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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Oh Susana, no llores más por mi...

(Nunca escucharon esa canción en su infancia??)

Ignórenme, soy yo tratando de hallar un buen saludo (Como se darán cuenta, fallé estrepitosamente)

Muchísimas gracias a todos por felicitarme, los quiero mucho, ponerme a pensar que llevo poco más de un año en Amor Yaoi me emociona mucho!! Dios quiera que el próximo año continuemos aquí :D

Este es un capítulo que los pancitos disfrutarán (y después querrán golpearme, sin duda), sabremos muchas más cosas y comprobaremos lo que ya sospechábamos el capi pasado. Fierecillas... les va a gustar el capi un poco, nuestro Yuu poco a poco cae... Izumilovers... aunque Izumi no aparece del todo (buu!!! sáquenla!!) Misaki seguirá haciéndonos rabiar con sus actitudes.

Así que sin más que decir, se los dejo, espero que les guste :D

Capítulo 18: Volver al pasado.

 

Izumi Kou jamás había sido tan inspeccionado en su vida. A veces Aoi velaba por él cuando eran niños y sus padres lo tenían casi en una burbuja al ser su único hijo. Sus tíos le adoraban y cuidaban de él antes y después de la muerte de sus progenitores, muchas personas a lo lejos le habían procurado. Pero de ahí a espiarle vilmente y vigilar cada uno de sus movimientos, era pasarse de los límites. Tres pares de ojos analizaban cada suspiro y acción de su cuerpo, aunque con diferentes emociones. Un par de ojos grandes y castaños, pero llenos de pestañas pequeñas lo veían con curiosidad perversa, otro par de ojos grandes e igualmente castaños lo hacían con confusión, pues su dueño no tenía ni la más remota idea del motivo de su “espionaje” y finalmente, el par de ojos azules, pequeños e incapaces de mentir, le miraban con demasiadas emociones contradictorias. Molestia, enojo, nerviosismo, miedo, interés, exasperación, anhelo; eran muchas cosas para su ya atareada cabeza, pero ni eso le frenaba de llevar a cabo su acoso.

                —¿Se puede saber por qué hacemos esto?—cuestionó Takashi oculto entre las macetas.

                —Porque es divertido—respondió la adoradora del yaoi.

                —Porque es necesario—replicó el rubio acosador.

Takashi enarcó una ceja y verificó que nadie lo notara en su escondite.

                —¿De qué manera puede ser necesario espiar a Izumi?

                —¡No es espiar, es investigar!—replicaron al unísono el rubio y la castaña.

El mayor de los Kotori se estremeció con lo bien que Misaki se compaginaba con su hermana.

                —Bueno, bueno—movió las manos tratando de calmarlos—¿Qué objeto tiene “investigar” a Izumi de esta forma tan extraña?

                —¿Qué no es obvio hermanito? A Misaki-san le gusta Izumi, por eso—dijo la menor como si nada y Takashi reprimió una risita mientras el oji-azul se encrespaba.

                —Eso… eso no es verdad—ambos hermanos le miraron mal y Misaki maldijo a todos los Kotori del mundo en su interior mientras confesaba—Bueno… puede… puede que un poco.

Takashi enarcó una ceja y alegó con cierto sarcasmo que, afortunadamente, el rubio dejó pasar:

                —¿Y qué te hizo llegar a esa conclusión?

Frunció el ceño, quitando la lente de la cámara de sus ojos y admitió con cierta vergüenza.

                —Pues… lo besé. Aún no entiendo muy bien qué fue lo que me pasó, pero prácticamente me le fui encima y lo obligué a besarme.

Koti-chan contuvo su gritito de emoción y sacó una foto con su celular mientras Takashi reprimía otra risita y después le miraba con cierta exasperación. Ya era hora de que Misaki admitiera sus sentimientos, es decir, le llamó 3:00 de la mañana para consultarle sobre una camisa, eso no lo haces por cualquier persona, se debe tratar de alguien especial, alguien que te atrae, te gusta. ¿Será posible que Misaki se llegue a enamorar de Izumi algún día? Aquello sería perfecto, así el chico conocería lo que es ser correspondido. ¿Realmente es correspondido? Le preguntó su consciencia y miró discretamente al chico en cuestión. Leía sumamente concentrado, pero podría jurar que en cuanto él le miró, Izumi desvió su atención de su libro y le dedicó una mirada directa, como si supiera que Misaki estaba ahí, oculto en esa maceta. Sonrió ligeramente, pero de una forma tan luminosa, que hasta al propio Takashi medio se mareó.

