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De Soledad y Recuerdos por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola a todas las que leen esta historia.

Hoy 19 de Mayo se levanta el paro hecho para crear consciencia sobre la importancia que tiene para un escritor recibir un review. Y aquí estoy con un nuevo capítulo de la historia. De ahora en adelante voy a actuaizar semanalmente y sin falta, ahora sí que es seguro. Todos los martes verán una actualización. Les cuento que son un total de 17 capítulos, así que estamos como a la mitad del fic.

Para celebrar, les dejo un capi bien sensualón y más largo de lo normal.

 

Capítulo VIII: Una noche de calma

 

—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —Eren se soltó de un movimiento brusco del agarre que Jean mantenía sobre su brazo izquierdo.

Era la segunda noche que pasaban en la posada de Sonra. El grupo de exploración a cargo de Mike había regresado hace un par de horas, y luego de una larga reunión de los altos mandos, habían fijado la salida para las primeras luces del amanecer próximo. Pero antes de salir fuera de las murallas, Jean sabía que tenían asuntos pendientes que atender.

La noche anterior, Eren le había pedido terminar la relación que mantenían, cualquiera que esta fuera, pero Jean estaba lejos de querer aceptar las intenciones del chico, y esa noche se encargaría de dejárselo en claro.

Mientras todos bebían y bromeaban en el salón principal de la posada, Jean siguió a Eren cuando éste se levantó para ir al baño, lo tomó del brazo y lo llevó a la fuerza hasta su improvisado cuarto, prácticamente arrastrándolo.

—Antes, me equivoqué —Jean habló tranquilo, se dio el lujo de atrancar la puerta de su pequeño cuarto—. Estaba en un error.

—¿Qué? ¿De qué mierda estás hablando? —Eren lo miró de arriba abajo, el gesto descolocado en su cara era evidente—. Aunque pensándolo bien, no me extraña —confesó en tono burlón—. Viniendo de un idiota como tú, es claro que estés equivocado, no importa qué.

Jean forzó una sonrisa e ignoró el mordaz comentario del castaño.

—Digo, que todos estos días intentando hablar contigo, me equivoqué. Lo que tú necesitas no es una charla —la sonrisa que adornaba el rostro de Jean era amplia—. Es una lección.

Eren apretó el ceño. No le gustó nada esa expresión triunfante en el rostro de Jean, sabía que estaba tramando algo y que el perjudicado sería él. Retrocedió dos pasos y afiló la mirada, era probable que se armara una pelea ahí y quería estar preparado; Jean siempre golpeaba duro.

—Inténtalo si puedes —Eren levantó los brazos a la altura de su rostro; su pose de pelea era de guardia—. ¡Pedazo de cobarde!

Jean sólo sonrió de lado; parecía muy divertido con la situación y no se veía intimidado. En un movimiento rápido, arremetió contra Eren, pero las intenciones de Jean no eran golpearlo como éste había creído, por eso no le sirvió haberse puesto en guardia, porque Jean se abalanzó sobre él y lo empujó sobre la cama, aplastándolo con el peso de su cuerpo.

—Qué…

Eren se descolocó con el movimiento de Jean y no supo cómo reaccionar, cuando volvió a levantar las manos para golpearlo, fue demasiado tarde, porque éste aprovechó para sujetárselas y en una serie de movimientos rápidos y precisos, perfectamente planeados, lo amarró a los viejos barrotes de hierro de la cama; la cuerda ya estaba instalada en el lugar.

—¿Qué haces, imbécil? —la expresión en los ojos de Eren era de terror. Tiró las manos e intentó liberarse, pero fue en vano—. ¡Suéltame!

—¡Cállate de una vez! —Jean se acomodó sobre el cuerpo del castaño, sentándose a horcajadas sobre su pelvis—. Ya me estoy cansando de toda tu mierda.

—¡Imbécil cobarde! —Eren masculló con rabia— Si lo que quieres es golpearme, hazlo como un hombre: de frente —prácticamente escupió cada una de las palabras—. ¿O es tanto el miedo que me tienes que tuviste que amarrarme?

—¿Quién dijo que te iba a golpear? —Jean hizo una pausa. Su sonrisa se ensanchó— No voy a golpearte, Eren, pero sí te haré sufrir.

Eren entrecerró los ojos, estudiando al otro con la mirada. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se instaló profundo entre sus piernas, pero lo ignoró.

—¿Qué pretendes?

