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Fujoshi de mi corazón. por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Sé que es tarde, hipermegatarde!!! Lo sé!!! Pero pues les doy su muy merecida explicación:

Hoy fue mi foto (y si no les avisé fue porque no estaba planeado!!!) Hace meses que fue la toma de mi foto de graduación, pero el "muy hermoso" fotógrafo perdió nuestras fotos y nos obligó a tomarnoslas de nuevo, por ello es que llego a estas horas (fue histeria masiva, mas de la mitad quería matarlo ja)

Pero bueno, ya de lleno con el capi, les digo que este es uno de mis favoritos, en serio, espero que les guste como a mi :3

Y nos vemos el próximo martes, los quiero y muchas gracias :)

Capítulo 8: Canario saboteador.

 

Iban en el taxi y llevaba los brazos cruzados. Le dolía el tobillo, le dolía a muerte, en verdad se habría lanzado a llorar de dolor en ese preciso instante como un bebé de no ser porque tenía una poquita de dignidad. Aunque después de lo ocurrido, dudaba que lo que tenía en el cuerpo se tratara precisamente de dignidad.

Enjou se había apoderado de la situación una vez que fueron descubiertos, le reprendió “sutilmente” el hecho de que una menor como Koti-chan estuviese a esas horas en un bar como ese y la menor, tratando de salvar ambos pellejos elaboró toda una historia fantástica para que Enjou no sospechara ni por asomo que lo habían espiado como viles enfermos. Afortunadamente el oji-gris se tragó la historia y después de pedir un taxi, los tres subieron y fueron a dejar a Koti-chan a su hogar.

El problema fue cuando se quedaron solos en el vehículo.

No hablaron, nada, ni siquiera un carraspeo, nada de eso y aquello era un poco exasperante, su ceño fruncido y la mueca de su boca no ayudaban mucho a que Enjou iniciara una conversación y con completa sinceridad, no estaba seguro de querer hacerlo. Se suponía que entre más tiempo pasara, menos cosas compartiría con Takashi, así se lo había jurado y perjurado desde el instante en que se supo su hermano.

Aunque al destino parecía que le divertía llevarle la contraria.

Llegaron a la casa Junko y Enjou, quien pagó el taxi, bajó al último. Takashi medio tembló, le dolía de verdad el tobillo, pero no iba a dejar que él lo notara, así que debía actuar fuerte y como si nada frente a él. Aquello era muy difícil, pero lo lograría. Comenzó a caminar mordiéndose la lengua en cada paso que simbolizaba más dolor y Enjou pareció no notar nada. Entraron a la casa, la cual aún estaba vacía, al parecer ese día sus respectivos padres llegarían tarde, y se dirigieron a la habitación. Takashi entró primero con suma dignidad y completamente orgulloso de su actuación y Enjou entrecerró los ojos mientras hablaba por primera vez desde que se habían quedado solos.

                —Hey… Takashi…

                —¿Sí?—cuestionó sin comprender el castaño mientras se giraba y entonces Enjou aprovechó.

Sutilmente se acercó a él y golpeó con su pie (con mucho cuidado cabe señalar) el tobillo de Takashi. Al sentir el contacto, la farsa del mayor de los Kotori murió y se quejó de dolor y después de rabia al saber que había caído como idiota en la trampa.

                —¡Auch! ¿Por qué hiciste eso?

                —Sabía que te habías hecho daño, no está bien que te reprimas, puede ser grave.

                —No exageres—replicó deseoso de poder lanzar algunas puyas, Enjou casi sonaba preocupado. Aquello aceleró como loco su corazón y obviamente no se permitió notarlo—No es nada.

Entrecerró los ojos y antes de que Takashi pudiese evitarlo, lo tomó en sus brazos y lo arrastró a su cama. Enrojeció alterado… ¿Por qué hacía eso? No entendía para nada a este chico, en verdad le confundía en extremo. El susodicho le quitó el zapato que llevaba mientras el más bajo trataba por todos los medios de no morir del nerviosismo y alegar que nada grave pasaba. Justo entonces, su pie quedó al aire libre y el oji-gris enarcó una ceja.

                —Sí claro, no es nada.

Abrió sus ojos aún más de lo normal mientras exclamaba:

                —¡Santo Dios! ¿Eso es mi tobillo?

