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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Hello!!! Good morning, como ya les había dicho, hoy actualizo temprano, y lo hago corriendo porque tengo que irme jajaa

Así que solo les dire tres cosas:

Espero que amen el capítulo.

Los amo y muchas gracias...

Izumi te amo!!! (ignoren esto último por favor)

Nos vemos ;)

Capítulo 7: Expertos en acoso.

 

Era viernes y ese día su hermanito tomaba clases temprano.

Había logrado entrar a la casa de puro milagro, quizá porque en su afán de no llegar tarde, Takashi había salido corriendo de ahí dejando la puerta abierta. Su mamá no estaba, Fusaki Junko tampoco y Enjou menos, ya que Takashi siempre era el último en salir. Entró a la casa, se aseguró de cerrar con llave y después de buscar en las habitaciones, halló la que sus hermanos compartían.

¿Dónde? ¿Dónde podrán estar en esta ocasión? Se preguntó mientras registraba todos los cajones de todos los muebles. Takashi ya sabía de sus habilidades, las cuales apenas comenzaban a nacer y él, a pesar de ser tan distraído, era cuidadoso como nadie con esas cartas. Dio un suspiro mientras continuaba su labor. Necesitaba acomodar correctamente las cosas, sus planes eran juntar a Enjou con su nii-san, era la idea perfecta, se habían conocido como en un volumen manga, vivían juntos, iban a la misma escuela y lo mejor, ambos eran solteros. Sin embargo, el “escritor” le llamaba demasiado la atención. Había perdido su derecho de ser el elegido para su hermanito después de abandonarlo de esa forma, pero no podía negar que algo extraño estaba pasando y ella quería resolverlo a toda costa.

¡Bingo! ¡Bingo! ¡Bingo! Se dijo mientras daba brincos de emoción por toda la habitación. Las había encontrado, sin duda Takashi era pésimo en esto de ocultar cosas. Dio con la caja de madera, la abrió y tomó una de las misivas. Cerró la misma y estaba por marcharse satisfecha cuando, en el cajón donde había hallado su objetivo, también encontró una vieja fotografía.

La tomó para inspeccionar solamente y no reconoció a nadie en ella. Era un equipo de basquetbol perteneciente a otra escuela que no era la suya. Todos sonreían y saludaban a la cámara mientras presumían su trofeo de primer lugar. En el centro de la misma, con una sonrisa tímida y en las manos el reconocimiento, estaba un chico promedio con lentes enormes, que cubrían todo su rostro. Todos los jugadores del equipo palmeaban el hombro de este chico y Koti-chan entrecerró los ojos al reconocer, después de mucha inspección, al protagonista de la imagen. Sonrió y dejó la fotografía en su lugar mientras se iba.

Más misterios y cosas por resolver, sin duda alguna amaba a su hermano, su fuente ilimitada de yaoi.

****

Acababan de salir de una de sus clases. Yuu iba con el ceño fruncido y Takashi distraído, como siempre. Ambos comerían juntos en el almuerzo nuevamente. Aunque Yuu había intentado que Misaki se uniera, el rubio había alegado que tenía algo que hacer, además de que no volvería a compartir mesa con Takashi Kotori. Yuu le había regañado, por supuesto, por semejante comentario ofensivo y a Misaki le había dado igual. Ahora, tanto el pelinegro como el castaño, caminaban en dirección a la cafetería.

                —¿Te pasa algo Yuu-chan? Te notó molesto. ¿Es por lo de Misaki? Sabes, no te preocupes, no me afecta.

El chico sonrió dulcemente y negó.

                —Aunque me molesta la actitud de Misaki contigo, no es eso. Lo que ocurre es que después del almuerzo tengo examen de conducción y voy a morir. Soy una mierda conduciendo.

                —No seas exagerado. ¿Qué tan malo puedes ser?

Reprimió una risita al recordar el cómo había estrellado el auto de ese tarado de Ren Ashiya unos días atrás. Sí, muy malo.

                —Bastante, pero tengo fe, sólo que me molesta, es todo.

                —Podrías pedirle a alguien que te enseñe—agregó una tercera voz y esta ocasión, Takashi ya no brincó espantado, simplemente negó con la cabeza.

