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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes... que así sea

Siento la tardanza, vengo del dentista (no, a mi no me hicieron nada los brujos del mal!!! Pero mi madre deseaba que la acompañara en su sufrimiento) heme aquí por esa razón a esta hora.

Más que nada espero que les guste mucho este capi, cuando lo escribí, me percaté de lo complicado que es Izumi y a la vez simple, en serio, espero que les agrade y los amo mucho ya saben

Tengo un anuncio importante, pero lo hare en las notas de abajo ;)

Disfrútenlo :D

Capítulo 30: Teoremas del amor.

 

Estaban sentados frente a una de las mesas de la cafetería. Aún si no era hora del almuerzo, ellos tenían la costumbre de pasar sus horas libres en ese lugar y compartir actividades o simplemente hacerse compañía. Ese día en especial, ambos estaban concentrados en diferentes tareas. Mientras Izumi leía como siempre, metido en su libro, Misaki dibujaba y trazaba con muchísima concentración, casi afinando detalles. Aquello a veces llamaba la atención del castaño quien, una vez movido por la curiosidad, le preguntó qué era lo que dibujaba. La reacción del rubio le pareció demasiado extraña, prácticamente se lanzó encima de su propio dibujo diciendo que era cosa de nada. Izumi simplemente encogió los hombros, si no le mostraba, sus motivos tendría.

Así era como pasaban el tiempo a veces, habían transcurrido aproximadamente dos semanas desde que Misaki llegó a su casa y le confesó sus sentimientos. Su relación, si es que podía llamársele así, iba bien dentro de todos los cánones. Se veían todos los días en el almuerzo, a veces en sus horas libres, pero más importante que eso, Misaki se quedaba en casa de Izumi cada tercer día. Había adoptado tal actividad debido a la imperiosa necesidad de Izumi de “profundizar” en su aprendizaje como “dibujante” y, con aquellas palabras se refería precisamente a aquello que cualquier chica fujoshi o un fundanshi podrían llegar a imaginar. Sí, Izumi prácticamente no podía vivir tanto tiempo sin tocar la piel de ese chico, ese era su argumento. Tenían sexo siempre que se quedaba y el pobre Misaki a veces se preguntaba en qué clase de garras fue a caer. Este maldito chico promiscuo y pervertido un día de estos me romperá la cadera, se quejaba mentalmente el rubio, pero solo cuando el “acto” ya había pasado, pues en la duración del mismo, no parecía muy molesto con ello, al contrario, hasta lo disfrutaba. Pero ni muerto iba a admitirlo.

De manera que todo iba bien entre ellos, dentro de lo que cabía. El oji-verde continuó en su lectura y Misaki en su dibujo, pero entonces, la sombra de una persona se colocó en su ángulo de visión y ambos, sin entender muy bien, levantaron la mirada encontrándose a Takashi Kotori.

                —Hola chicos… siento molestarlos pero… tengo una duda que me ha estado atormentando hace un tiempo y no puedo frenarla más…

Izumi le miró sin ninguna expresión y Misaki frunció el ceño.

                —¿De qué hablas Kotori?

                —Bueno… lo diré… yo quería preguntarles… ¿Ustedes están saliendo? Son una pareja… ¿Verdad?—ambos asintieron y el mayor de los Kotori enrojeció por completo, pero lo soltó con un deje de exasperación—… entonces… entonces… ¿Por qué no actúan como una? Llevan dos semanas saliendo, siendo novios y no los he visto comportarse como tal.

El castaño de anteojos medio parpadeó e hizo un gesto de comprensión.

                —Ya veo, te refieres a esto… ¿Verdad?—y levantando su mano, miró con complicidad al rubio, quien también le miró de la misma forma y levantó su mano al mismo tiempo.

Ambas manos se entrelazaron y sus dueños volvieron a sus respectivas actividades como si nada. Aquello aumentó la indignación de Takashi y reclamó:

                —¡Me refiero a que no son nada cariñosos! No se demuestran amor, no se besan todo el tiempo ni se hacen mimos, nada de lo que haría una pareja normal.

Misaki le miró con mala cara y hasta hizo una mueca de asco.

                —No todos somos tan asquerosamente empalagosos como tú y Enjou Junko. Nuestro amor, es más realista, menos vomitivo.

                —Es extraño—replicó Takashi.

                —Si eso era todo lo que tenías que decir, ya puedes irte mosca, tenemos cosas que hacer.

El aludido giró los ojos y lanzó un suspiro antes de despedirse. Misaki torció la boca y después regresó a su dibujo. Izumi miró partir con disimulo al chico mientras reflexionaba.

Ciertamente, ellos no eran una pareja normal, pero no era algo que debiera preocuparle en realidad. Su personalidad no le dejaba ser todo lo cariñoso que Takashi quería que fuese con el rubio y el propio Misaki seguramente no era ese tipo de persona que se la quiere pasar como lapa con alguien. Le amaba con todo su corazón, pero la realidad era que no por ello iba a dejar de ser Misaki, ese chico tosco, borde, impulsivo, necio y hasta cruelmente sarcástico. ¿Cómo fue que te enamoraste de alguien así? Le cuestionó su consciencia y comenzó a mirarlo detenidamente mientras lo recordaba. ¿Cómo había pasado? ¿Cómo fue que todo empezó?

Ah… ya se acordaba… todo fue culpa de Aoi.

****

Leía uno de sus libros preferidos, en realidad ni siquiera se trataba de un libro profundo, era más bien una novela policiaca, de aquellas en donde debes usar tu lógica para hallar al responsable. En verdad no se tuvo que esforzar mucho, prácticamente antes de llegar a la mitad de la trama, él ya sabía quién era el asesino. Lo que le gustaba de ese libro era uno de sus personajes, un personaje fascinante y sumamente inusual, sin duda era el primer personaje que no descifraba como al resto. Era una chica tosca, cruda, cínica y hasta malvada, prácticamente durante toda la novela se perfilaba de ese modo y era precisamente esa personalidad lo que le gustaba de ella.

Aoi llegó a su lado, era sábado y recientemente la chica había adquirido la maña de visitarle los sábados. Realmente le tenía sin cuidado, si ella quería pasar su sábado viéndolo leer una y otra vez sin hacer otra cosa, era muy su problema. Sus ojos volvieron a la historia y su intención era perderse en ella, como siempre, pero al parecer, la rubia a su lado tenía otros planes.

                —Oye Izumi… ¿Alguna vez has tenido una novia?

                —Tú eres mi novia—replicó mecánicamente sin despegar la vista del libro.

Ella giró los ojos y puso mal gesto.

                —Hablo de una novia verdadera Izumi, alguien de quien estés enamorado. Me irás a decir que nunca te has enamorado de alguien. No podría creerlo.

                —Pues tendrás que hacerlo.

La rubia no pudo con su cara de asombro y estupefacción. De haberla mirado, seguramente Izumi se habría reído de ella, pero como tal cosa era prácticamente imposible, fue mejor que no viera.

                —No lo entiendo. Enamorarse es vital para cualquier persona.