La verdad es que estaba más que hinchado, parecía una protuberancia o un tumor mal formado encima de su pie y no se veía nada bien, estaba morado, muy morado y no dejaba de doler. Quizá… sólo quizá… sí era un poco grave y tal vez… sólo tal vez se había roto el tobillo.

                —Aplicaré un ungüento para calmar el dolor, pero es necesario que vayas con un doctor y te saquen una radiografía—le miró como si fuese un profesional médico—Tienes que cuidarte más Takashi o a este grado acabarás paralítico.

No pudo decir nada, estaba en shock, mientras Enjou sacaba de su escritorio un frasco de ungüento, lo aplicaba y después le vendaba el pie, Takashi no podía sacarse de la cabeza todo lo que su hermanastro decía, todo lo que hacía, su mirada, su voz y el hecho de que de verdad parecía preocupado, aún si fuese una mentira. La realidad era que la mentira le hacía sentir bien, una sensación extraña se instalaba en su pecho, casi como si estuviese emocionado, casi como si estuviese… feliz…

¿Qué estaba pasándole?

****

                —¿Un mes de incapacidad?—preguntó Yuu mientras se comía su almuerzo.

                —Sí, un mes de incapacidad—afirmó Takashi mientras sostenía con una de sus manos el par de muletas que había tenido que andar trayendo debido a su lesión.

El día anterior se había tenido que volar las clases nuevamente para ir al médico tal como Enjou le había recomendado. Aún sentía las mejillas rojas cada vez que recordaba lo ocurrido y se reprendía mentalmente. Debes dejar de emocionarte como niña tonta, él no hizo nada. El médico le revisó, sacó una radiografía y en efecto, se había roto el tobillo, no podía andar por la vida caminando como si nada y peor aún, nadando.

                —Eso automáticamente te deja fuera de las competencias de natación—agregó Misaki y casi se podría jurar que el rubio sonrió—Es una lástima.

Sí que lo has de lamentar mucho, ironizó Takashi en su cabeza. Ese día tomaban el almuerzo los tres, Yuu nuevamente había hecho esfuerzos por volverlos amigos y Misaki no había hallado excusas para evitarlo, así que por ello estaban los tres juntos, compartiendo desgracias y penas. O al menos, Takashi compartiendo las suyas, sin duda alguna él era una clase de bufón para el mundo y todo porque a su linda hermanita se le había ocurrido espiar a Enjou Junko.

Bueno… no es que te negaras mucho. ¿Sabes?

Agitó la cabeza tratando de sacarse esos pensamientos y justo entonces apareció en la misma mesa el capitán del equipo de natación, seguramente buscando a Misaki, pero entonces, justo entonces, notó que no venía precisamente galante como siempre. Reprimió una risita y sólo para probar, volteó a ver a Yuu, el cual no se molestó en disimular y esbozó una brillante sonrisa de malicia. Oh sí, Yuu disfruta la desgracia de Ren Ashiya.

                —¿Es cierto lo que escuché por ahí?—preguntó el pelirrojo tomando una silla y sentándose—¿Tienes un mes de incapacidad?

                —Así es Ren, lo lamento pero no podré participar en las competencias, según recuerdo son en un par de semanas.

                —Así es.

                —¡Por Dios Ren! ¡Qué te pasó!—exclamó Misaki al borde del espanto y tanto Yuu como Takashi intentaron frenar su risa, ya se imaginaban esa reacción.

El galán pelirrojo llevaba en su ojo izquierdo un moretón a punto de evolucionar en hematoma y Misaki abrió los ojos con preocupación obvia y casi instintiva, como si hubiesen atacado a los cachorros de una leona, algo en su interior le decía que el rubio era capaz de lanzarse encima de quien era el responsable.

Si tan solo supiera que lo tenía al lado.

Yuu reprimió otra risita perversa.

                —Descuida Misaki, no es nada, sólo fue un pequeño encuentro con una fierecilla.

El pelinegro entrecerró los ojos ante aquel nombramiento y Ren sonrió con burla. Justo entonces, Yuu pateó su espinilla por debajo de la mesa. El galán reprimió una mueca de dolor y después le miró con furia. ¿En serio Yuu le seguiría golpeando hasta el final de los tiempos? Tenía que frenar esto o se volvería el hazmerreír de la escuela, que un enclenque como él le estuviese haciendo morder el polvo era demasiado humillante.