Sí, es recíproco, le dijo su mente satisfecha.

                —Eso está muy bien—habló el despistado muchacho—¿Qué es lo que piensas hacer?

                —Ni puta idea—replicó Misaki y Takashi le miró mal por la palabrota frente a su hermana.—¿Qué? Es la verdad, no tengo ni la más perra idea de qué hacer con Izumi, pero… las cosas no cambian, yo amo a Ren. Esto con Izumi es solo un lapso, lo superaré, estoy seguro.

                —Eso o te enamorarás de Izumi-san—canturreó la menor de los tres.

                —No me jodas Koti-chan—recibió un manotazo de Takashi y se extrañó de eso.

                —¡Controla tu vocabulario frente a mi hermana!—cruzó los brazos como todo un adulto serio y responsable. Después sonrió—Aunque estoy de acuerdo con ella, por primera vez en mi vida le doy la razón. ¿Es que no lo ves? Sería maravilloso que te enamoraras de Izumi, así todos los problemas se solucionarían. Yuu y Ren podrían estar juntos sin culpa, tú estarías con Izumi y asunto arreglado—se acarició la barbilla como recordando algo—Aunque ahora que lo pienso, Izumi tiene novia, creo que eso vuelve un poco imposibles las cosas.

El rubio ya le miraba con cara de pocos amigos y a punto de retorcerle el cuello por semejantes ideas cuando la pequeña habló.

                —Aoi no es ningún obstáculo, entre Izumi y ella no hay nada romántico, créanme, ella ni siquiera está enamorada de él, si no de otra persona.

Takashi ensanchó los ojos al conocer esta información y Misaki los entrecerró recordando. Esa maldita de Aoi le había dicho con anterioridad algo parecido, que estaba interesada en otra persona. ¿De quién podría tratarse? No es Izumi, ella no ama a Izumi, por alguna razón que no logró comprender, tal información le produjo una sensación de alivio que tanto la pequeña fujoshi como su hermano mayor pudieron leer en su rostro.

                —Lo ves, tienes el camino libre—contraatacó Takashi y Misaki le miró con ira.

                —¡Cierra la boca mosca! Has dicho muchas estupideces el día de hoy. Me gusta, es cierto, pero de ahí a enamorarme de él, es completamente ridículo, yo amo a Ren y así será para siempre. Estamos destinados—le plantó su dedo en la sien con fuerza—Grábatelo en la cabeza Kotori, destinados… destinados. Así que lo que sea que me pase con Izumi lo arreglaré. Te lo juro.

No jures en vano Misaki, canturreó Koti-chan en su cabeza y Takashi simplemente negó exasperado. ¿Cómo era posible que aún con la verdad en sus narices Misaki no la notara? Ren y él no estaban destinados y quizá, era probable que su posibilidad de conocer el amor estuviese con Izumi. ¡Y la está desaprovechando! No hay peor ciego que el que no quiere ver, pensó lleno de frustración y cierta indignación. ¿Qué tanto tendría que pasar para que Misaki se diera cuenta de sus errores? ¿Y hasta qué grado tendría que arriesgar su corazón?

Quizá para cuando se dé cuenta de sus verdaderos sentimientos… ya sea tarde.

****

Llegó a las albercas buscándolo con la mirada. Su aura imponente y serena, como si no estuviese tan jodidamente nervioso (cosa que sí estaba) y su postura recta y firme, intimidaron a más de uno, tanto que al verlo, prácticamente salieron huyendo. El segundo al mando del  equipo de natación, un chico castaño y algo fornido, fue el único que se armó de valor y se acercó al temido y sumamente conocido Kaichou del terror.