                —No me interesa—respondió y levantó la mirada ligeramente con un gesto de regaño—Además, si enamorarme es estar en un sendero de lamentaciones y planes egoístas como te pasa a ti, entonces realmente no me parece atractivo.

Hizo un puchero y cruzó los brazos.

                —Mi caso es diferente. Hay enamoramientos preciosos y yo quiero que tengas uno de ellos—se levantó de su asiento y golpeó su palma izquierda con su puño derecho como si acabara de trazar una importante resolución—Así que yo me voy a encargar, te voy a conseguir una novia tan bonita y perfecta para ti, que incluso me besarás los pies.

                —Lo dudo—continuó leyendo como si con su respuesta le estuviese retando.

E inconscientemente lo estaba haciendo, pero lo que quizá Izumi pasó por alto fue que, al retar a Aoi, precisamente a Aoi, estaba cometiendo el mayor error de su vida.

Y quizá, también el mayor acierto.

****

                —Estoy muy molesta contigo, de verdad que lo estoy.

Aoi llevaba los brazos cruzados y el ceño fruncido. Caminaba a su lado a pesar de decir que estaba enojada con él, cosa que le parecía una completa contradicción. No comprendía a las personas que solían decir cosas así, personas que no querían algo, pero hacían todo lo contrario a eso.

                —¿Y por qué razón?—cuestionó realmente sin saberlo.

                —Porque has ignorado a cada una de mis candidatas. Sinceramente ya no sé qué hacer. Te he mostrado una lista de las chicas más bonitas de la escuela y te pedí amablemente que la revisaras. Puedo apostar mi alma a que no lo hiciste y eso me llena de frustración.

Encogió los hombros. Verdaderamente le daba igual, por ello, cuando Aoi llegó un par de días después de su amenaza con tal lista, simplemente la ignoró. ¿Cuántas veces tenía que decirle que no le interesaba conocer a ninguna chica? El amor no parecía algo atractivo para él. Había leído muchísimo del tema en los libros diversos que habían pasado por sus ojos, pero simplemente se le hacía una utopía demasiado imposible de realizarse. Para empezar, decían que el amor era eterno y la posibilidad de que algo eterno en un mundo pasajero pudiese existir era ilógica. No era como si estuviese diciendo que no creía en el amor. Claro que existía, sus padres se amaron como jamás pensó que pudiese ser posible y él los amaba muchísimo. El amor era real, lo que él decía, era que no se le hacía demasiado congruente que las personas buscaran su sobrevivencia y al mismo tiempo cayeran enamorados, provocando su sufrimiento. Pocos son los que logran amar sin ser heridos, las probabilidades de que el amor sea un sentimiento adecuado para mí, son muy pocas, no me interesa conocerlo, me da igual, pensó el chico expresando en su mirada tales ideas.

Aoi por supuesto que las leyó y era precisamente eso lo que le molestaba. Izumi se estaba encerrando, no quería que estuviese solo. Algún día, ella iba a lograr sus objetivos y entonces sí, Izumi no tendría con quien estar, necesitaba imperativamente hallar a la chica ideal, aquella que lograra que Izumi despertara su corazón, aquella que le hiciera anhelar conocer más allá.

                —No pasará—recalcó firmemente Izumi—No estoy interesado en las chicas.

Aquel argumento, por supuesto, era una clara forma de decirle a Aoi que no quería que insistiera con sus deseos, pero la rubia de ojos azules lo interpretó de otra forma. Ensanchó sus ojos y se detuvo por un momento, obligando a Izumi a hacer lo mismo para mirarla con rareza. ¿Y ahora en qué estaba pensando esta chica? Estaba por preguntárselo cuando la aludida chasqueó los dedos.

                —¡Ya sé! Ahora entiendo por qué todo falló… tiene sentido… a ti te gustan los chicos.

Izumi no expresaba sus emociones en su rostro, pero de hacerlo seguramente habría puesto una cara de estupefacción total. Así que simplemente la miró directamente y negó con lentitud.

                —¿En qué momento pasamos de querer conseguirme una novia a dudar de mi orientación sexual? Estás empezando a preocuparme en serio.

                —Vamos Izumi, es completamente natural. Nunca te han llamado la atención las chicas, eso es porque eres gay—se rascó la cabeza—Aunque me va a costar más trabajo conseguirte un novio. El único chico guapo digno de ti es Ren Ashiya.

El castaño arrugó el gesto dándole a entender que ni siquiera lo considerara y la mueca de asco de Aoi le tranquilizó. Afortunadamente esa chica no era la hermanita de Takashi Kotori. Ojalá nunca se conocieran y hablaran del tema entre ellas.

                —Te lo voy a dejar claro Aoi. No me interesan ni las chicas, ni los chicos, ni otro ser viviente en este planeta ni nada. No quiero enamorarme de nadie. ¿Lo entendiste?

Le sacó la lengua mientras negaba.

                —No, no lo entendí—le sonrió con inocencia fingida—Y no desistiré, ya lo verás.

Giró los ojos. ¿Cuántas barbaridades tendría que enfrentar para que lo dejara en paz?

****

Realmente no estaba leyendo nada del libro que tenía en sus manos. El fin de semana pasado había discutido con Aoi y no se sentía demasiado bien con ello. Le habló del egoísmo de su amor y si bien, en varias ocasiones habían tratado el tema, era la primera vez que se lo decía directamente. Ella debía dejar a Enjou ser feliz con la persona que él eligiera para ser su amor, independientemente de que el amor le fuese indiferente, Izumi creía en el respeto mutuo y si Enjou Junko amaba a alguien que no era su mejor amiga, casi su hermana, ella debía entenderlo. Pero no, estaba empeñada en estar con él y le preocupaba bastante que estuviese cometiendo actos que, tarde o temprano, le explotarían en la cara.

Además, no entendía, si ya bastantes problemas tenía con Rui y con Enjou, para qué se metía en más interesándose en Ren Ashiya. Aún no se sacaba de la cabeza a Misaki Takaba, quien le había pedido “amablemente” que alejara a su novia de lo que era suyo. Muy bien, otra razón para no interesarse en el amor. ¿Por qué ese afán de reclamar como tuyo a alguien? Las personas no son objetos que adquieres en una compra por internet. Son seres pensantes, que toman decisiones, que saben lo que les conviene o no, o por lo menos creen saberlo. Decir que alguien te pertenece sin su consentimiento es robarle toda libertad, es someterlo a perder su voluntad y nadie que se quiera lo suficiente, podría permitir aquello, a menos claro, que realmente lo deseé.

Por tal razón no podía estar de acuerdo ni con Aoi ni con Misaki Takaba. Ambos eran incongruentes al decir que amaban a Enjou y Ren respectivamente. El amor no priva de libertad, al menos esa es la definición que dan los libros. Y agregamos una razón más para decir que el amor de los libros no existe, pensó fugazmente y escuchó como una silla era jalada en su mesa.

