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De Soledad y Recuerdos por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Llegó la hora de decir adiós. Debo dar las gracias a todas las chicas que me acompañaron en esta aventura comentando siempre, capítuo a capítulo: Lolita y ChissClap.

Con este fic digo adiós al fandom, no creo volver a incursionar aquí, a pesar de amar a esta pareja. ¡¡Viva el Jeren!!

Espero que nadie se espante con este epílogo, porque tiene una sorpresa de tamaños desproporcionados… Pero ¡Tenía que despedirme a lo rockstar!

Epìlogo

 

 

Jean se subió la capucha de la capa larga de invierno y se detuvo en la bifurcación del pasillo para mirar a sus espaldas, asegurándose que nadie lo seguía. Era una noche sofocante de verano, y la gruesa capa que llevaba puesta lo hacía sudar; por suerte sólo llevaba una delgada camisa bajo ésta. Aunque era preferible esa pequeña incomodidad a dejar que lo descubrieran escabulléndose en mitad de la noche del castillo de la Legión de Reconocimiento.

Cruzó el patio que a esas horas estaba desierto, pero caminó bajo el alero que le daba la sombra de la muralla externa. Llegó a una de las puertas laterales del castillo, una entrada tan pequeña que nadie se molestaba en asignar guardias para flanquearla y que estaba alejada de las rutas de los patrulleros; después del ataque de los traidores a Eren, el Comandante Smith mantenía una guardia permanente dentro del castillo.

Atravesó la pequeña puerta de madera y después de caminar unos metros, estuvo metido en medio del denso bosque de pinos que rodeaba el castillo. Sólo cuando estuvo resguardado por la oscuridad del millar de árboles viejos y torcidos que se cernían sobre su cabeza, Jean se permitió bajar la guardia y se quitó la asfixiante capa de encima. Podía parecer excesivo tanto resguardo, pero sabía de antemano que dentro de una institución militar nunca sería bien vista una relación como la suya; además de estar consciente de que estaba violando un par de reglas importantes, sobre todo en lo concerniente a la seguridad de Eren Jaeger, la esperanza de la humanidad.

Caminaba a paso vivo, guiándose a la perfección en la oscuridad del bosque, tal vez porque había hecho ese trayecto demasiadas veces y ya se sabía el camino de memoria, pero esa noche tenía un nudo en la boca del estómago y un sudor frío le recorría la espalda.

Esa noche, si todo resultaba como había planeado, marcaría un antes y un después en su relación con Eren. Ambos estaban bien, trataban de vivir con la mayor normalidad, sobrellevando los entrenamientos, las misiones, las estrategias y traiciones propias de su vida como soldados. En esa vida, aun eran un par de mocosos que seguían peleando sin razón, pero por las noches, cuando nadie más los veía, dejaban las discusiones de lado para reemplazarlas por besos, caricias y gemidos.

Estaban juntos ahora, seguros de que sus vidas estaban unidas por un mismo sentimiento, pero Jean sabía que hacía falta algo para que la unión fuera total.

Aunque Eren nunca había dicho nada al respecto, Jean sabía que Marco seguía siento un fantasma en su relación; el último obstáculo que quedaba por salvar. Era distinto a lo que había significado Levi entre ellos. Ahora Jean lo entendía, porque al verlos juntos, trabajando, entrenando, practicando e incluso en batalla, sabía que entre Eren y el Capitán Levi había cariño y respeto. Pero Marco no estaba ahí, vivía atemporal y etéreo en sus pensamientos; idealizado e irremplazable.

Jean sabía, sentía, que Eren creía luchar contra un fantasma y que incluso se había resignado a ser un simple reemplazo. Por eso, Jean había planeado dejarle claro lo que él significaba en su vida; no sólo con palabras, sino con acciones.

Llegó a un pequeño claro en medio del bosque, el lugar que siempre usaban como punto de encuentro, Eren ya estaba ahí. A pesar de todas las molestias que él se había tomado para pasar desapercibido, Eren no se había molestado en ocultarse lo más mínimo, e incluso ahora lo esperada silbando tranquilo, sentado en el césped en camiseta. Jean soltó un suspiro al verlo, ese chico iba a ser un idiota despreocupado toda su vida.

—Ya estás aquí —dijo Jean saliendo de la protección que le daban los árboles y caminando hacia él.

