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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hello!! Fujoshis and fundanshis!!! Cómo están???

Me muero por contarles algo que me pasó el fin de semana, juro que exploté por dentro y morí y reviví y volví a morir (y asi sucesivamente hasta hoy ja)

Pero primero, muchas gracias por no detestar a Enjou, él es lindísimo, ya verán que sí, se los prometo y perjuro ;)

Ahora sí, vamos con mi anécdota (porque sí, es una anécdota lo que me muero por contarles). Más o menos les cuento: El sábado fui con mi madre a buscar modelos para mi vestido de graduación (ninguno me gustó, creo que soy rara jaja) y ya cuando ibamos en el camión de regreso, no había lugares, así que ella se sentó adelante y yo hasta atrás. En eso, un par de chicos (ya eran grandes, acercándose a los treinta, 28 quizá) se subieron. Uno de ellos se sentó adelante de mi mami y el otro al lado del señor que estaba a un lado de mí.

Cuando el lugar se desocupó, no pasaron ni dos segundos (no estoy exagerando esta vez) cuando el chico que estaba cerca le dijo al de adelante que se pasara y cuando lo hizo, ambos quedaron junto a mí y se abrazaron (fue hermoso, porque el primer chico le iba haciendo cariñitos, él era el seme, a mi no me engañan y el uke era tan lindo, se veía tímido pero dulce :3) y así fueron durante todo el maldito camino, osea, todos en el camión los veían raro y a ellos le valía, yo estaba feliz, tenía yaoi justo a mi lado y casi como si quisieran hacerme explotar, de repente, se dieron un beso y si no me levanté a dar de brincos fue porque el camión iba muy rápido. Fue.... alucinante.... el viaje en camión más feliz de mi vida.... hasta que se bajaron y los perdí de vista (buuu) pero aún así, fue hermoso!!!!! Y quería compartirlo con ustedes ;)

Y ya, en efecto, he hecho la introducción muy larga, espero que el capi les guste, conoceremos a tres personajes nuevos, que sin duda les caeran bien (bueno... quien sabe jaja)

Espero que les guste y los quiero :D Gracias ;)

Capítulo 4: El galán y su asistente.

 

Se quedó dormido a eso de las tres de la mañana.

Lo sabía porque él tampoco había podido pegar ojo. Aunque trataba de ser silencioso, la realidad era que Takashi sollozaba de vez en cuando y eso le impedía dormir.

Claro, no era la única razón si lo analizamos.

Cuando fue consciente de que se había quedado profundamente dormido, bajó de la litera y se sentó en el suelo, al lado de su rostro, solo para contemplarlo. Era un estúpido, un verdadero estúpido que no sabía controlar sus impulsos, pero simplemente no podía. Una parte de él, la parte racional, moría cuando lo tenía cerca. Nunca creyó que el destino le jugaría una broma tan cruel, aún recordaba las palabras de Aoi  y las risitas de Rui. Era un verdadero idiota, a pesar de los años, su forma de ser tan ridícula no había cambiado.

La prueba de ello era…

Takashi se removió en la cama y él le dedicó toda su atención, temeroso de ser descubierto in fraganti estuvo a punto de levantarse, pero al darse cuenta que sólo había sido un acto reflejo, se relajó y continuó mirándolo.

Sus pestañas eran tan largas, no recordaba haber visto unas pestañas así en ninguna chica, ni siquiera Aoi, que tenía babeando a media escuela y a Rui incluido, tenía tales pestañas y la verdad, aunque las tuviera, él no estaba precisamente interesado en las chicas.

Lo había dejado de estar en cuanto le conoció a él.