—Ya te lo dije, voy a darte una lección —Jean miró directamente los orbes turquesa de Eren que lo miraban con furia no simulada—. Además, ya me estoy cansando de tu forma salvaje de coger. Siempre estoy lleno de mordidas y rasguños —frunció el ceño y negó con la cabeza—. Ahora sólo me estoy asegurando de salir bien parado. Con las manos atadas no me podrás arañar, gatito salvaje.

—Tú… cómo… ¿cómo me llamaste?

Jean rio suave; su risa era grave, pausada, musical. Eren por su parte, estaba totalmente desconcertado.

—Te llamé gatito salvaje —Jean pronunció con mucha lentitud, disfrutando de la cara entre sorprendida e indignada del castaño al oírse nombrar de esa manera—: Muerdes, arañas, eres arisco, huyes cuando se te intentan acercar, no soportas una caricia. ¡Justo como un gato silvestre! Además, tus ojos… tus ojos son de gato.

—¡Maldito estúpido! —Eren tenía el ceño fruncido; se veía furioso—. ¿No te cansas de decir tantas babosadas?

Jean no se molestó en responderle, prefirió ponerse en acción y darle a Eren la tan prometida lección. Cambió de posición, bajándose de la pelvis del chico para ubicarse entre sus piernas; éste aprovechó de patearlo, pero Jean le sostuvo las piernas con fuerza.

—Abre las piernas para mí —Jean no se lo pidió, lo exigió, pero la respuesta de Eren fue un certero rodillazo en las costillas.

—¡Bastardo! —Eren gruñó; empezaba a entender cuáles eran las intenciones de Jean.

Jean no pareció inmutarse, abrió las piernas de Eren a la fuerza y prácticamente le desgarró el cierre del pantalón con un tirón fuerte. Masajeó el miembro de Eren a través de la tela de la ropa interior antes de sacarlo; no estaba erecto por completo, pero poco a poco iba reaccionando a sus bruscos movimientos.

—Te dije anoche que tú y yo ya no tendríamos sexo —Eren se removió sobre la cama, intentando en vano que Jean lo soltara. Estaba siendo intransigente en su decisión, pero su cuerpo traidor se estaba rindiendo ante las caricias de Jean—. ¡Esto se acabó!

Eren liberó una de sus piernas y con la rodilla golpeó el costado resentido de Jean otra vez. Éste soltó un jadeo corto y cerró uno de los ojos, pero apretando los dientes, contuvo el dolor y se repuso al instante.

—¿Te he dicho que sólo tú logras excitarme a través del dolor, Eren? —Jean susurró despacio, modulando a la perfección cada una de sus palabras.

—¡Imbécil! —Eren suprimió el arranque de adrenalina que sintió al ver la expresión ardiente y salvaje en los ojos de Jean, y optó por insultarlo.

Jean volvió a tomar el pene de Eren entre sus manos, pero esta vez lo engulló por completo. Sintió la piel suave de la intimidad del castaño dentro de su boca y probó su dulce sabor en el paladar; supo en ese instante que nunca había probado algo tan delicioso como el ansiado sabor de Eren después de más de una semana de ausencia. Desde que habían comenzado ese juego nunca habían estado tanto tiempo en abstinencia, y esa semana se le hizo insoportable a Jean.

Eren aún continuaba luchando, se removía sobre la cama, aun cuando Jean lo tenía firmemente sujeto de las caderas, pero poco a poco el movimiento de su pelvis empezó a cambiar: las fuertes sacudidas que buscaban liberarlo dieron paso a lentos embistes ¡Por fin se había rendido al placer!

Jean cerró la boca como un anillo, presionando sobre la endurecida carne de Eren. Sus manos se movieron desde las caderas del castaño hasta sus testículos, para incrementar las sensaciones sobre el cuerpo del chico.

—…aahh… sí…

Eren cedió en su lucha y terminó de abrir las piernas, le dejó todo el camino abierto a Jean para que hiciera lo que quisiera; ya se había rendido por completo ante las exigencias de su cuerpo y desechó las reticencias de su consciencia. La boca de Jean se movía rápido sobre su miembro, succionando con fuerza; de vez en cuando, jugueteaba con la lengua, moviéndola en círculos sobre la cabeza de su pene, movimientos que hacían nacer un hormigueo en la base de su estómago y recorrer en una ola de calor todo su cuerpo.

—…aahh… Jean…

Jean respondió al llamado levantando la cabeza; sus ojos dorados se veían ardientes con el fuego de la pasión. Soltó el pene del castaño y lo masturbó con fuerza, haciendo que el chico se retorciera de placer.