Se sentó así, como si nada, como si tuviese todo el derecho, como si no le importara en lo absoluto el hecho de que estaba leyendo o, como realmente era, meditando cosas de sumo valor. Misaki Takaba no conocía los modales, no conocía la prudencia, no conocía nada de lo que sus padres le habían enseñado a él. Misaki Takaba es realmente extraño, se dijo y le cuestionó con indiferencia:

                —Bienvenido… ¿Se te ofrece algo ahora?

Le miró mal y por alguna razón aquello le agradó. Cuando Misaki Takaba le miraba de esa forma, como si quisiera golpearlo, una arruguita en su frente hacía aparición, dándole un aspecto que, más que intimidar, parecía el de un niño amenazando a un adulto. Para nada atemorizante.

                —Quería saber si ya hablaste con tu novia sobre lo que te dije.

Lo hice, respondió en su mente, pero no tenía nada nuevo que decirle y sabía que aquello le haría enojar aún más. Estuvo tentado a sonreír maliciosamente, cosa extraña en él. Muy rara.

                —Ya le pregunté qué tiene con Ren y me aseguró que no es nada romántico, pero no me dijo más. Lamento no tener las respuestas que pides.

Y justo como lo esperaba, Misaki Takaba hizo un mohín con los labios y pateó la base de la mesa. Sintió una corriente de triunfo mezclada con euforia recorrerle el cuerpo. Algún día ese chico iba a terminar explotando de tanto coraje y esperaba no estar cerca para embarrarse. No… más bien, sí quería estar cerca, deseaba con todas sus ganas ver ese espectáculo.

                —¡Maldita sea!—exclamó el rubio lanzando parte de su comida a lo lejos con rabia—Vamos Izumi, no puedes estar hablando en serio. Algo más le debes de sacar, es tu novia.

                —Que sea mi novia no me da derecho a obligarla a hacer algo que no quiere. Piensa un poco en eso—enarcó la ceja esperando que con ello captara la indirecta. No lo hizo.

                —Claro que puedes hacerlo. Quien le manda a decirte que sí.

Misaki acarició con la yema de sus dedos sus sienes tratando de relajar toda la tensión acumulada e Izumi lo miró detenidamente. Este chico no comprendía para nada lo que era el verdadero amor. ¿Realmente estaba enamorado de Ren Ashiya como aseguraba? Algo le decía que más bien era un capricho, como el de los niños berrinchudos que quieren un juguete, hacen pataleta por él y cuando por fin lo consiguen, se dan cuenta que no lo querían tanto como aseguraban. Todo un desperdicio. ¿Tu amor es real Misaki Takaba? Se preguntó sin quitarle la mirada de encima y tratando de descifrarlo, cosa que no logró como creyó.

No lo entendía, de verdad que no podía entender cómo alguien enamorado era capaz de tantas cosas. Tenía frente a él la versión nada amable de Misaki, una versión diferente a la del día anterior. El chico comprensivo y hasta adorable que le había prometido conseguirle su Cuento de los Canarios, no se parecía al Misaki que estaba molesto por no saber absolutamente nada de los planes de Aoi. ¿Por qué lo llamo “Canario”? Se cuestionó. Él no podría ser su canario, no tenía ninguna de esas bellas cualidades, no era un ser que necesitara compasión ni cuidado. Era un chico demasiado crudo y gruñón. Aunque también puede ser lindo si se lo propone.

Frunció el ceño sintiéndose confundido. ¿Por qué era tan cambiante? No entendía a Misaki y aquello no le agradaba, tenía que entenderlo, tenía que hacerlo. ¿Exactamente qué buscaba con Ren Ashiya? ¿Ser correspondido? ¿Quería un beso suyo? ¿De verdad quieres besar a ese chico? ¿Entiendes que ambos son hombres? ¿Qué papel ocuparía Misaki en esa relación? Sin duda sería la chica, no habría que pensarlo tanto, Aoi era la clara prueba de que las mujeres pueden llegar a ser tan posesivas si se lo proponen y este chico tenía toda la pinta de ser “la mujer” en esa relación.

Sería una chica muy extraña, muy necia, testaruda, gruñona, maleducada, susceptible y demasiado obstinada. Enumeró el castaño en su mente y le miró de reojo una vez más cayendo en la cuenta de algo que no había notado hasta ese momento. Sin embargo… sería una chica bonita, sin duda serías una chica muy bonita Misaki… hasta yo te miraría con otros ojos… si fueras una chica…

El rubio se levantó de su silla con brusquedad y aquello trajo a la realidad a Izumi, quien no tuvo tiempo siquiera de conmocionarse con la línea de sus pensamientos. Escuchó el timbre que le decía que el almuerzo se había terminado y, guardando sus cosas, Misaki dijo un escueto “adiós”. Le vio partir sin entenderse a sí mismo por primera vez en su vida. Misaki Takaba era toda una complicación con sus actos contradictorios y su personalidad, pero él mismo estaba cayendo en la incongruencia al agradarle aquello de él.

Yo… de verdad no lo entiendo, se dijo viéndolo intensamente al partir.

****

Estaba haciéndole una reverencia y aquello era mucho que sobrellevar para él. Ya bastante tenía con lo ocurrido esa mañana en el almuerzo, él pensando cosas anormales sobre Misaki Takaba, como para todavía tratar de comprender por qué Aoi hacía una reverencia en señal de disculpa.

                —¿Por qué te estás disculpando?—preguntó directamente y la chica levantó la mirada con mucha pena, como si no quisiera decirle y a la vez sí.

                —Por qué no debí decirte esas cosas el sábado. Eres como mi hermano Izumi y debo entender que todo lo que me dices es porque me quieres y te preocupas por mí.

                —Así es—le dio la razón y le ofreció su mano para que abandonara esa postura—Pero no debes pedirme perdón, yo no tengo nada que perdonar. Son tus planes, son tus decisiones y yo no voy a interferir, te prometo no hacerlo. Sin embargo, quiero que sepas que mis brazos siempre van a estar abiertos para ti, por si necesitas un consejo o una opinión externa.

Ella sonrió, era más de lo que podía pedirle a Izumi, precisamente a su adorado Izumi. Él era tan preciado para ella y Aoi también era especial para Izumi. No tenía idea de cómo ayudarla, los varios consejos que ya le había dado, parecían insuficientes y temía de verdad que al final, terminara lo suficientemente herida como para no recuperarse.

                —Muchas gracias Izumi, por comprenderme. Eres el mejor.

                —De nada—respondió serenamente y ambos caminaron a su siguiente clase en los pasillos.

Sus pensamientos no eran normales en esos momentos y de verdad necesitaba despejarse. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué pensaba en Misaki Takaba y la contradicción que representaba? ¿Por qué había considerado que, de ser una chica, le vería de otra forma? ¿A qué se refería con “otra forma”? ¿Me siento atraído por Misaki Takaba? Se cuestionó y Aoi, leyendo todas estas dudas en sus ojos, entrecerró los propios y susurró como los compradores de segunda mano.

                —¿Y bien? ¿Qué te parece mi candidato en esta ocasión?

El castaño se detuvo de repente y la miró entendiendo por fin algunas cosas de sus actos.