Koti-chan se había aparecido de repente en los pasillos para darles el encuentro. Yuu mostró una cara alegre, como era de esperar y Takashi simplemente resopló, a estas alturas, ya no podía hacer mucho.

                —No, gracias Koti-chan, la gente no me tiene paciencia y por lo mismo yo tampoco les tengo paciencia, así que…

Dejó de hablar cuando notó que unos chicos intentaban abrir uno de los salones que se encontraban cerrados. Se disculpó con los hermanos Kotori y se lanzó a reprender a esos vándalos. Al ver al Kaichou, los aludidos comenzaron a correr aterrados y el presidente del consejo les persiguió con furia en el rostro. Takashi medio se sorprendió, ya sabía con el paso de las semanas, de la mala reputación de su amigo, y Koti-chan simplemente sonrió soñadoramente.

                —Me agrada tanto Yuu-chan, quiero que encuentre el amor. Imagínate a alguien tan agresivo siendo doblegado, sería genial.

                —Deja en paz a Yuu, Koti-chan, él, como puedes ver, no tiene tiempo para esas cosas.

Ella ya no dijo nada y fingió sorprenderse como si acabara de recordar algo.

                —Hey nii-san, hablando de amor… Necesito pedirte un favor.

Él levantó las cejas. ¿Un favor? ¿La sumamente molesta Koti-chan quería un favor de él? ¿Pues de qué se trataba? Algo en su interior le dijo que tuviese cuidado, pero obviamente, lo ignoró.

                —Dime.

                —He decidido ir más allá con Enjou nii-san. Quiero espiarlo como se debe, pero no me atrevo a hacerlo sola. ¿Me acompañarías?

Miles de emociones pasaron por su rostro cuando Koti-chan mencionó el nombre de su hermanastro. Estupefacción, claro está, por el hecho de que esta chica dijera como si nada que iba a acosarlo. Pánico, ante la sola idea de que lo hiciera sola y fuese descubierta. Indignación, porque ella debía dejar de fastidiar a las personas y no importunarlas con sus prácticas locas. Y por ahí, escondido, en lo más remoto, curiosidad, oh sí mucha curiosidad sobre Enjou y su día a día. Pero claro está, no le diría eso, ni de broma.

Jamás lo dejaría en paz.

                —¿Acaso tomaste alguna sustancia extraña? Obviamente que yo no haría algo así.

                —Entonces tendré que hacerlo sola, pero… ¿Y si me descubre?—chasqueó los dedos como si algo nuevo pasara por su mente—¡Ya sé! ¡Si me descubre, diré que es tu culpa!

Casi se tropezó cuando escuchó eso y la miró sin creerlo.

                —¡Qué! ¿Por qué vas a culparme a mí? ¡Yo no te pedí que hicieras algo así!

                —No, pero es una buena idea—entrecerró los ojos y por un momento, solo por un breve instante, Takashi se sintió manipulado—¿Qué dices? ¿Me acompañas? O te echaré la culpa de todo.

Quiso gritar de la frustración, sabía que ella sola no lo lograría, era evidente que sería descubierta o que incluso, Koti-chan se dejaría atrapar a propósito con tal de meterlo en un problema. Así que no tuvo más remedio que aceptar.

                —De acuerdo, te ayudaré con eso, pero por favor promete que no me involucrarás.

                —Prometido—cruzó los dedos detrás de su espalda—Empezamos mañana.

Dio un suspiro, esperaba no arrepentirse.

****

Nuevamente estaba escondido detrás de las macetas.

No entendía muchas cosas, en verdad estaba estupefacto y aún no procesaba todas las cosas que Ren le había dicho por la mañana. Cuando había estado a punto de presentarle un reporte elaborado sobre la relación de Aoi Maya e Izumi Kou, el pelirrojo le había dicho que ya no necesitaba nada de eso, que Aoi se había acercado a él la tarde anterior haciéndole propuestas “interesantes”. Había entrecerrado los ojos ante aquello y la furia hirvió en su interior. Un momento, se descuidaba un jodido momento y la maldita actuaba. Sin duda eres de temer Aoi, pero yo también puedo dar pelea.