—¡Llegas tarde, imbécil! —respondió Eren. Rodó los ojos antes de ponerse de pie—. Me citaste aquí y llegas más de media hora tarde.

—Lo siento, me costó poder salir del castillo. A diferencia tuya, yo sí me aseguré que nadie me viera.

—¡Qué más da! —Eren se encogió de hombros; como siempre, le bajó el perfil a su descuido—. Pero dime, ¿qué querías decirme? Cuando me hablaste de pasada hoy en el desayuno no alcancé a entenderte.

—Quiero hablar algo serio contigo, Eren —dijo. El castaño debió notar la rigidez de su voz porque lo miró con una ceja alzada—. Lo que te quiero decir es muy importante, pero antes necesito que me acompañes.

—Está bien.

—Vamos. —Jean le tendió la mano derecha y Eren entrelazó sus dedos.

Jean volvió a internarse entre el bosque de pinos y ambos quedaronprotegidos por la oscuridad y refugio que les ofrecían los árboles. En un sector plano del terreno, Jean extendió la capa, que llevaba colgando del hombro, como si se tratara de una manta e instó a Eren a sentarse en ella.

Jean carraspeó antes de empezar a hablar, aclarándose la garganta.

—¿Confías en mí, Eren?

—Con mi vida.

—¿Me amas?

—¡Maldita sea, sí! —respondió Eren, exasperado con tanto misterio—. ¿Qué rayos pasa?

—Yo muy pocas veces he dicho “te amo”. De hecho, sólo a ti.

—Mentiroso…

—Yo nunca creí que Marco pudiera morir —dijo Jean, ignorando la réplica de Eren—. Creí que lo tendría a mi lado siempre. Por eso nunca fui capaz de decirle que lo amaba, aunque lo amé con todo el corazón.

—¿Por qué me estás diciendo todo esto ahora? —Eren estaba molesto; sabía de los sentimientos de Jean por Marco, no era necesario que se los estuviera recordando.

—Porque aunque tú eres el único a quien le he dicho abiertamente lo que siento, creo que eso jamás a va ser suficiente para que creas cuán grande es lo que siento por ti. Creo que en tu mente, te has negado a creer que la forma en que yo te amo, gatito, es incomparable con cualquier otro sentimiento que haya tenido antes o que vaya a tener después. —Jean hizo una pausa, Eren lo miraba perplejo—. Quiero darte algo que nunca le he dado a otro hombre, ni siquiera a Marco. —Suspiró hondo; estaba nervioso—. Así como tú eres mío, Eren, yo también quiero ser tuyo; sólo y enteramente tuyo.

—Tú… —Eren parpadeó; estaba mudo de la impresión—. Tú quieres que yo…

—Sí, Eren —respondió firme—. Es el único regalo que puedo darte que no le he dado a otro hombre. Tú ya tienes mi corazón, pero quiero que tomes también mi cuerpo.

Eren tragó duro, no sabía cómo reaccionar ante la propuesta de Jean; todo había sido demasiado imprevisto, nunca se había imaginado siquiera una situación como esa. Y no pudo evitar que una punzada de miedo le recorriera la espina dorsal; a lo que se enfrentaba era totalmente nuevo.

—Pero yo… no sé… Nunca he hecho algo así —dijo algo avergonzado, aunque sin saber bien el porqué.

—Entonces lo descubriremos juntos. ¿No te parece? —Jean lo tomó de la mano y le besó uno a uno los nudillos.

—Jean, yo… —Eren dudó—. No quiero que hagas esto sólo para demostrarme que me quieres. Yo creo que…

—¡No lo hago sólo por eso! —lo interrumpió Jean—. Lo hago porque contigo lo quiero todo. No me basta con experimentar un lado del amor, sino que quiero amarte completamente, con todo lo que ello involucra. —Hizo una pausa para mirar a Eren, quizá estaba más asustado que él—. ¿Tú estás dispuesto a amarme por completo?

—Idiota… —susurró—. Sabes bien que sí.

—Eso me basta, gatito.

Jean tomó a Eren de la barbilla y lo besó, lento y pausado, tomándose el tiempo de reconocer cada centímetro de la boca más deliciosa que había probado en la vida. En cierto modo sentía que esa sería como la primera de vez de ambos, que la magnitud de la entrega a la que se estaban sometiendo, sería imborrable, pero eso era justo lo que él buscaba.