Takashi, obviamente, no notó nada de esto y sacó su celular para mirar la hora alarmándose en el acto.

                —Chicos tengo que irme, debo ver a la enfermera de la escuela antes de que termine el almuerzo.

Comenzó a levantarse y Ren vio en ello una posibilidad de alejarse de la fiera salvaje de Yuu Madara. También se levantó y le ayudó con las muletas mientras le ofrecía acompañarlo. Con una mueca tuvo que aceptar y casi tiembla al sentir las miradas endiabladas de Misaki. ¿Por qué siempre me meto en esta clase de líos? ¿No puedo tener un semestre en la escuela normal? No le quedó de otra y se fue con Ren.

Y así, Misaki y Yuu se quedaron solos.

                —Deja de mirarle como si quisieras asesinarlo—pidió el pelinegro con un gesto de burla en el rostro.

Misaki relajó su rostro y fingió inocencia.

                —¿De qué hablas? Yo no hago eso—entrecerró los ojos y decidió cambiar el tema—Pero la mosca es lo de menos, no sé por qué, pero tengo el vago presentimiento de que tú tienes algo que ver con el moretón de Ren.

La sonrisa traviesa que el Kaichou expresó fue suficiente para comprobar su culpabilidad y el rubio no supo si mirar al cielo o reír.

                —Quizá tengas razón.

                —Yuu… no entiendo… ¿Por qué llegaste a esos extremos? Sé que detestas a Ren pero… ¿Era necesario golpearlo?

                —Lo era, él muy idiota me sacó de mis casillas. ¿Puedes creer que dijo que era una fiera? Obviamente no iba a permitir que tu descerebrado amigo me insultara. Todo porque se le ocurrió ofrecerme clases de manejo—resopló con furia—Seguramente ese tipo sólo se estaba burlando de mis pocas habilidades al volante.

Yuu comenzó a susurrar insultos como si se tratara de un rosario y Misaki se quedó mirando a la nada ante este tipo de información nueva. ¿En verdad Ren se había ofrecido a algo así? Aquello, si bien, no negaba que era extraño, le podría servir. Una idea se atravesó en su mente y chasqueó los dedos antes de exponerla.

                —¡Eso es!—su mejor amigo dejó de rezar insultos y le miró sin comprender. El rubio continuó con su loca petición—Yuu… acepta… por favor…

                —Enloqueciste… ¿Verdad? Ni jodido aceptaría algo así. ¿Por qué quieres que lo haga?

                —Porque necesito que estés cerca de Ren, no me gusta para nada esa “relación” que está adoptando con Aoi Maya y no me quiere decir nada a mí. Si aceptas, tal vez podrías averiguar algo—se levantó ante la mirada incrédula de Yuu y después se arrodilló—Tú no lo entiendes Yuu, he hecho de todo con tal de tenerlo a mi lado, he saboteado cada una de sus relaciones con todas las chicas, me he encargado de crearle en la escuela una falsa fama de galán mujeriego rompecorazones y nunca pienso rendirme… pero Aoi es un rival demasiado fuerte, si no me adelanto a sus movimientos, lo perderé… yo… yo no puedo perderlo… no por ella… no por nadie…

Y ahí estaba, la desesperación de Misaki, sus miedos, sus complejos, sus dudas, todas sus acciones. Yuu tenía ganas de tomar a Ren Ashiya del cuello y molerlo a palos hasta que ya no respirara. ¿Cómo era posible que le hubiese hecho algo así a Misaki? ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Cómo no notaba que todos sus movimientos eran por él? Sólo por él. Amaba tanto a Misaki, como un hermano, que verlo rebajado a eso le dolía en demasía y era capaz de cualquier cosa por hacerlo feliz. Cualquier cosa.

Incluso sacrificarse.

                —De acuerdo, lo haré.

Misaki sonrió agradecido y le dio un gran abrazo. Yuu lo correspondió sintiéndose extraño. ¿Hasta qué grado era capaz de llegar su mejor amigo por el amor de Ren? Y aún más importante… ¿Hasta dónde era capaz de llegar él mismo por verlo feliz?

Eso era algo que descubriría dolorosamente con el tiempo.

