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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Desde la comodidad de un ciber les saludo!!!! Yei!!!! :)

Estoy bastante nerviosa por este capi, es de mis favoritos, de verdad me gusta mucho
(maldita amas el drama!!!) sí es cierto, amo el drama, pero no es por eso que amo el
capi, si no por otra cosa.
Antes que nada, me gustaría compartir esta explicación sobre el carácter de Misaki,
siento que debo hacerlo (como para explicar los hechos del capi que les presento a
continuación jaja). Les diré lo que, a mi parecer, define a este chico rubio de
ojos que no saben mentir (según Izumi ja) y ya después, ustedes me dirán sus
impresiones u opiniones (acuerdos, desacuerdos o lo que deseen) bueno... si
quieren jaja

Misaki es uno de los personajes más complicados de esta historia, ni siquiera
Takashi y su dispersión o Enjou y sus múltiples sentimientos encontrados
son tan difíciles como Misaki. Sé que muchos de ustedes entienden el sufrir de
este personaje con la situación presentada en el capi pasado, pero saben algo...
Misaki no es un chico débil, oh no claro que no. Él no es el típico chico sufrido.
Estoy feliz, la verdad estoy muy emocionada, cuando todo este conflicto se
presentó en mi cabeza, temía que los lectores odiaran a Misaki por sus acciones,
porque sí, de una vez se los digo, Misaki no es la víctima, jamás lo verán
actuar como tal. Tomará muy malas decisiones y muchos querran golpearlo en el futuro.
Pero lo que ocurre ahora le duele, claro que sí, pues no es de piedra, sin embargo, la
personalidad de este chico va más allá de eso. Soy feliz porque veo que, a pesar
de que Yuu y Ren son adorados (por algunos, no todos) ninguno y lo digo con
certeza, ninguno se olvida del rubio acosador, le tienen simpatía y hasta están
de su lado. Eso es genial, pero como dije, Misaki no es una víctima.
De una vez lo aviso, por si lo esperaban, sé que muchos quieren ver a
Izumi consolándolo, de una vez lo digo, eso no va a pasar, porque Misaki no
va a actúar de esa forma, porque Misaki es una persona que no se deja por nada,
que si le entristece, duele o incomoda algo, lo arregla y punto. Jamás lo
verán llorar en público, así bien depresivo, no, él es un chico de acción.
Es necio, testarudo, un maldito obstinado, egoista y está plagado de complejos,
en serio, es un chico que tiene un severo complejo de inferioridad, pero ni
eso le detiene. Es prejuicioso y lo saben, la prueba de ello es que, de no
haberse acercado a Izumi, él seguiría teniendo esa imagen de él (la imagen de
chico X que no tiene emociones y que no tiene nada especial).
Con respecto a los sentimientos de Ren, aunque no lo crean, las cosas tienen
su motivo y aunque nosotros sepamos que el amor de Misaki es obsesivo y
enfermizo, la realidad es que él no lo creé así, Misaki ha alterado su forma de
ser para ser perfecto para él y no porque Ren se lo haya pedido, si no por
voluntad propia. Igual y eso nos queda claro, lo sabemos, pero él no lo sabe,
no entiende que lo suyo no es real y que por lo tanto merece más de lo que
se ha propuesto. Merece amar y ser correspondido sin miedos, sin prejuicios,
sin mentiras y Ren jamás podrá darle eso. Pero es algo que él no entiende
(y que tal vez tarde demasiado en entender).

Por qué esta larga explicación??? Sencillo, por lo que tiene este capítulo,
espero haber expresado correctamente todas las emociones de cada uno de los
personajes, Yuu no la tiene fácil, Misaki tampoco (ya después, si quieren, ahondaremos en
el carácter de Yuu jajaa) y Ren, Ren es el más jodido en esta historia (con
respecto a las consecuencias de sus decisiones). Como lo dije hace rato, no
veremos a Misaki llorar por lo que ha visto, la "traición" de su mejor amigo,
por lo mismo, no veremos a Izumi consolarlo. Al contrario, Izumi actuará de
acuerdo a lo que vea y sorprenderá a más de uno (incluso Misaki, principalmente
Misaki ja). Porque el chico no va darle palabras lindas, dulces y a decirle
que todo está bien, oh no, no hará nada de eso. Pero le enseñará a Misaki dos
importantes cosas (y vaya forma de hacerlo jaja). La primera, que no tiene
porque arrastrarse para tener consigo a un chico y la segunda, y aún más
importante, que no debe cambiar su forma de ser para que alguien lo ame.
Yo creo que eso es más valioso, pero esa es mi idea, espero que les agrade.
Ya hice la intro larguísima!!! Los dejo, como ya empecé a decirlo, adoradores
del YuuxRen, les va a gustar el capi, adoradores de IzumixMisaki, también les
va a gustar, adoradores del EnjouxTakashi el próximo será suyo, este tendrá un
ligero dato de Takashi (el chico llega a una conclusión que nosotros ya
sospechábamos desde los primeros capítulos, pero bueno... es lento el muchacho,
perdónenlo, cuando él va, nosotros ya fuimos y venimos dos veces jaja)

Los quiero!!! Espero que el capi les guste ;)

Capítulo 14: Egoísmo.