—Ahora, gatito salvaje… —Jean soltó del pene de Eren, y éste respondió soltando un quejido de desesperación—. Necesito que te quedes quieto. Voy a desvestirte.

Jean se puso de rodillas en la cama y estiró la pierna derecha de Eren, éste colaboró totalmente y en sólo instantes Jean ya estaba sacándole la bota izquierda. Para quitarle el pantalón y la ropa interior, tuvo que ponerse de pie, pero la chaqueta y la camiseta no se las pudo sacar, porque Jean no quiso arriesgarse a quitarle las amarras al chico y que éste escapara. En cambio, se quitó con movimientos pausados su propia chaqueta y camisa, dándole a Eren un vistazo de su glorioso torso desnudo.

—¿Te gusta lo que ves? —Jean preguntó divertido, notando la mirada de Eren fija sobre su cuerpo—. Pues todo lo que ves es tuyo.

Eren sonrió de lado.

—Desátame.

—No.

Jean se dejó caer de nuevo sobre Eren, esta vez dibujó un camino de besos por todo el interior del muslo del castaño rumbo a su entrepierna. Éste, rendido por completo ante las caricias de Jean, le abrió las piernas para darle cabida.

Luego de lamer un par de veces el pene de Eren, Jean volvió a incorporarse de rodillas en la cama. Se desabrochó el pantalón con lentitud, sin despegar la mirada de los orbes turquesa de Eren que lo miraban con una mezcla de premura y desesperación. Cuando tuvo su miembro entre las manos, sus fuertes palmadas al masturbarse resonaron en los oídos de Eren, pero Jean no volvió a tocarlo.

—¡Jean! —Eren gimió el nombre. Se veía desesperado; había estado siendo estimulado y ahora su sangre ardía, pero Jean no daba señas de querer complacerlo—. Métemela.

—¿Quieres tener mi polla dentro tuyo? —Jean preguntó impasible sin dejar de masturbarse. Miraba a Eren a los ojos; éstos estaban cristalinos de lágrimas de frustración.

—Sí.

—¡Pero si anoche me dijiste que ya no querías tener más sexo conmigo!

—¡Jean! —Eren le reclamó al instante.

—¿Qué? ¿Tan pronto te arrepentiste?

Eren estaba prácticamente llorando, se removió en la cama, buscando acercarse a Jean, pero éste lo esquivó al instante y se puso de pie. Ahora, a los pies de la cama, Jean continuó masturbándose con fuerza: la furia en los ojos de Eren lo excitaba sobremanera. Aún iba calzado con las botas y el pantalón con el cierre abierto sólo colgaba de su cadera; se mordía el labio inferior, complacido con el placer que su propia mano se daba, pero más complacido aún con la evidente angustia de Eren; amarrado e indefenso sobre la cama.

—¡Jean! —esta vez Eren gritó, estaba bullendo de rabia.

—Cállate —Jean se dejó caer sobre el cuerpo del castaño y le tapó la boca con la mano que había estado usando para masturbarse, Eren respondió lamiéndole los dedos; un gesto que sólo consiguió erizarle cada vello del cuerpo—. Realmente quieres que te la meta, ¿verdad?

—Por favor, Jean —esta era la primera vez que Eren había tenido que rogarle a Jean por sexo, pero ahora estaba consciente que se lo merecía por completo.

—Está bien…

Jean parecía haberse rendido ante sus exigencias, o eso fue lo creyó Eren cuando se posicionó entre sus piernas y presionó la punta del pene contra su entrada, hasta que se dio cuenta que no hacía otra cosa más que eso. Quiso reclamar, pero Jean lo calló poniéndole una mano sobre la boca.

—No te desesperes —Jean le susurró mirándolo fijo, reconociendo la mirada disconforme del castaño. Mientras, continuaba presionando con suavidad su entrada—, no me quites el placer de prepararte adecuadamente.

Jean sujetó con fuerza a Eren desde la cintura, y recorrió con lentitud por los costados de su cuerpo hasta conseguir levantarle la ropa; quería ver la exquisita desnudez del cuerpo trigueño de Eren. Su pulgar se movió circularmente sobre la tetilla derecha, erectándola al instante, su boca sin embargo, se dirigió a la tetilla izquierda y la mordió con fuerza, haciéndola sangrar. Lo excitaba sentir el regusto fuerte y metálico de la sangre en su boca.

