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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Que el yaoi esté con ustedes... que así sea

(Se lanza a llorar dramáticamente)

Estamos en el final (sigue llorando)

Sé que no he contestado sus reviews, les cuento la historia, jodí el cargador de mi compu jajajaja (no es gracioso) y usé la poca pila que quedaba para escribir)

Ya compre uno apenas hoy, entonces pues ahora mismo me pongo a responderles ;)

Nuevamente entro en llanto. Hemos llegado al final de esta precuela, en lo personal, la amé mucho. Adoro a Kobashi, pero ver este trasfondo fue bueno para mi, adoré a cada uno de los personajes y es doloroso decirles adiós (Izumi!!! No me dejes!!!)

Les quiero dar las gracias en verdad, por soportar mis crisis de empleo y esas cosas jaja, les quiero muchísimo, gracias por acompañarme en este viaje que aún no termina, pues nos queda el especial y habrá algo de estos personajes en él.

Sin más charlas lacrimógenas, les dejo el epílogo, espero que les guste :D

 

Epílogo: Goza lo aprendido, Fujoshi de mi corazón

 

Iba de la mano con Izumi en dirección a la cafetería, a su mesa de siempre. Por fuera, Misaki se veía impasible, tranquilo y hasta indiferente, pero por dentro, siguiendo los vomitivos clichés de Takashi Kotori, estaba muerto de felicidad. Le entusiasmaba como nunca en su vida le había emocionado algo el hecho de que Izumi le tomara de la mano. Cuando le miraba entre el almuerzo o cuando compartían el tiempo en el Club de lectura, una parte de Misaki temblaba por dentro. Era cierto que Izumi continuaba siendo inexpresivo y nunca le llamaba con apelativos dulces, pero para ser sincero, nada de eso le interesaba. La sola idea de que él llegara un día con el castaño y le dijera “Mi amor” le provocaba un coma insulínico y un empacho seguro.

Así que no, a él le gustaba como estaban las cosas entre ellos en ese momento. Sin embargo, no por ello negaba las fluctuaciones en su torrente sanguíneo cada vez que le tomaba la mano o le miraba o le sonreía de vez en cuando. Amo esa sonrisa, la amo tanto que no quiero que nadie más que yo la vea, es mía, solo mía.

Sus posesivos pensamientos fueron interrumpidos cuando Izumi se detuvo y miró al frente con su serenidad de siempre. Él hizo lo mismo y arrepintió al instante. La persona que más odiaba en toda su vida les miraba a ambos con una sonrisa y cuando notó sus manos entrelazadas, enarcó una ceja. Misaki se puso a la defensiva al instante y le devolvió la mirada con todo el odio que le tenía.

                —Hola Izumi—saludó dulcemente Aoi Maya y luego miró a Misaki—Hola Misaki.

El rubio no contestó bufando por dentro, pero Izumi sí lo hizo.

                —Hola Aoi. ¿Necesitas algo?—preguntó amablemente y la gastritis en el estomago de Misaki se incrementó.

Sabía que nunca podría evitar que esa maldita de Aoi y su Izumi hablaran, después de todo, habían sido novios y, al parecer, los unía un sentimiento mayor. Pero su razonamiento no le permitía no tener celos y muy a su pesar los tenía. Quería a esa zorra malnacida que les había hecho tanto daño a él y a Yuu, muy lejos de su novio, pero no lo podía evitar. Ya había aprendido la lección.

                —Sí, me gustaría hablar. ¿Vamos al club de lectura?

Sobre mi cadáver dejo que tú e Izumi estén solos en ese salón. ¡Qué ganas de arrastrarte de los cabellos! ¡Qué ganas de armar un escándalo para que te quede claro que él es mío! Bajó la mirada, debía controlar esa parte tan fea de él. Izumi no era de su propiedad, si él siempre le dejaba volar libremente como a los canarios… ¿Por qué no podía hacer lo mismo? Dio un gran suspiro e Izumi le miró de reojo por tal. Justo entonces Misaki asintió, dándole a entender que podía ir con ella sin ningún problema. El chico de los ojos verdes replicó con otro suspiro pausado y apretó su mano con un gesto un poco exasperado, como si Misaki no lo hubiese entendido del todo.

                —De acuerdo, iremos—respondió Izumi.

Misaki creyó que le soltaría e iría tras Aoi. Ya se imaginaba a sí mismo dándoles un lapso de tres minutos antes de lanzarse a espiarlos como el vil enfermo que era. Pero aquello no fue necesario, pues Izumi no le soltó, al contrario, comenzó a caminar con él a su lado, a lo cual, ensanchó sus ojos lo más que pudo y le preguntó:

                —Izumi… oye… ¿Por qué voy contigo? Espera…

El aludido se detuvo y le miró fijamente como si fuese un tonto que en definitiva no entiende nada.

                —Porque no hay nada que Aoi tenga que decirme que tú no puedas oír. Ahora eres mi pareja, es lógico que sepas todo de mí. ¿No crees?

Pudo sentir el rojo en su cara y la firmeza de sus palabras le llenó el pecho. Izumi era tan maduro, en cambio él no hacía más que tener el cerebro lleno de celos y planes siniestros. ¿Por qué eres tan increíble conmigo? ¿De verdad me merezco tanto de ti? ¿Qué fue lo que hice bien para que tú te fijaras en mí, precisamente en mí? Se cuestionó y le sonrió asintiendo ante su discurso.

                —Tienes razón, vamos.

Y de ese modo continuaron caminando mientras Aoi los conducía. Un par de vueltas en los pasillos y la puerta del salón B21 se presentó frente a ellos. Estaba abierta, así que Aoi entró, luego Izumi junto a Misaki. El rubio esperaba que esa infeliz le mirara con condescendencia, como siempre lo hacía, como esa vez en que le habló de la “traición” de Yuu. Pero cuando Aoi Maya, la sumamente hermosa e idolatrada Aoi Maya hizo una reverencia frente a él, tuvo que controlar su respiración, la cual estaba a punto de fallarle debido a la sorpresa.

                —Primero que nada, quiero disculparme contigo Misaki. Lamento fervientemente todo el daño que te hice al llevarte a ver ese beso, al separarte de Yuu, al pedirle a Ren que te alejara… por todo… perdóname de corazón…

No podía creerlo, esa malnacida se estaba disculpando con él, estaba rebajando su orgullo y todo lo que le había dado a entender con sus miradas mordaces. Miró a Izumi en busca de una explicación y el oji-verde encogió los hombros como si estuviese pasando lo más normal del mundo.

