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De Soledad y Recuerdos por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola linduras~


Como lo prometido es deuda, aquí les dejo el nuevo capítulo de esta historia. Recuerden que sólo quedan un par de capítulos más, así que ya estamos llegando al final del fic.


Ya saben. Si leen, por favor déjenme un comentario. Son muy valiosos para mí y me ayudan a seguir creciendo como escritora xD

Capítulo XV: El miedo a la pérdida


 


Eren no sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado: si eran sólo minutos, u horas o incluso días. Estaba sentado en el suelo, con una de las manos de Jean entre las suyas, pero no parecía haber ninguna mejoría. Lo miraba fijo, tratando de leer cualquier gesto imperceptible en su rostro que le indicara que se estaba recuperando: algún cambio en la coloración de su piel pálida, algún parpadeo que le indicara que quería abrir los ojos, la respiración un poco más fuerte, cualquier cosa que le diera esperanzas, pero no había nada.


Historia estaba de pie frente a la chimenea; acercaba las manos al fuego para calentárselas y sus ojos estaban fijos en las llamas, en silencio, sola con sus pensamientos, al igual que él.


—¡Eren, son las tropas! —dijo la chica de pronto—. La Legión de Reconocimiento está aquí.


Se puso de pie de un salto y miró por la ventana que daba hacia el valle. Historia tenía razón, el grueso de las tropas se acercaba a toda velocidad hacia ellos. No estaban a kilómetros de distancia, estaban a unos cientos de metros.


Salió a la carrera de la cabaña y pudo ver que uno de los jinetes se había adelantado al grupo. Dio un par de pasos, lentos, desganados, con la mirada fija en el jinete que casi había reventado su montura por la sobre exigencia: era Levi. El hombre ni siquiera esperó a frenar su cabalgadura, se dejó caer al suelo de un salto cuando estuvo a un par de metros de Eren.


—Capitán...


Los ojos de Eren se llenaron de lágrimas mientras caía de rodillas al suelo. La cabeza gacha, los hombros sacudiéndose con la intensidad del llanto. En ese instante, Levi hizo algo que no había hecho nunca: le pasó un brazo por los hombros y lo atrajo hacia su pecho; abrazándolo frente a las plenas tropas de la Legión.


Eren no podía hacer otra cosa más que llorar. Había recostado la frente en el hombro de Levi, y la cercanía que había entre ambos hacía que pudiera sentir el aroma a menta que él siempre había tenido; era increíble cómo Levi siempre podía evocar la frescura y la pureza. Eren esbozó una sonrisa triste; qué pensamientos tan absurdos se le ocurrían en un momento como ese.


—¿Estás bien? —preguntó el hombre. Su voz era igual de dura que siempre, pero había cierto toque de dulzura en ella, evidente sólo para alguien que lo conociera muy bien—. ¿Estás herido? Veo que tienes sangre.


—No es mi sangre —susurró Eren con voz desgarrada por el dolor—. Es Jean.


—¡Eren! —Alzó la cabeza cuando se oyó nombrar. El rostro de Mikasa era sólo un manchón, borroso debido a sus lágrimas—. ¿Estás bien? ¿Estás herido?


—No es su sangre, es la sangre de Jean. —La voz de Historia resonó a sus espaldas. Eren no supo en qué momento había llegado, así como tampoco sabía cuándo llegó hasta ellos el resto de las tropas—. Él está herido, está muy grave.


—¿Jean está herido? —La Mayor Hanji Zoe desmontó con cuidado y miró perpleja la situación. Eren estaba de rodillas en el césped, lloraba y tenía las manos ensangrentadas, pero la sangre ya se había secado sobre su piel; no era suya. Detrás, estaba de pie Historia Reiss, con una expresión ilegible en su pequeño rostro—. ¿Qué fue lo que pasó?


—Le dispararon. Fue un impacto de escopeta. Creemos que no hubo ningún órgano interno dañado, porque el impacto fue más cerca del hombro que del pecho. Pero aun así, Jean estaba sangrando demasiado —explicó Historia—. Hicimos todo lo que pudimos, pero no sé si será suficiente.