Eren ahogó el quejido de dolor; su mandíbula estaba apretada y su respiración entrecortada decía que estaba suprimiendo las ganas de gritar a viva voz. Pero aunque había dolido, le excitaba sobremanera sentir esa beta animalesca y salvaje en Jean; sus ojos ahora tenían un nuevo brillo: de perversión y posesividad, algo que lo hacía desfallecer. Recordó que Jean había tenido ese poder en él desde el primer día en que habían cogido: podía someterlo y dominarlo, algo que ni siquiera Levi había conseguido, porque con él se sometía por voluntad propia, con Jean era distinto.

—Jean… —Eren gimió el nombre en un hilo de voz, abandonado a ese tortuoso placer.

Jean levantó la cabeza para mirar a Eren: sus ojos estaban cerrados y sus cejas se juntaban en un gesto de dolor y placer, su boca entreabierta jadeaba coordinada con el ritmo del movimiento de su pecho al respirar intranquilo, su mentón levantado dejaba que su cuello se estirara en toda su longitud.

—Eres hermoso… —Jean se relamió los labios y el sabor metálico de la sangre se le vino otra vez al paladar.

Eren abrió los ojos y se encontró de frente con los dorados irises de Jean que lo miraban fijo, no se había dado cuenta antes, pero ahora el brillo de su mirada no era sólo de deseo, era algo distinto que no supo identificar; estaba como en un trance.

—¿Jean?

—Sólo pensaba en que no me había dado cuenta antes… de lo lindo que eres —Jean movió un poco la cabeza para aclarar sus pensamientos—. Debe ser porque tu carácter de mierda logra camuflarlo muy bien.

—¿Eso fue un alago, o un insulto?

Jean rió de buena gana. Eren pocas veces lo había visto reír así, y ahora que lo tenía sobre su cuerpo, podía sentir en el vientre los músculos del abdomen de Jean endurecerse debido a la risa. Se sintió tentado de extender la mano y acariciarle la boca; los labios delgados que ahora se estiraban en una sonrisa amplia, pero en su lugar sólo esbozó una tibia sonrisa.

Eren no podía controlar lo que estaba pasando. Se había propuesto terminar sus encuentros con Jean por su propio bienestar futuro, porque no quería volver a sufrir otra vez por el desamor; porque desde la última noche que pasaron juntos entendió que Jean seguía amando a Marco, y lo haría siempre, pero aunque se había negado, su propio cuerpo lo terminó traicionando. No había nada que hacer, los deseos de su cuerpo eran incontrolables, pero sí podía negarse a permitir que los sentimientos en su corazón siguieran creciendo: si lo que tenía con Jean iba a ser un intercambio de placer, él se encargaría que siguiera de ese modo: sería sexo y nada más, las caricias, los gestos bonitos, estaban prohibidos. 

—Bueno, ¿vas a continuar o no? —Eren habló con un gesto altivo; Jean dejó de reír al instante.

—¡Qué ansioso estás! —Jean miraba con ojos serios pero intensos a Eren—. Realmente me extrañaste.

—¡Cállate!

Jean soltó una risa corta y se relamió los labios, bajó la mirada al pecho de Eren y sus ojos se perdieron en el hilo de sangre que bajaba por su tetilla izquierda hasta las costillas, sonrió de lado y volvió a fijar sus ojos en la profundidad turquesa de los irises de Eren. Jean estiró la mano derecha y humedeció sus dedos con la sangre; una idea perversa se le había venido a la mente.

 —¿Qué vas a hacer con eso? —Eren lo miró fijo, se veía algo asustado.

Jean sonrió amplio, pero no se dio el trabajo de responder, llevó ambos dedos a la entrada de Eren y usó su propia sangre como lubricante. Eren, impresionado, sólo soltó un jadeo corto y se dejó hacer; el dedo de Jean se instaló implacable hasta el fondo en un movimiento limpio. Cuando fueron dos dedos los que hurgueteaban su interior, apretó las manos con fuerza y sintió cómo las ataduras le apretaban la carne de las muñecas, pero ya nada de eso importaba, todo era parte del mismo exquisito dolor.

—…aaahh… mnh…

—Creo que ya estás listo —Jean jadeó sobre el oído de Eren, sin dejar de embestir con sus dedos la entrada del chico. Había podido sentir en su propia mano el cambio en el cuerpo del castaño, cómo su entrada se iba estirando y acomodando a él; ahora estaba ardiendo en deseos por penetrarlo—. Estás tan mojado, tan exquisito…

Jean quitó sus dedos de golpe, no esperó respuesta, no lo consideraba necesario, porque sabía por el movimiento que hacían las caderas de Eren buscando más de su toque, que el chico también estaba ansioso por ser penetrado. Se hincó en la cama y se posicionó entre las piernas de Eren, lo penetró de un embiste profundo y preciso, deslizando toda la extensión de su miembro en el cuerpo del castaño.

