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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Alabado sea el yaoi!!!

(Que así sea)

Me gusta, creo que así les saludaré de ahora en adelante :D

Como sea, muchas gracias por aclarar mis dudas con respecto a Hontou, ahora ya tengo una idea más o menos clara (y eso es bueno para el futuro).

Gracias también por compartirme su opinión con respecto al lemon. En serio lo aprecio y agradezco porque temía que me odiaran mucho por la rapidez del mismio. Todo tiene una razón de ser, yo también lo creo así y si Ren y Yuu se entregaron a su amor, fue necesario, ya que con "esto" Yuu tendrá motivos para sentirse más miserable en el futuro (Te das cuenta que eres una maldita bastarda que se está ensañando con Yuu!!! Muere!!! Muere!!!) 

Ok, quizá muchos me deseen eso cuando Yuu empiece a sufrir.... lo cual será... a partir del próximo capi. Este capítulo es muy importante porque se aclaran por fin más cosas (yei!!). Misaki e Izumi vuelven (doble Yei!!!) y el rubio acosador nos sigue exasperando con su necedad e Izumi... bueno... mi amore es maravilloso cada día más, yo lo amo mucho.

Y lo que los pancitos han querido desde hace casi veinte capítulos!! La cita de Enjou y Takashi (será divertida, "alguien" aparecerá para arruinar el romance jajajaa) pero espero que les guste mucho.

Y ya, me callo, porque ya me extendi, como siempre, espero que les guste y me regalen su opinión. Los amo!! :D

Capítulo 20: Y la golondrina empieza a perder...

 

                —Espero que te guste el lugar, es de mis favoritos—comentó el pelinegro con una sonrisa tímida y Takashi admiró el sitio asombrado.

                —Me encanta, es muy bonito—se miró a sí mismo—Aunque de haber sabido que vendríamos a un lugar tan impresionante, me habría vestido mejor.

                —¿De qué hablas? Tu siempre luces bien sin importar lo que uses—le replicó Enjou

                —Gra… gracias—respondió rojo nuevamente y Enjou desvió la mirada avergonzado.

Todo el ambiente del restaurante era campestre. Las paredes eran de madera y recreaba la escena de una cabaña en el bosque, con chimenea, sillones con mesas, música tranquila y meseros amables, de aquellos que sientes que, más que su trabajo, tratan de arreglar tu vida, de hacerla más amena. Le gustaba todo de ahí y se veía que era un sitio relajante. Bastante bueno para una primera cita. ¿Verdad? Le dijo su mente y enrojeció con ello, no podía andar pensando eso a cada rato o de lo contrario moriría de un infarto o de hiperventilación.

Trató de controlar sus emociones lo mejor que pudo y ambos entraron de lleno al sitio, eligiendo una mesa que estaba al fondo, en una sección que parecía diferente al resto. Estaba por preguntarle a Enjou por qué había elegido esa zona, cuando, como si hubiese leído su mente, el oji-gris le explicó mientras tomaban asiento.

                —Me gusta esta parte porque cuando el reloj marca la hora exacta, hay un espectáculo de luces muy bello—le señaló el techo—Ahí, donde ves los candelabros, no puedes perdértelo.

El castaño miró el lugar señalado y trató de imaginarse por un momento el espectáculo que Enjou le describía. Miró el reloj de pared del restaurante y sonrió emocionado, ya no faltaba mucho para que fuese la hora exacta, quizá con un poco de suerte lo vería. El mesero llegó con las cartas y Takashi trató de centrar su atención en ellas mientras el pelinegro hacía lo mismo.

                —No sé qué elegir, hay tantas cosas deliciosas—le miró con indecisión y Enjou estaba que se lo llevaba el tren, no podía con tanta ternura, tratando de controlarse y notarse sereno sugirió.

                —Pues depende. ¿Quieres un postre? ¿O algo más salado?

                —De hecho, me gustaría algo...—no pudo seguir hablando al ver como un mesero paseaba una rebanada de su postre favorito frente a sus ojos—… Oh por Dios… eso es… es pay de queso con zarzamora y galletas oreo… ¿Verdad?.... Creo que acabo de enamorarme…

Reprimió una risita ante su embelesamiento y llamó al mesero.

                —Ya sabemos qué vamos a pedir, quiero una rebanada de pay de queso con zarzamora para él y…—miró la carta y después volvió a mirarlo—Un capuchino frappé para mí.

El mesero asintió y se llevó las cartas, Takashi estaba emocionado, casi quería brincar del asiento y lanzarse a los brazos de Enjou por el postre. Qué bueno que a los pocos minutos apareció el mesero con las órdenes y así pudo olvidarse de todo acto bochornoso que estuviese en su mente. Le sonrió al postre y miró a Enjou como si pidiera su permiso. El aludido susurró un “adelante” y él miró el plato con nerviosismo e indecisión.