                —Yo… realmente… yo…—no sabía qué decir, en verdad que no lo sabía y la rubia leyó su mente, pues interrumpió antes de que él dijera algo más.

                —No espero que me perdones tan fácilmente, te conozco casi como a mí misma. Somos más parecidos de lo que crees, pero debes entender que mi única intención ahora es enmendar mis errores. Me he disculpado con Yuu Madara y solo faltas tú, además… de otra persona…

Entrecerró los ojos evitando notar a Izumi, por miedo a ver en su rostro un cierto reproche.

                —En eso tienes razón, no debes esperar a que te premie por tus “flamantes” acciones. Pero si Yuu, quien fue el más herido en esta situación, pudo perdonarte, yo no tengo más que decir.

Aoi Maya sonrió con satisfacción.

                —Sabía que no me equivoqué al elegirte Misaki Takaba. Eres mucho más sensato y consciente de lo que aparentas.

Él entrecerró los ojos sin entender nada e Izumi intervino.

                —¿Hay algo más que desees decir Aoi? Estoy seguro que disculparte no es lo único.

                —Ciertamente, hay algo más Izumi. Yo vine a despedirme—le miró con ternura, con todo el amor maternal que le profesaba y Misaki parpadeó sin comprender lo que había dicho. ¿Despedirse? Ella siguió hablando con una sonrisa dulce mientras trataba de contener las lágrimas—He tramitado un intercambio, me voy la próxima semana… es… como dices Izumi… la golondrina debe volar lejos para encontrarse a sí misma.

                —Y lo logrará, estoy seguro de eso—respondió con una media sonrisa el castaño.

Aoi no se contuvo más y se lanzó a los brazos de Izumi, quien la recibió tranquilamente ayudándole con sus lágrimas. A Misaki casi le da un paro en ese momento, pero se contuvo de cualquier cosa, algo le dijo en su interior que ese momento era especial para ellos y, arruinarlo con sus celos ridículos, sería demasiado ofensivo.

                —Te quiero muchísimo Izumi, siempre te llevaré en mi corazón.

                —Y yo a ti Aoi, te echaré de menos—agregó con su rostro inexpresivo de siempre.

Ambos se separaron y se miraron fijamente por varios minutos. Crecieron juntos, se conocían desde hace casi once años, compartieron sonrisas, lágrimas, sorpresas y de más. Aoi estuvo con él cuando sus padres se fueron, sostuvo fuertemente su mano y le dijo que todo iba a estar bien, que ella le cuidaría siempre velando por su felicidad. Aoi era mucho más que una amiga, era su hermana del alma y siempre sería especial para él.

Al rubio, quien esperaba pacientemente sin decir ni una sola palabra, esa bella conexión entre ambos le desesperó, pero comprendía que para Izumi, Aoi siempre iba a ser importante y no movió ni un centímetro de su cuerpo respetando aquella unión, lo cual le costaba muchísimo. Casi al momento, la ex-prometida de Izumi Kou rompió ese mágico momento y miró a Misaki con un ligero tono de advertencia.

                —Cuídalo bien Misaki Takaba, hazlo feliz. Si me llego a enterar de que le haces sufrir, entonces te juro que regresaré y te lo arrebataré. Después de todo, yo era la novia oficial—ladeó la cabeza bromeando con lo último y Misaki la miró mal.

                —No hace falta que me amenaces, yo lo sé muy bien.

                —Eso espero.

Izumi se metió como si no hubiese notado la tensión entre ese par.

                —Buena suerte en tu viaje Aoi, cuídate mucho.

La chica rubia asintió con una cálida sonrisa y comenzó a alejarse mientras se despedía con la mano. Izumi apretó la propia con la de Misaki y el oji-azul brincó con el contacto, observando los ojos verdes de su novio, leyendo en ellos la preocupación, la nostalgia y el cariño que sentía por Aoi Maya. Nuevamente se sintió mal por sus propios pensamientos y se colocó frente a él mientras tomaba su otra mano y aferraba ambas a las suyas.

                —Lo lamento, sé que la vas a extrañar mucho.

                —Así es—respondió el más alto y acercó su rostro al suyo—Pero estaré bien, ahora te tengo a ti y nada más me hace falta.

Estaba avergonzado. ¿Cómo podía Izumi decir esas cosas con un gesto tan descuidado? Estaba por reclamarle, claro está, pero entonces el serio e indiferente “Cuidador de aves”, le dio un suave beso en los labios y toda idea se le borró de la mente. No pudo evitarlo y para su sorpresa, envolvió a Izumi en un abrazo mientras le aseguraba firmeza.

                —Así será siempre Izumi, yo voy a estar contigo todos los días de mi vida, mientras tú me quieras, claro está.

El chico de los lentes giró los ojos y devolvió el abrazo besando sus rubios cabellos.

                —Siempre te querré.

Se miraron a los ojos y esta vez unieron sus labios en un beso intenso. Para ellos, no eran necesarias las palabras melosas, los mimos y las cosas cursis de las parejas enamoradas. Ellos  habían aprendido acerca del verdadero amor el uno del otro y aquello era mucho más gratificante que cualquier cosa. Estaba de más llamarse “mi amor” y hacer cursilerías como en las películas. En ellos no hacía falta, solo bastaba con mirarse a los ojos un momento y sentir como en sus labios, en sus caricias, el amor fluía sin necesidad de discursos. Se amaban y eso era lo único importante.

Las palabras sobraban entre los dos.

****

Quería almorzar con él y le valía un reverendo cacahuate sonar cursi y desesperado, pero quería hacerlo. Claro, desde que habían “regresado” pocas veces compartían una porción de tiempo estando juntos. Yuu siempre almorzaba con Misaki y Takashi o cuando su rubio mejor amigo se iba con Izumi y Takashi con Enjou, el Kaichou le evadía con maestría para saltarse el almuerzo y trabajar en el Consejo con su papeleo. Fierecilla escurridiza, pensó sombríamente el capitán del equipo de natación y continuó caminando en los pasillos para ver si lo encontraba.

¡10 puntos para mí! Gritó en su interior cuando al dar la vuelta, comprobó sus sospechas. Yuu Madara estaba atando cruelmente a un par de chicos de grado inferior. Tenía en su cara un gesto molesto, de aquellos que, aunque nunca se lo dijera, hasta a él le daban miedo. Los pobres desafortunados miraron en su dirección pidiendo ayuda y él fingió no verlos. Molestar a la fierecilla en pleno ataque era suicidio, aunque bueno… salir con ella era aún más grave. Sí que le gustaban las cosas extremas.