Por ello espiaba nuevamente a Izumi Kou, si Aoi iba a usar sus encantos, necesitaba saber hasta qué grado era la indiferencia de su novio. Realmente le costaba demasiado creer que ese tipo no sintiera ni una pizca de amor por su novia. Quizá el día anterior no había estado de buen humor y por ello no la había tratado como debía. Así que, espiándolo una segunda vez, esperaba tener mejores noticias. Necesitaba crear una nueva estrategia y saber con precisión qué era lo que unía a Ren con Aoi. Tanto misterio, tanto secretito no le agradaba y amenazaba todo por lo que había luchado sin tregua durante años.

En esta ocasión llevaba su cámara fotográfica, había sido un obsequio de su padre cuando cumplió quince años, con la esperanza de que el chico se interesara en algo que no fuese lo mismo que su amigo Ren. Pero el tiro le había salido por la culata porque Misaki había terminado usando la cámara para fotografiar sin tregua a Ren. Sí, la obsesión era enfermiza al parecer.

Enfocó la cámara para analizar a Izumi Kou, quien leía tranquilamente en su lugar. Tenía los pies apoyados también en la silla y no prestaba atención a nada a su alrededor. El día anterior vestía una camisa de manga ¾ y pantalones demasiado formales. Pero ese día llevaba una sudadera que le quedaba justa, unos jeans y tenis. Se veía realmente concentrado en su lectura y Misaki se cuestionó si eso era normal. Leer hasta el grado de perderte del mundo, a él le costaba mucho hacerlo porque cualquier ruidito lo distraía.

Tomó una fotografía tratando de ver algún cambio y justo entonces, una vocecita asombrada se hizo presente.

                —¡Wow! ¡Eso es increíble! ¿Es tuya?

Se giró sobre su cuerpo y ya no brincó como el día anterior. Nuevamente, la pequeña desconocida estaba en su escondite, a su lado. Sinceramente, le daba igual, así que decidió responder sus dudas.

                —Sí, es mía. Es una cámara réflex. Muy útil para tomar fotografías de gran alcance.

Los ojos de la castaña brillaron. Se imaginaba todo lo que podría hacer con una cámara como esa. Estaba en verdad fascinada y, considerando lo astuta que recientemente se había vuelto, aquello era muy difícil.

                —¿Es cara?

                —Algo, sí, pero me parece que eres muy joven para tener tanto poder.

Precisamente por eso debe ser mía, pensó mirando el objeto como si fuese una deidad.

                —Quizá tengas razón—miró en dirección a Izumi y cambió el tema—Pero eso ya no importa. ¿Aún investigas a Izumi-san?

Estuvo tentado a lanzar una risita al ver que la menor usaba la palabra “investigar” para cubrir el hecho de que eran unos acosadores. Sin embargo, algo en su frase le hizo reaccionar.

                —Un momento… ¿Conoces a Izumi Kou?

                —Claro, es amigo de mi nii-san.

La miró sin comprender.

                —¿Quién es tu “nii-san”?

Estaba por contestar cuando sonó la campaña y la menor le señaló los movimientos del castaño.

                —Se va.

Misaki volvió a mirarlo y se percató de que, en efecto, Izumi Kou se había levantado de su asiento y llevaba su libro bajo el brazo. No cambió su gesto indiferente y no dio señas de tener sentimiento alguno. O corazón, se burló Misaki y negó con convicción. Sin duda estaba solo en esta pelea, no le servía de nada Izumi Kou y su frialdad, seguramente a él le daba igual Aoi Maya. No comprendía por qué estaban juntos si no la quería, eso solo era un desperdicio. Maldita la hora en que ustedes se metieron en mi camino, pero me encargaré de solucionarlo todo.

Aoi Maya no le vencería, no lo haría.

Koti-chan simplemente le vio maquinar todo con una sonrisa.

****

Estacionó el auto como pudo y frenó antes de lanzar un suspiro.

Había sido un examen tan crítico, todo le costaba demasiado y no podía concentrarse. Había pocas cosas en la vida que Yuu odiaba en verdad. Estar encerrado, la oscuridad, Ren Ashiya y conducir. Conducir era jodidamente molesto, lo odiaba en verdad y por ello nunca se había atrevido a intentar tomar clases. Pero de igual modo, Yuu era el presidente del consejo, siempre estaba pidiendo una conducta ejemplar en los estudiantes y por lo mismo, creyó que era tiempo de vencer sus demonios. Debía aprender a manejar y ser el mejor en ello, así pasara cualquier cosa.