 

La garganta se le cerró, tuvo ganas de hacer muchas cosas, tuvo deseos de gritar, de exaltarse, de ir y detener lo que veía, porque simplemente era demasiado doloroso. No Yuu, no él, no de quién menos lo hubiese creído, él amaba a Yuu, era su hermano, eran los mejores amigos desde el primer día, le había encandilado su brillante sonrisa, el hecho de que sólo a él le hubiese permitido acercarse. Le habría confiado su vida a Yuu sin replicar y eso había hecho.

La escena era demasiado para él, se besaban, Ren nunca había besado a nadie así, lo sabía porque cuando espiaba sus citas y se besaba con las chicas, no lo hacía con esa intensidad. Aoi notó la palidez de Misaki, notó sus temblores, notó el gesto de absoluto dolor en su rostro y cuando estaba por decir algo, el rubio no lo soportó y se alejó de ahí corriendo en dirección contraria. Ella lo vio partir sin ninguna expresión en su cara y volteó para ver a Ren y Yuu. Ya arreglaría eso después, lo importante era que las cosas habían salido mejor de lo que esperaba.

También se alejó y justo a tiempo, ya que Yuu empujó a Ren y éste lo permitió creyendo que ya era tiempo. Lo miraba con reproche, como si se tratara de una presa capturada que se creía con el poder de atacar cuando el cazador menos lo pensara. Pero Ren sí se lo esperaba, sabía que en cualquier momento Yuu le zamparía un golpe por atreverse a besarlo y más con lengua.

Recibió la bofetada casi como algo obvio y suspiró frustrado. ¿Cuántos golpes de Yuu tendría que soportar en la vida?

                —¿Satisfecho?—cuestionó el pelirrojo y hasta se atrevió a agregar como si amara el peligro—Porque yo sí lo estoy.

                —Bien—dijo escuetamente y limpiándose los labios con el dorso de la mano.

                —Oh vamos Yuu, no fue tan malo.

                —Claro que lo fue, fue asqueroso—mintió—Pero ya tienes lo que querías y espero que cumplas tu palabra. No le dirás nada a Misaki y desaparecerás de mi vista.

                —En efecto, Misaki nunca sabrá lo que hiciste, pero me temo que no podré cumplir con la otra parte del trato.

Hizo una de sus horrendas muecas y si no le dio otra bofetada fue porque quería escuchar sus razones antes de molerlo a golpes.

                —¿Y por qué si puedo saber?—cuestionó con tono sarcástico y lleno de puya.

Ren lanzó un suspiro y dijo aquello que Yuu nunca creyó que escucharía en los labios de ese idiota.

                —Porque me gustas Yuu.

Se quedó con el golpe atorado en sus manos, quedó pasmado, sin duda alguna no era algo que hubiese esperado, algo que pudiese refutar, algo de lo cual pudiese elaborar un comentario sarcástico.

                —Estás bromeando… ¿Verdad?

                —Sabía que reaccionarías mal, pero debo decir que lo tomaste mejor de lo que esperaba—la mirada que el chico de ojos ambarinos le dedicó, le hizo ser serio—No es una broma, me gustas, en algún punto de nuestra convivencia pasaste de ser irritante a parecerme adorable. Por ello no voy a alejarme de ti, me gustas y ahora que probé tus labios sin duda no pienso rendirme, quiero que seas mío.

Enrojeció, no pudo evitarlo, tanta firmeza, tan fe en sí mismo, era un maldito arrogante como siempre, pero en esta ocasión sus palabras no le irritaban, si no que le hacían un remolino en todo su ser. ¿Cómo podía estar diciendo eso? Así como si nada, como si fuese algo tan sencillo. No lo era.

                —Estás loco, sin duda alguna uno de los golpes que te di debió afectarte el cerebro, no es posible que yo te guste, debes ser un enfermo masoquista, así que no. Además… ¿Es que acaso olvidaste lo que dije? Misaki te ama, es completamente impensable que yo te corresponda.

