Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

[Reviews - 275]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!!!!! 

Saludo normal :)

Pues, como seguramente ya notaron, no he contestado sus reviews, ahora mismo, en friega, me pongo a hacerlo (a pesar de tener una sola materia, es como si me estuviesen cobrando toda la carrera!!!) pero bueno, yo sé que mis traumas no les preocupan.

Este capi me gusta mucho, me encanta Yuu, ya se los había dicho no? Me fascina esa agresividad, ese yanderismo con el mundo y tsunderismo con... bueno... seguramente ya lo imaginan.

Y hablando de imaginar, como seguramente también ya notaron, tengo un severo problema con mis historias, no puedo evitar poner tres parejas en un fic, es más fuerte que yo!! No sé qué me pasa!!! (Pero juro que algún día haré un fic en donde me centre en una sola y todos morirán!!!! muajajaa!!!) (Ok no, ignoren eso último, pero algún día prometo imponerme ese reto....)

Sin embargo, como ya se dieron cuenta, habrá tres parejas en el fic. Oficialmente ahora sí, conoceremos en este capi a todos los personajes, al menos aquellos que son relevantes para la historia y pues quiero conocer sus conejturas...

¿Quiénes creen que sean las tres parejas? (Algunos ya me las dijeron, estrellita para ellos jaja) Por unanimidad la primera pues es EnjouXTakashi, la segunda quizá con este capi la adivinen y la tercera... bueno... solo espero sus teorías...

Y muchas gracias, espero que les guste (ya hice la intro muy larga!!!!)

Capítulo 5: La fierecilla y la piedra.

 

Llevaba el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Misaki trataba de reprimir una risita ante la pose de su mejor amigo y Ren le ignoraba como siempre lo había hecho. No era una mentira cuando Yuu decía que odiaba a Ren, en verdad le detestaba. Quizá para la gente sin cerebro era encantador y para personas como Takashi era irritante, pero él tenía el infortunio de conocerlo desde hace 12 años y por supuesto que se conocía sus horribles defectos. Le había detestado casi desde el principio, siempre acaparándose a Misaki, él no tenía más amigos que el rubio y el maldito pelirrojo se lo quitaba. Como Misaki estaba enamorado de él, lo obedecía en todo y había tenido que soportarle.

Pero ahora que eran casi adultos, Yuu era libre de expresar su desprecio tanto como podía.

Por ello le indignaba que en ese momento estuviesen viajando en el coche del mayor, ya que al ser el primero en cumplir años, Ren ya era mayor de edad y por lo mismo ya podía manejar y tener un auto. Y como toda doncella enamorada, Misaki había querido ser el único que subiera a tal vehículo. Bien, si quiere subirse, adelante. ¿Pero por qué me arrastra a mí también?

                —No lo entiendo. ¿Por qué viajamos con Ren a la escuela?

El pelirrojo hizo una mueca tentado a replicarle que se bajara. El desprecio de Yuu hacia Ren era recíproco, pero ambos, por Misaki, habían decidido ser discretos en su odio. O al menos él lo intentaba por todos los medios. Pero había días en los que la fiera le sacaba de sus casillas. Se rió por lo bajo, le encantaba llamarle así, la fierecilla, era como una bestia salvaje de aquellas que pululan en el bosque tratando de atacar a cualquier ser vivo que se aparezca. Así era Yuu Madara para él, siempre había tenido esa imagen del chico.

                —Porque es más rápido llegar de ese modo.

                —Dudo mucho que el presidente del consejo quiera llegar tarde y dar ese mal ejemplo—Ironizó Ren y Yuu le miró con desprecio.

                —Tienes razón Ren—respondió Misaki mirándole con ojos soñadores.

Aquello enfermó a Yuu. ¿Cómo era posible que ese tarado no notara la forma en que Misaki le enaltecía? Quería golpearlo salvajemente.

                —Por supuesto que la tengo—habló con voz burlona y manejó en dirección a la gasolinera—Antes de llegar, cargaré gasolina.

                —Adelante Ren, no hay problema.

El más alto se estacionó, salió del auto y habló con la dependienta de la estación. Una vez solos, Yuu imitó la voz dulce de Misaki en modo de burla.

                —“Oh sí. Adelante Ren, no hay problema. Eres increíble, eres maravilloso”—hizo una mueca—Me enfermas.

                —Sigo sin explicarme el por qué lo odias tanto. Él es genial, puede parecer una persona arrogante, pero en realidad él es muy humilde y dulce.

                —Sí claro.

