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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hello my baby's!!! (Este es sin duda el peor saludo que has dado hasta ahora, en serio)

Pues ya es martes de nuevo y siento un deja vú. Les voy a explicar. Hace un año exactamente publicaba en amor yaoi el CAFF y lo hacía los lunes. Precisamente hace un año (un lunes) les di como regalo el capítulo de la primera cita de Hitono y Hiroto (y fue lindísimo, lo recuerdo, amé el capi). ¿Por qué regalo? Secillo, hace un año, precisamente en lunes, era 26 de agosto en mi país, 27 en Amor yaoi (y en algunos otros países) y.... (aquí es cuando su autora mendiga cariño como hace un año...) Mañana es 27 de agosto (en mi país) mi cumpleaños!!! Yei!!! (No haré nada más que trabajar jaja) pero siento un deja vú porque, cuando lean el capi, comprenderán que es demasiado extraño que hace un año les di una primera cita y este año... bueno... ya lo leerán...

Así que yendo de lleno, fierecillas, tendrán una pequeña dosis, Yuu es realmente excesivo a la hora de negar sus sentimientos, en serio. Pancitos, también tendrán datos nuevos. Al fin!! Al fin sabremos cómo demonios fue que Takashi y Enjou se conocieron hace dos años (y más datos sobre este misterio que está a nada de resolverse)

Izumilovers.... sólo gócenlo!!! (Me reservo mis opiniones sobre las actitudes de Misaki en las notas finales)

Los quiero mucho y muchas gracias ;)

Capítulo 17: Canario confundido

 

El profesor de Biología explicaba todo lo necesario para llevar a cabo el experimento. Yuu no había puesto atención, por primera vez en su vida estaba desobedeciendo las reglas y la verdad era que lo hacía con saña. El muy maldito los había dividido en parejas de trabajo y al anciano hombre se le ocurrió que sería muy bueno que él trabajara con Yukino Maki, la cerebrito del colegio. Todo estaba bien, muy bien, no había problema alguno hasta ahí.

Pero entonces Ren Ashiya lo jodió todo.

Utilizó su encanto natural, le dijo unas cuantas cosas lindas a la chica, le sonrió, le guiño el ojo y después de una muy buena insinuación en la que ambos sabían que nada pasaría, la chica, medio delirando por él, accedió a cambiarle el lugar. Maldito miserable, pensó frustrado mientras miraba con cierto anhelo el bisturí que estaba frente a él.

                —¿Entonces queda claro?—cuestionó el profesor y medio grupo asintió mintiendo.

Él ignoraba todo, no prestó atención y Ren Ashiya parecía haberlo hecho, ya que comenzó a explicarle qué hacer y cómo llevar a cabo el experimento. Atentamente le pidió que soltara el bisturí, ya que era innecesario y comenzaron a trabajar. Aquello le extrañó, no esperaba que el idiota ese fuera capaz de tomarse las cosas en serio. Quizá lo había juzgado mal, es decir, durante años lo odió de forma ciega sin merecerlo realmente. ¿Qué le había impedido conocer el lado responsable del capitán del equipo de natación?

Sus opiniones, junto a sus ya de por sí difíciles sentimientos le hacían cada vez más imposible seguir odiándolo y negándose lo que le ocurría, lo cual agravaba aún más la situación con Misaki. Estaba lo suficientemente concentrado en tales pensamientos y en la actividad, que tuvo que tapar su boca con suficiente rapidez cuando sintió la mano de Ren Ashiya tocarle la pierna descaradamente por debajo de la mesa. Se quedó con los ojos como platos y después reaccionó mirándole con rabia. ¿Exactamente qué estaba haciendo ese infeliz bastardo? Su sonrisa torcida y satisfecha, como si no le importara estar rozando la delgada línea entre el valor y la estupidez le generaron un derramamiento de bilis en el interior.

                —¿Qué mierda crees que haces?—replicó quitándoselo de encima sin éxito.

                —Nada—mintió y continuó mirando al pizarrón descuidadamente para después sonreír con coquetería—¿Acaso… te incomoda?

Como queriendo provocarlo, comenzó a repartir caricias por toda la zona hasta rozar la entrepierna y entonces sí, Yuu se enfado. Olvidándose de dónde estaba y su puesto como Kaichou, tomó el cuello del pelirrojo y le amenazó:

                —¡Basta! ¡Le paras ahora o eres hombre muerto!

                —Oblígame.

El galán no se inmutó, al contrario, aprovechó tal maniobra para acercarse aún más a la fierecilla indomable. Abandonó las caricias en la entrepierna y cambió la dirección, colando su mano ahora por la comisura de la playera, sintiendo la piel de su espalda entre sus dedos. Medio tembló con la caricia y aún más con la proximidad, sentía a Ren tan cerca de él, su aliento, sus ojos, su maldita respiración con la cual esperaba acabar pronto. Acorralado, asustado y nervioso, el pequeño pelinegro tomó el bisturí entre sus manos y le apuntó con la advertencia implícita.

