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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el Yaoi esté con ustedes amados fujoshis y fundanshis!!!

Que así sea!!

¿Cómo han estado? Yo bien, dentro de todo, muy bien, he sentido la semana rápida a pesar de todo y estoy emocionada. ¿Por qué? Por nada en especial, simplemente pasaré las próximas dos semanas con mi papá (yei!!! mandaremos él y yo!!! oh si!!)

No teman, las actualizaciones no peligran, a donde voy no hay internet, pero el vecino tiene y siempre y cuando no apague su modem, podré contestar sus reviews y subirles el capi de la otra semana (pues me voy mañana yei!!)

Pero eso no importa. Este es un capítulo importante para los Izumilovers, se revelará un poquito del Cuento de los Canarios e Izumi nos explica sus motivos para alejarse de Misaki (oh canario estúpido jaja)

Fierecillas, lamento decir que aún estamos en el pozo del drama, Yuu es necio y Ren estará por rendirse, porque no soporta seguir hiriendo así a Yuu, peeeroo no teman, todo se solucionará ;)

Y pancitos... bueno... qué les puedo decir... ah ya sé que les puedo decir!!! Amo y recontraamo a Tenshi Kotori, en serio!!! Lo amo!!!! Maldita sea!!! Él es Ídolo!!!! El mejor para poner en ridículo a su hijo (oh pobre petirrojo y pobre Enjou avergonzado jajajaa, será divertido)

Y ya, no digo más, espero que les guste mucho y gracias :D

Capítulo 24: Déjalos volar cuidador…

 

Le esperaba en la entrada de la escuela, al ser la hora de la salida, todos los alumnos se conglomeraban en dicho lugar y parecía más un rebaño de ovejas huyendo del matadero. Takashi Kotori era de los pocos que llevaba una mueca de alegría absoluta en el rostro, a diferencia del resto que iban fastidiados. ¿Y cómo no estar feliz? Si su novio le esperaba en la entrada.

Para la masacre Takashi, eres jodidamente empalagoso, le dijo su consciencia y él la ignoró. La mandó a freír espárragos, nada arruinaría su dicha. Déjame ser, consciencia. Enjou le extendió la mano para que la tomara entre la suya, aún con el barullo de gente y Takashi vibró de alegría, nunca nadie se había atrevido a tomarle de la mano sin miedo a que los demás lo supieran, nunca nadie lo había tratado con tanta naturalidad, como si no importara que fuesen hombres y lo suyo no fuese normal. Enjou le hacía sentir como si lo fuese, como si estuviese orgulloso de ser su novio y aquello era más de lo que siempre soñó. Ugh… eres un caso perdido Takashi.

                —Hola—le dijo con una brillante sonrisa y Enjou negó sonriendo también.

                —Hola… ¿Qué quieres hacer hoy? Estoy a tu completa disposición, podemos ir a comer juntos, o cualquier parte… lo que tú digas…

Estaba por decir que, siempre y cuando estuviesen juntos no importaba el lugar, cuando Takashi divisó un vehículo estacionándose frente a ellos, pero no era cualquier vehículo, se trataba de aquel que resaltaba sobre cualquiera y que más de una vez, en su otra escuela, le había hecho pasar vergüenza. ¿Por qué? ¿Por qué siempre termino en ridículo frente a ti? Pensó mirando a Enjou con espanto y no pudo evitar susurrar con pena.

                —La furgoneta del amor…

                —¿La qué?—el pelinegro le miró sin entender y el castaño le señaló el auto.

Si a Enjou no le dio un ataque de risa fue de puro milagro. Frente a ellos estaba una furgoneta de colores chillantes, un rótulo que decía “La furgoneta del amor”, símbolos de amor y paz, corazones y un altavoz que no paraba de decir “Takashi Kotori… se solicita la presencia de Takashi Kotori”. Los pocos estudiantes que quedaban comenzaron a reír y el pobre mayor de los Kotori enrojeció muerto de vergüenza. Apretó la mano de Enjou entre la suya y se acercó a la puerta del vehículo.

                —Papá… ¿Es necesario hacer esto cada vez que se te ocurre venir por mí a la escuela?

                —Por supuesto, si no… ¿Cómo te encontraré pequeño jazmín de primavera?—lo dijo usando el altavoz y Takashi se tapó el rostro queriendo llorar de pena. El mayor encogió los hombros como si nada y la pequeña fujoshi emergió del vehículo.

                —Suban a la Furgoneta del amor ya, nii-san. Los llevaremos a casa.

