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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes... que así sea!!!

Surprise!!! Ja!! Siento la hora, pero ea!! Pude actualizar hoy, eso es un premio, creo jajaja

La verdad si he estado algo ocupada, pero es genial, disfruto mucho lo que estoy haciendo (pero no hablemos de mi, eso le debe aburrir seguramente)

Espero que les guste este capi, tiene un título bien chencho, lo sé, pero no se me ocurrió otro. Aún con eso, dire unas cuantas palabras que definirán todo: Fierecillas... gócenlo!!!

Hoy también tengo algo que decir, pero ya se me olvidó jajaja

Si lo recuerdo, se los diré en las notas finales, muchas gracias y los amo mucho :D

Capítulo 31-Un sábado por la mañana.

 

A pesar de ser sábado, un día para pasarlo durmiendo en cama hasta tarde, Yuu ya estaba despierto y apenas eran las 8 de la mañana. El motivo, muy simple. La dulce Kana-chan ya estaba despierta y reclamando atención, además de comida y juegos. La realidad era que, desde que Ren le había dado a Kana, hace un par de semanas atrás, él se las había visto duras para cuidarla. Era inquieta en demasía, muy tierna y juguetona, pero demasiado traviesa y manipuladora. Casi como Ren, murmuró en su interior con fastidio y después le sonrió dulcemente a la cachorrita mientras preparaba su plato para darle de comer.

Kuma a diferencia de Kana, había sido un poco más obediente, si bien era cierto que, debido a su enorme tamaño, Kuma también le había resultado algo difícil, el cachorrito en cuestión siempre le obedecía, cegado tal vez por el amor dulce que le profesaba. Lanzó un suspiro nostálgico. Estaba feliz con Kana, la verdad es que, a pesar de su comportamiento nada flamante, ella era adorable y la quería muchísimo, pero a veces, no podía evitar sentirse así, un poco triste. Extrañaba a Kuma con su corazón, pero sabía que, desde donde estaba, el enorme perro cuidaba de él y tenía el cursi pensamiento de que algún día, volverían a verse.

Además, Kana también le quería, muy a su manera, pero lo hacía. Se agachó a la altura de la pequeña y esta se le lanzó encima para lamerle el rostro, como si intuyera sus pensamientos y quisiera alegrarlo. Eso era lo que le mataba de Kana, que a veces, parecía leer su mente y saber qué hacer en el momento preciso.

                —¿Quién es mi preciosa princesa? ¿Quién? Pues tú Kana preciosa—le dijo mientras la mimaba con voz dulce y la aludida se vanagloriaba de su cariño. ¿Cómo no amarla? ¿Cómo?

Sin embargo, de repente, la dulce cachorrita se detuvo en seco y se alejó de Yuu para correr a toda velocidad a la puerta de entrada mientras gruñía. Otra de las cualidades de Kana era esa, se sentía la defensora del hogar, como si el hecho de ser lo suficientemente pequeña como para ser pisada no le preocupara en lo absoluto. A diferencia suya, Kuma siempre fue tan tranquilo, que perdieron la esperanza de que cuidara de la casa hace muchísimo tiempo. Kana no, ella se sentía fuerte e imponente a pesar de ser tan frágil. Casi como yo, pensó fugazmente el pelinegro y caminó también hacia la puerta. Su gruñido ante ella era una clara señal de que alguien acababa de llegar.

Y tuvo razón, un par de segundos después el timbre sonó y el gruñido de Kana se intensificó. Yuu se extrañó ante la visita. ¿Quién podría estar en su casa a estas horas de la mañana? Sus padres no estaban, trabajaban también los sábados, aunque solo fuese medio día y no encontraba una explicación sobre quien estaría ahí. Encogió los hombros y abrió la puerta arrepintiéndose.

La imagen de Ren Ashiya frente a él fue suficiente para que comprendiera en quién cabía tanta imprudencia. El pelirrojo sonrió torcidamente, como siempre y casi como acto reflejo, la pequeña Kana dejó de gruñir y se le lanzó encima al capitán del equipo de natación. Una cosa más de Kana para saber. Adoraba a Ren Ashiya más que a nada en el mundo, incluso, podría llegar a asegurar que lo adoraba más que a él. ¿Celos? ¿Dónde?

                —¡Mi preciosa! ¡Cómo ha estado la criatura más hermosa del mundo!—le habló tontamente el chico a la cachorrita y ésta respondió los halagos con cariños. Yuu frunció el ceño.

                —¿Qué haces en mi casa a estas horas y siendo sábado?

El aludido no respondió, posó sus ojos sobre su persona y mientras sostenía a la pequeña, le dirigió la mirada más lasciva que jamás le había visto. Aquello le hizo enrojecer por completo, pero sin entender por qué lo veía así.