—¡Aahh! —Eren gimió fuerte al sentirse atravesar. Su espalda se arqueó, de forma que ambos vientres chocaron y su pene fue rozado por la exquisita fricción que causaron sus cuerpos.

—¡Mierda!... ha… ha… —Jean jadeó entrecortado. La estrechez del cuerpo de Eren se le hizo exquisita.

Jean se movió lento en un principio, la estrechez de Eren no le permitía moverse en libertad sin dañarlo, así que su pelvis se movió despacio pero profundo, aunque no sabía por cuánto tiempo más podría mantenerse así: se moría por tomar al castaño de la forma más salvaje y demostrarle que no podía pretender alejarse de su lado.

Eren, completamente excitado, apretó los dientes con fuerza, negándose a dejar que algún gemido más fuerte de lo normal los delatara, y por la cantidad de placer que sentía ahora, era más que probable que eso ocurriera; la adrenalina se había apoderado de su cuerpo y la ola de placer lo abrumó.

—Libérame, Jean —pidió extasiado. El miembro de Jean lo llenaba por completo y la humedad de sus pieles al chocar resonaba—. Quiero poder tocarte.

—¡No lo creo!

—¡Por favor! —Esta vez suplicó por su liberación—. Prometo que no te haré daño. No te voy a rasguñar, Jean —Eren se removió en la cama y tiró los brazos con fuerza, tratando de liberarse él mismo—. ¡Quiero tocarte!

—¡No hagas eso! Sólo conseguirás hacerte daño —Jean paró las embestidas y salió del interior de Eren para poder desamarrarlo; se preocupó al instante de verlo luchar contra las amarras.

Eren estaba tan ansioso por ser liberado, que apenas vio sus muñecas libres, se lanzó al cuello de Jean; desesperado por poder tocarlo. Ni siquiera se preocupó por las rasgaduras que produjo la soga en sus muñecas, sólo quería una cosa: besar a Jean con ansias. Le capturó los labios con los suyos, succionando con fuerza, con hambre, soltándolo un instante sólo para volver a capturarlos con un impulso mayor.

Jean se sentó sobre la cama y tomó a Eren de la cintura, hasta acomodarlo a horcajadas sobre su cuerpo. El beso se rompió cuando Jean le quitó la ropa que aún traía puesta, pero ansioso de reanudar el contacto, buscó de inmediato la boca de Eren sólo para encontrarse con una negativa.

—¡No! Quítate la ropa tú también —Eren pidió mientras se arrodillaba en la cama y jalaba inútilmente el pantalón de Jean—. Quiero sentir todo tu cuerpo.

—¡Como ordenes!

Jean se quitó el resto de la ropa y volvió a la cama enseguida. Se acomodaron en la misma posición: Eren se dejó caer sobre el miembro de Jean, deslizándose hasta el fondo, mientras era sostenido desde la cintura con firmeza. Una vez que estuvieron unidos, ambos buscaron sus bocas de manera automática: un beso hambriento y tosco que sólo buscaba devorarse mutuamente.

Eren se impulsaba con las piernas para lograr el delicioso vaivén que lo llevaba al placer; el beso continuaba, les servía para silenciar los gemidos que ninguno de los dos podía contener. Jean se sentía desfallecer; hacerlo con Eren era condenadamente excitante, tanto que no lo podía creer. Se dio cuenta que tener sexo con Eren y con Marco era muy distinto: Marco era delicado y sutil; Eren en cambio era salvaje, tenía experiencia y un hambre voraz… Lograba volverlo loco y nublarle la razón; algo que nadie más podía hacer.

—Me estás volviendo loco…

—Creí que siempre lo habías estado.

—El lunático aquí eres tú —Jean susurraba contra los labios de Eren, negándose a romper el beso para hablar—, yo soy el racional de la relación.

—¿Y qué dice tu razón de esto? —Eren apretó su interior de manera exquisita y mordisqueó la comisura de la boca de Jean.

—Q—Que es lo más delicioso que alguna vez he sentido —Jean jadeaba, tenía los ojos cerrados para poder concentrarse en las sensaciones y sus manos se enterraban en las caderas de Eren.