Le miró con disculpa en el rostro y Enjou le sonrió con comprensión, ambos subieron a la “Furgoneta del amor”. Tomaron asiento en uno de los rincones de ese vehículo y la pequeña niña les sonrió con emoción. Aún a veces le sorprendía el hecho de que su hermana no se avergonzara de esas mañas de su padre, el hombre pasaba por ella todos los días y estaba seguro que hacía lo mismo que con él. Es que son tal para cual, pensó oscuramente el joven de ojos grandes.

                —Antes de que los lleve a casa, Koti-chan y yo pasaremos por algunas cosas al súper. ¿Nos acompañan o prefieren quedarse en la Furgoneta del amor?

Enjou, príncipe como siempre, estaba por ofrecerse a acompañarles y hasta cargar las cosas cuando Takashi le tapo la boca con cierta molestia y negó. Moriría antes de bajarse de ese vehículo y que más personas le vieran en él.

                —No papá, aquí los esperamos.

El mayor asintió sin decir nada más y continuó manejando hasta llegar al centro comercial donde estaba el supermercado. Koti-chan, renuente a dejarlos solos, bajó de la furgoneta y les guiñó un ojo mientras susurraba un “No hagan nada pervertidos” y se quedaron completamente solos. Enjou miró a los lados de la Furgoneta del amor, era casi psicodélica y sin saber qué decir para calmar el ceño fruncido de Takashi, expulsó lo primero que vino a su mente.

                —Tú papá sí que es… raro.

                —Raro es poco—bajó la mirada con vergüenza—Lo siento, arruinaron nuestros planes.

                —Claro que no—le sonrió y acarició su mejilla con ternura—No importa el lugar, siempre que esté contigo estará bien.

Esa era mi línea, pensó el castaño antes de acercarse a su rostro y besarlo. Ambos comenzaron el vaivén de sus labios, les estremecía la sensación que invadía su pecho cada vez que se besaban y por alguna razón, estar solos, en la “Furgoneta del amor” intensificó ese sentir. Su besó dejó de ser lindo, dulce, tierno y comenzó a tornarse demandante. Enjou se atrevió a meter su lengua en su boca y Takashi la recibió gustoso mientras la entrelazaba con la suya. La cercanía que tenían ya no era suficiente y poco a poco sus manos comenzaron a explorar otros rincones. Las de Enjou viajaron desde sus costillas hasta su cintura y de su cintura a su espalda, rozando la delgada línea entre las caderas y su trasero. Takashi por su parte las paseó por su cuello, su pecho, su espalda y cuando estaba considerando seriamente la posibilidad de despojarle de la chaqueta y sentir más de esa piel, un carraspeo les detuvo a ambos y los obligó a separarse.

La pequeña fujoshi les miraba con picardía, pero eso no era lo grave, Tenshi Kotori les veía a ambos con cara de rareza, pidiendo obviamente una explicación. Enjou enrojeció por completo y los ojos de Takashi se ensancharon más de lo que en su vida lo habían hecho. Oh por Dios…

                —Papá… bueno… esto… aunque no lo creas no es lo que parece… lo que pasa es que… mmm… a mí… me duele la espalda sí… ouch… y Enjou me estaba dando un masaje, sí… para que se me quitara el dolor y eso… claro… claro.

Koti-chan reprimió una risita ante la pésima excusa y el mayor ladeó la cabeza antes de responder.

                —Sabes hijo… soy distraído, no estúpido. Sé lo que estaban haciendo. Ustedes están saliendo… ¿Verdad?—encogió los hombros como si nada y hasta sonrió quitándole importancia—Está bien, apoyo el amor libre… no tengo problema alguno… además… ya te había dicho… sabía que alguien te arrancaría de mí, jazmín de primavera, veo que el jardinero es Junko-san.

El aludido controló su nerviosismo y asintió.

                —Así es Kotori-san… yo me disculpo por esta escena, pero es cierto, su hijo y yo salimos. Somos pareja, es mi novio y lo quiero muchísimo, así que está en buenas manos.

El rojo de sus mejillas causado por la vergüenza evolucionó a rojo potente debido a la emoción… Enjou acababa de decir que le quería… a su padre… tal vez moriría en ese instante y no le importaría, aunque una parte de él no quisiera morir, quisiera estar con Enjou, siempre. La pequeña de ojos grandes no se contuvo y lanzó un grito cargado de emoción. Al fin Enjou había admitido lo que sentía a Takashi, con torpeza y lentitud, pero lo había hecho.

                —Me alegra escuchar eso. Cuida bien a mi jazmín de primavera Junko-san—el pelinegro asintió apretando la mano de Takashi y, como si quisiera arruinar el dulce momento, Tenshi agregó—Pero eso sí… usen protección cuando tengan sexo, apoyo el amor libre, pero no tan libre.