El rubio estaba por replicar cuando Ren le llamó, pidiéndole que bajara la agenda y la chequera consigo y Yuu bufó. ¿Es qué no podía hacer las cosas por sí mismo? Para todo le llamaba, para todo quería su compañía, para todo Misaki debía estar ahí. No era su asistente, Ren lo trataba como su esclavo y aquello era demasiado humillante. Quería tanto a Misaki que verlo rebajarse de ese modo le enfurecía y dolía, porque sabía que, tarde o temprano, ese idiota iba a terminar lastimándolo.

Su coraje disminuyó cuando fue consciente de que estaba solo en ese auto. Bien. Ahora era un buen momento para salir de ahí e irse por su cuenta a la escuela, simplemente no soportaba a Ren y le valía madres que llegara tarde. Tomó su mochila y estaba por salir cuando notó que su puerta estaba cerrada con llave. Entrejuntó las cejas y lo intentó con la otra pero obtuvo el mismo resultado e igual con las otras dos. ¿Qué mierda?

La sonrisa prepotente de Ren Ashiya  comprobó sus sospechas.

El pelirrojo había notado las intenciones de la fiera y creyó divertido encerrarla. Claro, una cucharada de su propia medicina al ser tan fastidioso. No pudo evitar reírse como loco cuando notó que el pelinegro le miraba con rabia y trataba por todos los medios de salir del auto.

                —Ren… ¿Qué haces?—cuestionó Misaki

                —Quiere huir, solo lo estoy evitando.

El rubio negó y giró los ojos. Si seguía así, Yuu nunca dejaría de tenerle tanta tirria.

                —No lo hagas enojar, te puedes arrepentir.

                —¿Qué me puede hacer?—encogió los hombros sin darle importancia y Yuu casi explotó.

Le odiaba, ahora sí era oficial, le detestaba en serio. Ren no lo sabía, nadie de hecho, pero él odiaba estar encerrado, era claustrofóbico, le aterraban los espacios pequeños y ese miserable acababa de encerrarlo. La desesperación y la ira se mezclaban en su pequeño cuerpo, por un lado estaba aterrado de estar en un lugar atrapado, le temblaban las manos y en otra época de su vida se habría lanzado a llorar.

Pero su ira en contra de ese bastardo era mayor.

Una vez que la dependienta terminó de despachar la gasolina, Misaki y Ren se encargaron de pagarle y entonces Yuu vio su oportunidad. Se lanzó al volante, quitó el freno de mano y manejando el carro sin ser arrancado, lo estrelló en uno de los pilares de la estación. Los tres, tanto el pelirrojo, el rubio y la mujer, miraron a Yuu atónitos y él continuó en lo suyo. Afortunadamente la estación no sufrió un daño grave, pero el vidrio de la puerta se rompió en mil pedazos, lo cual le permitió al pelinegro salir. Frenó el carro nuevamente, abrió la puerta y cargando con suma dignidad su mochila, les dirigió a los tres una mirada tranquila mientras se despedía:

                —Me voy a la escuela.

Comenzó a caminar y Misaki se tapó la boca mientras Ren exclamaba aún al borde del espasmo:

                —¡Mi auto!

                —Tendrá que pagar eso joven—respondió la chica recobrando la compostura.

                —¿Qué? Pero yo no fui.

                —Cierto, pero el auto es suyo.

Ren negó desenfrenadamente y comenzó a replicar palabras altisonantes en contra de la fiera indomable de Yuu Madara.

                —¡Está loco! ¡Está completamente loco y desquiciado! ¡Es una bestia!

Misaki se permitió sonreír un poco y encogió los hombros.

                —Te dije que no le hicieras enojar.

Porque Misaki le conocía, sabía que su amigo era de armas tomar cuando se lo proponía y, si bien ese día había rebasado los límites, estaba seguro de que Yuu era capaz de cosas peores. Y más tratándose de Ren, el chico que detestaba con toda su alma.

¿Algún día este par se llevará bien? Se cuestionó fugazmente y negó con convicción.

No, era imposible.

****

Estaban en una de las mesas de la cafetería. Aún era temprano, pero habían decidido que al tener libres las primeras horas, aprovecharían para avanzar en su proyecto. Ya habían pasado un par de semanas desde que tal había sido designado y si bien, la convivencia con Enjou había sido un poco complicada al principio, ahora podía decir que las cosas habían mejorado. No eran los mejores amigos, de hecho aún se sentía intimidado en su presencia, pero por lo menos, ya no le miraba “tan” fríamente.