                —Te lo juro Ren—susurró—Aléjate o te cortaré el cuello.

                —No te atreverías—replicó el chico tomando su barbilla entre sus manos y acercando sus labios a los suyos.

¿Acaso a este tipo no le importaba estar en plena clase? Claro que no, el muy bastardo sabía que todos, estaban ocupados en su proyecto, observando desde el microscopio, haciendo anotaciones e ignorando lo que ocurría a su alrededor. Un imbécil acosador y sus actos eran de poca relevancia para los demás, solo él se sentía perdido. Va a besarme… ¿De verdad no haré nada?

                —Es en serio basura inmunda—continuó alegando mientras trataba de zafarse sin lograrlo—Te degollaré si te atreves a intentarlo.

                —No te creo.

Aumentó el alcance de sus caricias, levantando un poco la tela de la playera y nuevamente se acercó, pero ahora a su oído mientras susurraba “Sabes que lo quieres”. Su cuerpo entero vibró y una parte de él estuvo tentado a cerrar los ojos y dejarse llevar por esas manos, por esa boca. Pero la otra parte, la “racional” (si es que podría llamársele así) se resistió y, sin saber muy bien cómo, empuñó el bisturí e hizo un corte profundo en el brazo.

La sangre empezó a emanar sin control y él quedó en shock. Ren trató de contener la hemorragia mientras le miraba con estupefacción, de verdad nunca creyó que sería capaz de llegar a esos extremos. El profesor se dio cuenta, el resto del grupo notó la herida y toda la clase fue un caos. Yuu soltó el bisturí y recobró la razón cuando se percató del profesor de Biología llevando a Ren a la enfermería. Ahora sí se le había pasado la mano… ¿Y si la herida era muy grave? No pudo evitar sentir el ramalazo de preocupación y, sin importarle lo que dijeran de él, abandonó el salón de clases para ir tras el pelirrojo y saber si se encontraba bien. Tenía que disculparse, pero debía entender que estaba asustado y por ello había actuado así. ¿Asustado de qué Yuu Madara? ¿De qué Ren te besara y tú lo disfrutaras? Sí que estás en un gran lío. Le dijo su consciencia y él trató de callarla. Cada vez era más complicado lidiar con esos sentimientos en su pecho, en su mente, en todo su ser, era como un remolino que solo le causaba dolor de cabeza y miedo, mucho miedo. Y lo entendía, lo entendía muy bien, pero lo difícil era aceptarlo con todo y su orgullo.

Le temía al amor, le temía como jamás lo hubiese pensado.

****

Un día más de almuerzo y Misaki había cumplido. Volvió a las clases de dibujo con Izumi, el cuál le encomendó muchísimos ejercicios de trazo y coloreado, debido a su retraso. Mientras dibujaba y los llevaba a cabo, Izumi leía en silencio. No se veía molesto, tampoco deprimido y mucho menos alegre, eso sin duda y precisamente por esa razón Misaki no entendía. ¿De verdad no iba a decirle nada? Ni siquiera una disculpa, un “Lamento robar tu primer beso que estaba destinado” o algo por el estilo. No era que él mismo estuviese molesto, no, solo sorprendido, bastante sorprendido.

¿De verdad le gusto? Me parece que no, pensó analizándolo de reojo mientras leía. Ese día Izumi llevaba un suéter color azul marino y pantalones de mezclilla. Estaban en épocas de frio, cuando a veces las lluvias sorprenden cuando se supone que no deben hacerlo y por lo mismo, Misaki había tenido que recurrir a las chamarras, abrigos y guantes en algunas ocasiones. Izumi solo se defendía con su suéter azul y una bufanda del color de sus pantalones, que se debatían entre el gris y el negro. Detrás de sus lentes, sus ojos se notaban como siempre, como si ese suceso, esa complicación de su vida, ese beso, no existiera siquiera. ¿En serio eres una persona normal?

El aludido notó el escrutinio y le miró rápidamente para inspeccionar su trabajo.

                —¿Cómo vas?—preguntó con voz tranquila y relajada, él se veía tan sereno, para nada ansioso, para nada a como se sentía el propio Misaki.

                —Mmm… bien—respondió sintiéndose descubierto—Creo que voy entendiendo un poco que el dibujo debe ser así.

Izumi negó con convicción y mirándolo seriamente.

                —No, no se trata de deber. Se trata de expresión, tus dibujos necesitan mejorar ciertas técnicas, pero no por ello te obligarás a que sean estrictamente de un modo. El arte es cuestión de sentimientos, no es como un cronograma, simplemente… fluye, como ser uno mismo.

                —Ya… veo—agachó la mirada sintiéndose extraño, otra vez se había creído transportado a otro sitio. Cuando Izumi hacía eso de hablar con vehemencia, parecía sentirse en una especie de viaje introspectivo. ¿Qué mierda tiene la comida de esta cafetería para que yo piense estas cosas?