                —Bienvenido… Kaichou…—dijo tratando de disimular su voz temblorosa y Yuu, tratando de disimular su nerviosismo, habló con indiferencia.

                —Hola… estoy buscando al capitán… ¿Sabes si está aquí?

                —¿Ashiya-senpai? Claro—sonrió el chico—Está en los vestidores motivando al resto del equipo, tendremos una carrera de prueba. No sé si se haya enterado Kaichou, pero desde su accidente en la clase de biología, el senpai no ha podido nadar.

El pelinegro agachó la cabeza. No, no lo sabía, había evitado a Ren desde ese incidente y saber que por su culpa, el tarado no había podido nadar no ayudó en nada. Estaba ahí precisamente para pedir una disculpa, bien su orgullo le gritaba a cada momento que no debía, pero era una persona correcta dentro de todo lo que cabía y no era justo que el idiota ese se llevara semejante herida. Que se la merecía, claro que sí, pero tampoco había sido para tanto.

                —No sabía aquello. ¿Crees que tarde mucho? Si es así…

Estaba por huir de nuevo cuando alguien más llamó al chico y éste le pidió a Yuu que se esperara.

                —Quédese aquí Madara-san, en cuanto termine, Ashiya-senpai le atenderá.

Sin darle tiempo de replicar, el chico se fue y Yuu no tuvo más remedio que quedarse. Se acomodó en una de las gradas y recordó cosas sentado en ella. El día de la competencia, su dedicatoria, el estúpido truco. Y pensar que parecía como si hubiese sido ayer todo eso y en realidad ya tenía casi una semana. Cómo han cambiado las cosas en una semana, pensó lanzando un suspiro y el equipo apareció con su capitán al frente dando indicaciones. No pudo evitarlo, de verdad que no pudo por mucho que lo intentó, pero en cuanto le vio, sintió una especie de torbellino en todo su cuerpo y su corazón comenzó a latir como loco. Le había extrañado, pero ni muerto iba a admitirlo. ¡Nunca!

Cada uno de los integrantes del equipo ocupó un carril de la alberca y Ren continuó dando indicaciones. Era verdad, el capitán era el único de todos los que estaban ahí que no llevaba traje de baño, solo una playera polo con el escudo de la escuela en la espalda y un par de shorts que le llegaban debajo de la rodilla, su vestuario era algo muy parecido a su propio estilo de vestimenta. Con la diferencia de que en Ren, se veía mucho mejor que en él. ¡Qué demonios estoy pensando!

Todos comenzaron a nadar y el pelirrojo daba explicaciones, corregía errores, marcaba aciertos y datos a cada uno de sus compañeros. Recargó su mano en su barbilla y le miró casi con cierto embelesamiento. Cuando el imbécil ese se ponía serio y le dedicaba pasión a lo que hacía, se veía tan genial. Puedes llegar a ser increíble cuando te lo propones, suspiró y sonrió sin querer. Justo entonces, Ren levantó la mirada y se percató de su presencia, de su hermosa sonrisa, de su completa atención. Y también le sonrió guiñándole un ojo antes de dar una última indicación y abandonar su puesto para acercarse a donde él estaba.

Dejó de sonreír y bajó las gradas hasta quedar frente a frente. Ren ensanchó su sonrisa y Yuu no supo qué hacer con tanto brillo.

                —Me alegra tanto verte mi preciosa fierecilla… ¿Qué te trae por aquí?

                —Yo… bueno… vine porque…—podía sentir el calor en sus mejillas, podía darse cuenta de lo nervioso que seguramente se veía. La fachada imponente había valido mierda y aquello le colocaba en una obvia desventaja. Miró su brazo y fue directo—¿Cómo estás?

El más alto como que no comprendió al principio y después al ver su gesto avergonzado, lo captó y sonrió con coquetería mientras se levantaba la manga del brazo.

                —Estoy bien, fueron cuatro puntos, pero nada del otro mundo. No le des importancia.

Yuu se alarmó al ver la herida, había sido profunda. ¿4 puntos? No hables como si no fuese nada.

                —Supe que no podrás nadar.