Con respecto a Izumi, bueno… con él sí podía decir lo contrario. Lo adoraba, en verdad lo adoraba, era la persona menos facetica que había conocido en su vida. Era oficial, no sonreía, pero no porque fuese un amargado o algo por el estilo, si no porque sencillamente no le daba ganas. Izumi decía que la sonrisa es algo valioso y especial que sólo debía darse en momentos de alegría plena. “Estamos tan acostumbrados a reírnos por todo, yo no le veo sentido a eso” decía, pero el que no sonriera estaba de más. Su mirada, detrás de sus anteojos, era la más cálida del mundo. En ella encontrabas sus diferentes emociones. Y al parecer, al castaño le agradaba Takashi, en ocasiones compartían el almuerzo y ya llevaba su libreta casi llena de las recomendaciones literarias que Izumi le hacía.

Le agradaba mucho, era un gran amigo, casi como Yuu, en verdad les había tomado cariño a los dos, aunque hace poco hubiese notado que Yuu a veces… solo a veces… se volvía un poquitín agresivo. Y quizá Izumi no fuese la encarnación de la emotividad, pero era amable y gentil, en verdad gentil y comprensivo. Mucho más de lo que podía decir de su “hermano”.

                —He comenzado a armar la idea central, podría ser sobre el amor de una joven inocente—explicó Izumi y tanto Enjou como Takashi le dedicaron toda su atención.

                —Continúa.

                —Algo así como las nuevas emociones, aquello que las jovencitas anhelan encontrar en los príncipes.

                —Pero ella no es una princesa—agregó distraídamente Takashi e Izumi asintió.

                —Me gusta, ella no tiene las cualidades de una princesa, no tiene modales, es torpe y para nada refinada.

Comenzó a anotar en su libreta las ideas y Takashi se sintió emocionado de poder aportar algo.

                —Eso la vuelve prácticamente la peor candidata para que un galán pose sus ojos en ella—comentó Enjou y el castaño de ojos grandes sintió la indirecta, aunque no fuese para él, la sintió.

                —Puede que lo sea—replicó con ligero reproche—Pero el príncipe no tiene derecho a menospreciarla por eso. Ella no es perfecta, claro, pero tiene sueños y ambiciones.

                —Y eso es lo que ella no entiende—negó con la cabeza el pelinegro y Takashi entrecerró los ojos.

¿Qué estaba tratando de decir? No le entendía. Izumi, callado como siempre, había notado la pequeña discusión y solo se había dedicado a anotar ideas, intercalando su mirada de uno a otro. A veces simplemente no entendía cómo la gente podía ser tan distraída. Admitía que en Takashi Kotori fuese normal, lo había notado desde el primer instante en que le vio tropezar y disculparse en el aire. ¿Pero Enjou Junko? Aoi le tenía en un pedestal y era verdad que el chico tenía varias cualidades, pero no comprendía por qué actuaba de ese modo. El embrollo era demasiado sencillo y quizá ese fuese el problema, que para él, las cosas siempre eran obvias. Era de sus mayores defectos, predecirlo todo y por consiguiente, no sorprenderse con nada.

                —Lo tengo listo chicos, escuchen—ambos voltearon a mirarlo siendo conscientes de que se habían perdido a sí mismos—Es la historia de una dulce doncella enamorada que no posee las virtudes de una dama, pero que tiene un enorme corazón para dar. Es soñadora, tierna, adorable, torpe y distraída, pero hermosa, de nobles sentimientos y una bella sonrisa que hace que todo parezca mejor—entrecerró los ojos en señal de que esperaba una buena respuesta—¿Les gusta?

                —Me encanta—sonrió Takashi y Enjou también lo hizo.

                —Me parece perfecta—su tono de voz parecía lejano, como si estuviese recordando cosas y por un momento, Takashi no pudo quitarle la mirada de encima. Cuando hacía eso, lo de perderse, al castaño le parecía que sus gestos se suavizaban y se veía encantador.

Tan apuesto.

Agitó la cabeza con desesperación, no podía estar pensando esas cosas. Izumi le vio hacer tal cosa y su mirada le hizo entender que sabía lo que pasaba por su mente. Enrojeció por completo y de reojo, Enjou se percató de ello frunciendo el ceño. El más alto lanzó un gran suspiro mezclado con exasperación. Son unos idiotas, pensó frustrado. ¿Cómo es posible que ninguno de los dos se dé cuenta de lo que les pasa?

Él lo podía adivinar con una simple mirada.