El castaño volvió a su lectura y Misaki decidió continuar en sus ejercicios, mirando de vez en cuando lo que hacía y meditando las palabras de Izumi. El arte fluye… ¿Hace cuánto que yo no fluyo? ¿Hace cuánto que no soy yo mismo? Pensó extrañamente deprimido y a punto de soltar un gran suspiro. Quizá Izumi por fin se había dado cuenta de que él no fluía y por lo mismo no valía la pena, tal vez por ello, no había vuelto a mencionar el beso. Quizá… tal vez… ya no le gustas…

Estaba por cerrar sus ojos contrariado con la sensación de tristeza que le invadió con su última hipótesis, cuando de repente, sin despegar la mirada del libro, pareciendo totalmente concentrado en su lectura y nada más, Izumi habló nuevamente y en esta ocasión hizo una pregunta que en definitiva, Misaki no esperaba.

                —¿Te gustaría ir al cine conmigo?

Levantó la mirada de los dibujos y si no sufrió un ataque fue de puro milagro. Sus ojos azules se ensancharon casi al grado de alcanzar a los de la mosca e Izumi siguió leyendo como si su pregunta hubiese sido algo trivial.

                —¿Qué?—no pudo evitar preguntar.

El más alto suspiró ligeramente, colocó el separador y cerró su libro para dedicarle su completa atención y explicarle.

                —Lo que ocurre es que sin querer gané unos boletos en un programa de radio. A mí ni siquiera me gusta el cine porque siempre adivino las tramas y el resto de la película es predecible, pero no sé qué hacer con ellos, por eso te lo pregunté. Originalmente le dije a Aoi que los usara, pero ha estado enferma y no creo que pueda ir, así que pensé que tal vez a ti te gustaría ir.

La sola mención de Aoi en su discurso provocó que le dieran unas enormes ganas de fruncir el ceño, pero se tranquilizó y comprendió que lo que Izumi quería, no era una cita, sino simplemente darle uso a algo. No es como si yo hubiese creído que era una cita, no claro que no, se auto convenció y se encontró a sí mismo diciendo que sí con la cabeza.

                —A mí me gusta el cine… ¿Para cuándo son?

                —Mañana.

¡Tan pronto! ¡No estoy listo! Se dio una cachetada mental. ¿Por qué tendría que estar listo? Es una sencilla salida entre amigos.

                —De acuerdo, mañana después de la escuela, te veré ahí Izumi.

                —Bien—encogió los hombros como si nada y volvió a su libro.

Contrario a su pasividad, Misaki estaba con el corazón latiéndole a mil y ya ni siquiera pudo seguir con sus dibujos. Esto lo desconcentraba por completo. No es una cita, relájate, ya viste, creo que ya no le gustas, solo quiere ir al cine contigo, una salida casual, nada especial, trató de decirse una y otra vez. El cine no le hacía daño a nadie y mejor aún, era gratis, solo eran amigos o algo parecido, no había nada más ahí, nada. O eso quería creer.

O tal vez no…

****

                —Pues yo también ya lo había pensado.

Takashi miró a su hermana menor con rareza y después negó con la cabeza. ¿De qué se sorprendía? Si con el paso del tiempo, Koti-chan se volvía cada vez más astuta e inteligente. Me asustas, me asustas mucho, pensó. Estaban en su habitación, después de azotar su cráneo sin control y que Enjou le curara con mucho detalle, el pelinegro se había encargado de decirle una y otra vez que debía cuidarse. Ya casi estaba curado del tobillo, dentro de una semana podría ser libre de las muletas y volver a caminar con normalidad. O por lo menos intentarlo.

Koti-chan le había abordado desde la escuela tomándole fotos, diciéndole que cada vez más se le notaba lo enamorado que estaba e importunándolo con comentarios subidos de tono. Algo así como “¿Cuándo se confesarán? ¿Me dejarán grabar su sexo? ¿Qué posición usarán? ¿Le harás sexo oral?” y cosas parecidas. El mayor de los Kotori había enrojecido como volcán y después la había regañado por decir tales cosas que no eran normales para una niña de doce años. Justo así, hablando y discutiendo, llegaron al tema del escritor y Takashi no pudo evitar confesarle a su hermana sus sospechas de que Enjou fuese ese “escritor”. Por supuesto que ella ya lo sospechaba.

                —¿De verdad? ¿Y por qué no me dijiste nada?

                —Es una corazonada hermanito y no me gusta afirmar cosas hasta no estar segura de ellas

                —Buen punto—admitió a su pesar y se recostó en la cama debajo de la litera,  Koti-chan estaba sentada en el suelo y miraba al techo tratando de aclarar más cosas.

                —¿En serio no conoces a nadie que pueda ser tu escritor?

Negó con la cabeza y exclamó sin verla:

                —¡Claro que no! No te parece que de existir, ya lo habría sospechado.

Ella entrecerró los ojos y habló con voz sarcástica.

                —Me parece que no, bien pudiste conocer a alguien hace dos años y olvidarlo, eres un poco… distraído hermanito.

Se levantó de la cama indignado y señaló con su dedo el lado izquierdo de la habitación.

