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De Soledad y Recuerdos por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos los que leen!

Aquí les dejo una nueva actualización. El capítulo de hoy es intenso en amorsh. Ojalá les guste y no se olviden de comentar. 

Capítulo XII: Una simple promesa de amor

 

 

—Ya anocheció y aún no sabemos nada de nuestros amigos. —El comentario de Eren sacó de sus pensamientos a Jean, que levantó la cabeza para mirarlo; casi se había quedado dormido—. ¿Qué crees que los esté demorando?

—Necesitan tiempo para deshacerse de todos los traidores y Titanes, reagruparse y decidir el nuevo rumbo a seguir. —Jean estiró las piernas en toda libertad. Hace rato se había sacado las cajas de las espadas, así que ahora gozaba de libertad de movimiento—. De todas formas, no sacas nada con vigilar a estas horas —dijo. Eren estaba de pie junto a la ventana que daba hacia el valle.

La cabaña tenía una ubicación excelente, al pie de las montañas desde donde nacía el río, corrientoso en este tramo, que discurría en un valle cada vez más amplio hasta atravesar, con aguas calmas, la ciudad de Roothmar. De modo que desde la cabaña se tenía una vista amplia y dominante del valle que se abría ante sus ojos. Cualquier persona que se acercara, sería detectada a kilómetros con facilidad durante el día, por la noche sin embargo, la visibilidad era limitada.

—Hace tanto frío... —Eren estaba arrebozado en su capa, pero eso no le ayudó a mitigar el frío que sentía. Aunque la cabaña tenía una chimenea, no se habían atrevido a encender una fogata por miedo a delatar su posición.

—Ven aquí, entre los dos nos daremos calor. —Jean lo llamó. Tenía la mirada fija en los pequeños ventanales; era una suerte que aún estuvieran intactos: les habían servido de guía y ahora les servían para resguardarse del frío del exterior.

Eren se dio la vuelta y miró a Jean, estaba al otro lado de la cabaña, había puesto su capa sobre la cama y ahora estaba sentado sobre ella con la espalda apoyada en la pared. Caminó hacia él con pasos lentos; sonreía y tenía un brillo travieso en la mirada. Jean le abrió las piernas y los brazos cuando llegó junto a la cama; una invitación para que se sentara con él. Eren se acurrucó entre sus piernas, apoyó la espalda en el pecho de Jean antes que éste lo envolviera con los brazos y apoyara el rostro en su cuello.

—Así al menos no moriremos de frío —susurró Jean. Eren sintió cómo su aliento cálido le rozaba la piel del cuello.

—Morir... —dijo Eren pensativo. Sentía que Jean se estaba quedando dormido, pero él no podía conciliar el sueño—. Nunca imaginé esto, pero supongo que si muero ahora, junto a ti, no sería una muerte tan mala.

—Tú no vas a morir, idiota. —Jean habló con voz adormilada por el sueño, pero un pensamiento lo sobresaltó y terminó por despertar—. Pero... supongo que si hemos de morir, hay algo que debo decirte antes. —Estaba tenso, Eren lo sintió en su cuerpo—. ¿Recuerdas que cuando estábamos en Sonra te dije que había soñado con Marco?

—Sí...

—Te dije también que cuando llegara el momento adecuado, te contaría del mensaje que me dio. —Jean hizo una pausa. Eren sentía su corazón latir acelerado—. Bueno, el momento ha llegado.

Eren se despegó de la espalda de Jean y se dio media vuelta para verlo con interés, a pesar de la escasa luz que había en la noche sin estrellas. Jean se acomodó en una mejor posición, pero antes de terminar, levantó a Eren para que se sentara a horcajadas sobre él.

—Esa noche, cuando soñé con él, Marco me dijo que te amara. —Su voz era apenas un susurro, pero gracias al silencio en la cabaña, Eren pudo oírlo sin problemas—. Que te amara a ti, así como lo había amado a él.

—¿Estás hablando en serio?

—¡Claro que sí, idiota! —respondió indignado—. No jugaría con algo así, no cuando se trata de Marco.

—Claro... —La voz de Eren sonaba resignada—. Marco es tu único y gran amor, ¿no? Es natural que hables en serio cuando se trata de él.

—¿No escuchaste nada de lo que dije, imbécil?

—¡Claro que te escuché, idiota!