                —Esto es para que aprendan a no jugar con la comida. Hay millones de personas en el mundo luchando por comer aunque sea una milésima parte de lo que ustedes desperdician, deberían morir ahogados en el armario—regañó el pelinegro mientras apretaba el nudo.

                —Pero Kaichou…

                —¡Pero nada!

Uno de los chicos lanzó un profundo suspiro y agregó como si amara la muerte.

                —¿Sabe algo? Me agradaba más el Kaichou cuando estaba deprimido.

Como respuesta, solo consiguió que Yuu le zampara un calcetín en la boca para que no hablara más y Ren creyó justo intervenir. Salió de su escondite y los chicos atormentados creyeron que venía rescatarles. Lástima, se quedarían esperando.

                —Aquí estás. Te he estado buscando por todas partes. Ya es hora del almuerzo y esta vez no te me vas a escapar querida fierecilla.

La mirada endiablada que le dirigió el chico de los ojos ambarinos seguramente era capaz de helarle la sangre hasta el ser más fuerte del mundo, pero Ren no se dejó intimidar. Sabía que Yuu podía mirarle peor y también conocía sus hermosas miradas de amor. Aunque casi nunca se las mostrara a menos que lo pillara con la guardia baja.

                —No me llames así—dijo secamente y agregó con encono en la voz—Y ahora mismo no estoy de humor para que me fastidies. No almorzaré contigo.

                —¡Pero por qué no! ¡Yo quiero pasar tiempo contigo! Casi  no te veo en la escuela y cuando voy a tu casa yo tengo que…

Le lanzó otro de sus calcetines para que cerrara la boca. Ese tipo no podía ir por ahí contándole al  mundo su relación. No era como si se avergonzara de tenerlo como novio, pero la sola idea de que alguien notara que había una sola persona en el mundo capaz de controlar su temeridad, le hacía querer morir. Si se supiera, él perdería todo respeto. No y no. Nadie lo debía saber, principalmente ese idiota descerebrado de Ren.

                —¡Muy bien! ¡Ya entendí! ¡Almorzaremos!—giró los ojos ante la sonrisa pagada de sí mismo de ese imbécil y agregó frustrado—Solo deja que termine esto, así que… ¿Por qué no te adelantas? Así podrás apartar una buena mesa.

Ren enarcó una ceja pero asintió mientras cruzaba los brazos y caminaba casi a su lado, pues la cafetería estaba en la dirección opuesta a la del Kaichou.

                —De acuerdo, te estaré esperando.

Yuu negó repetidas veces con su cabeza y continuó con las mordazas y los golpes. El pelirrojo continuó caminando pero no se sentía satisfecho. No había logrado alterar a Yuu lo suficiente, no comprendía su afán por hacerlo enojar. En el pasado lo hacía para que Yuu nunca dejara de pensar en él, en un patético intento por ocultar lo mucho que le fascinaba. Pero ahora no le veía motivo. Simple diversión perversa, le dijo su mente y justo entonces se detuvo solo para sonreír maliciosamente. Comenzó a regresar en sus pasos con cautela y se hizo notar hasta que ya estaba lo suficientemente cerca de Yuu como para que pudiese huir.

                —Otra cosa Yuu…—habló en voz alta y el Kaichou apretó sus puños con enfado.

                —¿Y ahora qué quieres?

Sin que lo esperara, Ren se acercó a su oído y susurró suavemente:

                —Nada… solo… te amo…

Las cuerdas y todo instrumento de tortura cayó de sus manos y el rostro de Yuu adquirió un bonito y adorable tono rojo que fascinó a Ren, quien solo se alejó una vez hecho el “daño”. Hijo de perra maldito, se dijo en su interior con el corazón latiéndole como un idiota enamorado. Cosa que era, si lo analizaba. El chico que aún no había sido silenciado, notó su rostro y comentó casualmente.

                —El Kaichou está sonrojado.

                —¡Cierra la boca!—replicó Yuu usando otro calcetín para silenciar lo obvio.

De verdad odiaba a Ren Ashiya con toda su alma. Nunca se cansaría de odiarlo. Pero lo amas. No, no lo amaba, definitivamente no estaba enamorado de semejante bastardo infeliz. No lo estaba.

Sí, sí lo estás, le contradijo su consciencia y muy a su pesar le dio la razón.

****

Movía sus piernas elevando sus caderas lo mejor que podía, sus brazos también hacían movimiento y él trataba de coordinar su respiración cada vez que se introducía. Le estaba costando muchísimo apurarse, pero sabía que debió haber perdido la práctica después de tanto tiempo sin esa clase de actividad para su cuerpo. Tomó una bocanada de aire y se preparó para otra ronda sintiendo un frío en el cuerpo, pero sin detenerse. Quería ver hasta dónde podría llegar, cuál era su límite y sólo usando toda su fuerza en cada momento, lo descubriría.

Volvió a mover sus piernas y sus caderas le dolían, pero no podía detenerse ahora que había tomado valor y continuó nadando hasta llegar a la línea de salida de la alberca. Volvió a recuperar oxígeno al salir del agua y se quitó el gorro y los goggles mientras se tocaba el pecho. Sí que perdió condición, sin duda tenía que echarle muchas ganas si quería quedarse en el equipo de natación. Era el más lento de todos, el más lento, Takashi no se explicaba cómo era posible que fuese tan lento a pesar de los años, pero lo atribuyó al tiempo que dejó de hacerlo y, agregándole la lesión, prácticamente, el chico nunca había tocado el agua de esa piscina.

Una mano le extendió una toalla mientras salía de la alberca y se sentaba en la orilla. Takashi distraídamente la tomó y cuando se giró para ver de quién se trataba, se sorprendió mucho. Se secó un poco con la toalla y Tomo-san, se sentó a su lado con un gesto entre indiferente y tímido.

                —Hola Takashi.

                —Hola Tomo-san. Es extraño que estés aquí, me sorprende. ¿Cómo lograste entrar?

El chico en cuestión le restó importancia con la mano.

                —Eso es lo de menos… yo… necesito hablar contigo—le ofreció su mano para que le acompañara a las gradas y esa actitud de Tomo-san le generó curiosidad. Él no solía ser así.

                —Bien.

Takashi salió de la alberca, continuó secándose y ambos se sentaron en el lugar indicado. Tomo-san le huía la mirada, como si lo que estuviese por decirle fuese sumamente grave y él no entendía. ¿Qué tan malo podía ser como para que fuese a verlo hasta su escuela? Él conocía su nueva dirección, pudo haberlo buscado ahí.

Tomo-san lanzó un gran suspiro y comenzó.

