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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el Yaoi esté con ustedes... que así sea!!

Hola!!!

Estoy actualizando muy temprano y ustedes seguramente se preguntan el motivo, bueno... en sencillo.

Conseguí un empleo!!! Yei!!!! (pero es solo de una semana), el asunto es que empiezo hoy, pero es fuera de la ciudad, entonces no creo tener internet más tarde, por ello me esforcé mucho para poder actualizar a estas horas.

Ahora, las noticias con respecto a eso... como va a durar una semana, no sé si me de tiempo de escribir el siguiente capi, espero que sí, pero en caso de que sea martes (la próxima semana) y vean que no actualizo, ténganme paciencia, por fis.

Muchas gracias por sus hermosos comentarios, como siempre, los quiero mucho, este es un capítulo complicado para mi, en serio espero haber logrado transmitir los sentimientos de Yuu, los sentimientos de Misaki y los de Ren... con respecto a los pancitos... solo diré una palabra... Gócenlo!! jajaja

Una vez más Izumi nos priva de la gloria de su presencia, aunque yo diría que está más presente que nunca (Ay Misaki!! Tú y tus pensamientos desatados jajaja)

Nos vemos ;)

Capítulo 22: Cuando muere el corazón.

 

Ren llegó como pudo hasta donde Misaki estaba y, al verlo se paralizó en seco. El rubio tenía en sus ojos una mirada seca y fría, pero llena de preguntas. Quizá Yuu le había terminado contando todo, quizá no, porque se suponía que ellos no se hablaban y, además, las cosas no eran como Aoi las había planteado, tenía que encontrar a Yuu y explicarle. Se suponía que hablarían los tres y así todo saldría bien, sin necesidad de herir más a nadie. Esa chica, pensó con cierta rabia.

                —Misaki… ¿Has visto pasar a Yuu? Necesito hablar con él.

El aludido lo pensó por un breve rato y un sexto sentido le hizo responder:

                —No, hace mucho que no veo a Yuu… ni a ti…

Lo último lo dijo con un susurro. Era verdad, desde el beso no había cruzado palabra con Ren, ni siquiera había puesto un pie en el club de natación. Misaki creía fervientemente en la culpabilidad de Yuu y en la de Ren, aunque juzgaba más a Yuu. Ren simplemente se había desviado del camino enamorándose de Yuu, pero era algo que se podía arreglar con un poco de sabotaje. Aun con ello, Misaki no estaba preparado para ver a Ren a los ojos y menos después de todo lo que había ocurrido desde ese día. El beso de Izumi, su cita y sus recientes besos. No podía llegar con Ren y asegurarse de que no sería de nadie y al mismo tiempo besarse con Izumi, por lo mismo había creído que, hasta que solucionara lo que tenía con el castaño, entonces le vería.

                —Ya veo—Ren también se sintió incómodo. Si había una persona que estaba pagando los platos rotos, además de Yuu, era Misaki. No tenía justificación, era cierto que todo había sido por protegerlo a él precisamente, pero al final, estaba consciente de que le había hecho más daño.

                —¿Qué está pasando Ren?—cuestionó inflexiblemente Misaki—¿Por qué buscas a Yuu con tanta insistencia?

El pelirrojo lanzó un suspiro, no era el momento, necesitaba primero hablar con Yuu. Tomó sus hombros con sus manos y mirándole profundamente a los ojos con todo el arrepentimiento que sentía en ese momento, pidió.

                —Misaki… te juro que te lo contaré todo más adelante, te juro que hay una explicación, pero ahora debo encontrar a Yuu y hablar con él.

El rubio medio asintió extrañado con ese comportamiento y le dejó marchar. Ya vería como enterarse después de las cosas, aunque algo le decía que Ren cumpliría, él le diría lo que pasaba.

Y le creía, como todo enamorado, le creía.

****

Acababa de llegar a su casa, afortunadamente para ella, ese día no habría ensayo y eso estaba bien. No se sentía con el ánimo de tocar, cantar y lidiar con todos los de la banda, había sido un día agotador, entre buscar y hablar con Yuu Madara, entre amenazar a Ren con hablar si no asistía, entre la trampa al Kaichou por la cual había tenido que pagarle a ese par de estudiantes y finalmente, los reclamos del pequeño presidente del Consejo, se había cansado bastante.

No se arrepentía, sí, era cierto que había sido algo horrible lo que dijo y más considerando el fervor con el que Yuu había defendido a Ren en la mañana, pero ese maldito se lo merecía, él había acordado algo y no lo cumplió. Fue tu culpa Ren, no debiste enamorarte de Yuu Madara, se dijo con firmeza y lanzando un suspiro mientras se frotaba el puente de su nariz.