****

                —Algo me dice que me quieres cobrar lo de la mañana—masculló Misaki siendo ahora quien llevara los brazos cruzados.

Takashi se encogió en su propio lugar sintiéndose cohibido. Era la hora del almuerzo y Yuu había arrastrado a Misaki y a él a sentarse juntos. Entendía las buenas intenciones de Yuu, sabía que sólo quería que su nuevo amigo y su amigo de la infancia convivieran un poco. Pero en esta ocasión el Kaichou se estaba pasando de ingenuo. Misaki le detestaba. ¿Cómo iba a lograr caerle bien de ese modo?

                —No quiero cobrarme nada, al final se me olvidó agradecerte el viaje—sonrió al recordar cómo había quedado el carro de Ren y la pose enfurruñada del rubio cambió por una estupefacta.

                —Ren está enfadado por cierto, dice que le debes todo lo que tuvo que pagar después de tu chistecito. Entiendo que no te agrade, pero en serio, no me cabe en la cabeza que sea tan difícil convivir con él un poco.

El más bajito enarcó una ceja y le devolvió la bola.

                —Pues te puedo decir lo mismo. Tú ni siquiera te has tomado el tiempo para conocer  a Takashi y a menos que lo aceptes como mi amigo, yo no aceptaré a ese tarado como amigo tuyo.

                —¡Eso es chantaje!—replicó Misaki levantándose de repente de la mesa.

                —Llámalo como quieras—encogió sus hombros y Takashi trató de aligerar el ambiente.

                —Yuu… Sabes… no puedes obligar a una persona a que otra le caiga bien.

                —Al menos dices algo coherente Kotori.

                —¿De qué hablas? Me has obligado a hacer eso mismo durante doce años Misaki—hizo cara de póker y Misaki no pudo rebatir eso.

El castaño simplemente volvió a quedarse callado, no era una discusión que le incumbiera. Bien podía estar de acuerdo con ambas partes, en verdad que podía. Entendía a Yuu y su punto, sabía que Ren era fastidioso y si para él era malo soportarle en todos los entrenamientos, imaginarse por un momento toda una vida le daba escalofríos. Pero también le daba la razón a Misaki, una cosa era un desagrado natural resultado de los años y otra cosa era una tirria insana que se volvía necia con el pasar del tiempo. Algo bueno debía tener Ren, de lo contrario, Misaki no le amaría como lo hacía y seguramente, el pelirrojo en el fondo también adoraba a Misaki. Ignoraba si de la misma forma, pero al menos como un buen amigo lo hacía. Aquello debía ser un punto a favor del capitán del equipo de natación. ¿Por qué Yuu se negaba a ver aquello?

Una loca idea se le cruzó por la cabeza y por un momento, casi por un momento, se sintió un enfermo como su hermana.

                —Oye Yuu… ¿No será que Ren te gusta?

Ambos amigos habían seguido discutiendo y al escuchar el comentario de Takashi, ambos reaccionaron de diferentes formas. Misaki no pudo evitar lanzar una gran carcajada y Yuu sacó la lengua en una señal de asco profundo.

                —Ahora sí te pasaste Kotori—habló aún entre risas, parecía que le habían contado un buen chiste.

                —Por Dios Takashi, de todos los disparates que has dicho, este se lleva el premio—Yuu replicó contagiado un poco por la risa de Misaki, en verdad no podía parar de reír, era demasiado.

Se sostuvo el estomago con las manos y por un momento trató de evocar la imagen. Ren y Yuu… ¿Enamorados? Ni de coña, se dijo en una carcajada aún más fuerte, eso no pasaría ni aunque los dioses fuesen grandes. Takashi se sintió avergonzado, pero no había podido evitar pensarlo, siguiendo los razonamientos de Koti-chan, era posible. ¿O no?

                —Lo lamento, sé que suena a un disparate, pero ya sabes lo que dicen. Del odio al amor…

                —No lo digas—hizo una mueca—Hay límites para todo, además, yo no tengo los retorcidos gustos de Misaki—miró a su rubio amigo que no había parado de reír—sin ofender.

                —No ofende—respondió limpiándose una lagrimita y asintiendo, admitió—De acuerdo, puede que con este chiste mi nivel de desprecio hacia a ti haya disminuido un poco, pero aún te tengo en la mira Kotori, no me das nada de confianza.

Suspiró resignado, no importaba cuantas veces se lo dijera, Misaki siempre lo vería como un rival.

                —Lo sé. Fuiste muy claro las últimas veces.