                —Dime que no es verdad lo que estoy suponiendo.

Ella ladeó la cabeza y se hizo la desentendida. ¿Aún continuaba con esas ideas inauditas de conseguirle una pareja? Tendría sentido por fin la razón por la que se estaba acercando a Ren. Era lógico, Misaki Takaba y su amor obsesivo por Ren Ashiya le llevarían a investigar a la chica que se estaba metiendo con lo suyo y, al saber que tenía un novio, acudiría con él para controlarla. Ella quería que se conocieran y si quería eso era por una razón. Una razón muy descabellada.

                —¿Qué es lo que supones?—preguntó después de varios minutos de razonamiento e Izumi le miró fijamente. Ella sonrió—Bueno… vale, me has pillado. Pero admítelo. ¿Acaso no hice una buena elección? Misaki Takaba tiene muchas cualidades, además de que, muy a su manera supongo, es lindo. ¿No crees?

                —Estás loca, eso es lo que creo—dijo por primera vez alzando de más la voz, cosa que maravilló a Aoi, pero no dijo nada, le dejó continuar—En primer lugar, Misaki Takaba está enamorado de Ren Ashiya y en segundo lugar, a mí no me interesan los chicos, ya te lo dije.

Hizo una mueca y miró a su alrededor como si buscara algo. Al hallarlo, sonrió perversamente.

                —¿En serio?—fingió sorpresa y señaló—Oh mira… allá va Misaki.

Como si se tratara de un acto reflejo, Izumi volteó el rostro en la dirección que Aoi había marcado y en efecto, ahí estaba Misaki Takaba, pero no estaba solo. A su lado estaba el capitán del equipo de natación y ambos se dirigían a una de sus clases. No pudo evitarlo, él se caracterizaba por ser una persona demasiado controlada, pero en esta ocasión, no lo pudo frenar. Ver la sonrisa que el chico le dirigía al otro, una sonrisa cargada de brillo e idolatría, provocó que entrecerrara los ojos con una emoción que no comprendía, como todo últimamente. Apretó sus puños y le lanzó a Ren Ashiya esa mirada atroz, como si se tratara de un rayo, veloz y efectivo. Aoi Maya ya no pudo callar más, prácticamente al ver esa reacción, no pudo detenerse de hacer una exclamación.

                —¡Oh por Dios! ¿Eso que acabo de ver en tu mirada son celos? Esto es mejor de lo que esperaba. Realmente te gusta Misaki Takaba, no fallé en elegirlo.

Izumi cerró sus ojos, como si rompiera esa llama lanzada al capitán del equipo de natación y después los abrió mirando a Aoi. Se sentía demasiado contrariado. ¿Por qué había hecho eso? Misaki y él ni siquiera eran amigos, no tendría por qué reaccionar de esa forma al verlo con Ren.

                —No sé de qué hablas, es ilógico que tengas razón. Misaki no me gusta. Como ya te lo dije, es un chico, pero más que eso. Es el peor candidato para que alguien se interese. Es la persona más necia, cabezota, molesta, insegura, grosera, cínica, sarcástica, miedosa y burlona que he conocido en mi vida. Es demasiado complicado descifrarlo. Me estresa, me pone los nervios de punta, me exaspera no entenderlo, me… me… me…—había levantado mucho más su voz y afortunadamente eran los únicos en el pasillo, pero aquello no le calmó. Él, a diferencia de muchas personas, no se andaba con rodeos, aceptaba las cosas fácilmente y notaba todo a su alrededor. No tenía por qué luchar tanto, la realidad era la realidad, la quisiera así o no—…me… me gusta…

Aoi sonrió maternalmente. Sabía que para Izumi, que alguien le gustara seguramente era todo un shock, así que no dijo nada para hacerle sentir mal. Ella ya lo sospechaba, medio los había visto hablar e Izumi no estaba normal últimamente. Colocó su mano sobre su hombro para darle fuerza.

                —Bueno… por lo menos ya eres consciente de ello…

                —Es surreal—masculló aún a la deriva.

Le gustaba, realmente le gustaba una persona como Misaki. Le parecía atractivo y estaba interesado en todo lo que el chico hacía, decía o pensaba. Era demasiado. ¿Cuándo fue la última vez que sintió algo así por alguien? Nunca, todas sus emociones siempre las dirigía a sus padres o Aoi. Esta vez se trataba de alguien externo a su mundo, alguien que estaba sacudiéndolo sin permiso. Hasta para eso no tiene miramientos, llega de repente, como un estruendo y lo altera todo. No quiero, no quiero, no deseo sentirme atraído por alguien como él, no me agrada.

O tal vez sí, sí le gustaba la sensación. Lo cierto era que era todo un fenómeno que le repelía y a la vez le llamaba. Misaki podía cambiar de la dulzura a la rudeza y aquello era demasiado fascinante como para dejarlo pasar. Bien, no lo haré… solo… controlaré un poco el proceso. No voy a dejar que esto evolucione, no tiene por qué. Se juró creyendo que, por supuesto, como todo, tendría el control y la lógica sería la ganadora en su contienda.

Pero una parte de él sabía que estaba completamente equivocado y su elección fue ignorarla.

****

Estaba frente a la pantalla de su computadora y no comprendía cómo había terminado en esa situación. Bueno, sí lo sabía. Todo empezó con una simple pregunta y ahora ya no sabía qué hacer con todo lo que veía. Las imágenes frente a él eran las más obscenas que en su vida había visto y, lejos de avergonzarle, en realidad le tenían algo contrariado.

¿Cómo fue que terminó mirando porno gay? Ah… claro… todo empezó porque, una vez que se admitió a sí mismo que Misaki Takaba le atraía, se preguntó cómo sería besarlo. Para empezar… ¿Quería besarlo? La respuesta que se dio fue firme, sí, sí quería, pero para aquello primero debía remontarse a más cosas. Él nunca había tenido una relación real, Aoi solo era una pantalla que utilizaba para, en primer lugar, honrar a sus padres, y segundo, tener a cualquier persona que se interesara de más, alejada de él. Ahora que sí deseaba besar a alguien, tenía que aprender cómo hacerlo y por ello había empezado a investigar en internet. La teoría era fácil de aprenderse, el problema sería al momento de llevarse a la práctica, pero si lo estudiaba bien, quizá no tendría motivos para preocuparse.

Sus pensamientos le hacían negarse una y otra vez a sí mismo mientras se cuestionaba dónde había quedado su autocontrol. ¿Qué caso tendría saber cómo besar si él nunca iba a tener algo con Misaki? El chico estaba enamorado de Ren, no había un razonamiento bien estructurado ante la idea de besarlo si amaba a otra persona. Pero tampoco había podido detenerse y una vez que se leyó infinidad de páginas que hablaban del noble arte del besuqueo, Izumi permitió a su lógica ir más allá. Si en algún momento llegaban a besarse, también tendrían que experimentar el sexo. ¿No? ¿Cómo es el sexo entre hombres? Se preguntó a sí mismo investigando en el buscador el referente y cuando imágenes subidas de tono, palabras como BL y Yaoi aparecieron en su computadora, recordó a la hermanita de Takashi. Era cierto, a esa niña le interesaba todo lo que tuviese que ver con el “yaoi” y tal definición englobaba relaciones sexuales entre hombres. Tiene más sentido el por qué le acosa y por qué Takashi huyó de ella, razonó y continuó tecleando.