—¡Eren, escucha! —Jean cortó el diálogo del castaño. Tomó aire profundamente y estrechó la cintura que tenía entre sus manos—. Marco fue mi gran amor, pero ahora a quien amo eres tú. —Hizo silencio un rato, esperando a que Eren pensara en sus palabras—. Marco es el pasado, un pasado que atesoraré siempre. Pero tú Eren, eres mi presente y mi futuro.

—Pero... ¿Qué pasó con eso de que lo nuestro era sólo sexo y nada sentimientos?

—Escúchame bien, Eren, porque esto no lo voy a volver a repetir —dijo Jean con voz grave y lenta—. Yo entendí al instante lo que Marco trató de decirme esa noche, sólo que no lo quise aceptar en un principio.

—¿De qué estás hablando ahora?

—No sé cómo pasó, ni por qué, pero la verdad es que me enamoré de ti. —Jean soltó un suspiro y bajó la cabeza unos instantes, pero cuando volvió a ver a Eren a los ojos, había un brillo indómito en su mirada—. Y voy a luchar por este amor, así me cueste la vida.

Eren quedó mudo de la impresión. Miró a Jean con los ojos abiertos y parpadeó varias veces antes de sopesar el significado de esas palabras. 

—Oye Jean, tú y yo no podemos morir justo ahora.

—Tú no vas a morir, porque yo voy a protegerte —le dijo—. No estoy dispuesto a volver sin ti. No voy a pasar por algo así otra vez, no contigo. —Negó con la cabeza, sintiendo que sus ojos eran inundados por las lágrimas—. No podría soportar el dolor de perder a alguien que amo otra vez.

—Jean...

—¡No, calla y escucha! —dijo con un nudo en la garganta—. Cuando Marco murió, yo creí haber muerto con él, sentí que mi vida no tenía sentido, que jamás volvería a reír ni a disfrutar nada. No fue sino hasta que tú irrumpiste en mi vida, que las cosas comenzaron a cambiar, que sentí de a poco que volvía a vivir. Ahora mismo, tú eres lo más preciado que tengo, Eren. Así que pienso protegerte con mi vida.

—¿Y qué hay de mí? ¿Crees que voy a volver feliz a Rose sin ti? —Eren habló fuerte, casi gritando. Jean lo miró contrariado, no lo había pensado así—. No voy a dejar que mueras por mí. Si tú no vuelves, yo tampoco lo haré.

—Dime algo Eren. —Jean entrecerró los ojos para verlo, intrigado—. ¿Tú naciste así de suicida, o fuiste desarrollándolo con el tiempo?

—¡Cállate, imbécil!

—Creo que esta discusión sólo se puede solucionar de una forma —dijo con una sonrisa en los labios—: no podemos morir.

—¡Es un trato! —dijo Eren levantando la mano—. Ninguno de los dos puede morir.

—¡Trato hecho! —respondió Jean estrechándole la mano—. Si te atreves a morir antes que yo ¡Voy al otro mundo a darte de patadas en tu culo de Titán!

Eren soltó una carcajada fuerte, tanto que la cabeza se le fue hacia atrás, pero paró de reír de improviso y buscó la boca de Jean con desesperación; un beso apretado, fuerte y pasional. El riesgo de la muerte lo hacía sentir todo con mayor intensidad; el miedo, las dudas, las ansias, el deseo, el amor.

Jean coló las manos por debajo de la capa de Eren, pero las ropas del chico le impedían disfrutar libremente de la suave piel que lo volvía loco. Rebuscó ansioso entre sus ropas hasta levantarle la camiseta; Eren sufrió un sobresalto al ser tocado por la frialdad de las manos de Jean y gimió cuando sintió que su cintura era apretada con fuerza.

—Jean… —Eren bajó la mano hasta su entrepierna; el sólo contacto con la boca posesiva o la sensación de ser tocado por Jean, lo calentaba. Se abrió los pantalones y sacó su miembro—. Tócame…

Jean despegó sólo una de sus manos, porque con la izquierda aún le envolvía la cintura. Con la derecha realizó círculos alrededor de la cabeza del miembro de Eren; estaba erecto por completo, palpitando ansioso por ser liberado. Ahogó un jadeo contra la boca abierta de Eren cuando el movimiento de las caderas del chico le rozó la entrepierna; el contacto envió rayos de calor por su columna vertebral hasta erizarle los vellos de la nuca. Ayudado con su mano izquierda, levantó las caderas de Eren lo justo para tener el espacio necesario para liberar su miembro, atrapado entre los pliegues de su ropa. Le dolía y ardía, todo por el deseo que despertaba en él Eren.