                —Es que es tan hermoso que no quiero comérmelo—susurró y después negó con la cabeza—Mentira, voy a comérmelo.

Y comenzó a degustar el postre con frenesí. Cuando sus papilas degustaron su sabor, lanzó un gritito tan agudo que varios voltearon a verle extrañados, pero a él no le importó. Enjou solo negó con la cabeza mientras sonreía fascinado con cada uno de sus gestos.

                —Se oye delicioso—comentó en tono burlón y Takashi se avergonzó.

                —Oh Dios, soy un egoísta—partió un pedazo y se lo ofreció—¿Quieres probar?

                —Claro. ¿Por qué no?

Se acercó hasta quedar más cerca, debido a que los asientos eran sillones pegados a la pared y no sillas. Estuvo junto a él en cuestión de segundos sin tener que levantarse y le acercó la cucharada a los labios. Craso error, tenerlo tan cerca solo provocó que su corazón diese mil latidos y estuviese a punto de tirar la cuchara, pero afortunadamente no pasó y con mucho nerviosismo, logró darle a probar el postre. Todo estaba bien, al parecer. Puedo lograrlo, se dijo satisfecho y justo entonces Enjou le sonrió con dulzura mientras elevaba su mano hasta su mejilla señalándole algo.

                —Tienes un poco de crema aquí, en la comisura de los labios—lamió uno de sus dedos ligeramente y con ese limpió la crema.

Oficialmente murió con eso, su rostro debió ser la máxima exposición del “rojo amanecer” y sus manos le temblaron. Iba a matarlo, no podía más, necesitaba saber por qué razón hacía todo eso, por qué le había defendido con tanta vehemencia días pasados, por qué le trataba de esa forma tan hermosa y especial, por qué, de no haber sido por Yuu, le hubiese besado ese día, por qué estaban en una cita. Yo… te gusto Enjou… ¿Te gusto aunque sea un poco? Se cuestionó y estaba por exteriorizar tal duda en voz alta cuando una vocecita les interrumpió.

                —¡Oh mi Dios del Yaoi! ¡Ustedes son adorables! ¡Casi se ven como una pareja!—Koti-chan tomó una foto con su celular y ambos brincaron alejándose al instante.

                —Koti-chan… ¿Qué haces aquí?—cuestionó su hermano mayor.

                —Eso es lo de menos. La pregunta es: ¿Qué hacen ustedes aquí? Yo los imaginaba en casa de Ren, ya saben, como chaperones de Yuu. ¿Acaso los dejaron solos?

El castaño estaba por inventar una excusa o algo para tapar el hecho de haber roto su promesa, pero entonces Enjou intervino siendo sumamente directo.

                —Sí, así es. El Kaichou y Ren deben solucionar sus conflictos a solas, quizá a estas horas ya lograron hablar civilizadamente.

                —Eres demasiado ingenuo Enjou nii-san, es obvio que a estas horas ellos ya hicieron el amor—suspiró emocionada—¡Qué genial! ¡Quisiera estar ahí para grabarlo! Pero… no me sé la dirección de Ren—los miró con ilusión—¿Ustedes me la darían?

Ambos se miraron a los ojos por varios minutos y después dijeron al unísono.

                —¡Claro que no!

Koti-chan hizo un puchero y Takashi fue quién continuó.

                —Además… ¿Por qué supones que están haciendo eso? Es enfermo hermana.

                —Cómo se nota que no conoces la mecánica del yaoi, es muy obvio hermanito. Una pareja de chicos se conoce, se gustan desde el principio, hay un drama que parece que les separa pero más bien los orilla a confesar sus sentimientos. Luego de eso, tienen sexo para demostrarse su amor y así es como se termina el ciclo—los miró entrecerrando los ojos—Solo imagínenlo, el cuerpo de la persona que aman, desnudo, pueden tocar su piel, saborear sus labios, intercambiar alientos. Excitarse juntos, acariciarse hasta llegar al borde del delirio, escuchar los gemidos del otro en una clara señal de que están entregados al placer, a la sensualidad de sus movimientos. El vaivén, los suspiros, el éxtasis, el roce, la compatibilidad de sus cuerpos y lo fácil que es entregarse por completo al deseo. Así, entre besos húmedos y envestidas profundas, certeras y alientos calientes, ambos llegan al orgasmo, al clímax de su unión, sintiéndose aún ávidos de deseo, aún ansiosos de repetirlo una y otra vez si es necesario.... ¿No creen que sea genial?