                —¡Eso no es cierto! ¡No soy distraído!

                —Estoy del otro lado—replicó ella sentada a la derecha de la cama y Takashi se sintió tonto mientras se incorporaba por completo.

                —Bueno… puede que sí sea un poco distraído, pero eso no quiere decir que sea capaz de olvidar a una persona.

La menor lo miró directamente a la cara, como analizando si mentía o no y después de varios segundos, lanzó un suspiro frustrado.

                —Es desesperante… trata de recordar un poco…. Algún novio o ligue del pasado.

El chico en cuestión acarició su barbilla obedeciendo su petición.

                —Pues salí con alguien, era el capitán del equipo de basquetbol, pero solo fue durante un par de semanas y no creo que él sea el escritor—se mordió el labio tratando de recordar a alguien de hace dos años, cosa difícil considerando su gran historial. Justo entonces, un ramalazo de memoria volvió a él y exclamó emocionado—¡Claro! ¡Hay alguien!

                —¿Quién? ¿Quién?—cuestionó ella con emoción y él enrojeció un poco antes de confesar.

                —Bueno… hace tiempo, conocí a un chico muy lindo, lo que pasaba es que el hermano del capitán del equipo de basquetbol comenzó a molestarme. Insistía en que yo debía salir con él como ya lo había hecho con su hermano, pero yo no quería y un día, durante el Intercolegial que organizó la directora Fumiko y otros profesores, este chico volvió a molestarme y, en ese mismo instante, apareció otro chico dispuesto a defenderme. Era… como decirlo… una persona muy dulce… su apariencia no era nada del otro mundo y si te confieso algo, no era nada apuesto—miró a su hermana quien no le quitaba los brillantes ojos de encima y continuó extrañado—Era más bajo que yo, usaba unos lentes enormes que le cubrían todo el rostro, frenillos, el pelo relamido y ropa muy holgada y anticuada.

                —¿Y qué pasó con este chico?

                —Pues, al ser el Intercolegial, me tocó participar como anfitrión de varias escuelas y este chico era el presidente del consejo de una de ellas. Él venía con su equipo de basquetbol y nos hicimos muy buenos amigos.

La amante del boys love entrecerró los ojos. Hay algo que no me estás diciendo, canturreó en su mente e hizo presión.

                —¿Solo eso? Yo sé que hay algo más… dímelo.

Él giró los ojos y resignado habló con un ligero sonrojo.

                —Bueno… tuvimos una cita, era muy galante conmigo, a su lado, yo me sentía tan bien—el rojo de sus mejillas aumentó—También nos besamos, fui su primera cita y su primer beso.

Ella lanzó un gritito ante tal información y se acercó a él  mientras brincaba.

                —¿Por qué nunca me contaste nada de esto?

                —Porque jamás en la vida se me ocurrió creer que te volverías una enferma fujoshi.

                —Bueno, pero ya lo sabes, no te guardes estas cosas—le miró seriamente—¿Y luego?

                —Pues… nada, el Intercolegial terminó y no lo volví a ver. Se podría decir que fue solo un romance de una semana.

Esto ya no le gustó en lo más mínimo. La menor miró a su hermano con cara de pocos amigos y no pudo con su indignación.

                —¿Qué? ¿Es todo? No es posible. ¿Es que acaso no intercambiaron números o algo por el estilo? Puedes llegar a ser tonto cuando te lo propones.

                —¡Oye!—replicó contrariado y ofendido—¿Por quién me tomas? Claro que nos intercambiamos números, pero él nunca llamó y, aún si lo hubiese hecho, quizá nunca me encontró. Esa misma semana, me robaron mi celular, Tomo-san me ayudó a buscarlo pero simplemente no lo hallé. Aún con eso, él sabía dónde estudiaba y pudo buscarme, pero no lo hizo. Yo no sabía nada de él, ni siquiera su nombre, todo su equipo de basquetbol lo llamaba con un apodo que ya no recuerdo.

Koti-chan ató cabos en seguida. Un chico tímido y nada agraciado, con un equipo de basquetbol, presidente del consejo y con actitud principesca. Esto es mucho más que obvio, pensó la amante del yaoi.

                —Bueno, es lógico que ese chico es tu escritor o aún más obvio, ese chico es Enjou Junko.

Se ahogó con su propia saliva y reclamó:

                —¿Acaso perdiste el juicio? ¡Eso es imposible! Enjou es apuesto y extrovertido, este chico ni siquiera se atrevía a decir su nombre en voz alta. ¿De dónde sacas semejante disparate?

                —¡No es ningún disparate!—replicó ella—Él es Enjou Junko, eso explica todo. Por qué te conoce, por qué te trató como te trató, por qué actúa misteriosamente. Este chico quizá pueda ser tu escritor, pero estoy segura de que es Enjou, lo puedo afirmar.