Se acercó a él y lo miró intensamente, por primera vez en su vida Yuu comprendió a qué se refería Misaki cuando decía que la mirada de Ren era profunda. Lo era, sus ojos cafés eran capaces de atravesar hasta el más gélido cristal o su defensa, su propia defensa que le exigía alejarlo, porque Ren era de Misaki. ¿Acaso no había crecido escuchando aquello?

                —¿Vas a obligarme a que reprima lo que siento solo por el bien de Misaki? Qué maquiavélico si me lo preguntas. Pero está bien, no te insistiré por ahora, solo quería que supieras qué es lo que me motiva a hacer todo lo que hago. El meditar mis actos, el ser una persona más tolerante y comprensiva, el por qué de dedicarte mi victoria y el por qué quise un beso tuyo cuando pude haber obtenido cualquier otra cosa. No puedo amar a Misaki, por mucho que yo lo intentara, no podría y no sería justo, él merece que cualquier persona que él ame, le corresponda.

Lo alejó con cierta brusquedad, pero ya no tanta como antes. Ren tenía un punto, no podía obligarlo a amar a Misaki solo por el hecho de que ahora estaba al tanto de sus sentimientos, por mucho que quisiera que su mejor amigo fuese feliz, no podía pasar sobre los deseos de ese tarado. Eso sería egoísta, muy egoísta.

                —Lo lamento Ren, pero así como tú no puedes forzar tus sentimientos, yo no puedo forzar los míos.

Sonrió y aquello no era normal, no se suponía que una persona que acaba de ser rechazada sonría, no le gustaba nada, auguraba algo malo.

                —Lo sé, pero me encargaré de cambiar aquello, yo sé que no te soy indiferente fierecilla.

Le guiñó un ojo ante el gesto molesto del Kaichou, ahí iba de nuevo con esa jodida arrogancia, maldito él y esa enorme autoestima. Se negaba a caer, se negaba a dejarlo ganar, nunca, nunca sería presa de ese maldito. Nunca.

Aunque bien dicen por ahí que nunca debes decir “de esa agua no beberás”.

****

Caminaba con sus muletas y su mochila en uno de los hombros, poco a poco se había ido acostumbrando a eso de coordinar o por lo menos intentarlo claro está. Enjou, por supuesto, le había ayudado al bajar del auto y su corazón casi había estallado. Ahora que era consciente de lo enamorado y estúpido que estaba por él, era más difícil concentrarse en las cosas obvias. Los días pasados, durante su proyecto con Izumi, casi nunca prestaba atención, incluso cuando el castaño de ojos verdes le había mostrado el boceto del poema, al cual según Enjou no había que cambiarle nada. Lo leyó, pero sin prestarle verdadera atención y dijo que en efecto, era muy bonito. Ambos le miraron como si hubiesen esperado otra reacción de su parte y después, Izumi suspiró como si ya lo supiera y Enjou le miró con frustración.

Su hermana no había vuelto a contarle nada del escritor y sus sospechas y sinceramente tenía miedo de verla. Después de la garrafal mentira que le había dicho para ocultar sus andadas, no se sentía capaz de mirarla a los ojos y mentir si ella preguntaba de nuevo. Por eso agradecía enormemente que no se hubiese aparecido por ahí, aunque todos los días le llamaba para contarle que había ido a los ensayos de Enjou, cosa que ya no le daba celos, sino que lo ponía muy triste.

Sí, triste, porque él quisiera estar ahí, que Enjou le sonriera, le guiñara un ojo y le dedicara una canción. Era tan asquerosamente cursi, y la prueba de ello habían sido las cartas que en el pasado había amado, pero a las cuales ahora no sabía cómo reaccionar. Lanzó un suspiro demasiado profundo y abrió su casillero solo para ver la carta caer. Antes, este gesto lo habría puesto a brincar de la emoción, ahora no sentía más que culpa, tristeza y culpa ante el hecho de ya no corresponder los sentimientos del poeta.

La levantó con cuidado y la abrió para poder leerla.

Mi hermosa musa:

Buenos días, espero que el día de hoy amanecieras con la luz del sol iluminando tu rostro, como siempre lo hace. Me alegra saber que poco a poco has ido mejorando con respecto a tu lesión y muy pronto podrás volver a tus actividades. Mi cielo, aunque no lo creas estoy preocupado por ti, trata de cuidarte más, cómo quisiera llevarte en mis brazos, así tus pies no tropezarían con nada.