El problema radicaba en que era pésimo en verdad.

                —¿Y bien? ¿Qué dice?—preguntó bastante nervioso y el profesor sólo enarcó una ceja.

                —Digo que es bueno que nunca manejes en serio, la gente corre peligro.

                —¿Qué? No entiendo. ¿Quiere decir que reprobé?

                —Exactamente.

Agachó la mirada mientras sus manos apretaban con fuerza el volante. No, no podía reprobar, no podía concebir el hecho de haber fallado. ¿Qué clase de presidente del consejo sería si no podía manejar algo así?

                —No, no me diga eso. Usted… ¿Usted entiende que si repruebo tendré que dejar mi puesto de Kaichou? Dígame que tengo una oportunidad, se lo suplico.

El mayor negó tranquilamente y Yuu estuvo a punto de arrancarse los cabellos. Sabía que le iba a ir mal, lo sabía. Quería morirse en ese momento.

                —Lo lamento Madara, pero tu problema no son simples errores de conducción. Técnicamente es como si no hubieses nacido para esto, no tienes sentido de la orientación a la hora de tomar el volante. Es… y perdona que lo diga así… como si te volvieras torpe al subirte a un auto.

Aquello fue un golpe demasiado bajo. Quizá sí tendría que tomar clases de manejo con alguien como le había sugerido Koti-chan. No podía creer que estuviese considerando los consejos de una niña de doce años, necesitaba ayuda psiquiátrica, en serio.

                —Puedo mejorar, deme una oportunidad profesor, le prometo que si me deja, puedo mejorar en mi conducción.

El aludido pareció meditarlo bastante, revisó sus documentos, su lista de calificaciones y parciales; finalmente, después muchos minutos que provocaron casi un colapso en el pelinegro, el profesor asintió con una media sonrisa.

                —De acuerdo, mi próximo examen será en un mes, si para entonces no apruebas, nada podrá salvarte.

Estuvo a dos de lanzarse a sus pies para venerarlo, pero se contuvo y solo le dio las gracias mientras se bajaba del vehículo. El mayor tomó su lugar, se despidió con un asentamiento de su cabeza y Yuu lo observó irse mientras meditaba.

Ajá, sí, muy bien, ya conseguiste una prórroga. Ahora, me puedes decir con esa cabecita tuya… ¿De dónde vas a sacar a alguien que te enseñe a conducir? Estaba por abrir los ojos y devanarse los sesos en busca de alguien, cuando una molesta voz interrumpió su debate mental.

                —Parece que alguien necesita ayuda.

Se giró sobre su cuerpo para poder verlo. La última persona que quería ver en ese momento… no, la última persona que quería ver nunca estaba ahí, con su sonrisa prepotente y esa mirada de superioridad que le irritaba el hígado y el páncreas de paso.

                —¿Qué mierda haces aquí?

Ren sólo encogió los hombros y su sonrisa se pronunció más.

                —Sólo pasaba por aquí, ya sabes, mi rutina del día y sin querer me percaté de tus pésimas habilidades de conducción—hizo un gesto de sorpresa fingida y después entrecerró los ojos—Ah no… espera… lo noté antes, cuando destruiste mi auto hace unos días.

Por primera vez Yuu se permitió sonreír con suficiencia.

                —Sí y te lo digo sinceramente… lo disfruté bastante.

El pelirrojo giró los ojos mientras Yuu comenzaba a caminar para alejarse, ya había tenido bastante de Ren Ashiya por un día. El aludido notó esto y extrañamente, contrario a lo que siempre hacía, comenzó a seguirlo exponiendo sus puntos.

                —Te juro que nunca me he explicado el motivo de tu desprecio, aunque tampoco me he puesto a razonarlo. A mí de igual modo me desagradas, pero yo sí puedo ser una persona racional, por ello, te voy a hacer esta propuesta—se acercó hasta quedar frente a él y debido a su baja estatura, tuvo que agacharse un poco—Yo te enseñaré a manejar y lo haré sin pedir nada a cambio. ¿Qué dices?