—Yo iré a examinarlo —dijo Hanji al Comandante Smith. El hombre seguía aún sobre su montura; su mirada fría y dura observaba todo, evaluando la situación. Él sólo hizo un asentimiento de cabeza y la mujer tomó sus alforjas y se encaminó a la cabaña.


Eren se puso de pie en cuanto la vio avanzar, claramente con la intensión de ir tras ella, pero el brazo de Levi en su codo, se lo impidió. Cuando giró el rostro para mirarlo, el hombre negó con la cabeza y movió los ojos en dirección al Comandante de la Legión de Reconocimiento.


—Necesitaremos de alguien que nos explique lo que ha pasado aquí —ordenó el Comandante con voz firme. Desmontó en medio de un movimiento suave y fluido, y se echó la capa a la espalda para tener libertad de movimiento con las manos.


Eren se pasó el dorso de la mano por los ojos para secarse las lágrimas, pero sólo consiguió mancharse el rostro de sangre.


—¿Quién le disparó a Kirschtein y cómo es que ustedes terminaron aquí? —El Comandante habló fuerte y claro.


—Él lo hizo para salvar a Eren. Se antepuso ante una bala que no le correspondía recibir —dijo Historia. La chica estaba tan tranquila y consciente, que Eren se sorprendió de oírla hablar; en parte esa herida de Jean era gracias a la traición de ella—. El líder de escuadrón Strauss vino hasta acá siguiendo a Eren —continuó ella—. Yo venía con él, creíamos que Eren estaba solo. Cuando por fin lo encontramos, Strauss le apuntó con su escopeta y disparó. Pero Jean salió de la nada, interceptando la bala y al final él fue quien terminó herido.


—Strauss. —Levi masticó el nombre—. No puedo creerlo, él es un tipo duro, duro de verdad ¡Cómo es que sobrevivieron a un combate contra Strauss! ¿Dónde está él? ¿Huyó cuando nos vio aparecer?


—Está muerto —dijo Eren con voz ronca—. Historia lo mató.


La perplejidad en el rostro de los soldados que los rodeaban era visible.


—¿Cómo que Reiss lo mató? —preguntó el Comandante; en su voz dura se oía la incredulidad—. Van a tener que explicarme cómo pasó eso.


Eren ladeó el cuello hacia la izquierda para mirar a la chica; por primera vez ella mostraba una expresión más allá de la calma aparente. Sus cejas se habían fruncido en un gesto de duda o temor; no lo supo con exactitud. No habló de inmediato, lo miró a los ojos para ver lo que él diría. Eren volvió la mirada a su Comandante antes de responder.


—Historia se hizo pasar por una traidora, y le hizo creer al líder de escuadrón Strauss que trabajaba con ellos, así se ganó la confianza de él. Cuando Strauss le dio la espalda segundos antes de apuntarme otra vez con su rifle, Historia lo mató.


El Capitán Levi los miró fijo y guardó silencio. El Comandante Smith se acarició la barbilla y bajó la mirada; estaba pensando concentradamente en algo, cuando volvió a alzar la cabeza, sus ojos azules y fríos saltaron del rostro de Eren al de Historia.


—Llévenme hasta donde está su cadáver. Quiero inspeccionarlo todo —ordenó.


—Si me lo permite, Comandante —intervino Eren—. Yo prefiero volver a la cabaña. Quiero ver cómo está Jean. —La preocupación era palpable en su voz.


—Permiso denegado, soldado —respondió el Comandante—. No hay nada que tú puedas hacer para ayudar en la mejoría a Kirschtein. Si hay alguien que puede ayudarlo ahora es Hanji; ella es su única esperanza.


Eren frunció el ceño, molesto. No le había gustado la idea de separarse de Jean, pero tampoco podía desobedecer al Comandante. Se giró sobre sus talones y se encaminó con pasos rígidos hasta el bosque que se abría detrás de la cabaña. Historia caminaba a su lado y aprovechó el momento en que ambos se adelantaron al grupo para hablarle.