Takashi negó, no, no podía ser Enjou, se daría un par de golpes en el árbol si resultaba cierto que Enjou y el chico de su pasado eran la misma persona y él no le había reconocido. Quizá sí es el escritor, pero no es Enjou, no es él. Y aún si no lo fuera o si, las cosas no cambiaban, ahora estaba enamorado de Enjou y debía ponerle un alto al escritor antes de que todo se complicara.

Observando a su hermana lanzar sus teorías y despotricar en contra de su dispersión, Takashi tomó hoja de papel y lápiz y comenzó a escribir. Era hora de una respuesta para el “escritor de la musa”, era momento de explicarle que las cosas habían cambiado. Aún si se trataba de ese lindo chico que le defendió con vehemencia, aún si era ese gran chico que hubiese querido seguir viendo y que por días, no se sacó de la cabeza, aún si era él, la situación era diferente ahora.

Él amaba a Enjou Junko, a nadie más.

****

Eran las 3 de la mañana, el reloj de Takashi, colocado encima del buró al lado de su cama lo marcaba de ese modo y al lado de dicho aparato, un celular sonaba con muchísima intensidad. El castaño lo ignoraba queriendo aferrarse a una porción de sueño, pero Enjou también lo escuchó y no pudo evitar notarlo. Abrió los ojos un poco contrariado y habló casi adormilado al dueño de dicho artefacto de comunicación.

                —Takashi… tu celular… suena…

                —Mmm…—replicó sin despertar completamente—…déjalo…

                —Lleva 15 minutos sonando… debe ser importante como para que alguien llame a estas horas de la madrugada.

Frunció la boca y no tuvo más remedio que abrir los ojos y tantear con la mano el buró para contestar. Ni siquiera vio el identificador, por lo mismo, se llevó una enorme sorpresa al escuchar, después de decir con una mueca el clásico “Bueno”, la voz de Misaki Takaba al otro lado.

                —Muy bien Kotori, tienes que decirme qué camisa elegirías, la nueva, la que te hace lucir bien o tu favorita.

Así sin más, ni siquiera un “hola”, ni siquiera un “lamento despertarte” ni nada. Misaki llamaba y le hacia una serie de preguntas que no comprendía. Se frotó con la mano libre los ojos tratando de despertar por completo y miró el reloj alarmándose en el acto.

                —¡Por Dios Misaki! ¡Sabes la hora que es! ¡Las 3 de la mañana!

                —¿De qué te quejas mosca?—replicó al otro lado de la línea y resopló—Es muy tarde ya, así que date prisa y responde. ¿Qué camisa usarías?

Takashi negó con la cabeza aún sabiendo que Misaki no podría verle y exigió una explicación.

                —A ver, a ver… ¿De qué estás hablando? No entiendo nada sobre camisas y lo que dices.

El rubio estuvo tentado a atravesar el teléfono y propinarle un buen golpe. Ya era tarde, muy tarde y aún no tenía una solución. Sabía que era una mala idea llamar a la mosca, pero no tenía a quién más acudir, era, desafortunadamente, su única opción.

                —Eres un idiota—sintió el calor en sus mejillas y confesó—Izumi me invitó al cine.

Enjou tuvo que taparse la boca para evitar reír como loco al ver como Takashi lanzaba un gritito muy parecido a los que solía hacer su hermana cuando veía yaoi (o algo parecido). Ahora entiendo de dónde lo sacó, se burló el pelinegro y Takashi sonrió emocionado.

                —¡Oh por Dios! ¡Tienes una cita! ¡Tu primera cita!

                —¡Vete a la mierda Kotori! ¡No es una cita!—reclamó furioso y avergonzado. ¿Tenía que gritar a los cuatro vientos que era su primera cita? Un momento…. ¡No es una jodida cita!—Solo es una salida entre amigos, hombres, ya sabes, compañeros y esas cosas, por eso necesito tu ayuda, no sé qué camisa elegir y ya casi se me acaba el tiempo.

El castaño enarcó una ceja… ¿Exactamente qué planeaba hacer Misaki a las 3 de la mañana? Colocó la mano encima de la bocina y le explicó a Enjou lo que pasaba. Misaki estaba nervioso porque al parecer era su primera cita y no sabía qué camisa usar en ella. El oji-gris sonrió enternecido con la idea de ayudar a Misaki Takaba, ya que Takashi se veía sumamente dispuesto a hacerlo. Le preguntó de qué color eran las camisas y Takashi encendió el altavoz para preguntar.

                —¿De qué color son las camisas?

                —La nueva es verde—respondió Misaki y ambos hermanastros hicieron una mueca, el rubio continuó—la que me hace lucir bien es negra—Takashi negó y Enjou lo consideró—Mi favorita es azul.

Enjou y Takashi sonrieron al mismo tiempo y asintieron antes de que el más bajo respondiera.

                —La azul, esa es perfecta, combina con tus ojos.

                —¿Tú crees?—Misaki se sintió extraño con tal comentario y miró la camisa elegida. Quizá sí era buena idea—Bueno… si tú lo dices… entonces la azul será… muchas gracias Kotori.