El chico de los ojos ambarinos hizo una mirada dulce y fingió una linda sonrisa de agradecimiento mientras respondía:

                —Digo que te puedes ir directito a la mierda. No necesito tu ayuda.

Se hizo a un lado recuperando su gesto malhumorado y continuó caminando mientras Ren hacía una mueca. De verdad no lo soportaba. ¿Acaso no podía actuar con madurez aunque fuese un momento? Tenía ganas de tomar su cuello y retorcerlo, pero decidió conservar la compostura.

O por lo menos lo intentó.

                —Ya sabía que no podía esperar otra respuesta de la fiera.

El más bajo detuvo sus pasos y apretó los puños conteniendo la ira.

                —¿Cómo me llamaste?—cuestionó controlando su tono de voz mientras se giraba para encararlo.

                —Lo que oíste, eres como una bestia, sin modales y sin la capacidad de ser considerado con las personas. Te ofrezco algo que en verdad necesitas y me respondes de esa forma, tú no eres un ser humano, eres una fiera…

Le había llenado el buche de piedritas durante muchos años, en verdad se había reprimido por Misaki, por lo mucho que lo quería y lo triste que se pondría si él reaccionaba mal. Pero ahora sí había cruzado la jodida línea. Lo escuchó enumerar sus múltiples defectos con ese tonito, como si él fuese perfecto y antes de que pudiese evitarlo o que Ren pudiera prevenirlo, cerró uno de sus puños y lo estampó en su cara.

                —¡Si tanto te fastidio entonces no te me acerques y punto!

Comenzó a caminar con prisa con el corazón a punto de estallarle del coraje. ¿En verdad qué se creía ese tipo? Ren Ashiya se sostuvo el rostro y quedó estupefacto. No podía creer que una persona así existiera. ¿Por qué siempre tenía que reaccionar ante todo con golpes? ¿Acaso no podía ser una persona tranquila y normal?

Pero lo que Ren no comprendía era que Yuu era una dulzura con todo el mundo y, a excepción de quienes rompían las reglas, sólo él lo sacaba de sus casillas, solo Ren tenía esa capacidad de alterar tanto sus nervios al grado de actuar de ese modo, sin educación, con agresividad, con absoluto odio.

Porque sí, Yuu le odiaba demasiado.

Quizá más de lo que debería.

****

Era demasiado extraño.

Y no quería admitirlo, pero la adrenalina que había estado sintiendo ese día sin duda superaba cualquier deporte extremo que hubiese practicado con anterioridad. Se había levantado tempranísimo, más de lo normal para su metabolismo y cuando viajaba en el transporte público para ir por su hermana, estuvo a punto de quedarse dormido y pasarse de su parada. No le extrañaría, un par de veces al mes le había ocurrido, eso de irse derecho. Despertaba ya en la base del camión y con el conductor mirándole con obvia burla. Aquello siempre era humillante.

Había recogido a Koti-chan, quien usaba ropa como si estuviese en una película de acción y él solo había girado los ojos. Quizá estaba exagerando al creer a su hermana un peligro, aún era una niña ingenua que no sabía de muchas cosas. Sí, veía yaoi y al parecer le llamaba en demasía la atención las morbosidades gays, pero situaciones y actitudes como esa le daban a entender que su hermanita aún tenía mucho que aprender antes de convertirse en una “experta en acoso”.

Comenzaron siguiendo a Enjou en la escuela, Koti-chan se escondía en lugares bastante obvios y él estuvo a punto de darse un zape. ¿De verdad era tan distraído para no notarla? Afortunadamente él había entrado en acción o de lo contrario, Enjou ya los habría detectado.

Después de seguirlo en todas sus actividades escolares y notar que era un chico común y corriente perteneciente a la media de estudiantes que viven al día con los deberes de la escuela, Enjou se alejó de la institución con una sonrisa y se dirigió a una casa que no era suya, obviamente. Ahí tanto sus sentidos como los de su hermana, se pusieron alerta y cuando vieron que se trataba del hogar de Aoi Maya, frunció el ceño un poco.