Takashi se quiso dar un azote y Enjou miró incómodo a otro lugar sintiendo la vergüenza en la lengua.

                —¡Papá!—reclamó el hijo mayor de los Kotori.

                —¿Qué? ¿Me van a decir que no planean tener sexo? Yo los vi con muchas ganas hace unos minutos, estaban por hacerlo en el “Silloncito de la concepción”. Quizá no lo sabes Takashi, pero sería de buena suerte, Kanako y yo te hicimos ahí.

Se levantó al instante de ese sillón con una mueca de asco y Koti-chan no pudo seguir reprimiendo sus risas. Takashi estaba profundamente apenado con Enjou y éste, simplemente trataba de no pensar en todo lo que el hombre mayor decía.

                —¡Papá eres genial!—dijo la pequeña con una risita cómplice.

                —Gracias Koti-chan, no sé por qué, pero gracias.

El joven castaño de los ojos grandes quiso morirse mientras los miraba mal. Ustedes van a acabar conmigo, lo van a lograr, se dijo queriendo huir y desaparecer de ese lugar para siempre.

Con Enjou, de preferencia.

****

Movía su cuchara en el plato sintiéndose completamente desganado, el rubio nunca creyó sentirse así de deprimido y no comprendía el motivo. Bueno, sí lo comprendía, pero aceptar que el hecho de no haber almorzado con Izumi ese día le hacía sentir así, sería demasiado extraño. Yuu nuevamente se había volado el almuerzo, estaba en el Consejo moviendo papeles, distrayéndose más bien. El día anterior no le quiso decir todas las cosas que Ren le explicó, no le tocaba y estaba lo suficientemente conmocionado por la decisión de Izumi que, hablar de Ren solo lo empeoraría.

El que almorzaba a su lado con una mueca estúpida en su rostro mientras tecleaba mensajes de texto era la mosca de Kotori. Realmente nunca se le pasó por la cabeza que Enjou Junko fuese su objetivo, no negaba que fuese apuesto, pero la verdad no era su tipo. Izumi es más apuesto, pensó fugazmente y después negó con la cabeza sintiendo frustración. La mosca de Takashi Kotori notó todos esos gestos y sentimientos encontrados y preguntó algo temeroso.

                —¿Te encuentras bien Misaki? También te noto deprimido… ¿Es por lo de Ren?

¿Ren? No, ni siquiera era por eso y era plenamente consciente, aquello le molestaba más y más.

                —No, estoy molesto con Ren por lo que le hizo a Yuu, solo eso.

                —Me extraña, no te ves molesto, aunque me extraña aún más que no estés con Izumi a estas horas. Yo pensé que tenían sus clases en los almuerzos.

Bajó la mirada sintiéndose abatido al escuchar su nombre y confesó.

                —Bueno… es que Izumi decidió darle fin a las clases, por eso.

Takashi captó por fin el motivo de su tristeza y le sonrió con comprensión. Al parecer Misaki era un lío en su interior, era más que obvio, en definitiva, su idea de que estaba enamorado de Izumi se reafirmaba a cada momento. ¿Pero cómo convencerle de que lo está? ¿Cómo? Pensó indignado y en cuanto miró en dirección al castaño de ojos verdes, lo supo. Esbozó una risita traviesa.

                —Ya veo, aunque entiendo, supongo que Izumi quería pasar más tiempo con su novia, por ello te pidió que terminaran sus clases.

Misaki frunció el ceño ante tal frase. ¿De qué mierda estaba hablando la mosca?

                —¿Por qué dices eso?—el castaño de ojos grandes le señaló la mesa de Izumi y Misaki se giró solo para ver una escena que le hizo rabiar por completo.

Aoi Maya estaba sentada junto a Izumi y le abrazaba con completo fervor. El aludido no sonreía ni nada por el estilo, estaba con su gesto indiferente de siempre, pero correspondía al abrazo como si la estuviese consolando de algo. Apretó sus puños e hizo una mueca horrorosa mientras Takashi reprimía su risita y agregaba con malicia.

                —Bueno… ahí tienes tu respuesta.

                —¿Qué mierda hace esa zorra con Izumi? ¿Cómo se atreve a abrazarlo así?

                —Pues… es su novia, yo creo que es normal que se abracen, que se besen quizá…

La sola idea de imaginarlo, de pensar que Izumi podía besar a esa tipa como lo besaba a él le hizo rabiar más y más. Hija de perra, aléjate de él, no lo toques con tanta confianza, él es mío zorra.