Ahora tenía porno gay frente a él y no le llamaba para nada la atención. Es más, hasta lucía doloroso para el que resultaba ser el pasivo. Menos mal Misaki es la chica, se dijo con cierto alivio y tal desapareció al comprender que de verdad estaba planteándose la posibilidad de tener sexo con Misaki Takaba. ¿Cuánto tiempo tengo de conocerlo? No puede ser que me atraiga hasta ese grado. Miró las imágenes una vez más y cerró los ojos tratando de imaginarse a Misaki de esa forma. Su piel tan pálida y limpia al descubierto, sus labios temblorosos, su voz entrecortada, esos hermosos ojos azules bañados en deseo… en placer.

Abrió sus propios ojos y tragó saliva con fuerza sin saber cómo reaccionar ante el calor que de repente se apoderó de su cuerpo. Ahora sí se sentía incómodo y más cuando las sensaciones en su cuerpo no paraban de atacar su sistema nervioso. ¿Qué se suponía que debía hacer? Miró la pantalla una vez más y se imaginó a Misaki otra vez. Cerró los ojos perdido en esa idea, era tan atractivo, tenía un rostro fascinante y un cuerpo delgado. Quería conocer ese cuerpo, quería saber cómo se sentía perder sus labios en esa piel. Sin poderlo evitar, nuevamente reprendiéndose ante su falta de control, deslizó su mano derecha hasta el broche de su pantalón y una vez que lo abrió, fue consciente de lo que estaba por hacer. ¿Iba a masturbarse? ¿En serio? ¿Solo por haberse imaginado a Misaki Takaba de esa forma?

Cerró la pantalla de su computadora y negó con fuerza. Eso era demasiado, demasiado. Sí que le gustaba, sí que le atraía demasiado, estaba pasando los umbrales de lo normal y en cierto modo, eso no le agradaba. Enamorarse es perder el control, se explicó como si se tratara de una nueva hipótesis y la conmoción fue mayor. Era cierto que le gustaba, pero de ahí a llegar a creer que podría enamorarse de él… eso era exagerado. Y cuando las cosas le superaban, a él solo le quedaban dos caminos. O reprimirse hasta recuperar el control o entregarse por completo, sin rechistar más.

Bueno… era obvio al final cuál fue su elección.

****

Se sentía demasiado inquieto y experimentar de nuevo emociones sin parar, como cuando era niño, se trataba de toda una experiencia surreal, según sus propias palabras. Él había decidido no permitirse ser expresivo, al final las personas que se guían por las emociones, pierden mucho más, ya que el raciocinio es limitado y no se pueden tomar las mejores decisiones. La prueba de su hipótesis era su propia situación. El timbre sonó indicando que el almuerzo había terminado y miró a la distancia sin saber cómo sobrellevar el ansia que sentía.

Nuevamente Misaki no había acudido a sus clases con él y entendía perfectamente el motivo. Tomó su libro entre el brazo y se levantó de su silla para poder ir al salón B21. Él no era una persona impulsiva ni mucho menos, pero no pudo evitarlo. Los días pasados, cuando notó esa tristeza en sus ojos, cuando notó la histeria del muchacho, cuando presenció esa terrible discusión, no pudo detenerse por mucho que su lógica le gritara “no te entrometas”. Odiaba cuando la mirada altiva de Misaki desaparecía de sus ojos para ser sustituida por desesperación, por tristeza, por dolor. ¿Por qué rogaba? ¿Por qué actuaba de esa forma con la persona que consideraba más especial? Yuu Madara tenía derecho a enamorarse de quien quisiera, que se tratara de Ren no quería decir que debía reprimir sus emociones solo porque Misaki egoístamente lo había reclamado como suyo.

No tendrías por qué rebajarte y suplicar de su amor, pensaba en verdad frustrado cuando lo veía gritarle todas esas cosas a su mejor amigo. Yo podría amarte todo lo que tú quisieras, pensó cuando Misaki alegó sin control que se jactaba de su egoísmo a pesar de su miedo a estar solo, a pesar de que añoraba ser amado de igual forma pero sin cambiar el cómo era.

Y por ello actuó, por eso lo besó, porque era demasiado para soportar, porque él quería que Misaki sonriera orgulloso, desafiante, adorable, dulce, soñador e invencible. A mí no me molestaría lidiar con tu egoísmo, amo incluso eso de ti, pensaba al verlo temer. Le besó y con ello comprobó lo que ya era obvio, estaba enamorado de él. Amar es también aprender, se decía, porque ahora comprendía que debía luchar contra un monstruo demasiado grande, un amor que no se disiparía de la noche a la mañana.

Amar es un impulso. Entrecerró sus ojos. Gracias a ese impulso, Misaki le había evitado desde el beso y si bien no se arrepentía de haberle dejado claro que Ren Ashiya no era el único ser en el universo que podría brindarle todo lo que él buscaba, sabía que no había sido correcto besarle. ¿Qué clase de persona correcta y seria te dice que el amor no se impone y al mismo tiempo te besa? Solo él, solo él y la contradicción de sus sentimientos. Lanzó un suspiro y comenzó a caminar en los pasillos. Debía darle su espacio, el tiempo suficiente para que volviera sin sentirse extraño.

Como últimamente pasaba, Aoi apareció a su lado sin que la notara y colocó su brazo sobre su hombro como una madre a su hijo.

                —¿Qué es lo que piensa tan detalladamente mi muchacho?

                —Nada—replicó con fingida indiferencia, la cual por supuesto, no le creyó.

                —Si tú lo dices—giró los ojos y sacó de su bolso un par de boletos de cine—¡Mira lo que conseguí! ¡Me los gané en un programa de radio!

                —Bien por ti. ¿Con quién planeas ir? Tengo entendido que has estado enferma.

La chica medio se alejó de él y negó con una expresión traviesa y pícara.

                —No son para mí, los conseguí para que tú puedas tener una “cita” con ya sabes quién.

                —Creo que no te va a funcionar esta vez—explicó el castaño mirando los boletos con aprensión. ¿En qué estaba pensando Aoi? Para empezar, él odiaba el cine y en segundo lugar, Misaki no le hablaba—Él y yo estamos en una etapa de recisión… no hemos vuelto a tener ninguna clase. Creo que ya no las tendremos más.

Aoi no se esperaba tal respuesta y preguntó conmocionada.

                —¿Pero por qué? ¿Pelearon? ¿Te dijo algo hiriente? Lo golpearé si así fue.

                —Nada de eso, subversiva muchacha—la aludida le miró sin comprender y él continuó—Digamos que… rebasé un poco la línea con él—al ver que Aoi seguía sin entender nada, giró los ojos y fue claro—Lo besé sin su consentimiento.