                —¡Qué recibimiento tan más delicioso mi bella fierecilla! ¡Te ves tan apetecible!

Y fue entonces cuando lo comprendió, ensanchando más los ojos y ruborizándose más. Aún seguía en pijama, como se había levantado para darle de comer a Kana, ni siquiera se había tomado la molestia de cambiarse y su pijama, maldita fuese la hora, no era nada del otro mundo, pero alguien como Ren no era capaz de verlo en short y con una playera holgada y casi transparente sin llegar a pesar cosas sucias. Maldito pervertido y maldito yo por ser tan estúpido, masculló.

                —¡Ca… cállate! No me has respondido. ¿Qué haces aquí?

Sin dejar de mirarlo de esa forma, Ren aferró su agarre sobre la cachorrita y entró en la casa como si le perteneciera mientras le explicaba.

                —¿Qué no es obvio? Vengo a salir a dar un paseo contigo fierecilla y por supuesto, que la dulce Kana me acompañe—nuevamente mimó a la pequeña—¿Quién es la más linda? ¿Quién la quiere? ¿Quién me va a acompañar a domar a su agresiva madre? ¿Quién? ¿Quién?

Recibió el puñetazo y sin poderlo evitar se quejó. Yuu odiaba cuando Ren decía eso, él no era la madre de nadie, para empezar, él era un chico, no tenía congruencia que ocupara el rol femenino en su pequeña “familia”. Enrojeció nuevamente, no era como si estuviese aceptando que eran como una familia, no, aquello sería demasiado ridículo. El pelirrojo estúpido ensanchó su sonrisa como si hubiese descifrado lo que estaba pensando y sin que lo esperara, se acercó a Yuu para robarle un rápido beso en los labios.

No lo detuvo solo porque no le dio tiempo, de lo contrario le habría golpeado y mucho. Claro que sí, él no era unos de sus ligues cualquiera como para andarlo tratando de esa forma. Él era difícil, muy difícil, claro que sí.

                —¿Tienes idea de la hora que es? ¿De verdad pretendes que salgamos tan temprano?

                —¿Qué tiene de malo querer pasar mí sábado con mis dos amores?

Sintió el retortijón en el estómago y ya no pudo negarse. Sí claro, él no era nada fácil. Seguro.

                —Bien, quédate aquí, subiré a cambiarme.

Comenzó a subir las escaleras sin ser consciente de que Ren, en vez de quedarse como le había pedido, subía detrás de él. Había bajado a Kana para que también corriera y lo hizo silenciosamente, como si fuese cómplice del mayor. Cuando abrió la puerta de su habitación y sintió su presencia en ella, ensanchó los ojos con furia y a punto de darle otro puñetazo. Pero entonces, el capitán del equipo le abrazó por detrás y susurró en su oído.

                —Estás tan deseable que simplemente no lo puedo dejar pasar.

Sintió como una corriente eléctrica le atravesaba toda la espina dorsal y trató de alejarse lo suficiente para poder pensar con claridad. O por lo menos intentarlo.

                —¿Por qué me seguiste? Te dije que voy a cambiarme…

                —Y yo voy a ayudarte…—soltó suavemente mientras daba ligeros besos en su cuello estremeciéndolo—… a quitarte la ropa… claro está…

Se retorció en sus brazos mientras se mordía el labio. Ese maldito no estaba pensando en hacer lo que él estaba imaginando. ¿O sí? ¿A esas horas? ¿En casa de sus padres? Era cierto que llevaban demasiado tiempo sin compartir intimidad alguna, para ser sinceros, desde esa primera vez. Cuando se besaban o más bien, cuando Yuu se dejaba llevar, lo más que lograba Ren hacerle era un par de besos en el cuello que después se convertían en chupetones y unos cuantos toqueteos. Cuando el tipo quería rebasar la línea, Yuu lograba zafarse y le golpeaba sin parar avergonzado.

                —De… déjame… Ren… yo… no quiero…

                —¿En serio?—lo soltó por un instante solo para colocarse frente a él y volver aprisionar en sus manos sus muñecas sin dejar de mirarlo intensamente—La verdad es que no te creo porque, con esa ropa, prácticamente me estás rogando que te tome y yo siempre voy a complacerte.

Estaba por patearle cuando Ren dejó de ser “amable” y le besó con fiereza en los labios. No pudo negarse por mucho que su mente le gritara “resiste, resiste”. Cuando le besaba de esa forma, no había poder en el universo que lograra que él se resistiera. Movió sus labios con los suyos, coordinó su lengua y las manos de Ren comenzaron a viajar por todo su cuerpo hasta llegar a su trasero, el cual apretó con ambas, lo que provocó que, primera, se sintiera extrañamente bien y en segunda, que se enfadara. Así que reaccionó acorde a la segunda y levantó su rodilla para golpear con ella su estómago y quitárselo de encima con el rojo dominándole el rostro.