                —Mira Takashi… hay… una historia que quiero contarte. Se trata de un chico, un chico que tenía un mejor amigo, el cual siempre parloteaba distraídamente a su alrededor. Era noble, de buenos sentimientos, pero algo torpe y crédulo. Un día, ese chico conoció a otro chico que a simple vista a cualquiera le parecería común y simple, pero para este chico, era muy lindo. Se gustaron, tuvieron una hermosa cita y un hermoso beso. Ambos quedaron de volver a verse.

El castaño interrumpió su relato con una pregunta.

                —Estás contando mi historia. ¿Verdad?—Tomoki asintió—Pero ya la conozco y… bueno… muchas cosas pasaron pero ahora, Enjou y yo estamos juntos…

                —Sí, eso es cierto, pero hay una versión de la historia que no conoces. La versión en la que tu mejor amigo fue quien contribuyó a que tú no pudieras estar con “Jun-kun” hace dos años.

El chico de los ojos enormes brincó alterado. No comprendía, no comprendía lo que Tomo-san decía. ¿De qué forma él había influido? ¿Cómo? Si lo que le separó de Enjou fue ese mensaje que…. Sus ojos se ensancharon. No… no puede ser…

                —Tú… tú mandaste ese mensaje…

                —No Takashi… no fui yo, pero sí soy responsable de que tú celular cayera en las manos de esa persona que rechazó a Jun-kun en tu lugar.

Sus manos temblaban, no quería saberlo, algo le decía que estaba por enterarse de algo horrible y no quería saber, pero la convicción en la mirada de Tomo-san fue suficiente para entender que debía saberlo. Él debía estar al tanto de lo que ocurrió en realidad. Y principalmente, saber quién era esa persona de la cual Tomo-san hablaba. Si no era él… ¿Entonces quién?

                —¿Quién es esa persona? ¿La conozco?

                —Un poco sí, se trata de Aoi Maya.

Sus sorpresas no terminaban y se tronó los dedos confundido.

                —¿Aoi la amiga de Enjou? ¿Pero por qué hacer algo así? ¿Acaso… ella sabía de mí? Eso… eso…—recordó cosas, recordó cuando él conoció a Aoi y ella lo miró con odio absoluto mientras le preguntaba qué estaba haciendo ahí. Claro que lo conocía, ella lo separó de Enjou.

                —¿Qué no es obvia la razón Takashi? Ella está enamorada de Enjou, siempre lo ha estado.

                —Pero ella estaba con Izumi.

Más recuerdos le invadieron. Misaki y Koti-chan hablando de Aoi y diciendo que ella estaba interesada en alguien más. Era cierto, ese alguien más era Enjou. Era distraído, pero en esta ocasión simplemente era imposible que no atara cabos. Enjou fue lo primero que vino a su mente con tal revelación. Iba a sufrir muchísimo cuando lo supiera, Aoi era su mejor amiga, saber qué ella le había separado de la persona que quería y peor, había fingido un rechazo. ¿Cómo lo tomarás Enjou? ¿Cómo? Tomoki observó la turbación en los ojos de Takashi y se sintió demasiado mal de continuar, pero tenía que hacerlo.

                —Y eso no es lo peor.

                —¿De qué hablas? Hay… más… pero… ¿Cómo?

                —Solo piénsalo un poco Takashi. ¿Cómo crees que iniciaron los rumores sobre ti?

Se sostuvo el pecho llegando a conclusiones equivocadas. ¿Quién lo sabía todo de él incluso mejor que él mismo? Solo Tomo-san, solo él. ¿En verdad le había hecho algo así? ¿Por qué?

                —Tú… ¿Tú los creaste?

Tomo-san negó fervientemente. Era lógico que Takashi creyera lo peor de él, pero no. Él nunca quiso perjudicarlo, no a ese grado. El problema fue que se dejó engañar, que se permitió ambicionar y con ello se olvidó de que la amistad de Takashi era más valiosa que cualquier otra cosa y promesa que Aoi le había hecho. Y que de todos modos no cumplió.

                —No, claro que no. Mi error fue no detenerla a tiempo. Mi error fue no ponerle un alto cuando los rumores comenzaron y mi error fue… permitir que crearán al… al escritor…

Takashi brincó en su asiento y comenzó a negar. No, eso no, definitivamente eso no podía ser verdad. Cualquier cosa menos el Escritor, cualquier cosa menos esa persona que salvo su vida y lo devolvió al buen camino. No, no, no.

                —¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que ver el Escritor en esto? Dime que ellos no… dime que… Tomo-san… por favor…

La mirada de Takashi sobre él, llena de angustia, le hizo sentir el ser humano más horrible del mundo. Estuvo tentado a dejarle vivir en la mentira. ¿Qué daño podía hacerle creer que había alguien maravilloso que veló por él? ¿Qué ganaba con romper su corazón al confesarle que su “salvador” era producto de una mentira? Pero la realidad es que, no era justo y la verdad siempre sale a la luz, Takashi la merecía doliera lo que doliera. Dio un fuerte suspiro y le miró a los ojos.

                —Rui escribió esas cartas para ti, por orden de Aoi, de ese modo, podrías olvidarte de Jun-kun y peor aún, él te vería enamorado de alguien más.

Se tapó los oídos, no quería escuchar más, era suficiente. Pensar en todo el dolor que le provocó a Enjou le superaba. Él sabía del Escritor, siempre lo supo. ¿Cómo puede quererme aún después de tanto tiempo? ¿De tantas heridas? A menos… a menos que…

Volvió a sentarse y le preguntó directamente.

                —¿Él lo sabe? ¿Enjou sabe todo esto?

No le extrañó que Enjou Junko fuese su primer pensamiento al saber la verdad. Era casi lógico, se trataba de la persona que amaba. Y cuando amamos a alguien, esa persona es la primera en nuestra mente y en nuestro corazón, aún sobre cualquier dolor, aún sobre cualquier traición.

                —Sí, lo supo hace dos semanas, Koti-chan descubrió todo. Y el hecho de que tus cartas al escritor fuesen a dar a Aoi, fueron un punto extra. Tu hermana consiguió la carta donde confiesas tus sentimientos a Enjou y al mostrársela, él quiso una explicación. Por eso lo sabe todo.

Takashi comenzó a razonar. Ciertamente, ese día que ellos se confesaron su amor, Enjou se veía extraño y le había hablado del Escritor. Además, poco a poco le había ido explicando muchas cosas y tal vez, en el fondo, Enjou trataba de prepararlo para ese momento, cuando él lo supiera todo. ¿Pero por qué te preocupas por mí? A mí no me hicieron nada, fuiste tú el más herido.

