió, negándose.

—Pero igual he pedido algo que sonaba bien. ¿Cómo está Ana y Olivia? ¿Los gatos?

La pregunta entusiasmó al pelinegro. Nico estaba llevando demasiado bien esa “cita”.

—Ellas están bien, Ana tiene nuevos amigos y Olivia está tomando clases de costura. Los gatos están un poco extraños, pero están bien —dijo, pensando en si agregar algo más, por lo que prosiguió: —Yo también estoy bien.

—¿No ha habido problemas en la empresa? ¿Has dormido bien? —Cuestionó bastante curioso. Realmente le importaban esos datos.

Rudel curveó una sonrisa coqueta, reflexionando si debía comportarse frío y distante o como cualquier persona normal. No quería lastimar a Nico, así que decidió reaccionar de manera sincera, pero cuidando cada palabra.

—Todo está saliendo bien, sobre dormir bien…no he dejado de dormir, pero algunas veces sólo duermo dos o tres horas —contó, queriendo decir que no dormía porque lo extrañaba toda la noche.

—Pero lo bueno es que duermes algo, igual procura dormir las horas recomendadas, luego enfermarás —soltó con simpleza, dándose cuenta después de que eso había sonado muy protector para su actual situación.

—¿Y tú?

Nico miró de soslayo la corbata de Oliver, luego alzó la vista y lo miró a los ojos, llenándose de su esencia.

—Bien. Las cosas están saliendo bien. —Globalizó.

—¿Cómo te va en las clases? Tu padre me ha dicho que estás en ballet y yoga.

—Es cansado algunas veces el ballet, pero va todo bien. He aprendido mucho —respondió sincero.

La plática sonaba como interrogatorio, pero los dos lo necesitaban.

—¿Por qué esta salida tan de repente? Ayer incluso saliste huyendo, ¿a qué se debe?

Queriendo sonar permanente con su nueva táctica, pero a la vez curioso y buscando sacar más temas de los cuales hablar, Oliver preguntó aquello. Si le decía a Nicolás o si se comportaba como si siguiera interesado en él, todo se arruinaría porque Nico solicitó la cita para también cambiar su táctica y se notaba su empeño.

—Tenemos responsabilidades, Oliver. Seguimos casados y así como yo tengo que cumplir con mis responsabilidades, tú también. Al menos tenemos que hacer esto hasta que alguno de los dos pida el divorcio —espetó.

Oliver se estremeció con la palabra divorcio, no quería pedirlo nunca.

—¿Eso significa volver a casa?  —Oliver rebuscó explicaciones.

—¿Debería?

Lo más correcto era volver, pero Nico quería comenzar desde cero, incluso no pensaba tener sexo con él por ahora. Y para variar Oliver deseaba que todo tuviera buenos resultados y tampoco quería adelantarse a los hechos. Por el momento ambos hablaban de seguir con las responsabilidades de sus lazos civiles, aunque en el fondo simplemente desearan regresar. Pero todo a su debido tiempo.

—No, si no quieres no. Preferiría que no volvieras a casa —arguyó con sensatez, viendo por los propósitos de ambos.

Nico esperaba una respuesta así,  pero igual no evitó sentirse algo decepcionado. Ese día se había vestido muy sexy para su esposo y que éste le dijera eso era como apuñalarlo, porque vivir en la misma casa significaba tener sexo y todo daba a indicar que Oliver no quería tener sexo con él.

—Oh, de acuerdo.  Tienes razón, igual esperaré a que mi padre y tú hablen sobre el divorcio —murmuró casi decepcionado. No quería mencionarlo de nuevo, pero creyó que era necesario y más al recordar que Oliver le había dicho ayer que ya no estaba interesado en él.  

En los siguientes minutos llegaron con los platos y los dos se pusieron a comer, sin embargo por un breve instante Nicolás se quedó viendo fijamente su comida. Estaba pensando en si decir algo estúpido para que Oliver lo llevara a casa y ya no salieran de compras, o si aguantar un poco más. Pero no sería un cobarde, no, ya no. No se echaría para atrás después de todo el esfuerzo que había hecho para estar comiendo ahí junto a su ahora casi ex marido.

—¿No sabe bien? —Oliver se impacientó. Había hecho un esfuerzo para no enmendar  lo del tema del divorcio, pero ver tan pensante al chiquillo lo hizo sentir muy mal y lo único que pudo preguntar fue algo acerca de la comida, aprovechando que Nico se había quedado viéndola por largos minutos.