                —De nada—sonrió con una luz que dejó medio embobado a Enjou  y canturreó a propósito—Y buena suerte en tu cita…

                —¡Jódete Mosca! ¡No es una cita!—colgó molesto con él y consigo mismo.

El mayor de los hermanos Kotori miró el celular sin sorprenderse demasiado con tal actitud y suspiró sonoramente antes de volver a sonreír mientras se acostaba en la cama y miraba a Enjou por debajo de la litera.

                —Las primeras citas, oh dulce amor… aún recuerdo la mía, lo arruiné todo con mi torpeza pero fue divertido—sonrió traviesamente—¿Tú recuerdas la tuya Enjou?

                —Claro que sí—afirmó el más alto—Nunca podría olvidarla, fue extraordinaria.

Y le miró entonces con intensidad, como si tratara de comunicarle algo con ese comentario. Por supuesto que Takashi no comprendió lo que trataba de decir, pero sí supo leer ese sentimiento en el rostro de Enjou. Esa persona… había sido especial para él. Ojalá yo fuese igual de especial para ti, pensó con ansia y decidió cambiar el tema.

                —Será mejor que durmamos.

                —Sí, debemos hacerlo—respondió Enjou.

Ambos se acomodaron en sus camas tratando de ignorar sus recientes sentimientos. Aunque está de más decir que, a partir de ese suceso, ninguno pegó ojo en todo lo que restó de la madrugada.

****

Dijo que no era una cita, bien… eso estaba bien, pero entonces… ¡Por qué mierda estaba tan nervioso! Se le había hecho tardísimo, y eso que todavía había ido a la escuela. Lo peor de todo fue que no lo vio en el almuerzo para sus clases. Estresado sobre cómo comportarse y qué película llegarían a ver, Misaki no comió en todo el día y ahora su estómago le estaba pasando factura. Sí, era por no haber comido el hecho de tener ruidos extraños y vértigos constantes, era eso, nada de nervios y nada de vergüenza, no, no.

Subió las escaleras eléctricas de la plaza donde estaba el cine, sin duda era tarde. ¿Y si Izumi había decidido dejarlo? ¿Y si se cansó de esperar? ¿Y si en realidad nunca llegó? Negó con la cabeza mientras subía y se inspeccionó de reojo. La camisa azul que Kotori había dicho, unos jeans y tenis, nada formal, nada fuera de lo común, que se haya tardado la vida peinándose para después decidir que no tenía motivo alguno era diferente, ya ni decir los litros de loción que llevaba encima, unas cuantas aves y mosquitos murieron en el camino al percibir la exagerada cantidad de perfume que llevaba, él mismo se asfixiaba en ocasiones.

Pero no, no estaba nervioso y no, no era una cita.

Llegó al segundo piso y a la zona del cine buscándolo con la mirada entre las mesitas donde algunas personas solían sentarse a esperar que su función empezara. Lo buscó y lo buscó y no lo encontró. Quizá no vino, pensó desanimado y continuó en su escrutinio hasta que, observando bien, pudo encontrarlo. Y el corazón se le salió del pecho al verlo.

Leía, obviamente, qué más podría estar haciendo, pero no pudo evitar notar lo apuesto que se veía. ¿Qué mierda se hizo? Tiene algo diferente, no es el mismo de ayer. Analizó bien todo su aspecto, sus ropas, llevaba una camisa color negro con pantalones de mezclilla sin suéter, sin chamarra, sólo él. La postura de su cuerpo al leer, la mirada profunda de sus ojos al libro… sus ojos… había algo diferente que hacía que con sus anteojos no se viera ñoño ni demasiado formal. No, al contrario, se veía sexy, muy atractivo. ¿Qué basura estoy pensando? Se regañó sin quitarle la mirada de encima como adolescente enamorada y entonces lo entendió.

¡Se cortó el cabello! ¡Claro! Eso explicaba el cambio. Le queda demasiado bien, suspiró y después haló sus propios cabellos con frustración. ¡Ya basta Misaki! ¡Deja de mirarle como idiota! Volvió a mirarse a sí mismo y se sintió estúpido. Me veo horrible, para nada atractivo… ¿Por qué mierda le hice caso a Kotori? Mataré a esa mosca en cuanto le vea.

Todos estos pensamientos, por supuesto, lo invadían mientras caminaba, así que a los pocos minutos, Izumi se percató de su presencia y levantó la mirada dedicándole un gesto sereno y tranquilo. El rubio medio tembló con esa vista y trató de decir algo, pero las palabras no fluyeron de su cerebro a su boca y fue Izumi quien terminó hablando con un gesto que parecía indiferente.

                —Bienvenido Misaki, te ves bien por cierto.

Su rostro entero se cubrió de rojo. ¿De verdad piensas que me veo bien? ¡Oh maldición! ¡Misaki detente! Se regañó mentalmente y fingió estar como si nada.

                —Gracias, tú también te ves bien, el corte te queda—Muchísimo… ¡Basta!

                —Gracias, la película está por comenzar. ¿Quieres que compre unas palomitas para ti? A mí no me gustan, pero supongo que a ti sí.

