Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

[Reviews - 275]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Olis Crayolis!!!! (Así me saluda mi primita de 3 años :3 bien linda ella!!)

Pues, como seguramente ya notaron, este capi develará más cosas. Os lo dije y lo seguiré repitiendo, a partir del capítulo de Aoi se descubrirá todo poco a poco. En este capi, sabremos si es Enjou o no es afamado "escritor" (yeah!!! He's back!!). Lo que me hace preocuparme por sus reacciones, si es que desean golpearme después de este capi.

También veremos avances para las Izumilovers (MisakixIzumi) y por supuesto, RenxYuu (adoradoras del RenxYuu no podía abandonarlas después del capítulo anterior y si buen recibimiento)

Además, Koti-chan is back!!! Yeah!!! Y sabrá muchas más cosas, sin duda alguna, así que espero que les guste y nos vemos ;)

Saludos ;)

Capítulo 11: El retorno del escritor.

 

Iba en el taxi con Enjou a su lado e iba muy emocionada.

Hubiese matado por coordinarse con su hermanito y que éste fuese de polizón a espiar a Enjou mientras ella lo hacía de la forma legal, pero después de su lesión, era completamente imposible que lo hiciera. Una pena, habría sido genial, pensó fugazmente la castaña y el taxi se detuvo indicando el final del viaje.

                —Hemos llegado Koti-chan, es la casa de Aoi donde son todos nuestros ensayos.

                —¿Tú Aoi es la misma de Izumi-san?—cuestionó la pequeña fujoshi y Enjou le sonrió mientras respondía.

                —Es la misma, pero no es “mi Aoi” Koti-chan, solo somos muy buenos amigos.

Ella encogió los hombros sin darle importancia y ambos entraron a la cochera de la casa de la rubia prometida del increíble Izumi. Cada uno de los miembros de la banda estaba haciendo algo que no tenía relación con un ensayo, al parecer, quien imponía orden ahí no estaba. La verdad era que la banda de Rui Miyano no era una tradicional, algunas veces eran irresponsables y tontos, pero amaban lo que hacían y ponían su corazón en cada una de sus presentaciones.

Aoi se encontraba platicando con el baterista animadamente acerca de datos banales cuando divisó a Enjou llegar y, por supuesto, tal acontecimiento captó su completa atención, pero se sorprendió de verlo llegar acompañado y más esa clase de compañía. Se alejó de su compañero y acercándose con una sonrisa de amabilidad, quiso saber de quién se trataba.

                —Hola Enjou, llegas tarde—inclinó un poco el rostro a la altura de la menor—¿Y quién es esta linda niña que te acompaña?

La aludida sonrió en respuesta, pero detectó un rastro de curiosidad desenfrenada y no lo pasó por alto. Al menos, no obviamente.

                —Ella es Koti-chan, mi hermanita.

                —¿Hermana?—cuestionó sin comprender. Que ella supiera, Enjou era hijo único. La castaña procedió a explicar su confusión.

                —Así es, soy la hermana menor de Takashi, eso me vuelve la hermanita de Enjou, quien es genial—le miró soñadoramente y el oji-gris le sonrió con dulzura.

Tal información le desconcertó por un momento. No sabía que Takashi Kotori tuviese una hermana menor. Negó ligeramente con la cabeza y pronunció su sonrisa, en realidad no creía que tuviese relevancia ese dato. Era una niña, seguramente iba en el primer grado de  secundaria o quizá era más joven, lo ignoraba, pero no era crucial. ¿Qué tan grave era ser amable y linda con la hermana de su mayor enemigo?

Mucho… más de lo que creía… estaba ignorando a su potencial y verdadera contrincante.

                —Así que el sensual Takashi Kotori tiene una hermanita—dijo una voz que recién llegaba.