La rubia reaccionó con un gritito y después le abrazó felicitándole. ¿Acaso no prestaba atención a lo que las personas decían? Lo besó de forma impulsiva, obviamente cualquier persona normal en este universo estaría molesta si un chico que te es indiferente te besa así de repente.

                —¡Eso es genial Izumi! ¡Con mayor razón necesitas estos boletos! ¡Tal vez puedan reconciliarse!

Levantó la mirada con credulidad ante lo dicho.

                —¿Piensas que sería posible?

                —Claro que sí. Tómalos—se los dio en la mano y se acarició la barbilla—Y si de verdad llegan a salir, pide mi consejo, te daré muchos trucos para una primera cita exitosa.

                —¿Tú has tenido una primera cita exitosa?—indagó inocentemente y el mohín que hizo con sus labios fue suficiente para comprender que había pisado terreno escabroso.

                —No hablamos de mi—replicó con voz oscura e Izumi encogió los hombros.

Verdaderamente dudaba volver a tener una plática normal con Misaki, mucho menos podría estarse dando falsas esperanzas de una supuesta cita. Lo sabía, claro que sí. Era consciente de ello.

Y sin embargo, nada le imposibilitaba anhelar…

****

Se sentía ridículo. De verdad no había otra palabra que pudiese definir su sentir en ese momento. Ridículo y avergonzado. Estaba sentado en una de las mesas que disponía la compañía de cines para esperar a que la función comenzara. Odiaba el cine, de verdad no le gustaba en lo absoluto, pero ahí estaba, esperando poder entrar y ver una película con Misaki Takaba, quien inesperadamente le dijo que sí. No podía creerlo cuando lo escuchó y con toda la seriedad e indiferencia que era capaz de mostrar, acordó la hora y el lugar en el que se verían, aunque por dentro se sintiera demasiado ansioso.

Aceptó los consejos de Aoi sobre una “primera cita” exitosa, pero ni siquiera consideró el hecho de tomarlos en cuenta. Eso no era una cita, sabía que Misaki solo saldría en una cita con Ren Ashiya. Trató de controlar lo mejor que pudo los celos que se instalaron en su pecho al imaginarlo. Ahora que ya era consciente de sus sentimientos por él, le costaba demasiado ser el mismo de siempre, frío y seco ante lo que es el amor. Enamorarse es conocer algo nuevo, postuló en su cabeza y trató de acariciar su cabello para calmar su ansia, recordando entonces que Aoi en un “tip” de conquista, le había cortado el mismo.

“Te verás sumamente apuesto con el cabello corto, yo sé lo que te digo” aseguró la rubia mientras guiñaba un ojo y él simplemente la dejaba hacer. Suspiró aún con el libro entre sus manos y tratando de leerlo realmente para poder olvidar todas esas emociones a las que no estaba acostumbrado. Justo entonces, como si de un sensor se tratara, pudo darse cuenta que Misaki llegaba y levantó la mirada solo para no despegarla de él nunca más.

Su aroma le invadió los sentidos. Demasiada loción, muchísima. ¿Cómo es posible que no te ahogues en ella? Se cuestionó. Era imposible apartar los ojos de él por mucho que lo anhelara. Su rubio cabello, sus brillantes ojos que resaltaban más con esa camisa, su piel tan pálida, en verdad necesitaba comer bien o uno de estos días le daría anemia. Todo en él era tan atractivo. No comprendía para nada sus complejos, en serio no podía hacerlo. ¿Es que acaso no eres consciente de lo apuesto que eres? Le preguntó en su pensamiento cuando al decirle que se veía bien, Misaki hizo una mueca de duda. Yo no dejo de observarte, nunca, siempre te estoy mirando.

Enamorarse es deseo, alegó, ahora simplemente deseaba tocar esa piel, besar nuevamente esos labios, perderse en ese aroma. Misaki despertaba en él instintos que no creyó poseer y que tuvo que controlar a toda costa cuando estuvo en la sala de cine, los dos solos, mirando la película en la oscuridad. Si bien, no se reprimió del todo cuando compraron las palomitas y con toda intención acaricio sus manos entre las suyas, sabía que no era suficiente y le estaba asustando demasiado.

Así que prefirió cerrar los ojos y dormir, odiaba la película de todos modos, había adivinado la trama con tanta facilidad que hasta le fastidió. Al perderse en el mundo del sueño, se imaginó otro universo, donde Misaki no estuviese enamorado de Ren, donde él pudiese tomar su mano, donde pudiese mirarlo a los ojos y satisfacer todas esas ansias. Pero no debía, Misaki amaba a quien amaba, y él no era nadie para interferir, nadie.

Despertó con esa aseveración y comprendió que la película había terminado. Ambos salieron, ambos iban callados y él sentía que todo había sido demasiado simple. Seguramente se había aburrido, seguramente estaba arrepentido de esa salida, seguramente hubiese preferido ir con Ren. Odiaba esa sensación de compararse todo el tiempo, odiaba sentirse así. Enamorarse es sentirse vulnerable, inseguro, comprendió y cuando se despidió, consciente de que no tenía ninguna oportunidad, las palabras de Misaki le taladraron el cerebro e hicieron brincar a su corazón como nunca esperó. Quizá Aoi tenía razón, quizá era el momento de que despertara.

¿Qué si dejaste de gustarme? ¿Es una broma? Simplemente no te entiendo. ¿Por qué tan poca autoestima? Eres increíble, cada día te anhelo más y más. Pero no eres para mí, no me pertenece tu corazón. Esos pensamientos luchaban por salir de su subconsciente y los exteriorizó. Ya no podía más, si le seguía probando de esa forma, Misaki tenía que prepararse para lo que viniera. Y estaba seguro que él no quería algo así. Estaba seguro de ello o eso creía.

Amar es sorprenderse, teorizó una vez más cuando sintió como Misaki le aferraba y le robaba un beso, como nuevamente había deseado, como nunca creyó que pasaría. Sus labios eran tan suaves, su respiración tan agitada e incluso sus manos temblaban. Ya no entendía nada. ¿Qué era lo que pasaba por la mente de Misaki? ¿Qué era? ¿Y por qué estaba considerando seriamente abandonar su juicio y entregarse por completo a él a pesar de saber las consecuencias?

El rubio lo dijo en una frase.

                —Te equivocas, te equivocas por completo.

Y su raciocinio murió para siempre. Le dijo adiós, fue como la muerte de lo lógico y el nacimiento de lo sensitivo. No le era indiferente, no le detestaba como creyó, le gustaba a Misaki, le gustaba casi tanto como a él, lo pudo ver en esa mirada. Sabía que era correspondido, lo sabía.

Pero también sabía que Misaki nunca iba a aceptarlo, que Misaki se aferraría con uñas y dientes al amor que sentía por Ren Ashiya. Y lo aceptó, aceptó lanzarse al vacío sabiendo que probablemente, no encontraría un paracaídas ante el choque. Le besó, le besó con absoluta pasión, liberando todo lo que guardaba dentro y siendo consciente de que ese beso, era el principio del fin. El principio de un dulce sufrimiento.