****

Estaba en la escuela, obviamente había tenido que equilibrar sus faltas con sus clases y su amor por el boys love. Las personas inteligentes y astutas son capaces de eso y más, por ello había decidido que estos días, se dedicaría a asistir a sus clases y esmerarse en los trabajos, todo para que cuando faltara, nadie la echara de menos. Koti-chan en cierto modo estaba un poco preocupada, después de lo ocurrido el día del acoso de Enjou, no había tenido muchas noticias de su nii-san. Sabía que se había fracturado el tobillo cortesía de la información que su padre le había dado, pero no tenía más datos sobre si Enjou se había tragado sus mentiras.

Miró el reloj que estaba frente a ella, pegado en la pared, encima del pizarrón y casi estuvo a punto de bufar molesta. Faltaba tan poco para que las clases terminaran y así pudiese ser libre para ir a investigar aunque fuera un poco, eso sin contar que debía ir a ver a Fumiko-sensei y saber si su teoría del escritor farsante era verdadera. El tiempo no avanza cuando uno más lo quiere, es la filosofía de la vida, y al parecer, a la pequeña Koti-chan le costaba demasiado asimilarla.

El profesor leyó un fragmento de un cuento para poder explicar sus cualidades y justo entonces sonó la campana. De un brinco abandonó su lugar y salió del salón de clases en dirección a la oficina de Fumiko-sensei, estaba concentrada en las muchas ideas y conjeturas que debía hacer, pero era lo suficientemente atenta (caso curioso considerando lo disperso que era su hermano) como para escuchar todo lo que estaba a su alrededor.

Y entonces lo escuchó.

                —…la gente siempre huye cuando no puede negar más sus pecados… un ejemplo de ello es Takashi Kotori… ¿Lo recuerdan?

La pequeña Koti-chan se detuvo al percibir el nombre de su hermano en esa conversación, esa extraña y sumamente sospechosa conversación. Paró la oreja y fingió que miraba el periódico mural que se encontraba en el pasillo.

                —Un poco sí, alguna vez escuché que se metió con todo el equipo de basquetbol. ¿Será cierto?—preguntó una jovencita rubia con cierta duda.

                —Seguramente, no me extrañaría, ese chico era bastante… ligero.

La mencionada chica rubia esbozó una risita burlona y agregó:

—Algo así como una zorra masculina.

El grupito se lanzó a reír y la sangre le hirvió a Koti-chan, nadie hablaba así de su nii-san y vivía para contarlo. Ya averiguaría quiénes eran estas chicas, parecían ser un poco mayores que ella, quizá iban en tercero, pero no le importaba, sin duda tendría que buscarlas en el anuario. Les haría pagar, su hermanito era intachable y no merecía esa clase de rumores.

Pero lo que Koti-chan no sabía era que los rumores era tan solo una colilla de los muchos problemas que Takashi había enfrentado.

Y que quizá… aún estando lejos… tendría que seguir haciéndolo.

****

Era un nuevo día, nuevas clases, nuevas aventuras, nuevos lineamientos en la agenda. Misaki estaba bastante conmocionado por muchas cosas de ese nuevo día. Ren le había llamado temprano para decirle que ese día no pasaría por él como todas las mañanas, lo asimiló y hasta dijo que no había problema, pero no por ello no tenía ciertas sospechas de quién era la responsable de semejante decisión. Estaba perdiendo y no podía permitirlo, pero seguía sin saber cómo actuar y lentamente se dejaba llevar por la desesperación.

Ya después, cuando transcurrió la segunda hora, estuvo más relajado al ver que Ren era el mismo con él y quizá comprendió que había exagerado un poco. Sin embargo, justo se dirigían al salón de la tercera hora, Misaki se preparaba para enumerar los pendientes de la agenda del capitán del equipo cuando, el susodicho, lo detuvo mirándole con una expresión que no supo descifrar.

                —Misaki… espera… yo… no sé cómo decirte esto, así que trataré de ser lo más claro posible y con tacto…

                —¿Qué pasa?—no le gustaba nada su tono, no le gustaba que incluso huyera sus ojos cuando lo miraba.

                —He tomado una decisión con respecto a tu trabajo como asistente y decidí que ya no necesito más de eso.

                —¿Qué?

El rubio medio brincó en su propio lugar y abrió los ojos impactado. Ren técnicamente lo estaba despidiendo y no comprendía el motivo. El pelirrojo se detuvo a explicárselo.