Rui tenía en su rostro una pícara sonrisa, Aoi le miró con rareza y Enjou entrecerró los ojos ante el adjetivo. A Koti-chan este gesto no le pasó desapercibido, era ligero, en verdad muy difícil de notar, pero ahí estaba. Tal reacción majestuosamente oculta denotaba molestia y tal se podría traducir en celos, celos del chico que recién llegaba.

                —No digas eso Rui—habló con molestia el pelinegro y Rui ensanchó su sonrisa.

                —Cierto… Takashi es lindo, no sensual.

Su enojo no parecía disminuir y casi podría jurar que lo estaba haciendo a propósito. Aquello llenó de frustración a Aoi, quien decidió parar aquello.

                —Basta Rui, una niña no debe escuchar esas cosas de su hermano mayor—bajó el tono de su voz—Y tú no deberías provocar a Enjou.

El peli-verde sonrió ladinamente ante tal comentario y también susurró.

                —Pero si es tan divertido ver como intenta negarse a sí mismo lo que siente—entrecerró los ojos y la miró mal—Pero más bien, a quien me agrada provocar con los celos de Enjou es a otra persona.

Aoi le miró mal, endureciendo sus facciones y gritándole con los ojos discreción. Rui hizo una mueca y miró a Enjou con una mezcla extraña entre furia, cierto rencor y pesar, mucho pesar.

El aludido miró a Koti-chan tratando de ocultar sus emociones recientes y la mirada de astucia que la menor le dedicó fue suficiente para comprobar que ella lo había presenciado todo. Había olvidado lo inteligente y suspicaz que era esa niña, quizá había sido un error invitarla. Muy tarde Enjou, ahora te tiene en sus manos.

Los ánimos se controlaron y todos se acomodaron en sus posiciones mientras Enjou les explicaba que Koti-chan estaba ahí para presenciar su ensayo. Tocaron un buen rato, la amante del boys love tomó fotografías y después de una hora de canciones, relajo y juegos tontos, además de bromas, la puerta de la cochera se abrió dejando entrar a una rubia chica de cabellos lacios y ojos negros con una bandeja de bebidas.

                —¡Hola chicos! ¿Qué tal unas bebidas para descansar?

Koti-chan no dijo nada ante su intrusión y se le quedó mirando casi sin parpadear.

                —¡Kotoko-chan!—dijeron algunos al unísono.

                —Gracias Kotoko—dijo Rui con una sonrisa coqueta y la menor se sonrojó violentamente.

                —Es un placer ayudarles.

La rubia mayor tomó su bebida y encogió los hombros como si nada, Enjou también tomó su bebida agradeciendo a la hermana menor de Aoi las atenciones con una sonrisa y cuando la rubia menor llegó al lado de Kobashi y le ofreció también una bebida, la dulce Koti-chan tardó en reaccionar.

Conocía a esta chica, claro que conocía a esta chica, la había visto con anterioridad. No olvidaría su rostro, sus facciones, su tono de voz, sus movimientos y sus gestos. Era imposible olvidarla por una simple y sencilla razón. Esta chica era una de las difamadoras de su nii-san. Recordaba su risa burlona hablando de su hermanito y su “ligereza”, recordaba las risas del resto y recordaba el hecho de que, en toda esa extraña conversación, había sido esta chica la mayor participante.

Ató cabos en seguida y la original confianza y amabilidad que sintió por Aoi Maya se desvaneció al instante. Kotoko Maya era una de las personas que hablaba mal de su hermanito y algo le decía que Aoi, su hermana mayor, tenía algo que ver con ello. Parpadeó un par de veces y, mientras Kotoko aún le extendía la bandeja con las bebidas, Koti-chan le sonrió inteligentemente antes de tomar su bebida.

                —Gracias… Kotoko…

Ya tenía un nombre al cual perseguir.

****

Estaba frente al volante y lo sostenía con muchísimo nerviosismo. Nuevamente tu y yo, pensó Yuu mirando el aparato con cierta rabia y el ladrido de Kuma lo regresó a la realidad. Suspiró profundamente y Ren, quien bebía un licuado, no pudo evitar reírse, lo cual provocó que el ceño fruncido del Kaichou se pronunciara más.