                —¡No vuelvas a tocarme así!

                —¡Pero si te gustó!—reclamó el capitán sobándose el estómago, a lo que Yuu se enfureció más. Sí le había gustado, pero no tenía por qué saberlo.

                —¡Claro que no!—mintió y el pelirrojo le sonrió con suficiencia antes de volver a apoderarse de él y colar sus manos dentro de la playera holgada que solo le provocaba más.

                —No mientas, recuerda que yo sé cuando lo haces mi fierecilla orgullosa—aumentó sus caricias y sus manos fueron descendiendo hasta llegar a la base del short, específicamente su entrepierna—Yo puedo sentir tu deseo… justo aquí… ¿Lo ves?

Cerró sus ojos y se mordió el labio para evitar lanzar algún sonidito molesto que le diera la razón a ese bastardo. Apretó sus puños y estaba por reaccionar salvajemente, como a él se le daba, cuando sin vergüenza alguna, Ren comenzó a acariciar su miembro por encima de la tela del short, la jodida y sumamente delgada tela del short. Pijama hija de puta, maldijo por dentro jurándose nunca más usarla de nuevo. La próxima vez dormiría con un pijama de lana si era necesario.

Ren continuó paseando sus manos y besando su cuello, para nuevamente dejar marcas. Si alguien se acercaba lo suficiente al Kaichou, cuando estaba en la escuela, bien podría notar que prácticamente su cuello estaba plagado de ellas. Todas las mañanas tenía que hacer malabares para que no se notaran y siempre que lo hacía, maldecía en su interior a Ren, jurándose por la vida matarlo en cuanto lo viera. El problema estaba en que, cuando era el momento preciso para detenerlo, los sentidos no le funcionaban y Ren continuaba haciendo tales chupetones como si fuese de su propiedad. Maldito posesivo de mierda, gruñó en su interior y reprimiéndose de cada reacción de su cuerpo ante su tacto.

Lo sabía, claro que sí, Ren era consciente de lo mucho que le gustaba a Yuu que lo besara de ese modo. Así que en esta ocasión no le iba a dar tregua, le habría dejado ganar pero la realidad era que ya no podía más. Verlo en esa ropa tan provocativa era demasiado, esta vez que Yuu le perdonara, pero ahora sí iba a hacerlo suyo. Besó sus labios lentamente, degustando el sabor de su boca y sin dejar de acariciarlo y supo que en efecto, estaba funcionando pues poco a poco, la resistencia de Yuu menguaba y su “miembro” reaccionaba, casi al igual que el suyo. Comenzó a empujarlo suavemente hasta que lo recostó en su cama sin soltar sus labios para nada y el pelinegro ya no se resistió más. Lo dejó hacer, lo dejó colocarse encima de él y cuando liberó su boca para empezar a quitarse su ropa, los labios de Yuu estaban hinchados y sus mejillas coloreadas. Se veía apetitoso en verdad, iba a volverlo loco.

                —¿De verdad planeas hacerlo? ¿En la casa de mis padres? ¿No le tienes respeto a mi madre?—preguntó con la voz acelerada debido a la falta de aire que besarse le había generado.

El más alto sonrió ladinamente y desabrochó su camisa al responder.

                —Le tengo mucho respeto a tus padres y a su casa. Pero a quien le estoy faltando el respeto es a tu habitación y eventualmente, a ti.

Yuu frunció la boca pero sin dejar de mirarlo. La parte de sí mismo que también estaba deseosa de estar con Ren, no le permitía quitarle la mirada de encima una vez que lo vio semidesnudo. Su piel era tan suave, estaba algo bronceada por el sol y la natación, pero el color le daba un aspecto tan sensual, que incluso estaba empezando a preocuparse de sus propios deseos. Miró a los lados buscando una excusa y al hallarla, se aferró a ella como un naufrago a un salvavidas.

                —Kana nos está mirando.

Era verdad. La pequeña cachorrita se había quedado quieta, frente a ellos y les miraba como si adivinara lo que estaban por hacer. Ren le sonrió a su pequeña y miró a Yuu sin comprender la relevancia de que Kana les mirara.

                —¿Y eso qué? Es una pequeña, no sabe lo que verá.

                —No se trata de eso idiota—le dio un manotazo—No quiero que ella vea y punto. Así que será mejor que te detengas ahora.

                —Si que Kana nos vea es el problema, ahora me encargo.

Le guiño el ojo y se levantó de encima para llamar a la aludida con cariño hasta lograr sacarla de la habitación y cerrar la misma con llave. Yuu volvió a adoptar tonos rojizos y Ren le sonrió con suficiencia, demostrándole que ya no tenía ni una sola excusa.