                —Claro que no, ella ni siquiera lo quiere, no entiendo por qué ahora está de resbalosa, voy a matarla, cómo se atreve a…—no pudo seguir hablando, ya que Izumi medio le sonrió a la rubia con cariño. Aquello le cayó tan mal, como un golpe en el estómago. A mí nunca me ha sonreído… de ese modo… jamás… ¿Por qué a ella sí? ¿Por qué ella sí puede ver una sonrisa tuya y yo no?

                —No sé por qué Misaki—agregó Takashi divertido con sus reacciones—Pero algo me dice que estás muriendo de celos.

Recibió un golpe con uno de los tenedores y se quejó con dolor. Misaki le miró con rabia.

                —No estoy celoso, para estarlo tendría que admitir que estoy enamorado de él y no lo estoy, así que no son celos, deja de decir tonterías mosca estúpida.

                —Pues si no estás celoso, entonces deja de mirar a Aoi Maya como si quisieras matarla.

El rubio controló sus miradas asesinas y se giró tratando de ignorarlos por completo. Se terminó su almuerzo con una mueca y entrecerrando los ojos. Takashi solo negó, iba a ser más difícil de lo que pensaba, pero ya lo lograría, Misaki aceptaría su amor por Izumi, lo haría.

Así tuviese que obligarlo.

****

                —Ya ni llorar es bueno Izumi—confesó la rubia con una mueca de tristeza.

Estaban en el almuerzo, hablando y comiendo a la vez. Aoi había decidido contarle todo a Izumi, todo lo que había hecho con Enjou, con Takashi, con Yuu y con el propio Misaki. Le explicó sus planes con Ren y, aunque no le contó los motivos, seguramente Izumi ya se daba una idea. Lloró en su hombro, lloró el hecho de comprender al fin cuánto daño había hecho, si el dolor de Yuu Madara, el dolor de Takashi Kotori o hasta el dolor de Misaki Takaba se asemejaba aunque fuese un poco al suyo, sin duda era un ser despreciable por haberles hecho tan mal.

                —No quiero sonar cruel ni insensible, pero yo te lo dije muchas veces. Haz lo que creas prudente, pero nunca lastimes a nadie en el proceso—replicó Izumi con amabilidad y agregó—Tus acciones no solo no te acercaron a Enjou como creíste, prácticamente arrastraste a todos los que te rodeaban a una espiral de agonía.

Ella bajó la mirada, incluso el propio Izumi estaba pagando las consecuencias y se suponía que era lo menos que quería. Quizá él no le había dicho nada, quizá él no lo mostrara en su semblante, pero estaba triste, ella lo podía leer, lo conocía tan bien que sabía que algo no andaba bien. Y anhelaba con su alma que no fuese ella la causante, aunque, de igual modo, no le emocionaba mucho la idea de pensar que Misaki fuese el responsable. Si él colocó esa tristeza en tus ojos…

Negó con la cabeza, no, ya no podía seguir haciendo amenazas a la gente, ya no podía ir por la vida repartiendo golpes y heridas a los demás. Pero también ya no sabía qué hacer, cómo continuar. Se había empeñado tanto en separar a Enjou de Takashi que, ahora que por fin estaban juntos, ya todos los objetivos estaban muertos. ¿Qué seguía? ¿Cómo continuar?

                —Lo sé, sé muy bien lo que he hecho. En mi vida pensé que Kotoko lloraría tanto, no medí el daño a Rui, jamás vi tanto dolor en los ojos de Yuu Madara y Misaki… Misaki estaba destrozado cuando le enseñé una traición que no existía—sus ojos volvieron a empañarse en lágrimas.

                —No hay problema si lloras, sabes.

 Aoi afianzó su agarre en Izumi, quien correspondió con un abrazo también, Misaki le había enseñado eso, que cuando quieres hacer sentir bien a alguien, no debes palmear su cabeza y ya. No, también debes abrazarle, también debes hacerle sentir mejor con tu mirada, con tus manos, con todo tu ser, de manera que tu sola presencia simbolice paz, simbolice el futuro y la esperanza de que todo saldrá bien, de que habrá una solución.

Ella medio sonrió en el abrazo, no recordaba a Izumi Kou siendo tan gentil, había olvidado lo que era ser reconfortada por alguien a quien adoras, por alguien como él. Era cierto, no se había equivocado, quizá Misaki estaba cometiendo errores, pero lo había logrado, justo como siempre soñó. La realidad de todos sus acuerdos y la realidad de todas sus acciones giraban en torno a sus propios deseos, lo cual era egoísta, sí. Pero también giraba en torno a Izumi, en querer verlo feliz, en anhelar que él encontrara a alguien que le devolviera sus ganas de ser expresivo, sus ganas de salir de la rutina, sus ganas de experimentar más allá, de conocer el amor.