                —¿Podrías relajarte?—comentó en una risa el pelirrojo—No estás a punto de realizar una operación a corazón abierto, solo es arrancar el carro, no será tan malo.

                —Lo dices porque tú ya sabes hacerlo—replicó mordazmente.

                —No, lo digo porque creo que puedes hacerlo. Hemos practicado esto varias veces, así que estás listo.

Enarcó una ceja y volvió a inspirar para darse valor. Giró las llaves, arrancó el auto, lo dejó calentar y una vez que creyó prudente, comenzó a soltar el clutch mientras apretaba el acelerador con cuidado y cierto miedo. Su boca adoptó un mohín al concentrarse en su tarea y Ren estuvo a punto de lanzarse a reír, pero la fierecilla era capaz de enfadarse y perder el control. Kuma estaba en el asiento trasero, siempre les acompañaba en las clases y ese día no sería la excepción. A veces el pequeño “Gran Danés” actuaba como si fuese un animador personal para Yuu, ladraba y movía la cola con emoción cuando su dueño tenía algún avance y gruñía cuando el mismo se desesperaba y retrocedía.

Ren por su parte había dado mucho de sí en estas clases. Le encantaba la compañía de Kuma porque, mientras la fierecilla despotricaba en contra de las personas responsables del arte de conducir, el perro lamía su mano calmándolo, lo cual ayudaba bastante a que su mal humor se fuera y así, el Kaichou no la pagara con él. Le miró concentrarse y en verdad moría de ganas por reírse, pero no en forma de burla, si no una risa autentica. Yuu Madara era todo un caso, de verdad lo era y no comprendía el motivo por el que, con el paso de los días y las clases, había ido adoptando una opinión diferente de él. Aún era irritante, pero divertido, demasiado gracioso como para dejarlo pasar. Verlo enojarse, verlo desesperarse y perder el control era tan entretenido, que se había tenido que reprimir muchas veces por el bien de su salud.

No era que se quejara, pero cuando todo marchaba muy mal en sus clases, Ren salía medio moreteado de ellas, ya fuese su hombro o sus costillas, pero siempre una parte de su cuerpo la pagaba. Misaki se había alterado al verlo así y la fiera del bosque no había hecho nada por aceptar o por los menos menguar su culpabilidad. Hay cosas que no cambian, pensó girando los ojos y justo entonces, Yuu logró coordinar correctamente la maniobra y el auto comenzó a caminar.

                —Lo… lo hice… ¡Oh por Dios! ¡Lo hice!—brincó en su asiento y Ren le recordó que iba manejando.

                —No despegues tu mirada del frente.

                —Al menos dame un cumplido, idiota, lo hice—reclamó el pequeño Kaichou y Ren se rio negando con la cabeza.

                —Cuando te vea ganar una carrera en una competencia de manejo, entonces sí te premio pequeña fierecilla.

El puñetazo en su hombro que recibió fue un punto más a sus malestares. Genial, otro golpe. ¿Cuándo pararás Yuu?

                —¡No me digas así! ¡Ya te dije que no me gusta!

                —No quites las manos del volante—dijo como respuesta y Yuu le ignoró sonriéndole con verdadera emoción a Kuma por el espejo retrovisor.

El pelirrojo nunca se perdía esa bonita parte, era otra de las razones por las que le gustaba que Kuma estuviese en esas clases. Cuando Yuu Madara le hablaba o le dedicaba su atención al enorme perro, su rostro adquiría una luz que era imposible ver en el temido presidente del consejo. Le gustaba mucho verla, le parecía que era todo un espectáculo que, de haber podido, debía guardarlo para la posteridad.

Sonrió ante la bella sonrisa de Yuu a su perro y no pudo evitar decir con cierta frustración en un suspiro.

                —Oh fierecilla, si tan solo sonrieras así todo el tiempo. Apuesto mi vida a que serías más agradable.