Estaba subiendo las escaleras y se dirigía a su habitación para lanzarse a la cama y de ahí perderse en los brazos de Morfeo cuando escuchó un sollozo proveniente de la habitación de Kotoko. Abrió los ojos con impresión y se acercó al lugar rápidamente, su instinto de hermana mayor se activaba fácilmente y cualquiera que fuese la razón por la que Kotoko estuviese llorando, la averiguaría. El responsable lo va a pagar muy caro, aseguró escondiéndose en la mirilla de la puerta.

Kotoko trataba de secar sus lágrimas de llanto y Koti-chan, conmocionada por semejante reacción, trataba de tranquilizarla por todos los medios.

                —Kotoko… está bien… no llores así… no quería ser ruda… Kotoko…

                —Es que tienes razón Koti-chan, ese pobre chico no merece lo que estamos haciéndole. Sé que está mal, y no me siento bien diciendo rumores falsos de él, es horrible, pero también entiendo a Aoi, sé lo que es querer estar con el chico que amas aun encima de todo. Y yo quiero que mi hermana sea feliz, pero más que eso, yo quiero que ella esté con Enjou. Soy tan egoísta, quiero que Enjou y ella estén juntos para que así Rui se olvide de Aoi y me note. No soporto saber que la quiere, que nunca será correspondido y lo peor, que aún sabiéndolo, haga cualquier cosa por ella, yo podría quererlo sin condiciones, yo podría ser Aoi si me lo pidiera.

La pequeña fujoshi comprendió que todo era más sencillo de lo que parecía y aconsejó a la mayor.

                —Sabes, he leído en algunas historias de mangas que el amor no es tan sencillo. Ya está, logras que Enjou esté con Aoi y Rui te note, pero de verdad… ¿quieres algo así? ¿Estás dispuesta a ser el plato de segunda mesa? Las personas no pueden olvidar tan fácilmente a otras y si Rui estuviese contigo, sería solo para olvidar a Aoi, eso no sería justo para ti. ¿No crees?

La rubia menor le miró con los ojos aún llorosos pero asintió.

                —Tienes toda la razón, yo quiero que Rui me quiera sin la influencia de Aoi—agachó la mirada y después sonrió amargamente—Es tan extraño, mírame, tengo 14 años, casi 15 y una niña de doce años me aconseja. Debería ser al revés, yo debería guiarte, eso es lo que hacen las amigas.

                —Así es—Koti-chan sonrió, pobre Kotoko, en el fondo no era mala y merecía su amistad.

La mayor se frotó los ojos borrando las lágrimas y habló con decisión.

                —Ya sé lo que voy a hacer, dejaré en paz al pobre chico, Takashi Kotori será libre de esos rumores, seré una chica amable y lograré que Rui me quiera sin necesidad de imponerme.—su firmeza menguó un poco y agregó—Aunque temo por Aoi, creo que va a odiarme cuando sepa lo que he decidido.

                —No lo creo—la fujoshi entrecerró los ojos—Es tu hermana, dudo mucho que sea tan despiadada como para querer que tú sufras, aún si ella gana. Eso sería demasiado ruin—le lanzó una sonrisa satisfecha a la mirilla de la puerta y Aoi brincó en su escondite.

                —Es verdad, yo adoro a Aoi y sé que ella me quiere a mí, es más que mi hermana, es mi ejemplo. No debo dudar de que me entienda.

La aludida se alejó de su escondite sintiéndose demasiado contrariada y no, no contra Kotoko, si no contra sí misma. No estaba al tanto de los sentimientos que su hermana albergaba por Rui, de haberlo sabido… de haberlo sabido habría hecho otras cosas, no le hubiese pedido que se involucrara y a él tampoco, le habría ayudado, le habría aconsejado… habría hecho tantas cosas distintas. Caminó a su habitación sin saber qué hacer ahora, escuchar que Kotoko la consideraba su ejemplo le dio de lleno en el orgullo. Ella quiere ser como yo… ¿De verdad quiere ser como yo? Se cuestionó sintiéndose mal, horriblemente mal. ¿Cómo esperaba ser el ejemplo de su hermana si actuaba como lo venía haciendo desde hace dos años? No deberías querer eso, tendrías que aspirar a más. Recordó lo que había pensado hace un par de minutos, que haría pagar al responsable de las lágrimas de su hermana, pero ahora comprendía que no era tan sencillo.

El responsable eres tú Aoi… ¿Qué harás al respecto?

Estaba demasiado confundida, no era capaz de pasar sobre los sentimientos de su hermana. ¿O sí?