Negó con la cabeza y con una de sus manos, acarició levemente el surco que habían dejado sus lágrimas. Nunca creyó que Takashi Kotori tuviese tantos fluidos lagrimales en su cuerpo, pero la verdad es que tampoco se esperó que escucharlo y verlo llorar le afectara tanto. ¿Por qué lloras Takashi? Estaba acostumbrado a ver al castaño sonreír todo el tiempo, tropezarse quizá y meterse en toda clase de líos por su poca concentración en las cosas, pero verlo triste era algo anormal, era muy poco característico de él. Takashi debía sonreír para siempre. Había sido su sonrisa la que…

El despertador sonó interrumpiendo sus pensamientos y él se apresuró en apagarlo para no molestar a Takashi. Revisó su horario pegado en la pared y suspiró con alivio al ver que no tenía ninguna clase a la primera hora. Le sonrió al durmiente y estuvo tentado a besar su frente, pero se contuvo, él no debía hacer esas cosas, Takashi Kotori estaba prohibido para él de una y mil formas. En ocasiones anhelaba arrancarse esas palabras del corazón, pero no podía, eran más fuertes que él, más fuertes que todo, más fuertes incluso que toda la revolución que pasaba por su cuerpo cuando lo veía.

Solo se permitió acariciar con ternura sus cabellos y después, levantándose de su posición, preparó todo lo necesario para meterse a la ducha.

Y olvidar por lo menos con el agua, todos sus deseos frustrados.

****

Llegó corriendo por los pasillos que conducían a la piscina de la escuela. Se le había hecho tardísimo, vale que se hubiese dormido hasta las tres, pero eso no era excusa considerando que no había tenido la primera hora. A este paso lo iban a vetar del club y se tendría que ir con el rabo entre las patas a cualquier división de artes. Con Enjou, ironizó su mente y negó con desesperación mientras seguía corriendo.

Hizo un repaso en su cabeza de todas las cosas que tenía que llevar para su primer día en natación. No tenía ni la más perra idea de cuáles eran las actividades, pero él creía llevar lo necesario. Rememoró: traje de baño, lo llevaba; goggles, los llevaba; bloqueador solar, no le veía sentido en una alberca techada, pero lo llevaba; toalla, la llevaba; mucha actitud, la llevaba. ¿Qué más? ¿Qué más? ¿Qué se le estaba olvidando?

Lo supo cuando entró.

La piscina era un enorme salón con dos albercas de diez y cinco metros de largo respectivamente. Había pasillos para deambular alrededor de las mismas, pero los nadadores no se hacían responsables si empapaban a alguien en el proceso. Detrás de las albercas, había un pasillo que conducía a los vestidores y cercanos a las puertas, pegados a la pared, bancos de madera para los espectadores.

Todos a su alrededor lo llevaban como si fuese obvio y quiso lanzarse desde el décimo piso de un edificio. Sólo a él se le olvidaba algo tan importante como el jodido gorro. Sabía que no era de vital importancia, pero estaba establecido en las reglas de la piscina que, para poder entrar a ella, debías portar un correcto traje de baño, goggles y gorro acuático, de lo contrario, ya te podías ir olvidando de ello.

Siempre tenía tan mala suerte.

                —Pss… pss…—susurró una voz oculta en una de las bancas.

Takashi brincó y miró en dirección al ruido. No debió sorprenderle que su hermana estuviese ahí y lo peor de todo, con un gorro acuático para él. Se acercó sigilosamente hasta quedar a su altura y aceptó el gorro, no sin una reprimenda.

                —¿Qué haces aquí?—susurró mientras preguntaba.

                —Espiándote. ¿Qué más?—entrecerró los ojos—Me debes una.

Él hizo una mueca y asintió.

                —Vuelve a tu escuela Koti-chan, te meterás en problemas si sigues faltando así.

                —No me importa—encogió los hombros y él giró los ojos mientras se alejaba.

Y justo a tiempo, porque en ese preciso instante, un corpulento muchacho apareció frente a él con una sonrisa torcida. Era alto, mucho más que él pero seguramente de la misma estatura que la de Enjou. ¿Por qué hasta en ese momento pensaba en Enjou? Era enfermo por donde lo vieras. Siguiendo con la descripción, el chico radiante frente a él tenía toda la pinta de ser un galán, como los de las películas adolescentes. Sí, otra vez sus traumas con las películas estadounidenses. Su cabello era rojo, pero de un rojo oscuro que llamaba la atención y parecía ser natural, sus ojos cafés, dirían las chicas, sensualmente cafés y piel blanca. Estaba de muerte, tenía que admitir, ya que al estar en las piscinas, el mencionado no llevaba nada puesto más que su traje de baño. Y se le veía todo, el torso, el pecho, los brazos… todo.