El mencionado borró el gesto y le miró con sospecha.

                —¿De qué hablas? Yo soy agradable—frunció el ceño mirándolo mal—¡Y no me llames fierecilla! ¡Es en serio!

                —¡Mira al frente Yuu!—regañó por enésima vez Ren y sostuvo su barbilla con sus manos obligándolo a no despegar su vista del parabrisas. Kuma ladró y Ren se alejó, al parecer al “gran perro” no le gustaba que se acercara tanto a su amo.

                —Sí, sí, lo que digas, pero hablo muy en serio, no me digas así. No me gusta.

                —Pero si “fierecilla” suena lindo y yo todavía que soy tan genial en decirte algo tan bonito.

Bufó y continuó manejando ante la atenta mirada del tipo. La verdad, muy en contra de sí mismo, Yuu tenía que admitir que después de hacer las paces el primer y catastrófico día de sus clases, ahora a casi más de una semana de ello, el tarado de Ren Ashiya ya era más tolerable. Aún lo odiaba, aún le caía en la punta del hígado el hecho de que fuese tan arrogante en ocasiones y estúpido en otras, pero no negaba, tal como lo había dicho el tipo, que era alguien muy docto para la enseñanza y realmente, todo lo que estaba logrando, era gracias a él, hecho que no le tenía muy contento, pero no podía evitarlo.

Estaba pensando todas esas cosas cuando de repente, como si lo hubiese planeado, Ren salió con una tontería.

                —Oye Yuu… ¿Irás a verme a la competencia de natación de pasado mañana?

                —¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?—reclamó sin despegar la vista del frente, tal como había indicado, iba muy despacio, casi no avanzaba nada por miedo a arruinarlo—Obviamente voy a ir, soy el Kaichou, tengo que estar ahí.

                —Eso ya lo sé y mi pregunta no era en ese sentido.

                —¿Y entonces?

                —Yo trataba de saber si me verías ahí… a mí.

Frenó de repente y de no ser por el cinturón de seguridad, Ren se habría estampado en el parabrisas.

                —Muy bien… ¿Qué demonios te está pasando? Eso fue muy raro. ¿Por qué razón querrías verme ahí viéndote a ti?

El galán sonrió sardónicamente y corroboró que Kuma estuviese bien ante tal forma de frenar.

                —Relájate fierecilla, solo era una pregunta. Quiero ver tu cara de tonto cuando gane la medalla de oro en tus narices.

Giró los ojos, debió saber que se trataba de eso. A veces se le olvidaba lo adulador que era consigo mismo. Estúpido engreído, se dijo bufando y, después de mirar de reojo que su Kuma estuviese bien, miró el reloj en su muñeca y se alarmó por la hora.

                —Ya es tarde, llévanos a casa, mamá se preocupará.

                —No lo hare—cruzó los brazos y la mueca que Yuu le dedicó fue suficiente para que se explicara—Quiero decir… no lo haré hasta que digas que sí.

                —¿Eres estúpido o solo finges muy bien? Ya te dije que voy a estar ahí.

                —¿Y me verás a mí?—cuestionó y Yuu apretó los puños reprimiendo sus ganas de golpearlo.

                —Sí, sí, te veré a ti. ¿Contento?—Ren asintió—Ahora llévanos a casa.

                —Como ordene, fierecilla.

El golpe en el hombro no se hizo esperar e intercambiaron lugares. Yuu con una mueca, Ren con una sonrisa.

****

Jaló la silla con un ruido muy molesto y tomó asiento como si nada.

Izumi leía, por supuesto y levantó la mirada al sentir la intromisión. Misaki Takaba nuevamente se sentaba frente a él y esta vez no llevaba ni el ceño fruncido ni miradas mordaces, vaya, ni siquiera parecía de mal humor, más bien se veía… tímido, como nervioso de estar ahí. ¿Por qué será?

                —Hola Misaki—saludó el castaño colocando el separador en su libro.