No, claro que no, le dijo su consciencia y ella ya no estaba tan segura de sus acciones.

****

Estaba afuera de su casa. Llevaba ahí parado por lo menos, cuatro horas, no había comido y no pensaba moverse hasta lograr hablar con él. Si no le explicaba las cosas, si no le decía cómo había ocurrido todo realmente, corría el riesgo de que Yuu le odiara, pero más que eso, Yuu era capaz de culparse de todo, esa maldita de Aoi le había dicho cosas demasiado duras, lo conocía, sabía que para él, Misaki siempre había sido su todo, por lo mismo no podía permitir que las cosas quedaran así, aún si tenía que quedarse de pie frente a esa casa para siempre, no se iría, no hasta que Yuu le escuchara.

La madre de Yuu estaba extrañada con semejante guardia y más de una vez le había dicho a su hijo que le dejara entrar, pero Yuu se veía tan enfadado, tan furioso, tan tétrico, que la mujer había desistido y simplemente ya no se metió. Así pasaron las horas, entre Ren esperando en la puerta, la madre de Yuu mirando por la ventana y el pelinegro de ojos ambarinos, negándose a salir, además de no querer hablar con ese imbécil maldito, Yuu tenía otros problemas.

Ya eran las nueve de la noche y Ren estaba considerando seriamente la posibilidad de echarse en el suelo y prepararse para dormir ahí, cuando la puerta se abrió dejando ver al pequeño Kaichou. Los ojos de Ren se iluminaron creyendo que al fin le escucharía, pero la mirada endiablada del más pequeño debió decirle que estaba en un completo error.

                —¿Sigues aquí? ¡Lárgate de una vez!

                —No Yuu, ya te dije que no me iré hasta que me escuches.

Hizo una mueca de ira absoluta y después frunció los labios. Ahora que lo veía bien, parecía que Yuu iba a salir, llevaba un suéter morado y una bufanda debido al frio de la noche. En sus manos portaba una lámpara y la correa de Kuma. Tal hecho, le hizo tener un mal presentimiento.

                —¡Bien! ¡Quédate entonces! ¡Yo me largo!

                —¿A dónde vas tan tarde?—cuestionó mientras empezaba a seguirlo

                —¡No te importa miserable! ¡No me sigas! ¡Lárgate!

                —¡Claro que me importa! ¡Todo lo que tenga que ver contigo me importa!—respondió Ren acelerando el paso hasta quedar a su propia altura.

Yuu bufó ante tal dato y caminó con más prisa en las calles, pero Ren le alcanzó con facilidad, lo que le hizo enojar más. No quería a ese idiota a su lado, no lo quería.

                —¡Vete Ren!

                —Dime a dónde vas.

Empuñó sus manos tentado a golpearlo y gruñó por dentro antes de confesar.

                —¡Bien! Kuma está desaparecido… ya lo sabes, ahora vete.

El pelirrojo se imaginaba algo así y contrario a lo que Yuu esperaba, continuó caminando a su lado.

                —No me voy a ir, Kuma también me preocupa, en cierto modo él también es mío. Voy a ayudarte a buscarlo.

Se giró sobre su cuerpo y le miró con absoluto desprecio.

                —¡Kuma es solo mío Ren! ¡No te atrevas a decir que lo quieres!

                —Pues es verdad y voy a ayudarte a buscarlo quieras o no.

Tembló de coraje pero ya no dijo nada. En el fondo necesitaba ayuda, pero no quería la de él y sin embargo, era tan maldito que no le importaba. Bien, que sirviera de algo entonces. Sin dirigirle jamás la palabra, Yuu comenzó a buscar en los alrededores del vecindario, después de la manzana y finalmente, cuando llegaron a un parque bastante retirado de su casa, Ren miró su reloj preocupándose en el acto. Eran las 10:30 de la noche y Kuma no daba señales de aparecer. El mal presentimiento aumentó, había escuchado en alguna parte ciertos mitos a la hora del extravío de un perro, pero decírselos a Yuu significaría hacerlo sufrir más y no quería, no de nuevo.

Pensaba sin parar una forma de convencer al pelinegro de que debían volver sobre sus pasos cuando el susodicho brincó en su propio lugar y exclamó “Kuma” con una nota de alivio. Él también sintió tranquilidad al saber que lo habían hallado y estaba por esbozar una sonrisa cuando se percató de donde estaba. Apretó los ojos y negó, justo como había temido, los rumores eran ciertos. Kuma estaba al pie de uno de los árboles del parque, echado y durmiendo o eso parecía. Yuu llegó a su lado y le sonrió al enorme perro mientras le hablaba.