Algo más hizo clic en él. ¡Koti-chan! Eso quería decir que su hermana estaba al tanto de todo, por ello fue que llegó con él diciéndole que conocía su pasado, porque esa pequeña niña monstruo adorador del yaoi descubrió toda esa red y le ayudó eliminándola para él, solo para él. Recordó su sonrisa brillante hablando de Boys love, recordó su promesa de siempre velar por su felicidad y recordó su cara entusiasmada cuando grabó su sexo. Las lágrimas fluyeron sin que lo pudiese evitar y Tomo-san no supo qué hacer con ellas, trató de calmarlo dándole golpecitos en el pecho y Takashi negó con una sonrisa aún entre llanto.

                —Mi hermana es una enferma… pero es maravillosa. Ella hizo lo que yo nunca hubiese podido hacer. Enfrentó a los demonios por mí. Está completamente loca y la amo…  por eso y más. Ella es… es…

                —Como de otro mundo—completó una tercera voz apareciendo.

Ambos chicos brincaron y Enjou se colocó automáticamente a su lado para limpiar sus lágrimas con dulzura. Tomo-kun sintió que estaba sobrando, pero no sabía cómo salir de ahí.

                —Enjou… lo siento tanto, lo siento muchísimo, si yo hubiese sido más listo… si yo te hubiera buscado… lo lamento de verdad…

El pelinegro giró los ojos con comprensión y lo aferró entre sus brazos mientras negaba.

                —Tranquilízate Takashi, ya todo eso está en el pasado. Lo que importa es el hoy. Ahora estamos juntos y nada ni nadie nos volverá a separar jamás. Se lo debemos en gran parte a tu hermana y también a Tomo-san—miró al aludido y con una ligera sonrisa agregó—Gracias.

                —No, yo les hice daño también, perdónenme ambos.

Takashi, aún en brazos de Enjou, secó sus lágrimas y afirmó:

                —No hay nada que perdonar Tomo-san, está bien. Lo importante es que ahora sabemos la verdad y Enjou tiene razón, hay que vivir el presente. Es lo único que tenemos.

Tomoki Suhara medio sonrió e hizo una reverencia. Ahora era el momento de irse, ese par comenzaría a derramar miel en cualquier momento y a él no le agradaba la idea de ser chaperón. Se despidió de ellos agradeciendo sus disculpas y con la promesa de Takashi de salir por ahí algún día. Justo como pensó, el par de enamorados se tomaron de las manos y, para fortuna de ellos, no había nadie en las piscinas excepto ellos, así que se dieron un beso intenso mientras se abrazaban. Giró los ojos y dejó de mirarles, solo para salir de ahí y toparse con otra persona que no esperaba ver. Y que no quería ver sin duda.

La chica de ojos azules y rizos rubios estaba en la entrada a las piscinas y ciertamente también se sorprendió de verlo, precisamente a él ahí.

                —Tomoki Suhara… ha pasado tiempo.

Él entrecerró los ojos conteniendo todo el odio que le tenía. Ella lo adivinó.

                —Bastante en realidad—respondió secamente—Si buscas a Enjou o a Takashi, los puedes encontrar aquí, muy felices y juntos.

Aoi giró los ojos y suspiró tranquilamente.

                —No hace falta que me lo digas, yo ya me rendí, fui quien le dijo toda la verdad a Enjou, así que no hay nada que temer. No volveré a hacer nada en contra de su relación.

                —Pensar que el día en que dijeras eso me parecía muy lejano es irónico, pero me da igual, a mí parecer no es suficiente castigo para ti.

Ya no quiso seguir hablando. No le gustaba la ponzoña que llenaba su boca cada vez que la veía o pensaba en ella. Así que simplemente apretó sus puños guardando en lo más profundo de su ser, el odio, el desprecio… la decepción y el dolor que Aoi Maya representaba para él. Comenzó a caminar en la dirección opuesta de la que ella venía y la chica, justo cuando lo sintió pasar a su lado, agregó con cierta soltura.

                —Oye Tomoki… me parece… que aún te debo esa cita…

Todo su cuerpo se estremeció por completo con esas palabras y no la miró, simplemente soltó con frialdad, como si no le importara, como si no le enfadara, como si no fuese doloroso.

                —¿Y eso qué?

Ella le miró sintiendo la culpa en su pecho y recordando que había alguien más, además de Kotoko, Rui, Enjou y Takashi, que fue arrastrado por su espiral de egoísmo, como la llamaba Izumi. Tomoki Suhara, el chico que, a diferencia de Rui, no hacía todo por amor, pero lo hacía por una oportunidad, una oportunidad que ella le negó, una oportunidad de la cual se aprovechó vilmente.

                —Solo pensaba que… tal vez… algún día podría dártela…

Sintió esas palabras como una disculpa indirecta y ella sabía que así era. Entre ellos, lo directo nunca había funcionado. Cuando ella le dijo por primera vez “quítalo de en medio”, Tomo no tuvo que preguntar a qué se refería, lo entendió a la perfección. Cuando él dijo “quiero algo a cambio” ella no tuvo que rebuscar en su mente para entender. Cuando hizo su petición y ella dijo “sí” ambos supieron perfectamente que no llegaría a nada. Pero lo que Tomoki Suhara no se esperaba era que, con el paso del tiempo, sus sentimientos cambiarían y lo que antes era solo un capricho se convertiría en un anhelo del cuál Aoi tomaría ventaja sin culpa alguna. Con Rui fue distinto, él eligió sacrificarse, pero Tomoki no, él no lo veía venir, él quería una oportunidad, él tenía una esperanza, algo que ella mató cruelmente, provocando su odio, su completo rencor.

Relajó la tensión en sus puños y con una voz monocorde respondió:

                —Si… supongo que algún día.

Y se alejó de ella antes de que todos esos sentimientos afloraran. Aoi lo vio irse pensando que, de haber hecho las cosas correctamente, quizá se habría evitado más implicados de los que había.

Pero el “hubiera” no existe, eso es lo que dicen.

****

Iban caminando de la mano en dirección a su casa. Después del incidente ocurrido con Tomo-san y las palabras de disculpa, Enjou había esperado a Takashi en las gradas, mientras éste se alistaba para salir del entrenamiento. Siempre en esos recorridos se contaban su día, pues eran pocas las clases que compartían y por lo mismo, a veces no se veían ni en el almuerzo. Era irónico, ya que, el hecho de que no pudiese estar con Enjou era en cierto modo su culpa. Cuando llegó a esa escuela, buscó todas las clases que no coincidieran con el chico que le miraba fríamente. Y pensar que ya habían pasado varios meses después de eso, sin duda la vida era muy cambiante.