                —Hola Izumi… yo… bueno… me preguntaba si puedo sentarme—el más alto reprimió sus ganas de decir “ya estás sentado” y el rubio continuó explicando—Es que hoy no tengo con quien comer. El estúpido de Ren huyó a quien sabe dónde, debido a su futura competencia, Yuu está en el consejo y me niego a comer con Takashi Kotori a solas. Por eso pensé que podría hacerlo contigo… ¿Te molesta? Si es así, puedo irme.

Enarcó una ceja y lanzó un suspiro tentado a acariciar su cabeza como lo hacen los cuidadores de aves. A veces se le olvidaban las cualidades de canario que poseía este chico.

                —Adelante, no tengo problema, pero temo que no soy el ejemplo de una agradable compañía.

                —Está bien Izumi, he notado que lees mucho durante el almuerzo y puedes hacerlo aún estando yo aquí, no me incomoda ni nada por el estilo.

Encogió lo hombros mientras susurraba un “bien” y nuevamente abrió el libro para concentrarse. Pero era completamente imposible, había cierto encanto en leer a solas y la realidad era que, cuando Misaki Takaba abordaba su mesa, le interesaba más saber de él, que de su libro. Suspiró resignado consigo mismo y cerró el libro mientras lo guardaba en su mochila y mostraba su bandeja con comida. Justo entonces, notó como el rubio se le quedaba mirando con una cara que bien podría ser de estupefacción o de anhelo. Qué extraño.

                —¿Ocurre algo?—preguntó ante el gesto hipnotizado de Misaki con su bandeja de comida

                —Eso… eso que tienes ahí… ¿Es una hamburguesa?—cuestionó ansioso.

                —Sí, quieres un poco.

Negó desenfrenadamente sin quitarle la vista de encima, acto completamente contradictorio si le preguntaban y empezó a adivinar fácilmente lo que ocurría, pero espero a que Misaki lo hiciera.

                —No muchas gracias, hace dos años que no como carne, por eso es que tenía mucho sin ver una… se ve… deliciosa… quiero decir… asquerosa, sí asquerosa.

Izumi le miró con suspicacia y una chispa de burla. ¿Dos años sin comer carne? ¿Por qué tanto castigo? Si hasta parecía que a Misaki le fascinaba por lo que podía notar. Estuvo tentado a elevar la hamburguesa y moverla de un lado a otro, estaba seguro de que el chico la seguiría con la mirada como los perros a la comida.

                —¿Por qué ya no comes carne?

                —Porque Ren es vegetariano y como su pareja ideal, obviamente yo también debo serlo.

Giró los ojos, debió imaginar algo así. Era tan extraña la forma en que este chico idolatraba al capitán del equipo de natación. ¿Exactamente qué clase de cosas era capaz de hacer por él? Amenazar a una chica, modificar sus hábitos alimenticios… ¿Qué seguía? ¿Cambiar en su forma de vestir? ¿De hablar? ¿Cambiar sus gustos? Es enfermizo Misaki, tu amor es enfermizo, pensó seriamente fascinado con semejante fenómeno psicológico y decidió darle su primera mordida a la hamburguesa.

O lo hubiese hecho de no ser por los ojos anhelantes de Misaki.

Era como negarle la comida a un cachorrito hambriento, definitivamente incómodo e imposible. Lanzó un suspiro y, bajando la hamburguesa a la bandeja, sin probarla, cuestionó nuevamente.

                —¿Seguro que no quieres? Probarla un poco no te hará daño.

                —No, ya te dije que no, además tengo mi deliciosa ensalada—miró su propia bandeja con repulsión oculta y, de haberse podido reír, Izumi lo habría hecho.

                —Puedes comer un poco, nada grave pasará, una mordida no le hace mal a nadie y Ren no se enterará—trató de convencer Izumi, era obvio que anhelaba probarla y, para hacerlo sentir en más confianza, agregó guiñando un ojo—Será nuestro pequeño secreto.