                —Me has dado tremendo susto Kuma, pero qué bueno que te encontré. ¿Qué haces aquí? Ya es noche y hace frío, te enfermarás si te quedas…—comenzó a moverlo y al notar que no reaccionaba, algo en su cuerpo tembló—…vamos… despierta… no podemos quedarnos aquí.

                —Yuu…

                —¿Qué quieres?—le replicó con sequedad pero con la voz temblorosa.

                —He escuchado por ahí… bueno…—Ren no sabía cómo decirle esto de una forma sencilla, era demasiado—… yo… los mitos dicen que… que cuando un perro huye de casa, es porque sabe que va a morir y quiere evitarle ese dolor a su amo y…

Le interrumpió con odio en la mirada y jalando las solapas de su camisa.

                —¡Cállate! ¡No digas estupideces! Él no está… él no está….—su voz falló y trató de mover al enorme perro pero éste siguió sin despertar. Lo ojos de Yuu comenzaron a picarle y negó con frenesí mientras insistía. Kuma debía despertar, debía despertar. Todo su cuerpo temblaba y cerró sus ojos rindiéndose por fin. Abrazó al perro y dejó que las lágrimas salieran discretamente—Oh Kuma… eso no fue justo… yo quería estar ahí… quería estar contigo… eres el mejor… siempre fuiste el mejor… te amo como no tienes idea… te amo tanto… nunca te irás, siempre estarás aquí…

El pelirrojo también tenía ganas de llorar, a pesar de haber convivido solo un mes con él, Kuma se había vuelto especial, además, era su vínculo a Yuu, lo único que siempre los uniría pasara lo que pasara. Y ahora ya no está… Kuma se fue…. Le partía el alma ver a Yuu de esa forma, sabía que él amaba a su “pequeño” más que a nada en esta vida y que debía estar matándole verlo así. Trató de reconfortarlo tocando su hombro, para darle fuerza, pero el gesto simplemente provocó otra cosa. Levantándose en el acto como si hubiese recibido un choque eléctrico, Yuu se quitó de encima la mano de Ren y con los ojos aún llorosos, le gritó con rabia.

                —¡No me toques! ¡No te atrevas a creer que estoy débil solo por esto! ¡No lo estoy! ¡Quiero que te vayas! ¡No tendrías que estar aquí! ¡Vete! ¡Vete!

                —No me voy a ir, no te dejaré solo, además, también me duele

                —¡Mientes! ¡A ti Kuma no te importaba! ¡Yo no te importo! ¡Así que vete! ¡Lárgate!—sus ojos estaban llenos de lágrimas y aún así, Yuu Madara era fuerte, sumamente invencible.

                —No lo haré.

Yuu contuvo los sollozos y entre furioso y destrozado comenzó a golpear con sus puños el pecho de Ren mientras gritaba sin parar “Vete, vete, vete”, a los pocos minutos los golpes cesaron y comenzó a sollozar en su pecho. Ren le abrazó sintiéndose una basura, Yuu no estaba así solo por Kuma, eran también sus acciones lo que le estaba destrozando.

                —Por favor Ren… si en algo me tienes respeto, vete, quiero estar solo con Kuma—pidió finalmente y Ren comprendió que le estaba haciendo daño al estar ahí.

Sin quererlo realmente, pero respetando sus peticiones, justo como decía, asintió.

                —Está bien, me iré, pero solo porque me lo estás pidiendo. Tienes que escucharme, de verdad tienes que hacerlo, así que mañana hablaremos.

Y se alejó de ahí dejando a Yuu con el cuerpo tembloroso y el corazón destrozado. El chico de los ojos ambarinos, que en ese momento, estaban llenos de lágrimas, se hincó nuevamente a la altura de Kuma y lo abrazó en el suelo aferrándolo a sí mismo con todas sus fuerzas. Dolía… dolía tanto todo, Kuma ya no estaba, Kuma se había ido y ahora sí no tenía nada…

Nada.

****

Estaba acostado en su cama verificando las imágenes de su cámara, hacía mucho que no la vaciaba y debía hacerlo, aún si la memoria de la misma poseía mucha capacidad, lo mejor era guardarlas, como un respaldo, en una computadora. Estaba contrariado, demasiado, pero no iba a admitirlo. La razón, había hecho un conteo y hasta ese momento se había percatado que tenía más fotografías de Izumi que de Ren. Tuvo que crearle una carpeta y de la misma, varias subcarpetas, con Ren no había necesidad de tanto, cada uno de los gestos de Ren era único en su tipo y por lo mismo todas las imágenes le encantaban siempre.