                —Me alegra que lo entiendas—sonrió satisfecho y Yuu giró los ojos.

Bueno… al menos, había avanzado un poco en sus planes de volverlos cercanos. Esperaba que pronto pudiesen convivir un poco más y así ser amigos que se cuentan su día a día. O por lo menos que se toleran. En verdad quería mucho a Misaki y Takashi le caía demasiado bien, tenían muchas cosas en común, solo era cuestión de que lo notaran. Ojalá pudiesen ser tan buenos amigos como lo somos Misaki y yo, pensaba.

Oh, si tan solo Yuu supiera…

****

Estaba en su habitación, curiosamente, Koti-chan no había hecho ninguna de sus apariciones en todo ese tiempo y no podía negar que le preocupaba, quizá la menor al final sí había terminado metida en problemas por culpa de su acoso. Era lo mejor, ya que ahora que no la tenía cerca, podía respirar tranquilo. Enjou Junko nunca sabría de su existencia hasta que a su madre se le ocurriera juntarlos y para cuando aquello pasara, él ya habría terminado su proyecto. Si su hermana enferma del yaoi se aparecía en esos momentos, comenzaría a hacer sus teorías locas y Enjou podría tratarla mal. Al final de cuentas, él solo estaba preocupado por su bienestar emocional, eso era algo digno de un hermano mayor responsable… ¿Verdad?

Lanzó un suspiro y volvió a centrar su atención en los ejercicios de cálculo que tenía pendientes. Afortunadamente, el temario de la nueva escuela iba a la par de la otra y por ello no había tenido problema en entenderle. Pero una cosa era entenderle y otra muy distinta lograr resolver los malditos ejercicios del demonio. Frunció el ceño, estaba en su cama, con un montón de libros de cálculo al lado, una calculadora científica, hojas y su reproductor mp3 en el volumen más bajo. ¿Por qué motivo? Simple, Enjou también estaba en la habitación, en su escritorio, y no quería incomodarlo.

No tenía ni la más remota idea de lo que hacía, se veía bastante concentrado escribiendo algo, tal vez una tarea o un proyecto, lo ignoraba, pero su concentración hacía que sus gestos fuesen duros, casi serios. Aquello, en lugar de intimidarle como siempre lo hacía, le gustaba, le gustaba mucho. Quizá era distraído y torpe, pero con el paso de las semanas, poco a poco se había ido haciendo a la idea de que quizá… solo quizá… Enjou Junko le gustaba un poco. Pero era un sentimiento diferente al que albergaba por su ahora desaparecido escritor.

Suspiro un poco más con tristeza.

El timbre de la casa sonó y él brincó en el acto, le pasaba seguido eso de asustarse con cualquier cosa. ¿Sería Kobashi? Lo dudaba, su hermana no era tan cínica como para llegar por la puerta principal e iniciar su desenfrenado acto fastidioso. No, ella era discreta o lo intentaba.

Enjou fue quien se levantó para atender el timbre, dejó todas sus cosas regadas y Takashi estuvo tentado a espiar qué era lo que estaba haciendo, pero se negó a sí mismo tal acción. ¿Qué te importa a ti? Le reclamó su mente y le dio la razón. Estaba pensando la idea de usar audífonos para poder olvidarse de todo a su alrededor y concentrarse (tarea titánica), cuando escuchó ruidos de la puerta de entrada. Voces además de la de Enjou, una masculina y otra… femenina. Entrecerró los ojos y justo entonces pudo escuchar con claridad, los visitantes entrarían a la habitación.

                —No puedo creerlo, siempre nos dejas esperando—dijo la voz femenina mientras se abría la puerta.

                —Es tan propio de ti—dijo el chico y Takashi pudo verlos al fin.

Era una hermosa chica… no… decir hermosa es quedarse corto, era una deslumbrante chica de rizos rubios. De piel blanca, ojos azules, alta pero no mucho, figura delgada y estilizada, con un maquillaje sobrio que solo realzaba sus cualidades naturales y una bella sonrisa que se borró en cuanto le vio a él.

                —¿Qué haces tú aquí?—cuestionó la rubia y Takashi se sintió confundido.

¿Le estaba preguntando a él? ¿Por qué hablaba como si le conociera? ¿Acaso era su mala vibra que hacía que hasta una bella desconocida le odiase en el primer instante en que le conocía? Estaba considerando seriamente la posibilidad de ir a ver un brujo.