Pero lo más peculiar de este galán era que no venía solo.

Un muchachito rubio de ojos azules más bajito que el pelirrojo, pero casi a su propia altura estaba detrás de él y le miraba con cara de pocos amigos. ¿Qué? ¿Acaso estaba destinado a caerle mal a todo el mundo? ¿Cargaba malas vibras? Eso explicaría el rechazo de Enjou y la mirada asesina de ese pequeño rubio.

                —Hola… ¿Cuál es tu nombre belleza?—cuestionó el pelirrojo y los ojos del más bajo, chispearon en rabia.

Muy bien, acababa de cagarla, puede que el tipo estuviese de buen ver, pero por su tono y adjetivos, se notaba a leguas que era un idiota. Qué lástima, siempre los guapos son tan idiotas, pensó decepcionado. Excepto Enjou, él es guapo… mezquino, pero guapo e inteligente.

Sacudió la cabeza, no debía pensar esas cosas del mal. Recordó entonces que el chico pelirrojo le había hecho una pregunta.

                —Soy Takashi… Takashi Kotori, soy nuevo en la escuela y he decidido unirme al club de natación… claro… si es que puedo.

La mirada del rubio era un claro “no” por respuesta, pero la sonrisa prepotente del otro fue una clara invitación a quedarse. Hizo una mueca mental, esperaba no toparse mucho con este par de personajes extraños. Lo rogaba.

                —Claro que sí, está de más preguntar, los chicos siempre estamos dispuestos a recibir a alguien—enarcó una ceja y el otro no explotó de puro milagro—Por cierto… soy Ren Ashiya, capitán del equipo de natación, estoy más que gustoso de tenerte.

Quiso vomitar en ese momento, ese tipo era el capitán del equipo. Estaba resignado a lidiar con él y con las miradas asesinas de su pequeño acompañante, el cual, por cierto, en cuanto Ren Ashiya le miró, cambió su maldad por una de las sonrisas más dulces y falsas que había visto en su vida.

                —Soy Misaki Takaba, asistente personal de Ren.

                —¿Asistente?—cuestionó enarcando su propia ceja.

                —Así es—respondió Ren—como capitán, debo tener un asistente y Misaki es perfecto, ya que lo conozco desde que era un niño, es mi mejor amigo.

La sonrisa falsa de Misaki se volvió una autentica en cuanto Ren dijo aquello y volteó a mirarle como si fuese un Dios. Takashi se las olió al instante, a pesar de ser tan distraído, había ciertas cosas, como esa, que eran obvias. Ese pequeño asistente estaba enamorado de su “jefe” por ello era que le miraba con odio, porque creía que Ren le estaba coqueteando.

Y el problema era que sí lo estaba haciendo. Reprimió otra mueca y fingió dulzura también.

                —Ya veo, entonces, por favor cuiden bien de mi.

                —Y así lo haremos—dijo con voz seductora, dándole un doble sentido que horrorizó a Takashi.

                —Cuidaré muy bien de ti—replicó el rubio con sarcasmo.

¿En qué hoyo se había metido?

****

                —Normalmente Misaki suele ser muy amable.

Le miró como si estuviese diciendo una garrafal mentira y Yuu asintió desesperadamente tratando de demostrar su punto. Estaban de nuevo en la cafetería, después de su primer día en el club y las constantes (y amenazantes cabe resaltar) miradas de Misaki Takaba y los coqueteos de Ren Ashiya, salió huyendo para el resto de sus clases. Una vez que se encontró a Yuu, le contó sus tormentos y el Kaichou, quien recién acababa de intimidar a un par de vándalos acosadores de chicas, soltó una risita y le invitó el almuerzo.

                —Si tú lo dices—ironizó Takashi.

                —Es verdad, lo que pasa es que Misaki actúa a veces de forma poco sana cuando está con Ren.

                —¿Poco sana? Estuvo a dos de lanzárseme encima—reclamó indignado el castaño y el pelinegro desvió la mirada con un deje de histeria y vergüenza mezcladas.

No le culpaba, Misaki siempre arruinaba sus esfuerzos por mandar nuevos reclutas al club de natación, reclutas que valieran la pena claro está. Si no fuese su mejor amigo, ya le habría aplicado una de las suyas fácilmente.