En el camino también hablaron todos los datos que hacía falta por revelar. Takashi preguntó temerosamente si Enjou estaba al tanto de su pasado, aquellas épocas locas y perdidas que caracterizaron su vida al no encontrar un camino. El chico de los ojos grises asintió y él sintió miedo de que le odiara o algo parecido, pero Enjou calmó sus miedos. Él le había amado aún con todos sus demonios y no era nadie para juzgarle. Todos cometemos acciones de acuerdo a una situación que nos supera y cuando Takashi confirmó tales palabras explicándole lo duro que fue el divorcio para él y para su hermana, Enjou simplemente besó su frente con cariño.

Estaban llegando al árbol de siempre, donde Takashi había conocido a su dulce petirrojo y, movido por la curiosidad, se acercó al hueco sin soltar la mano de Enjou, solo para encontrar algo que le hizo lanzar un gritito de emoción. El pelinegro sin comprender tanta efusividad, también se acercó y no pudo evitar la sonrisa en su rostro al comprenderlo.

                —¡Mira Enjou! ¡El pequeño petirrojo tiene bebés!—Takashi razonó en su interior y agregó avergonzado—Todo este tiempo creí que era macho y no, resulta que era una “chica”.

Como para comprobarlo, la pequeña criatura ladeó su cabeza y después dio de comer a sus pequeños. Takashi acarició la cabecita de las criaturas y Enjou le dio un beso en la mejilla, como para celebrar su alegría.

                —Se ven saludables, pero supongo que hay que alimentarla más a ella. Iré por la bolsa de la comida. Tú quédate aquí—le pidió y el castaño obedeció embelesado con los pequeños.

Enjou se alejó a toda prisa en dirección a su casa y Takashi sobó su mejilla sintiéndola roja. Él era tan cariñoso, le emocionaba tanto cada vez que hacía algo así que no podía evitar que su corazón diera vueltas sin control. Sacudió su cabeza ante sus cursis pensamientos y nuevamente centró su poca atención a la pequeña petirrojo y sus bebes, dando brinquitos de lo tiernos que eran. Ensimismado en su emoción, no notó como una sombra se acercaba a él y solo fue consciente de su presencia cuando la misma dijo su nombre.

                —Hola Takashi…

El aludido brincó, casi no había escuchado esa voz, pero claro que la conocía. Nervioso pero sin mostrarlo, dio la vuelta y se encontró con Aoi Maya, quien le miraba con cierta vergüenza en el rostro pero también firmeza y decisión. La chica creía que Takashi ya estaba al tanto de toda la verdad desde hace bastante tiempo y había esperado el momento indicado para acercarse a él y disculparse, como con todos los implicados en su red de mafia.

                —Aoi…—susurró débilmente y al hacerlo todas las cosas de las que se enteró ese día vinieron a su mente.

Ella lo había hecho todo, no sola, pero había sido ella. Los rumores, el rechazo, las cartas, Kunihiro, todo. Estaba empezando a tener muchos nervios. A diferencia de cualquier otra persona que, en su lugar, se le habría lanzado encima para recriminarle sus acciones y “hacerle pagar”, Takashi no creía que fuese necesario hacer algo así. Enjou le explicó que fue la propia Aoi quien le contó la verdad y eso había sido porque, en parte, estaba arrepentida de sus actos. Si eso era cierto, él no tenía nada más que decir, pero sí le angustiaba bastante que la chica que en cierto modo era responsable de su pasado sufrimiento, estuviese frente a él, dispuesta a hablar.

                —A juzgar por tu expresión, me imagino que te estás preguntando qué hago aquí.

                —Así es.

El pelinegro de los ojos grises ya volvía con la bolsa de comida para el ave y sus crías cuando se percató de la presencia de Aoi. Estaba por acercarse a Takashi y darle todo su apoyo ante cualquier cosa que estuviese por pasar, pero se tuvo que detener, ya que sin duda, ni él ni el propio mayor de los Kotori se esperaban lo que siguió. Aoi hizo una reverencia frente a Takashi y comenzó a disculparse.

                —Verdaderamente lo lamento Takashi, estoy aquí para ofrecerte mis disculpas. Sé que eso no enmendará tu vida dañada por mí, pero al menos quiero que sepas que no me siento orgullosa de mis acciones. Te herí a ti, la persona más importante para Enjou y en cierto modo, le herí a él con tal actuar. No creo que de verdad me otorgues tu perdón tan pronto, pero quiero que lo sepas. Algún día espero de corazón que puedas hacerlo.

El castaño de los ojos grandes parpadeó sin comprender sus palabras y se acercó a ella pidiendo:

                —Levántate Aoi… yo… no estoy molesto contigo… no tengo nada que perdonar. Aunque no lo creas, entiendo que tus actos fueron por amor—ella estaba por negar y él no se lo permitió—Yo creo fervientemente que no eres una mala persona, la prueba de ello es que estás aquí, pidiendo disculpas. Se requiere de mucho valor para admitir nuestros errores y más para enmendarlos. Así que gracias, por hacerlo, yo lo valoro de corazón.

La rubia le miró pasmada. No se esperaba esa reacción tan sabia de Takashi. Enjou, desde su escondite sonrió, él sabía que Takashi no era una persona rencorosa. La nobleza de su corazón no le permitía guardar esa clase de sentimientos negativos. Con ello comprendió que, tal vez, en el futuro, él podría permitirse darle una nueva oportunidad a Aoi y a Rui con respecto a su amistad.

                —Ahora entiendo porque él te ama tanto—replicó ella al chico que tenía enfrente y se levantó ofreciéndole una media sonrisa—Eres una persona maravillosa, yo nunca hubiese podido ganar contra ti—se negó a sí misma, ya no se trataba de ganar, solo era cuestión de hacer lo correcto. Agregó mirándole con sinceridad—Sean muy felices, se los deseo de corazón.

Hizo otra reverencia y empezaba a alejarse cuando Takashi susurró con amabilidad:

                —Yo también te lo deseo… ojalá hubiésemos podido ser amigos…

Ella se detuvo  y solo giró el rostro, suspirando con nostalgia.

                —Sí… ojalá hubiésemos podido serlo…

Y ya no dijo nada más. Se alejó sintiendo una paz en su interior que nunca había creído. Ahora todo estaba bien, Takashi con sus palabras y su perdón le había dado lo único que faltaba para poder marcharse con tranquilidad y se lo agradecía, sinceramente lo hacía.