El amor es agridulce…

****

Le dijo adiós sintiendo una llaga en el pecho.

Besó su frente por última vez y se perdió en el aroma de su cabello. Era tan fresco, la verdad es que cuando estuvo lo suficientemente cerca de Misaki como para conocer su esencia, ya estaba perdido por él. Pero no era una persona que quisiera su desgracia e infelicidad. Lo vio romper su corazón nuevamente, pero esta vez reaccionando completamente distinto. La primera vez, arremetió con golpes, ahora lo hizo con lágrimas. Prefería mil veces verlo sacar las uñas que doblegarse así, los hermosos ojos de Misaki no estaban diseñados para llorar, eran demasiado pequeños, el dolor y las lágrimas no cabían ahí y sin embargo habían estado.

Amar es tristeza, se dijo al alejarse de él. Le explicó que debían separarse, no volver a verse a menos que él resolviera sus dudas y, aunque su corazón le gritaba como loco que lo más probable era que él fuese el elegido, los antecedentes, su propio conocimiento y la lógica, la detestable lógica, le decían que al final, Misaki elegiría a Ren, como siempre lo había hecho.

Sabía muy bien en lo que se había metido, lo supo en el instante en el que aceptó sus besos, aún consciente de que Misaki no era una barca segura. No le importaba. Amar es arriesgarse, lo que quería decir que, conociendo las posibilidades de que saliera mal, aún así había aceptado meterse en esa clase de “situación” con él. No podía frenarse, no podía vivir sin sus labios, no podía vivir sin ver esa sonrisa, ese brillo en sus ojos; no podía vivir sin la calidez que sentía en el pecho cuando lo veía luchar con todas sus ganas por sus sueños, cuando lo veía emocionarse, cuando lo veía enfadarse, cuando lo veía ser él mismo, sin fingir, sin lastimarse, sin mentir.

Pero tampoco podía vivir viéndolo debatirse, estar a la deriva en un mar de confusión.

Por eso le dijo adiós, porque amar… amar también es sacrificarse.

****

Entró en la habitación con una bandeja que portaba una taza de té de manzanilla, un vaso de agua y algunos analgésicos. Había leído en internet bastante del tema, como se lo mencionó, y por lo mismo, sabía que, en el sexo entre hombres, el que “recibía” siempre se llevaba la parte dolorosa. Tal vez le dolería su cadera o incluso la espalda, si bien se había cerciorado de prepararle lo suficiente, el dolor no era algo evitable, por ello llevaba tales cosas. Si puedo aliviarlo aunque sea un poco, pensó fugazmente el castaño de ojos verdes y colocó la bandeja en el buró.

Miró el otro buró, en donde reposaba el Cuento de los Canarios y lo tomó en sus manos para leerlo como había sido su deseo. Con toda la emoción y la sorpresa de sus confesiones y el hecho de que estuvieron juntos por primera vez, Izumi no se había dado la oportunidad de leerlo. Abrió el libro y lo hizo, recordando exactamente todo lo que él ya se había grabado en el corazón cuando era niño. Gracias papá, pensó mirando hacia arriba, su progenitor siempre tuvo razón, pero al mismo tiempo estaba equivocado.

La vida sí la encontrabas en los libros, pero era tu elección si dejabas que esa historia te rigiera o la cambiabas para hacer una diferente, una mejor. El canario de este libro, sin duda era completamente diferente al precioso canario que en ese momento, dormitaba en su habitación. Terminó su lectura y sonrió ligeramente para después acomodar el cuento de su corazón en el librero. Ya no era su mayor tesoro, porque claramente, su mayor tesoro, estaba ahí, en su cama.

Y murmuraba al dormir. Izumi enarcó una ceja al escucharlo pronunciar palabras sin sentido. Primero creyó que se había despertado, pero al acercarse, pudo corroborar que no, dormía y hablaba al hacerlo. Qué particular cualidad, sin duda alguna.

                —Mmm… hueles bien… hace frío… mermelada… se siente bien… queso…

Esas fueron algunas de las palabras entendibles que Misaki medio gruñó. El castaño se acostó a su lado, colocando su rostro frente al suyo, solo por la inaudita curiosidad de seguir escuchando y saber a ciencia cierta qué era lo que soñaba. De repente, sin esperarlo, Misaki estiró una de sus manos aún dormido y aferró la playera que Izumi tenía, acercándolo a sí mismo. El más alto ensanchó un poco sus ojos al no estar acostumbrado a esos arrebatos y después acarició su mejilla con cuidado de no despertarlo.

                —Descansa Misaki.

Como si le hubiese escuchado, cosa que no hizo porque seguramente estaba en el quinto sueño, el rubio respondió:

                —Izumi… pizza… helado… tengo hambre… te amo…

Cerró sus ojos llenándose por completo de la emoción en sus partículas nerviosas. Era en cierto modo una confesión directa y como siempre, Misaki era el primero en hacer las cosas, el de la iniciativa, el del valor, aún si aseguraba no tener cualidades para admirar, Izumi estaba seguro que él, era la persona más completa y perfecta en el universo, digno de toda admiración.

Abrió los ojos y besó su frente con dulzura mientras le susurraba:

                —Lo sé… yo también te amo.

Y el más bajo sonrió en sueños para ya no hablar más. Izumi también cerró los ojos y se perdió en el sueño. Ahora, tal vez, ya podía entenderlo, todo este tiempo sin saber por qué la gente se enamoraba a pesar de sus consecuencias, tuvo frutos, ahora lo entendía. Amar es incongruencia, soñó antes de perderse por completo mientras abrazaba a Misaki con fervor.

****

                —¡Ya está!—exclamó Misaki interrumpiendo sus recuerdos.

Le miró sin entender. Misaki se había levantado de su asiento con ímpetu mientras levantaba su lápiz, con el cuál había estado trazando. En su cara había un gesto de triunfo y su particular arruguita en su frente estaba más marcada que nunca.

                —¿Qué es lo que terminaste?—preguntó Izumi bajando su libro ligeramente, para mostrar solo sus ojos, cargados de curiosidad.

Misaki enrojeció y la boca de Izumi hizo una pequeña risita silenciosa. Cuando el flujo de su sangre viajaba hasta su rostro, el aspecto de Misaki se suavizaba, como si perdiera toda esa combatividad. No le desagradaba, al contrario, casi podría asegurar que le encantaba cuando hacía eso.

                —Bueno… yo… es que… he estado trabajando en algo y… no estoy muy seguro… tal vez no está bien y no sea preciso pero… me siento muy orgulloso y…

                —No entiendo—interrumpió el castaño. Entre tanta maraña de verdad no lo captaba.

El rubio frunció el ceño y le miró mal.

                —No me interrumpas, me da vergüenza—bajó la cabeza y después tomó la croquera entre sus manos y se la extendió al más alto sintiendo hasta sus orejas rojas—Toma… es… para ti…

Levantó las cejas. ¿De verdad era para él? Había visto a Misaki metido en ese dibujo y nunca le había dejado ver nada. ¿Ahora se lo regalaba? Debió sospecharlo considerando su habilidad para descifrar las cosas pero Misaki siempre le sorprendía. Él es incomprensible, pensó con tranquilidad y satisfacción tomando la croquera en sus manos para apreciar el dibujo.