No, no me compres nada, si me compras algo parecerá una cita.

                —Sí, claro—Mierda, mierda, mierda.

El castaño compró las palomitas, se las dio e intencionalmente sus manos se tocaron lo que provocó un sobresalto en Misaki que casi hace que las tire todas. Caminaron a la sala mientras, en un acto de impulsividad que trataba de disimular su nerviosismo, el oji-azul preguntó qué película verían. Izumi respondió que no tenía ni la más remota idea y así, sin nada definido, entraron.

 Se sentaron, la película comenzó y durante toda la función Misaki ni siquiera le prestó atención. Estaba metido en sus propios pensamientos, Izumi parecía concentrado en la cinta, pero al mismo tiempo aburrido, sin ganas de nada. Nuevamente el rubio comenzó a cuestionar sus actitudes y el beso, el jodido beso que hace varios días, casi una semana, le había dado. ¿Por qué no se lo sacaba de la mente? ¿Por qué estaba tan confundido? ¿Por qué Izumi no había vuelto a mencionarlo? ¿Por qué actuaba como si éste no existiera? Quizá se había arrepentido de besarlo, quizá su “confesión” había sido algo momentáneo y tendría sentido. ¿Por qué alguien como él le gustaría a Izumi? No soy atractivo, no tengo una personalidad dulce y no soy amable con la gente. Él mismo lo dijo, estoy lleno de defectos. ¿Por qué le gustaría a alguien como él? Una persona noble, paciente, comprensiva, luminosa… tan apuesto… tan inteligente… tan increíble como él…. Cerró los ojos con fuerza, no se suponía que pensara todo eso de Izumi, no se suponía que Izumi fuese increíble y maravilloso y todas esas cosas. ¿Por qué lo decía con ese anhelo plagado en sus pensamientos? A él no le gustaba Izumi, ¿cómo? Si él amaba a otra persona, lo había hecho durante años. ¿Cómo de repente, por un simple beso, podría comenzar a gustarle otro chico?

No me gusta Izumi, solo estoy… deslumbrado. ¿Y por qué lo estaba? ¿Acaso no es necesaria cierta atracción para que alguien te deslumbre? Apretó sus puños y gruñó en su interior. ¡Maldita sea! ¡No me gusta! ¡No me gusta! Estaba furioso y desesperado con tanto remolino en su cabeza. ¿Entonces para qué quieres que mencione el beso si no te interesa? ¿No deberías estar agradecido de que él no lo haya vuelto a hacer? ¿Qué es lo que quieres de Izumi?

La película pasó así, entre confusiones, dudas, misterios y gestos tranquilos del más alto. Izumi miraba la película primero con interés, luego aburrimiento y después se había quedado dormido. Misaki nunca le quitó la mirada de encima, se memorizó cada centímetro de ese rostro, esos anteojos, ese cabello que le quedaba tan jodidamente bien, aunque nunca lo admitiera y cuando la cinta terminó, Izumi despertó, se disculpo por quedarse dormido y ambos salieron de la sala con sentimientos diferentes en su interior. Izumi adormilado, Misaki confundido, sumamente ido.

Le ofreció llevarlo a su casa y, perdido en sus pensamientos cargados de autocompasión, Misaki aceptó. Quizá pueda estar un poco más de tiempo contigo de esa forma, pensó y quiso arrancarse los cabellos por tal pensamiento. ¿Por qué quería estar con él? ¿Por qué? ¿Qué es lo que quiero de Izumi? ¿Qué es? Cuando menos se lo esperaba, llegaron al lugar y el castaño le miró sereno.

                —Bien, llegamos, fue entretenido a pesar de todo—dijo como si nada y Misaki asintió.

                —Sí… gracias por invitarme—agachó la cabeza e Izumi se despidió sin decir nada.

No, no puede acabar así, se dijo sin comprenderse y justo cuando el oji-verde ya había avanzado unos cuantos pasos, Misaki apretó sus puños y lo detuvo jalando la manga de su camisa.

                —Izumi espera…—el aludido le miró sin comprender y Misaki agregó—Yo…. Dejé de gustarte… ¿Cierto?—Izumi ensanchó los ojos y el rubio ya no pudo más explotando. Se colocó las manos en las sienes y habló sintiendo su cara roja y la vergüenza devorándole mientras cerraba sus ojos—Seguramente ya conociste mi verdadero yo y te desagradó. Tendría sentido, como nunca lo mencionaste… te ves tan normal… como si ese beso no hubiese significado nada… como si no importara y eso significa que… —se veía abatido por ello—… Ya no te gusto… ¿Verdad?

El castaño cruzó los brazos, lanzó un suspiro y miró al cielo como si pidiera misericordia.