                —No es que me queje ni nada parecido, de hecho me va a costar muchísimo hacer las cosas por mí mismo porque realmente estoy acostumbrado a ti Misaki y a tu ayuda, pero… si quiero que Aoi Maya me tome en serio, debo separarme más de ti.

                —No entiendo que tiene que ver eso con Aoi—trató de contener la furia, claro que lo entendía, estaba seguro de ello. Maldita, maldita zorra.

                —Ella dice que paso mucho tiempo contigo y que quizá por eso las chicas no me toman en cuenta. Lo analicé y es verdad, eres mi asistente y haces todo por mí, eso en cierto modo es poco atractivo para una chica—se rascó la cabeza en señal de nerviosismo—Así que ella me sugirió que nos alejáramos un poco. Descuida, no te estoy diciendo que dejemos de ser amigos, solo creo que es momento de hacer las cosas por mi propia cuenta.

                —Claro, está bien, no hay problema—le entregó la agenda como lo hace un desempleado y continuó maldiciendo por dentro a Aoi Maya.

Ren tomó la agenda en sus manos y trató de sonreír para aliviar la probable tensión, pero Misaki no se sintió contagiado de esa sonrisa como siempre le pasaba. Ahora estaba furioso, pero no iba a mostrarlo frente a Ren, ya arreglaría este problema, ya lo haría.

                —Bien… entonces… te veré luego, tengo algo que hacer—se despidió Ren y comenzó a alejarse en los pasillos.

Misaki lo vio irse entrecerrando los ojos y haciendo una mueca. Estaba perdiendo, Aoi era muy buena luchando y estaba dejándose vencer con demasiada facilidad. Esa zorra ya había logrado que Ren se alejara un poco de él, ni siquiera sus otras novias habían logrado algo así, todas eran tan manipulables, pero al parecer, Aoi era inmune.

Bien, quieres artillería pesada… la tendrás Aoi, es mi último recurso, se dijo en la cabeza y pensó en los pro y contras de esa idea. Si bien, unos días atrás se había percatado de la poca utilidad que tendría, no perdía nada con usar la carta, quizá con ella, dejaría en desventaja a Aoi o hasta ganaría un aliado. Tal vez era inexpresivo, pero seguramente una vez enterado de las fechorías de su “chica”, podría entrar en acción. Apretó sus puños y tomó la resolución con un asentamiento en la cabeza.

Le haría saber todo a Izumi Kou.

Ya veremos quién gana al final Aoi.

****

Era la hora del almuerzo y era su parte favorita del día, en ese momento podía leer con mayor libertad que en clases y nadie lo molestaba. Le gustaba estar solo en el almuerzo, aún con las constantes invitaciones de Takashi para que se uniera a su mesa. Simplemente negaba tratando de enfundar amabilidad en su mirada, para él, el tiempo de la lectura era sagrado, rara vez lo interrumpía y eso era por culpa de Aoi, pero sólo a ella se lo había pasado.

Tomó el libro en sus manos, eligió la mesa de siempre, jaló la silla, se sentó colocando los pies en la misma para comenzar su lectura. Viajando en las letras y todas las emociones (sí, aunque parezca increíble) que le generaba y las ideas que burbujeaban en su mente al descifrarlas. Se perdía y así habría continuado de no ser porque alguien se acercó a su mesa y carraspeó sutilmente para obtener su atención.

Levantó la mirada y lo contempló.

                —¿Eres Izumi Kou?

Un muchachito rubio, de piel demasiado pálida para la salud de cualquiera y unos ojos que eran incapaces de mentir estaba frente a él. Aunque su actitud a simple vista parecía ser desinteresada y “amable” en realidad se notaba algo ansioso.

                —Así es.

                —Soy Misaki Takaba… ¿Puedo tomar asiento?

Izumi asintió y el rubio Misaki procedió a sacar la silla para poder sentarse a su lado. Estuvo tentado a suspirar, al parecer, por la actitud de su nuevo visitante, no leería nada ese día. Era una lástima.

                —¿Puedo ayudarte en algo?

Misaki fingió timidez ante el novio de Aoi Maya y habló como si no quisiera hacerlo.

                —Bueno… en realidad… quien quiere ayudarte soy yo… no sé cómo decirte esto pero… creo necesario abrirte los ojos…

                —Me gustaría que fueras claro—increpó con tranquilidad Izumi y Misaki maldijo por lo bajo. Este tipo no le dejaba expresar correctamente sus emociones “ficticias”.