—No, realmente sabe muy bien. —Sonrió, llevándose un trozo de carne a la boca y masticándolo lentamente. De repente, su móvil comenzó a vibrar. Era Kelle. Ella siempre aparecía en situaciones inoportunas, pero ahora Nico necesitaba escuchar su voz.

Nico hizo una seña para avisarle al ojigris que contestaría.  Oliver asintió.

—¿Ya se besaron? ¿Cómo fue? —Kelle preguntó alarmada. No quería perderse el chisme y era mejor hablar directamente con Nicolás para que la mantuviera informada.

Nico se negó, entrecerrando los ojos y sonrojándose. Oliver lo miró detalladamente, era como si Nicolás tuviera un pretendiente y en esos momentos estuviera en plena comunicación con él.

—Cuando llegue a tu casa te sorprenderás —habló el pelirrojo, cuidando sus palabras.

—¿Entonces sí? ¿Están teniendo sexo ahora? —Murmuró, dando vueltas en su habitación.

—¿Qué? ¡No! Eso es algo demasiado íntimo, cuando nos veamos hablamos ¿sí? —Volvió a pedir de una manera acelerada.

Oliver frunció el entrecejo. Escuchó perfectamente a Nicolás musitar la palabra ‘íntimo’ y eso ya no estaba gustándole.

—¿Oliver te está viendo en estos momentos, cierto? —Interrogó, sintiendo que estaba atinándole.

Nicolás levantó la vista para ver a su acompañante y al verlo con los labios apretados, contestó:

—Oh sí, pero no esperes demasiado por mí, llegaré un poco tarde a tu casa, mi cielo —continuó articulando,  sonriendo cómodamente y mirando de nuevo su comida.

No sabía por qué lo había hecho, pero necesitaba hacerlo.  Necesitaba ponerle crema a los tacos y no importaba si necesitaba poner celoso a Oliver. Como quiera él le dijo que ya no estaba interesado en él y lo mejor por ahora era ponerlo celoso. Sí. Celos era la mejor opción.

—¿De qué mierditas estás hablando? —Kelle se rascó la cabeza, pensando en que quizá Nicolás ya estaba comenzando a descubrir que era mujer y que lo estaba confundiendo con un hombre. Pero lo descartó cuando después supuso que Nicolás quería darle celos a Oliver. En ese caso le siguió la corriente —. Ah, sí, igual te esperaré, mi cielo. Nos vemos  y platicamos después.

Entonces colgó primero, preparando su traje de baño para meter los pies en agua y así relajarse.

Nicolás sonrió y se apartó el móvil del oído, guardándoselo en el pantalón.

—Disculpa, es que tenía que contestar —se excusó, volviendo a prestar atención a sus alimentos.

Oliver reflexionó y si en verdad Nicolás tuviera una nueva relación, entonces Kelle ya le hubiera dicho.

—¿Estás saliendo con alguien? —Preguntó incómodo, viendo fijamente la gesticulación del chico.

Por un instante Nicolás se dio cuenta que debía ser más inteligente e improvisar.

—Ah, eso…en realidad no, sólo es un desliz.

Los ojos de Oliver se oscureciendo de repente. Francamente no se esperaba algo así.

—¿Y qué tal te va con ese tipo? ¿O es una mujer? —Insistió con el mismo tema, hablando de una manera fría y despreocupada.

Nicolás se encogió de hombros, pero logró seguir su propio juego. Sí, era infantil, lo sabía. Oliver también lo era, y sí, igual lo sabía.

—Mujer —se limitó a contestar, llevándose otro pedazo de carne a la boca.

—Oh, que sorprendente, recuerdo que me habías dicho que te gustaba más ser pasivo en la penetración anal —agregó a regañadientes, jugando con él y logrando ver cómo Nico se sentaba recto en la silla.

—Pues las vaginas me siguen gustando mucho —sintetizó con seriedad, terminando de masticar su bocado. 

—¿Más que las pollas?

La pregunta de Oliver lo hizo darse cuenta de muchas cosas y no sabía cuál elegir:

Oliver quería molestarlo.

Oliver sabía que mentía.

Oliver estaba celoso.

Pero al final decidió que Oliver sabía que mentía y que quería molestarlo por eso, pero a la vez también estaba celoso.

—No, no tanto como las pollas, por eso debo conseguir a un hombre lo antes posible —mencionó, rodando los ojos para ver a su alrededor y no a Oliver.

Era tan difícil hablar con él en momentos de pre separación.