Enjou se acercó a su novio y hermanastro para tomar su mano sin que lo esperara. Takashi, quien miró partir a Aoi con melancolía, esbozó una sonrisa al sentir la mano de la persona que amaba entre la suya. Se miraron fijamente y no dijeron nada. En ese momento, las palabras no eran necesarias. Le dieron de comer a la pequeña y le mimaron durante un buen rato, envueltos en la analogía de que, si el pequeño petirrojo, que resultó ser chica, había logrado hallar su nido y ser feliz con sus crías, ellos también lo habían hecho.

Alegres con ese hecho, dejaron pasar la tarde y para cuando fue la hora de la comida, ellos entraron en su casa, directo a su habitación, donde comenzaron a besarse sin control, como para corroborar que ahora sí, podrían estar juntos sin ninguna interferencia. Sus labios se movían acompasadamente y sus manos se acariciaban sin control. Querían amarse, más allá de los besos y más allá de las palabras, querían fundir sus cuerpos y entregarse por completo. Por ello, Enjou comenzaba a desvestirle sin prisa alguna cuando, Takashi recordó algo sumamente importante… o más bien… a alguien sumamente importante y, a la cual, no había visto en todo el día.

                —Oye… no me había dado cuenta pero… no he sabido nada de Koti-chan desde la mañana… ¿Crees que le haya pasado algo?

El hijo de Fusaki Junko le sonrió ladinamente y, además de hacerle babear, aquello levantó sospechas.

                —Bueno… digamos que me he encargado de nuestra pequeña acosadora.

                —¿En serio? ¿Cómo lograste algo así? Mi hermana delira cada vez que nos ve juntos, es imposible que nos haya abandonado de repente. La conozco, sé que ella no se rinde.

                —En eso tienes razón—le dio un rápido beso en los labios y ambos se recostaron en la cama, aún sin alejarse para nada—Pero creo conveniente decir que le he hecho una oferta que no podrá rechazar a cambio de que no vuelva a acosarnos de ese modo nunca más.

Takashi enarcó una ceja y preguntó ansioso.

                —¿Y qué fue lo que le ofreciste?

Enjou guiñó un ojo y negó.

                —Ese es nuestro pequeño secreto.

Al chico tales palabras no le agradaron e hizo un puchero demasiado adorable al cuál Enjou no pudo ser inmune. Se lanzó a sus labios con desesperación y, aunque al principio se negó por estar molesto, al final no pudo más que rendirse y también le besó acercando más sus cuerpos. Qué más daba lo que hubiese hecho Enjou, ahora podía besar a su novio sin temor de que su amada hermanita no interfiriera. Le debía demasiado a esa pequeña fujoshi, sin duda tenía que premiarle de algún modo, pero ya lo haría después.

Ahora solo estaban Enjou y él. El mundo era lo de menos.

****

Recibió el paquete en el almuerzo.

Y lo abrió con emoción sin saber qué esperar de él. Koti-chan casi nunca recibía paquetes de ese modo y estaba ansiosa. Cuando lo abrió, seguramente su cara fue demasiado impactada, ya que más de uno se le quedó mirando como si estuviese enferma. No lo podía creer, simplemente no lo podía creer. Casi estaba por derramar lágrimas de la emoción cuando contempló la caja que envolvía su cámara réflex. La abrió desesperada y al contemplarla, no pudo frenar su emoción. Es tan hermosa que creo que moriré, pensó con lágrimas en los ojos y casi al instante, pudo ver una carta junto a los demás artículos que acompañaban su cámara. La tomó en sus manos, abrió el sobre y comenzó a leer. La letra no le era familiar, pero supo casi al instante de quien se trataba.

Querida fujoshi de mi corazón:

A diferencia del flamante “Escritor” que es un maestro en el arte de la adulación y las palabras enredadas, yo seré un poco más directo y menos poético. Este es nuestro regalo de agradecimiento. Gracias, pequeña Koti-chan, gracias hermanita mía. Tú lograste con tu curiosidad, con tu fujoshismo extremo y con tu perseverancia, que Takashi y yo volviéramos a estar juntos y eso es algo que siempre te agradeceremos. Eres maravillosa, nunca pierdas esas ganas de luchar por algo que amas, nunca pierdas esa fe en que todo saldrá bien. Desafortunadamente considero que es momento de que nos abandones. ¿Por qué? Porque ahora es el turno de otras personas, mi pequeña fujoshi, es momento de que encuentres a tu verdadera pareja yaoi. Nosotros solo fuimos un proceso de tu vida, creo pertinente que, así como eres y adoras el Boys Love, debes encontrar una pareja que realmente ames más que a nada en el mundo, una pareja en la que te involucres por completo, una pareja que puedas unir y ayudar, como lo hiciste con nosotros. Por ello es que te hago entrega de esta cámara, tómala como un acuerdo. Tú prometiste hoy en la mañana que eras capaz de hacer cualquier cosa por ella, esta es mi petición. No temas querida Koti-chan, nadie está diciendo que nos abandonarás, pero debes concentrarte en la escuela y en tu propia vida. No puedes seguir escabulléndote así. Cuando encuentres a tu verdadera pareja “gay”, ellos te motivarán a seguir adelante, no te frenarán. Así que, este es mi consejo, has descubierto mucho de ti misma y nosotros también lo hicimos, es momento de que lo pongas en práctica con alguien más. Goza lo aprendido fujoshi de mi corazón y recuérdanos siempre, nosotros, por nuestro lado, te llevaremos en nuestro pensamiento todos los días.

Con cariño y verdadera devoción se despide, Enjou Junko.

Tu hermanastro favorito ;)

La niña ya era un mar de llanto en cuanto terminó de leer. No quería, no quería abandonar a su nii-san y su hermosa historia, pero Enjou tenía razón. Era momento de que mirará más allá, seguramente si se empeñaba, encontraría en su propia escuela, a su pareja gay anhelada. Abrazó la carta con fervor y muy en contra de sí misma asintió. De acuerdo, lo haría, les dejaría vivir su amor tranquilamente, al menos claro, durante los días en que no estaba cerca de ellos. Prepárense para cuando visite a mamá, pensó perversamente, porque esos días, no van a frenarme. Extrañaría a todos, claro que sí, pero sinceramente había aprendido mucho de ellos. De Misaki el arte del acoso, de Izumi la capacidad de deducción, de Yuu la necedad y el orgullo, cosa que le serviría para aguantar cualquier cosa que alguien pudiese decirle con respecto a su amor por el yaoi; de Ren la perseverancia, pues el chico nunca se rindió a pesar de tenerlo todo perdido. Y de su Takashi nii-san y su Enjou nii-san… bueno… de ellos aprendió que el amor es más fuerte que cualquier cosa.

Y que por ello siempre triunfa.