Pero con Izumi, cada expresión era la misma y a la vez era una compilación de algo especial, no podía simplemente eliminar la anterior aunque fuese idéntica, había algo en cada imagen que le hacía simplemente querer tenerlas todas. Había subdividido la carpeta de Izumi, tenía del chico leyendo, del chico comiendo, del chico mirando en las clases a la nada, del chico caminando por los pasillos, del chico prestando atención en clase y tomando apuntes, del chico mirando el reloj de pared del salón, del chico durmiendo, cuando algo le aburría en extremo simplemente cerraba sus ojos y se dejaba llevar; Dios… eran tantas, aquello estaba empezando a asustarle un poco.

No se explicaba por qué Izumi le obsesionaba tanto, incluso más que Ren y aquello le hacía enfadar. No, no podía ser cierto que Izumi le interesara más que Ren, las fotos de Ren debían superar con creces las de Izumi. Para empezar… ¿Por qué tener fotos de Izumi? Bueno… eso es porque…yo… me… es que… yo…. Se haló los cabellos con desesperación y seleccionó la carpeta de las fotografías de Izumi para después darle “Borrar”. No pasaron ni dos segundos antes de que abriera la Papelería de Reciclaje y restaurara la Carpeta de Izumi en su equipo. Soy un idiota, no entiendo qué pasa conmigo, se dijo resignado y escuchó a su celular sonar.

Brincó en su cama y lo buscó hasta recordar que estaba en el buró. Lo tomó mirando el identificador de llamadas, lo que hizo que al instante dudara de tomarla. La fotografía de Yuu mirándole con autoridad, pero con su bella sonrisa de siempre, le indicaba que era él quien llamaba. No iba a contestar, no debía hablar con Yuu, se suponía que las cosas estaban claras, ahora le odiaba o por lo menos simulaba hacerlo, así que no debería contestar.

Pero al final lo hizo con un suspiro.

                —Escucha Yuu, tomé la llamada solo para decirte que no debes marcarme, no voy a escuchar nada de lo que digas, no me interesan tus excusas, así que te lo pido, no vuelvas a llamarme o me obligarás a cambiar el número—se sintió satisfecho de sonar tan inflexible y agregó con más fuerza—Ahora voy a colgar, vale.

Se quedó esperando una respuesta que no llegó, todo lo que alcanzaba a oír era la respiración de Yuu al otro lado de la línea. Justo cuando estaba por colgar, cumpliendo su amenaza, el otro habló.

                —…Misaki…

                —¿Qué quieres? Ya te dije que no tenemos nada que decirnos, te colgaré—no lo hizo, escuchó un sollozo y aquello le dio mala espina—Oye… esto no me gusta… no dices nada… ¿Para qué llamaste entonces?

                —Misaki… podrías… podrías venir… por favor…—pidió el Kaichou con la voz demasiado temblorosa, lo suficiente para que Misaki se extrañara.

                —Suenas raro… además… ¿Para qué quieres que vaya a tu casa? Ya no somos amigos, no tengo nada que hacer ahí…—escuchó carros y tráfico y comprendió que Yuu no estaba en su casa—¿Dónde estás?

                —En el parque… el parque… que está… está por tu casa… por favor Misaki….por favor ven.

Resopló a propósito para que Yuu creyera que estaba molesto, pero la realidad era que se sentía preocupado, no se oía nada bien. Además… ¿Qué estaba haciendo tan tarde en el parque y solo? Eran casi las once de la noche, no entendía nada. ¿Qué estaba pasando con Yuu?

                —Bien—dijo de mala gana—No te muevas, voy para allá—y colgó el celular.

Tomó una chamarra gruesa, debido al frio de la noche y el hecho de que él era muy friolento. Se colocó la bufanda, unos guantes, quizá ya estaba exagerando y checando nuevamente la hora en su celular, lo guardó en su bolsillo y salió de su casa a toda prisa. Si no se equivocaba, el parque del que Yuu hablaba estaba a dos cuadras de su vecindario, así que no iba a tardar mucho. Se frotó las manos sintiendo frio a pesar de lo cubierto que iba y pudo ver su aliento en forma de humo. La noche estaba demasiado fresca, Yuu estaba afuera, en el parque y no creía que estuviese bien.

¿Dónde estará? Se preguntó una vez que estuvo en el parque y comenzó a buscarlo con la mirada. El lugar estaba casi desierto, ni un alma, estaba empezando a sospechar que Yuu le había engañado vilmente. Decidió marcharse y avanzó unos cuantos pasos cuando pudo divisar una silueta en el suelo aferrada a algo al pie de un árbol. Le dedicó más atención y comprendió que era Yuu. Alarmado se acercó a él y una vez que lo tuvo enfrente comprendió lo que pasaba.