Enrojeció, claro está, por la vergüenza de ser tan transparente y dejó de resistirse a la oferta.

                —Bien, pero solo una mordida.

“Adelante” susurró Izumi y le dio la bandeja. No le tuvo que decir dos veces, Misaki tomó la hamburguesa en sus manos y al morderla casi podría jurar que estaba por llorar de la felicidad. El muchachito rubio de ojos que no sabían mentir comenzó a darle otra mordida y otra y otra mientras exclamaba con la boca llena de comida, lo deliciosa que estaba, lo mucho que había pasado desde que había probado una y un sinfín de alabanzas. Izumi comprendió que podía dar por perdida su hamburguesa y le ofreció intercambiar almuerzos. Comenzó a comerse su ensalada mientras lo miraba en el punto del deleite y la curiosidad fue mayor, no pudo evitar preguntarle más cosas sobre él.

                —Oye Misaki… ¿Puedo preguntarte algo?—el “ajá” que recibió como respuesta, fue suficiente y continuó—¿Qué es lo que te gusta?

Aún con la boca llena de comida, Misaki no tardó en responder casi mecánicamente, como robot.

                —Pues me gustan los deportes, socializar con la gente y los juegos de mesa, las cartas son mis favoritas.

El castaño giró los ojos con un ligero gesto de exasperación y replicó:

                —Misaki… no te pregunté qué es lo que le gusta a Ren que obviamente te gusta a ti. Pregunté qué te gusta a ti, solo tú.

                —¿A mí? Bueno…—el rubio se quedó pensativo por un breve momento… ¿Él? ¿Qué era lo que le gustaba a sí mismo? Era verdad que a veces veía unos cuantos anime por gusto y leía mangas, pero no lo consideraría una pasión… lo que le llamaba de esos temas era… otra cosa… ¿Qué era lo que a él le gustaba? Izumi notó el conflicto mental en el que lo había colocado y estuvo a punto de retirar su pregunta, pero entonces Misaki enrojeció por completo y confesó con muchísima timidez uno de sus mayores secretos, aquel que ni siquiera Yuu, ni siquiera Ren conocía—…yo… a mi… a mi me encantan los dibujos… leo manga porque me gusta el trazo y los colores en los animes, siempre veo aquellos que tienen un buen diseño… a mi… me hubiese encantado saber dibujar…

                —¿Y por qué no lo hiciste?

                —Porque soy un asco, de verdad que no tengo talento para ello, por eso lo olvidé.

El oji-verde frunció el ceño y por un momento Misaki se sintió sorprendido. Izumi nunca mostraba sus emociones, siempre era indiferente y frio en ese poco tiempo que llevaba de conocerlo, pero ahora parecía algo contrariado con sus respuestas y no lo entendía.

                —¿Quién te dijo eso Misaki?

El aludido no respondió. Nadie, nadie me lo dijo, pensó avergonzado de su propia cobardía. Había sido hace años, pero siempre había querido pertenecer al club de dibujo de la escuela. Estaba muy emocionado, hacía sus propios bocetos y creyó que mejoraría para ser un gran pintor. Pero cuando llegó el primer día a la clase y conoció los trabajos del resto de sus compañeros, comprendió que lo suyo era una basura y abandonó el sueño en el fondo de su corazón.

                —Eso no importa, lo que es relevante es que es cierto.

Lo dudo, pensó Izumi mirándolo con muchísima seriedad.

                —Nunca abandones un sueño Misaki, sin importar qué tan absurdo pienses que es—el tono de su voz era muy firme, como si creyera con convicción lo que decía y Misaki se sintió regañado—Pero aún no es tarde, yo podría enseñarte a dibujar, sé hacerlo.

                —¿Lo dices en serio?—cuestionó sintiendo un vuelco en el corazón, la sola idea de recuperar algo que ya creía muerto, le generó una emoción indescriptible en el pecho.