—Mentiste por mí —le dijo con su usual voz suave—. ¿Por qué lo hiciste?


—Nunca mentí, sólo dije la verdad.


—Esa no fue la verdad —replicó ella—. Yo tenía las intenciones de cumplir las órdenes de mi padre.


—Pero no lo hiciste y eso es lo importante —dijo Eren en un susurro—. No importa lo que haya pasado, tú te arrepentiste. Además, si no fuera por ti, a esta hora yo y Jean estaríamos muertos. No quiero que te castiguen por algo que no has hecho. —Habló con firmeza.


—Quiero que me expliquen cómo llegaron todos ustedes aquí. —Sin que ellos se dieran cuenta, el Comandante Smith se les había acercado desde atrás.


Eren giró sólo el cuello para mirarlo, y respondió.


—Al momento del ataque en Roothmar, Jean y yo estábamos lejos de nuestro grupo, estábamos junto al río a esa hora. —Pasaron de largo hacia atrás de la cabaña y se escabulleron entre los matorrales bajos—. Cuando oímos la alarma, nos dirigimos a la carrera hacia nuestro punto de reunión, pero durante el trayecto nos vimos separados, así que yo llegué al edificio solo. Cuando por fin llegué a la sala de reuniones donde antes habían estado nuestros compañeros, ya no había nadie; lo único que encontré ahí fue un bulto en el suelo. Cuando me agaché para ver de qué se trataba, reconocí a Dubois. Justo en ese momento, fui atacado por la espalda.


»Alguien me golpeó en la nuca, pero aun así me defendí, cuando me di la vuelta para mirar de quien se trataba, reconocí al líder de escuadrón Viktor. Ambos luchamos, pero él logró darme una patada en el costado y de paso me quebró un par de costillas, cuando me agaché debido al golpe, alguien más me atacó por la espalda y me redujeron en el suelo.


»Me dijeron que ellos estaban tras de mí, que su misión era eliminarme a mí y sólo a mí. Y que mientras cumplieran esta misión, no tendrían por qué dañar a nadie más. —Eren hizo una pausa, habían llegado junto al cadáver de Strauss—. Me dijeron que eran varios y que ya tenían acorralados a Mikasa, Armin y el Capitán Levi, y que si yo me rendía, no sería necesario que los mataran. Así que lo hice, los dejé que me desarmaran y me preparé a morir, pero en ese instante un disparo se oyó a mis espaldas. Morgan, el traidor frente a mí, cayó cegado por el disparo de una de las señales de humo. En ese momento yo no sabía quién había disparado, sólo cuando lo oí hablar supe que había sido Jean. Él luchó contra Viktor y terminó venciéndolo. Gracias a él fui liberado.


»Cuando analizamos nuestras posibilidades, Jean dijo que lo mejor sería mantenerme lejos de la lucha y nos dirigimos hasta acá. —Eren se encogió de hombros mientras hablaba de frente a sus superiores; sólo habían ido Smith y Levi—. Sé que no estuvo bien, que debimos habernos quedado a luchar junto a nuestros compañeros, que tal vez pudimos haber evitado muchas muertes inútiles, pero lo que dijo Jean era cierto; ellos estaban tras de mí, y si me cogían, ninguna de las muertes de nuestros compañeros habría tenido sentido. Así que llegamos hasta acá con el plan de esperarlos, de esperar por las únicas personas en quien podíamos confiar: el Comandante Smith, la Mayor Hanji, el Capitán Levi, Mikasa y Armin, pero fuimos alcanzados antes por Strauss. El resto de la historia es como ya les dije: Strauss intentó matarme pero Jean me protegió con su vida, luego de eso Historia lo mató y aquí está. —Apuntó con la mano derecha el cadáver tirado entre el lodo y las hojas muertas.


Levi y el Comandante Smith se agacharon sobre el cadáver y estudiaron la escena con detención; tal vez tratando de ver si las huellas concordaban con el relato que acaban de oír.