—Traje algo para ayudarnos. —Jean se despegó de la boca de Eren y rebuscó entre los bolsillos de su pantalón hasta sacar una pequeña botellita de aceite—. ¿Qué te parece?

Eren soltó una carcajada y tomó la botellita de manos de Jean, pero la dejó sobre la manta.

—¿Así que tienes miedo de que sea muy rudo contigo? —preguntó con la sonrisa aun bailando en sus labios. Se sentó a horcajadas sobre Jean y lo empujó.

—¡Y cómo no tenerlo! —protestó Jean dejándose caer de espaldas en la manta—. Tú eres salvaje cuando yo te tomo, no puedo ni imaginar lo que pasará ahora.

—¡Ya cállate! —Eren le selló los labios con un nuevo beso, pero Jean pudo sentir sus labios estirados aun en una sonrisa. Le desabrochó uno a uno los botones de la camisa y recorrió con ambas manos el pecho escultural. Cuando se despegó de su boca, Jean se alzó para terminar de quitarse la prenda— ¿Alguna vez te he dicho lo sexy que te quedan estas cicatrices? —preguntó delineando con los dedos el corte abultado en el hombro izquierdo y luego la finísima línea en su barbilla.

—Son las huellas que ha dejado en mi cuerpo tu amor —respondió Jean con una sonrisa de lado. Subió con ambas manos por los costados del cuerpo de Eren, recorriendo la suave piel trigueña hasta sacarle la camiseta—. Las llevo con orgullo.

—¡No seas idiota!

—Ya basta de charlas, o vas a hacer que me arrepienta.

—¡Eso, ni de broma! —Eren empujó con la palma de la mano el pecho de Jean, hasta que quedó nuevamente de espaldas en la manta.

Eren se inclinó hacia adelante y le lamió una de las tetillas, endureciéndola al instante. Bajó repartiendo besos y lamidas por todo el torso de Jean, hasta topar con la tela del pantalón. Se puso de rodillas para poder terminar de desvestirlo, y cuando lo tuvo nuevamente a su merced, atacó sin previo aviso su miembro.

Jean jadeó por el sobresalto que le provocó esta acción. Se sentía tan bien ser recibido por la boca cálida y húmeda de Eren, que no fue consciente del momento en que su pelvis empezó a moverse por voluntad propia, empujándose contra el paladar del chico. Le tomó el rostro entre las manos y embistió contra su boca, Eren lo recibió con los labios apretados, succionándolo con fuerza.

Jean estaba tan concentrado en el placer, que no sintió en qué momento Eren abrió la botella de aceite y se dirigió hasta su entrada, sino hasta que lo sintió acariciarle los testículos con un líquido viscoso y frío en la mano. Los dedos de Eren bajaron lento, delineando la separación entre sus glúteos, hasta dibujar círculos sobre su entrada; todo sin dejar de succionarle el miembro.

Jean tembló bajo todas las sensaciones que lo embargaron; todo era muy diferente al placer al que estaba acostumbrado, pero a la vez se sentía bien. Eren introdujo el primer dedo, causándole un leve respingo.

—Tranquilo, será incómodo al principio, pero te acostumbrarás —le avisó. Volvió a succionarle el miembro con la boca y a mover un dedo con suavidad contra su interior.

—Esto… —Jean suspiró hondo y llevó la cabeza hacia atrás, soldando un jadeo prolongado—. Se siente bien… —Sintió como los labios de Eren se estiraban en una sonrisa contra la piel de su miembro.

—Y sólo estoy empezando…

Eren se separó de su miembro y volvió a coger la botellita de aceite, esta vez vació una pequeña cantidad directo en su entrada. El líquido frío hizo estremecer a Jean, pero eso no fue nada comparado con sentir dos dedos de Eren moviéndose contra su interior.Paramatizar la sensación, le tomó el miembro con la otra mano y la movió con suavidad, deslizándose de arriba abajo. Jean jadeó aferrado con ambas manos a la manta.

Eren sabía por experiencia propia que debía preparar adecuadamente a Jean para recibirlo, para que sintiera placer y no dolor. Trató de ser paciente, pero su excitación iba en aumento y sentía que su miembro iba a explotar de necesidad insatisfecha de un momento a otro. Se separó del cuerpo de Jean sólo unos instantes para terminar de desnudarse, pero al momento de sacar los dedos de su interior, éste soltó un gemido de protesta.