                —La has dejado afuera, eso es tan insensible de tu…

Ya no pudo continuar reclamando, pues prácticamente una vez que lo tuvo encima de nuevo, Ren le silencio con otro beso desenfrenado y con sus manos, sus jodidas e inquietas manos, comenzó a bajarle el short que no representaba ningún desafío. Las maldiciones a su pijama volvieron pero ya no pudo seguir negándose a sus deseos y le dejó que le hiciera lo que quisiera. Correspondió con ganas su beso, usando sus propias manos para acariciar el rostro de Ren y cuando el pelirrojo se separó para poder quitarle la holgada playera, sintió un delicioso escalofrío recorrerle el cuerpo. Nuevamente desnudo ante él, eso no era justo y Ren leyó su mente al parecer, porque lo levantó con sus brazos, colocándolos a ambos a la misma altura, frente a frente y con su mano, tomó la de Yuu para que también le tocara.

El muy bastardo se reía, cómo lo odiaba en serio, pero se odiaba mucho más a sí mismo por ceder fácilmente a sus caprichos. Comenzó paseando sus manos con timidez sobre su pecho, sus pectorales, sus costillas y cuando comprendió las intenciones de Ren al dirigir sus manos a su pantalón, su cara que seguramente ya era más roja que la de una cereza, se ruborizó mucho más. Pero no lo detuvo, con sus manos comenzó a desabrochar el pantalón de Ren y a bajarlo lentamente, haciendo notar la obvia erección que tenía. Bien, no debía sentirse así de orgulloso como se sentía, pero no podía evitarlo, saber que él también provocaba en Ren esa clase de sensaciones tan jodidamente vergonzosas, le alivió en cierto modo y liberó su parte perversa.

Sabiendo que más tarde se arrepentiría para siempre de lo que estaba por hacer, tomó con sus manos el miembro y comenzó a masturbarlo, recordando cómo le gustaría a él mismo que se lo hicieran y tratando de igualar los movimientos que Ren había hecho unos minutos antes. El aludido se sorprendió al principio, pero después ensanchó su sonrisa con suficiencia y aquello medio le irritó, si se atrevía a burlarse de él, era capaz de apretársela hasta que le sangrara.

Afortunadamente tal sadismo no fue necesario, pues Ren simplemente besó sus labios con suavidad para después ocupar sus propias manos en acariciarlo a él, primero su espalda y después su trasero. Yuu tragó secó al sentir sus manos, pero no se detuvo y no dijo nada. Tal reacción Ren la interpretó como signo de que debía continuar y continuó acariciándole, arrancando pequeños suspiros. Yuu era silencioso a morir, jamás lo había escuchado jadear ni una sola vez, no sabía si era por su excesivo autocontrol o por el hecho de que en verdad Yuu no pudiese hacerlo.

Bien, lo averiguaría.

Dejó de besarlo y alejó una de sus manos de su objetivo para colocar sus dedos en su boca, indicándole con la mirada que los lamiera. El chico de los ojos ambarinos, aún medio empañados en placer por las caricias que la otra mano de Ren seguía proporcionándole, hizo una mueca al comprender lo que quería y estaba por negarse cuando el pelirrojo razonó con él.

                —Si no te preparo, me temo que tendremos que dejarlo hasta aquí y sé muy bien que no deseas eso—le ronroneó mientras le echaba una mirada a su miembro. Yuu estaba demasiado excitado, si no le complacía en ese momento, moriría, eso era seguro.

Muy a su pesar le dio la razón y le obedeció, no sin antes entrecerrar los ojos y mirarle con rabia. Una rabia que desapareció cuando comenzó con el acto tan vergonzoso de lamer sus dedos. Paseaba su lengua en ellos y se esforzaba en verdad para que el idiota no le dijera nada más que le hiciera perder la poca dignidad que ya estaba perdiendo. Pero contrario a lo que pensó, la imagen de Yuu haciendo eso no le pareció ridícula ni patética, sino que era erótica, de verdad necesitaba apresurarse antes de que se corriera en ese momento y sin haber hecho nada.

Sin poder aguantarlo más, le pidió que se detuviera y besó su mejilla, como si le estuviese dando un cumplido, cosa que le molesto y enterneció en partes iguales. Con los dedos ya lubricados, Ren comenzó a prepararle introduciendo el primero con mucho cuidado y provocando que Yuu dejara de tocar su miembro y se aferrara a sus hombros. Dolía, realmente dolía como no recordaba y, consciente de ello, el pelirrojo suavizó sus movimientos y besó la punta de su nariz, como para darle apoyo. Odiaba cuando Ren hacía eso, cuando lo trataba de esa forma tan dulce, porque al hacerlo, obviamente ya no tenía motivos para negarse a cualquier cosa que le pidiera.