                —Bueno… también… entiéndelo… Misaki se le lanza encima a cualquier ente viviente que mire a Ren.

Takashi lo analizó y tuvo que darle la razón.

                —¿Así que… desde cuándo lleva Misaki enamorado de Ren?

El presidente del consejo hizo una mueca y cruzó los brazos con molestia. Takashi se intrigó ante esa actitud, quizá él nunca hubiese visto el poder del Kaichou en su esplendor, pero verlo enojado era raro.

                —Creo que toda la maldita vida. Es un asunto complicado. Éramos vecinos, desafortunadamente los tres éramos vecinos cuando teníamos cinco años, así que, casi al mismo tiempo en que Misaki se hizo mi amigo, también se hizo amigo de Ren y creo que le ama desde entonces.

                —¿Ren y tú son amigos entonces?

La cara de Yuu adoptó un gesto de nauseas y negó rápidamente como si se tratara del peor de los insultos.

                —¡Ni de broma! Es precisamente por esa razón que le odio tanto—Takashi no entendió y Yuu suspiró antes de explicarlo—Misaki… Misaki daría su vida por Ren, estoy seguro de ello, se ha auto convencido de que él y ese tarado estarán juntos algún día, hace todo por él. Ya te fijaste. ¿No? Hasta esa ridícula idea de ser su asistente, Misaki es capaz de llegar incluso más y es lo que me enoja, que ese idiota de Ren ni siquiera sea consciente de sus sentimientos, que ni siquiera lo valore. Además… por sí solo es irritante. Tengo razón… ¿Cierto?

Le miró como si esperara una respuesta afirmativa, como si decirle que Ren le agradaba fuese el mayor de los sacrilegios. Pero afortunadamente estaba de acuerdo con Yuu, Ren era irritante con su jodida forma de ser tan arrogante.

                —La tienes Yuu, la tienes.

Suspiró aliviado y agregó.

                —Detrás de Ren, Misaki es casi un ángel, ya lo verás, de algún modo lograré que ustedes se lleven bien. Te lo prometo—guiñó el ojo y Takashi dudó de esa promesa, pero decidió secundarla—Y con respecto a ese estúpido de Ren, solo trata de ignorarlo. ¿Sí?

                —Daré todo de mí por ello—aseguró el castaño y la campana sonó.

Ambos se levantaron de su mesa y tomaron rumbos distintos de acuerdo a sus clases. Takashi hacia literatura, Yuu hacia el consejo, tenía algunas cosillas que arreglar antes de volver a su clase.

****

Llegó corriendo (como a todos lados) a la clase de literatura, pero afortunadamente para él, el profesor aún no había llegado y por lo tanto, pudo entrar tranquilamente y quemarse los sesos por saber en dónde sentarse. Como la semana anterior aún estudiaba en otra escuela, esta era la primera vez que entraba a esa clase, no entendía quién había acomodado el horario de esa forma tan pesada. Después del almuerzo, cuatro horas de literatura, era cierto que no le molestaba, pero seguramente era cansado.

Pero bueno, ese ya era problema del administrativo, él solo quería adaptarse a esa escuela que, con todo y los detalles, le estaba gustando bastante. Buscó con la mirada un asiento vacío y al notar que nadie le prestaba atención, suspiró sonoramente y una voz grave y serena le habló.

                —Puedes sentarte aquí.

Takashi volteó buscando al dueño de la voz y lo encontró. Era el tipo más alto que había visto en su vida. Y eso que estaba sentado, en verdad, era incluso más alto que Enjou (y eso ya era bastante). Tenía un gesto serio en el rostro, pero contrario a la seriedad de Enjou Junko, este chico parecía ser así siempre y su mirada no era fría, hasta parecía que en verdad había calidez en sus ojos.

                —Ah… yo… gracias…—se sentó al lado del chico y se presentó nervioso—Soy Takashi Kotori.

                —Izumi Kou—le dio la mano libre que tenía, ya que con la otra, sostenía un libro—Bienvenido.

                —Gracias—sonrió. Aunque Izumi Kou no lo hiciera de igual modo, no se sentía despreciado con su indiferencia, era esa clase de indiferencia que es agradable.