Y cuando eligió a Misaki Takaba para tal tarea, algo en su subconsciente le dijo que estaba loca, pero la otra parte analizó al rubio con detenimiento y lanzó sus dados apostando por él. Claro, tenía primero que separarlo de Ren lo suficiente para que dejara de ser como una plaga con el capitán y aquello había sido sencillo cuando se lo pidió al pelirrojo. La segunda parte era complicada, si quería que Misaki recurriera a Izumi y que sólo se apoyara en él, también debía alejarlo de Yuu, por ello tal acuerdo y tal plan. Su única intención al separar a ese par de mejores amigos era eso, acercar a Misaki a Izumi y entonces sí, la magia trabajaría, porque era imposible que alguien no adorara a Izumi una vez conociéndolo y sabía que, si elegía bien, Izumi también se enamoraría de Misaki, el molesto y sumamente parecido a ella Misaki Takaba.

El problema quizá fue ese, que no se midió, que no comprendió las consecuencias de hacerles tanto mal a Yuu y a Misaki. Separarlos fue lo peor que pudo hacer y de todos modos, las cosas no habían salido bien. La prueba de ello era la forma en la que Izumi desviaba la mirada para evitar que ella notara la tristeza en sus ojos. No lo sabía, pero algo le decía que los resultados de sus acciones habían repercutido en ellos dos y aquello le dolía. Bien, tenía que arreglarlo.

Debía arreglar muchas cosas en realidad.

                —Lo lamento, yo aquí molestándote y tú también teniendo un día difícil. A mí no me engañas, sé que estás deprimido, que también necesitas un abrazo, como yo—le sonrió de forma maternal y el castaño la miró directamente—Dímelo… ¿Qué fue lo que pasó?

Esbozó una media sonrisa, como si con ella lo dijera todo y agregó en una metáfora.

                —Es muy simple, dejé volar al canario… tú ya sabes cómo termina la historia y sin embargo, lo dejé partir. Es lo mejor para él.

Ella acarició su mejilla con ternura, como una madre a su pequeño y cuestionó lo obvio.

                —¿Le amas?

                —Conoces el cuento… la respuesta está implícita, soy el Cuidador de aves y siempre dejo volar a mis amadas criaturas… dejé que el canario partiera y creo que es momento de que la golondrina también lo haga. Debe enmendar sus errores, debe partir en busca de sí misma y esta vez, debe hacer lo correcto con respecto al nido y al pobre petirrojo, con respecto a todos.

La rubia de ojos azules tomó su mano entre la suya y la besó con fervor mientras asentía.

                —Así lo haré, lo voy a arreglar, quizá sea tarde, pero pondré todo mi empeño en hacerlo. Y a diferencia del Cuento de los Canarios, tu golondrina volverá algún día y te otorgará la felicidad que mereces—le sonrió—Te quiero mucho Izumi y te juro que por ti lo solucionaré.

El joven castaño de ojos verdes le sonrió y asintió como si estuviese orgulloso de ella.

                —Buena suerte en tu vuelo entonces… golondrina.

                —Gracias…—guiñó un ojo—…Cuidador…

****

Estaban caminando entre los pasillos para ir a sus respectivas clases, bueno… más bien ella iba a su clase, Izumi solo caminaba para robarse el salón B21 como siempre lo hacía. La chica giró los ojos, no comprendía por qué Izumi hacía eso de enclaustrarse en un salón y leer en voz alta.

                —Ya te lo dije, es el Club de lectura—alegó el muchacho cuando ella le comentó su pensar

                —El Club de lectura no existe Izumi, en todo caso, las personas que gustan de leer y escribir están en el Club de escritura y redacción. ¿Por qué inventaste un club ficticio sin decirle a nadie de su existencia? Quiero decir, si quieres proponer el Club de lectura, solo debes ir con…

La chica ya no pudo seguir hablando, pues Izumi le hizo parar con la mano cuando alguien, un rubio de ojos azules como ella, se colocó frente a ellos y la miró de forma ceñuda. Izumi no comprendió la mirada de Misaki y su presencia ahí, pero Aoi sí lo hizo. Qué interesante, se dijo curiosa de repente al notar como casi la asesinaba con la mirada, ni siquiera cuando la amenazó por Ren la había mirado así. Esto es genial, brincó por dentro emocionada, él está celoso. Bien, démosle motivos para estarlo.