Metió el segundo dedo y Yuu contuvo otro suspiro apretando aún más sus hombros. Ahora no dolía, pero se sentía tan extraño, a pesar de ya haberlo hecho una vez, sin duda pareciera que era como la primera. En esa ocasión, estaba tan emocionado, tan perdido en los latidos de su corazón como para reaccionar a las sensaciones de su cuerpo. En esa primera vez, Yuu le había entregado a Ren todo su orgullo y le había amado lo mejor que podía. Fue como si sintiera su calor desbordando en su cuerpo, por ello había sido especial para él.

Pero en esta segunda ocasión, se esforzaría no solo por entregarle su amor, sino también para proporcionarle el mismo placer que ese idiota estúpido le daba con cada caricia, con cada beso, con cada mirada cargada de deseo y ternura al mismo tiempo. Por ello, cuando sintió el tercer dedo invadirle, lo abrazó con todas sus fuerzas, quedando encima de él, ambos sentados y con las piernas entrelazadas. Ren apreció con su alma ese abrazo y sentir el corazón de Yuu latiendo casi al mismo tiempo que el suyo le hizo estremecer, continuó moviendo los tres dedos en su interior y cuando creyó que ya estaba listo, se separó un poco de él, para poder mirarlo a los ojos.

Sus ambarinos ojos le regalaban todo aquello que siempre había querido de Yuu, esa confianza de la primera vez volvió a su mirada y con ella, todo el amor que le tenía. Aún si le golpeaba, aún si le regañaba, aún si se portaba extrañamente gruñón con él, en ese momento, en la intimidad, sabía que Yuu le amaba con todo su corazón. Movió su miembro para colocarlo en su entrada y, sin romper el contacto visual, Yuu pidió temerosamente:

                —Solo… ten cuidado… por favor…

                —Lo sé mi preciosa fierecilla… no voy a lastimarte… nunca más…

Y lo sintió como una promesa, así que cerró sus ojos expectante y cuando sintió como el pene de Ren se metía por completo en su interior, se mordió el labio hasta sangrárselo sin frenar los suspiros de su cuerpo. En efecto, Yuu no gemía, pero verlo suspirar de esa forma era suficiente para excitar a cualquiera. Nuevamente, como en la primera vez, las lágrimas se desbordaron de sus ojos y Ren las limpió con sus labios mientras esperaba a que se acostumbrara.

                —Pierdo toda la fiereza de mi ser cuando estoy así frente a ti…. Me… me asusta.—susurró Yuu sin abrir los ojos y Ren continuó besando su rostro mientras le respondía.

                —Es hermosa también esta faceta tuya, así que no te preocupes.

Yuu abrió sus ojos y acarició su rostro con cariño mientras asentía, en señal de que ya podía continuar. También asintió con una sonrisa y le obedeció, comenzando las envestidas. A pesar de que tenía ganas de cerrar los ojos para contener el dolor, no lo hizo, se quedó mirando los ojos chocolate de Ren y pensando de repente que realmente no habría podido vivir sin él en su vida. Alguna vez, dentro de todo su drama y su llanto, cuando todo lo malo ocurrió, él llegó a desear nunca haberlo conocido. Ahora se arrepentía, Ren estaba en su historia por alguna razón e imaginar un universo donde ese niño pelirrojo no llegara a ayudarle con su maleta, no se presentara en su casa con Kuma como regalo, no le fastidiara a lo largo de los años, no le besara como lo hacía, no le hiciera el amor como en ese momento, simplemente fue demasiado doloroso. Le necesitaba, cada vez que sentía como el otro le llenaba en cada envestida, comprendía lo mucho que le necesitaba, lo mucho que siempre lo amó.

                —Ren… ahh… yo… ahh…nghh… lamento… lamento todo…

El aludido apretó sus caderas con sus manos para profundizar sus movimientos y Yuu suspiró con más fuerza perdiendo el sentido. Si seguía moviéndose de esa forma no iba a durar mucho tiempo. ¿Por qué Ren siempre llevaba las cosas al límite? ¿Por qué incluso cuando hacían el amor él no podía ganar? Le destrozaba la cordura con cada envestida y su deseo se incrementaba a cada mirada lujuriosa que el pelirrojo le lanzaba mientras le acariciaba sin parar.