Pero ¿sabes? Incluso siendo despistado como eres, me gustas mucho, amo eso de ti, amo que seas tan ingenuo y disperso, te vuelve encantador a mis ojos. No es que esté diciendo que seas torpe, por favor no lo vayas a tomar de esa forma mi querida Euterpe, solo creo que no te concentras en las cosas, pero es…

Dejó la lectura impactado, esto era demasiado, eso… esa frase… la había escuchado antes… en otros labios, en otra persona, una persona que le tenía moviendo el piso. Y lo recordó, Enjou, unos días atrás, cuando le ayudó a bajar del auto y recibió la primera carta, antes de ello, Enjou le había dicho que no era torpe, solo no se concentraba y aunada a tal frase, había estado una caricia que por poco y le mata. Él… no hay forma de que sea una coincidencia, pensó alarmado y comenzó a atar los pocos cabos que tenía.

Enjou parecía conocerlo bien, Enjou había reaccionado extraño ante su carta, Enjou era arisco con él, una forma de evitar que notara que él era el escritor, Enjou era el único que conocía su nueva dirección y el hecho de que se había mudado. Enjou, Enjou, Enjou. Sonrió, no pudo evitarlo, la sola idea de que fuese él la persona que durante años había conquistado su corazón le hizo feliz, le dio una emoción en el pecho que nunca creyó que sentiría.

Si Enjou es el escritor… eso quiere decir que lo amo más de lo que pensé, se dijo tratando de contener las ganas de gritar de alegría.

¿Pero y si no lo es? ¿Qué vas a hacer con estos sentimientos encontrados? Le cuestionó su consciencia y la felicidad fue mermada. Si Enjou no era el escritor, entonces debía darle fin a esa comunicación, ahora era su turno de explicar que, no podía seguir recibiendo esas hermosas cartas cuando su corazón suspiraba por otra persona. Aún si ésta nunca le correspondiera, aún si Enjou jamás le mirara con otros ojos que no fuesen los del desprecio. Él, desafortunadamente, lo amaba y no podía seguir actuando como si no lo supiera.

¿Qué hacer entonces? Creer que Enjou era el escritor o no hacerlo.

Era demasiado complicado.

****

Por fin era la hora del almuerzo y el caos reinaba aunque nadie lo notara. Takashi había logrado llegar como pudo a la mesa que siempre compartía con Yuu y lo esperaba. Pero no era el único. Misaki, del otro lado de la cafetería y en la mesa que, ya se le había hecho costumbre compartir con Izumi mientras el castaño tutor le explicaba más detalles sobre las técnicas de dibujo, también esperaba a Yuu, pero a diferencia de Takashi, en su rostro se leía la ansiedad y, por supuesto, tales emociones no pasaban desapercibidas por Izumi, el maestro de la deducción.

                —Oye… Misaki… ¿Te encuentras bien?—cuestionó sabiendo la respuesta.

El mencionado brincó en su asiento y mintió mientras le temblaba la voz.

                —Sí, estoy bien, nada pasa.

                —¿Seguro?—dudó Izumi y le señaló su cuaderno de dibujos—Porque déjame decirte que llevas marcando la misma línea desde hace 15 minutos, la verdad el trazo está bastante presionado.

Misaki notó aquella observación y dejó de hacerlo mientras se disculpaba por arruinar el dibujo.

                —Lo lamento.

                —Descuida—lanzó un gran suspiro y le miró como un adulto a un niño—He escuchado por ahí alguna vez que los artistas expresan sus emociones en su obra. ¿Te pasa algo realmente grave? Puedes decírmelo si te sientes en confianza, sino, entenderé.

Le miró temeroso. No, no se trataba de que no le tuviese la suficiente confianza a Izumi, la verdad era una cuestión de orgullo y un espasmo, un seguro espasmo. Todavía había una parte de sí mismo que se negaba a creer lo que había visto y contárselo a Izumi le daría un toque real que no quería que tuviese. Así que prefirió negar y mentir, como estaba acostumbrado.

                —No es nada de lo que piensas, son… cosas sin importancia.

Mientes, le dijo con la mirada, esos ojos ocultos en sus anteojos que eran tan intensos y capaces de leerle con una facilidad que asustaba. Pero aún sabiéndolo, Misaki se empeñó en lo suyo e Izumi no quiso presionarlo.

                —Está bien, no es necesario que me lo digas, solo espero que, sea lo que sea, mejore.