La de Enjou le intimidaba.

El profesor entró dando tumbos y después de una rápida presentación, comenzó a explicar la siguiente forma de evaluación. Formó equipos según la manera en la que estaban sentados y Takashi sonrió al saber que le tocaría con Izumi Kou en ese proyecto. Se trataba de crear una composición lírica usando como base otra de algún autor poco reconocido o de su propia autoría si lo querían. En la vida Takashi había escrito algo, pero se esforzaría, recibir tantas cartas de su escritor…

Aquello le entristeció en lo más profundo.

Con las ocupaciones de todo el día, no había tenido tiempo de pensar en su depresión. Y eso era precisamente lo que había querido, pero ahora, él mismo se había dado el tiro de gracia al recordarlo. Seguía doliendo como el día anterior, seguía siendo demasiado confuso, estaba por llorar de nuevo, pero se calmó, su compañero no tenía por qué ver esas visiones.

                —¿Se te ocurre alguna idea?—preguntó para distraerse.

                —Algunas, pero no te preocupes, algo bueno se nos ocurrirá.

Quiso sonreír brillantemente por segunda vez en el día y estaba por agradecer al cielo que le tocase alguien tan comprensivo, cuando la puerta del salón se abrió y un estudiante pidió poder entrar a pesar de la hora.

Sus sentidos se pusieron alerta, reconocería esa voz en cualquier parte, vivía con el dueño de esa voz y sólo por corroborar sus sospechas, levantó la mirada y sí, ahí estaba, Enjou Junko en todo su esplendor.

                —¿Qué hora es esta de llegar jovencito? Los equipos ya están asignados.

                —Me integraré a uno, usted decida—pidió el pelinegro con serenidad, él, en su situación, ya se hubiese puesto a suplicar y a rogar por su vida.

El mayor se lo pensó un buen rato y recorrió con la mirada todos los equipos. Algo en él hizo clic y comenzó a suplicar. En el nuestro no, en el nuestro no, por favor divina misericordia.

Si tan solo la divina misericordia le escuchara.

                —Allá, junto a Kou y Kotori.

Mierda, mierda, mierda. ¡Maldita seas divina misericordia!

El pelinegro miró en su dirección y sin cambiar el gesto comenzó a caminar. Tomó una silla, se sentó al lado de Izumi, lo cual le hizo cabrear internamente y cuestionó como si se tratara del clima.

                —¿Y bien? ¿De qué es el proyecto?

                —Debemos hacer un poema basándonos en diferentes corrientes literarias—respondió Izumi y continuó—Con Takashi estábamos pensando algunas ideas.

                —A… así es—replicó el castaño temeroso de su mirada fría. La de Izumi era indiferente, la de Enjou denotaba molestia y seguía sin entender el motivo.

                —Bueno… supongo que deberemos reunirnos para hacerlo.

                —Lo haremos en mi casa si lo prefieren—ofreció el otro y Takashi casi se lanza a sus pies, habría sido demasiado incómodo que Izumi descubriera que él y Enjou eran hermanos ahora.

                —Está bien, así lo haremos, tratemos de pensar en algo mientras hacemos nuestras otras actividades—sugirió Enjou e Izumi le miró con indiferencia, pero en sus ojos se leía que acababa de tener una idea.

                —Tal vez algo de la banda podría funcionar, se te ocurrirá algo bueno, de todos modos, eres quien escribe las letras. ¿No?

Los ojos de Enjou se abrieron a más no poder y a Izumi pareció darle igual el hecho de que el pelinegro lo mirara como si acabara de decir algo que estaba prohibido. Takashi simplemente no lo captaba, así que decidió ignorarlo asintiendo.

                —Así es, algo se nos ocurrirá en nuestras actividades.

Al parecer Enjou suspiró aliviado de que él no hubiese ahondado en el tema, pero casi al instante le dedicó una mirada de reproche y Takashi no supo qué hacer con ella. Izumi notó todo, pero no le dio importancia y encogió los hombros mientras volvía a su libro. Estaba en un equipo extraño, era todo lo que podía decir, a pesar de ser serio y callado, Izumi parecía una buena persona. Y por el otro lado, Enjou también colaboraría. Vaya equipo, ironizó.

