— ¿Cómo va?—tomó asiento a su lado, colocando una de sus manos en su rodilla por escasos instantes, un simple apretón.
—Ya me aburrí. —se encogió en hombros, soltando un bostezo y tallandose el rostro debido al cansancio.
—Bueno, no me propusiste otra forma de matar el tiempo.
Uruha le mostró una sonrisa, misma que trató de imitar Kai por unos segundos antes de volver su vista a la pantalla en esa película tan poco creativa. Reita había "decidido" quedarse solo en su habitación y Uruha había terminado con él en la suya. Pues ninguno de los otros dos hubiera querido pasar la noche con el "ogro".
—Te ves cansado...—susurró, colocando una de sus manos en su cabeza y despeinando uno de los costados de su cabeza. Tiró de uno de sus mechones hasta colocarlo tras su oreja.
—Lo estoy. No debería sorprenderte. —se incorporó, encorvando su espalda y poniendo las manos en sus rodillas.
—Sí, tienes razón.
Se quedaron en silencio, de nuevo, tan sólo manteniendo sus miradas en la plasma. Kouyou se levantó para ir a la cocina y volvió con latas de refresco, pasandole una a su compañero el cual agradeció por este gesto.
—Estaba pensando en nuestro primer concierto con más de tres personas. —murmuró, dando un sorbo a su lata recién abierta. Yutaka volteó a verle, por lo que prosiguió—: Ya sabes, cuando nos empezamos a hacer "famosos". Todos estábamos muy nerviosos en ese momento.
—Reita estaba casi llorando. —comentó, ladeando una sonrisa burlona al recordar aquello.
— ¡Sí! Y Ruki le rezaba a todo mundo... Fue algo tan loco.
Rieron por un par de segundos, sin poder evitarlo al recordar cada uno de esos sucesos graciosos en ese día.
Sin duda muy distinto a lo de ahora donde todos parecían muy decididos... aunque Reita siguiera haciendo lloriqueos.
—Es algo triste ¿sabes?
— ¿El qué?—cuestionó extrañado el baterista.
—Que en nuestro gran comienzo y en el progreso de hasta ahora... La relación entre todos no haya sido la mejor. —suspiró, hundiéndose en su asiento en el sillón—. Akira y Yuu terminaron, y tú y yo... bueno...
—Tal vez sólo de esa forma the GazettE iba a iniciar... "Grandioso".
Se levantó para poder apagar el televisor, recogiendo los platos sucios en la mesa de café y dirigiéndose a la cocina. Uruha se puso de pie para seguirle, manteniendo el ceño levemente fruncido, incrédulo.
Se colocó a su costado, contra la pared detrás de donde estaba el otro en el fregadero.
— ¿Hacía falta la indiferencia y poca integración para funcionar? ¿por eso no funcionamos antes?
—Lo dices como si fuéramos una máquina. Pero sí, hacía falta eso. Sino ahora mismo Reita y Aoi estarían distraídos todo el tiempo derrochando amor.
El más alto boqueó, mostrando aún más su ceño fruncido en desaprobación a sus absurdas palabras. Kai se dio la vuelta y pegó su espalda al fregadero para recargarse quedándose de frente y apreciando sus expresiones.
—Eso es lo más cruel que has dicho. ¿Te alegra no estén juntos?
—No, Takashima. —bufó, rolando los ojos y cruzando sus brazos—. Es sarcasmo. Aunque debo decir que me alegra yo no te gustara, yo sí estaría estúpido por tu culpa.
Dejó "caer" sus expresiones por completo, abriendo más, ligeramente, sus ojos. Yutaka mostró una sonrisa y movió su cabeza en negación.
—Pero sí me gustas.
—Tú a mí no.
Mierda. Formó una sonrisa en sus belfos, casi como si quisiera reírse de sí mismo. Y es que Yutaka parecía muy orgulloso de sus palabras ¡Claro! ¡Era el sueño de toda persona! Rechazar a quien una vez te rompió el corazón.
Y se sentía tan patético.
—Quita esa cara, muñeca. —dijo con burla, cosa que molestó notoriamente al mayor el cual no tardó ni un segundo en darle un zape.
—Cállate, idiota.
Yutaka rió por varios segundos y el contrario no pudo evitar desvanecer su enojo. Aun cuando el más bajo parecía "odiarlo" de vez en cuando solía reírse con él o hacerlo reír. Seguía siendo ese ser humano tan gentil que desde hace tiempo.
Kai dejó de reír en poco tiempo, manteniendo una sutil sonrisa en sus labios. El más alto avanzó en dirección al mayor, colocando sus manos a los lados del cuerpo ajeno; apoyando sus manos en el lavaplatos al mismo tiempo que pegaba sus labios con los impropios, mas no pasó de esto.
—Entiende...—susurró el moreno, alternando su vista de sus ojos color miel a esos labios que recién había podido sentir, apenas—. Es por el bien de la banda.
Sonrieron, divertidos e ingenuos. Uruha se apartó de su cuerpo y caminó en dirección a la salida de la cocina; debía dormir para levantarse al ensayo de mañana.
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