                —Misaki… hola…—saludó serenamente el castaño con un gesto indiferente, pero Aoi vio el brillo en sus ojos al pronunciar su nombre. Quiso sonreír enternecida.

                —Izumi… mmm… este… quisiera hablar contigo—alegó nervioso mirándolo con una emoción que no podía definir, pero que Aoi sí.

                —¿Hablar conmigo? ¿De qué? ¿Tenemos algo de qué hablar?

                —Sí—agregó el rubio y miró mal a Aoi—Pero… quiero hablar contigo… a solas…

Aoi sonrió con malicia y encogió los hombros sobreactuando.

                —De acuerdo, iré a clase—entrecerró los ojos y se acercó a Izumi más de lo normal notando con júbilo como el ceño de Misaki se fruncía—Te veré a la salida… amor…

Y como si quisiera provocarlo, cosa que quería, cerró la distancia entre Izumi y ella y le dio un ligero beso en los labios. El castaño abrió los ojos sorprendido con tal acción y la bilis le explotó en el estómago a Misaki. Apretó los puños furioso y mordiéndose el labio para controlarse.

¡Zorra bastarda! ¡Lo está besando en mi cara! ¡Voy a matarte! ¡Voy a matarte en serio! Y tenía tantas ganas de hacerlo, tenía ganas de lanzársele encima y jalarla de los cabellos para que se alejara de su Izumi, no tenía derecho alguno a besarlo, solo él podía besarlo, solo él tenía derecho a conocer sus sonrisas, solo él…. La confusión hizo mella en su pecho y fue lo que le detuvo de armar un escándalo. ¿Qué derecho tenía él sobre Izumi? Ninguno, en cambio, esa hija de perra tenía todo el derecho, era su novia, su prometida. Aquello le dolió tanto pero trató de reprimirlo y simplemente luchó por calmarse mientras la veía soltar a Izumi, quien no había quitado el gesto sorprendido. Se despidió con la mano lanzándole una mirada satisfecha e Izumi simplemente se limpió los labios con el dorso de la mano sin comprender muy bien lo que había pasado.

                —Eso fue… sin duda demasiado extraño…

Misaki sonrió con satisfacción al ver que el beso le había desagradado. Claro, solo mis besos le gustan. Negó con la cabeza, no debía pensar esas cosas tan presuntuosas y la mirada expectante de Izumi le hizo volver a la realidad.

                —Bueno… sé que te preguntas qué quiero hablar contigo, pero más que nada… es una petición… yo sé… sé que nuestras clases terminaron, pero me gustaría saber si puedo… puedo seguir pasando el tiempo contigo… en el Club de Lectura, me uniré y todo, hasta voy a leer un libro completo sin distraerme, lo prometo, solo es eso lo que quería decir…

Izumi Kou bajó la mirada y negó.

                —No, no quiero que lo hagas.

Un segundo rechazo de Izumi y nuevamente sintió que le faltaba el aire. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué no lo quería cerca? ¿Por qué sentía que dolía tanto? No pudo reprimirse, no pudo y exteriorizó este pesar con ansiedad y cierto sarcasmo.

                —Ya veo… te cansaste de mi… ¿Verdad?—le temblaba la voz—… después de todo, es razonable… quieres estar con ella, ya no te interesa nada de mí a pesar de que dijiste que yo te gustaba—frunció el ceño mirándole con reproche—Qué rápido se te pasó el encanto, sin duda debí esperarlo, aunque no creí que tú fueses así, pero… pero bueno… yo…

El castaño negaba mientras Misaki hacía todos esos reclamos y, sumido en su sarcasmo, Izumi no encontró otra forma de callarlo más que esa. Sostuvo sus hombros con sus manos y le robó un beso, como la primera vez, solo que en esta ocasión, su beso no fue sencillo y dulce, fue un beso demandante, un beso que Misaki correspondió con todas sus ganas, a pesar de haber pasado un día nada más, lo había anhelado tanto, que no le importó lo contradictorio que fuese. Movió sus labios con los suyos y cuando estaba por entrelazar sus manos detrás de su cuello, el más alto se separó de él y lo miró profundamente a los ojos, lo cual generó que Misaki se estremeciera. ¿Por qué lo miraba así? ¿Por qué como si… como si le quisiera?

Y si él… él me quisiera…

                —Misaki no vamos a repetir esto—habló serenamente rompiendo la reciente ilusión que se había hecho—No me he cansado de ti, jamás podría hacerlo, pero yo no quiero tenerte de esta forma. Te estoy alejando de mí a propósito porque necesitas tiempo para asimilar lo que sientes. Debes resolver el dilema que tienes aquí—señaló su pecho y luego su frente—y aquí. Tú estás enamorado de Ren… ¿No es así?