                —Yuu… ¿Qué rayos haces aquí? ¿Acaso quieres…?—contempló el abrazo que Yuu le daba al enorme perro, casi con frenesí, como si quisiera estar pegado a él todo el tiempo—…Kuma … él… acaso él… está…

                —Sí… está muerto—respondió con voz trémula.

Misaki agachó la mirada. La parte que estaba enfadada con él le gritaba que no debía estar ahí, pero la otra, aquella que en el fondo aún quería a Yuu, quería quedarse. Al final, la primera trató de luchar lo mejor que pudo.

                —Yo… lo lamento Yuu… pero… pero no debiste llamarme a mi… ya no somos amigos, así que… no sé… tendrías que llamar a la mosca de Kotori o… o…—la voz le tembló pero lo dijo—O a Ren.

La mención de ese nombre solo provocó que Yuu dejara de contener sus lágrimas y se soltara a llorar como nunca lo había hecho. De repente, el pelinegro soltó a Kuma y se postró a sus pies llorando con más fuerza.

                —Perdóname, perdóname Misaki… te hice tanto daño… no pude evitarlo… fue más fuerte que yo… me enamoré de él, me enamoré como un idiota de él… pero lo estoy pagando… no te preocupes, ya tengo mi castigo… lo he perdido todo… tú me odias, te perdí para siempre, Ren nunca me quiso y Kuma… la vida me quitó a Kuma por haberte traicionado…

El rubio negó, las cosas que Yuu decía eran completos disparates.

                —Claro que no, no pienses eso. Estoy molesto contigo y mucho, no te lo voy a negar pero tampoco es como si hubiese deseado que Kuma muriera para compensar mi dolor. Se suponía que sufrirías de otra forma, un poco de sabotaje, palabras hirientes… mi idea era separarte de Ren y con ello que fueses infeliz, solo eso, no más.

El más bajo negó con fuerza y volvió a hablar entre sollozos.

                —No lo entiendes Misaki,  Ren… Ren no me quiere… nunca lo hizo, todo fue una farsa, solo jugó con mi corazón, lo hizo pedazos y ahora no late, no tiene vida…—el llanto apretó quebrándole la voz—… como el de Kuma…

Cubrió su rostro con sus manos y las lágrimas fluyeron más y más. Misaki nunca había visto a Yuu de esa forma, estaba destrozado, era demasiado, su cuerpo temblaba de dolor, los sollozos no se detenían y sus ojos debían estar hinchados de tanto llorar. No pudo más, la pose de orgulloso y necio se desmoronó, no podía con eso. Se agachó hasta quedar a su altura y le abrazó tratando de consolarlo. No, no quería ver eso de Yuu, cuando le dijo que le haría pagar, no se refería a eso.

                —Cálmate… detente… no me gusta verte así, de verdad que no… aunque no lo creas no te odio, te juro que no. Solo lo dije porque estaba molesto, pero no te odio, me duele verte sufrir de esta forma. Así que basta, deja de llorar… por favor…

Se aferró al cuerpo de Misaki y continuó llorando en su pecho. Dolía. Dolía tanto todo, dolía no tener nada, dolía que Misaki no le perdonara jamás, dolía que Kuma se hubiese ido y peor, dolía haberle entregado tanto a Ren… tanto para una mentira. Era demasiado doloroso y le superaba, no pudo evitar llorar sin control, él… el fuerte Yuu Madara, el invencible… el indomable… él… estaba destrozado por dentro. El oji-azul no se quedó de brazos cruzados, le consoló acariciando su cabeza mientras se desahogaba y con la mano libre marcó un número.

Después de discutir como loco con la otra persona a la que llamaba, colgó y le abrazó con más fuerza. ¿Qué era lo que tenía a Yuu tan deshecho? No era solo lo de Kuma, lo conocía a la perfección, sabía que algo muy doloroso debió haberle ocurrido antes y la muerte de Kuma solo había sido el detonante para su dolor.

Pero qué era… ¿Qué era?

****

                —Por fin logré que se quedara dormido—Misaki se pasó la mano por la cabeza y miró al par que tenía frente a él con un suspiro—Gracias por venir y ayudarnos con lo de Kuma.

Takashi agachó la mirada y asintió, Enjou también lo hizo con una sonrisa triste. El primero estaba bastante desanimado, cuando recordó la angustia que sufrió por el pequeño petirrojo, se imaginó que algo parecido debía estar sintiendo Yuu, pero multiplicado por mil.