                —No… no mi fierecilla… perdóname tú a mi… no permitiré que vuelvas a llorar nunca más—dio una única estocada profunda y el pequeño Kaichou apretó sus hombros con fuerza mientras jadeaba con más lágrimas—Solo así Yuu, solo lágrimas de placer planeo provocar en ti…

                —Ya… cállate…

Te amo tanto infeliz bastardo, pensó lloroso de excitación y feliz, emocionado como nunca. Porque le creía, nuevamente creía todo lo que ese miserable le estaba diciendo. Sabía que nunca volvería a sufrir a su lado, confiaba plenamente en su amor y él también quería demostrárselo. Sin poder evitar sus deseos, le besó dulcemente y Ren continuó sus movimientos, correspondiendo su beso, abrazándolo más fuerte, aumentando la intensidad de sus estocadas. Al ser tan pequeño, Yuu era tan estrecho, que cada vez que estaba dentro de él, le apretaba de una forma deliciosa, llena de éxtasis. Solo cuando el conocido orgasmo comenzó a llenar el cuerpo de Yuu, éste se separó de su boca y suspiró con más fuerza apretándolo contra sí. Su rostro perdido en el placer fue suficiente incentivo y aceleró sus movimientos en su interior solo para lanzar un ligero gruñido cuando ambos, casi como si se hubiesen coordinado, se corrieron fuertemente. Yuu entre sus vientres, Ren dentro de él.

Una vez terminado el desenfreno, ambos comenzaron a respirar acompasadamente y volvieron a mirarse a los ojos. Ren besó sus labios fugazmente y se recostaron en la cama sin separarse para nada mientras comentaba con cierta chanza.

                —¿Qué tan malo sería que te dijera que te amo ahora mismo?

El Kaichou frunció la boca y le respondió con cara de pocos amigos.

                —Yo no le veo lo malo estúpido.

Ren sonrió brillantemente y Yuu no supo si reír también o molestarse con ese idiota engreído. Le desesperaba, le hacía enojar, superaba con creces su paciencia y sin duda, un día de esos iba a terminar matándolo a golpes por sus comentarios burlones.

Pero lo amaba, ciertamente amaba todo eso y más de él.

****

Era una plaga.

No había mejor forma de definirla que esa. Era una plaga. Takashi amaba a su hermanita, en verdad que sí, pero en esos momentos deseaba con su alma haber sido hijo único. Dos semanas habían transcurrido desde que él, en un estúpido descuido, acabó con lo poco de inocencia que quedaba de la pequeña. A partir de ese día, Koti-chan no los dejaba respirar ni una sola vez, era en serio. Los lunes, se colaban en su habitación para verlos despertar e irse juntos a la escuela, durante algunas clases, aquellas que seguramente la niña se volaba, se inmiscuía en su salón y llegaba con preguntas subidas de tono. Que si lo harían en el salón, que si esta vez usarían otra posición, que si Enjou haría sexo oral o lo volvería a hacer Takashi. Y eso solo era un día. El resto de la semana, les perseguía en sus citas, se metía entre ellas, cuando su padre llegaba por ellos, no se cansaba de insinuarle al mayor que ellos ya habían tenido sexo. Afortunadamente Tenshi era tan distraído y lento que nunca captaba las mismas, pero en más de una ocasión estuvo cerca.

El colmo fue cuando Koti-chan le dijo directamente al mayor que ya lo habían hecho y peor, sin protección. Enjou perdió todo el color de su rostro ante la mirada seria que su “suegro” le lanzó y Takashi estaba que quería ahorcar a su hermana. Todo empeoró con la pregunta directa del padre. “Al menos no te corriste dentro de él… ¿Verdad?” y la cara que el hijo de Fusaki puso, aunada a la vergüenza de escuchar al hombre decir tales cosas como si nada, corroboró lo que el mayor temía.

Les regañó claro está, debían usar protección, era parte de la higiene y no sé qué más cosas dijo. Koti-chan secundó los regaños, Enjou se sintió muy apenado y Takashi furioso, como nunca lo había estado. A partir de ello, el castaño siempre estaba de mal humor cuando su hermanita lo asediaba y Enjou trataba de ser lo más humanamente posible amable, lo cual hacía enojar más al chico. Ya no la soportaba, de verdad que no, si no alejaba a esa plaga de ellos, se iba a matar.

                —¿Pero por qué estás tan enojado?—preguntó Enjou mientras se alistaban para ir a la escuela.

El chico de los ojos enormes frunció el ceño.

                —¿Qué no es obvio? Ahora no tenemos privacidad alguna. ¿Cuándo fue la última vez que lo hicimos? Hace dos semanas exactamente. Ya no puedo besarte, ya no puedo ni siquiera tomarte la mano sin que ella aparezca y me enoja, porque yo quiero estar contigo y… y… y seguramente ya estás harto de la situación como yo—le miró ansioso—No irás a dejarme por eso. ¿Verdad? Dime que no lo harías Enjou, dímelo o juro que la amarro a un poste para que no se nos acerque más.

Enjou hizo un gesto alarmado y se acercó a él mientras trataba de calmar su histeria.

                —Relájate Takashi, nunca te dejaría. ¿Acaso ya olvidaste que te amo? Puedo con Koti-chan y mucho más, así que no te alteres. Estás muy nervioso, te enfermarás.