Sus labios temblaron, su cuerpo también, la mirada de Izumi le hacía flaquear y sus palabras igual. Bajó la mirada sin saber qué responder y demasiado frustrado consigo mismo.

                —Yo… yo… ya no lo sé…

Él le acarició su mejilla con ternura y asintió.

                —Bueno… eso es lo que debes resolver, y cualquiera que sea tu decisión, yo estaré bien con ella, todo lo que busco, es tu bienestar. Por ello es que me estoy alejando y así lo haremos, no hasta que definas lo que sientes. ¿De acuerdo?

El rubio asintió con tristeza, pero Izumi tenía razón, él debía analizar qué era lo que realmente sentía, por Ren, por él, y qué era lo que pasaba en su interior. Le dolía, le dolía en extremo no tenerlo a su lado, le mataba de furia que Aoi sí pudiese hacerlo, pero no era justo para él que lo obligara, era lo que debía hacer, era lo correcto.

                —De acuerdo.

El oji-verde dio una última caricia con sus manos y después se acercó a él besando su frente con cariño, aspirando el aroma de sus cabellos. Misaki cerró los ojos ante ese gesto y quiso aferrarlo con sus manos, pero se detuvo. No, no debía seguir actuando egoístamente, no con Izumi. El aludido se alejó de él con una mirada profunda y desapareció entre los pasillos mientras Misaki acariciaba su frente, donde habían estado posados sus labios y con anhelo absoluto besaba sus dedos, traspasando el beso de su frente a su boca. ¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo que sentía?

¿Qué era?

****

Estaba en el jardín de Misaki, frente a la tumba de Kuma, llevaba margaritas en las manos porque le gustaban mucho, eran sus flores favoritas. El recuerdo de Ren Ashiya dándole una rosa y no una margarita como debió ser, le dolió en demasía, así que lo suprimió, como todo lo que él hacía. Se había propuesto ver a Kuma todos los días en el jardín de la casa de Misaki, le contaba su día a día, le hablaba de lo mucho que lo extrañaba y después recordaba anécdotas que tuviesen juntos. Se pasaba un buen rato ahí, la casa de Misaki siempre estaba vacía, pues su dueño, el padre de su mejor amigo, nunca estaba debido al trabajo, llegaba a las altas horas de la noche y Misaki… bueno... él también siempre buscaba la forma de no estar ahí. Afortunadamente pudo brincarse la cerca con bastante cuidado y por ello era que estaba ahí, fue lo mejor, él no tenía ni la más remota idea de dónde hubiese podido enterrar a su amado Kuma, además, en casa de Misaki estaba a salvo, nadie nunca perturbaría su descanso y él podría verlo todos los días si fuese necesario.

Colocó las margaritas en el montón de tierra que simbolizaba el descanso de Kuma y suspiró.

                —Ay Kuma, no tienes idea de cuánto te echo de menos.

                —Yo también lo extraño—respondió una voz y Yuu tembló, la conocía muy bien.

Ren Ashiya también se había volado la barda de la casa de Misaki y ahora estaba ahí, frente a él y a Kuma. Cruzó los brazos y fingió indiferencia, él no debía notar todo lo que le provocaba con su sola presencia, él no debía ser consciente de todo el dolor que ahora simbolizaba el hecho de que lo mirara, de que le hablara, de que estuviese ahí.

                —¿Qué haces aquí? Misaki se molestará si te ve en su casa, será mejor que te vayas.

                —No, no me iré, no soporto mi vida sin ti y no voy a descansar hasta que me escuches.

                —¿Y qué tengo que escuchar?—cuestionó fríamente—¿La verdad? Esa ya la sé, yo entiendo, de verdad no necesito tus explicaciones, todo lo que quiero es que le pidas perdón a Misaki por lo que le hiciste y que te alejes de mi, nunca más te me acerques.

                —Tú no quieres eso y lo sabes—replicó acercándose a él, pero Yuu retrocedió al instante.

                —Claro que lo quiero. Tú piensas que es sencillo para mí. No lo es, me duele, maldita sea Ren, me duele—miró al techo reprimiendo las lágrimas y él que ya creía estar seco de llanto—Me duele y me da coraje, porque tú viste cuanto me costó afrontar mis sentimientos, sabías lo difícil que era para mí aceptar que me había enamorado de la persona que mi mejor amigo ama y sin embargo, yo caí, me doblegué… le dejé ganar a mi corazón… ¿Y todo para qué? Para que se tratara de una mentira, para que fuese un plan de Aoi Maya que como un perro fiel llevaste a cabo. No Ren, no voy a escucharte, nunca más, lo entiendes, nunca más volveré a doblegarme por ti.