                —Claro, muéstrame algún boceto que tengas y yo te instruiré. ¿Qué dices?

                —¡Sería increíble Izumi!—no pudo con la emoción y sostuvo sus manos entre las suyas con una sonrisa que hacía años que no mostraba.

Izumi le miró atentamente y se sintió satisfecho de ver su reacción. El timbre sonó y con ello todos comenzaron a levantarse de sus mesas. El castaño trató de soltar el agarre de Misaki y agregó como si fuese un tutor privado.

                —Entonces comenzamos mañana. ¿Entendido?

                —Entendido Izumi—sonrió aún más emocionado y, después de ver su bandeja vacía, agregó con timidez y cierta amenaza en la voz—Por cierto… nada de lo de la hamburguesa a nadie. ¿Está claro?

                —Relájate, ya te dije que es nuestro secreto.

Suspiró aliviado y se despidió de él agitando la mano a distancia. Izumi lo vio partir y sin ser consciente, lanzó un suspiró negando con la cabeza mientras sonreía.

Sí, sonreía.

****

Llegaron en el auto de su madre, la mujer iba muy sonriente y Takashi solo suspiraba sin parar. Estaba muy extraño consigo mismo y seguía sin comprenderse. El día anterior, su hermana acosadora había llegado después de ir al ensayo de Enjou, contándole lo increíble que era y el hecho de que cada vez le gustaba más. Por supuesto, Koti-chan decía esto para hacerle sentir más celos y confusión, pero también porque era cierto. Cada vez le gustaba más la idea de juntarlo con su nii-san, pero era algo que el chico aún no estaba listo para aprender.

Enjou había notado la dispersión de Takashi, no era la habitual, cuando el castaño no notaba nada a su alrededor debido a su forma de ser, éste sonreía perdido en otro mundo, pero ahora en verdad parecía preocupado y confundido por algo y la espinita en su interior le pedía a gritos que lo ayudara, pero no, hacerlo significaría olvidar su propia promesa y no debía. Las cosas siempre eran más complicadas conforme pasaba el tiempo.

                —Hemos llegado, corazón, deja que te ayude—dijo la madre de Takashi y Enjou acudió al rescate, a la mujer se le iba a hacer tarde si hacía eso.

                —Descuide, yo lo haré—se ofreció y bajó del carro.

Takashi estaba tan metido en sus propios sentimientos que no escuchó esto y cuando tuvo a Enjou enfrente de él para bajar del auto, casi le da un paro cardiaco. Su rostro empezó a sentirse caliente sin razón y antes de que cometiera alguna estupidez, comenzó a bajar del auto. Se sostuvo de su hombro y sentir sus manos en su cuerpo aceleró el corazón. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento así con el simple hecho de que me toque? Se preguntó nervioso y una vez que ambos estuvieron en el asfalto, su madre se despidió.

                —Hasta la salida entonces chicos, muchas gracias corazón—le sonrió con dulzura a Enjou y después entrecerró los ojos con Takashi—Cuídate mucho, por favor, no te caigas de nuevo.

                —¡Mamá!—y de nuevo más vergüenzas.

La mujer sonrió y se alejó en el auto. Takashi comenzó a caminar con sus muletas y con dificultad para llevar su mochila, era un asco en eso de la coordinación, ahora era seguro y Enjou, aún en su pose de príncipe (aunque no estuviese su madre) le llevó las cosas y le ayudó en cada escalón. La verdad es que el chico nunca podía dejar de preocuparse, se había roto el tobillo de una forma muy sencilla… ¿Y si se lastimaba más por no prestar atención? Si yo pudiera, te llevaría en mis brazos y así no tendrías que tropezar nunca, pensó fugazmente y se asustó de sus propios pensamientos.

Entraron a la escuela, llegaron al área de casilleros y ahí, Takashi agradeció las atenciones.

                —Muchas gracias Enjou, de verdad, pero desde aquí ya puedo andar solo.