Los miró satisfecha de su reacción, claramente eso era lo que quería provocar en ambos. Takashi estaba rojo, por completo rojo, al parecer, la línea de sus pensamientos, por alguna razón había viajado hasta Enjou e imaginarse en esa clase de situación con él, le hizo enrojecer de vergüenza. Aunque Enjou Junko no estaba en mejores condiciones, al igual que Takashi, su mente también voló hasta esas “fantasías” que nunca admitiría que tenía con el castaño que compartía su cuarto. Sin poder evitarlo, se levantó de un brinco y susurrando un “Discúlpenme” se alejó de esa mesa en dirección al baño, para así poder refrescarse. Casi al mismo tiempo, Takashi pidió al mesero un vaso de agua bien fría con muchos hielos que, al instante en que lo tuvo, se arrojó a la cara para calmarse por completo.

Una vez dentro del baño, Enjou abrió la llave del lavabo y se lanzó agua a la cara hasta estar seguro que el “calor” había disminuido. Se sintió tan avergonzado, seguramente Takashi había notado el efecto que habían tenido las palabras de Koti-chan. Aunque pensándolo bien, sabiendo cómo era de disperso, quizá había tenido suerte y no había visto nada. Menos mal, suspiró aliviado y justo estaba por salir del lugar cuando sintió su celular vibrar. Enarcó una ceja, no esperaba ninguna llamada. Lo sacó de su bolsillo y contestó sin ver el identificador.

                —Hola.

                —Enjou… Qué bueno que contestas, estaba preocupada. No has llegado al ensayo.

El chico no comprendió el motivo por el que Aoi le llamaba como si fuese el fin del mundo.

                —Ya le había avisado a Rui que no iba a ir. Nada pasa, todo está bien.

                —Pero llamé a tu casa y me dijeron que te quedarías a dormir en casa de un amigo, no entiendo. ¿Con quién te quedarías a dormir? Por eso llamé, pensé que algo malo pasaba.

Frunció el ceño, no entendía tanta insistencia, era extraño por donde lo viera.

                —Ya te lo dije, todo está bien, sí me iba a quedar en una casa, pero hubo un cambio de planes—trató de contener el tono molesto de su voz, pero no podía—La verdad Aoi, quisiera que habláramos en otro momento, ahora estoy ocupado.

La rubia entrecerró los ojos sabiendo que Enjou no podía verla, no le agradó como sonó eso.

                —¿Ocupado? ¿En qué?

Lanzó un suspiro, Aoi estaba muy rara y no le agradaba que fuese así. No tenía de otra, tarde o temprano se iba a enterar de su resolución, así que para qué crear tanto misterio.

                —Estoy en una cita… una cita con Takashi—se dio cuenta que estaba por hablar y no la dejó—Sé muy bien lo que me vas a decir. He decidido intentarlo de nuevo y esta vez, te juro que no voy a rendirme. Sé que él rompió mi corazón en el pasado y sé que tu y Rui me aconsejaron olvidarme de él, pero no pude, de verdad no pude y creo… creo que ahora sí voy a lograrlo.

Recuperó el aire de sus pulmones esperando que dijera algo, estaba por completo callada y aquello le daba algo de nervios. Al final, Aoi solo carraspeó y dijo una frase de manera escueta.

                —Bien, está bien, buena suerte en ello Enjou—y le colgó.

El chico miró extrañado su celular y encogió los hombros. ¡Qué extraña está Aoi últimamente! Nuevamente guardó el aparato en su bolsillo e inspeccionándose en el espejo una vez más, salió para poder encontrarse con Takashi… y Koti-chan.

Y un extraño desconocido regañando a su hermanita menor.

                —No puedo creer que te me perdieras así, estaba preocupado, pensé que te habían robado o algo así. No vuelvas a darme ese susto.

                —Oh vamos papá, no es para tanto, te dije que iba al baño. Lo que pasa es que no me escuchaste porque estabas perdido viendo los candela…—frunció el ceño al notar como su padre nuevamente desviaba su mirada a otra cosa—¡Y lo haces de nuevo!

Enjou simplemente ensanchó los ojos. ¿Ese hombre era su papá? ¿El papá de Takashi y Kobashi? ¿En serio? Parecía cualquier cosa menos un padre responsable, fallaba en concordar con la imagen de su propio padre. El progenitor de ambos castaños era bajito, un poco más alto que Takashi, pero muy poco, de cabello negro, piercings y tatuajes por todo el cuerpo, ropa holgada y de colores estrafalarios, su cabello estaba largo y adornado con varias rastas de colores y su mirada perdida y confundida fue lo único que corroboró que era el padre de Takashi. Y él que había pensado que Kanako, su madre, era distraída, este hombre se llevaba el premio.

                —Papá, vuelve por favor—pidió Takashi y el aludido obedeció con una sonrisa

                —Lo siento, lo siento, pero es que el espectáculo de esta zona está por comenzar y me gusta mucho. ¿Podemos sentarnos aquí para verlo?