Estaba a punto de dedicarle una de las miradas más agradecidas que tenía en su repertorio cuando Yuu apareció en la cafetería tomando asiento junto a Takashi. Se notaba nervioso, extraño, diferente… culpable, le susurró la consciencia y deseó arrancársela. No podía con esto, no podía seguir así, el remolino de emociones que era su cuerpo merecía ser liberado e Izumi, atento a Misaki como siempre, comprendió que algo pasaba entre ese par de mejores amigos. Algo de verdad serio, lo suficiente como para tener a Misaki al borde de la histeria.

El oji-azul se levantó de un salto de la mesa y mirando a Izumi con súplica y vergüenza, pidió:

                —Izumi… podemos… podemos tener nuestra clase otro día… ¿Verdad? Hoy… hoy necesito arreglar algo.

                —Adelante Misaki—respondió comprensivamente y le palmeó el hombro para animarlo.

El chico asintió y se alejó del más alto que, obviamente no le quitó el ojo de encima. Misaki caminó hasta la mesa de Takashi y Yuu. El primero lo vio algo temeroso de sus miradas asesinas de siempre, pero cuando notó que los ojos de Misaki estaban algo vacíos, sintió algo extraño en el pecho. Algo está pasando, pensó Takashi y Yuu, notando la actitud diferente de su mejor amigo, temió lo peor, que el tarado ese de Ren hubiese roto su pacto y le hubiese contado su metida de pata.

                —Misaki… ¿Pasa algo?—cuestionó temeroso y el rubio contuvo sus emociones apretando los puños.

                —Necesito hablar contigo Yuu… a solas.

                —Me voy entonces.

Takashi entendió el mensaje y estaba por levantarse para dejarlos solos, pero el ex-asistente de Ren Ashiya lo detuvo.

                —No, tú estás lesionado y no puedes estarte moviendo por ahí—ambos le miraron sorprendidos, era raro que Misaki se preocupara por él, demasiado extraño e, ignorando tales reacciones, continuó dirigiéndose al pelinegro—Hablemos en otra parte, sígueme.

Le obedeció y Takashi los vio partir inseguro, como si tuviese un terrible presentimiento y no lo pudiese evitar. Sintió frustración. ¿Y si se trataba de algo irreparable? La cara de Misaki nunca había sido tan diferente de lo usual, en su ceño siempre se veía una arruguita que denotaba su mal humor, su sonrisa fingida de dulzura frente a Ren estaba marcada en las comisuras de sus labios y sus ojos necios y sarcásticos, eran tan particulares. Pero ahora se veía nervioso, asustado, adolorido… sí… como si algo en su interior estuviese roto y nadie pudiese repararlo. Cruzó los dedos rogando porque Yuu tuviese la llave de ese problema.

Pero el ingenuo Takashi no sabía que Yuu era precisamente quien había desatado la caja de Pandora.

****

Caminaron entre los pasillos, el almuerzo aún no terminaba y por lo mismo, todos los salones estaban vacíos, por lo que se les ocurrió entrar a uno de ellos, el salón de usos múltiples para ser específicos. Misaki se detuvo y volteó a mirar a Yuu sin un sentimiento definido y Yuu no pudo con tanto misterio.

                —¿Qué está pasando Misaki?

Liberó la tensión de sus puños y reguló su respiración antes de actuar. Ni siquiera él mismo lo esperó y mucho menos Yuu, eso era seguro, pero no pudo controlar sus acciones una vez que todo lo que traía dentro se apoderó de él. Se acercó al pelinegro de ojos ambarinos y le plantó una buena bofetada.

                —¡Cómo pudiste!

Yuu temblaba, el propio Misaki temblaba y estaba por hiperventilar, era algo obvio.

                —Misaki… que…

                —¡Cómo pudiste!—repitió y esta vez no se frenó—¡Eres de quien menos lo hubiese esperado! ¡Eras la persona más confiable para mí! ¡Mi mejor amigo maldita sea! ¡No se suponía que fueses tú quien me traicionara!

Aún estaba conmocionado por la bofetada y sobándose la mejilla, Yuu trató de explicar.

                —Espera… yo…

                —¡No! ¡No pienses que podrás justificarte! ¡Cómo te atreviste a enamorarte de la persona que yo siempre amé! ¡Rompiste la regla de oro de los mejores amigos!

Entonces Yuu no comprendió. Había creído que esa reacción de Misaki había sido por enterarse de lo que había hecho al confesarle a Ren su secreto. ¿Pero eso? ¿Acusarlo de haberse enamorado de Ren? No, eso no era verdad, él no estaba enamorado de Ren, no se atrevería a hacerle ese daño, lo quería tanto que por ello se había rebajado a la humillación de ese maldito. ¿Cómo podía estar dudando?