                —No hay nada que agradecer—dijo el oji-gris y Misaki no se aguantó sus dudas.

                —En mi vida… había visto a Yuu de esa forma… ¿Ustedes saben qué está pasando? Entre lágrimas dijo muchas cosas que no logré entender, pero sé que tiene que ver con Ren.

Enjou negó y automáticamente todas las miradas se posaron sobre el castaño de ojos grandes. Éste se alarmó de tener tanta atención. ¿Cómo era posible que supieran que él estaba al tanto? Lo estaba, Yuu medio le había contado algo a la hora de la salida y lo había hecho con una mueca de odio absoluto pero con sus ojos apagados, sabía que estaba fingiendo estar bien, pero que no era así. Dejó la expresión alarmada y simplemente habló en una voz abatida.

                —Eso es algo que solo Yuu puede contarte, no me toca a mí decírtelo, pero lo que sí te puedo decir y espero no te moleste es que Yuu te necesita, te necesita como no tienes idea, yo creo que tendrías que darte la oportunidad de escucharlo.

El rubio asintió convencido, todo el rencor, todo el coraje, todo el “odio” se había evaporado al ver a Yuu así, tan… frágil. Necesitaba saber y solo entonces, después de escuchar, juzgaría.

                —Está bien, lo haré, escucharé lo que tenga que decirme.

El muchacho distraído sonrió aliviado y ambos procedieron a despedirse, pidiendo que cuidara de Yuu. Eran ya casi la una de la mañana y al día siguiente tenían clases temprano, principalmente Takashi, pero cuando Misaki le había llamado exigiéndole que moviese su trasero para el parque de la quinta avenida y que llevara un medio de transporte, él y Enjou habían hecho malabares prácticamente, pero no importaba, su amigo le necesitaba fuese la hora que fuese. Enjou consiguió prestado el auto de su padre y así, los cuatro subieron a Kuma al auto, llevaron palas y picos y enterraron al enorme perro en el jardín de la casa de Misaki, ya que Yuu no tenía jardín en la suya y no tenía ningún lugar donde pudiese hacerlo. El pelinegro de ojos ambarinos lloró todo el tiempo, cuando Enjou cavaba, cuando cada uno ofreció palabras de despedida y Yuu simplemente susurró un “Te amo… siempre te amaré” antes de romper en más llanto, seguramente el muchacho acabaría seco de tanta lágrima, pero no lo podía evitar, Kuma era su adoración, lo tuvo en sus brazos de cachorro, le cuidó durante once años de su vida, creció a su lado, jugaron juntos, destrozaron juntos y lo peor… juntos… juntos amaron a Ren con toda su alma.

Misaki consiguió hacerlo dormir después de tanto llanto, seguramente al día siguiente amanecería con los ojos hinchados o con la cara hinchada o todo el cuerpo hinchado. Ahora que por fin estaba descansando, Takashi y Enjou pudieron marcharse más tranquilos y Misaki los despidió en la puerta. Ambos subieron al auto y fueron callados durante todo el camino a su casa, ambos enfrascados en sus propios pensamientos, al final, cuando ya casi estaban por llegar, Enjou habló al aire.

                —Sé que no es mi incumbencia pero… ¿Qué tan malo fue lo que pasó con Yuu?

                —Mucho… en resumen… Ren rompió su corazón—Takashi mordió sus labios—En cierto modo entiendo cómo se siente, a mí también me han roto el corazón de esa forma y es peor cuando crees que te lo mereces, que está bien que hayan jugado con tus sentimientos—levantó la mirada y cuestionó—¿A ti te han roto el corazón?

Enjou frenó en seco, en señal de que ya habían llegado y apretó sus manos en el volante. Claro que lo habían hecho, claro que sabía cómo se sentía. Fuiste tú, durante muchos años creí que habías sido tú y aún a veces ahora, lo creo. Le miró con tanta intensidad, como si quisiera preguntarle de repente si él de verdad había sido el autor de ese mensaje, si de verdad no le importó en lo más mínimo lo que vivieron en esa semana. Pero no dijo nada, bajaron del auto y al caminar, simplemente respondió su pregunta.

                —Sí… lo hicieron… entiendo cómo se siente Yuu, todas tus esperanzas, ilusiones y sueños con esa persona se desvanecen de repente y duele, duele tanto que quieres morir.

Takashi sintió esa mirada tan profunda, como si pudiese percibir todos esos sentimientos que Enjou le explicaba que había tenido. No pudo frenar sus manos, de verdad que no pudo, simplemente actuó como por inercia y deteniéndose frente a él, levantó sus manos a la altura de su rostro y de puntitas, lo mejor que pudo, le dio un beso en la frente.