El pelinegro ya había ocupado su lugar junto a Takashi en la mesa y le extrañaba demasiado que el mayor no lo hubiese notado, pero después comprendió que era un milagro que no hubiese perdido a su hija en serio. Ahora entiendo por qué esa niña puede escabullirse de esa forma. Koti-chan, al escuchar la petición de su padre hizo una mueca y replicó:

                —¡Claro que no papá! ¡No ves que arruinaremos su ci…!

Takashi le tapó la boca a su hermana y con una mirada de disculpa a Enjou, habló:

                —Sí papá, tomen asiento.

                —Eres sabio pequeño jazmín de primavera—dijo el hombre y Enjou reprimió una risita ante el sonrojo de Takashi.

                —No me digas así papá, soy un hombre.

                —¿En serio?—lo miró como si no le creyera—Para mí eres un jazmín de primavera. Mi jazmín de primavera que algún día un jardinero vendrá y me robará arrancándote de mis brazos.

Estaba por decir algo apenado cuando su padre lo mandó a callar con un “Shh, está por comenzar” y a Takashi no le quedó otro remedio que callarse. Las luces se apagaron, todo quedó en penumbra y al ver que todos miraban al techo, hizo lo mismo quedando embobado en el acto.

Los candelabros brillaban y alternaban sus luces mientras se movían como si crearan una melodía. A pesar de ser un espectáculo ficticio, la verdad era muy bello, casi parecía como si miles de estrellas hubiesen descendido del cielo a ese techo y les regalaran a los mortales la gloria de verlas brillar. Sonrió emocionado y justo estaba por cerrar los ojos entregado a la sensación que tal espectáculo le había generado cuando pudo sentir, por debajo de la mesa, como la mano de Enjou se entrelazaba con la suya. Le miró confundido y pasmado, el aludido le sonrió en la oscuridad y aumentó su agarre mientras le miraba como si él fuese más hermoso que las luces del cielo y que todos los astros del universo. Se estremeció y también le sonrió aferrando más su mano.

Y así, bajo la luz de las estrellas, se miraron intensamente, confesándose su amor con los ojos.

****

Ya era lunes y estaba más que nervioso, estaba jodidamente alterado. Caminaba en los pasillos brincando a cada sonido extraño y aquello le hacía sentir idiota. Se detuvo un par de minutos y suspiró para darse palabras de aliento. Era muy difícil lo que iba a hacer, de verdad algo muy complicado, pero era lo mejor. No puedo jugar de esa forma con él, se decía, por mucho que me guste, yo tengo un objetivo y no es justo para él.

Se tronó los dedos y recapituló el discurso que iba darle a Izumi. Veamos… escucha Izumi, eres genial, eres increíble, besas de maravilla… ¡Qué mierda! ¡Eso no Misaki! ¡Concéntrate! Recapitulemos: Izumi, eres una persona maravillosa, estoy seguro que encontrarás a alguien que sepa apreciar todo lo bueno que tienes… ese rostro… esos ojos… esa boca… ¡Maldita sea Misaki eso tampoco se lo digas!

Se haló con cabellos con exasperación. ¡Cómo mierda iba a decirle a Izumi que no le gustaba! ¡Era una jodida mentira! ¡Y el chico sabía leer su mente! Le descifraba como si fuese un puzle o algo más sencillo, algo así como el tetris o el juego de piedra papel o tijera. Él sería la piedra y yo las tijeras que aplasta… ¡La puta que me parió! ¡Detente Misaki! El punto era ése, que necesitaba decirle que no le gustaba, que todas las cosas que le confesó en su cita eran mentira (aunque no fuese así) para que así Izumi no intentara nada, principalmente porque no merecía tener tales esperanzas. Yo soy de Ren, aunque las cosas ahora mismo no vayan bien, Ren y yo terminaremos juntos… ¿Cómo podría estarme involucrando con otro chico?

Quiso patear la pared y continuó caminando con “tal discurso” en la mente hasta llegar al salón donde se reunía el “Club de lectura”. Habían pasado varios días y un fin de semana para ser exactos desde su cita (aunque nunca admitiera que era una) e Izumi, de nuevo, no le había mencionado nada de sus acciones. Le besó, aunque no se lo dijo directamente, le insinuó que le gustaba y después el tipo lo había besado de la mejor forma que en su jodida vida alguien le pudo haber besado. ¡Claro que no Misaki! ¡Eso es ridículo! Para empezar, ni siquiera has besado a otra persona que no sea él. Así que cálmate, tal vez Ren besa mejor. Suspiró con el recuerdo del beso de Izumi y negó sin querer. Lo dudo… ¡Lo dudas! ¡Mierda Misaki! ¡Qué pasa contigo!

                —¡No lo sé maldita sea! ¡No lo sé!—gritó en la entrada del salón e Izumi, siendo el único habitante del lugar, le miró extrañado por semejante comportamiento.

                —¿Te encuentras bien?