                —Por lo menos hasta que se cierre la herida, más que nada por el asunto de las brazadas.

                —Lo lamento—desvió la mirada sintiendo su cara roja. Se veía tan adorable que si no fuese porque todo el equipo los veía, Ren le habría robado mil besos.

Oh fierecilla, deja de provocarme, pensó maliciosamente el pelirrojo.

                —Descuida, te perdonaré si me das un beso—guiñó el ojo y Yuu pudo ver que en parte bromeaba… y en parte era serio. Entrecerró los ojos y estaba punto de decirle un comentario sarcástico, cuando Ren cambió el gesto y tomó su mano entre la suya—No, discúlpame tú a mí. Me pasé, en serio crucé la línea. Es que simplemente es imposible contenerse cuando te tengo tan cerca. Realmente me gustas mucho Yuu, quiero tocarte, quiero besarte, quiero… hacer tantas cosas, que no me mido. Soy algo así como una bestia egoísta.

Trató de soltar el agarre de su mano. ¿Por qué me dices esas cosas? ¿Acaso no te das cuenta de todo lo que me haces al decirlas? Yo… yo no sé cómo reaccionar ante ellas….

                —Sabes muy bien que no puedo corresponderte—se soltó por completo y Ren volvió a tomar su mano al instante.

                —Más bien no quieres y entiendo tus motivos—sonrió satisfecho—Pero  eso es algo que discutiremos en este fin de semana que estaremos juntos. No sabes cómo lo espero.

Le miró mal y se zafó de él cruzando los brazos. Maldito manipulador de mierda. Oh si tan solo Ren supiera que no iban a estar solos. No soy tan ingenuo como crees, pensó con cierta malicia.

                —Bueno… solo vine a pedirte disculpas, ya lo hice, así que me voy.

                —¿Qué hay de mi beso?—protestó Ren con un falso puchero y Yuu hizo una mueca.

                —Mejor te quito los puntos…—su gesto era tétrico—…sin piedad.

De solo imaginarlo Ren sobó el brazo adolorido y contraatacó.

                —Ya me lo cobraré el sábado fierecilla… hasta entonces.

El chico de los ojos ambarinos levantó el dedo de en medio y se lo enseñó mientras se iba, en respuesta Ren se relamió los labios y le lanzó una mirada ardiente. Yuu ya no dijo ni hizo nada y salió de ahí rojo como un tomate. Maldito, mil veces maldito seas Ren Ashiya.

Le odiaba, sí que le odiaba.

****

Iba caminando en los pasillos mirando a los lados para evitar que alguien notara lo alterado que estaba. Las muletas le estorbaban cuando se trataba de ser cauteloso. Se detuvo y lanzó un suspiro mirando el celular por enésima vez. Seguían llegando y aquello le estresaba, ahora entendía el motivo. Cuando Koti-chan le habló de los rumores, él no comprendió por qué estaban circulando de nuevo, y más en esa escuela, él ya ni siquiera estudiaba ahí. No le veía sentido.

Pero ahora sí.

Hizo una mueca. Todo era culpa de Chihiro… bueno… no, Chihiro no tenía la culpa de nada, más bien era su hermano, su maldito hermano Kunihiro. Cuando le contó a Koti-chan que había salido con el capitán del equipo de basquetbol de su antigua escuela, no le narró con detalle todos los contratiempos que surgieron a partir de esa relación.

Chihiro era el capitán del equipo de basquetbol, salieron en secreto, nadie en la escuela debía saberlo por el bien de su reputación, tanto la de él como la del otro. Fue una relación corta, ninguno de los dos estaba enamorado del otro y lo sabían, se gustaban, le dieron satisfacción a sus propios deseos un par de veces y después, Chihiro, con mucha vergüenza le confesó que estaba empezando a enamorarse de una chica. Takashi comprendió y hasta le alentó a intentarlo, terminaron bien, seguían hablándose en los pasillos, pero como amigos, incluso le presentó a la susodicha. Todo estuvo bien hasta ahí.

El problema fue cuando Kunihiro apareció.