—Sólo voy a terminar de quitarme la ropa. —Eren sonrió de lado—. En un momento estoy contigo.

Pero antes de que pudiera terminar de desvestirse por completo, Jean se incorporó en la manta y lo besó con una fuerza brutal; con una pasión desesperada. Su lengua le penetró la boca y se movió con fuerza en su interior, mientras que los breves momentos que se alejaba para recuperar el aliento, los aprovechaba para morderle los labios.

—No puedo esperar más —dijo Jean. Se dejó caer otra vez de espaldas en la manta, arrastrando con él a Eren, quien a duras penas terminó de sacarse el pantalón—. Te quiero dentro de mí, gatito.

—No seas tan ansioso, idiota —susurró Eren apoyando el peso en uno de sus brazos, el otro lo llevó a la entrada de Jean nuevamente y esta vez introdujo dos dedos de golpe en su interior—. Debo terminar de prepararte para no hacerte daño. —Sus dedos se movieron haciendo tijeras.

—Eren… ¿te das cuenta que no soy ninguna mujercita delicada, verdad?

Eren rio y volvió a incorporarse sobre sus rodillas, tal vez Jean tenía razón y estaba exagerando con tanta precaución. Tomó la botella de aceite y usó un poco del líquido para prepararse a sí mismo. Se sentía tan duro y necesitado, que apenas podía contener las ansias de liberarse dentro del cuerpo de Jean; esa sola idea lo calentaba.

Incapaz de esperar por nada más, Eren se ubicó entre las piernas de Jean y se deslizó lento. Era muy difícil, tuvo que requerir de mucha fuerza para introducir la mitad de su miembro. El cuerpo de Jean se puso rígido, se sostuvo de sus antebrazos con ambas manos, enterrándole los dedos en la piel. Tenía la mandíbula tensa por los dientes apretados, conteniendo el grito de dolor.

—Debes relajarte —jadeó Eren contra su oído. Estaba tan estrecho que la sensación de estar ahí fue abrumadora—. Si no, terminaré haciéndote daño.

Jean le pasó uno de los brazos por el cuello y lo jaló confuerza hacia su boca, ésta ya lo esperaba abierta y con la punta de la lengua afuera. Eren entendió que aunque le dolía, Jean también estaba muy excitado; estaba abrumado por la pasión del momento.

Eren, que sabía exactamente qué se sentía en una situación como esa, apoyó todo su peso en el antebrazo izquierdo, mientras que su mano derecha se perdió entre los vientres de ambos. Estimuló el miembro de Jean, moviéndose rápido y fuerte, deslizándose a todo lo largo, y pronto sintió cómo las paredes de su cuerpo empezaban a ceder; la presión con que lo envolvían ya no era tan fuerte, porque se había relajado. Volvió a empujar con la pelvis y esta vez sintió que lo llenaba por completo.

Trató de detenerse unos instantes y esperar a que Jean se adaptara a la intromisión, pero cuando éste le pasó las piernas por las caderas, fue demasiada estimulación. Volvió a embestir, siempre con dificultad por lo estrecho del canal, deslizándose lento, con movimientos cortos pero parejos. Jean gemía contra su boca, ahogando ahí los sonidos de su pasión.

Eren estaba al borde del orgasmo, de hecho sintió que se correría con el sólo estímulo de entrar en un pasaje tan estrecho como el de Jean, pero sabía que no podía acabar sin antes satisfacerlo por completo. Trató de pensar en otra cosa para contenerse, pero al sentir un fuerte apretón sobre su miembro, no pudo más. Se liberó dentro de Jean al mismo tiempo que éste acaba, ahogando sus gemidos mordiéndole la boca.

—Eren… —Jean gimió en un último suspiro de placer.

—Te amo, Jean. —Eren aún no salía de su interior, pero sí levantó la cabeza para mirarlo a los ojos—. No creo habértelo dicho nunca, pero… lo que siento por ti, es por lejos lo más fuerte que he sentido por alguien en toda mi vida.

—Planeo que esto se mantenga así por lo que nos quede de vida, gatito. —Jean jadeó cuando Eren salió de su cuerpo y se tiró boca arriba en la manta a su lado, entrelazando sus dedos—. Porque ahora que te encontré, después de haber vivido de la soledad y los recuerdos, no pienso dejarte escapar.

 

 

—  F I N  —

 

 

 


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