                —Sí… sí… nada pasa—estaba avergonzado, ¿Por qué siempre le pasaban esas cosas frente a Izumi?—Lamento la tardanza.

                —Descuida, espero no te moleste que tengamos nuestra clase de hoy en el Club de lectura

                —No hay problema—negó con la mano como si no tuviese importancia—De todos modos, no quiero pasar por la cafetería en un buen tiempo—Ahí está Yuu… no quiero verlo—Además, no tengo inconveniente, solo estamos tu y yo. ¿Cierto?

                —Así es—asintió con tranquilidad y Misaki se tensó al comprender su propias palabras.

Estamos solos… él y yo… a la mierda… estamos solos. Cálmate por Dios Misaki, me desesperas. Le dijo su consciencia y él la mandó a callar. Izumi le dio más ejercicios de dibujo y representación de sombras mientras le indicaba que tomara asiento, a su lado. Lo hizo temeroso, pero cuidando que no se notara, necesitaba hallar el momento exacto en el que le diría a Izumi que lo que sea que le estuviese pasando, no debía repetirse. Sin embargo, antes de empezar a dibujar y trabajar, pudo recordar que estaban en el Club de Lectura, donde se suponía que Izumi leía en voz alta. ¿Lo haría de nuevo? ¿Aún estando él? No es como si quisiera escucharlo, claro que no, se auto convenció.

                —Oye Izumi… ¿No te sientes extraño al ser el único miembro del club de lectura? Quiero decir… lees en voz alta y tú solo… ¿No es raro?

                —No, en lo absoluto. Aunque, ahora mismo no estoy solo. Estás tú conmigo. ¿Quieres que lea para ti?—le mostró el libro como si nada, sin cambiar su gesto indiferente—Hoy toca poesía. ¿Qué te parece? ¿Te agradaría?

Dile que no, dile que no, tengo un mal presentimiento.

                —Claro… ¿Por qué no?—Mierda Misaki, nunca me haces caso.

El chico de los ojos verdes hojeó su libro buscando un poema que fuese corto y fácil de decir en voz alta. Justo entonces, halló una página, Misaki se acomodó en su asiento ansioso (sin admitirlo, claro está) y le prestó toda su atención. Izumi carraspeó un poco y habló leyendo:

                —“No sé si espero, amor, ni si te espero, pero de pronto estás, inesperado, con tu visaje cruel y desolado, en este abrazo cálido de enero. Reconozco tus ojos de viajero, tu inseguro silencio, tu llamado, tus labios sin mañana y sin pasado: eres el rostro del dolor primero. Vuelvo a mirarte aún. Y eres el mismo milagro de ternura y egoísmo, triste y feliz, eterno y pasajero, burlón, desesperado, inquieto, firme. Cómo quedarme, amor, y cómo irme, cómo estar sin estar…”—Detuvo su lectura y lo miró extrañado—¿Por qué me ves así?

                —¿Así cómo?—cuestionó en un susurro el rubio con el corazón latiéndole como loco, sabía que esas palabras no eran para él, sabía que simplemente había sido una coincidencia. Y sin embargo… las siento tan mías... es como si leyeras en mí… tu descifras cada parte de mi ser…

                —Como si tuvieses fiebre. ¿Te sientes enfermo?—para corroborar su duda, Izumi se acercó a su rostro y colocó su mano en su frente, verificando la temperatura.

El rojo de sus mejillas fue notorio, tanta cercanía le mareaba, se acababa de olvidar de su discurso, el que se suponía que iba a decirle a Izumi para terminar con lo que fuera que le estaba pasando con él. Sus piernas temblaron y miró sus labios sin disimulo. Izumi lo notó y no se alejó como debía hacerlo, todo lo contrario, aumentó la cercanía, su mano en su frente fue a dar a su mejilla y cuestionó como si nada.

                —¿Vas a besarme?

                —Sí…—susurró sin voz y sin dejar de perderse en sus ojos. Izumi tenía unos ojos hermosos, verdes, tan brillantes, tan impresionantes… tan hechizantes.

                —De acuerdo… hazlo entonces—replicó en voz baja el chico y Misaki actuó.

Le besó por segunda vez en su vida y casi al momento, el castaño se apoderó de la situación. Muy bonito, era él quien daba el primer paso, pero Izumi se adjudicaba la hazaña. Él había querido besarle de forma sencilla, un roce y nada más, solo por repetir la electricidad, pero no, Izumi tomó todo el control. Se apoderó de su boca, su mano libre fue a dar su cintura y el movimiento de sus labios no fue nada tranquilo. Casi sin ser consciente se encontró correspondiendo el beso lo mejor que podía y sus propias manos fueron a dar a su cabello, su cabello castaño y recientemente cortado. Le gustaba mucho su cabello, quería enredar sus dedos en él todo el tiempo. Estaba considerando seriamente la posibilidad de hacerlo cuando sintió algo que le hizo lanzar un ligero gemido en el beso. Su lengua… su lengua está en mi… oh por Dios… no sabía que la lengua de una persona pudiese hacer eso…. Sin frenarse más, aferró sus cabellos con sus manos y trató de seguir los movimientos de esa lengua en su boca, sentía que se estremecía cada vez que lo hacía y de repente sentía demasiado calor.