                —Lo que trato de decirte es que… bueno…—lanzó un suspiró muy bien actuado e Izumi enarcó una ceja, pero no dijo nada—Ahí va, tu novia Aoi te está engañando.

Se esperó cualquier clase de reacción, que Izumi Kou lo negara, que se enojara con él por andar calumniando a su novia, que incluso le amenazara o que simplemente se burlara de él por querer ayudarlo. Esperó que con esto, la zorra de Aoi estuviese en problemas y se midiera en sus acciones. Esperaba tanto de esta nueva estrategia aunque no estuviese seguro de ella. Pero lo que sí nunca esperó fue la verdadera reacción de Izumi Kou.

El muchacho lo miró como si no comprendiera su punto y después volvió a leer su libro en su cara. Casi se le reventó la vesícula biliar cuando se percató de que, al parecer, a Izumi le importaba nada su novia y sus andadas. Este maldito chico sin corazón ni emociones… ¡Qué le pasa!

El castaño había decidido volver a su lectura ya que lo dicho por el rubio Misaki no había tenido relevancia como creyó al principio. Nuevamente se perdió en lo suyo y de no ser porque no escuchó ruido alguno más que el habitual de la cafetería, no habría vuelto a levantar la mirada. Aún estaba ahí y a juzgar por sus ojos, parecía querer golpearlo con demasiadas ganas. Interesante, se dijo abandonando su lectura.

Quizá sí había hallado algo más entretenido.

                —Eso es lo único que deseabas decirme… ¿Verdad?

                —Sí—replicó controlando su enojo y agregó—pero no veo que te sorprenda, la verdad es que se me hace muy injusto que Aoi te engañe y más con Ren Ashiya, el capitán del equipo de natación.

                —Ya veo… ¿Y entonces?

Entrecerró los ojos con ira, ni siquiera la mosca de Takashi lo había hecho enojar tanto en su vida y lo peor era que no estaba haciendo nada en sí, solo era su actitud la que le reventaba.

                —Entonces pienso que sería necesario que los detengas, que hagas algo al respecto.

                —¿Tu quieres que haga algo?

Parpadeó extrañado ante esa pregunta tan directa.

                —¿De qué hablas? Yo… solo quería…

El novio de Aoi Maya interrumpió sus esfuerzos por justificar sus acciones, siendo completa y absolutamente directo.

                —Aunque no lo parezca, es muy obvio, a ti no te interesa que Aoi me esté engañando o no, lo que tú quieres es que yo haga algo para que se aleje de Ren, porque seguramente, a ti te gusta Ren y te encuentras ardiendo en celos por su cercanía. Quizá estás acostumbrado a alejarle a cualquier chica que se acerca, pero con Aoi no resultó la estrategia y por ello decidiste recurrir a mi—Misaki casi brincó ante aquello e Izumi lo miró con suspicacia—Tengo razón… ¿No es así?

                —¿Cómo… cómo fue que… tú…?

                —Lo deduje Misaki.

Era impresionante, sabía que muchas personas estaban al tanto de sus sentimientos por Ren, pero él no conocía a Izumi Kou y éste menos, así que realmente empezaba a preocuparle el hecho de que lo adivinara así de fácil. ¿Acaso era un maldito genio? O era él, tan transparente que cualquiera podía leerlo.

                —Bueno… si lo dices así, supongo que no puedo seguir mintiendo—relajó el rostro y dejó de fingir—Voy a poner las cartas en la mesa, quiero a tu novia lejos de lo que es mío.

                —¿Y qué esperas que yo haga?—cuestionó el más alto cerrando por completo el libro, sin duda Misaki Takaba era más fascinante.

La venita en su cuello medio estalló con esa pregunta. ¿Acaso no era obvio lo que quería? Este chico iba a matarlo de un coraje, en efecto.

                —Pues obviamente… ¡Sé un buen novio! ¡Encárala y exígele que te respete como tal!

El chico sólo suspiró ligeramente y desvió la mirada como si estuviese recordando algo. A Misaki esta actitud indiferente y de vale madre le estaba matando los nervios. ¿Por qué era así? ¿Por qué no era una persona normal y expresiva?

Después de varios minutos en silencio y con Izumi sumido en quien sabe qué cosa, el oji-verde nuevamente lo miró, pero ahora con absoluta curiosidad.