Anheló con el alma arrancarse los cabellos, Takashi empezaba a creer que ese no había sido su día.

****

Nuevamente estaba en la dirección.

No podría haber terminado en otro lugar, ya había pasado una semana y Kobashi había iniciado una ola de inasistencias bastante graves en el colegio. Fumiko sabía por qué lo hacía y entendía que el yaoi que el joven Kotori le proporcionaba era vital, ella misma sentía curiosidad sobre esa historia del “escritor”. Pero una cosa eran sus anhelos fujoshi y otra su deber como directora de esa escuela y guía de la menor.

Debía poner un límite.

                —Fumiko-sensei… no puedo dejar el yaoi por unas simples clases—replicó la castaña y agregó con el ceño fruncido—Hay algo muy extraño en la última carta que el escritor le mando a Nii-san.

La directora reaccionó ante esa nueva información.

                —¿Hay una carta nueva?

La menor asintió y Fumiko pidió poder verla. Koti-chan obedeció y obtuvo de su mochila, perfectamente guardada, la carta del “escritor” de la musa Euterpe, que era como le llamaba. La fujoshi adulta leyó con atención y entrecerró los ojos al terminar de leer.

                —¿Qué extraña carta? Suena a una despedida forzada.

                —Exactamente… como si este escritor hubiese descubierto algo que le orillara a abandonar a mi hermanito—razonó Kobashi y la directora Fumiko analizó la letra.

                —¿Tienes a tu disposición otra carta de él?

Kobashi negó sin comprender, pero chasqueó los dedos.

                —Puedo conseguirla, costará un poco porque nii-san es muy cuidadoso con ellas, pero lo lograré. Sin embargo, no puedo evitar preguntar para qué la necesita.

Fumiko se acarició la barbilla mientras releía y después lanzó su teoría.

                —Me gustaría comparar la letra, es todo.

No tuvo que ser adivina para captar la idea y Koti-chan casi brincó de su asiento cuando las piezas encajaron.

                —¡Claro! ¡Tiene sentido! ¡Alguien más pudo haberla falsificado!

                —Sí, pero de ser cierta nuestra teoría, la cuestión aquí a investigar es quién, quién es esa persona contra la cual tenemos que luchar.

Koti-chan volvió a tomar asiento y miró al techo pensativamente. Para tener un sospechoso de su nuevo enemigo, primero debía tener un sospechoso del escritor de Takashi. ¿Cómo iba a hallarlo? En la bitácora de ese día, su nii-san había conocido a tres personas. Ren Ashiya, capitán del equipo de natación, de 1.75, piel bronceada por lo mismo de sus actividades y fornido, bastante guapo, pero un poco arrogante y burlón, producto de la sobreprotección que Misaki había propiciado en él.

Y hablando de Misaki Takaba… otro personaje fascinante, al ser rubio y de ojos azules, llamaba la atención al instante, era más bajito que su hermanito, pero más alto que Yuu, quien al parecer era su mejor amigo. Se los imaginaba juntos desde siempre y sentía unas ganas inmensas de lanzar una risita. Yuu medía 1.55, ya lo había corroborado y Misaki medía 1.60, dos centímetros menos que su nii-san.

Finalmente, el tercer personaje, Izumi Kou, el fascinante y sumamente callado Izumi Kou. De cabello castaño como Takashi, con lentes debido a su hábito de la lectura y poseedor de unos bellos (y ocultos) ojos verdes. Altísimo, era demasiado alto para cualquier estándar, media 1.80 y para ella, con sus doce años a cuestas, era demasiado. Serio, misterioso, interesante. Debía investigar más de ellos y para eso necesitaba faltar a más clases y estar pendiente. ¿Y si uno de estos chicos estaba destinado a su nii-san?

A su mente vino Enjou Junko.

Su nii-san nuevo, al cual, por supuesto, aún no conocía. Rememoró todo lo que sabía de él y algo en su corazón le dijo que no debía olvidarlo a él. Aún con su innato desprecio por Takashi, había indicios suficientes para considerarlo un candidato. Sus mangas yaoi nunca descartaban la ley de: Del odio al amor sólo hay un paso. Enjou y Takashi bien podían cumplir esa regla.