Cuando estaba por mandar todo a la mierda y apretar su cuello para tener más, el más alto puso fin al beso y no pudo evitar suspirar anhelante por más. Le dio un último beso que no fue más que un pico y habló como si acabara de pasar lo más normal del mundo.

                —Creo que debemos continuar con los dibujos.

Sentía sus labios hinchados y el corazón latiéndole sin parar, pero asintió.

                —Sí debemos.

Izumi estaba por volver a su libro pero se detuvo y le miró como si acabara de recordar algo.

                —Por cierto Misaki… ¿Querías decirme algo?

Sí, que no me gustas en lo absoluto, que será mejor que no se vuelva a repetir lo que acaba de pasar, eso es lo que quiero decirte.

                —No… nada.

¡Sabía que terminarías diciendo eso! ¡Ay Misaki! ¡Estás jodido! ¡Verdaderamente jodido!

****

                —Nunca pensé que llegaría a decir esto pero… muchísimas felicidades Madara, aquí tienes tu permiso de conducir. Espero que no mates a nadie en tu andar por la carretera.

                —Muy gracioso profesor—replicó con el ceño fruncido pero alegrándose al recibir el permiso de conducir en sus manos. No podía creerlo, de verdad lo había logrado, venció al mayor de sus demonios. Ojalá pudiese decir lo mismo de los demás demonios—Muchas gracias.

                —De nada Madara y repito, muchas felicidades. Disfruta tu logro—finalizó el mayor antes de retirarse de ese lugar con todo y auto.

Yuu sonrió como despedida y volvió a mirar con embelesamiento su permiso. Estaba tan emocionado que, si no fuese por la cordura que le quedaba, se habría puesto a brincar del gusto. Ensimismado en su alegría no se fijó que una vez marchándose el profesor, un pelirrojo emergía de los arbustos que rodeaban el lugar. Llevaba una enorme sonrisa y las manos detrás de su espalda. Se acercó a  Yuu e hizo notar su presencia con una pregunta sarcástica.

                —¿Y bien? ¿Las personas deberemos comprar un seguro de vida de ahora en adelante?

El pelinegro brincó con su intrusión y después le miró con reproche.

                —¿Qué insinúas tarado? Obviamente eso no será necesario, soy el mejor al volante.

                —Claro que lo eres. ¿De quién crees que lo aprendiste fierecilla presumida?

Recibió un puñetazo en el hombro y Ren se quejó pero sin sacar las manos de su posición, algo que se le hizo demasiado extraño a Yuu. ¿Y ahora qué planea este idiota? Entrecerró los ojos y replicó:

                —Te mereces eso y más por dudar de mi talento—continuó pagado de sí mismo—Obviamente aprobé el examen, soy el mejor, insisto.

Ren giró los ojos, hace un mes no decía precisamente eso, al contrario, estaba en crisis total. Hubiese querido decírselo pero sabía que si lo hacía, recibiría más que una golpiza, además, se suponía que venía en son de paz. Si es que es posible estar en paz con una fierecilla, razonó.

                —Bueno, entonces hay que celebrar tu “triunfo”—le sonrió con coquetería y obtuvo lo que estaba ocultando para dárselo a Yuu—Aquí está… una bella flor para una hermosa fierecilla.

El aludido no pudo evitarlo y se sonrojó por completo al contemplar la bella rosa que el idiota ese colocaba en sus manos. A él ni siquiera le gustaban las rosas, pero que Ren se la obsequiara la hacía especial. Simplemente ese gesto provocó que todas las cosas ocurridas el fin de semana volvieran a su memoria y tal hecho solo provocó que su sonrojo aumentara. Debo parecer una sirena de ambulancia. ¡Deja de sonrojarte! El capitán del equipo pronunció más su sonrisa torcida, tenía el resultado que quería de su fierecilla. Amaba verlo enrojecer, era adorable.

                —Gracias…—respondió mirándolo con nerviosismo total y Ren no se contuvo.

Tomó sus manos entre las suyas y le robó un rápido beso. Fue tan fugaz que Yuu ni siquiera tuvo tiempo de corresponderlo y simplemente quedó en blanco.

                —De nada mi preciosa fierecilla—se rascó la cabeza con nerviosismo también—Sabes… yo… quisiera decirte algo… no pudimos vernos después del sábado y…

                —Lo sé Ren—interrumpió el Kaichou calmándose—Yo también quiero hablar contigo sobre… bueno… lo que pasó—lo último lo dijo en un susurro y Ren le sonrió enternecido.