Tomó ambos miembros entre sus dedos y los masturbó juntos, con movimientos fuertes y ansiosos, urgentes por saciar su deseo. Sus dedos delineaban toda la longitud de la superficie lisa y dura del miembro de Eren, y el roce contra el suyo le producía un cosquilleo mínimo; una sensación satisfactoria, pero tan efímera que lo dejaba angustiado de necesidad.

—Jean, quiero hacerlo. —Por la voz afligida de Eren, Jean supo que él se sentía igual de necesitado—. Tómame.

Jean liberó sus manos y se tomó el trabajo de desvestir a Eren con suavidad; cosa que pocas veces antes había hecho. Le desabrochó la capa del cuello y depositó un beso suave en sus labios, le sacó la chaqueta a la vez que bajaba lamiéndole todo el cuello, deshizo las hebillas de las correas mientras dibujaba círculos con la lengua en la clavícula, y le sacó la camiseta antes de darle un mordisco suave en el mentón.

Recorrió con las palmas extendidas por el pecho bien definido de Eren. Sintió la humedad del sudor en su pecho, el tamborileo frenético de su corazón desbocado de excitación, sus tetillas endurecidas y pese a la escasa luz, notó las marcas oscuras que dejaban en su piel las correas del equipo tridimensional.

—Eres tan hermoso —susurró en un hilo de voz; profunda—. Como es que nunca lo quise ver…

—Jean, yo no sé por qué no lo dije antes, pero tú eres con quien quiero estar. —Eren se acercó a su boca para susurrar su aliento directo en su interior—. Por el resto de mis días.

Jean tomó a Eren de la cintura y lo dejó caer de espaldas en la cama, él se alzó sobre sus rodillas y se desvistió lo más rápido que pudo, Eren hacía lo mismo con sus pantalones. Cuando Jean volvió a dejarse caer sobre su cuerpo, ambos estaban desnudos por completo. Ni siquiera el frío de esa noche de invierno les molestaba ya, ambos ardían de pasión.

Jean paseó las manos por el vientre plano de Eren hasta sostenerlo con firmeza de las caderas.

—¿Qué estás…? —Eren no pudo terminar de preguntar; se vio girado en la cama intempestivamente—. ¿Qué estás haciendo? No quiero hacerlo así, quiero verte a la cara.

—No seas impaciente, gatito. —Jean se acomodó entre sus piernas y le levantó las caderas—. Ya pronto me tendrás frente a ti, pero antes de eso hay algo que quiero hacer. —Usó ambas manos para abrirle los glúteos y bajó el rostro para tener una probada de su atoxicarte aroma—. Tu olor es tan exquisito, es cautivante, es… ¡No tienes derecho a oler así! —Su dedo hizo un pase sobre la entrada de Eren; un agujero fruncido—. Pero hace tiempo que quiero probar tu sabor más íntimo —dijo al tiempo que rozaba con la punta de la lengua su entrada.

—¡Ah! —Eren gimió fuerte, impactado por lo imprevisto de la situación. Sentía con claridad como la lengua de Jean dibujaba círculos alrededor de su entrada, humedeciéndolo.

Jean intercaló su lengua y sus dedos; mientras su boca se encargaba de lubricarlo, sus dedos le estiraban la carne, preparando su camino hacia el interior del chico. Cuando sus dedos hicieron tijeras, unió también su lengua; chupando, mordiendo y lamiendo cada pliegue del interior de Eren.

—Jean, ya no puedo más. —Eren se llevó una mano al miembro y se lo masajeó rápido; ansioso por alcanzar el orgasmo—. Quiero que me lo metas.

Jean se despegó de su cuerpo y lo obligó a darse la vuelta; sus ojos brillaban, encendidos por el fuego de la pasión.

—Eren… vamos a hacer el amor —dijo. Eren quedó mudo de la impresión.

Jean se volvió a poner de rodillas y levantó las caderas de Eren hasta su pelvis, usó una mano para acomodar su miembro en la entrada del chico y de un movimiento limpio y parejo, lo penetró por completo.