El otro visitante apareció, un chico estrafalario, de verdad extraño, de cabellos castaños pero con las puntas de los mismos pintadas de color verde, un verde chillón que resaltaba. Tenía piercings en la boca y en la oreja y un tatuaje en el brazo. Él, al contrario de la chica, al verlo simplemente enarcó las cejas y sonrió. Fue Enjou, que al parecer no notó la reacción de su amiga, quien se encargó de explicarlo todo.

                —Chicos… alguna vez les conté que mi padre volvió a casarse. ¿Lo recuerdan?

Ella solo asintió sin quitarle la mirada de encima y el chico respondió:

                —Lo recuerdo.

                —Bueno… él es Takashi Kotori, el hijo de la nueva esposa de mi padre.

Los ojos azules de la rubia resplandecieron ante esa revelación y volteó a mirar a Enjou con estupefacción.

                —¿Entonces… son hermanos?

                —Algo así—replicó Enjou y Takashi frunció el ceño. ¿Qué mierda significaba “algo así”?

                —¿Y viven juntos?

                —Compartimos la habitación—le miró y por supuesto, procedió a presentarle a sus amigos—Takashi, ellos son Aoi Maya y Rui Miyano.

                —Es un gusto—dijo con educación.

El chico que respondía al nombre de Rui, ensanchó su sonrisa y se acercó a él con un gesto atento mientras le ofrecía la mano. Takashi la aceptó y el mencionado la tomó para poder besar el dorso de la misma y hablar con voz galante.

                —Es para mí un verdadero placer conocer por fin a Takashi Kotori.

Se sonrojó un poco ante tal gesto y Aoi Maya le miró mal mientras Enjou fruncía el ceño ante sus actos. Rui les sonrió ladinamente y entonces el gesto de la chica cambió y miró a Takashi con una sonrisa brillante.

                —Me alegra conocerte Takashi—le ofreció la mano y él la tomó temeroso.

Hace un par de minutos la chica lo había mirado como si le odiara y ahora hasta le sonreía. Era oficial, él no entendía a las mujeres, de verdad no las entendía. Las presentaciones concluyeron y cada quien volvió a sus actividades. Ya no quiso enterarse y entonces sí, se colocó los audífonos para concentrarse en sus ejercicios. De reojo los veía bromear, sonreírse y casi se le hacía un nudo en el estómago. Enjou sonreía brillantemente para la chica y él hubiese anhelado una mínima parte de esa sonrisa para sí mismo.

Pero no, solo tenía desprecio y miradas frías.

Suspiró por tercera vez.

****

Los chicos se marcharon ya casi cuando estaba por oscurecer. Aunque Enjou les ofreció quedarse para cenar, ellos declinaron la propuesta alegando que tenían mucho trabajo. Rui Miyano nuevamente se despidió de Takashi con una sonrisa y una mirada que le movió un poco las terminaciones nerviosas mientras que Aoi Maya se despidió con amabilidad.

Una vez solos, Enjou volvió a lo suyo y Takashi sintió mucha curiosidad, principalmente por Aoi, seguramente era su novia. Aquello, en cierto modo, le deprimió un poco, pero por supuesto, no iba a admitirlo por nada de mundo.

                —Tu novia es una chica muy bonita—comentó a la ligera tratando de hacer conversación.

Enjou le miró sin ninguna expresión en el rostro y asintió.

                —Sí, lo es—aquello le sentó como balde de agua fría, pero Enjou continuó—Aunque Aoi no es mi novia.

                —¿En serio?—fingió sorpresa, pero se sintió aliviado por dentro. ¿Por qué?

                —No, para empezar es imposible.

                —¿Por qué dices eso? Es muy bonita, se ve que le agradas, bien podrías intentarlo.

La mirada que Enjou le dirigió le hizo sentir un poco de miedo. Le miraba casi con reproche y él simplemente no entendía. ¿Acaso dije algo que no te gustó?

                —Claro que no, Aoi no me gusta de ese modo y además, tiene novio.

                —¿De verdad?—no debería extrañarle, una chica tan bella como esa no podría estar soltera. Enjou Junko relajó el rostro y hasta podría jurar que sonrió un poco mientras continuaba.

                —Sí, de hecho, lo conoces, es Izumi.

Casi le da un paro cardiaco. ¿Izumi? ¿Izumi Kou? ¿Izumi, el callado e inexpresivo, Izumi Kou?

                —Estás de broma. ¿Hablas de nuestro compañero de trabajo Izumi?

                —El mismo, son novios desde hace bastante tiempo. Creo que hasta están prometidos o algo así.