Kunihiro era el hermano menor de Chihiro, el chico también pertenecía al equipo de basquetbol y tenía un severo complejo con su hermano mayor. ¿A qué nos referimos con complejo? Muy simple, una enorme envidia, un trauma de superarle a cada momento y tener lo que el otro había tenido. Y muy fácil, Takashi había sido “suyo”, ahora lo quería para él. Pero el castaño no quería nada con el chico, la verdad le desagradaba por completo y siempre le rechazó. El orgullo de Kunihiro no le permitió ser racional y comenzó a fastidiarlo, incordiándolo en todas partes, mandándole mensajes y llamadas todo el tiempo.

Fue así como conoció al chico misterioso de hace dos años. Kunihiro le estaba molestando en los intercolegiales y el chico llegó para defenderle. Era más bajito y escuálido, pero aún así le retó. Kunihiro se burló de sus intentos y estaba por molerlo a golpes cuando todo el equipo de basquetbol de “este chico” llegó como refuerzo. El hermano menor de Chihiro se vio en desventaja y se alejó jurando que se la cobraría después. Takashi entonces agradeció al chico desconocido y a su equipo. Fue así como se hicieron amigos y después… ese algo más que terminó cuando el intercolegial llegó a su fin.

De eso ya habían sido dos años, el problema estaba en que ahora, por alguna razón, Kunihiro había conseguido su teléfono y estaba volviendo a molestarlo. Frunció la boca y apagó el aparato harto. Los rumores tenían sentido, cuando Takashi se alejó de esa vida de caos y descontrol, Kunihiro le dejó en paz, fue como si hubiese perdido el interés. Pero ahora que las personas estaban hablando de él de nuevo, diciendo cosas como que había vuelto a las andadas, su interés despertó y por lo mismo volvió a incordiarlo. Tenía miedo, en verdad que sí. ¿Y si a Kunihiro se le ocurría hacer alguna estupidez como en el pasado? ¿Y si lo llegaba a buscar a su nueva casa?

Tembló con la sola idea y comenzó a avanzar de nuevo con ayuda de las muletas. Fue entonces que una voz conocida y a la vez ya olvidada, sonó en casi todo el lugar.

                —Sí que no has cambiado en nada.

Takashi sintió un escalofrío y se giró con dificultad solo para comprobar sus mayores temores. Fue como si lo invocaras Takashi, eso te pasa por idiota, le dijo su mente.

                —Kunihiro… ¿Qué haces aquí? No deberías entrar a escuelas ajenas.

                —Me paso tus reglas por el arco del triunfo Kotori, veo que sigues siendo tan estúpido y torpe como siempre. Apuesto a que te hiciste eso tratando de coordinar tus pies. Es una pena—susurró lo último mientras se acercaba a él y paseaba una de sus manos por su espalda.

Estaba frío del pánico y trató de quitárselo de encima sin éxito.

                —Largo de aquí, no sé qué estupidez hayas escuchado de mí, pero nada es cierto.

                —Lo único que escuché es que volviste a ser la zorra que eras, cosa que no me sorprende. Seguramente ya extrañabas que alguien te empotrara en algún lugar—dijo con cierto desprecio y Takashi trató de darle una bofetada que el otro evitó.

                —¡Cierra la boca miserable! ¡Nada es verdad! ¡Así que déjame en paz!

Kunihiro hizo una mueca de odio y apretó con fuerza su muñeca hasta el grado de lastimarlo, quiso alejarse, le dolía, maldición, le dolía mucho y estaba bastante asustado. No puedo moverme con velocidad por culpa de las muletas.

                —Y de nuevo te haces el digno, pero esta vez no te dejaré marchar. Ahora no tienes quien te defienda, zorra de mierda.

Usó sus brazos y lo acercó a su cuerpo aún con sus negativas. Nada de esto le gustó a Takashi, era como volver al pasado, era como si, con la presencia de Kunihiro, todas las cosas malas que logró superar estuviesen volviendo. Los insultos, los murmullos, los rumores, las burlas, todo. Y en esta ocasión el maldito tenía razón, estaba solo, no había nadie que le alentara, que le motivara a seguir adelante, alguien que le ayudara.