Tomó sus manos entre las suyas y le dio un dulce beso como prueba de sus palabras. Takashi lo correspondió un poco más tranquilo. Sus labios tenían la capacidad de hacerlo olvidar todo lo que le pasaba. Lo abrazó fuertemente a él y la intensidad de su beso fue aumentando, sus lenguas se entrelazaron, sus manos se acariciaron y cuando pensaban seriamente en la posibilidad de no asistir a su primera clase, el gritito agudo interrumpió toda intención.

                —¡Kya! ¡Lo harán en la mañana! ¡Qué genial! Dejen que saque el celular…

Takashi se separó de Enjou y gruñó sin soportarlo más mientras se alejaba a toda prisa en dirección al baño en un intento por alejar esos pensamientos asesinos contra su “linda” hermana. Enjou lo miró partir algo ansioso y miró a Koti-chan sin saber qué sentir a ciencia cierta.

                —Discúlpalo… está… algo nervioso, hoy tiene un examen—mintió pero la niña obviamente no le creyó.

Miró hacia el baño y trató de bajar el tono de su voz lo mejor que pudo.

                —Bueno, al menos enojado no se acuerda de todo lo malo que ya sabe. Prefiero verlo así que triste, no me gustaría que Takashi nii-san se sienta mal.

El pelinegro se removió inquieto en su lugar y confesó mientras terminaba de arreglarse.

                —Es que aún no se lo he dicho.

La niña de los ojos grandes los ensanchó aún más y replicó en voz baja:

                —¡Aún no lo sabe! ¡Pero Enjou nii-san!

                —Lo sé, lo sé… le he ido soltando algunas cosas. Por ejemplo, que yo soy el chico que conoció hace dos años, que sí lo busqué y fui rechazado, que no soy el escritor… pero aún no me atrevo a contarle quién es el escritor en verdad y… todo lo de los rumores…

Koti-chan lanzó un suspiro mientras se acariciaba la barbilla. Después de varios minutos pensando y mirando ocasionalmente al baño, en caso de que Takashi saliera, la niña habló.

                —Supongo que está bien que no se lo hayas dicho. Tomo-san quiere hablar con él, disculparse, esa sería una buena oportunidad para que lo supiera.

                —¿Tomo-san? ¿El amigo de Takashi?—la menor asintió y él continuó con cierta tristeza—Va a sentarle muy mal cuando lo sepa, me preocupa.

                —Descuida, Takashi nii-san es fuerte—le guiñó el ojo y cambió bruscamente el tema mientras le tomaba una fotografía con su celular—¿Y bien? ¿Cuándo planean volver a tener sexo? Me estoy secando en esperar. Sé que grabé la primera vez con mi celular y podría verlo una y otra vez, pero estuve checando y la cámara tiene muy baja resolución, casi no se ve nada. Eso me enoja

El chico entrecerró los ojos. Nunca volverían a hacerlo si esta niña no le paraba a su acoso, eso era seguro. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo deshacerse de ella? Parecía imposible.

                —Koti-chan… no vamos a tener sexo mientras tengamos la certeza de que estás ahí, cuando invades la privacidad de alguien, al grado de que ya te nota, es imposible.

                —¿Estás diciendo que cuando los acose ustedes no deben de saberlo? Interesante…

Enjou ensanchó los ojos y negó frenéticamente.

                —Estoy diciendo que ya no debes hacerlo.

                —Jamás—replicó con firmeza—El yaoi es mi vida. Cuando tenga el dinero suficiente para comprar una cámara réflex como la de Misaki-sensei, entonces mi vida será mucho más completa. Podré grabar con calidad, tomar fotografías—suspiró emocionada—¡Ya lo imagino!

Fue entonces cuando el chico de los ojos grises prestó mucha más atención al dato.

                —¿Quieres una cámara como la de Misaki?—ella asintió y él tanteó el terreno, no debía olvidar que hablaba precisamente con Koti-chan, la sumamente inteligente y perspicaz Koti-chan—¿Y qué serías capaz de hacer por ella?

                —¡Haría cualquier cosa Enjou nii-san! Si alguien llegara a ayudarme para comprar mi cámara réflex, haría lo que sea, incluso le obedecería en lo que pidiera…

El chico sonrió, ya tenía un plan. Fingiendo un gesto de incredulidad e inocencia, Enjou susurró:

                —Bueno… espero que no lo olvides Koti-chan, no olvides esas palabras.

La niña lo miró sin comprender y él trazó el plan en su cabeza rápidamente. Le devolvería la paz y la tranquilidad a su amado Takashi y de paso… bueno…

Haría feliz a una pequeña fujoshi.

****

Estaba en el patio de la escuela.

A diferencia de la mayoría de los estudiantes de esa escuela, Kotoko prefería siempre almorzar en el patio frente a las canchas de fútbol. Había una banquita lo suficientemente alejada como para no ser golpeada por los balones, pero lo suficientemente cerca como para poder mirar.