                —Fumiko sensei… ¿Puedo hacerle una pregunta?

La mencionada aún leía la carta y analizaba la caligrafía, así que al escuchar que la pequeña Koti-chan hacía una petición de ese tipo, le dedicó toda su atención y asintió con una sonrisa.

                —Por supuesto. ¿Qué necesitas saber?

                —Es… es un ejemplo que quisiera aclarar… si hay… hay un chico que siempre trata toscamente a otro… ¿En verdad existe posibilidad de que entre ellos surja el amor? Yo lo he leído, pero… ¿Es realmente posible?

                —Más que nunca Koti-chan. Más allá de la regla de “Del odio al amor…” está un sinfín de aspectos. La convivencia, los gustos en común, la belleza y atracción, que no deben faltar nunca. Un chico que es seco y mezquino con otro tiene dos motivos: o le preocupa encontrar en ese chico cualidades propias que describan sus defectos o está profundamente enamorado de él y trata de ocultarlo de ese modo.

Los ojos de la castaña brillaron y después, Koti-chan sonrió brillantemente mientras en su cabeza se trazaba una historia.

                —¡Eso… eso…! ¡Es maravilloso!—comenzó a hacer reverencias—¡Muchas gracias Fumiko-sensei!

                —De nada—respondió la directora sin entender y Kobashi estaba por salir de esa oficina ahogada en felicidad, cuando reaccionó y recordó su papel—y Koti-chan… no faltes a más clases por favor.

La castaña hizo un gesto de inocencia fingida y después guiñó un ojo mientras cruzaba los dedos detrás de su espalda.

                —Lo intentaré.

****

Lanzó un suspiró tratando de expresar de ese modo su frustración.

Odiaba estar en ese club. Bueno… no, no odiaba el club, la verdad era que el resto de sus compañeros lo aceptaron con amabilidad. Le explicaban cualquier cosa en la que tuviese duda y hasta hacían carreritas para que él practicara sus tiempos. Estaba agradecido con el cielo, de verdad que llevaba mucho tiempo sin conocer tanta calidez y le encantaba sentir por un momento que él podía ser quien era sin ser juzgado. Todo eso le hacía amar el club de natación.

Pero su maldito capitán y su jodido asistente eran otra cosa.

Ya habían transcurrido unos cuantos días desde su presentación y Misaki seguía viéndole con odio y Ren continuaba en su plan de ligón. Cuando tenía oportunidad, se le acercaba de más, invadiendo su espacio personal. Posaba su mano sobre su cintura y él se la quitaba tratando de ser amable, pero inflexible, realmente se sentía acosado y lo peor era que estaba empezando a anhelar más el acoso de su hermana que el de este tipo y aquello, era humillante, ya que Koti-chan terminaría ganando si continuaba así. No es que se tratara de una competencia, pero era su hermano mayor, debía ser siempre superior, debía borrar la mala imagen de torpe y distraído que ella tenía de él. Y para ello debía tomar todo en serio.

Lo primero que tenía que hacer era crear una orden de restricción en contra de Ren y Misaki.

                —¿Y bien? ¿Ya te sientes en confianza?—cuestionó el pelirrojo mientras pasaba su brazo encima de su hombro, de manera que lo abrazaba “indirectamente”.

Sintió escalofríos, de los malos, en cuanto notó su contacto y quiso huir de ahí, pero al parecer, Ren ya había notado sus constantes rechazos y lo tenía bien sujeto. Misaki se había acercado a ellos y con dulzura fingida había cuestionado lo mismo.

                —¿Crees que el club es muy pesado? Aún puedes inscribirte en otras actividades, si lo deseas.

Eso deseas tú, ironizó en su cabeza y en verdad se habría salido del club de natación para evitar esa clase de enfrentamientos, pero le gustaba mucho nadar, y un chiquillo celoso no lo iba a arruinar.

                —Para nada, ya me estoy habituando.

                —¡Qué bueno Takashi!—su voz no concordaba con la ira que chispeaban sus ojos y estuvo tentado a lanzar una risita.

                —Eso está muy bien, porque las competencias se acercan… ¿Cuándo son Misaki?—cuestionó Ren adoptando una pose seria ante su trabajo.