                —Bien… cuídate mucho, cualquier cosa, puedes decirle al Kaichou o Izumi, seguramente ellos te ayudarán, siempre están contigo.

Ojalá tú también lo estuvieras, se dijo con anhelo.

                —Sí… yo les diré… gracias.

Estaba por irse y el mayor de los Kotori trató de olvidar sus anhelos, pero entonces, al no poder abrir su casillero como de costumbre, se extrañó demasiado y Enjou volvió para ayudarle. Genial, más molestias que causarte.

                —¿Qué extraño?—se dijo en voz alta el oji-gris—¿Recuerdas haber cerrado así tu casillero?

                —No, en realidad nunca lo cierro correctamente porque olvido la clave.

Le miró con cierta burla en los ojos y negó.

                —Eres increíble Takashi y lo digo en el mejor de los tonos. ¿Cómo es posible que olvides tantas cosas?

                —No es mi culpa, soy de lento aprendizaje—replicó ligeramente ofendido y Enjou medio sonrió, casi se desmaya ahí mismo. De haberlo visto sonreír por completo, no le habría importado lanzarse a sus brazos, aún con todo y vergüenza.

                —No eres de lento aprendizaje—y sin que lo pudiera evitar, levantó su mano a la altura de su cara y acarició su mejilla con ternura—Simplemente no te concentras en lo que haces, es todo.

Enrojeció por completo, el corazón casi se le salió del pecho, oficialmente y su única pierna sana tembló a punto de fallarle. Enjou fue consciente de lo que estaba haciendo y retiró su mano casi con un impulso eléctrico y justo entonces, pudo abrir el casillero.

La carta cayó y se desató el caos.

Los ojos de Takashi se abrieron como platos y Enjou frunció el ceño borrando todo rastro de amabilidad que había tenido anteriormente. Sus ojos chispearon y Takashi estaba en tal shock que no notó como sus facciones se contraían en una mueca de celos, celos absolutos, celos irrefrenables, celos que cualquiera habría notado. Estuvo tentado a levantarla del suelo y romperla en mil pedazos frente a él, solo para que no existiera más, pero no lo hizo. La otra parte de sí mismo, lanzó un suspiro resignado y una mirada bañada en tristeza, pero que se preocupó en ocultar muy bien.

Levantó la carta y se la dio en sus quietas manos.

                —Esto es tuyo, al parecer.

Medio reaccionó al sentir el papel y asintió muy confundido consigo mismo.

                —Sí… creo que es mío.

El misterioso escritor había vuelto y eso no era lo extraño, sino otra cosa, otro hecho de mayor importancia con el cuál no sabía cómo lidiar.

No estaba feliz por su regreso.

Oh Dios… ¿Qué me está pasando?

Notas finales:

Pues sí, misterio semi-resuelto (y digo semi porque, Enjou no es el escritor al parecer, pero entonces... ¿Quién mierda es? ¿Y por qué parece que Enjou sabe de su existencia? Mucho misterio, mucha duda, muchos golpes que seguramente ustedes querrán proporcionarme.

Así que antes de morir, deliraré.... mi bello Izumi!!!! Misaki y vegetarianismo obligado, sus sueños frustrados y el hecho de que mi Izumi haya decidido devolvérselos!! :3

Y Ren y sus actitudes extrañas, no negarán que es raro que quiera  a Yuu en su competencia viéndole a él solamente... ¿Por qué tanto interés? Oh pequeña fierecilla, no sabes la que te espera ;)

Finalmente, Aoi conoció a Koti-chan (la trató bien!! puntos para Aoi!! jaja) y la amante del boys love tiene en la mira a la pobre Kotoko. ¿Qué pasará ahora?

Pues no se pierdan el próximo martes el capi y tal vez.... solo tal vez... lo sepan ;)

Los quiero mucho, ojalá deseen regalarme su opinión y muchas gracias por dejarme seguir en sus vidas con esta historia (ando cursi... traumapostgraduaciónlatente)

Los amo ;) :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).