Estaba por dar la primera mordida a su sándwich cuando alguien se sentó a su lado haciendo sombra. La rubia levantó la mirada y por poco y se atraganta con lo que estaba comiendo al comprender quién era. Rui Miyano, con sus piercings y su cabello verde, estaba ahí y le miraba sin una emoción definida. No parecía molesto como pensó que lo estaría, pero tampoco sabía qué esperar de él en realidad.

                —Hola Kotoko-chan. ¿Puedo hacerte compañía?

Ella medio titubeó pero asintió sin comprender por qué estaba ahí, en su escuela y no en sus clases de siempre. Seguramente se había volado sus clases solo para poder hablar con ella y aquello la ponía nerviosa, muchísimo, pero trató de lucir serena.

                —No pensé que volverías a hablarme… no después de… bueno…—se removió inquieta pero fue directa y el chico al notar sus emociones, la interrumpió.

                —Suena como si estuviese enojado contigo y no es así—medio le sonrió—Solo… necesitaba tiempo para meditar las cosas… yo… de verdad no lo esperaba… fue un shock para mí.

Kotoko lanzó un suspiro. Desde que Aoi le había hablado de sus planes de marcharse de esa ciudad a través de un intercambio y de lo mucho que se modifican tus aspiraciones después de que alguien rompe tu corazón, algo en ella también había cambiado. Quizá para bien o para mal, había decidido simplemente rendirse con Rui y aceptar las consecuencias de sus actos. Las decepciones amorosas siempre sirven para madurar, para saber qué errores puedes evitar en una relación futura y aprovecharla de la mejor forma. Aunque la palabra “provecho” suponga algo frívolo y banal, la realidad es que las personas suelen hacer eso. Ella aprendió la dolorosa lección de que no debemos pretender ocupar el lugar de otra persona y mucho menos creer que, por el hecho de ser “notada”, esa persona te amará.

                —Lo siento—soltó ante el sepulcral silencio que se había instalado entre ellos y el chico del cabello verde la miró sorprendido. Ella continuó—Yo no debí imponer mis sentimientos sobre ti. Ahora soy completamente consciente de que te tomaría tiempo. No hay problema, el afán de que sepas lo que siento por ti no es que me correspondas, solo es que estés al tanto de que yo voy a luchar, pero lo haré de la forma correcta.

Rui bajó la mirada ante tanta firmeza y sonrió ligeramente.

                —Quiero que lo hagas.

Ensanchó sus ojos pero conservó la pose tranquila.

                —¿Estás seguro?

                —Sí, no quiero dejar de ser tu amigo Kotoko y sé que es injusto que te pida eso aún con tus sentimientos pero yo… no quiero estar cerrado a ninguna posibilidad. Quiero que sigamos viéndonos para que… tal vez… en el futuro… algo se pueda dar…—se rascó la nuca sintiéndose ansioso—Bueno… solo… si quieres darme ese tiempo…

La chica le sonrió brillantemente y Rui pensó que sin duda, no sería nada malo el enamorarse de ella.

                —No te fuerces, si es posible se dará, si no, yo lo entenderé—le dio la mano—pero acepto… seamos amigos.

Él tomó su mano y el timbre sonó marcando que era momento de volver a clase. Se soltaron de las manos y la despidió con una sonrisa y agitando su mano derecha.

                —Nos vemos después, Kotoko-chan

La aludida comenzó a alejarse y justo entonces, detuvo sus pasos y regresó solo para darle un beso en la mejilla al sorprendido muchacho.

                —Nos vemos, Rui—susurró en su oído y entonces sí se alejó corriendo a sus clases.

Rui sostuvo su mejilla sintiéndose avergonzado y suspiró. Quizá… Kotoko no tendría que esforzarse demasiado.

Notas finales:

Kotoko ligando en menos tiempo de lo que se tardaron Enjou y Takashi en admitir sus sentimientos jajaja

Espero fierecillas que les haya gustado, me esforcé mucho, amo a la linda Kana, maldita, ella tiene suerte de ver yaoi y no lo aprovecha!!!!

Koti-chan es en serio una plaga, pero Enjou pancito lo resolverá, lo cuál me lleva a lo que tengo que comunicar y que se me había olvidado (más bien fingí olvidar por dolor jaja)

El próximo capítulo es el epílogo, así es, como se los dije antes, Takashi sabe todo en el epílogo y así será, muchas cosas se cierran, pero otras quedan inconclusas, no temaís, en el especial se cerrará el ciclo por completo :D

Así que, aún no es el final, espero tener el capi a tiempo ahora sí y muchas gracias por haberme acompañado hasta aquí :D

Sin más, espero que les haya agradado y deseen regalarme su opinión, los amo mucho, ya lo saben y pues... gracias, nos vemos 

Bye bye :)


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