El mencionado revisó la agenda como un verdadero secretario y una vez consultados los datos, los corroboró.

—Un mes.

                —Bien… espero que para entonces estés listo para participar—su teléfono celular sonó y Misaki, como buen secretario contestó.

Aquello casi mareó a Takashi, en verdad era enfermiza la forma en que Misaki amaba a Ren, hasta el grado de hacer tales cosas. ¿El amor es capaz de embrutecernos tanto? Se lo preguntaba y recordaba sin querer a su escritor, quién aún no mandaba carta alguna. Aquello en verdad iba a acabar con su cordura, no le gustaba sentirse así de deprimido y Koti-chan curiosamente no se había aparecido por ahí. Eso le extrañaba demasiado y, admitir que la echaba de menos, ya era grave, pero era verdad.

Misaki pasó la llamada a Ren y el mencionado se despidió alegando que debía atenderla. Takashi volvió de sus pensamientos y estaba por alejarse de ese lugar en dirección a los vestidores, cuando la mano de Misaki le sujetó con fuerza y lo arrastró a uno de los pasillos, alejado de Ren. Tuvo un mal presentimiento y no se equivocó cuando al detenerse, el rubio lo miró de la forma más escalofriante que nunca le había visto.

                —Sonríe y finge que estás a gusto—le ordenó y Takashi obedeció temeroso—Escucha con atención Kotori, no sé qué demonios estés tramando, pero Ren Ashiya está prohibido para ti. ¿Escuchaste? A él no le van los chicos y aún si le fueran, no eres el primero ni el último, ese lugar está reservado, así que vete olvidando de él.

                —Misaki… escucha—trató de defenderse y el rubio  atrapó su cuello con una de sus manos y fingió que le sonreía.

                —Te lo advierto Takashi… no me quieres de enemigo.

                —Claro que no—estaba un poco asustado por su amenaza. ¿Y todo por Ren? ¿Qué demonios veía en Ren?—Es lo que menos quiero, aunque no lo creas, Ren no me interesa, te lo juro, así que no tienes que amenazarme.

                —Pues más te vale que mantengas tu palabra o me vas a conocer.

Le soltó y fingió que limpiaba pelusa de sus hombros antes de alejarse. Takashi suspiró aliviado y quiso rogar al cielo por ayuda. ¿Cómo iba a salir de ese lio? ¿Cómo hacerle entender a ese asistente obsesionado que él no quería nada con Ren Ashiya? ¿Qué nadie en su sano juicio lo querría?

Sólo tú, Misaki, sólo tú ves cualidades en él. Me pregunto si algún día tus sentimientos serán correspondidos. Aquellos pensamientos llenaban de nostalgia a Takashi y le hacían comprender a este rubio enamorado. ¿Y si Ren nunca notaba el amor de Misaki? O peor… ¿Y si le rechazaba? Esas eran las únicas razones por las que no lo juzgaba, se imaginaba años de amor no correspondido y de esfuerzos para nada fructíferos. Cuánto dolor, cuánto miedo. ¿Algún día Misaki en verdad conocería la gloria de ser amado?

Sí, lo haría, claro que sí.

Notas finales:

Antes de decir algo, expresaré algo que he querido decir desde el principio.......

¡¡¡¡¡¡¡IZUMI!!!!!!!!! Oh yo amo a Izumi!!!!!!!!!

Bien, me desahogué, ahora vamos con las preguntas....

¿Les gustó el capítulo? ¿Tienen más dudas sobre el escritor? (Un buen, no lo dudo)

¿Les agrado Ren Ashiya? Tenganle paciencia, es bobo, pero no es mala persona jaja

¿Les agradó Misaki Takaba? Este chico es de mis personajes entrañables por todo lo que es, pero ya lo conocerán más....

¿Les agradó Izumi Kou? Más les vale que sí!!! No es cierto, yo amo a Izumi, como ya lo declaré. Algún día lograré sacarlo de la ficción de mi mente, nos casaremos y tendremos muchos niños (ya basta enferma mental!!!)

Espero que el capítulo les haya gustado y me regalen sus opiniones, les quiero mucho y muchisísimas gracias.

Hasta el martes!!! :D


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