¿Qué hace en casa de Aoi? ¿Y a solas? Cualquiera puede malinterpretar aquello, yo lo malinterpreto. Desgraciado, me dijo que Aoi no era su novia y peor, ella está con Izumi… ¿Cómo puede hacerle esto a Izumi? Sus pensamientos cargados de celos que, obviamente no iba a admitir, fallecieron cuando notaron que Rui Miyano también apareció en esa casa, junto a otro par de chicos y todos, salieron juntos para dirigirse a quien sabe dónde.

Miró la hora en su reloj, ya faltaba poco para las siete y le preocupaba que oscureciera, su hermana era muy joven para andar tan tarde en la calle, pero la veía tan fascinada, tan feliz y tomando fotos con su celular, que lo meditó bastante antes de soltarle la bomba.

                —Tenemos que irnos.

                —Estás de broma, claro que no nii-san, si apenas está por comenzar lo bueno—replicó ella haciendo un puchero.

                —Quizá, pero ya es hora, se está haciendo tarde y tú no puedes andar a estas horas en la calle.

                —Estoy contigo, nada malo me pasará. ¿O sí?—entrecerró los ojos y él giró los suyos. Obviamente que él no iba a permitir que nada malo le ocurriera y lo sabía de sobra.—Entonces vamos.

No le quedó más remedio que llevarla y así lo hizo. Ambos siguieron a Enjou y su grupo de amigos. Los muchachos habían tomado el transporte público, Takashi y Koti-chan habían decidido tomar un taxi para saber en donde se bajaban exactamente y después de varios minutos de retraso, llegaron a su destino.

No, definitivamente no, Koti-chan no entrará a un lugar como este, se dijo alarmado, pero no había dado ni un pestañeo cuando su hermana menor ya iba en dirección a la entrada. Si no se desmayó fue de puro milagro, esa niña iba a terminar metida en muchos problemas si actuaba siempre de esa forma.

No es que se tratara de un lugar de mala muerte ni nada por el estilo, de hecho parecía ser un bar bastante tranquilo, de esos donde las personas no solo van a beber, si no también cenar, escuchar un poco de música y relajarse. Comprendió más o menos por donde iba la cosa cuando una camioneta manejada por un chico de cabellos parados, se estacionó frente al lugar y Rui Miyano salió a recibirlo. Del vehículo comenzaron a bajar sus instrumentos y se sintió más cómodo. Enjou y su banda tocarían esa noche al parecer.

Evocó el recuerdo de Enjou tocando su guitarra y cantando aquel día, no pudo reprimir una sonrisa, aquello era algo digno de ver, y solo porque su hermana parecía a punto de explotar si no iban, decidió seguirle la corriente. La tomó de la mano y se dirigió a la entrada, la cual afortunadamente no tenía ningún cadenero o de lo contrario, su enferma acosadora ya se hubiese tenido que ir olvidando de la idea.

Menos mal, pensó sintiéndose un poco mal ante aquello. En lugar de alentarla, debería de estar mermando sus esfuerzos. ¿O no? Sin duda era pésimo como hermano mayor y fuente de autoridad.

Entraron y se acomodaron en el rincón más oculto del lugar, para evitar que de cualquier forma, Enjou o Rui Miyano o la propia Aoi los vieran y las cosas se complicaran. Ya bastante malo sería ser descubiertos por Enjou, la idea de que sus amigos y su banda entera también notaran sus horrendas manías era desagradable por donde lo viera.

La música comenzó y de inmediato se desconectó de todo para poder apreciarla. Takashi pensaba sin parar que todo arte merecía respeto y aún si se tratara de su hermanastro, del tipo que le trataba como a la peste misma y el chico que su hermana tenía en la mira, Enjou y su arte merecían su completa dedicación. Se perdió en las cuerdas, en los tonos, en los contratos y sopranos de Aoi Maya, quien armonizaba los coros de las canciones; se perdió en la labia de Rui Miyano, quien le daba un toque divertido, entretenido y emocionante a su música; se perdió en la mirada de Enjou, en sus expresiones, en el hecho de que parecía amar lo que hacía, parecía amar cada nota que él creaba, cada sonido que manaba de su boca al cantar, parecía amar el hecho de estar ahí dedicando cada una de las palabras de esas canciones… de esas emociones… a algo… o alguien.