—¿Me sigues queriendo? —Oliver dejó la comida a un lado, esperando por una respuesta. Confiaba en que Nicolás lo seguía queriendo, pero simplemente esa pregunta se le salió de la boca sin pedir permiso.

Noah sonrió, haciendo tiempo masticando. No se esperaba esa pregunta.

—Si has perdido el interés en mí e incluso no te gusto ni para un polvo, no deberías preguntarlo. Simplemente no te corresponde.

Nicolás mal entendió todo y ahora estaba vengándose. Oliver asintió, bebiendo un poco de su copa.

—Tienes razón —aplaudió  el dato con un tono simple de voz. No podía doblegarse tan fácilmente

Después de la comida, ambos se dirigieron al supermercado. Nicolás no era un cobarde para huir después del enfrentamiento a la hora de la comida. Nico escogió muchas cosas inútiles, dejando anonadado a Oliver. Bueno, al fin y al cabo no dejaba de ser el Nicolás de antes. Pasaron por los estantes de peluches y los dos recordaron aquel momento cuando obtuvieron a Jordana. Eran tan buenos recuerdos que incluso los hizo sentir como en los viejos tiempos. En esa estancia hablaron de cosas triviales y rieron sin parar por culpa chistes absurdos y de personas que actuaban extraño. Podía decirse que a pesar del mal rato en el restaurante, igual se la pasaron bien.  En la caja Oliver quiso pagar, pero Nico lo evitó, diciéndole que eran sus cosas y que no tenía que molestarse.

Después de las compras, se dirigieron a la casa de Nico. Bajaron las bolsas de mandado y las llevaron hasta la cocina. Estando ahí, Nico comenzó a sacar todo y a guardarlo, percatándose de que su esposo todavía no se retiraba. Noah podía decir que Oliver estaba viendo su culo  y cuerpo completo, pero prefería que lo viera para así tentarlo y que sus planes funcionaran rápido.

—En una semana es mi primera  presentación  de ballet. Es en un teatro no muy lejos de aquí, si quieres ir estarás bien recibido —soltó con calma, cuidando sus palabras  y metiendo las papas en el cajón del refrigerador.

—¿Estás invitándome? —Rió, cruzándose de brazos.

El pelirrojo evadió su pregunta y prefirió continuar:

—Es desde las ocho de la mañana, durará tres horas. Además haré una actuación adicional de baile arábico y tocaré el piano.

—Vaya que será muy entretenido —dijo, recordando aquel vídeo de Youtube en el cual Nicolás bailaba música arábica. No podía esperar para verlo en vivo y en directo.

—Mi padre también irá, me lo ha prometido. Quiero que Olivia y Ana también asistan.

—Entonces estaremos ahí —anunció, viendo al pequeño Nicolás ponerse de pie e ir por las cajas de cereal para acomodarlas en los altos estantes. Los estiramientos de Nicolás dejaban ver su estómago, si piercing de ombligo y un pedazo de ropa interior que parecía ser de encaje color blanco. Estaba parado de puntas, pero incluso así no lograba alcanzar aquel lugar tan alto.

Oliver se puso tras él, agarró la caja de cereal y la acomodó justo en el lugar que Nicolás había escogido.

—¿Desde cuándo usas ropa interior de encaje? —Interrogó sin ninguna vergüenza. Nicolás se paralizó al sentir que Oliver todavía estaba tras él y que sus cuerpos se rosaban. Pero estando nervioso logró darse la vuelta y enfrentarlo.

—Desde hace varias semanas —atinó a responder, descubriéndose el estómago y restirando el pantalón para poder ver su ropa interior. Amaba su nueva ropa íntima.

—Entonces no importará si nos besamos, porque las personas casadas lo hacen —alegó el más alto, inclinándose para apresar sus labios con un movimiento rápido y alarmante.

Fue un beso lento, en el cual probaron lo que en semanas no hicieron. No se acariciaron, pero mantuvieron sus labios unidos por aproximadamente un minuto. Tiempo que disfrutaron y que Nicolás guardó como un premio por haberse animado a dar el primer paso para salir en una cita.

Y aunque en todo ese día no se comportaron como esposos, ambos se sentían como primerizos y lo gozaron. Cuando el beso se terminó, Nicolás se despidió primero:

—Mañana prepararé pastel de carne para la cena, te espero a las siete de la noche.

Y aunque no quería nombrarlo cita, lo era. De ahora en adelante tramaba tener citas diariamente con su esposo.


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