                —¿Alguna vez has leído “El cuento de los canarios”?

¿Qué?

                —¿De qué hablas? Yo… no entiendo… ¿De qué…?

                —Eso—insistió Izumi—Quiero saber si has leído El cuento de los canarios, es un libro infantil, con ilustraciones y frases algo cortas.

Misaki frunció el ceño y fue tajante.

                —Entendí tu pregunta, lo que no entiendo es qué tiene que ver con Aoi y sus acciones con Ren.

Izumi asintió de acuerdo y dejó de mirarlo mientras se concentraba abriendo de nuevo su libro, que al parecer volvía a ser interesante, pero aún con ello no dejó de hablarle.

                —Es muy sencillo, cuando lo leas, entenderás todo, pequeño canario saboteador.

Hizo una mueca, Izumi Kou era demasiado extraño. ¿Qué demonios iba a entender en un maldito libro para niños? Estaba empezando a sospechar que el más alto solo le estaba dando el avionazo y le lanzó una envenenada mirada para que dejara su lectura y nuevamente tomara en serio lo que decía. Izumi la sintió, claro que sí y de nuevo levantó la mirada topándose con sus ojos endiablados y bastante confundidos. Suspiró una vez más con resignación y colocando el separador, cerró el libro y colocó su mano debajo de su barbilla para poder explicarle.

                —La vida es mucho más de lo que aparenta Misaki Takaba y aunque no lo creas, a veces la encontramos en los libros. Si tú lees El cuento de los canarios, encontrarás nuestra propia historia y entonces sabrás por qué no pienso hacer absolutamente nada con Aoi y su “amistad” con Ren Ashiya.

                —¿No piensas hacer nada? ¿Es en serio?—Misaki se exaltó, ahora sí parecía querer asesinarlo, tal actitud le pareció tan divertida que, negando con la cabeza, confirmó su futura sentencia.

                —No serviría de nada, pero si te consuela, trataré de hablar con ella y saber sus motivos—cruzó los brazos y le miró con intensidad—¿Eso te hace feliz?

Se calmó un poco al escuchar tal respuesta y asintió.

                —Sí, eso me parece.

                —¿Leerás El cuento de los canarios?—insistió el castaño como si fuese algo de vital importancia y el oji-azul giró los ojos pero por conveniencia volvió a asentir. Complacería a este extraño chico en todo lo que le pidiera con tal de tenerlo como aliado.

                —Sí, leeré tu cuento. ¿Feliz?

                —Satisfecho, solo eso.

La campana sonó e Izumi la miró con cierta nostalgia, había perdido todo un almuerzo hablando con un pequeño saboteador de relaciones, el cual, por supuesto, una vez que halló excusa para irse, la tomó. Se levantó de su silla, hizo una reverencia en agradecimiento por “considerar” sus advertencias y se alejó de ahí. Lo miró irse lamentando la lectura perdida y también levantándose de la mesa con su amado libro bajo el brazo, ya tendría otros almuerzos en los cuales leer, además del resto de su tiempo libre, esperaba que Misaki Takaba no le volviera a interrumpir en su sagrado tiempo de lectura.

Aunque… analizándolo, no había sido tan malo.

Si tan solo Izumi supiera que esa, era la primera de las muchas veces que Misaki invadiría su tiempo…

Y quizá invadiría algo más… algo que nunca pensó que alguien haría…

Notas finales:

Oh sí!!! Qué piensan del encuentro de Izumi con Misaki (Ya les mencioné lo mucho que amo a Izumi?? No??? No lo hice??? Pues lo hago!!! Lo amo!!)

Takashi lesionado, pobrecito :/ y qué piensan de los rumores que escuchó Koti-chan, no pierdan de vista a la pequeña rubia que los secundó ja ;)

Yuu y su maldad hacia Ren me mata, en serio me mata demasiado, cómo me encanta este chico jajajaa

Y Enjou con su actitud principesca!!! Oh pequeño pancito mío!!! (Por qué siempre dices que es un pancito??? me gusta el pan!!! algún problema!!)

En fin, espero que el capi les haya gustado y me regalen su opinión, les quiero muchísimo y les agradezco enormemente que estas historia les esté agradando. 

Nos vemos el próximo martes con cariño!!! Y puntual!!! 

(O eso espero)


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