Se levantó abrazando su cámara con fervor y comenzó a caminar en dirección a su siguiente clase. El timbre acababa de sonar y, tal como había dicho Enjou nii-san, debía esforzarse en la escuela. Estaba tan perdida en sus palabras y la emoción de tener su cámara, que no se percató de un chico que corría a toda prisa para no llegar tarde también. Ambos chocaron, pero como él era enorme, la que fue a dar al piso fue ella. Le miró mal por poner en peligro su cámara y estaba por reclamarle con furia, cuando el chico se acercó y le ofreció la mano con una mirada de disculpa.

                —Lo siento… yo… no me fijé. ¿Te encuentras bien?

Koti-chan la tomó inspeccionando a este chico. Era enorme, altísimo en verdad, de cabello negro y unos heladores pero bellos ojos azules. Estaba por decir que no había problema, pero que no se la perdonaría a la próxima, cuando otra voz a la distancia le llamó.

                —¡Hey Hito, apresúrate! ¡Vamos a llegar tarde!

El chico medio brincó y sus ojos se iluminaron al contemplar al que le había llamado. La niña también lo miró y comprendió su embelesamiento. Era mucho más bajito que el otro, tenía unos ojos incluso más grandes que los suyos, de color chocolate y su rostro era el más femenino que había visto en su vida en un chico. Hito, aún con la luz en su mirada asintió.

                —Ya voy Kaori—le sonrió a ella—Nos vemos otro día, lamento mucho haberte lastimado, espero que te encuentres bien… este… ¿Cómo te llamas?

Ella sonrió maliciosamente y agregó:

                —No hay necesidad de que seas tan formal. Soy Koti…—negó con la cabeza, era hora de crecer y madurar—… mi nombre es Kobashi, un gusto conocerte Hito. No eres nuevo. ¿O sí?

                —No, no lo soy, pero es la primera vez que te veo. Lo lamento de nuevo—brincó ante la mirada desesperada de Kaori y aclaró a la fujoshi—Soy Hitono, “Hito” es solo un apodo.

                —Nos veremos entonces después Hitono, tu amigo te está esperando.

Hitono asintió y se alejó de ella llegando con Kaori y sonriéndole con mucho brillo. El aludido también lo hizo y ambos desaparecieron dejando a Koti-chan con una sensación de sospecha. Quizá en ese momento, la pequeña fujoshi no lo sabía, pero acababa de conocer al futuro seme de sus sueños perfectos yaoi, aquel seme que le daría dolores de cabeza, que le exasperaría, que le haría enojar muchísimo, pero que también le enternecería con su profundo amor a su futuro uke.

Aunque bueno… esa… esa es otra historia.

 

FIN

 

Notas finales:

:'''''( (bua!!! buaaaa!!!) (Modo llanto ON)

Yo y mi afán por meter a Hitono en todos lados. ¿Por qué será? Quizá porque... lo adoro!!! Oh Yeah!!! Maldito Mastodonte estúpido con complejo de inferioridad!!!!

También vimos a Kaori!!! Oh yeah!!! Kaori cuando era toda dulzura y no el pedazo de tsundere malhecho que conocemos hoy jajajaja (Mi Kaori Satou!!)

Pero dejando eso de lado, qué piensan del final?? Lo odiaron? Quieren matarme? Debió ser de otro modo? Si lo cren, díganmelo, dolerá saber que no les gustó pero quiero saberlo :D

Con respecto al especial, ya empecé a escribir un poco, así que si todo sale como lo tengo planeado, lo estaré subiendo el viernes, como a estas horas :D

Y una pregunta final, Fudanshis que leen esta historia, necesito saber para ilustrarme. ¿Cómo son ustedes con el yaoi? Se emocionan igual que nosotras? Es cierto que llegan a sentirse excitados cuando leen mangas? Todos los fudanshis son gays? Dejaré de molestar a la gente con mis dudas?

Ok esta última ignorenla, pero sí lo necesito saber, una vez que termine el especial, me lanzaré de lleno con la segunda temporada del CAFF y pues necesito instruirme porque el protagonista será Rin-chan, el coqueto Fudanshi. Será todo un reto para mi, pero me emociona mucho.

Sin más que decir, solo las gracias y que les amo mucho, les dejo lo único que tengo hasta ahora sobre el futuro. El resumen del especial y el resumen de la segunda temporada (es lo único que tengo jajaja, no es gracioso Miny)

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Resumen del especial:

"Extra-Fujoshi"

"Porque nunca es suficiente con ser sólo Fujoshi... hay que llegar a más...

Es como las palomitas, son más deliciosas con mantequilla extra, de igual modo, el yaoi se disfruta más cuando eres una
Extra-fujoshi

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Serie de "extras" pertenecientes al mundo del CAFF"

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Resumen de la segunda temporada:

Un cuento de desamor para un Fudanshi

"Puedes ser todo lo pervertido que quieras mi pequeño Fudanshi, puede que te guste el morbo y las escenas subidas de tono, puede que no te importe coquetear hasta con tus compañeros de clase. Incluso no hay problema si comienzas a acosar a un profesor de voleibol gay solo para que te cuente sus anécdotas sexosas y tengas material para la película homoerótica que deseas hacer. También puedes ayudar a las fujoshis en sus conflictos con sus respectivas parejas y obviamente puedes entrenar a nuevos miembros del CAFF para que te ayuden. Sí, claro que puedes conseguir que un dulce muchacho de 15 años que no se tiene nada de amor propio se anime a participar en tu película y hasta te puedes aventurar a pedirle al tipo más temido de la escuela, después del ahora graduado Hitono Susumiya, que también participe. Por supuesto que puedes colocar cámaras en el CAFF para grabar toda clase de acción posible y sí, quizá te puedas involucrar un poco con ese profesor, quizá puedas hacer muchas cosas, todo por amor al yaoi.

Pero eso sí mi querido Fudanshi, hay algo de suma relevancia que no puedes hacer, algo que sí te pido que no hagas por tu propio bien. Es simple, muy sencillo en realidad...

No te enamores pequeño Fudanshi, no te enamores de él, porque si lo haces, quizá consigas una buena trama para tu película
homoerótica, una trama en principio candente, llena de puercadas, humor y mucho Boys Love. Pero al final, solo tendrás una triste historia de amor que no cuente con final feliz.

Así que tú decides... ¿Prefieres una vida normal o un cuento de desamor para un fudanshi?...Tú solo piénsalo.

Se despide con cariño:

Kobashi Kotori.

PD: Estaré esperando tu mensaje cuando hayas ignorado este último consejo"

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Eso es todo :D Los quiero muchísimo y gracias por acompañarme hasta aquí :D


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