                —Lo lamento, de verdad que sí.

El pelinegro enrojeció con tal acción, casi como un disculpa indirecta y Takashi, al ser consciente de lo que había hecho comenzó a adoptar el tono rojizo que ya le caracterizaba. ¡Maldita sea Takashi! ¡Por qué hiciste eso! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! ¿Y ahora qué le dirás?

                —Takashi…

                —Yo… es que yo… bueno es que…

                —Gracias… muchas gracias—le sonrió con dulzura y acercó su rostro al suyo envolviéndolo en sus brazos mientras hacía un juramento—No importa lo que pase de ahora en adelante, yo te prometo que nadie volverá a romper tu corazón jamás.

Tembló en sus brazos, nunca habían estado así de cerca, además de las palabras que le decía. Y qué creía, ciertamente le creía, aunque no comprendía el motivo.

                —¿Por qué? ¿Por qué lo dices como si yo fuese especial para ti?

                —Porque lo eres, no tienes idea de cuánto—aumentó la cercanía y Takashi cerró sus ojos

                —¿Lo dices en serio?—susurró entre sus labios y acercándose también—¿Cuánto?

                —Así.

Cerró la distancia y por fin lo besó.

El chico ya no quiso reprimirse esta vez, era imposible. Que el cielo le perdonara pero era imposible no besarlo teniéndolo tan cerca, no pasear sus brazos detrás de su cintura, no suspirar en sus labios antes de cumplir la ansiada fantasía de una pequeña fujoshi de doce años.

Sus labios sobre los suyos eran tan suaves, sin ser consciente de lo que hacía realmente y embrujado en la sensación, Takashi pegó más su cuerpo al suyo y correspondió al beso. Era lento, era suave, era dulce, sus labios se acoplaban a su boca, como si hubiesen nacido para estar en los suyos, como si se reconocieran. Tenía ganas de llorar de lo hermoso que era, le habían besado tantas veces y de formas distintas, pero nadie y lo decía con todas sus letras, nadie le había besado como Enjou Junko, nadie le había hecho sentir tan… tan único… tan libre, tan feliz… tan amado.

Será que me amas, quizá… aunque sea… puedo albergar una pequeña esperanza de que me ames aunque sea la mitad de lo que yo lo hago… ¿Podría hacerlo? Sería tan maravilloso si lo hicieras…

Enjou pasó su brazo por su espalda y suspiró en el beso emocionado. Quizá era demasiada felicidad nublándole los sentidos, pero algo en su pecho le dijo que tal vez… solo tal vez… Takashi le quería como él lo hacía y de ser cierto, nada sería tan glorioso como saberse amado por este chico, este chico increíble, este chico dulce, amable, este chico que podía ser torpe, distraído y adorable, que podía ser ingenuo, irresponsable, pero sin dejar de ser leal con los que quiere, que había tenido un pasado oscuro, pero que en el fondo era tan puro, que simplemente no había lugar a dudas para su amor, ese amor que había sobrevivido a pesar de la adversidad.

Ambos estaban tan felices, tan dichosos, tan entregados a ese beso, que ninguno notó como un flash se disparaba y una pequeña niña, entre las sombras, siendo casi las dos de la mañana, sonreía completamente satisfecha.

Ya era hora, par de lentos, dijo en un susurro que estuvo segura, nadie escuchó.

Notas finales:

Dejenme expresar mi felicidad con dos palabras:

¡POR FIN! ¡MALDITA SEA! ¡POR FIN SE BESARON! 

Ok no fueron dos palabras jajaja pero ya era hora, no jueguen, tortugas lentas!! jajajajaja espero que les haya gustado, si no golpeénme

Con respecto a Yuu... pues sí, Kuma nos ha dejado, fue muy difícil para mi, pero era necesario, Yuu necesitaba ese suceso para dejar salir todo su dolor y en cierto modo, Misaki necesitaba darse cuenta de lo destruido que estaba su amigo. Ahora esperemos que todo mejore entre ese par de mejores amigos :D (yo creo que sí)

Kotoko y Aoi son complicadas para mi, más Aoi, Kotoko no tanto, pero podríamos decir que empieza la decadencia de Aoi, el próximo capi ella tendrá su merecido (en cierto modo, no sé que tan "suficiente" sea para ustedes, pero en lo personal, yo no se lo deseo a nadie)

Entonces, espero de todo corazón que nos podamos ver el próximo martes, roguemos porque sí :D los quiero mucho y muchas gracias.

Bye bye ;)


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