Y cuando lo hizo en verdad se quedó sin palabras. Sabía del talento de Misaki, lo supo desde el primer instante en que vio sus bocetos, esos dibujos que, según él, no tenían futuro alguno. Sabía que Misaki era maravilloso dibujando, sabía que el chico podía captar perfectamente la esencia de las cosas al dibujar y, si le dio clases fue solamente para acrecentar la idea de que él tenía la capacidad de cumplir su sueño. Quizá también como una excusa para pasar tiempo a su lado. Qué podía saber él. Amar es usar trucos. Misaki no necesitaba ni una sola de ellas, porque era increíble.

Pero una cosa era el hecho de que captara a la perfección los objetos y otra muy distinta a las personas. El dibujo frente a él exudaba esfuerzo, dedicación, firmeza, cariño y amor, mucho amor. Misaki es más que talentoso, es un verdadero artista, pensó tan feliz por dentro.

                —Misaki… esto… es…

                —Sí—agregó como quien no quiere decirlo—Es un retrato tuyo. Feliz cumpleaños Izumi, espero que no te desagrade, me esforcé mucho. Tal vez no sea perfecto pero… a mi me agrada.

¿No es perfecto? ¿Hasta cuándo dejarás de menospreciar tu talento? Era la primera vez que se veía tan claramente a sí mismo, ni siquiera cuando llegaba a verse en un espejo podía apreciar todo lo que Misaki había capturado de él. Fue entonces cuando algo hizo clic en su cabeza. ¿Cumpleaños? ¿Acaso… es mi cumpleaños? Miró su reloj, el cual también marcaba la fecha y lo comprendió. Ciertamente, ese día era su cumpleaños. Tan ensimismado había estado en los libros, en la compañía de Misaki y en todos sus pensamientos que no se le había pasado por la cabeza que fuese su cumpleaños. Bueno… eso explicaba por qué Aoi le había mandado un mensaje durante la mañana deseándole un buen día.

                —Es el mejor retrato que he visto en mi vida. Muchas gracias Misaki—El oji-azul sonrió brillantemente e Izumi volvió sus ojos a la pintura. Había algo más en ese dibujo, algo que le hacía no poder despegar su mirada de él. Lo miró y lo miró moviendo sus ojos a través de todo él y cuando al fin lo halló, pudo sentir el calor en su pecho y una corriente de alegría y nostalgia mezcladas. El niño Izumi habría llorado, pero Izumi de 17 años, ahora 18, simplemente levantó la cabeza y le dirigió la mirada más luminosa que se le pudo haber ocurrido mientras hablaba con sutileza—Sabes… he visto este tipo de trazo antes… lo he visto en alguien más…

El rubio abrió la boca sorprendido y preguntó con desenfreno:

                —¿En serio? Eso es increíble… ¿En quién? ¿En quién?

Izumi respondió con suma tranquilidad y dulzura:

                —En mamá.

Misaki no pudo con ello, se sostuvo el pecho con las manos y la voz comenzó a temblarle.

                —Eres… eres un tonto… se suponía que el que debía estar conmovido hasta las lágrimas con tu regalo eras tú. No yo. ¿Cómo puedes decir eso tan tranquilamente?

Le miró enternecido. Mi dulce canario, pensó tomando su mano entre la suya.

                —Y realmente estoy conmovido. Lo reitero, gracias Misaki por tan bello regalo.

El chico frunció el ceño y apretó su mano mientras se acercaba a su rostro.

                —Oh ya cállate—juntó sus labios con los suyos.

Cada vez que besaba a Misaki, una parte de él, aquella que siempre vio todo como algo recto y racional, moría lentamente. Enamorarse era perder el sentido y ciertamente aquello estaba mal, pero enamorarse también era sonreír, morir de ternura, luchar, ganar, perder, olvidar, perdonar y ser feliz, sumamente feliz.

                —Misaki…—interrumpió su beso—… ¿Crees… que le hace falta romanticismo a nuestra relación? ¿Crees que Takashi tenga razón?

El otro giró los ojos e hizo una mueca.

                —No hagas caso a las estupideces vomitivas de la mosca de Kotori. Nuestra relación es perfecta así. No le hace falta ningún ajuste—se sentó sobre sus piernas a pesar de lo ridículo que pudiera verse y le miró a los ojos—Alguien una vez me dijo que no había nada malo en mi, que le gustaba tal y como era, que me veía perfecto de ese modo.

                —¿De verdad? ¿Alguien te dijo algo tan chocante como eso?—ironizó Izumi y Misaki sonrió con puya.

                —Sí, ahora es mi turno. A mí me gustas así, para mi eres perfecto. No te cambiaría en nada.

Sin poder evitarlo más, sonrió, le regaló la mejor sonrisa que pudiese darle. Enamorarse es vencer tus propios juicios. Él siempre había dicho que sonreír todo el tiempo era un desperdicio, pero la realidad de las cosas era que, desde que Misaki Takaba llegó a su vida, impetuosamente, sin respeto alguno, como todo él, tenía ganas de sonreír a cada momento del día.

Misaki era su motivo.

Notas finales:

Oh Izumi <3

Si hacemos un recuento de todas la teorías o frases que Izumi dice a lo largo del fic, podríamos decir que él define al amor de la siguiente forma:

"El amor no priva de libertad, enamorarse es perder el control, amar es también aprender, amar es un impulso, enamorarse es conocer algo nuevo, enamorarse es deseo, enamorarse es sentirse vulnerable, inseguro, amar es sorprenderse, el amor es agridulce, amar es tristeza, amar es arriesgarse, amar es sacrificarse, amar es incongruencia, amar es usar trucos, enamorarse es perder el sentido, pero también es sonreír, morir de ternura, luchar, ganar, perder, olvidar, perdonar y ser feliz, sumamente feliz. Enamorarse es vencer tus propios juicios"

Medio larga la definición, espero que les haya gustado y me regalen su opinión.

Creo que le cogí cariño a Aoi desde la perspectiva de Izumi, Dios, es impresionante lo diferente que es con él jajajaja 

Ahora, vamos a los asuntos importantes jaja. Conseguí otro miniempleo, yei!!! Pero es igual toda la semana (lunes a viernes no es tanto) el problema es que no creo que me de tiempo subir el capi, por ello mis planes son apurarme lo más posible para subirles el capi el domingo (este domingo). En caso de que sea domingo y no lo vean, quiere decir que no pude. En caso de que sea martes y me hice un hueco, entonces estará normalmente. Pero sino está en ninguno de esos días, sepan esperarme, por favor, se los pido de corazón. Estamos a dos capítulos del fin, así es, el próximo es el penúltimo, así que muchas gracias por tenerme paciencia.

Ese es el aviso, entonces, ahí se darán cuenta, el domingo o el martes o hasta la otra semana :D

Los quiero, perdónenme por favor, nos vemos :D


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