                —¡Suéltame bastardo! ¡No quiero! ¡Déjame!—sentir sus manos aprisionándole era asqueroso y Kunihiro le había quitado las muletas dejándolo inutilizado. Soy un imbécil, se dijo y deseó tanto que ese chico del pasado reapareciera y le defendiera, como antes, como esa vez.

Pero no iba a pasar, estaba solo, completamente solo.

Sintió como era liberado de la presión de Kunihiro y cómo alguien se colocaba frente a él protegiéndolo. Su corazón latió como loco cuando comprendió quien era y Enjou, con una mirada que denotaba molestia absoluta, habló dispuesto a defenderlo.

                —¡Te dijo que lo soltaras!

El aludido le miró con desprecio y durante varios minutos no le quitó la mirada de encima, como si estuviese reconociéndolo. Después alegó con puya.

                —Vaya, vaya, vaya, el príncipe reaparece. Nunca pensé que seguirías frecuentando a Kotori. Pero no me extraña, seguramente la puta te la chupó muy bien para tenerte así de fiel.

La vergüenza y el coraje dominaron su cuerpo. Kunihiro no podía estar diciendo esas cosas frente a Enjou. No frente a él, si se entera de mi pasado, volverá a odiarme. Temía tanto perder lo poco que había logrado con él, temía tanto volver a ver su mirada cargada de frialdad. No, por favor no.

Sin embargo, Takashi no tenía nada que temer, pues al escuchar tal cosa, Enjou dejó de reprimirse. Odiaba la violencia, nunca la había considerado como opción para solucionar las cosas, pero ese tipo le enervaba, lo odiaba desde la primera vez que lo vio. Olvidándose de sus principios, se lanzó a él y le dio un fuerte puñetazo en la nariz. Él no iba a insultar a Takashi, nadie iba a hacerle sentir mal de nuevo, esta vez él iba a protegerlo.

                —¡Cierra la boca imbécil!

El otro no se quedó tranquilo, devolvió el golpe a Enjou y después, ambos comenzaron una pelea. Hace dos años se había quedado con las ganas, ahora sí le iba a dar una paliza a ese estúpido entrometido. Takashi se alarmó y trató de detenerlos, con mucho cuidado, se acercó a sus muletas y las tomó para después usar una de ellas como arma, golpeando a Kunihiro en la espalda. Enjou fue libre, tenía un poco de sangre en la comisura del labio y la mandíbula hinchada, pero ni así su coraje disminuía. El hermano de Chihiro recuperándose del golpe estaba por atacar cuando la voz terrorífica y sumamente imponente del Kaichou sonó en todo el pasillo.

                —¡Qué mierda está ocurriendo aquí!

Los tres voltearon al instante. Takashi miró a Yuu sintiéndose agradecido, Enjou disminuyó un poco su ira y Kunihiro miró al recién llegado con ironía. ¿Ese enano acababa de interrumpirles? Iba a masacrarlo también, no era rival para él. Lo que Kunihiro no sabía es que Yuu era imponente y fuerte, sumamente fuerte. No debía subestimarlo.

                —Yuu… esto… lo que pasa es que…—el castaño trató de explicar y Enjou habló.

                —Este tipo está molestando a Takashi y no pienso permitirlo.

Yuu miró al señalado chico con antipatía. Independientemente de que Takashi fuera su amigo y cualquiera que le dañara conocería la muerte, era un estudiante de otra escuela y por lo mismo, no debía estar ahí, al menos no causando destrozos. Moduló su voz tratando de ser imparcial.

                —Lo lamento, pero no perteneces a esta escuela y por lo mismo no puedes estar aquí, menos provocando una pelea. Te pediré amablemente que te retires y no vuelvas.

Lanzó una risa sardónica y se levantó del suelo mientras escupía con burla.

                —¿Tú vas a sacarme? No me jodas enclenque.

Se acercó y estaba por darle un golpe en la cara, cuando Yuu, molesto, esquivó el golpe y sin saber muy bien cómo, le dio una patada en la espinilla y aplicó una llave para después acorralarlo en la pared mientras replicaba con rabia contenida.