                —Wow, es increíble. Nunca pensé que Izumi tuviese novia, es tan…—buscaba la palabra correcta para describirlo y Enjou la completó.

                —Indiferente.

                —Exacto—aceptó, pero después frunció el ceño. Mira quién habla de indiferencia.

                —Bueno, las apariencias engañan, nunca te dejes llevar por lo que tus ojos muestran, hay mucho más detrás de una persona de lo que percibes normalmente.

Estuvo tentado a bufar. ¿Acaso Enjou Junko no hacía exactamente eso? Juzgarle y tratarle mal sin tomarse la molestia de conocerlo un poco. Sin duda este chico era contradictorio consigo mismo. El aludido ya no dijo nada más y volvió a sus actividades, Takashi encogió los hombros y se quedó pensando. ¿Qué trataba de comunicarle Enjou con sus indirectas? ¿Y por qué no era claro? ¡Argh! Le desesperaba, en verdad le hubiese gustado que el chico lo tratara como lo hacía con sus amigos, con una sonrisa hermosa, con calidez, con dulzura. Maldita sea tu bipolaridad, se dijo en su mente y decidió volver a sus ejercicios para ya no prestarle atención nunca más.

Aunque bueno… le mirara de reojo de vez en cuando.

****

Lo había perdido de vista después del entrenamiento. No estaba con esa mosca de Takashi Kotori, lo había corroborado al abordarla en los vestidores. Había brincado como todo un culpable, pero después de tomarlo del cuello y preguntarle, el castaño aseguró que no tenía ni la más remota idea de donde podría estar. Maldita mosca, se dijo en la cabeza, le llamaba así porque tenía el aspecto de una. Las moscas suelen tener los ojos demasiado grandes, casi ocupando todo el espacio de su cara y así era Takashi Kotori, de ojos enormes. Ojos enormes que le gustan a Ren, torció la boca. ¿Por qué maldita sea Ren se empeñaba en ir en contra del destino? Cada vez que él avanzaba un poco, Ren le adelantaba dejándolo atrás. ¿Hasta dónde tendré que llegar para que te des cuenta de que yo soy la persona destinada para ti?

Continuó caminando reprimiendo la punzada en su pecho. A veces, simplemente era complicado luchar tanto. Se había hecho su asistente para poder estar a su lado, en ocasiones había dejado a Yuu varado por él y aquello siempre le valía un reclamo, pero Yuu era tan paciente con él, que le sorprendía que no lo hubiese golpeado. No pudo evitar una risita. A su mente vino la vez que conoció a Yuu Madara, tan agresivo y lindo al mismo tiempo.

Tenían cinco años y casi no salía a la calle a jugar con los vecinos, aunque había un niño que siempre le llamaba la atención. Era pelirrojo y de ojos como el chocolate; el niño era sociable con todos y siempre sonreía al jugar. Comenzó admirándole y con el paso de los años, le amó. Yuu llegó al vecindario unas semanas después y lo primero que hizo fue lanzarle un puñetazo a otro niño que trató de quitarle sus juguetes. Aquello llamó su atención y se acercó a él temeroso de recibir el mismo trato, pero Yuu le sonrió con tanta luz, que comprendió que serían mejores amigos desde entonces. Compartieron juguetes e hicieron una pijamada ese mismo día. Amó a Yuu y Yuu le amó a él, amor traducido en amistad, casi en hermandad. Era fascinante como podía ser cálido con él y una bomba con el resto de los niños, incluido Ren.

Negó con la cabeza y dio la vuelta en un pasillo, justo entonces lo vio, pero no iba solo. ¿Qué demonios? Los vio entrar a uno de los salones y se escabulló lo suficiente para poder ver por la mirilla de la puerta. No entendía. ¿Qué mierdas hacía Ren hablando con Aoi Maya? Precisamente Aoi Maya, la chica más bonita de la escuela, la única que jamás se había atrevido a poner sus ojos en lo que era suyo.

Esto no me gusta y lo peor, no puedo escuchar lo que dicen. Trató de acercarse un poco más y sólo alcanzó a ver a Aoi mirando de una forma muy extraña a Ren y éste, sonriéndole con coquetería, como a todas las chicas con las que salía y que Misaki se había encargado de despachar. Aoi era un rival demasiado fuerte para él, las otras chicas eran manipulables y él era muy astuto cuando se lo proponía. ¿Acaso la rubia quería con Ren? No le gustaba, nada, necesitaba saber qué se traía entre manos esa chica.

Y entonces sí, podría contraatacar, nadie le iba a quitar lo que le pertenecía, nadie.