                —¡Yo no estoy enamorado de Ren! ¡De dónde sacaste eso!—trató de defenderse y Misaki le miró con reproche, un profundo y certero desprecio que Yuu jamás había visto en sus ojos.

                —¡Ahora quieres verme la cara de imbécil! ¡Asombroso! ¡Qué caigan las máscaras de una buena vez! ¡Total! ¡Qué importa si me duele!

El Kaichou se acercó a él y lo sostuvo de los hombros, aferrado a la idea de convencerlo. No, no podía ser cierto que Misaki no le creyera.

                —¡No estoy tratando de engañarte! ¡Es la verdad!

Lo empujó con brusquedad y escupió con rencor:

                —¡Ah no! ¡Maldita sea Yuu! ¡Los vi! ¡Los vi besarse! ¡Trata de negármelo! ¡Dime que no es cierto en mi cara!

Las piernas de Yuu estuvieron a punto de fallarle y comprendió la negativa de Misaki. Agachó la cabeza, sabiendo que era el momento de decirle la verdad, era preferible que lo detestara por lengua floja que por traidor.

                —Es… es verdad… pero escucha no es…

No tuvo que decir más, el rubio se le lanzó encima tirándolo al suelo antes de comenzar a golpearlo, a lo que Yuu se defendió, una cosa era que amara a Misaki como un hermano y otra muy distinta que le permitiera hacer eso.

                —¡Escucha con atención maldito miserable! ¡Juré por mi vida que Ren sería para mí! ¡Qué nadie me lo arrebataría! ¡Y voy a cumplirlo! ¡No me importa si tengo que pasar por encima de ti! ¡No me importa si él también se ha enamorado de ti! ¡Por mi vida Yuu! ¡Jamás permitiré que estén juntos!

Algo hizo clic en su cabeza en el preciso instante en el que Misaki lanzó su amenaza. A su mente vino la reciente confesión de Ren y sus palabras claras que aseguraban que no podía amar a Misaki por mucho que lo intentara. Él asimilando que no podía forzar sus sentimientos y la negativa de ese tarado de decir que algún día lo conquistaría. ¿Misaki...? ¿Misaki sería capaz…?

                —Misaki… ¿Oyes lo que dices? ¿En serio tu amor es esa clase de amor que se impone a la voluntad de otro?

                —Lo es—afirmó con voz agria—Voy a obligarlo a amarme si es necesario.

Se lo quitó de encima y lo miró con una mezcla de decepción y sorpresa que no podía contener.

                —Eso es enfermo, verdaderamente enfermo… y egoísta… eres un egoísta Misaki. ¿No te importa su felicidad?

                —Oh no, no me salgas con esa tontería de que si amas algo debes dejarlo libre—replicó con puya y agregó—La vida no es así Yuu, nadie tiene piedad de los ingenuos. Si amas algo, lo obtendrás para ti, ya sea con trampas o trucos, pero será tuyo.

El chico de los ojos ambarinos negó con la cabeza recapitulando en su memoria todos los años al lado de Misaki, todos los años siendo testigo de su dolor, de su amor no correspondido. Todos los años de odio ciego a Ren Ashiya poco a poco perdieron sentido. Lo había odiado por lo que le hizo a Misaki, pero hasta ese momento comprendió que su odio había sido injusto. Ren no le había hecho nada a Misaki, había sido él mismo quien se amargó la existencia.

                —Nunca en mi vida pensé decir esto Misaki  pero… juzgué mal a Ren Ashiya todo este tiempo. Tú eres el responsable de tu propia desdicha, no él.

Hizo una mueca, no, Ren no era el responsable y tampoco él mismo, había un único responsable y lo tenía frente a sí.

                —El responsable de mi dolor eres tú, no hay otro culpable y te juro, te lo juro por la memoria de la que fue nuestra amistad que jamás les permitiré ser felices. Nunca.

                —Entonces tú tampoco lo serás, no podrías estar satisfecho con la desdicha de alguien a quien amas. Eso quiero creer, el amor no es egoísta.

                —Claro que lo es—replicó amargamente y le miró fijamente—Tú eres la prueba de ello, fuiste egoísta al enamorarte de él aún sabiendo que eso me lastimaría. Si tu amor puede ser así… ¿Por qué el mío no habría de serlo? Yo me lo merezco más que tú, sé consciente de eso.

                —Ciertamente, pero también creo que mereces felicidad, tanto él como tú. Yo dudo que realmente puedas ser feliz si logras estar con él de esa forma y no quiero eso para ti, aún si no me crees, yo te quiero, eres la persona más importante en mi vida—dijo Yuu en un susurro.