                —¡Escucha miserable! ¡No volverás a poner un pie en esta escuela o te juro que me encargaré de que nunca puedas volver a caminar! ¡Entendido basura inmunda! ¡Largo!

Lo soltó y Kunihiro lo vio con ira, pero humillado, ese maldito enano le había derrotado. Escupió al suelo y se largó de ahí con el rabo entre las patas. El gesto furioso del Kaichou se relajó y volteó a mirar a Takashi y Enjou, quienes lo miraban con cierta admiración. Enjou ya sabía que el Kaichou era de temer, pero nunca lo había visto en acción, era increíble. Takashi simplemente no tuvo palabras para agradecer que llegara en ese momento y frenara todo. Justo entonces, miró a Enjou y notó sus heridas alarmándose en el acto.

                —¡Por Dios Enjou! ¡Mírate!

                —Iré por el botiquín de primeros auxilios—señaló Yuu y se alejó en los pasillos.

Takashi medio se agachó a la altura de Enjou, pues seguía en el suelo y trató de revisarle mientras le regañaba o lo intentaba.

                —Mira nada más cómo te dejó, no era necesario llegar a tanto.

                —Claro que lo era—respondió ya más tranquilo—Ese tipo te estaba ofendiendo y molestando de nuevo. No voy a permitir que nadie te haga daño, me tienes a mí para eso.

Sintió el rojo de sus mejillas y a su corazón loco dar de brincos por todo su cuerpo. Basta, haces que me sienta especial para ti y eso no es cierto. ¿O sí lo es? ¿Soy especial para ti?

                —¿Por qué dices eso? ¿De verdad me defenderías aún sobre cualquier cosa?

                —Claro que sí—acarició su mejilla y acercó su rostro al suyo—Sin importar lo que pase o digan, yo siempre te protegeré. Eres la persona más importante para mí.

Sus manos temblaban, su cercanía, sus palabras, su voz, su mirada profunda que le decía a gritos que él era especial para Enjou. También se acercó con el corazón a mil, Enjou usó su otra mano para sí acunar su rostro en sus manos y aumentó la cercanía. Takashi cerró sus ojos, Enjou cerró los suyos y estaba por cerrar esa distancia entre sus bocas cuando Yuu apareció  interrumpiendo.

                —Ya tengo el botiquín, lamento la…

Ambos brincaron con el sonido de su voz y se separaron al instante. Enjou rojo como una señal de tránsito y Takashi incendiado del rostro. Yuu quiso darse un zape al comprender que había interrumpido y estaba por disculparse cuando Takashi se levantó con dificultad y tomó el botiquín, evitando que dijera cualquier cosa.

                —Gracias Yuu, por todo.

                —De nada—respondió apenado.

Y ambos se dedicaron a curar a Enjou, Takashi se concentró en pasar los algodones con alcohol. Fue Yuu quien los administraba y Enjou, metido en sus propios pensamientos, pasó por alto el hecho. Estuve a punto de besarle, soy un idiota, por poco lo arruino, se decía sin parar. Pero es que no había podido evitarlo, su rostro tan bello, sus enormes ojos mirándolo de esa forma, era imposible resistirse a ello, había querido besarlo y hacerle sentir mejor, libre de todo lo que le perseguía. Sin embargo debía ser paciente, seguir conquistándolo, no lanzarse así, de repente. ¿Y si le rechazaba por tomarse tantos atrevimientos? Lo mejor es ir lento. ¡Contrólate Enjou!

Su teléfono comenzó a sonar y al ver el identificador, se dio cuenta que era Rui. Les pidió a ambos, Takashi y Yuu, que le dejaran contestar y los chicos se alejaron mientras él replicaba con el chico. Al parecer unos instrumentos se habían perdido y no sabía qué cosas más. Se enfrascó en la conversación y a lo lejos, Yuu aprovechó para resolver sus dudas.

                —Takashi…

                —Sí… ¿Qué pasa?—preguntó el aludido sin entender.

                —Perdona si soy entrometido pero… exactamente… ¿Qué hay entre Enjou Junko y tú?