                —Adelante, te escucho.

Ambos tomaron asiento en las banquetas pero sin soltarse de las manos por completo. Contrario a lo usual, Yuu ya no huía de tal contacto y Ren esperaba que de verdad eso fuese una buena señal.

                —Tuve que salirme temprano de tu casa, tenía muchas cosas que pensar. Tengo tanto todavía en mi cabeza. Yo… sé que quizá esto sonará hiriente pero… no debió ocurrir.

                —¿Te arrepientes?—preguntó el más alto con voz suave y sin presión.

Yuu negó y suspiró profundamente.

                —No, no podría, fue especial, yo al menos así lo sentí y precisamente por esa razón es que he decidido tomar una decisión. Lo voy a afrontar con Misaki, le he fallado, me enamoré de la persona que más ama. Ahora no sé cómo mirarle, pero voy a hacerlo. Se lo voy a decir.

El pelirrojo sostuvo con mayor fuerza sus manos entre las suyas y habló con vehemencia.

                —Entonces lo haremos juntos, ambos vamos a hablar con Misaki, estoy seguro que si lo hacemos de forma tranquila, él entenderá. Haremos lo posible para que no le duela tanto. Hay… muchas cosas que debo hablar con ustedes dos, pero te lo prometo, todo va a salir bien—besó el dorso de su mano—Te quiero Yuu, en verdad te quiero, para mí también fue especial y quiero que estemos juntos, como una pareja, quiero que seas mi novio—le miró algo ansioso—¿Qué dices?

El chico de los ojos ambarinos estuvo tentado a lanzar una risita de burla y solo se limitó a mirarle.

                —¿Me preguntas eso después de todo lo que ocurrió? Eres verdaderamente un idiota—le regaló una de sus brillantes sonrisas estilo Kuma y asintió—Si, acepto, yo también te quiero Ren.

El pelirrojo estaba tan feliz que sin duda no le habría importado sostener a la fierecilla en sus brazos y haberle dado vueltas, pero no quería golpes, quería besos, caricias, así que contuvo su emoción y simplemente besó sus labios con cariño, demostrándole de ese modo toda su dicha. Yuu correspondió el beso sintiéndose feliz también, estaba enamorado de él  y ya no iba a huir más de este amor. Estaba seguro que tenía razón y que solucionarían todo lo que viniera.

Todo iba a estar bien. Le amaba, le amaba tanto que confiaba absolutamente en él.

****

Iba sumamente molesta en los pasillos de la escuela. Nada estaba saliendo como debía, cuando Enjou le confesó el sábado que había decidido intentarlo con Takashi y peor, estaba en una cita con él, tuvo que usar todo su aplomo para no gritar furiosa. ¿Cómo demonios era posible que Enjou hubiese recuperado su esperanza? Y más grave, con tanta firmeza, era como si hubiese alguien más aparte de Rui y ella que estuviese aconsejándolo. Destruyendo sus planes, más bien, quería cortar unas cuantas cabeza, no se suponía que Enjou creyera que tenía posibilidades, eso quería decir que Takashi Kotori estaba mostrando indicios de estar enamorado de él y eso solo tenía una explicación: El idiota y estúpido Ren Ashiya. Iba a matarlo en cuanto le encontrara.

Rui apareció a su lado unos minutos después que ella lanzara fuego por los ojos y al ver su aparición, solo le mostró una mirada molesta, esperaba que trajera buenas noticias o se podría ir derechito al infierno. Estaba demasiado furiosa como para ser racional y amable, en ese momento no, en ese momento solo tenía coraje en su interior. Y por lo mismo era sumamente peligrosa.

                —¿Qué quieres Rui?

El peli-verde levantó una hoja a la altura de su cara y dijo como si fuese lo más fatal del mundo:

                —Carta de Takashi—los ojos de Aoi chispearon y él continuó—Y te vas a morir cuando leas lo que dice, sin duda no son buenas noticias Aoi.

                —No tengo tiempo para leerla, dime de qué trata.

Ambos continuaron caminando, pasando de los pasillos de la escuela hasta las canchas y de ahí al área libre que solía utilizarse para hacer los exámenes de manejo. Rui en ese momento, sacó la carta de su sobre y leyó su contenido rápidamente explicando los puntos clave.

                —Básicamente, Takashi Kotori afirma estar enamorado de Enjou y por lo mismo, pide a su escritor disculpas y que no le vuelva a mandar carta alguna.

                —¡Maldita sea!—explotó la oji-azul—¡No debía ser así! ¡Se suponía que el regreso del escritor mantendría a ese idiota lejos de Enjou! ¡Cómo mierda fue que se enamoró de él!