Tentado, por los movimientos insinuantes de Eren, Jean perdió el control de sí mismo: sujetó al castaño por la espalda y lo dejó caer sobre la cama; ahora el ritmo lo llevaría él. Arremetió con fuerza contra la entrada del chico, moviéndose corto pero rápido y parejo. ¡Le importaba una mierda los ruidos que hacía la cama al impactar contra la pared! Lo único que quería era estremecer de placer a Eren mientras acababa en su interior.

—¡Aahh Jean! Mnh…

Eren se sentía desfallecer, sentía el orgasmo próximo en el hormigueo que nacía en la punta de su pene y recorría su columna, electrificando todo su cuerpo. Envolvió las piernas alrededor de las caderas de Jean y volvió a apretar su entrada; Jean respondió gruñendo en su oído, mordiéndole el cuello y tomándole el pene en la mano, para comenzar a masturbarlo con mucha suavidad: sólo quería hacerlo acabar.

—Voy a… aahh… aaahh… —Eren no aguantó más, una última sacudida de placer lo llevó al orgasmo, al mismo tiempo que sentía el ardor en sus entrañas al ser inundadas por el semen de Jean.

—¡Mierda! Eres delicioso —Jean jadeó extasiado por el orgasmo. Rendido, se desplomó sobre el cuerpo del castaño—. No tienes derecho a ser así.

Eren rio de buena gana. Aún estaba abrazado a los hombros de Jean y sus ojos seguían cerrados, disfrutando de los últimos efectos hipnóticos y relajantes del orgasmo; estaba en otra dimensión, pero la boca de Jean repartiendo dulces besos sobre su hombro lo trajo de vuelta a la realidad.

—Ya es muy tarde, mañana la hora de partida es muy temprano —Jean salió del interior de Eren y se dejó caer de espaldas en la cama a su lado; tenía los ojos cerrados y continuaba respirando agitado—. Duérmete de una vez.

—¿Dormir? —Eren alzó una ceja. En un movimiento rápido, se incorporó en la cama y se sentó sobre la pelvis de Jean—. Cuando iniciamos esto me hacías acabar mínimo tres veces por noche ¡Y ahora quieres que me duerma sólo con esto!

Jean abrió los ojos sorprendido, incluso parpadeó un par de veces mirándolo fijo, luego rio con las declaraciones del castaño y movió la cabeza, incrédulo. Eren no había dejado de mirarlo a los ojos, y ahora tomó el miembro de Jean entre sus mano y lo masturbó con fuerza; éste reaccionó rápido y en sólo segundos estaba erecto otra vez. Jean no supo si fueron los movimientos de la mano de Eren o su mirada lujuriosa lo que logró excitarlo de esa manera.

Eren sostuvo en alto el miembro de Jean y abriendo las piernas se dejó caer; se mordió el labio inferior cuando sintió toda la longitud dentro de su cuerpo otra vez, se afirmó de sus fuertes pectorales y comenzó a moverse; rápido, demasiado rápido. Jean estaba turbado; el interior de Eren era cálido y profundo, más de lo que cualquier hombre tuviera derecho a ser.

—¡Mierda! Eres tan exquisito —Jean apretó con fuerza las caderas de Eren, hundiendo las cortas uñas en su piel como una forma de liberar el insoportable placer que lo inundaba.

Eren continuaba moviéndose de una manera demencial. El miembro de Jean rozaba con su próstata, la golpeteaba en cada embestida y se sentía loco del placer: quería acabar otra vez y la tensión de su pene indicó que el orgasmo estaba cerca, pero Jean tuvo otros planes: lo sostuvo de la cintura para alejarlo de su cuerpo y lo dejó caer de espaldas en la cama. Eren estuvo a punto de reclamar por la frustración que sintió al sentirse así de vacío de un momento a otro, pero calló al sentir cómo su miembro era engullido por la boca cálida de Jean.

—Acaba en mí —Jean susurró sólo con la cabeza del pene dentro de su boca—. Quiero sentir tu sabor.

Eren no se contuvo, tomó a Jean de los costados del rostro y embistió contra su boca de manera salvaje; sólo bastaron un par de embestidas para que Jean sintiera en el paladar el dulce sabor de la esencia de Eren.

—¡Delicioso! —Jean se relamió los labios después de probar hasta la última gota del semen de Eren—. No sé cómo Levi pudo dejarte, realmente no es humano —subió repartiendo besos por todo el torso del castaño hasta dejarse caer en la cama a su lado—. Yo jamás podría.