****

La clase aún no había comenzado, pero ya estaban acomodados de acuerdo a los equipos. Takashi miraba a la nada como siempre, Enjou le veía discretamente e Izumi leía. Había recibido una llamada la noche anterior de Aoi completamente exaltada, contándole que Enjou Junko y Takashi Kotori eran hermanos. A él le daba igual, pero escuchó a la chica pacientemente contar todos sus traumas. Le tenía un gran cariño a Aoi, pero en ocasiones simplemente no la comprendía, ella era como una golondrina, siempre vagando en la búsqueda de un nido; cuando lo percibía y alguien se encontraba ocupándolo, simplemente a picotazos lo destruía para tomarlo. Es una lástima que tu nido esté ocupado, pensó fugazmente y miró de reojo al petirrojo. Sintió escalofríos, debía dejar de comparar a las personas con aves, ya de por sí la gente creía que era raro y si bien, a él le importaba un reverendo comino los pensamientos de los demás, no era sano estar haciendo eso todo el tiempo. Además, si se ponía a hacer comparaciones, quizá él era una piedra, sin chiste y sin forma alguna que lleve a la emoción. No le importaba, sinceramente, le agradaba ser una piedra.

Volvió a mirar a Takashi y a Enjou, y esta vez tuvo curiosidad. ¿Así que eran hermanos? Era demasiado interesante el asunto y no podía dejarlo pasar tan fácilmente.

                —¿Y desde cuándo?—preguntó en voz alta y ambos lo miraron sin comprender.

                —¿Desde cuándo qué?—cuestionó Enjou e Izumi recargó su barbilla en su mano.

                —¿Desde cuándo son hermanos? Tengo entendido que no tienen el mismo apellido y mucho menos la misma sangre. Por eso me gustaría saber exactamente qué tipo de relación los une.

Los ojos de Takashi, ya de por sí grandes, se ensancharon más y Enjou casi palideció. ¿De dónde había obtenido Izumi esa información? Ató cabos en seguida y lo supo. Aoi. Entrecerró los ojos.

                —Hace algunos meses.

                —¿Y viven juntos desde entonces?

Takashi negó y Enjou, con pose calmada, continuó respondiendo:

                —No, eso apenas empezó unas semanas atrás. Por alguna razón que desconozco, Takashi quiso vivir con su madre.

Le miró, era verdad, nadie sabía sus verdaderas motivaciones, nadie tenía idea de que huía de una fujoshi acosadora que al parecer empezaba a desaparecer de la faz de la tierra. Izumi dirigió su mirada a Takashi y éste se sintió cohibido. El castaño de ojos verdes tenía la particularidad de que, cuando quería descifrar algo, miraba de una forma muy intensa a su objeto de estudio y en ese momento, él lo era.

Se estremeció.

                —Entonces Takashi… ¿Por qué decidiste mudarte?

                —Ah… bueno… eso fue porque… mmm…—buscó en su cabeza una buena idea, algo que tanto Enjou como Izumi y su mirada aguda pudiesen creer.

Estaba considerando seriamente la posibilidad de irse por la tangente cuando la mesa debajo de ellos comenzó a temblar violentamente y Takashi tuvo un deja vú. Esto ya lo viví antes. No pudo hacer la conexión de hecho, la pequeña castaña amante del yaoi apareció de repente debajo de su mesa con una sonrisa deslumbrante y respondió la pregunta de Izumi.

                —¡Fue por mí!

Estuvo a dos de lanzar otra maldición. No, por favor, no Koti-chan, no lo hagas, Enjou Junko te tratará mal. Miró al aludido, quien tenía un gesto sorprendido y ni siquiera esto había logrado que el gesto indiferente de Izumi cambiara.

Dios… ¿Qué iba a hacer ahora para salvar a su hermana?

Notas finales:

Ahora sí, van mis preguntas (no creen que les dejo mucha tarea??)

¿Cómo creen que tratara Enjou a la pequeña Koti-chan?

¿No piensan que Izumi es genial? (Por favor ignoren esta, son mis delirios, necesito ayuda urgente)

¿Qué piensan de Aoi y sus "actitudes"?

¿Cómo les cayó Rui?

¿No creen que Yuu es un poquitito exagerado en sus acciones? (Nah, a mi me gusta cómo es jaja)

¿Ren ya no les cae tan mal? En el fondo es un chico muy genial, le tengo cariño, oh sí!!

Y ya, espero que les agrade y pues nos vemos el próximo martes ;) Los quiero con mi corazón :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).