                —No me sorprende que llegaras a esa conclusión, tienes una manía extraña por acomplejarte—Misaki abrió los ojos y le miró expresando que no entendía. Izumi continuó—No, no has dejado de gustarme, incluso te podría asegurar que cada vez me gustas más. Pero pensé que no querrías que lo mencionara, pensé que estos sentimientos te incomodarían. Sé que estuvo mal, sé que no debí besarte y menos cuando antes te hablé de la imposición del amor. Es incongruente, lo sé. Precisamente por esa razón decidí actuar como si no hubiese pasado, porque pensé que tú lo querrías así. Tú estás enamorado de Ren, no quieres que yo te incordie con estos sentimientos y mucho menos que te vuelva a besar. Porque eso haré si no actuamos como si nada, no puedo fingir que me eres indiferente, no puedo contener mis deseos, no a menos que tú me lo pidas. Estoy seguro que eso es lo que quieres que haga. ¿Tengo razón?

Se quedó callado. Se suponía que la tenía, se suponía que eso era lo que pasaba por su mente. Él amaba a Ren. ¿Para qué quería que Izumi le hablara una y otra vez de sus sentimientos? Y sin embargo… escuchar que aún le gustaba le había hecho feliz,  por alguna razón le había agradado saber que Izumi no le detestaba a pesar de todo, a pesar de no ser noble ni bueno, ni atractivo ni nada de eso. Le gusto a pesar de ser yo… ¿Por qué estaba tan feliz ante ese hecho? ¿Por qué?

Creo que lo sabes… creo que ya sabes qué es lo que quieres de él. ¿No es así? Le dijo su mente mientras Izumi negaba con tranquilidad y empezaba a alejarse. Sí, ya sé lo que quiero.

Relajó su cuerpo y nuevamente le detuvo, pero esta vez de forma diferente. Jaló su brazo, lo acercó a sí mismo y después acercó su rostro hasta unir sus labios con los suyos. Fue un roce, nada más, porque Misaki no sabía cómo besar y se sintió demasiado abrumado con las emociones que el beso le generó. Se separó casi al instante ante la mirada sorprendida del castaño y confesó.

                —Te equivocas, te equivocas por completo.

                —Sería la primera vez—replicó sin dejar de estar sorprendido pero con una mirada dulce.

Izumi acarició su mejilla con su mano y nuevamente le besó. Esta vez Misaki sí cerró los ojos y se dejó llevar. No pudo evitarlo, no pudo evitar embriagarse con la calidez de sus labios, no pudo evitar que sus piernas le temblaran, no pudo evitar entrelazar sus manos detrás de su cuello para acercarlo más a sí, no pudo evitar desear más y más de ese beso. Se olvidó de todo, se olvidó de que se “suponía” que Izumi no le gustaba, se olvidó de lo incorrecto que era besarlo y alimentar unas esperanzas supuestamente vanas. Se entregó por completo a esa boca que, aunque no lo supiera en ese momento, le iba a volver loco con el paso del tiempo.

Oh mierda, soy un idiota. ¿Qué me pasa contigo? ¿Qué estoy haciendo? ¿A qué estoy jugando?

Era una pregunta difícil de responder.

Notas finales:

:3 wii!!!

No ya, les voy a contar mi dilema interno, vale. Como Izumilover estoy emocionadísima por esta cita y este beso, soy feliz como una lombriz!!

Pero como persona crítica y seria, debo decir que considero incorrectas las acciones de Misaki y a la vez, entendibles en cierto modo. Vale, está confundido, que Izumi le besara la primera vez, realmente generó un shock en él, pero no se me hace justo, nada justo, que alimente las esperanzas de Izumi, sin embargo, sabemos que mi amado tampoco es una víctima, él es plenamente consciente de los sentimientos de Misaki y si acepta meterse en ese tipo de "relación" es por voluntad propia y ateniéndose a las consecuencias. Los sentimientos de Misaki serán así, algo hipócritas si lo pensamos, porque por un lado jurará y perjurará no perdonar a Yuu por robarle el amor de Ren, pero por otro lado se besará con Izumi y pasará tiempo a su lado. Espero que no me odien por esta contradicción, pero yo la considero necesaria, en Misaki es necesaria, al menos, ese es mi pensar. (Nota: si les valio queso lo incorrecto de la situación y fueron felices con los besos y la cita, entonces ignórenme jajaja)

Ahora sí, vamos a lo demás!! Yei!!! Ya sabemos cómo Takashi y Enjou pancito se conocieron (es bastante obvio que ese chico que te defendió fue Enjou en su versión contador hace dos años!!! Sí que eres lento Takashi) Bueno... no le culpen, Enjou ha cambiado muchísimo en estos dos años (físicamente al menos) 

No pierdan de vista el detalle de que Takashi salió con el capitán del equipo de basquetbol de su escuela (les servirá en el futuro)

Y Yuu... bueno... qué puedo decir, sí que es extremo (que bien Ren se merecía un alto por andarle toqueteando) pero Yuu, pudiste matarlo!!! Ren es masoquista sin duda si te sigue insistiendo (cofcofloharácofcof)

Y ahora sí me despido, nos vemos en el próximo capi (el martes). Los amo mucho y muchas gracias!!

PD: Si lees esto... ¡Feliz cumpleaños Taiga!!!

Nos vemos ;)


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