—¿Qué dijiste? —Eren había permanecido agotado y jadeante, con los ojos cerrados sobre la cama, pero escuchar esa declaración hizo que se ladeara para mirar a Jean a los ojos.

—Estoy diciendo que voy a darte duro por el breve tiempo que me quede de vida —Jean sólo giró el cuello en dirección del castaño—. A menos que se te afloje el esfínter y estés tan suelto que no sea divertido metértela.

—¡Imbécil! —Eren se enojó; detestaba que le tomen el pelo. Se sentó en la cama y le dio un golpe directamente en la mandíbula.

Jean rio divertido, pero no se inmutó por el golpe, sólo se sobó un poco el lugar adolorido y luego tomó la mano de Eren entre las suyas.

—No seas tonto —Jean tiró del castaño y abrió los brazos para dejar que se acomode sobre su pecho—. Ven aquí.

—De todas formas —Eren se acurrucó sobre el pecho de Jean, éste le acariciaba los cabellos con calma y su mano libre descansaba relajaba sobre su vientre—, ya te dije que estos encuentros debían terminar.

—Espero que después de esto hayas cambiado de opinión —Jean no se inmutó por la negativa de Eren; seguía acariciándole el cabello, el cuello y los hombros—. Porque de lo contrario, tendré que violarte cada noche.

—¿Tanto así te gusta acostarte conmigo?

—No creo poder soportar esta maldita vida sin esto, Eren —Jean habló con total sinceridad. Miraba fijo al techo y su mano había dejado de moverse, ahora sostenía con suavidad el hombro del castaño—. Eres lo más exquisito que he probado en la vida.

Eren parpadeó sorprendido, dudó de sus palabras; no pudo evitar recordar a Marco, y no supo qué significaba exactamente esa declaración de Jean. Se suponía que lo más preciado para Jean era Marco, ¿no? Entonces por qué ahora le decía algo como eso.

Eren se sintió presa de la duda, quiso preguntar por Marco, pero recordó que al iniciar sus encuentros con Jean, éste le prohibió nombrarlo: al parecer lo consideraba indigno de nombrarlo siquiera. Y esto siempre lo consideró una muestra de la distancia que había entre él y Marco en el corazón de Jean: era obvio que lo que sentía Jean por Marco era amor, a pesar de la muerte de éste. Él por el contrario, era sólo un desfogue… De eso no tuvo dudas desde el día que lo oyó susurrar su nombre.

—Jean… esa noche —Eren volvió a dudar, pero la curiosidad fue mayor—, ¿soñaste con Marco?

Jean lo miró extrañado, se había empezado a quedar dormido, apaciguado por la tranquilidad que le daba tener a Eren entre sus brazos, pero oírle preguntar por Marco hizo que su corazón diera un brinco dentro de su pecho y despertó sobresaltado. Por la posición en que estaban, no podía ver con claridad la expresión en el rostro de Eren, sólo sentía sus dedos moverse intranquilos sobre su pecho.

—¿Cómo lo supiste?

—Susurraste su nombre.

—Ya veo —Jean parecía pensativo. Hizo un silencio largo, Eren llegó a dudar que le respondería—. Sí, esa noche soñé con él —Eren se levantó de su pecho para poder verlo a la cara, pero Jean mirada fijamente el techo de cuarto—. Es la primera vez que sueño con él, ¿sabes? —miró a Eren por breves instantes y luego su mirada dorada volvió a quedar fija en el techo.

—¿Nunca habías soñado con él? —Eren parecía no creerle

—Quiero decir, todas las noches lo veo, pero son pesadillas. Cada vez que cierro los ojos veo la horrible escena de su rostro desfigurado, siento el olor nauseabundo de la muerte… —Jean dejó de hablar, su voz había empezado a quebrarse. Eren sólo tragó duro—. Pero esta vez fue distinto, él estaba ahí, conmigo en la habitación ¡Estaba vivo, estaba ahí! —la mirada de Jean volvió a recuperar su brillo.

Eren no pudo soportar verlo así, demostraba que el corazón de Jean seguía perteneciéndole a Marco. Se apartó de su cuerpo y se acomodó de espaldas en la cama, mirando fijamente al techo también, pero al sentir su distancia, Jean reaccionó. Se giró sobre su costado izquierdo y apoyó a cabeza en su mano, miraba fijo a Eren.

—Creo que quería darme un mensaje, ¿sabes? —siguió hablando de su sueño, aunque percibía que Eren ya no quería seguir escuchándolo hablar de su antiguo amor.

—¿Un mensaje? —preguntó negándose a mirarlo; Eren fingía indiferencia.