El rubio tembló con tal declaración, pero no se dejó vencer, esa imagen de ellos besándose no desaparecía de su cabeza y le demostraba absolutamente lo contrario.

                —Pues yo te odio, te odio con todas mis fuerzas Yuu—mintió con la voz fallándole.

El pelinegro cerró los ojos con tal declaración mientras temblaba y después salió de ese salón con el corazón bañado en dolor. Las palabras de Misaki habían atravesado todo su cuerpo, su odio destilado de su ser y su egoísmo, su egoísmo que destruiría todo a su paso.

Incluso aquello que aseguraba amar.

Por su parte Misaki hiperventilaba, había sido tan difícil decir todo aquello, gritar su odio, gritar las ganas que tenía de que todo fuese una mentira, pero aún habiéndolo visto, hubiese anhelado una buena explicación, aunque sabía que ésta no existía. Dolía como el jodido infierno, pero no se iba a frenar, quizá su enemigo ahora era otro, quizá se trataba de la persona a la que más adoraba después de Ren, pero ni eso iba mermar sus objetivos. Ren y él estaban destinados e iba a jurarlo con sangre si fuese necesario.

Respiró con dificultad y a punto de permitir que las lágrimas de coraje, de resentimiento, de odio, de desdicha y de impotencia se liberaran de sus ojos, pero entonces, una nueva voz se escuchó en el salón interrumpiendo todos sus pensamientos.

                —Eso fue egoísta.

Se giró sobre su cuerpo sorprendido inicialmente con esa intrusión, pero ver a Izumi juzgándolo con los ojos, sin ninguna expresión en su rostro y parado en la entrada del salón, le borró todo rastro de amabilidad. No él, él no tenía derecho a juzgarlo, cualquiera menos él.

                —Oh maravilloso, maravilloso—ironizó—Alguien más que se une a los que me llaman egoísta el día de hoy. ¿Qué haces aquí Izumi? ¿No te enseñaron a no meterte en conversaciones ajenas?

                —Lo hicieron, pero no me importan los modales desde hace mucho, al menos no cuando se trata de algo irracional—respondió el castaño sereno y Misaki le miró mal.

                —¿Tú piensas que es algo irracional? Claro, no me extraña que para ti no tenga sentido, a ti parece que nada te importa, eres un jodido insensible.

No quería ofenderlo, de verdad que no quería, le tenía cierto cariño a Izumi, era una buena persona, pero en ese momento estaba tan enfadado que no le importaba llevarse de calle incluso a alguien tan bueno como él y por ello no se midió en lo que decía, aún si podía ser hiriente.

                —No soy insensible—dijo sin inmutarse—Solo considero que hay muy pocas cosas que generan mi emoción. En cambio tú eres tan emocional, todo te altera y todo te lleva a la histeria.

Se sintió ofendido con ello, no se suponía que Izumi pudiese decir esas cosas, no se suponía que el tipo tuviese una lengua tan afilada. Bien, quería sarcasmo, se lo daría.

                —Vamos Izumi, tú no piensas sólo eso de mi. Te debes estar riendo de mi situación. ¿No es así? Te debo parecer un bufón, un motivo de burla. Quizá y no exagero al pensar que muy dentro de ti mismo piensas que soy patético—le empujó ligeramente como retándolo—Vamos… dilo… sé que aunque nunca digas nada, crees que soy patético. Pero sabes algo Izumi, si nos ponemos a analizar quién de los dos es más patético, creo que sales perdiendo. Tú novia te es infiel en tu cara y te hace como quiere, no pienso que tengas motivos para juzgarme.

El más alto sostuvo su barbilla con sus manos y asintió.

                —La verdad es que tienes razón Misaki, pienso que eres un poco patético.

Bufó exasperado, con nada lograba molestarlo, al contario, cada vez se enojaba más él.

                —¡Bien! ¡Genial! ¡Mostrémonos como somos realmente! ¡Es hora de ponernos sinceros! ¡Yo te parezco patético! ¡Tú me pareces un arisco y frio! ¡Yo no soy una blanca palomita! ¡Pero qué hay de ti Izumi! ¡Tan solitario todo el maldito tiempo! ¡No tienes amigos y sólo te la vives en los libros! ¡Tú no eres perfecto! ¡Puede que tengas razón y seamos muy diferentes! ¡Pero no me importa! ¡Estoy harto de ser el bueno de la historia! ¡Los buenos nunca ganan! ¡Eso deberías entenderlo!