El pelirrojo negó con las palabras de Yuu atravesándole. Temía tanto que hiciera algo así, Yuu nunca iba a dejar de culparse, aún si Misaki ya le había perdonado, aún si Misaki ya no tuviese nada que reclamar, Yuu nunca se iba a perdonar lo que había hecho y lo peor, nunca lo iba a perdonar a él. Maldita fuese Aoi Maya… ¿Por qué tuvo que decirle tales cosas? ¿Por qué tuvo que envenenar con culpa su corazón? Él no lo merecía, el único culpable lo tenía enfrente.

Ya no tenía derecho a luchar por el amor de este chico que adoraba, ya no era digno de él, porque le había lastimado más allá de lo imaginable. Recordó sus ojos mirándole con confianza el día que hicieron el amor, recordó su sonrisa cuando le confesó que le quería, recordó sus besos, recordó sus caricias y también recordó el dolor pintado en su rostro cuando lo supo todo. No, yo ya no debo amarte… pero no dejaré que te sigas culpando… no lo permitiré…

                —Si me dejas hablar Yuu, si me dejas explicarte como fueron las cosas, entonces te juro que  te dejaré en paz para siempre, aunque me duela la vida el perderte, te lo prometo.

El pelinegro negó sintiendo más dolor del que ya sentía. Que él estuviese ahí, insistiendo dolía, pero dolía más que fuese a dejarlo, que con ello se comprobara su idea. No me ama, nunca me amó, pensó queriendo morirse.

                —Yo no puedo creer nada de lo que dices, ya no. Vete Ren, vete y no insistas en hablar.

Quiso detener su huida tomando su brazo, pero Yuu se alejó con más rapidez negando sin control hasta que abrió la puerta de la casa de Misaki y ahí se encerró. Solo entonces, sintiéndose solo, dejó de reprimirse y volvió a llorar, no como aquel día, aquello era imposible, esta vez su llanto era silencioso pero igual de doloroso. Se abrazó a sí mismo y anheló con su vida nunca haberle conocido, que Ren nunca hubiese llegado a su vida, que Ren jamás se hubiese metido a su fiesta de cumpleaños, que Ren jamás le hubiese regalado a Kuma, que Ren jamás se hubiese ofrecido a darle esas clases de manejo, que Ren jamás… que Ren jamás lo hubiese enamorado como lo hizo.

Que nunca le hubiese roto el corazón así...

El aludido simplemente se sentó frente a la puerta sintiendo el dolor del otro y queriendo morirse, ojalá hubiese podido evitarlo, ojalá hubiese actuado de otro modo. Ojalá nunca hubiese aceptado ese maldito trato con Aoi Maya. Ojalá nunca se hubiese enamorado tan profundamente de él.

Así nunca le habría hecho el daño que ahora le estaba haciendo.

Notas finales:

:'( Las fierecillas lloramos, Ren está a punto de rendirse.... pero descuiden queridas fierecillas, el próximo capi, Ren recibirá el apoyo y ánimo suficiente para no desistir (Y seguramente ni en sus más locos sueños, esa persona creyó hacer algo así) (Ya deben imaginar quien ja)

Bien!!! Ahí está el dato del Cuento de los Canarios, no es una historia con final feliz, pero la lección a aprender aquí es que, la vida no siempre es como en los libros y Misaki tiene en sus manos la facultad de cambiar la historia o dejarla como es. ¿Qué será del pobre y enamorado Cuidador de Aves? Estamos muy cerca de saberlo, ya lo verán ;)

Tenshi!!! Cásate conmigo!!! (Izumi, no leas mis infidelidades!!) Es que simplemente lo amo, es el papá más vergonzoso que he escrito en mi vida, me encanta lo directo y simple que es jajajajaja pobre Takashi y pobre Enjou, vaya suegro le tocó, pero al menos Tenshi acepta su amor con tranquilidad, a Kanako le costará un poco más, porque ella es más estructurada que Tenshi, pero eso no lo sabremos en este fic... (Boom, la bomba ha sido lanzada)

Y ya no digo más, solo que, en este capi, amé a Aoi por provocar los celos de Misaki, oh si!!!! (Este chico es de temer, pobre Takashi, siempre se lleva los golpes de Misaki, amigo de Yuu tenía que ser, lo agresivo se pega)

Ahora sí me despido, muchas gracias, ojalá me regalen su opinión y los quiero mucho!!!!

Gracias!!! Nos vemos ;)


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