                —Lo ignoro, pero yo te lo dije. Hace dos años el truco del escritor funcionó, pero esta vez era prácticamente imposible, viven juntos, no hay forma de que no pase algo entre ellos.—El chico lanzó un suspiro y prosiguió con cierto tono de broma—No debería sorprendernos, se podría decir que era obvio que Takashi se enamoraría de Enjou y del escritor al mismo tiempo. Yo me basaba en todas las cosas que él me decía del chico para poder escribir sus cartas, es como si prácticamente Enjou fuese el escritor.

Ella le miró con molestia por la broma y alegó con firmeza.

                —Tú eres el escritor y se suponía que Takashi debía amarte por sobre todas las cosas. Algo salió muy mal en todo esto y sé perfectamente quien es el responsa…

Se quedó callada. Rui y Aoi habían caminado entre el área libre de las clases de manejo por inercia y se encontraron sin querer con la escena de Yuu y Ren juntos, hablando muy íntimamente. Casi como si quisiera comprobar todas sus sospechas, el capitán del equipo de natación besó a Yuu Madara y tal acción solo le hizo rabiar más. Maldito miserable, se dijo con la ira en la garganta. Rui, como para acrecentar su furia o por ingenuidad pura, comentó al aire en un susurro.

                —Oye Aoi… no es por ser metiche pero… ¿No se suponía que el acuerdo con Ren Ashiya era que él debía conquistar a Takashi para que nunca se enamorara de Enjou?

                —Así es—escupió con rabia—Yuu Madara no estaba en los planes. Pero esto no se va a quedar así Rui. Ese maldito de Ashiya me las va a pagar, eso te lo aseguro.

                —¿Y qué piensas hacer?

La rubia ya no contestó, solo contempló la imagen frente a ella maquinando nuevos planes. Ren Ashiya y ella habían hecho un acuerdo, se suponía que él conquistaría a Takashi, se suponía que con ello, el estúpido petirrojo nunca se fijaría en Enjou y, en caso de que llegara a hacerlo, siempre podría recurrir al escritor, sabía que ese truco nunca fallaba, Takashi Kotori había caído como imbécil la primera vez. Sin embargo nada había salido como esperaba, Takashi ya estaba lo suficientemente enamorado de Enjou como para ignorar al escritor y si debía buscar culpables, entonces ese puesto lo ocupaba única y exclusivamente Ren Ashiya. Él era el responsable de que ahora nada estuviese saliendo como debía, de que estuviese perdiendo, de que Enjou tuviese esperanzas, de que fuese posible que esta vez, sí lograra estar con Takashi. Negó con firmeza apretando los puños de sus manos, maldito fuese mil veces Ren Ashiya. Pero lo va a pagar, claro que lo va a pagar, se dijo mirando a Yuu Madara. Ren le había jodido su felicidad, bien… perfecto…

Ella iba a joderle la suya.

Notas finales:

Corre Yuu!!! Corre mi pequeña Fierecilla antes de que esa maldita te alcance!!! Corre!!!

Bueno, es más que obvio que el drama comienza... el próximo capi, así que no se lo pueden perder ;)

Se comprobó lo que la mayoría ya sabía (gracias a mi lengua larga). Rui es el escritor, el próximo capi lo sabremos todo.... TODO, por lo mismo insisto en que no se lo pueden perder.

Izumi practicamente sedujo a Misaki para que no le dijera nada, casi pareciera que mi amore sospechaba sus "intenciones" (Nah, a mí Misaki no me engaña, Izumi no necesita seducirlo para caer fácilmente a sus pies, solo que es necio maldita sea!!)

El poema que Izumi leyó se llama "No Sé Si Espero, Amor, Ni Si Te Espero" de Julia Prilutzky. Practicamente puse el poema completo, no es muy largo, pero les dejo la referencia. :D

Aoi muere de envidia!!!! Takashi ya tuvo DOS citas con Enjou y tú ninguna jajajajajajajaja (Miny!!!) Lo siento, lo siento, la chica empieza a perder y la va a pagar con quien menos lo merece, eso me altera un poco. Lo único que me calma es que esos dos lentos son ajenos a toda su "maldad" por así decirlo.

Y yo amo al padre de Takashi, amo a ese hombre, en serio (ya lo volverán a ver, no teman). Tan linda cita que estaban teniendo y llega Koti-chan con su "despistado" padre. Aunque fue lindo que se confesaran su amor con los ojos (por qué maldita sea solo con los ojos y no con lo demás!! la boca por ejemplo!!!) (Miny!!!!! Cálmate!!!)

No ya, ténganles paciencia pancitos, aunque no lo crean, estamos muy cerca de un GRAN avance entre ese par de lentos!!

Así que espero de corazón les haya agradado, me regalen su opinión y no quiera quemarme viva por hacer sufrir de más al pobrecito de Yuu :S

Nos vemos el próximo martes ;) los quiero. 


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