Sí, su mirada a la nada y a la vez a todo denotaba eso, que Enjou le cantaba a alguien que era la inspiración de lo que hacía, alguien que lograba que todo ese arte fluyera por su cuerpo. ¿Quién será esa persona? Se cuestionó sin dejar de mirarlo en un suspiro. ¿Quién tiene la gloria de poseer de ese modo todos tus pensamientos? ¿Quién es tu musa?

La canción finalizó y casi podría jurar que al girar sobre su cuerpo, Enjou le dirigió su mirada a él, sólo a él, aunque aquello era imposible porque estaban bien ocultos. Sin embargo, se estremeció ante la idea de ser descubierto, pero más que eso, ante la idea de que el oji-gris adivinara con su sola mirada, todo lo que pasaba en su interior. Es como si me encontrara desnudo frente a él. No… no me gusta… no me agrada sentirme así…

                —Vámonos Koti-chan—pidió en un susurro y ella lo miró sin comprender.

                —Pero… no entiendo…

                —Ya vimos suficiente, es hora de irnos, por favor—pensó que tendría que hacer malabares para convencerla o rogar y rogar sin parar, pero no fue necesario. La menor notó el nerviosismo de su hermanito y por primera vez en su vida, fue comprensiva.

                —Está bien nii-san, vámonos.

Sonrió aliviado de escuchar esas palabras y con precaución, ambos se levantaron de su silla y comenzaron a salir por la puerta. O lo intentaron, porque el suéter de Koti-chan se atoró en uno de los pilares del lugar y eso retrasó todo.

El bar era un lugar adornado con diferentes pilares de colores y puntas, algo así como si evocara la idea de un rosal, incluso había una especie de enredaderas, obviamente artificiales que rodeaban todo el piso del bar, algunas mesas y las paredes junto a los ventanales. La verdad es que la combinación de luces y colores hacía que todo luciera muy estético, pero sus malditas decoraciones podían ser fastidiosas cuando se lo proponían.

                —Nii-san…—habló ella y Takashi volteó para descubrir el enredo de su hermana.

                —Descuida, ahorita lo arreglo—se acercó a ella, brincando una de las enredaderas que estaba en el suelo y luchó contra el suéter como si se tratara de una bestia. Malditos hilos, masculló por dentro mientras fruncía el ceño.

Empezaban a llamar la atención y aquello no era bueno, Enjou los descubriría a menos que se apresuraran. Muchas personas comenzaron a murmurar por lo bajo y otros empezaron a reírse un poco. Jodidos, en vez de estarse riendo, deberían ayudarnos. Koti-chan también se exasperó y justo entonces, la voz que ninguno de los dos hubiese querido escuchar, sonó algo cercana a ellos.

                —Takashi… Koti-chan… ¿Qué hacen aquí?

Ambos brincaron alarmados, Enjou no podía descubrirlos espiándole, aquello sería catastrófico, así que sin importarle demasiado, Koti-chan tomó el control de la situación, ya que Takashi se había quedado helado y blanco. Tironeó del suéter sin importarle que éste se rompiera y fue libre, entonces tomó el brazo de su hermano, quien reaccionó y afianzó su agarre para huir antes de que su hermanastro se acercara.

El problema estuvo cuando al hacerlo, el que retrasó todo ahora fue él.

Tropezó con la enredadera de la decoración y cayó al suelo sin poderlo evitar. Casi podía jurar que escuchó algo romperse y una sensación de absoluto dolor se expandió por todo su cuerpo desde su tobillo. Todo empeoró cuando tuvo al hijo de Fusaki a unos cuantos centímetros.

                —¿Estás bien?

Los ojos de la menor se ensancharon y aún ante aquel inminente interrogatorio, él trató de huir pero ya no pudo hacerlo. Maravilloso, acababa de joderlo todo. Quiso azotar su cráneo en el suelo hasta que se le hiciera un hoyo. ¿Por qué siempre era tan torpe? ¿Por qué nunca prestaba atención a su alrededor? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Ahora qué explicación iba a dar.

Notas finales:

Típico de Takashi tropezarse y arruinarlo todo jaja

Aoi y sus misterios serán resueltos muy pronto, de hecho en un par de capis jaja

Los encuentros YuuxRen me matan, no puedo evitarlo jajaja

Espero que les haya gustado y nos vemos el próximo martes!! Los amo!!

 


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