Agachó la cabeza sintiéndose avergonzado y comprendió que no podía seguir negándolo. Después de lo que había visto, cómo seguir guardando secretos. Le contó todo, el hecho de que eran hermanastros, su forma de ser al principio y el cómo, con el paso del tiempo, él se había enamorado de Enjou como idiota. Su tregua y acuerdo y el hecho de que Enjou se había ofrecido a acompañarle el sábado a casa de Ren. Yuu medio brincó con la mención de ese día y ese tipo, pero asintió comprendiendo todo.

                —¿Entonces… están saliendo?

Negó bastante contrariado con la cabeza. Ojalá así fuera, pensó anhelante.

                —No… esto es completamente unilateral y no correspondido.

Yuu enarcó una ceja. ¿Unilateral? ¿No correspondido? Takashi bromeaba… ¿Cierto? A kilómetros se podía ver que Enjou estaba igual o incluso más enamorado de él como Takashi lo estaba. ¿Es posible que seas tan disperso? Uno debe tener sus límites a la hora de no notar las cosas.

                —Eso crees tú, la verdad es que yo creo que no te has dado cuenta de que es recíproco.

                —Tu mente te engaña—dijo el castaño, no quería hacerse falsas ilusiones, no quería escuchar tales ideas que alimentaban esperanzas que no existían.

El Kaichou le miró entrecerrando los ojos y cruzó los brazos.

                —Pues si no me crees… ¿Por qué no se lo dices y lo corroboras?

Abrió los ojos como si le hubiesen zampado un puñetazo y negó desenfrenadamente.

                —Tú estás loco, ¿Verdad? ¿Cómo crees que me voy a confesar? Eso sería suicidarme, se necesita de tanto valor para decirle a otra persona lo que provoca en ti, y peor aún, sabiendo que ésta te va a rechazar. Sin duda nunca lo haría.

Ahora fue Yuu quien agachó la cabeza, pues con tal comentario no pudo evitar evocar en su mente a Ren Ashiya, el idiota, estúpido y descerebrado Ren Ashiya y sus malditos sentimientos. Él se le había confesado y más de una vez, aún sabiendo que sería rechazado y peor, golpeado. ¿Cómo pudo tener el valor de decirme algo así? ¿Cómo es que puede soportar mi rechazo tan fácilmente? Le dio la razón a Takashi, la verdad era algo para admirar. Y perdidos ambos en tales pensamientos, ya ninguno dijo nada sintiéndose completamente confundidos y nerviosos por los sentimientos que tanto Ren como Enjou, respectivamente, les hacía sentir.

¿Realmente valía la pena arriesgarlo todo por el amor?

Ambos tenían miedo de la respuesta.

Notas finales:

La respuesta es...

No, ni yo lo sé, pero esos son mis traumas, ignórenlos. 

No sé por qué, pero me encanta lo bien que se llevan Koti-chan y Misaki (Discípula y maestro) pobrecito Takashi, en todo lo que se mete, pero se indigna al ver a Misaki tan necio (yo también, ya lo pagará) jajaja (risa malévola)

Yuu... tan lindo... admítelo... estás enamorado como un loco de Ren... hay que ver tu cara cuando lo miras :3 (cosita linda) (Ren masoquista jajaa)

Y finalmente, Enjou pancito príncipe defensor, sin duda este chico es de armas tomar cuando se trata de defender a su amado. Kunihiro maldito, cómo te atreviste a golpear a mi Enjou, mi dulce y genial Enjou...

¡Pero es lento maldita sea! ¡Por qué Yuu! ¡Por qué interrumpiste ese beso! De aquí a que Enjou vuelva a perder la cabeza así... :S

Peeero bueno.... así como ando advirtiendo lo que vendrá el próximo capi siempre, así lo hago ahora... fierecillas... solo diré una cosa... amarán el siguiente capítulo...

(Quienes odien el YuuxRen... perdónenme, se los suplico, perdónenmé por favor :''''/ pero las cosas deben pasar de ese modo ;)

Ahora sí, nos vemos el próximo martes!!! Los amo y muchas gracias!!! :D


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