                —Nunca he dicho que soy perfecto, mucho menos he pretendido ser el bueno de la historia, aunque tampoco creo que tú lo hayas sido. Jamás has actuado como un héroe, los tipos buenos nunca sabotean aquello que quieren y mucho menos le declaran la guerra a aquellos que aseguran son sus mejores amigos. El amor no se impone. ¿Por qué la gente nunca lo entiende?

                —Oh al fin comprendo—frunció la boca—Estás de su lado, no te importa en lo más mínimo los años de sacrificio que yo he invertido. Oh sí, Yuu se enamoró de Ren y Ren de Yuu, como chico mártir debo dejarlos ser felices. ¡A la mierda con eso!

Izumi negó suspirando como si tratara de explicarle las cosas a un niño berrinchudo.

                —No es que esté del lado de alguien, simplemente creo que lo tuyo no es amor verdadero, sino necedad.

                —¿Qué puedes tú saber de eso? Nada. ¿Y sabes por qué? Porque tú no has vivido lo que yo he vivido, tú no has soportado lo que yo he tenido que soportar, tú no entiendes lo que es amar a una persona y ver como ésta nunca te nota. Quizá debería ser otro, sí, soy egoísta y me jacto de ello, pero quizá debería cambiar, ser noble, ser prudente y comprensivo, tal vez debería rendirme, porque seguramente empeñado en mi necedad me quede absolutamente solo, quizá sea eso, que he luchado tanto por Ren, que por ello no lo merezco. Pero no lo voy a hacer, no voy a cambiar, no voy a volverme bueno de repente, no voy…

El oji-verde había intentado calmarlo, mientras decía su discurso, había susurrado sin parar “Misaki… Misaki…” pero éste no escuchaba enfrascado en sus propios lamentos, metido en su propia agonía e Izumi lo leyó al instante. Estaba tan asustado de sí mismo, asustado de hasta donde era capaz de llegar y asustado de, tal como había dicho, ser lo suficientemente egoísta para que nadie se quedara a su lado.

Pero lo que Misaki no sabía es que había una persona dispuesta a hacerlo.

Se acercó a él y sostuvo sus muñecas con sus manos mientras lo atravesaba con sus ojos y le decía:

                —¡Misaki! ¡Relájate!—el aludido obedeció pasmado ante tanta firmeza—No hay nada de malo en que seas así. Es cierto, estás plagado de defectos, eso es algo que cualquiera puede ver. Pero sabes… aún con todo ello, yo pienso que eres perfecto.

No lo comprendía, por qué decía cosas así, acababa de insultarlo, de soltarse y descargar su coraje en él y aún así le decía ese tipo de palabras que le revolvían el estomago y le hacían olvidar, por un breve instante, lo dolido y molesto que estaba. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué?

                —Izumi… no entiendo… ¿De qué estás…?

Y su duda fue resuelta.

Izumi acortó la distancia de sus rostros y le besó. Sus labios tocaron los suyos y él quedó con los ojos abiertos. Su beso era suave, lento, sin prisa, sin pasión ni urgencia, pero era cálido, sencillo pero poderoso. Le besaba de una forma tan considerada, tan atenta, tan… Izumi… sabía que era incongruente definirlo de esa forma, pero no encontraba un adjetivo para ello más que ese. Sus labios, su boca, todo de él tenía su sello impregnado y justo entonces, el timbre sonó, marcando el final del almuerzo. El más alto se alejó de él, quien seguía quieto y de piedra. Entonces, Izumi solo alcanzó a decir:

                —La campana ha sonado, es hora de ir a clases—miró al reloj de pared y después lo miró a él con serenidad—Misaki… te voy a decir algo. Yo creo y espero no ofenderte, que no tendrías que arrastrarte por nadie. Mereces más que eso y… por si no lo has notado, a mí me gustas así como eres, aún si eres necio, aún si eres egoísta, aún siendo patético, no tendrías que cambiar en nada, como ya te dije, para mi eres perfecto así.

Y salió del salón dejándolo blanco como el papel por segunda vez en el día. Misaki sólo alcanzó a tocarse los labios con las manos mientras caía de rodillas presa de la impresión. Izumi… Izumi acababa de besarlo y de paso le había dicho que le gustaba…

Oh por Dios…

Notas finales:

Oh si... Oh por Dios.....

Insisto no sé como reaccionarán, pero espero sus impresiones, no me odien, por favor, pero las cosas estaban planeadas así desde el principio :D

Los quiero.... 

Adoradores de EnjouxTakashi, el próximo es suyo ;)

Muchas gracias


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