—Sí, Marco me dijo que te cuidara.

—¿A mí? —Eren giró el cuello para mirar sorprendido a Jean, sus intensos ojos estaban enormemente abiertos—. ¿Por qué a mí?

—Supongo que perturbaste tanto al espíritu de Marco, que el pobre tuvo que venir del más allá a advertirme que eras un idiota que sólo crea problemas.

—¡Bastardo!

Eren arrugó el ceño molesto y volvió a desviar la mirada; no supo si creer o no en las palabras de Jean, éste mezclaba relatos serios con burlas, no le tomaba el peso a la situación, se sintió ignorado. Pero Jean percibió su molestia y riendo suave se acercó a su cuerpo; se apegó a Eren, pasándole un brazo por la cintura y escondió el rostro en su cuello.

—Me dijo otra cosa más sobre ti, pero no te la diré —Jean susurró muy suavecito, repartiendo pequeños besos en el cuello de Eren.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Te lo diré cuando sea el momento.

Eren cambió su gesto hosco, pareció reflexionar un momento y suspiró hondo antes de responder a las caricias de Jean. Era extraño todo aquello; Jean nunca lo había tratado así, con tanta dulzura, nunca le había hablado sobre Marco, nunca le había abierto el corazón  de esa forma, no supo qué pensar. Estiró la mano y con la yema de los dedos acarició el brazo que Jean mantenía sobre su cintura, recorriendo los fuertes bíceps.

—Yo también tengo algo que decirte sobre esa noche —Eren habló pausado, pensativo—. Levi nos descubrió.

—¿Qué? —Jean se sobresaltó al instante. Se sentó en la cama y miró fijo a Eren—. ¿Pero, cómo?

—Lo sospechó desde el día de la llegada del conde Alexandrus —Eren se encogió de hombros y miró a Jean inmutable; no parecía darle tanta importancia al asunto—. A la noche siguiente cuando retiró a los guardias…

—Era una trampa —Jean le quitó las palabras de la boca—. ¡Ya se me hacía demasiado extraño todo! —Chasqueó los labios, molesto—. ¿Y qué te dijo?

—Nada, eso no es problema suyo.

—Eren… —Jean soltó un suspiro cansado y se volvió a acomodar en la cama a su lado—. ¿Crees que fue por eso que me nombró miembro de este equipo? Tal vez está planeando algo…

—No lo sé, Jean.

Jean bajó la boca hasta el hombro de Eren y lo besó delicadamente. Una duda surgió en su mente de un momento a otro y le carcomió el alma.

—¿Estuviste con él esa noche?

—¿Qué quieres decir? —Eren no entendió la pregunta en un inicio, pero luego abrió los ojos con sorpresa y miró fijo a Jean—. Si nosotros…

—Sabes bien lo que quiero decir.

—¡Claro que no! —Eren pareció indignarse con la pregunta—. Mi relación con él terminó.

—Pero él ha estado muy cercano a ti estos días —Jean estaba pensando en la escena que presenció antes de salir del cuartel general; era innegable la cercanía entre ambos—. Tal vez se está arrepintiendo de haberte terminado.

—Eso me tiene sin cuidado —Eren nunca le había dado importancia a que Levi parecía comportarse más cercano a él, desde un principio lo interpretó como un gesto de que las cosas volvían a estar claras entre ambos, sin sentimientos que interfirieran en su relación de maestro y pupilo—. Ahora soy yo el que no quiere nada con él.

Jean levantó la cabeza para mirar a Eren a los ojos, la sonrisa que tenía en los labios era sincera. Tomó al castaño del mentón y lo besó con ansias; un beso lento y largo, pero fuerte, que dejó a Eren estremeciéndose por la intensidad y por la sorpresa; de paso le mordió el labio inferior con fuerza, casi rasgándole la piel. Jean estaba feliz, eso era innegable.

Volteó a Eren en la cama, dejándolo boca abajo y se posicionó entre sus piernas; le pasó una manos por el vientre para levantarle las caderas y la otra la entrelazó con los dedos del castaño, al acomodarse entre sus nalgas, sintió su exquisita humedad.

—Mnh… ¿Qué haces?... ¡Aahh! —Eren se dejó llevar por los rayos de electricidad que recorrieron su cuerpo al sentir cómo nuevamente era llenado por Jean.

—Te me haces tan excitante que no lo puedo evitar. Quiero hacerlo contigo siempre…

Notas finales:

Las espero en los comentarios.

Besos~


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