—La decisión de Kirschtein fue muy acertada —dijo Levi al Comandante mientras se enderezaba—.  Si no hubiera sido por él, este mocoso idiota se habría puesto a luchar como el imbécil impulsivo que es, y habría terminado muerto.


—Estoy de acuerdo —dijo el Comandante—. El soldado Kirschtein cumplió con sus órdenes. La misión que tenía el Equipo de Operaciones Especiales era proteger por sobre todo, la vida de Eren Jaeger.


—Ninguno de ustedes debió haber sobrevivido a un encuentro con un hombre así. —Los ojos grises y astutos de Levi estaban fijos en el cadáver de Strauss—. Él era un soldado duro, incluso yo lo admiraba. Ninguno de ustedes, mocosos, habría tenido la más mínima posibilidad en una lucha abierta contra él.


Tanto Eren como Historia tenían la cabeza baja; ambos sabían que era verdad, todos conocían la reputación de ese hombre. No sólo él, también Rebeka y Viktor. Al parecer todos los traidores eran de los líderes más renombrados de la Legión de Reconocimiento. Por eso su traición dolía tanto.


—Ahora es mejor que vayamos a ver cómo sigue Kirschtein —ordenó el Comandante.


Cuando llegaron a la cabaña, Jean seguía tendido en el lecho, tan inmóvil como antes, a Eren le pareció incluso más pálido que antes. Hanji le había inyectado algunos antibióticos y le había limpiado apropiadamente la herida, reemplazando las mugrosas vendas por uno esterilizado.


—¿Cómo está? —preguntó con voz dura el Comandante.


—Los chicos tenían razón —respondió ella. Se puso de pie y cubrió a Jean con la capa hasta el pecho para darle calor y luego se dio la vuelta para mirar al Comandante a los ojos—. El disparo no hirió ningún órgano, pero aun así, ha perdido mucha sangre. —Negó con la cabeza, su mirada se veía preocupada—. Yo no me atrevería a establecer ningún diagnóstico por ahora, sólo nos queda esperar.


—No podemos esperar aquí —dijo Levi.


—Tienes razón —acordó el Comandante—. No podemos esperar a que se recupere aquí, debemos volver a la seguridad de las murallas cuanto antes. El número de nuestras tropas terminará atrayendo la presencia de los Titanes y seremos atacados, eso implicaría la pérdida segura de soldado Kirschtein junto a muchos otros más.


—¡Pero no podemos moverlo en estas condiciones! —protestó Eren, casi indignado—. Está malherido, si lo transportamos ahora, es posible que muera en el trayecto.


—Es verdad. Pero si no lo transportamos, su muerte es segura. —La voz de Levi había sido firme y dura.


Eren arrugó el ceño y desvió la mirada, se acercó a la cama donde reposaba Jean y se agachó a su lado. Hanji le puso una mano en el hombro y le habló con voz suave, tal vez tratando de hacerlo recapacitar.


—Ellos tienen razón, este es un riesgo que tenemos que correr.


—¿Y qué pasará si los Titanes nos atacan durante el trayecto de regreso a la muralla Rose? —preguntó Eren con la voz apretada por las lágrimas contenidas—. Dejarán a Jean atrás, ¿verdad? —Giró el cuello para pasear su mirada de Levi a Smith—. Así como hicieron antes con los cadáveres de nuestros camaradas.


Un silencio pesado cayó sobre la cabaña. Era verdad, el cuerpo de Jean tendría que ser transportado dentro de uno de los carromatos; mucho más lentos que los caballos. Si es que eran atacados en algún punto del trayecto, lo más probable era que se diera la orden de abandonar a los muertos y heridos. Eren lo sabía y ese era su peor temor.


—Es un riesgo que debemos correr —dijo el Comandante Smith.


Esas palabras fueron como una sentencia para Eren: sintió que su pecho era desgarrado por el dolor, que su corazón era apretado por una mano invisible y estrujado hasta quitarle todo el aire del cuerpo; el malestar, aunque no era físico, era insoportable.


 

Notas finales:

Gracias por leer. ¡Los espero en los comentarios!


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