—Mío… —susurró Jean. Sentía que se deslizaba por su interior hasta que su pelvis chocó contra las nalgas de Eren.

Embistió una y otra vez, suave y lento, de una manera distinta a lo que ambos estaban acostumbrados. Eren estiró el brazo derecho y le jaló del cabello con fuerza hasta acercarlo hacia su boca. Jean tuvo que apoyar el peso de su cuerpo sobre sus antebrazos para evitar aplastarlo, y cuando por fin estuvo en contacto con esos labios que lo habían cautivado, se dejó perder por la dulzura de su sabor y por la tibieza de la sensación.

Se besaron lento, largo y tendido, tan pausado como su forma de penetrar a Eren en ese instante; disfrutado de cada mínima sensación. De los jadeos prolongados, de los gemidos graves, de los escalofríos ahí donde su piel hacía contacto, del cosquilleo que les producía el placer en la boca del estómago, de la corriente eléctrica que les subía por la espalda, de la quemazón ahí donde sus cuerpos hacían fricción.

Eren lo afirmó de los hombros con fuerza y lo obligó a girarse en la cama, ahora él estaba de espaldas con Eren sentado a horcajadas sobre su pelvis. Jean creyó que el chico se había cansado de hacerlo de esa forma tan lenta y que ahora había decidido tomar el mando de la situación, marcando su propio ritmo. Pero el suave vaivén que inició, le indicó que estaba completamente equivocado.

Eren se afirmó con ambas manos sobre su pecho y se meció arriba y abajo, muy lento, muy suave, gimiendo casi inaudible. Sus movimientos eran poco profundos, pero habían logrado dejarlos a ambos sin aliento. La potente mirada turquesa de Eren estaba fija en sus ojos; le hacía el amor con el cuerpo y con la mirada.

—Delicioso… —susurró Jean con los ojos y la boca entreabiertos. Una de sus manos la llevó hasta el miembro de Eren; su pulgar se movió dibujando círculos en torno a la cabeza, con la otra le apretaba el muslo con suavidad.

—Esto se siente tan bien. —Eren le tomó la mano que usaba para masturbarlo y la llevó hasta su entrada, para que delineara con sus dedos el punto exacto donde sus dos cuerpos se fundían como uno solo—. Es como si estuvieras hecho para estar dentro de mi cuerpo.

Esta sola sugerencia dejó a Jean sin aliento. Eren había dejado de moverse, estaba sentado sobre él con los ojos cerrados, las nalgas plantadas firmes sobre sus muslos; simplemente disfrutando de la simple sensación. Su respiración era tan suave que se oía como un ronroneo.

Volvió a moverse, deslizándose con suavidad hacia arriba y abajo. Jean no había movido sus dedos del punto en que sus cuerpos hacían contacto, y ahora jugueteó con ellos, delineando los pliegues de la entrada de Eren antes de unir dos de sus dedos a su miembro. Mientras Eren se dejaba caer con suavidad sobre él, Jean movía sus dedos en el interior del chico, rozándole la próstata.

—Jean… me cor…

—¡Espera! Juntos…

Eren no podía aguantarlo más. Estiró el cuello y dejó caer la cabeza hacia atrás, soltando un gemido suave y ronco al momento de su liberación. Cuando Jean sintió la calidez del semen de Eren sobre su pecho, su orgasmo se desató; lo sostuvo de las caderas con firmeza y lo mantuvo inmóvil contra su pelvis, llenándolo.

Eren se desplomó sobre su pecho, respirando agitado y aun temblando por los efectos del orgasmo. Jean sabía que sentir el peso de su cuerpo tibio sobre él, era una bendición. Aún no había salido de su interior, pero le acarició la espalda a lo largo con mucha suavidad, mientras su boca le besaba los cabellos castaños.

Eren se incorporó de pronto, pero no permitió que el miembro de Jean saliera de su cuerpo aún, sólo estiró uno de los brazos y tomó su capa. Cuando se dejó caer otra vez sobre el pecho de Jean, aprovechó de cubrirlos a ambos en la calidez de la manta y de un abrazo.

 

Notas finales:

¡No se olviden de dejarme sus comentarios!

Son muy importantes para mí.

Besos~


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